miércoles, 8 de mayo de 2019

La Disposición

Una buena disposición del ánimo facilita la relación armónica y afectuosa con las personas, al igual que padecer de una mala disposición del ánimo dificulta las relaciones con los demás. Y siendo ambas disposiciones del ánimo tan excepcionalmente importantes para bien o para mal, ¿cuál es la razón de no trabajar por la primera y por extinguir la segunda? Simplemente, porque no se nos ha dicho cómo hacerlo.

Una buena disposición del ánimo impacta en las funciones fisiológicas y mecánicas de nuestro cuerpo: nos sentimos ligeros, nos levantamos y sentamos con facilidad, sentimos gusto por el movimiento corporal, nuestros desplazamientos físicos denotan energía. En cambio, si nos encontramos en una mala disposición del ánimo, nuestro cuerpo lo sentimos pesado, no hay ligereza ni soltura en nuestros movimientos físicos, se nos impone una fuerte rigidez; sentimos incomodidad con nuestras reacciones físicas.

Nuestra mala disposición del ánimo se manifiesta en una languidez de nuestro espíritu. "La pereza, que es una languidez del alma, constituye un manantial inagotable del tedio", escribió Fenelón. 

La mala disposición del ánimo irremediablemente nos conduce al mal humor, la irritabilidad, y a una visión pesimista de la vida y del mundo. Sobre esto, Goethe escribió una reflexión apropiada al caso: "Sucede con el mal humor lo que con la pereza. Hay una especie de pereza a la cual propende nuestro cuerpo, lo que no impide que trabajemos con ardor y encontremos un verdadero placer en la actividad si conseguimos una vez hacernos superiores a esa propensión" (la propensión al mal humor).

La buena disposición de nuestro ánimo es hermana de la jovialidad, entendida como alegría y una apacibilidad de nuestro ánimo. Estamos joviales cuando vemos que nuestro mundo interior encaja con el mundo exterior, cuando no necesitamos de nada extraordinario para sentir elevado nuestro corazón. Nuestra jovialidad es como un imán que atrae hacia nosotros a muchas personas.

La mala disposición de ánimo es hermana de la tristeza y hermano del pesimismo. De hecho, cuando una persona padece ya de una crónica mala disposición de ánimo, al saludarla con la mano o con un abrazo, sentimos que nuestra energía se vacía. Y en cambio, cuando saludamos a una persona con una buena disposición de ánimo, conservamos nuestra energía, o bien, la incrementamos.

Es absolutamente cierto que un ánimo triste y abatido entorpece las funciones fisiológicas del cuerpo, y es cierto también que la actividad física ligera modifica increíblemente, para bien, el ánimo abatido de una persona
.
La persona triste y pesimista tiene estropeada la visión de sí misma y del mundo. Por lo general, se mete en su concha y no quiere salir de ella. El mundo le parece difícil y siente que no embona en él. 

Todo lo ve negro, complicado, y no se siente capaz de hacer lo que quiere. Se esconde en la resignación y renuncia a los placeres de la vida, los que le parecen inalcanzables. Uno de los rasgos dominantes de estas personas consiste en que se sienten depositarias del dolor, como si fueran las únicas que sufrieran en el mundo; por ello, no son solidarias con nadie, pues nada tiene que compartir, y sí en cambio sienten que son los demás quienes deben acudir en su ayuda.

Para Critilo, la persona jovial se siente con ganas para hacer las cosas, y goza de la íntima seguridad de que puede lograr muchos objetivos que se proponga. En cambio, quien padece de un ánimo triste y pesimista siente en su interior que no puede hacer lo que quiere. Por esto, no le dan ganas de actuar ni de vivir plenamente.

La gana es el deseo, la propensión y la inclinación hacia una cosa. Hacemos algo con ganas cuando actuamos con diligencia y esfuerzo. Y la desgana es todo lo contrario. La persona jovial tiene ganas para muchas cosas, y la persona con desgana carece de apetito por la vida, y por ello, no quiere salir de su coraza.

No es fácil que una persona con mala disposición de su ánimo pueda dejar la tristeza y el pesimismo como forma de vida. Pero no es cierto, tampoco, que estas personas en muy corto tiempo no puedan lograr extinguir ésta perniciosa disposición de su ánimo.

Por lo general, la persona triste y pesimista no se ha dado cuenta de que sus males radican, fundamentalmente, en tres equivocadas distorsiones: a) creen que son incompetentes por naturaleza y que no pueden hacer lo que quiere; b) que el mundo que los rodea no le puede proporcionar lo que necesita, pues su mundo lo ve raquítico y pobre; y c) que su futuro nada tiene que ofrecerle.


Estas tres suposiciones son falsas, por supuesto.

El Mal De La Ingratitud


Veamos que es la ingratitud. La definición de diferentes diccionarios de la lengua castellana acerca de la palabra INGRATITUD, es coincidente y su significado es: «Olvido o desprecio de los beneficios recibidos».  Cuantas veces  nos topamos con personas ingratas que pueden ser de la familia o extraños a los que consideramos amigos o simplemente por «causalidad» debimos hacer algo por ellos dando todo con el «corazón en la mano».  

Y es preocupante: hoy en día es muy común encontrarnos con mil y una ingratitudes de la gente de las que tal vez  ya  has sufrido algunas; te preguntaras  ¿en que falle? Y no encuentres la respuesta y sé no la encontraras ya que no fue cosa tuya sino del que olvido los favores que les diste.

«A cierto lobo glotón se le atravesó un hueso en la garganta mientras comía. Viéndose en semejante apuro, rogó con mil promesas a una cigüeña que se lo extrajera.

Oye- le dijo- tú que tienes un pico tan largo, bien podrías quitarme este hueso que me ahoga. Hazlo por favor, que yo recompensaré tu servicio. Enternecida la cigüeña por los ruegos del lobo y confiada en sus promesas, le sacó el hueso con suma habilidad; y luego, terminada la operación, le pidió el pago de sus servicios, a lo cual, el lobo mostrándole los dientes contestó:¡Cuán necia eres! Después de que he tenido tu cabeza entre mis dientes ¿Aún me pides premio mayor que el perdonarte la vida y dejarte libre para contar que pusiste tu vida entre mis dientes? Ante la insólita respuesta, para evitar mayores desengaños, se marchó la cigüeña sin decir nada»   ¿Lo ve?… La ingratitud es la insensibilidad a los favores recibidos.

Es la amnesia del corazón. Es inútil esperar bien de los malvados, ellos nunca corresponden a los favores recibidos. Por más miel y leche que usted diera a las víboras, veneno solamente le escupirán.  ¿Quién no ha sido pagado con ingratitud? El que no sepa de ingratitudes poco bien habrá hecho en la vida. Pero bueno, ¿qué importa la ingratitud de los hombres?

