miércoles, 3 de abril de 2019

Megalomanía

"Son personas con un concepto elevado de sí mismos, narcisistas, con un comportamiento que roza los delirios de grandeza y la omnipotencia. Aunque en el espejo la realidad sea otra, su aplomo les puede servir en muchas ocasiones para abrir las puertas del éxito social"

La megalomanía está asociada al poder. Julio César, Napoleón o Hitler son personajes históricos a los que se les ha atribuido rasgos megalómanos y narcisistas que les impulsaron a conquistar el mundo.

Este rasgo o trastorno de la personalidad ha salido ahora a la palestra con el caso del joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 20 años, en libertad provisional por hacerse pasar por asesor del Gobierno y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) con uso de documentación falsa. El informe médico forense, que recoge el auto de la jueza de instrucción número 24 de Madrid, ha observado en él “una florida ideación delirante de tipo megalomaniáco”.

¿Qué es la megalomanía?
Los psiquiatras y los psicólogos distinguen entre:
Rasgos o trastorno de personalidad megalomaniáca: Cuando la forma de ser de una persona está influida por un concepto grandioso de sí mismo, una autoestima alta que les lleva a sesgar, alterar o filtrar la realidad. En general, están satisfechos con su forma de ser. Sin embargo, con tratamiento pueden llegar a darse cuenta de esta alteración.

Trastorno delirante megalomaniáco: Cuando una persona, en un momento de su vida y durante al menos un mes, se ve inmersa en un delirio y se ve alguien único, grandioso. Dentro de ese delirio, existe un corte abrupto con la realidad objetiva. Para estos individuos, su visión de sí mismos y de la realidad es la única posible. La inflexibilidad para reconocer otro tipo de realidad, es muy marcada.

Para el psicólogo José Serrano, del gabinete Área Humana, mientras los rasgos megalomaníacos forman parte de una personalidad conformada desde la infancia y que se desarrolla plenamente en la edad adulta, el trastorno delirante aparece en un momento dado.

Laura Ruiz, psiquiatra en los centros médicos Milenium Sanitas y en el centro Área Humana, explica que en el trastorno megalomaníaco aparecen ideas delirantes, como creerse dios o un profeta, por ejemplo. Siempre fuera de la realidad y con una idea fija difícil de revocar.

Por otro lado, los rasgos megalomaníacos son más frecuentes en la sociedad como parte de los trastornos de personalidad que “pueden pasar desapercibidos en puestos de más capacidad o de más poder, en personas relevantes”.

Las personas con rasgos megalómanos “creen que tienen una capacidad mayor de la que realmente tienen y eso hace que puedan llegar a puestos de poder o de más influencia. Además, socialmente están bien vistos y valorados, pero no son empáticos”, apunta la psiquiatra.

Sin embargo, aunque muestren mucho aplomo y seguridad en sí mismos, cuando se hace un análisis en profundidad de su personalidad se detecta que pueden ser individuos con muchas carencias y con un sentimiento de inferioridad o vacío desde los primeros vínculos con los padres.

“En los narcisistas se ha estudiado que las relaciones con los padres son de muy poca afectividad positiva. Los padres, o no están presentes, o no son capaces de darse cuenta de las necesidades del niño, quien tiene que mostrar una imagen de sí mismo grandiosa para que el padre lo vea, se fije”, señala Laura Ruiz.

Aunque cada personalidad se conforma en función de su biología y del aprendizaje familiar, en la mayoría de los casos se describe el narcisismo en personas seguras, que incluso quedan por encima de los demás, con éxito social, con afán de notoriedad, indica.

“Pero también -apunta la doctora- aparecen comportamientos narcisistas en personas que aparentemente son más sumisas pero que se hacen imprescindibles de cara a los demás, que están por vocación al lado de los demás, ofrecen la imagen de “yo soy la buena”.

La megalomanía puede estar asociada tanto al complejo de superioridad como al de inferioridad. “El individuo puede pasar de un estado de exaltación a sentirse humillado, avergonzado. Florece esa parte escondida que coincide con la baja autoestima o inferioridad. Conviven las dos personalidades, vive una dicotomía, por eso es un trastorno”.

Pero también la megalomanía se considera un síntoma o la expresión de trastornos de personalidad como el narcisismo, la psicopatología o trastorno social o el histriónico, trastorno este último que lleva al individuo a necesitar reconocimiento continuo y ser el centro de atención, además de presentar rasgos dramáticos, susceptibles, emocionales que rayan en la extravagancia.


Aparece asimismo en el trastorno bipolar y en los trastornos delirantes crónicos como aquella mujer, por ejemplo, que cree que un personaje televisivo está enamorado de ella, comenta la psiquiatra.

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