lunes, 5 de junio de 2017

Audacia

La audacia puede considerarse de manera positiva o negativa. En su aspecto positivo, la audacia es una virtud que lleva a una persona al convencimiento de que, pese a las posibilidades y riesgos, puede alcanzar una determinada meta.

Hay personas que en ningún momento se consideran poseedores de audacia y que creen que es el momento de trabajar a nivel personal para, por lo menos, conseguir ciertos matices de ella. Es así por lo que se establecen que para alcanzar su objetivo deben llevar a cabo una serie de tareas o ejercicios como los siguientes:

• Es importante que diariamente se consiga cumplir un reto o un pequeño propósito.

• No menos significativo es el hecho de que se recomienda que para conseguir audacia hay que ir periódicamente asumiendo ciertos riesgos que no puedan llevar a experimentar consecuencias de gran calado.

• Es vital, de la misma manera, que la persona empiece a entender que no todo puede salir perfecto, que hay que aceptar que puede existir un margen de error y que hay fallos que son tolerables y comprensibles.

• Asimismo, también se recomienda comenzar a planificarse más. De esta manera, aunque se vayan asumiendo riesgos se hará teniendo la base más sólida posible.

Además de todo ello, hay que exponer que audacia es un término que se suele emplear con mucha frecuencia dentro de lo que es el campo del deporte. Y es que se requiere que en gran medida los jugadores de las distintas disciplinas puedan contar con aquella para lograr mayores triunfos.

En concreto, dentro de este ámbito se habla de lo que se ha dado en llamar audacia mental, con la que el deportista podrá controlar sus niveles de estrés, disfrutará de una zona o área en la que se sienta cómodo a nivel personal y emocional, y mejorará su rendimiento.

En cambio, cuando la audacia es mal utilizada o no reconoce límites, se convierte en algo negativo. En este caso, el sujeto realiza acciones poco prudentes sin ninguna base en la realidad.

La moderación entre una audacia beneficiosa y una audacia dañina debe estar dada por la razón. Lo mejor es que las decisiones vinculadas al impulso de la audacia sean tomadas después de una reflexión serena y a conciencia.

Si una persona se entrena durante dos años para escalar una montaña y decide emprender la travesía tras haber llegado a la cima de otros montes de menor altura y después de hacerse distintos estudios médicos, puede hablarse de un individuo audaz y valiente, pero no imprudente. Diferente sería si dicha persona se despierta un día y decide convertirse en montañista sin ningún tipo de preparación ni experiencia.


La audacia bien entendida, en definitiva, está vinculada a la fortaleza del espíritu y la fuerza de voluntad.

Opuestos


Es posible apelar a la noción de opuesto en ámbitos muy diversos. Así, suele decirse que el blanco y el negro son colores opuestos, por citar un caso. También es posible afirmar que el concepto de juventud se opone al de vejez; que alto es lo opuesto a bajo; y chico se contrapone a grande

Es importante señalar que dado que los términos contrapuestos son absolutamente diferentes no existe la posibilidad de que se acerquen. Esto significa que lo que es blanco no puede ser negro, al igual que quien es joven no puede ser viejo. Es decir, son nociones o cosas que se encuentran absolutamente separadas.

La oposición puede resultar concreta o simbólica. Dos columnas son opuestas cuando están enfrentadas entre sí, lo que revela una oposición física. En cambio, un hombre puede asegurar que es el opuesto de otro cuando sus pensamientos y sus maneras de actuar suelen ser contrarias.

Dentro de las figuras literarias hay una que se conoce como antítesis que sirve para expresar la oposición. Este concepto proviene, de hecho, de una traducción de un término griego que podría traducirse como ‘oposición o contraposición’.

Este recurso se utiliza en poesía para comparar dos sintagmas  y dejar en evidencia sus opuestos significados; en este caso se dice que es una antítesis propiamente dicha. O también puede utilizarse para hablar de impresiones poco precisas pero claramente diferentes entre sí; en este caso es una antítesis de contraste.

Este recurso fue muy utilizado en el siglo de oro Español por poetas como Luis de Góngora, Lope de Vega y el propio Francisco de Quevedo, quienes utilizaban la oposición para plasmar ironía y humor a sus creaciones. Actualmente también se utiliza puesto que permite establecer una línea clara para la idea de un poema: permite proponer lo que no es la idea al nombrar aquello que se encuentra en el extremo opuesto.

Este mismo término también se utiliza en la filosofía con sentido semejante. De este modo existe la negación que también recibe el nombre de contra-afirmación y la tesis que es una proposición previa. Se utiliza la antítesis para plasmar una incógnita y poder refutar una premisa. “Sin embargo”, “por el contrario” y “pero” suelen ser frases que encabezan estas oposiciones.


Por otra parte el concepto aparece cuando se habla del idealismo alemán, sobre todo de la dialéctica de Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

Hablemos De Cultura


Uno de Ios problemas de las ciencias sociales que se ha caracterizado por encontrarse en estado de indefinición teórica y metodológica a lo largo del pensamiento social, es el fenómeno de la cultura.

Edgar Morin nos dice: "cultura: falsa evidencia, palabra que parece una, estable, cerrada, cuando es realmente la palabra trampa, hueca, somnífera, doble, traidora". 

Para Gilberto Giménez, "la cultura resiste enconadamente a ser construida como objeto teórico y prefiere seguir circulando con la imprecisión flotante de sus innumerables acepciones ideológicas.

Muchas veces se habla de cultura como sinónimo de formaci6n social, o bien, del arte o de la literatura cultivada, o se le confunde con desarrollo social o con los adelantos técnicos y científicos de una sociedad determinada.

La ambigüedad y uso indiscriminado de la palabra cultura ha conducido a terribles confusiones así como a la necesidad de darle una definición más rigurosa en el caso de su estudio. 

Uno de Ios problemas de las ciencias sociales que se ha caracterizado por encontrarse en estado de indefinición teórica y metodológica a lo largo del pensamiento social, es el fenómeno de la cultura.

Hugo W Arostegui


domingo, 4 de junio de 2017

DIMENSIONES DEL SER HUMANO


“No hay nada más difícil de llevar a cabo, ni nada más dudoso de éxito, ni nada más difícil de conducir, que iniciar un nuevo orden de cosas, porque el reformador tiene enemigos en todos aquellos que sacan provecho del antiguo orden, y solo distantes defensores en aquellos que se benefician del nuevo orden”.
Maquiavelo, El príncipe.

