jueves, 7 de septiembre de 2017

Entrenando La Mente


Se dice a menudo que los seres humanos sólo usamos un pequeño porcentaje de nuestra capacidad mental, y en eso parecía estar pensando el escritor neoyorquino Clive Thompson cuando tituló su libro “Smarter Than You Think”, es decir, "más listo de lo que crees". Según este escritor, todos podemos ejercitar determinadas actividades cerebrales que nos ayudarán, en general, a ser más listos y hábiles mentalmente.

Pasar cantidades significativas de tiempo desconectado
Thompson está convencido de que es importante no pasar el día conectado a internet, prueba de ello es que dice no consultar su correo electrónico durante los fines de semana, ni tampoco las redes sociales. Mucha agente afirma no poder prescindir de ello, ya que sus jefes o su situación laboral le exige la consulta del correo electrónico o de las redes sociales todos los días de la semana, pero esto no es en absoluto beneficioso y, además, no es exigible. Si tenemos que estar atentos al correo electrónico los fines de semana, deberíamos obtener remuneración por ello. Pues no sólo se trata del tiempo que destinemos a consultar los mensajes, sino también de un "estar pendientes", de tener que acordarnos de consultarlo: nuestra concentración se disipa y nuestra energía mental se divide. 

Es incluso malo para el trabajo estar constantemente pensando en él: la mente necesita oxigenarse. 

Hay que desconectar y permitir que los demás desconecten.

Comprometerse con la 'diversidad cognitiva': tener actividad mental distinta
Las maneras de pensar, expresarse y comunicarse a través de internet son muy diferentes de los modos de hacerlo offline. Thompson considera increíblemente productiva una inmersión de varias horas seguidas en la lectura, un paseo prolongado o una discusión sin la constante interrupción de los dispositivos tecnológicos. No porque las tecnologías sean malas per se: de la misma manera que alguien que pasa el día escribiendo agradecerá salir a la calle y darse un paseo, la mente agradece no estar continuamente en "modo Google".

No aislarse: aprender pensamiento social
¿Somos más tontos si no estamos rodeados de gente? ¿Y más listos cuando sí lo estamos? Thompson considera que la respuesta a esta pregunta es, sin lugar a dudas, sí. Los demás actúan como una suerte de andamio de las cosas que decimos y pensamos, la interacción es mayor, pueden recordarnos lo que hemos dicho anteriormente... son reposos del pensamiento, que es mejor si es colectivo (hecho que Thompson liga a la propia definición de la condición humana). Tenemos la concepción de que pensar o reflexionar implica sentarse en soledad a leer un libro, mito que Thompson pretende desmontar.
Thompson considera que internet ha descubierto la amplia diversidad de los intereses y las pasiones humanas. Ya no sólo podemos interesarnos por lo que sucede en nuestro pueblo o región, sino que tenemos acceso a todo y podemos desarrollar una pasión casi por cualquier cosa. Pasión que queda como huella en la red, en las páginas, foros y demás publicaciones que hay sobre cualquier tipo de tema.

Así, internet visibiliza las cosas que realmente preocupan a la gran mayoría de la gente, por lo que no sólo debemos ya quedarnos en lo que dicta una élite cultural o intelectual, sino abarcar todo tipo de intereses.

Saber cuándo confiar en la 'inteligencia subcontratada'
No debemos delegar toda nuestra actividad intelectual en una calculadora, en los buscadores de internet o en los traductores automáticos. Tampoco debemos mecanizar ciertos procesos mentales, sino preguntar y reaccionar constantemente. Evitemos ser unos vagos intelectuales, porque entonces no seremos intelectuales de ningún modo.

Adaptar las estrategias de pensamiento
Debemos ser flexibles y adaptar nuestros modos de pensar, que no son iguales cuando leemos Fortunata y Jacinta que cuando leemos una serie de tuiteos, un blog o un mensaje de Facebook. 

Tampoco leemos igual en un ebook, en un libro o en el ordenador. Debemos sacarle partido a todos estos medios.