Al fin y al cabo, al servir, uno solo trata de hacer el bien y no de colocar fondos ni de recibir recompensas. Es preferible crear ingratos que dejar de hacer el bien. Además, el mal pago añade mérito a las buenas obras. Quien sirve y sabe dar ayuda… conocerá a veces la ingratitud pero también la emoción de dar. Y siempre se encontrará gente noble y agradecida.


Sé que no todos te corresponderán mal, también hay mucha gente que te agradece y valora tus esfuerzos y los premia de diversas maneras, eso hace que tu corazón se sienta complacido, sentir la satisfacción de que ayudaste a alguien cuando más te necesito es algo que debes llevar siempre contigo. Trae alegría, regocijo y paz a tu interior.

Ser Y Hacer


En la sociedad actual tenemos tendencia a ir con el piloto automático encendido y con las prisas como si fuera un vestido que nos ponemos al levantarnos por la mañana. En esa manera de funcionar más automática y alejada de la escucha interior, entran el conflicto el hacer y el ser. 

Mientras se nos enseña a ser productivos y a estar ocupados, nos distanciamos de nuestros verdaderos deseos y necesidades. Esto genera que nos creemos una falsa máscara que define quienes somos desde lo que hacemos o dejamos de hacer. 

En este artículo vamos a aclarar conceptos y ayudarte a que puedas entender y diferenciar si vives tu vida desde el «modo hacer» o el «modo ser». Así podrás tomar consciencia y empezar a cambiar si así lo deseas. Vamos a ello.

¿Dónde aprendemos a «hacer» o a «ser»?

A menudo el malestar aparece cuando los mandatos externos (mensajes familiares,  sociedad, etc) y tus deseos internos no están de acuerdo. Aunque es complicado cambiar, no es imposible, ya que desde pequeños se ha premiado el hacer y se relaciona con el que los padres estén contentos con el hijo.

Por ejemplo. “Si haces caso, conseguirás esto”. “Si sacas buenas notas, conseguirás esto”
 Como consecuencia, si el hijo no cumple con su obligación, no se sentirá merecedor de amor.

«Nuestra vida expresa el resultado de nuestros pensamientos dominantes». –                                  Soren Kierkegaard-

Como la mayoría de situaciones que ocurren en la infancia, va a tener unos efectos en el futuro. Puede ser que en la infancia, fuera la voz de tus padres  la que te invitaba a “hacer”, pero ahora que eres un adulto responsable y autónomo eres tu quien te exiges hacer más para parecer alguien. 

¿Qué significa el «modo hacer”?
El modo hacer se distingue porque no para nunca. Se da cuando entras en piloto automático funcionando con actos que te alejan y te desconectan de tus propias necesidades y deseos. El «modo hacer» busca reconocimiento por sus acciones. 

Por ejemplo, si piensas “haré otro máster, y así seré mejor profesional”. Quizá tendrás más conocimientos pero no serás mejor profesional ni persona por hacer o tener más. Es por eso que el «modo hacer» tiene trampa, pues nunca termina. 

El hecho de centrarte en lo superficial y en lo material te distancia de lo importante y sobretodo de lo que está en tus manos, como es el trabajo personal y emocional. Además, las acciones son infinitas y nunca serán suficientes para ti, porque la diferencia está en el ser, no en el hacer.

¿Qué significa el “modo ser”?
El modo ser, pasa por escuchar lo que necesitas a nivel físico, emocional y mental. Tiene que ver con hacer caso a tu cuerpo, tus emociones y pensamientos. Cuando nos conectamos desde el ser, damos espacio a entrar en contacto con nuestro corazón.

Por ejemplo, Ir a zumba. Si lo enfocas desde el “hacer” quizá hoy es martes y te toca, si lo enfocas desde el “ser”, te apetece porque necesitas descargar energía, porque te quieres regalar ese momento, porque quieres bailar y sentirte libre…

El hecho de tomar las decisiones desde el ser hace que lo hagas desde tu necesidad personal, no por el mero hecho de complacer al otro o de recibir su atención. Es entonces, cuando te puedes sentir pleno y en el momento presente. De la otra manera, sólo estás en el futuro, haciendo listas infinitas. 
Identifica en qué modo estás: ¿hacer o ser?

Las personas que enfocan su vida desde el “hacer” probablemente el resultado sea más visible, 
porque son personas ambiciosas que han querido hacer más y han llegado a puestos de trabajo altos. Pero a veces, el constante hacer no les ha permitido parar y respirar, sentir y escucharse.

Las personas que enfocan su vida desde el “ser”, al estar más conectados con sus deseos y sus necesidades las acciones que tengan lugar tendrán coherencia ya que estarán en sintonía con el deseo y el movimiento que se hará.


Si actuamos de manera consciente, el “hacer” es positivo, ya que nos permite planificar, organizar tareas, tomar decisiones pero si lo hacemos en modo automático nos desconecta de la intención del momento. Siempre respetando nuestras pausas y ritmos, sino hay riesgo de que volvamos al piloto automático. 

Superar Retos Del Día A Día


Encarar los retos del día a día en tiempos inestables, supone un arte al cual tenemos que ejercitarnos.

Nada es imposible con un poco de visión y voluntad. ¿Pero que necesitamos para ese desafío?

Muchos ingredientes entran en línea de juego: reflexionar, tener una visión clara de sus objetivos y de cómo lograrlos, poner en marcha un plan de acción, preparar un plan B por si las cosas no salen como uno quisiera, perseverar, y lo que es más importarte conservar la motivación hacia lo que uno desea.

La motivación es un estado en el cual uno se “auto inspira” sin depender de las circunstancias. Para ello necesitamos una buena dosis de optimismo y confianza en nosotros mismos, en los demás y en las circunstancias para asegurarnos de que la “fijeza” de ciertas situaciones puede variar.

Aunque no lo parezca, el uso que hacemos de nosotros mismos, nuestro lenguaje corporal con toda su vivencia intrínseca, tiene mucho que ver con la manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y también en la manera de actuar.

¿Te sientes erguido frente a las circunstancias de tu vida diaria o poco a poco vas perdiendo fluidez y capacidad de responder con soltura a los diferentes retos cotidianos? ¿Cómo mantienes tu vitalidad para tu acción cotidiana? La fatiga es menester cuando van pasando las horas de nuestro tiempo laboral pero siempre necesitamos un capital energético importante, para hacer frente a improvistos cotidianos.

¿Cuántas personas acaban sus jornadas con dolencias de todo tipo? Dolor de espalda, cuello y cervicales, dolor ocular, cansancio prematuro, migrañas. No querría pintar un cuadro demasiado oscuro de la situación pero si alentar a la toma de conciencia del cuidado personal. Necesitamos cuidar nuestro cuerpo para poder responder con frescura y aliento a las diferentes solicitaciones que se nos presentan.