"La vida exige a todo individuo una contribución y depende del individuo descubrir en qué consiste."

Somos los únicos que nos preguntamos por las razones, el sentido, de donde y hacia donde de nuestra existencia y sufrimos al no encontrar respuestas.

Nos preguntamos para qué nacimos y para qué debemos seguir viviendo, las contestaciones oscilan entre pensar que todo es inútil, hasta en el que el Universo es tan maravilloso que ya no sentimos la necesidad de cuestionar más las cosas.

Todos dependiendo de su necesidad en algún momento se harán las preguntas claves, y cada uno debe buscar "su respuesta".

Entender lo importante en el vivir es la puerta de acceso al amor profundo y a la vida misma, no hacerlo es el camino directo al mal humor diario o a la depresión.

Comprender las distintas dimensiones del ser humano es clave para entender su evolución y crecimiento en todos los aspectos.

Una de las perspectivas de análisis del desarrollo en la niñez y la adolescencia es la de las potencialidades, según la cual el desarrollo es el avance progresivo de la niñez a la adultez que se evidencia en modificaciones estructurales o comportamentales, que pueden evaluarse objetivamente en cada persona.

El desarrollo humano individual incluye dos componentes básicos: la individuación y la socialización. La primera, entendida como el desarrollo de la mismidad, es decir, de las características propias de la persona diferenciada de las demás. La segunda, como las relaciones con los otros e incorporación de la cultura, inicialmente en la familia y luego en la institución educativa y en la sociedad.

La mirada general de individuación-socialización amerita una desagregación en aspectos o facetas, para entender mejor el proceso de desarrollo integral del ser humano. El Grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia, tomando como referente a José Amar, Raimundo Abello y Diana Tirado (investigadores de la Universidad del Norte – Colombia), y su libro Desarrollo infantil y construcción del mundo social, adapta y propone un enfoque holístico de ocho dimensiones, en la búsqueda de una comprensión integral e integrada que esté orientada a un desarrollo lo más armónico posible.

La propuesta de adaptación incluye las siguientes dimensiones, que se desarrollan a lo largo del tiempo en la interacción consigo mismo, con los demás y con el entorno; desarrollo que no es automático ni homogéneo: corporal, afectiva, lingüística comunicativa, cognitiva, ética moral, estética, espiritual o trascendente y sociopolítica.


Hugo W Arostegui

Bifurcaciones



Cuando uno lleva un cierto tiempo en el camino de la vida siempre echa un vistazo hacia atrás. Unas veces por recordar los buenos momentos pasados que inevitablemente no se volverán a repetir. Otras por pensar cuanto camino hemos recorrido y pensar que el final puede estar en la siguiente curva.

Y otras veces reflexiona como ha llegado hasta este punto del camino, porque en este punto no estaría de no haber tomado ciertas decisiones. 
Unas veces se acierta en la decisión que te lleva a la felicidad y otras veces te lleva a un camino oscuro y exigente. Pero independientemente de la decisión que se haya tomado, del camino elegido siempre se puede obtener algo positivo.

Si no hubiera elegido un camino no habría vivido estas experiencias, no habría conocido a estas personas y a veces por muy amargo que sea el camino merece la pena recorrerlo.

Hay momentos en los que las personas parecen transitar caminos con bifurcaciones. No momentos límites (que no es lo mismo), sino momentos en que se hacen preguntas, y que dependiendo de las respuestas que se den, irán hacia nortes diferentes.

Cuando cansadas las personas de su cotidianidad, habiendo cumplido como pudieron con lo que se debe y habiendo cumplido algunas de sus expectativas, se encuentran con que “todo eso” ya no tiene tanto valor. En ese momento surge esta pregunta. Habiendo invertido decenios de vida y toneladas de esfuerzo, en ese preciso momento “todo eso” casi no tiene sentido. La pregunta surge sola: ¿esto es todo?, ¿vivir es sólo esto? Momentos en que los espejismos se diluyen y los espejos históricos no devuelven imágenes demasiado valiosas. 

En estas situaciones no hay maquillaje ni consumo de sustancia que la responda. La visión es descarnada, pornográfica, “es lo que es y cómo es”. Como decía Roy Batty, el personaje de esa maravilla llamada Blade Runner: “…todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.

Preguntas semejantes suelen aparecer en los finales y comienzos de cada decenio después de los 50 (la crisis de los 50, de los 60, etcétera). Y como no podía ser de otra manera, cada persona la responde como puede. Vivir plenamente, darse los gustos y ya no postergar son las respuestas clásicas. Su ejecución ya es “harina de otro costal”, no es automática. Y habrá quienes no la respondan pero ya se la formularon. Coincidamos en que “se hace lo que se puede” cuando se formula la pregunta por el sentido de la vida.

Las personas pueden sentir soledad o desolación. Emociones que suelen confundirse. La ausencia de alguien (por las razones que sean) deja, como suele decirse, “un espacio vacío”. Si esa sensación, en lugar de ser pasajera, transitoria, se fortalece haciéndose duradera, nos encontramos en el campo de la desolación. Es la soledad exacerbada, multiplicada hasta que cambia de cualidad. Es la persona y la nada conviviendo. Un vacío “interior” que promete ser eterno y, por tanto, terrorífico. Una sensación que convierte al cuerpo en un envase vaciable/llenable. Cuando llegamos a un lugar y lo declaramos “desolado” es porque no hay vida a la vista y tenemos la perspectiva de que no la habrá en un lugar donde la hubo.

La soledad, en cambio, es una efectiva ausencia física de otros pero no por ello la sensación de total ausencia de vida. Las personas desarrollan su vida tanto con otros como sin otros (no están físicamente acompañadas las 24 horas). Y aunque los otros no estén, pueden sentirse acompañadas por sus buenos recuerdos y por sus fotos y, figurativamente, por ellas mismas. Hay formas conocidas de soledad: en las decisiones importantes, en las situaciones límites, elegida por una desilusión y hasta puede sentirse sola aún rodeada de otras personas, etcétera; pero todo esto no es desolación. No es, como suele decirse, “la nada misma” que la desolación representa tan vívidamente.

¿Acaso no se afirma que las ciudades hiperpobladas no garantizan una mejor o mayor comunicación? Sobre este tema la queja es diaria. Muchas personas buscan contactarse, y muchas son los que le huyen o evitan el contacto tanto como lo necesitan (por mal manejo de esa necesidad, por temor o por malas elecciones).

