Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestros
propios actos y de nuestras decisiones.
Somos responsables de lo que hacemos y decimos y también de
lo que dejamos de hacer o decir.
Hoy en día se tiende a vivir fuera de todo compromiso, a
pasarlo bien, a buscar la vida fácil y nos olvidamos que ser responsables
significa tener que rendir cuentas. En nuestro día a día es fácil encontrarnos
con personas que actúan según el ánimo del momento, actúan de acuerdo con
cualquier capricho, o simplemente pasan de las situaciones que la vida va
planteando.
Inmersos en una sociedad que prima la cultura del todo vale,
que tan apenas valora el esfuerzo y sacrificio personal y donde el
individualismo triunfa sobre la colectividad, el tener sobre el ser, no nos
damos cuenta que las consecuencias de nuestros actos nos siguen cual si fueran
nuestra misma sombra y al final rendiremos cuentas por lo que hemos hecho o
dicho y por lo que hemos omitido.
Es muy frecuente eludir nuestras propias responsabilidades y
tratar de culpar a otros.
A veces nos auto defendemos, nos engañamos a nosotros mismos
con falsos pretextos, pero por ello no dejamos de ser responsables de nuestros
propios actos.
Cómo me gustaría que este concepto de responsabilidad se
diera en nuestros políticos. Cómo me gustaría que sus actos, sus propuestas
buscaran el bien común en lugar de buscar el confortable sillón dónde dejar
descansar sus posaderas.
Sus mítines parecen un mercado donde cada vendedor vocea más
alto anunciando su mercancía y poniendo verde al contrario con el único
objetivo de llevarse la clientela. Lo malo es que cuando te llevas la
mercancía a casa te das cuenta que de las bondades anunciadas nada de nada.
Puestos a soñar me gustaría tener unos políticos
responsables que actúen no por obligación, ni por conservar el sillón, si no
encontrando en el trabajo que realizan una satisfacción personal que redunde
positivamente en el pueblo que los ha votado.
Seguro que nuestra sociedad si funcionara con personas
responsables de verdad disfrutaría de un bienestar mayor en las familias, en
los trabajos, en la política, en la cultura, en la economía…etc.
¡Soñemos que por soñar no nos cobran impuestos!
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