Hablando en términos de psicofísica, nuestra relación a la gravedad, es el cimiento que determina la fluidez o la pesadez de nuestras acciones y sedimenta la capacidad de mantenernos erguidos frente a cualquier tipo de circunstancia. Nuestra estructura corporal está diseñada para la adaptación y nuestro sistema nervioso, maneja los artilugios necesarios para ello. Cuando se impone un cambio o un desequilibrio, nos permite el arraigo necesario para la supervivencia.

Aprender de ello, no es solo preservar su capital salud, manteniéndose en forma, sino desarrollar habilidades nuevas de adaptación frente a contextos y entornos dispares.


Recuperar los mecanismos naturales de nuestro organismo, clarificando la percepción de uno mismo en la acción, son termómetros que permiten una autorregulación sana y equilibrada en el día a día.

Todo Pasa Y Todo Cambia

Aunque cualquier persona entiende que el concepto de eternidad no es más que una ilusión y que el mundo en el que nos hayamos se caracteriza precisamente por el cambio constante, todavía nos cuesta creérnoslo a un nivel profundo y actuar sin ignorarlo. De hecho, la manera en la que vivimos nuestro día a día hace pensar que hemos apartado de nuestra conciencia una de las pocas verdades absolutas, la de que somos mortales.

Raras vez aprovechamos el momento presente, dejamos los pensamientos perturbadores a un lado e intentamos sacar el máximo jugo a que lo que está ocurriendo aquí y ahora.

Postergamos nuestros sueños, soportamos demasiadas cosas, dejamos de ser quien realmente somos por miedo a los pensamientos de nuestro entorno, a vernos aislados, a sentirnos inferiores… Esta manera de vivir encierra la ilusión de permanencia o el creer que la vida es eterna y que todo se mantendrá estable.

Este concepto está estrechamente ligado al apego: esa necesidad de estar en continuo contacto con algo o alguien. La persona apegada piensa que su objeto de apego le da sentido a su vida y que sin él, sería imposible ser feliz.

Cuando nos aferramos a algo de esta forma, acabamos siendo desgraciados ya que, antes o después, aquello a lo que estamos apegados acabará desapareciendo y entonces sufriremos. Ser conscientes de que todo es efímero, y que por lo tanto crear un apego profundamente dependiente no tiene ninguna funcionalidad, nos hará personas mucho más libres.

La ilusión de permanencia promueve el sufrimiento
Pensar que todo se mantendrá igual que siempre, que nuestra vida jamás cambiará: seguiremos siempre con la misma pareja, el mismo trabajo, la misma salud, etc, es un concepto tan irrealista como creer que los cerdos vuelan.

Está bien confiar en lo que tenemos ahora y no castigarnos con pensamientos ansiógenos, pues estos pensamientos tampoco nos servirán para evitar lo que tenga que ocurrir. Sin embargo, aunque confiemos en la vida que llevamos, no es una buena opción ignorar el conjunto de fuerzas que actúan sobre nosotros y que producen cambios constantes. Hoy tu vida es de una manera, pero mañana quizás todo puede cambiar sin que apenas te haya dado tiempo a parpadear.

O quizás no cambia todo, pero sí algunos aspectos que tu creías que te hacían feliz y como estabas apegados a ellos y pensabas necesitarlos, acabas sufriendo.

Buda decía que nadie puede escapar de los tres mensajeros divinos: la enfermedad, la vejez y la muerte. Aceptar que esta es la auténtica realidad es la puerta de entrada al sosiego y la de salida del sufrimiento. Tengamos lo que tengamos, poseamos lo que poseamos, llegará un momento en el que dejará de pertenecernos.

Este concepto, en lugar de deprimirnos, tiene que alegrarnos. Piensa que cuando aceptamos lo inevitable, lo que no podemos directamente controlar, nos sentimos libres para desprendernos de la responsabilidad ficticia con la que hemos cargado.

Ser conscientes de que no hay nada a lo que aferrarse
Si logramos interiorizar que la idea de eternidad es falsa y que todo lo que existe es efímero, seremos capaces de llevar una vida más auténtica y saludable. El realismo puede doler en un principio, pero cuando lo aceptamos de forma profunda, se torna tremendamente saludable.

Cuando nos damos cuenta de que lo que nace, acaba muriendo, de que lo compuesto se descompone y de que todo principio tiene un final, es mucho más fácil no aferrarse a ello y acabar haciéndonos daño a nosotros mismos. ¿Qué sentido tiene apegarme a algo que se que más tarde o más temprano voy a perder?

Es por ello que de nada sirve aferrarse a una pareja, ni a un estatus, ni al dinero, ni siquiera a nuestra propia salud. Ya sea por circunstancias de la vida incontrolables o por alguno de esos tres mensajeros divinos sobre los que Buda hablaba, vamos a acabar perdiéndolo.

Y eso está bien. Así es el mundo desde el principio de los tiempos. Esta manera de enfocar la existencia nos libera de las falsas necesidades, y por ende del sufrimiento que implica pensar que podemos perder algo que creemos necesitar o bien malgastar uno de nuestros más preciados bienes: el tiempo.

Por lo tanto, comienza a vivir una vida libre de apegos dependientes. Si te apegas de esta manera, estarás queriendo evitar el sufrimiento, cuando en realidad el propio apego te proveerá de más sufrimiento.


Comienza a ver lo que te rodea como estados de equilibrio fugaces que algún día cambiarán por completo. Esta es quizás la mejor razón para que disfrutemos de estos estados y de las personas que participan de ellos. No los necesitas para que tu corazón siga latiendo, pero tenerlos en tu vida la hace más agradable y reconfortante. Precisamente, quizás por eso, presente es sinónimo de regalo.

martes, 7 de mayo de 2019

El Despertar De La Conciencia


La Evolución Espiritual es un proceso personal y esencial para progresar en la vida. Depende 100% de nosotros el estar en determinado nivel.

Es tiempo de conocer el proceso evolutivo-espiritual por el que pasan los seres humanos. Es importante aclarar que todos los seres humanos recorrerán cada una de estas etapas (ya sea en esta vida o en la próxima) y pueden en cualquier momento de sus vidas pasar a la siguiente. El objeto de dividir en etapas o niveles nuestro comportamiento y lo que en este influya es con el fin de guiar hacia la solución y comprensión de las situaciones que se presentan en la vida diaria, apoyando el desarrollo en la etapa de preferencia.

Las personas normales a las cuales nos referimos aquí como "ser humano dormido", emprenden prolongadas divagaciones mentales en su vida cotidiana. La actividad mental sin ningún rumbo ni meta específica se suele llamar en psicología "pensamiento no dirigido, flujo de conciencia o conciencia normal en estado de vigilia".

Aparte del pensamiento no dirigido existe el "pensamiento dirigido". Este se orienta hacia una meta determinada y está vinculado con una situación o problema específico. Tanto el pensamiento no dirigido como el pensamiento dirigido, son los responsables de que el ser humano viva "dormido".