Sentir un sentimiento o el otro no es indiferente para el curso de la vida de esa persona (algunos dicen que el vacío de la desolación se llena con malas compañías). Su persistencia, menos indiferente aún.

La pregunta por el sentido de la vida, el sentir soledad o desolación, el sinsentido de seguir hablando y la caída de la invulnerabilidad son universales. Los puntos de no retorno y sus efectos sobre la vida de las personas, las situaciones límites y los modos de resolverlas, son objetos de estudio porque muestran las posibilidades y los límites de la condición humana.

Los recursos individuales para enfrentarlas varían de persona a persona. Es cierto que a lo largo del proceso de la vida algunas personas son más perjudicadas que otras porque atraviesan situaciones que las marcan para siempre, y a veces repetidamente. Pero las bifurcaciones son para todos.

Hugo W Arostegui


Alternativas


Cuando uno habla de alternativa se está refiriendo a la situación de optar o de elegir entre dos cosas diferentes o dos posibilidades de acción.

Básicamente la alternativa es la opción existente entre dos o más cuestiones y sobre las cuales se puede elegir, optar por una o por otra, según la creencia personal, o el consejo de alguien, que tal o cual será la mejor a la hora de cumplir un objetivo o de desarrollar una tarea.

Las alternativas también pueden tomarse como posibilidades que se nos presentan y que están allí listas para ser elegidas ante una elección. Si vamos a un concesionario de automóviles para comprar un auto y nos ofrece el modelo que deseamos adquirir en cinco colores diversos, tendremos cinco alternativas de ese auto y podremos inclinarnos por aquella que más guste.

Generalmente, cuando se expresa una alternativa se emplea la conjunción o, que hace las veces de nexo conector entre las dos cuestiones o posibilidades.

En la vida cotidiana los seres humanos nos vemos sometidos a diferentes alternativas entre las cuales sí o sí deberemos elegir una. Trabajar tiempo completo o estudiar, permanecer solteros o casarnos, tener un hijo o no tener ninguno, entre las más comunes. En tanto, lo que también sucede con recurrencia es que ante determinadas circunstancias se diga que no existe una alternativa posible, es decir, los acontecimientos se presentan tan cerrados que es imposible hallar otra posibilidad y únicamente existe un solo camino por seguir. La muerte o los hechos que son ajenos a la voluntad de cualquier persona, como ser un accidente, un desastre natural, se consideran situaciones que no presentan una alternativa posible.

Las personas, reconstruyen las condiciones de su ambiente y desde este marco de referencia proyectan alternativas de movimiento y definen sus decisiones. La capacidad de observación y la amplitud de las explicaciones frente a las novedades, puede definir al contexto como un espacio atractivo de potencialidades o como un paisaje de limitaciones o amenazas. La diferencia entre una y otra imagen influye en las alternativas de adaptación disponibles frente a la complejidad del contexto. A mayor diseño de alternativas, mayores opciones de decisión.

En este marco, la apertura de un sistema humano a nuevos espacios de desarrollo surge de la combinación de las posibilidades del contexto (relacionada con la complejidad del entorno) y las oportunidades de desarrollo que subjetivamente identificamos (relacionadas con las observaciones y explicaciones sobre ese contexto). Las alternativas surgen de las decisiones que las personas realizan sobre las posibilidades del contexto. 

En el diseño de alternativas se articulan dos aspectos. Primero, rediseñar el contexto, esto implica abordar de manera más amplia los movimientos y las tendencias para contemplar más estados posibles de desarrollo. Segundo, transformar la mirada que condiciona las explicaciones sobre los acontecimientos cotidianos.


Hugo W Arostegui

sábado, 3 de junio de 2017

La Vida Intensa


¿Qué sería de la vida si no la tomamos en serio, si no amamos en serio, reímos en serio, bromeamos en serio?

La sociedad está inmersa en una época en la que todo lo que hacemos tiene una carga irrelevante, un espíritu que al mismo tiempo que puede significar muchas cosas, no significa nada. Un beso, un mensaje o una obra de arte pueden ser una expresión profunda de nuestro sentir; sin embargo, la mayoría del tiempo pasan por un proceso que les resta significancia, provocado por la sociedad misma y el profundo temor a comprometerse o definirse bajo cualquier causa o estandarte.

¿Alguna vez te han dicho tus amigos que eres demasiado intenso por enojarte en una discusión, defender un punto de vista o tomar muy seriamente tu relación de pareja? Estas señales te ayudarán a identificar si realmente lo eres: 

Nunca ocultas tus sentimientos
Cuando conoces a alguien, lo que menos te importa es lo que piense sobre ti, tu ideología o creencias. No disimulas ni un instante tus sentimientos, sin importar si esto resulta contraproducente. Siempre esperas que los demás estén enterados de lo que sientes para evitar malentendidos o conflictos. Si tienes un problema con alguien, eres directo y vas al grano en vez de especular o provocar dudas.

Te interesas realmente por lo que te apasiona
La vida está llena de tantas personas como puntos de vista, actividades e ideologías distintas. Por supuesto, hay algunas que no te interesan, pero aquellas cuestiones que consideras importantes, las personas que amas o las cosas que te apasionan, generan en ti un interés genuino que se ve reflejado en tu vida diaria.

Te desespera el tiempo muerto
Si vas en camino a un lugar que queda a dos horas, te desesperas pensando en que podrías ocupar ese tiempo haciendo otras actividades. Mientras viajas en el transporte público, haces cuentas de los minutos que recorrerás hasta llegar a tu destino, te molestas sobremanera si por alguna razón esta estimación se incrementa, pues aunque en realidad no tengas algo urgente que hacer, sabes que ese tiempo te pertenece y lo estás perdiendo haciendo nada.

Defiendes a muerte tus puntos de vista
Te enfrascas fácilmente en discusiones profundas en las que defiendes tus puntos de vista sin importar quién sea tu contrincante. No te tomas comentarios de esta naturaleza como un chiste y siempre estás abierto al diálogo y la discusión de las ideas.

Hablas claramente y con convicción
No eres de las personas que sienten vergüenza o pánico escénico al hablar frente a una multitud. Parece que expresar tus ideas es tu ambiente natural e imprimes la firmeza en la voz y los argumentos necesarios para cada ocasión. La gente suele identificarte como un gran orador, algunos creen que te enojas, pero en realidad, cuando tienes la oportunidad de hablar, lo haces abiertamente y con pasión.

