“Nada soporto menos en una persona que la indiscreción y la
torpeza. Creo que ambas “cualidades” van de la mano. Una persona indiscreta,
que no mide las consecuencias de sus comentarios, es manifiestamente torpe.
Torpe, incapaz de corregirse e incapaz de calcular como digo el daño causado.
Si no eres consciente de que tienes ese perfil es imposible la corrección,
burro viejo no aprende idioma. Me consta las barbaridades que una tipa ha dicho
o hecho a una persona cercana que me ha costado creerlo. Ahí va una muestra.
Dos amigas de mi familia son pareja desde hace muchos años.
Muchos. Son amigas heredadas que con el tiempo son mías. De aquí, de Las Palmas
de GG, su ciudad, se fueron a la Península para vivir su amor en tiempos
difíciles. De eso hace como 30 años. Dos o tres veces al año vuelven a la isla
y cada vez que lo hacen mantienen encuentros con amigas, familiares, nuevas
amigas, amigas de amigas. Discretas, buenas, en su mundo y ahora delicadas de
salud.
Un día a través de las redes la mujer indiscreta y torpe a
la que me refiero se acercó a ellas con la coartada de tener amigas comunes y
por tanto conocerlas. Ese acercamiento culminó con una cita, algo que entra en
el terreno de la normalidad. En el encuentro, recuerden que era la primera vez
que se veían, la primera pregunta que formuló la indiscreta a bocajarro un
“¿Ustedes son lesbianas?”.
Para premio. La pareja se quedó tan disgustada por
la intromisión en su intimidad que fueron incapaces de pronunciar una sola
palabra. Insisto; son personas mayores, educadas y discretas. Ante eso optaron
por guardar silencio e ignorarla hasta que transcurrido veinte minutos la
indiscreta se marchó en vista de que captó que no querían ni verla. Esas dos
personas a las que quiero y admiro me contaron el desagradable episodio y a su
vez me pidieron que no le comentara nada. Y así ha sido.
Sin embargo, desde ese
momento la he sacado de mi vida, conociendo como conocí más tarde su absoluta
falta de respeto en situaciones similares con otras personas, incluyendo la
mía. Ella, que tiene el cerebro de un mosquito, no ha sido capaz de percatarse
de mi alejamiento y el de otras personas con las que ha cometido imprudencias
del mismo calibre.
Resumiendo, que hay personas a las que el victimismo, la
tragedia y los inventos les sirven de coartada para creer que la lástima es
amistad.
No. La lástima es otra cosa.”
@marisol_Ayala
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