La característica principal, del "ser humano dormido" es que la persona que se encuentra en este estado, no se da cuenta de que es y está mientras lo experimenta, no se da cuenta de que existe mientras vive, piensa y actúa. Esta es la razón por lo cual se le conoce también como un estado de sueño psíquico, del cual el ser humano puede despertar.

Otro nombre para referirse al sueño psíquico es el de "mente mariposa", porque tal y como la mariposa vuela de flor en flor sin detenerse jamás, el pensamiento del "ser humano dormido" vuela de tema en tema, sin detenerse nunca.

Las personas comunes en general son mas materialistas y escépticas en relación a los temas espirituales, porque como están “dormidas” ven solo el aspecto material de la existencia o sea viven pendientes de la “punta del iceberg”. Estas personas suelen estar dominadas por los caprichos de su ego (tienen muchos “egos” dentro de ellos, por eso son dispersos y de conducta impredecible), no son capaces de escuchar su voz interior y tienen una tendencia a cometer frecuentemente errores básicos en su vida (los cuales raramente reconocen) suelen atribuir sus malos momentos a “la mala suerte”, “el destino” y en gran mayoría no se hacen responsables de sus actos.

Estas personas se dejan arrastrar y dominar fácilmente por otras, no tienen muchas opiniones personales, ya que generalmente no profundizan en los temas, se quedan con lo superficial. Este grupo de personas son las llamadas “masas”, las cuales son dominadas por los políticos de turno, además de las distintas religiones y sectas mediocres que todos conocemos.

La Voz Del Silencio


Mientras trascurren estos instantes y mi mente divaga por mundos extraños, mientras mis sueños me llevan cada vez más lejos a lugares que quedan fuera de la descripción porque toda palabra seria trivial e incapaz de transmitir al menos un indicio de esos mundos y esferas que se extienden por los espacios infinitos... Sin embargo por instantes temo a esos lugares, como si en medio de su extraña belleza se percibiera un oculto terror... pero también eso soy incapaz de describir... y quizás temo a la inmensidad que se abre ante mí en mis sueños...

Los fantasmas de la mente se fueron, se desvanecieron en el olvido y entonces mi ser libre de toda atadura, pudo ir más lejos, allá donde las esferas revolucionan y cuando estoy libre por fin del espacio y tiempo me sorprendo temeroso de perderme en esa eternidad oscura... y evoco a mis recuerdos la imagen de una quimera.... Evoco a mi mente la imagen de un vampiro que amenazaba con sorber toda mi sangre... sí, es tu imagen la que traigo a la mente y la que utilizo como una ancla para mantenerme en este mundo....

Tus ojos toman un nuevo papel en esta obra teatral, el de dos faros que iluminan mi oscuro sendero y guían a mi alma a mi cuerpo, porque quizás si fuera de otra manera no querría regresar a este mundo gris después de haber visto los extraños colores que manan de otros mundos, de haber olido los perfumes que flotan en el ambiente.

Poco a poco tu imagen aparece en medio de mis viajes nocturnos e invoco un sentimiento gastado y doloroso... El recuerdo de un idilio imposible y si, regreso de nuevo a este mundo de mentiras y farsas a este mundo carcomido y gris, que huele a soledad y a muerte.... Cuando el sol brilla durante el día imagino que al caer la noche huiré para siempre y me fundiré con los espacios etéreos y jamás regresaré a este mundo corrupto y horrible pero ya no sé si es mi miedo a perder mi despreciable individualidad o es que a pesar de todo lo que profeso sobre ti y mis sentimientos sean solo una mentira y no me quiero perder en la nada porque aún tengo la esperanza que un día vendrás a mí y un sueño que no pudo ser se hará realidad...

Vanas esperanzas que sería mejor desechar... Ya los ojos se sienten pesados, ya la mente empieza a divagar, ya los espacios etéreos me llaman y el sueño cae como un telón oscuro para llevarme lejos de este mundo, lejos, muy lejos tu mundo, ya en la lejanía se escucha el silencio e imágenes extrañas se empiezan formar ante mis ojos, la lejanía, bendita lejanía que me reclama y no sé si esta vez tu imagen pueda salvarme de mi intención de vagar por siempre errante entre las esferas...


No sé si tu voz podrá llamarme esta vez a regresar, porque mis sueños me llevan cada vez más lejos y tu voz se vuelve difusa y apagada y la luz de tus ojos ya no brilla como al principio de mis sueños y las esperanzas de que tu vengas a mí se desvanecen con cada instante que transcurre esperando a que algo suceda y al final nada sucede más que esta soledad y los espacios que susurran mi nombre, que me llaman con la voz del silencio...

La Codicia


Se llama codicia al deseo desmedido que siente una persona por obtener riquezas materiales o dinero. Aquella persona que es codiciosa, considera que nunca tiene demasiado y hace lo que esté a su alcance para obtener siempre más. Se trata de una ambición sin límites, por la cual se quiere más de lo que realmente se necesita.

La persona ambiciosa es una a la que solo le importan sus propias necesidades. Suele decirse que “mira solamente su propio ombligo”, dado que no ve más allá de sus intereses y solo desea acaparar más y más dinero o riquezas sin tener límite alguno.

Psicológicamente se considera que a la persona codiciosa se le nubla la mente y se le llena solamente de ideas que le permitan obtener más bienes materiales. Por ello para lograrlo no piensa si daña a terceros o afecta las necesidades de otro. Simplemente sigue adelante teniendo en mente en todo momento, su propio beneficio.

La codicia es considerada en la biblia, como un pecado. El codicioso no tiene, además, interés por los más necesitados. No es una persona que se adhiera a causas humanitarias o se preocupe por la solidaridad con el prójimo. La codicia suele ser algo totalmente negativo e incluso destructivo. No solo por el posible daño a terceros al querer obtener más sin importar si estos se ven afectados, sino también por el daño que se genera el mismo codicioso. Lo vuelve una persona sumamente interesada y que vive solo para obtener cosas.
La codicia implica ambición. Pero a diferencia de la ambición con metas positivas y de crecimiento, esta ambición es egoísta y carece de significado para el crecimiento personal. La codicia puede resultar muy peligrosa cuando el que la práctica tiene a su cargo a un grupo de personas. Si se trata, por ejemplo, de un sujeto que es director de una empresa y comienza a obtener buenas ganancias, la codicia lo puede llevar a querer tener más.

De esta manera puede poner en riesgo a su empleados. No solo se puede afectar a otras personas, sino también a la naturaleza. Un ejemplo es el caso de una explotación minera, donde las ganancias obtenidas pueden hacer que se siga explotando con el fin de extraer más riquezas, a costa de la destrucción del medio ambiente y el daño a seres vivos.