Eres sincero
Una persona intensa no tolera las mentiras. Entiende que mentir es una actividad de sobra en un mundo que está plagado de farsas y apariencias por doquier. A pesar de que puedas lastimar a alguien, sabes que es mucho mejor ser sincero que ocultar una verdad que a la larga puede acarrear mayores problemas y complicaciones.

Odias las conversaciones banales
Si llegas a un sitio y la conversación versa sobre la moda, el estado del tiempo, el smartphone de novedad o algo que simplemente consideras como intrascendente, la charla pierde todo tu interés. Tus temas suelen ser profundos e incluso tratas sobre cuestiones filosóficas como el significado de la vida, el arte, la política actual o la naturaleza del género humano.

Te molesta darle vueltas a los asuntos
Cuando debes tomar una decisión importante, analizas con el tiempo que consideras prudente antes de elegir; sin embargo, casi todas tus primeras elecciones son definitivas debido a que actúas de acuerdo a tu filosofía de vida. En las decisiones de menor trascendencia, desesperas al ver como las demás personas se toman mucho tiempo para elegir algo que de todas formas no tendrá una gran repercusión en un futuro.

Prefieres las acciones a las palabras
Nunca dices “ojalá nos viéramos”, enfilas hacia su casa y le escribes en el camino. Lo mismo con todas tus acciones: no te gustan las amenazas, simplemente consideras que cuando algo está fuera de su lugar, la mejor forma de corregirlo es actuando al instante. 

Te molestan las injusticias
Tienes un instinto natural que te hace explotar en cuanto detectas una injusticia. Tratas de informarte sobre los contextos políticos y sociales que ocurren en tu país y lo que para otros es un tema de burla, para ti es una cuestión importante y te molesta que los demás no lo comprendan de la misma forma.

Después de todo, ¿qué sería de la vida si sólo hubiera pusilánimes, gente que cambia sus convicciones ante la crítica o se esfuerza por mantener una farsa y ser parte del status quo? Las personas decididas son aquellas que escapan del marasmo de la pasividad y se esfuerzan por vivir intensamente durante el diminuto instante en la inmensidad del tiempo y la vastedad del espacio que les corresponde, al cual llamamos vida.

Así es que somos

Hugo W Arostegui


La Felicidad


La verdadera felicidad es la Felicidad Incondicional. La dificultad con la que nos encontramos principalmente en la búsqueda de la felicidad es que somos seres condicionados, estamos programados para ello, y así nos han enseñado a vivir, porque resulta que de esta manera somos más manipulables.  Pero el gran secreto a voces es que eso lo podemos cambiar, es nuestra elección. Yo hace tiempo que lo escogí y no me arrepiento.

Admito que no siempre me resulta fácil, a veces te encuentra con el cuerpo flojo, con las neuronas un tanto revolucionadas, o no te esperabas ese tortazo de la vida (esa bromista inoportuna), y claro, me cuesta un poco levantarme y volver a sonreír, pero cada vez me levanto más rápido y de poder ser, de un salto.

Ser feliz de manera incondicional no es ir todo el día con una sonrisa bobalicona y con un halo de santidad a tu alrededor de “¡A mí nada me afecta! Todo está bien….Estoy por encima del bien y del mal”, recibiendo los problemas con felicidad radiante. No, eso no es felicidad incondicional, eso es otra cosa…

De lo que se trata es de encontrar la clave para poder conectarte con tu poder interior y quedarte firme en tu centro mientras a tu alrededor todo da vueltas. Aprende a rendirte y a aceptar lo que ocurre y verás cómo se despliega la magia y aún  cuando tú no hagas nada, las cosas empezarán a cambiar.

La felicidad incondicional tampoco es estar eufórico o estático, es algo más sutil, suave, no hay tantos fuegos artificiales. Siento si te decepciono, pero es importante tener en cuenta que mientras más alto subes en el estado emocional también más bajo caes después, es cuestión de equilibrio.

La felicidad incondicional es un estado de paz, en el que estás a gusto contigo mismo, en el que no te da miedo la soledad, ni te aburre tu compañía, sino todo lo contrario. 

Cuando eres feliz incondicionalmente no necesitas nada ni a nadie, pero eso no significa que te aísles del mundo, para nada, sino que cuando sales a él lo haces porque tienes algo que compartir no por necesidad. Y disfrutas con agradecimiento cada instante que compartes con otros, te enriqueces con su presencia y te llenas cada vez que das. Rebosas de gratitud y admiración ante la belleza y perfección de la naturaleza y del universo
.
No tenemos que esperar a ser felices cuando consigamos eso que tanto ansiamos, cuando el mundo se convierta en el Paraíso Perdido, la vida sea una balsa de aceite y sólo decida traernos las experiencias que nos agradan.

“Es tu decisión seguir buscando excusas para continuar siendo una víctima o empezar a buscar motivos para ser feliz”

Hugo W Arostegui



Deambulando


“Deambulamos en el laberinto de nuestras vidas y en la oscuridad de nuestras investigaciones; momentos de claridad iluminan nuestro camino como reverberaciones de relámpagos.”    Arthur Schopenhauer


Deambulando...he llegado hoy hasta aquí, sin pena ni gloria
con mis sentidos alertas y preparados para gozar y penar ,
perdonar y ser perdonado , cantar y llorar , vivir y gozar...

Deambulando...aprendí que solo se aprende errando
nada es gratuito , ni la vida , ni la muerte tranquila
que espera en el recodo del camino que el miedo ofrece...

Deambulando...vi que viviendo de rodillas pierdes honor,
también deja el orgullo tenaz de ser valiente y caballero
y la mezquindad interesada te somete con vileza cruel...

Deambulando...supe ver la entrega del cuerpo deseado
y me enseñaron a amar sin retaceos ni miradas en el vacío
que trasmiten el hartazgo que solo da la pasión fingida...

Deambulando. Mi Señor me enseñó caminos que dolieron
pero que supe transitar más luego y con dignidad vivir
y ofrecer los retazos del corazón que aprendió a llorar...

Deambulando...he llegado hasta aquí, hasta estas palabras
que son el premio de saber que todo es por algo mágico,
que solo lo puedes ver si escuchas a tu ángel en la mente...

Poema Anónimo


Los Caminos De La Vida

La vida es demasiado corta como para correr detrás de alguien que ni siquiera camina por ti. No es necesario ir detrás cuando ya saben dónde estás, cuando conocen tu hogar y saben de tus misterios. Por eso, no busques, permite que te encuentren.