Dicen Que Dicen


Quelo... ¡Ay, Quelo! ¡Qué muchachito insólito! 
Sus catorce años no podían concentrar más esnobismo, no podían sumar más extravagancias... 

En el pensar, en el vestir, en sus gustos, en sus actitudes... 
La mayor parte de la gente de Alamares —el pueblo en que vivía— opinaba que se trataba de «un flaco estrafalario», mientras que su familia lo consideraba una criatura «singular»... 

Era un espectáculo verlo en sus ires y venires rumbo a o de regreso de la escuela o trabajo como cadete en el laboratorio de investigaciones científicas de Alamares. Siempre bailoteando al compás de una música que solamente él oía. Los oídos enchufados a los auriculares de su inseparable aparatito pasacasetes, a ese walkman del que casi no se desprendía ni para bañarse. 

Presumido de su apariencia, lo cierto era que tenía el aspecto de un muestrario de tienda, ya que los colores de todas las prendas los combinaba, sí, pero con el blanco del ojo. Además, parecía una cartelera publicitaria, un letrero andante de propagandas de todo tipo: jamás se ponía nada que no fuera de marca conocida y —menos que menos— si esa marca no estaba impresa en algún lugar bien visible de la vestimenta o del calzado.

Sus padres gozaban de una buena situación económica, de modo que Quelo trabajaba, únicamente, para comprarse más ropa. Y más casetes. Ah... y goma de mascar. 

Engreído, creyéndose superior a todo el género humano, en escasas ocasiones prestaba atención a lo que le decían ni lo entendía con claridad. Y eso que quien intentaba comunicarse con él debía hacerlo a los gritos, por aquello de que, invariablemente, estaba conectado con su walkman. ¡En cuántas malas interpretaciones de las palabras de los otros incurría entonces Quelo
! 

Claro que —a decir verdad— ellos hablaban poco y nada, enfrascados sobre sus microscopios, abstraídos del entorno debido a sus investigaciones, por lo que la silenciosa presencia del cadete no los perturbaba, por más estrambótica que fuese. Acaso les servía de necesaria y momentánea diversión. Vaya uno a saber. 

Quelo tampoco era dado a conversar y esa característica, allí, era apreciada. 
Qué más podía pretender el muchacho entonces que realizar sus tareas de archivo teniendo la posibilidad de no desvincularse de su pasacasetes y en un lugar donde no lo interrumpieran. Su trabajo era tan sencillo y rutinario que no le exigía otra concentración que la requerida para mascar su chicle. 

Una tarde, el Profesor Linares —uno de los científicos del laboratorio— abandonó repentinamente microscopio y silla y llamó a sus compañeros de labor. 

En un instante, todo el equipo de investigaciones estaba a su lado. A pocos metros de allí, con el walkman conectado y realizando, robóticamente, sus tareas, Quelo. 

Casualmente, el muchacho había levantado la vista de unas carpetas cuando advirtió que algo diferente, muy importante, estaba sucediendo.
 
Era la primera vez que veía al Profesor Linares expresándose de ese modo. Contentísimo. Muy entusiasmado. Casi eufórico. Como todos los que lo rodeaban y que lo escuchaban atentamente.

De pronto, Quelo tuvo la confirmación de que un hecho extraordinario había ocurrido porque el Profesor Linares y su grupo se empezaron a palmotear las espaldas, a darse las manos, a abrazarse, mientras que el Doctor Florini —el más joven de los investigadores— se subía a un banco y anunciaba algo como si lo hiciera a una multitud. Entre los dedos índice y pulgar de su mano derecha, exponía cierto objeto tan diminuto que resultaba invisible a los ojos de Quelo. 
Y se reía. 

Sin disminuir el volumen de la música que estaba oyendo, el muchacho «paró las orejas», intrigadísimo. 

Mascó su chicle a más velocidad que de costumbre. 
Lo que escuchó entonces le heló la sangre. 