Diferencia con la avaricia A pesar de todo, puede suceder que la persona codiciosa comparta parte de sus riquezas con personas muy allegadas o con la familia. Pero raramente lo hará con un círculo más amplio que ese. En esto se diferencia la codicia de la avaricia, ya que esta última implica acaparar pero sin gastar o utilizar lo que se obtiene. 

El avaricioso acumula más allá de sus propios límites, pero no piensa en utilizar o compartir aquello que tiene. Simplemente sigue acumulando por el simple hecho de hacerlo y de tener siempre mayor cantidad de bienes o dinero.

La Imagen Falsa

Hoy, es frecuente observar a corporaciones, compañías, empresas, instituciones, marcas y personas, aprovecharse de la ignorancia y de la bajísima capacidad de análisis que caracterizan a importantes segmentos de las audiencias actuales, pretendiendo con ello proyectar una reputación falsa, la que solo existe como parte de los esfuerzos mediáticos de comunicación que planifican, implementan y controlan con fines perversos. La falsa reputación es una estrategia muy usada por los que carecen de méritos y credibilidad para alcanzar determinados logros económicos, políticos, sociales y profesionales.

La vía más viable para construir reputación positiva y sostenible, consiste en mantener siempre, en todo momento, lugar y circunstancia, la coherencia y consistencia entre el pensamiento, las decisiones, las actuaciones y la comunicación. Por más ignorantes e ingenuas que sean las audiencias de hoy, no es posible fingir que tiene buena reputación por largo tiempo. Pese a la gran crisis de valores que vive la sociedad dominicana, la falsa reputación nunca será una estrategia sostenible. Las corporaciones, las compañías, las empresas las instituciones, las marcas y las personas que actúan incorrectamente, que mienten y manipulan a sus audiencias, nunca gozarán de buena reputación.

Parecería que la falsa reputación es una de las olas que caracterizan al presente siglo, la cual es empleada como plataforma mediática para crear determinadas percepciones a partir de realidades y contextos ficticios, con el propósito deliberado de posicionar en las mentes de las audiencias una imagen distorsionada del ser y el parecer. 

La reputación sustentada en méritos y credibilidad no se destruye fabricando y difundiendo falsas historias.

En fin, la buena reputación no se echa por la borda usando con malas intenciones el poder y el lenguaje de los símbolos.

Transparencia

Transparencia es una cualidad que tienen algunos objetos o materias a través de los cuales pasa la luz y se puede ver. Por ejemplo, la transparencia de una hoja blanca, del agua o de un vidrio.

También se denomina como transparencia a las láminas o diapositivas que se proyectan, bien sea en una exposición o conferencia, sobre una pantalla blanca y que contienen información e imágenes.

En el cine se denomina como transparencia la técnica de proyección de imágenes capturadas por medio de un dispositivo fotográfico.

También se entiende por transparencia la propiedad óptica que poseen algunas sustancias que pueden ser atravesados por los rayos de luz. Por ejemplo, los vidrios polarizados que forman parte de los vehículos.

Por otra parte, el término transparencia se acostumbra a emplear para indicar la conducta positiva de los individuos.

Se dice que una persona es transparente cuando es sincera, responsable, asume las consecuencias de sus actos, no miente ni tiene secretos. Es decir, las personas transparentes se muestran tal cual son.
Para muchas personas la transparencia es un valor social que genera confianza, seguridad y muestra el lado positivo de los individuos.

Entre las palabras que se pueden emplear como sinónimo de trasparencia están claridad, lucidez, luminosidad, nitidez o limpidez.

Transparencia política
Transparencia política se refiere a la honestidad, ética y responsabilidad que deben tener los gobiernos y los entes públicos a fin de dar a conocer a los ciudadanos cuáles son las gestiones y actividades en las que se realizan inversiones económicas de importancia social.

Por ello, incluso se relaciona la transparencia política con temas del área económico, social y legal. Por otra parte, la transparencia política no solo abarca el ámbito político público, también incluye a las instituciones privadas.

La transparencia política busca generar una relación de confianza y seguridad con los ciudadanos a fin de dar a conocer todas aquellas actividades, negociaciones, presupuestos y acceso a la información que es de carácter e interés público.

Sin embargo, existen muchos casos en los cuales no existe dicha transparencia y eso se relaciona con hechos de corrupción, malversación de bienes, falta de información, pérdida de dinero, obras inconclusas, entre otros.


Instrumento Básico


¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta que punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.


Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.

La Sociedad Nos Complementa


La sociedad y el individuo son factores indisolubles que en cada momento de la vida cotidiana se entrelazan y se complementan. Así a su vez la sociedad es la extensión del individuo.

Analizar y discutir los diferentes aspectos de la sociedad, el individuo y su proceso de socialización.ž Entender los diferentes factores que influyen para crear un individuo apto para la sociedad.

Sociedad: es el conjunto de individuos que interaccionan entre sí y comparten ciertos rasgos culturales esenciales, cooperando para alcanzar metas comunes. Individuo: es un ser con raciocinio, pensamientos e ideas diferentes a los demás lo que lo hace ser único.

El proceso de socialización nace desde el comienzo de los días del hombre en la tierra, desde la niñez a la adultez formará parte importante de nuestro desarrollo en la sociedad. Avanza mediante el proceso evolutivo natural de cada individuo. Es el método en el cual un individuo es adaptado a las normas ya establecidas socialmente.

El proceso de socialización nace con la concepción hasta posteriormente con el nacimiento de cada ser humano. Las normas y valores ya adquiridos por sus progenitores son marcados y transferidos para aquel nuevo individuo. La socialización es el proceso más importante que realizaremos en nuestras vidas. Ya que muchas veces tendrá estrecha relación con el éxito de un individuo en la sociedad y en los roles que este realizará a lo largo de su vida.

Los agentes sociales son los que permiten la absorción de conocimientos y la adaptación al entorno social en el cual nos encontremos, estos a su vez se conocen como instituciones que formarán parte importante de nuestras vidas.

La familia y la escuela son las instituciones más importantes de un individuo. En esta primera instancia es en la cual se adquieren los primeros lazos afectivos, capacidades intelectuales y sociales.

La iglesia, amigos, asociaciones y medios de comunicación En los cuales el individuo forma parte activamente de la sociedad. Compartiendo con sus pares la adquisición de conocimiento de la realidad.

El trabajo es la etapa en la cual el individuo se reinserta en una sociedad. Con el trabajo de conseguir una interacción social adecuada.

El individuo se encuentra en una búsqueda constante de su propia identidad. En su rasgo personal y de una insignia propia que logre diferenciarlo de sus pares, en esta ocasión nos encontramos con el concepto de identidad socia Identidad social se puede diferenciar el estatus y el rol.