Lo cierto es que hay personas a las que no les importamos pero que, sin embargo, a nosotros sí que nos importan. En estos casos puede resultarnos difícil comprender la situación, pues el interés por los demás no habla el lenguaje del egoísmo. Pero no busques algo que no te ofrecen, tampoco lo mendigues.

Recuerda que tu número de teléfono está compuesto de los mismos dígitos y que, en realidad, no existe la falta de tiempo, sino la falta de interés. Piensa en que cuando alguien quiere o necesita de algo o de alguien es capaz de remover cielo y tierra para compartir aunque sea unos segundos.

El cariño no se suplica

No busques. Arrastrarnos y suplicar migajas de un cariño que no nos quieren dar no es saludable ni a corto ni a largo plazo. Sin embargo, puede que ciertas muestras nos lleguen a enternecer y que nos sirvan para buscar motivos para seguir anclados en el deseo de que esa persona permanezca en nuestra vida.

Si nos paramos a pensar, lo único que hacemos con esa actitud es prolongar de manera innecesaria el sufrimiento emocional. Someternos a la voluntad de los otros hace que nos convirtamos en marionetas de sus necesidades y de sus antojos.

En este sentido, como es obvio, hay cosas que pasan porque tienen que pasar, pero hay otras que pasan cuando hacemos que pasen. No podemos sentirnos libres ni ser felices si vivimos aferrados y atados a unas esperanzas que manejan los demás.

Resulta complicado soltar o dejar marchar aquello que consideramos muy nuestro, ya sean sentimientos o personas. Es decir, que a ciertas piedras que cargamos sobre nuestra espalda nos une un sentimiento de identidad y pertenencia que se fusiona con nuestro miedo a perder algo que creemos tan intenso e importante.

Sin embargo, a pesar de que todo ese caos emocional nos ate a ciertas personas, también acabamos cansándonos de que no nos valoren. Es probable que cuando nos percatamos de esto nos sintamos algo egoístas, lo cual es terrible para nuestra salud emocional.

Sentir que si no aguantamos un poco más una situación o a ciertas personas estamos fracasando es algo asombrosamente común. El fundamento de este sentimiento es el miedo que nos da enfrentarnos con el vacío que la pérdida genera.

Dicho de otra manera, sentimos que si dejamos de sacrificarnos perdemos la oportunidad de construir parte de la historia emocional de nuestra vida. Sin embargo, lo que realmente estamos haciendo es comportarnos de la manera más cruel posible con nosotros mismos, con nuestras expectativas y con nuestros deseos.

El camino de ida hacia la libertad emocional está construido a partir de las piedras que vamos soltando; es decir, de sentimientos y personas tóxicas de las que nos vamos deshaciendo.

Soltar es la única manera de dejar hueco a nuestras fortalezas, de asumir nuestros errores y de conseguir manifestar nuestras intenciones y nuestro compromiso. De esta forma evitamos que lo negativo le reste espacio a lo positivo, consiguiendo incrementar nuestro entusiasmo por la vida y nuestro bienestar.

No es más fuerte quien más soporta, sino quien es más capaz de “soltar”

Hugo W Arostegui


viernes, 2 de junio de 2017

Al Paso De La Vida


UN PAR DE COSAS QUE HACER (Juan Uría-Olga Román)

No sé, cuando me levanto,
Si me quiero levantar;
No sé si cuando camino
He querido caminar
Ni si la mano que toco
Si estoy tocando tu mano
Busca seguro mi mano
O tropieza nada más.

No sé si había pensado
Para qué he nacido yo
No sé si quiero saberlo
Ni sé si hay una razón
Pero sé volver a casa
Y hace tiempo sé por qué 

Ahora que tengo contigo 

Un par de cosas que hacer.

Siempre así, así con esta tarea
Se me va pasando el tiempo en un suspiro
Quiero ir con el paso decidido
Por salir del girar tan obsesivo de esta rueda


Como los árboles crecen
Sin pararse a preguntar
Como un latido tras otro
Para poder respirar
Como el espejo refleja
Como amanece a diario
Yo me levanto y me acuesto
Me voy, regreso, entro y salgo.

Me veo tan ocupada
En pensar y decidir
Que no me queda un segundo
Qué sé yo… para vivir…
Y saber volver a casa
Y saber también por qué
Saber que tengo contigo
Un par de cosas que hacer


Construyendo Caminos




Algo nuevo descubrí 
Que me ayude a seguir 
Todo eso que perdí 
Hoy vuelve a estar dentro de mí... 

Todo llegó al final 
Es tiempo de dejarlo todo atrás 
Nada parece mejorar 
Quise escapar de mis tormentas 
No pude encontrar un nuevo lugar donde empezar 
Aunque la realidad me quiera derrumbar 
No dejo de buscar una señal para volver a empezar 
Vuelvo a resurgir 
Ahora sé donde elegir 
Nadie destruirá todo lo que pude construir 

Algo nuevo descubrí 
Que me ayude a seguir 
Todo eso que perdí 
Hoy vuelve a estar dentro de mí 
Y si alguna vez volviera a caer 
Será la ultima vez 
Ya nada queda en mi 
Mas que seguir 

Culturalidad



Cuando hablamos de cultura no nos referimos solamente a las expresiones y tradiciones intelectuales y artísticas refinadas de la alta cultura, sino que tenemos en mente un concepto que, aunque en principio pudiera tener que ver sobre todo con lo antropológico, se ha incorporado a nuestro discurso cotidiano. Un concepto que, sin duda, está de moda: ¿cuántas veces oímos en los medios de comunicación esta palabra? ¿cuántas veces la empleamos a diario? La cultura se ha convertido en una especie de cajón de sastre que funciona como explicación caja negra para multitud de fenómenos: hablamos de diferencias culturales entre sexos, entre generaciones, entre distintos sectores profesionales; hablamos de la cultura del fútbol, de la cultura del vino, de la cultura médica, de la cultura juvenil… 

Centrándonos en la concepción antropológica de cultura, han existido multitud de definiciones a lo largo del desarrollo de la disciplina antropológica desde que Tylor propusiera la siguiente definición en 1871: “Cultura es el todo complejo que incluye el conocimiento, la creencia, el arte, la moral, la ley, la costumbre y cualquier otra capacidad o hábito adquirido por el hombre en tanto que miembro de una sociedad”. Como ejemplo de la complejidad que conlleva la definición del término podemos acudir a la que propone Geertz en 1973, un siglo después de la de Tylor: “la cultura es un sistema ordenado de significado y símbolos en cuyos términos los individuos definen su mundo, expresan sus sentimientos y emiten sus juicios”. En cualquier caso, aun sin disponer de una definición unánime, existe en la actualidad un cierto consenso antropológico en torno a lo que es una cultura. Siguiendo a Adam Kuper, tal consenso, que nos puede ayudar a entender lo que son las culturas, se basa en tres supuestos:

- La cultura no es un asunto de raza; se aprende, no la llevamos en nuestros genes; en este sentido, es necesario recalcar que todos los seres humanos compartimos la gran mayoría de nuestra información genética y que las mínimas diferencias existentes en el ADN son diferencias individuales (que, por otra parte, pueden ocurrir entre individuos que son percibidos como “de la misma cultura” y no sólo entre individuos de “distintas culturas”). El concepto de raza, basado en la transmisión de diferencias genéticas que condicionaban no sólo ciertos aspectos físicos sino otros como el comportamiento, la lengua o la inteligencia, es un concepto científicamente refutado.

- La cultura común humana ha avanzado y progresado en un proceso de muy larga duración que nos ha diferenciado del resto de homínidos; este proceso de larga duración, que ha dado como resultado el desarrollo de sistemas sociales complejos y la propagación y desarrollo de la población humana frente a otras poblaciones no humanas, se entiende como un proceso que ha afectado a todos los seres humanos. Es decir, cuando hablamos del progreso humano, del proceso de hominización, nos referimos a cuestiones que han afectado a todos los grupos humanos y no a ciertas características que, al menos hasta hace unos años, diferenciaban a la cultura occidental de otras culturas calificadas como “primitivas”. La oposición cualitativamente relevante si tenemos que reconocer lo importante del progreso humano no es occidente/culturas “primitivas” sino seres humanos/resto de homínidos.
- La cultura es esencialmente una cuestión de ideas y valores, un molde mental colectivo –por tanto, se trata de un sistema simbólico. Y estos símbolos, ideas y valores aparecen en un espectro de formas de una diversidad casi infinita.

Teniendo todo esto en cuenta, podemos decir que cuando hablamos de diversidad cultural nos referimos al conjunto de estrategias, normas y valores que los distintos seres humanos han sido capaces de desarrollar para vivir en grupo y para adaptarse a lo largo del tiempo a diferentes entornos y diferentes espacios. Estos valores, normas y estrategias se han convertido en costumbres y son compartidas dentro del grupo haciéndolas perdurar de generación en generación en procesos dinámicos de construcción y reconstrucción.

Por tanto, entendemos la cultura en la triple vertiente de ser aprendida a través de un proceso de socialización y endoculturación, de ser una capacidad de adaptación a los cambios del medio y, no menos importante, ser un aparato simbólico, unas “gafas” a través de las cuales vemos e interpretamos la realidad. Además, la cultura es una cuestión dinámica, es una especie de equipaje que no paramos de hacer y deshacer para identificarnos como individuos y para dar sentido a lo que hacemos con otras personas. La cuestión importante es que en el momento sociohistórico que vivimos, los individuos pertenecemos a más de una categoría social y cultural. En palabras de Gerd Baumann, uno de los antropólogos recientes que más han desarrollado el tema del multiculturalismo, “todos practicamos más de una cultura…. En las sociedades urbanas de Occidente, las distintas divisiones culturales no van en paralelo unas con otras. Al contrario, se entrecruzan para formar un modelo sometido a cambios constantes de lo que se debería llamar “divisiones entrecruzadas”. Los criterios de pertenencia a categorías culturales o sociales se entrecruzan y las categorías que definen y los grupos que la gente forma también se entrecruzarán: por tanto las personas, las culturas y los grupos no son estáticos sino que son procesos dialógicos de construcción y reconstrucción identitaria que sirven, en definitiva, para dotar de sentido a nuestras vidas. 

En opinión de Charles Taylor, un filósofo canadiense que ha desarrollado el tema del multiculturalismo, “descubrir mi identidad no significa que lo haga de manera aislada, sino que la consigo a través de un diálogo, en parte abierto, en parte interno, con los demás”.

Hugo W Arostegui

Lo Que Vemos Y No Percibimos


“No hay que preguntarse si percibimos verdaderamente el mundo. Por el contrario, hay que decir que el mundo es aquello que percibimos” (Maurice Merleau-Ponty).

La percepción es un fenómeno complejo. No siempre ‘vemos’ las cosas como son en realidad. La forma con que cada cultura interactúa con su entorno, el aprendizaje o las emociones son factores que determinan cómo percibimos lo que nos rodea, y nos predisponen a ver el vaso medio lleno o medio vacío. Las ilusiones ópticas han sido un fenómeno de interés para los psicólogos desde hace décadas, pero ¿quién no se ha preguntado alguna vez cómo de real es su mundo?

La discrepancia entre el aspecto de un estímulo y su realidad física es lo que conocemos como ilusión óptica. Nuestro sistema perceptivo está preparado para ajustar ciertas características de los estímulos antes de que sean procesados e interpretados por nuestro cerebro. Por ejemplo, tendemos a agrupar y ver como una figura estímulos semejantes que se encuentran próximos aun siendo independientes, o a completar figuras incluyendo las partes que faltan porque nos resultan más fáciles de procesar que aquello que consideramos incompleto o imperfecto

Además de estas tendencias naturales y universales, factores como el contexto, la cultura o las diferencias individuales influyen en nuestra percepción. Hay estudios que muestran una reducción en ciertas ilusiones ópticas en niños autistas o en personas de más edad, igual que cierta predisposición en algunas culturas para percibir ilusiones ópticas determinadas. Quizá uno de los estudios transculturales más conocidos es el que realizaron hace décadas Segall, Campbell y Herskovits (1963), en el que presentaron la ilusión de Müller-Lyer a cerca de dos mil personas de culturas diferentes en África y el mundo occidental.

Según Paulo Coelho no haría falta subir a la montaña para saber si es alta, pero ¿la vemos siempre igual de difícil de escalar? Riener, Stefanucci, Proffitt, y Clore (2011) realizaron un experimento en el que pedían a los participantes estimar la inclinación de una pendiente bajo estados emocionales diferentes. Un grupo de participantes escuchaba una canción triste minutos antes y durante la evaluación de la pendiente, mientras el otro grupo escuchaba una canción alegre. Los resultados mostraron que los participantes que habían sido expuestos a la canción triste estimaban la pendiente como más pronunciada que aquéllos que habían escuchado la canción alegre. 