Para Durkheim los únicos fines que pueden ser morales son los interpersonales. En efecto, como fuera de los individuos solo existen sociedades, los fines morales son los que tienen por objeto una sociedad. “Sólo se es ser moral en la medida en que se es ser social”


El individuo está ligado permanentemente lo que espera la sociedad de este mismo. No obstante el individuo puede cumplir simultáneamente con uno o más roles tales como padre, hijo y trabajador. 

Inicia una vida en sociedad con metas y propósitos.

lunes, 6 de mayo de 2019

El Ser Mentecato


Mentecato es un adjetivo que refiere a alguien de escaso entendimiento o juicio. Un mentecato, por lo tanto, es una persona tonta, poco inteligente o privada de razón. Por ejemplo: “No puedes dejar las decisiones más importantes de la empresa en manos de un mentecato como 
, “Eres un mentecato que no entiende nada”, “Te has comportado como un mentecato”, “Si Enrique me vuelve a acusar de mentecato, me veré forzado a dejar el trabajo”.

La etimología de mentecato nos lleva a mentecapto, que procede de la yuxtaposición latina mente captus. Esto puede traducirse como “tomado de mente” o “privado de mente”, es decir, que tiene la mente capturada o presa y que, por esta causa, no puede utilizarla con normalidad.

La noción de mentecato, por lo tanto, puede asociarse a términos como tonto, necio, idiota, estúpido o memo. Se trata de un insulto o de, al menos, una palabra agresiva y despectiva. Su uso, además, está vinculado a la región geográfica ya que, en ciertos países, no es frecuente que alguien ataque a otra persona con este calificativo.

El concepto aparece en diversas obras literarias. Miguel de Cervantes escribió en "Don Quijote de la Mancha: “… y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?”. En otro fragmento del libro, el escritor español indica: “Tú eres loco, y si lo fueras a solas y dentro de las puertas de tu locura, fuera menos mal; pero tienes propiedad de volver locos y mentecatos a cuantos te tratan y comunican…”.

La elección de vocabulario que se destina al insulto es ciertamente muy interesante, ya que varía de acuerdo a la región geográfica, a la época histórica y a la edad de los emisores. El término mentecato no es muy usado en la actualidad, pero sí muy conocido por la mayoría de los hispanohablantes, y a menudo forma parte de frases con tono humorístico y sin intención de herir al interlocutor. Y esto ya demuestra otro aspecto curioso del insulto: una misma palabra puede causar dolor o alegría, según el contexto.
En países como Argentina, España e Italia, el insulto es parte fundamental de la cultura, especialmente del habla cotidiana; en otros lugares del mundo, sin embargo, la gente transcurre su día a día sin necesidad de esta porción tan particular del lenguaje. Retomando las curiosidades antes mencionadas, en la actualidad se utiliza el término «gay», por ejemplo, para agredir a otras personas verbalmente o para despreciar un producto, al mismo tiempo que sirve como sinónimo de homosexual.

Esto es motivo de un sinfín de discusiones y proyectos por modificar el habla para dejar de promover el odio a través del lenguaje; ¿cómo se explica que una palabra cuyo significado original fuera «feliz», «brillante» y «atractivo», haya pasado significar «homosexual» y, más tarde, «de mala calidad»? El poder de las palabras, evidentemente, existe únicamente en el uso que reciban; no tienen independencia del ser humano, sino que éste las controla a su gusto y puede convertirlas en armas letales.


Con respecto al término mentecato, nadie puede sentirse feliz de ser considerado lento, tonto, incapaz de resolver problemas comunes o de entender órdenes sencillas. Sin embargo, esto no parece importar a quienes lo utilizan con fines agresivos, como puede ocurrir si alguien acusa a otro de ser «el tonto de la clase» en público. Pero una vez más, en una frase tal como «ay, mira que eres tonto, eh…», no es común que exista odio ni desprecio, sino que se trata de una forma simpática de señalar un error ajeno.

Imprudencias


Una imprudencia es un acto irreflexivo o torpe que implica un cierto riesgo para el que lo comete o para otros. A la persona que actúa de esta manera se le llama imprudente. En español abundan los sinónimos de este adjetivo, como atrevido, irresponsable, insensato, negligente o descuidado.

En el ámbito del derecho existen distintas formas de entender la imprudencia
Dependiendo de las consecuencias de las acciones, las imprudencias pueden ser leves o graves. Si son graves, se les conoce como temerarias. Las leves no suelen acarrear ningún tipo de responsabilidad penal, pero las temerarias son consideradas como un delito y llevan implícitas una responsabilidad penal.

En la conducción de vehículos y en el campo de la salud
Quien lleva una bicicleta, un automóvil o una motocicleta puede hacerlo de manera responsable o bien de una forma imprudente. Ciertas formas de conducción son especialmente imprudentes, como conducir bajo los efectos del alcohol, no respetar las señales de tráfico o consultar el móvil mientras se conduce. Éstos y otros hábitos son muy arriesgados y en ocasiones tienen consecuencias fatales.

Para que no ocurran se adoptan dos tipos de medidas: multas y campañas de concienciación ciudadana. A pesar de ello, las conductas temerarias continúan produciéndose.

Un estilo de vida poco saludable es un claro ejemplo de comportamiento imprudente. Las personas que fuman en exceso, que no comen de manera equilibrada y que llevan una vida sedentaria están actuando contra su propia salud. Este tipo de hábitos tienen un componente potencialmente dañino y por este motivo se les considera imprudentes.

La prudencia está asociada a la reflexión y a la prevención
Antes de cualquier actuación con un riesgo potencial, es aconsejable tomar conciencia sobre las consecuencias de nuestros actos. Las personas prudentes piensan antes de actuar, valoran los pros y los contras e intentan minimizar los riesgos en sus actuaciones. La precipitación y la improvisación son los enemigos de la prudencia.

Por lo general, el imprudente tiene una falsa sensación de seguridad y cree que las desgracias le ocurren a los demás y no a él. En este sentido, el mejor antídoto contra la imprudencia es la prevención. En el mundo laboral se aplican protocolos estrictos para reducir los accidentes de trabajo y este tipo de estrategias son conocidas con la etiqueta de prevención de riesgos laborales.

La Verdad Sin Dueños

¿Por qué será que hay tantas personas que quieren tener razón en todo lo que piensan, lo que dicen, lo que siguen, lo que eligen? Sobre tu religión, tu partido político, tu ídolo, tu equipo de fútbol, tu opinión, lo que tú comes o tu forma de hacer cualquier cosa?

Basta un punto de vista diferente y todo se desmorona, hay una descompensación emocional general. Y se dicen personas cultas, civilizadas y espiritualizadas. Siempre que se esté de acuerdo con ellas.

Las diferencias incomodan a esas personas hasta el punto de exponer el desequilibrio en que viven. No es por las palabras por lo que se conoce a una persona, sino por sus actitudes.

Y cada vez más nos deparamos con la incoherencia y con la intolerancia social.
Todo lo que sucede en lo exterior sirve de gatillo para accionar en nosotros algo latente, que puede ser nuestro lado luz o nuestra sombra.

¿Cómo reaccionas tú frente a los estímulos externos? ¿Y con las personas que piensan de modo diferente al tuyo? ¿Cuál es tu lado más fuerte?

Un auto-análisis requiere coraje para mirarse a sí mismo y, más coraje todavía, para transformarse y hacer que este mundo cambie a mejor.

Corregir Nuestros Errores


«No hay vergüenza en estar equivocado, pero sí, si fallamos en corregir nuestros errores» 

A nadie le gusta equivocarse, y reconocerlo, nos cuesta. Hemos aprendido que equivocarnos nos hace menos valiosos. Sin embargo, los errores son parte de la vida y nos brindan la oportunidad de ser mejores aprendiendo de la experiencia y aceptando las consecuencias. Pedir perdón al cometer un error, es un ejercicio de responsabilidad y de generosidad. Reconocer nuestros errores habla de nuestra madurez como seres humanos. Y ciertamente, no es sencillo, hasta que lo disfrutas cuando lo pones en práctica, ya que es la mejor manera de aprender de la vida.  Y consiste en ejercitar la pronunciación de dos palabras: ¡Me equivoqué!

Queremos seguir teniendo la “razón”, el orgullo no permite que nos movamos de nuestra posición “privilegiada”, y allí nos enredamos y nos desgastamos intentando creer que no nos hemos equivocado, o que si lo hicimos, fue de una minúscula forma o quizás mirando a otro lado, o a otra personas…Pero… ¡Nos equivocamos! ¿Qué hay de malo en reconocerlo?

Todos alguna vez hemos elegido caminos que no han resultado como lo esperábamos. Suele ser difícil aceptar una equivocación, sin embargo es aún más embarazoso querer actuar como si nada pasara. Debemos sacarnos de la cabeza la absurda creencia de que un error es sinónimo de ser “inferior” o perder “credibilidad”. Las equivocaciones son humanas y por tanto no han de deshumanizarse.


Si nos equivocamos, nada hay de malo en reconocerlo y aceptar las consecuencias. Lo malo, es no corregirlo

Actitud Solidaria



“Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.”

¿A qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de ser solidarios? Nos referimos a esa actitud, a esa disposición del ánimo, de la mente y del cuerpo a estar presentes y comprometidos con el otro en todas nuestras acciones.

Con mayor precisión, estar presentes y comprometidos con el otro significa acudir y tratar de solucionar las urgencias de nuestros semejantes, empoderándolos y capacitándolos para salir adelante frente a una situación desfavorable.

Exclusión e injusticia social: el empleo
Nos encontramos frente a una situación desfavorable cuando un cercano padece condiciones que reducen, estrechan y degradan sus derechos a vivir una vida digna; cuando no es posible para el prójimo o se le hace cuesta arriba alimentarse, educarse, gozar de salud, de posibilidades de empleo, de seguridad social, de trato igualitario, respetuoso y justo de su entorno social, a fin de cuentas, cuando carece de oportunidades de crecimiento a corto, mediano y largo plazo porque en vez de oportunidades sociales lo que recibe de su sociedad son exclusiones y discriminaciones sociales.

El padecimiento de la exclusión y de la discriminación social se vive como un sentimiento de grandísima injusticia social por parte de aquellos que sufren la negación de la sociedad en sus múltiples formas. Por poner un ejemplo, una de las negaciones sociales más repetidas a diario en Latinoamérica, extensivo a otras regiones del planeta,  tiene que ver con el empleo*. Esto es así porque se vive como una grandísima injusticia social que la remuneración que se obtiene del trabajo no permita alimentarse, educarse, tener salud y vivienda dignas, no obstante los esfuerzos y sacrificios realizados en capacitarse.

En esta dirección, imagínense, entonces, cuán grande se debe sentir la injusticia social cuando ni siquiera un empleo es posible porque toda la economía ha convertido en números la maquinaria social de oportunidades y se ha olvidado que son personas y familias enteras las que están detrás de las demandas laborales. Esto por poner un ejemplo en el campo de las oportunidades laborales y de las economías que no buscan el bienestar social y la inclusión social justa, favoreciendo a unos y negando a otros.

Así que los caminos sociales para reparar tal injusticia se logran sólo si la sociedad entera se solidariza con aquellos que padecen dichas situaciones de exclusión y discriminación social y busca por todos los medios –educativos, políticos y económicos- solucionar dicho padecimiento al generar las posibilidades de inclusión social que restituyan la dignidad de aquellos que padecen diariamente la negación de un sistema.


Valga resaltar que el ser solidarios no se trata ni de una regalía que le hacemos al otro ni de un favor que lo endeuda de por vida por el hecho de haber sido auxiliado. Es, más bien, restituirnos como sociedad la decencia social perdida a causa de las discriminaciones y exclusiones sociales que nos envuelven. 

Esto es así porque con nuestra acción solidaria ayudamos a revertir las injusticias sociales y  liberamos al otro de una realidad injusta que nos repercute a todos los miembros de la sociedad por igual.

Percepción Asimetrica


La llamada “ilusión de percepción asimétrica” (illusion of asymmetric insight) es un prejuicio cognitivo que explica por qué las personas perciben que su conocimiento de los otros rebasa el conocimiento que las otras personas tienen de sí mismas.

Cuando, por ejemplo, leemos un libro porque tenemos curiosidad intelectual o algo parecido, y vemos a alguien frente a nosotros que está leyendo el mismo libro, muchas veces pensamos que lo más seguro es que sólo lo esté leyendo porque la película está a punto de estrenarse. 

Ese tipo de pensamientos están bajo el influjo de esta “ilusión de percepción” que nos hace creer que las otras personas son transparentes y que podemos leerlos perfectamente. El prejuicio parece deberse a la convicción (que todos tenemos en distintos grados) de que los comportamientos observados son más reveladores de los otros, y que los pensamientos y sentimientos son más reveladores de nosotros mismos. El problema es que esta ilusión a menudo viene acompañada de juicios despreciativos, de pensar que nosotros tenemos siempre mejores intenciones, somos más inteligentes y hacemos las cosas mejor que los demás.

La gente, como sabemos, tiene habilidades mixtas. Una persona puede ser más inteligente que otra, pero es torpe. Otros sobresalen en su dedicación al trabajo duro, pero les falta inspiración. Pero a ti no. Tú eres bueno en todo… o al menos eso es lo que nos decimos a nosotros mismos, gracias a la ilusión de superioridad.

Un grupo de estudios, realizados por Pronin, Kruger, Stravitsky & Ross (2001), sugirieron que, debido a una especie de delirio general de grandeza, la gente tiende a pensar que conoce mucho mejor a una persona de lo que esa persona se conoce a sí misma y que todo lo que hacen lo hacen por una razón banal.