Y es que cuando estamos tristes o desilusionados todo nos ‘parece’ más difícil, las tareas se tornan más demandantes y tendemos a poner atención en los detalles (vemos los árboles en lugar del bosque). Sin embargo, cuando nos sentimos felices tendemos a procesar la información que nos rodea de una forma “global” (ver el bosque en lugar de los árboles), somos más flexibles a la hora de atender a la información y utilizamos mejor nuestros recursos.

Estos son sólo algunos ejemplos de cómo nuestro cerebro interpreta de manera distintiva el mundo que nos rodea. Es evidente que tener una percepción y comprensión acertada de la realidad no es tan fácil como nos indica nuestro sentido común.

Hugo W Arostegui


La Intelectualidad Del Saber


En nuestro país (no sé si en otra parte del mundo) el término de intelectualidad es muy mal utilizado, pues en algunas ocasiones lo damos como sinónimo de inteligencia y en otras lo damos como sinónimo de conocimiento acumulado, pero donde la mayoría de veces la “macaneamos” es cuando lo hacemos sinónimo de prepotencia del saber.

Hablábamos en aquella conversación de una persona de medios y alguien dijo que es inteligente, pero no es intelectual, yo considero que es intelectual, pero no es inteligente. Sencillo, sustento mi tesis en el planteamiento de que la intelectualidad debe de ser cultivada, ser intelectual significa haberse dedicado a alimentar y a enriquecer el intelecto y eso viene como resultado de muchas lecturas y larga data de conocimiento adquirido, es nutrir la memoria, someter las informaciones obtenidas al razonamiento y como resultado obtener un entendimiento por encima del promedio. En cambio la inteligencia es una cualidad nata de una persona que ha desarrollado cierto aprendizaje, pudiendo ser éste empírico o académico.

Se puede ser inteligente y simplemente no utilizarse esa cualidad, entonces ahí la inteligencia sólo se convierte en habilidad.  Tampoco es lo mismo ser inteligente que ser educado, sin embargo no se puede ser cosechar intelectualidad si no se ha sembrado conocimiento abonado con racionalidad. Los grandes pensadores no necesariamente son inteligentes, sin embargo TODOS tendrán como común denominador el haberse dedicado cuidadosamente a aprender, excepto en el caso del rey Salomón, al cual le fuera dada por DIOS una sabiduría superior a cualquier ser humano.


Lo cierto es que se puede ser inteligente y no ser intelectual, así como también, se puede ser intelectual y no ser inteligente. Aunque entre en contradicción con algunos profesionales de la conducta humana, yo entiendo, que las personas nacen inteligentes y que con el tiempo desarrollan más esa cualidad alimentándola con las herramientas propias del conocimiento, es una falacia decir que todos somos inteligentes, la realidad es que cada quien tiene una o varias cualidades más desarrolladas que otras y la inteligencia puede ser una de ellas. 

Para ser intelectual, es necesario tener una memoria capaz de acumular informaciones y razonarlas y para ello no necesariamente se precisa de ser inteligente, sino de estar consciente con que se quiere y que se debe hacer.

Rememorando a Sísifo


Sísifo fue un personaje de la mitología griega que fundó el reino de Corinto. Era tan astuto que había conseguido engañar a los dioses. Ambicionaba el dinero y para conseguirlo recurría a cualquier forma de engaño. También se dice de él, que fomentó la navegación y el comercio.

La leyenda cuenta que Sísifo fue testigo del secuestro de Egina, una ninfa, por parte del dios Zeus. Decide guardar silencio frente al hecho, hasta que su padre, Asopo, dios de los ríos, llega a Corinto preguntando por ella. Es cuando Sísifo encuentra su oportunidad para proponerle un intercambio: el secreto, a cambio de una fuente de agua dulce para Corinto. Asopo acepta.”

Este es un mito clásico, que podría decirse que fue intensa y ampliamente reflexionado en el fuero interno de muchos intelectuales progresistas y no progresistas, pero sobre todo en los ámbitos de la izquierda de nuestra cultura occidental, desde la segunda Guerra Mundial hasta los años ochenta del pasado Siglo.

Este mito fue el del transgresor  Sísifo, con el que Albert Camus nos recordó -en su bello y persuasivo texto “El mito de Sísifo” (1942, en su primera edición francesa)- que la “humanidad” del colectivo humano es un valor que hay que considerar por encima de los criterios ideológicos y de la voluntad de “idear mundos personales o colectivos” que motiva a un escritor o pensador, artista o político (rara avis, si encontramos uno de éstos ideando un mundo que no sea el que le rente, en lo personal, o satisfaga sus ambiciones).


Pero aún recuerdo mi contento y complacencia al leer el texto de Albert Camus y descubrir en aquellas páginas cómo Sísifo tomaba conciencia del momento en que, situado en la cima de la montaña, dejaba rodar la piedra ladera abajo, sintiéndose feliz (si bien, no libre, en esos instantes de deshago físico y mental: “Uno debe imaginar feliz a Sísifo”, escribe Camus) al contemplar (o imaginar, ya que era ciego, según algunos autores) la hermosura del paisaje en ese intervalo, en el que su degradado destino le daba el tiempo para respirar liberado, momentáneamente, de la roca, y descender, acto seguido, por la pendiente, sintiéndose acaso superior a los dioses mismos que lo habían castigado. 

Fue una extraordinaria revelación, cuya impresión aún hoy me acompaña, dejando en mi mente de universitario, entonces, una idea que fue madurando y adecuándose a mi proceso de formación intelectual. Que el texto de Camus caló, sobre todo en los jóvenes universitarios de la década de los setenta, lo probaba cómo nos pasábamos el libro manoseado que publicó la argentina editorial Losada para regocijo, y posterior debate, de quienes estábamos interesados en la transformación del ser humano y del sistema ideológico y brutalmente represivo en el que nos hallábamos aprisionados por aquellos años. 