El estudio apunta a varias manifestaciones distintas de la ilusión de percepción asimétrica.

En el primer estudio, los investigadores encuestaron a algunas personas preguntándoles cómo se calificaban a sí mismas como conductores. Alrededor del 93% de las personas se consideraron a sí mismas como conductores “por encima del promedio”. Es imposible que el 93% de ellos sean conductores de primera, eso significaría que el 7% restante sean los peores choferes del mundo, y estén probablemente muertos ahora.

En otra encuesta se les preguntó a profesores de universidad qué tan buenos eran para desempeñar su trabajo. El 94% de ellos modestamente contestó: “por encima del promedio”.

Es verdad que no todos nosotros creemos que somos los mejores en nuestra disciplina, pero, sin importar qué hagamos, generalmente pensamos que somos un poco mejores en ello que la mayoría de la gente. Todo ello se debe a que vivimos en este ciclo particular de la “ilusión de percepción asimétrica”. 

No podemos admitir que somos descuidados o flojos, o que tenemos limitantes intelectuales para entender ciertas cosas. Sólo sabemos que eso es lo que le pasa a otras personas, y lo sabemos porque nuestras mentes son superiores. Pero como bien dice el término, es sólo una ilusión. 

Quizá al conceptualizar este tipo de comportamiento nada cambie, pero al menos podemos intentar recordar el síntoma para encontrar modestia en nuestros juicios, y recordar que cada uno de los otros tiene su propia ilusión de percepción asimétrica con nosotros.


El Ser Exigente


Mucha gente dice aquello de que es muy exigente, empieza consigo mismo y continúa con los demás. Defiende su actitud intransigente diciendo que lo que le exige  al resto de personas no es ni más ni menos que lo que se exige a sí mismo. Pero ser exigente no es positivo.

Está claro que serlo con los demás no nos lleva a nada bueno. No podemos pedirle más a alguien de lo que es capaz de dar, o de lo que está preparado para dar.

La exigencia desmesurada no lleva a otra cosa que a la infelicidad, en realidad lo que demuestra es que la persona que actúa así tiene algún problema de autoestima.

El problema de la exigencia es que se convierte en una insatisfacción permanente. No estamos nunca contentos ni con nosotros mismos ni siquiera con los demás. La búsqueda de la perfección es un problema grave contra el que tienes que empezar a trabajar hoy mismo.

Si sabes algo de emociones tóxicas te diré que la insatisfacción es una de ellas, la insatisfacción lleva a la infelicidad y  a buscarla en forma de persecución de la perfección, que, claro está nunca llega.

De modo que a no ser que logres la perfección en algo nunca podrás dar por satisfechos tus instintos. De todos modos lograr ser perfecto en algo no implica que en el resto de cosas lo seas por lo tanto la insatisfacción aumentará ya que te exigirás lo mismo a todos los niveles.

Otra cosa es que la perfección es un poco subjetiva. ¿Qué es perfecto? Puedes marcarte una serie de metas y objetivos pero cuando llegues a ellos querrás mejorarlos. La búsqueda de la perfección es un animal que nunca deja de tener hambre ni de avanzar.

No hay nada peor que un padre perfeccionista y exigente que haga sentir a sus hijos que nunca hacen nada a su gusto, que siempre pueden dar más. Y que cuando, por fin, hacen algo que roza la perfección, el padre les diga que no es otra cosa sino su obligación hacerlo así.

De un padre así saldrán hijos con problemas de inseguridad, insatisfacción o baja autoestima. Este tipo de educación solo puede llevar a hacer crecer la insatisfacción. Ser exigente no es positivo si lo eres en exceso y no sabes valorar el esfuerzo que hacen los demás, o tú mismo, para llegar a hacer lo que has hecho.

Para luchar contra la insatisfacción crónica, que es la que obtienes cuando eres una persona demasiado exigente, no te queda otra que quererte y respetarte tal como eres. Como decía esta insatisfacción lleva a muchos otros problemas.

Por un lado están los que son tan exigentes que no son capaces de avanzar, ni siquiera de empezar las cosas. Planifican tanto que se pierden en la planificación. Quieren empezar de forma perfecta para garantizar el éxito de su empresa pero lo malo es que planifican tanto que no empiezan nunca.

Cómo no, esto les produce insatisfacción, la de no poder conseguir el objetivo, la de no poder hacerlo bien o la de no ser capaz de empezar algo.

En lugar de aspirar a la perfección debes ser consciente de tus limitaciones, y por supuesto de la de los demás. Ya sabes, o deberías saber, que por mucho que te exijas a ti mismo no puedes hacer lo mismo con los demás. Si a ti te causa insatisfacción no cumplir con tus propias expectativas imagínate el estrés y la ansiedad que puedes llegar a producir en otra persona.

Por no hablar de los susceptibles que son las personas tan exigentes. No soportan críticas. No permiten que nadie les diga cómo hacer las cosas, aún y ser ellos los primeros que entran en exigencias desmesuradas con los demás.

Cuando una persona demasiado exigente es consciente de que ha fallado y de no llegar a sus propias metas u objetivos es cuando se siente mal, se castiga, se culpa y se machaca por dentro por no haber conseguido lo que se proponía
.
El miedo paraliza, y la exigencia es una forma más de disfrazar el miedo. Además las personas tan exigentes no son exigentes en un solo campo o aspecto de su vida, aspiran a la perfección total. No les vale con hacer algo bien, destacar en algo sino que lo que creen que tienen que hacer es simplemente ser perfectos en todo. Y eso no es posible. Nunca. En nadie.

Aceptarlo no es lo más complicado, lo más complicado es aceptar que no somos exigentes sino que en realidad tenemos un problema de autoestima. No nos queremos suficiente para aceptar que somos como somos. Y machacamos a los demás para justificar esta falta de amor propio y nuestra propia inseguridad
.
Como decía antes, un padre que no es capaz de querer o valorar a su hijo cuando se esfuerza por algo, es que en realidad no sabe cómo querer a los demás. No sabe quererse a sí mismo.

En lugar de aspirar a la perfección podemos aspirar a la excelencia. La gran diferencia radica en que la excelencia es algo con nosotros mismos, si nos esforzamos y lo hacemos mejor que el día anterior habremos mejorado. Eso ya es excelencia. Simplemente superación personal, poco a poco, sin presiones.

Es bueno querer ser mejor persona, aspirar a ser excelente en algo, pero no podemos ser perfectos y sobre todo lo que no podemos hacer es exigirle a los demás que lo sean. Si tienes hijos piensa que el refuerzo positivo es mucho mejor y más efectivo que el refuerzo negativo.


Busca la manera de criar personas seguras de si mismas que sean capaces de buscar soluciones a los problemas en lugar de encallarse cuando ven que algo no sale como estaba previsto. La creatividad está para eso, para pensar soluciones alternativas.