Hoy me sirve de referencia esa experiencia intelectual de juventud para testimoniar cómo hemos creado conceptos, nociones e ideas, de acuerdo con los hechos vividos, personales y colectivos de un país, traducidos en cultura y conocimiento, pasados siempre por el tamiz de nuestras experiencias personales y nuestra capacidad de interpretarlos y acomodarlos en el interior de nuestra mente (“fondo de armario”, integrado por todo el bagaje de experiencias y de conocimiento acumulado), que determinará  nuestra formación intelectual y la explicación que les concedamos a nuestras experiencias. Y sobre todo, me mueve a reflexionar, una vez más, acerca de la “condición humana”, un enigma todavía para científicos y pensadores de las ciencias humanas y sociales.

Hugo W Arostegui

Evaluemos



En los años sesenta y parte de los setenta las políticas de evaluación y promoción de estudiantes establecían la necesidad de centrar los esfuerzos en la definición de promedios sumativos de calificaciones en escala numérica de manera periódica. En esa época se contaba con un currículo preestablecido de orden nacional y se emprendían procesos evaluativos de orden netamente cuantitativo.

En la década de los 90 las reformas educativas se enfocaron en los Proyectos Educativos Instituionales (PEI), como carta de navegación de los centros educativos, permitiendo así contemplar las diferencias socioculturales de los respectivos países. Esto implicó el cambio de un currículo centralizado, único, basado en objetivos; a la definición de currículos más pertinentes, en el marco de una política general en función de desarrollar competencias teniendo como referencia los estándares básicos para garantizar que en términos de equidad cualquier estudiante independientemente de su condición, desarrollara competencias en los diferentes niveles y al final de la escolaridad.

Todo esto ha traído consigo un ferviente debate en torno al sentido, los fines, de la educación y por lo tanto de la evaluación misma. En este sentido se observa una mudanza de la evaluación con enfoque sumativo a una evaluación formativa, cualitativa con una tendencia a la integralidad que refleja más fielmente la realidad de los progresos de los estudiantes.

Hablamos entonces de una evaluación que se abre hacia la valoración no solamente de los avances del estudiante en su formación integral, sino que también involucra a los distintos actores educativos de una forma comprometida y dinámica. Con esto los padres de familia, los docentes, los directivos docentes, la institución y el sistema educativo mismo, adquieren un protagonismo esencial en los procesos evaluativos de los estudiantes y en el acompañamiento de estos para el logro de las competencias básicas.

Actualmente la evaluación es una de las preocupaciones fundamentales para el mejoramiento de la calidad educativa, teniendo como temas recurrentes la evaluación del aprendizaje, la promoción de los estudiantes y su reglamentación tanto institucional como nacional; la participación de padres y alumnos en los procesos de evaluación; el uso de la evaluación como una herramienta de poder; y los instrumentos que se usan para evaluar y para reportar los procesos de evaluación de los estudiantes.
Este número de la revista Internacional Magisterio recoge los aportes de importantes y reconocidos investigadores acerca del tema de la evaluación tales como Mª Antonia Casanova, Española, quien aborda el tema de evaluación, calidad y equidad, claves del sistema educativo; Margarita Poggi, Argentina, quien reflexiona sobre los propósitos y usos de la evaluación educativa; Jouni Välijärvi, Finlandés, quien presenta la pedagogía y la evaluación de la escuela comprensiva finlandesa; Jorge Fasce, Argentino, quien desarrolla el tema de la evaluación: cuestión de sentimientos, poder y ética. Por Colombia, Francisco Cajiao, nos presenta un

recorrido por la geografía de la evaluación, y Giovanni Marcello Iafrancesco expone su mirada de la evaluación integral y de los aprendizajes desde la perspectiva de una Escuela Transformadora: contexto, concepto, enfoque, principios y herramientas.

Por otra parte, se visibilizan algunas experiencias en evaluación en Colombia que pueden servir como referentes a las demás instituciones de América Latina en la implementación de su sistema de evaluación institucional: La evaluación como una forma de potenciar los aprendizajes individuales e institucionales en el colegio Mochuelo Bajo; La evaluación del aprendizaje en la Fundación para la Actualización de la Educación –FACE– . De igual manera el Jardín Infantil Mafalda nos muestra la evaluación y la valoración en un proyecto de educación inicial.

Publicado en Revista Magisterio No. 35

Convivir Con Nuestros Valores


Identificar nuestros propios valores, esos que están profundamente arraigados en nosotros, y aplicarlos en nuestra vida nos facilitará la obtención no solo del éxito en la vida y en el trabajo, sino también de la felicidad.

Los valores son aquellos rasgos o cualidades que cada uno de nosotros considera que vale la pena y que representan las prioridades personales. Son, en definitiva, aquello que nos mueve desde lo más profundo de nuestro ser. Estos valores nos acompañan allá donde estemos, tanto a nivel personal como laboral.

Hacer una declaración de valores, reconocerlos como propios y aplicarlos en nuestra vida nos define como personas y nos ayuda a lograr nuestros objetivos personales y a vivir feliz y plenamente.

Cada uno debemos ser fiel a nosotros mismos. Es fácil que en ocasiones nuestros valores choquen con los valores (o falta de valores) de los demás. Pero vivir en función de los valores o no-valores de los demás no sólo nos alejará de la felicidad, sino que nos dificultará lograr el éxito en la vida.

Algunos valores por los que vale la pena vivir

A veces puede resultar algo difícil identificar estos valores, sobre todo si vivimos en entornos fuertemente represivos, no respetuosos o impositivos. En la siguiente lista encontrarás algunos valores por los que realmente merece la pena vivir y sobre los que merece la pena establecer una base de comportamiento y actitud en la vida.

No es necesario que todos estos valores formen parte de nuestras aspiraciones personales. De hecho, muchos te criticarán por tener exceso o falta de alguno de ellos. Lo importante es que identifiques los que realmente te mueve a ti, sin autocensura, y que los vivas.

Algunos de estos valores son la ambición, la competencia, la individualidad la responsabilidad, la exactitud, el respeto, la dedicación, la diversidad, la mejora, la diversión, el disfrutar de la vida, la lealtad, la credibilidad, la excelencia, la honestidad, la responsabilidad, la autonomía, la calidad, la eficiencia, la dignidad, la colaboración, la innovación, el trabajo en equipo, la administración, la empatía, el logro, el coraje, la sabiduría, la independencia, la seguridad, el desafío, la influencia, el aprendizaje, la compasión, la amabilidad, la disciplina, el orden, la generosidad, la persistencia, el optimismo, , la igualdad, la integridad , el servicio, la fiabilidad, y la flexibilidad, entre otros.

Hugo W Arostegui