El Doctor Florini —como si de golpe se hubiera y transformado en el más perverso de los demonios— repetía: 
—En la próxima semana, un terrible terremoto destruirá este pueblito como si fuera un poroto. Sé discreto. Guarda el secreto.

Después de ese episodio, la familia y la gente de Alamares empezó a toparse con un Quelo distinto. 

Desde que había escuchado esa tremenda revelación y durante los tres días que le siguieron, iba y venía de aquí para allá como un sonámbulo, con la mirada echada para adentro. Continuaba en conexión con su walkman y atacando —a muela limpia— la goma de mascar, pero se notaba muy preocupado.
 
«Peligro... Peligro... Peligro...», se decía, sin saber qué hacer.

 Ya habían transcurrido tres días; a «la semana próxima» sólo le restaban cuatro para presentarse y él —Quelo— prisionero de un secreto que sin dudas estaba relacionado con enemigos de Alamares.

Con enemigos internacionales que festejaban por anticipado el terremoto que iba a producirse. Con enemigos que saboreaban la destrucción de todo y de todos por esos pagos. De lo contrario —pensaba Quelo— ¿por qué no alertaron todavía a las autoridades acerca de la inminencia de semejante fenómeno? Malditos invasores... 

Las uñas de Quelo se redujeron a su mínima expresión en los días que siguieron y poniendo un pretexto cualquiera renunció a su empleo. 

Nadie le pidió explicaciones. Si sólo trabajaba para acumular ropa, casetes y chicles...

Faltaban apenas dos días para que el tremebundo secreto que tanto le pesaba se hiciera realidad en Alamares, cuando el muchacho no lo aguantó más y les contó a sus padres lo que callaba. 

En Alamares, las horas de la siesta eran tan calurosas que exponerse a ellas significaba correr el riesgo de derretirse. También, los cerebros de los alamarenses se recalentaban entonces. 

De otro modo, no se explica cómo a pesar de considerarlo un muchacho «rarito», la mayoría dio crédito a sus palabras, que con la celeridad de un rayo se propagaron de norte a sur, de este a oeste del pueblo no bien la mamá de Quelo (a las tres de la tarde del mismo día en que su hijo se lo dijera) lanzó a correr el rumor de que cuarenta y ocho horas más y un terremoto asolaría la localidad... y que el laboratorio de investigaciones científicas estaba tomado por monstruos de otras galaxias... y que ellos hablan programado el desastre... y que apenas si contaban con el tiempo imprescindible como para empacar algunas pertenencias y largarse de allí, antes de que se produjera la catástrofe. 

Este rumor se difundió con la contundencia de una gigantesca bola de nieve y congeló todos los razonamientos, a pesar de las altas temperaturas.
 
Entretanto, los investigadores del laboratorio —ajenos aún a los acontecimientos que se desarrollaban fuera de su predio— proseguían con la esforzada labor: habían logrado aislar, nada menos, que el microbio que causaba la peste rayada. 

La peste rayada... causante de tantas muertes en Alamares... y en el mundo entero. 

Aislar ese mortífero microbio era ya una sensacional hazaña científica.

¡Qué decir entonces de su invento para fotografiarlo y ampliar su imagen al tamaño de un poroto! 
Gracias a ello, podrían estudiarlo a fondo y pronto lograrían crear la vacuna capaz de aniquilarlo. 
Por eso, el Profesor Linares había estado tan, tan alegre la tarde del descubrimiento. Por eso había contagiado con su humor al equipo. Por eso, el Doctor Florini —consciente del incalculable valor del hallazgo de su maestro— se había entusiasmado al punto de animarse a jugar y actuar como locutor del momento en que tal noticia sería oficialmente comunicada. 

Y como jugando había anunciado —subido en un banco— aquellas palabras que se transformaron en otras en los nada fiables oídos de Quelo. 
El Doctor Florini había dicho: 

—En la próxima semana estará lista la foto de este mini microbito y ampliada como un poroto. Sean discretos. Guarden el secreto. 

Esas habían sido sus palabras. Textuales. 
La errada interpretación de Quelo corría por su cuenta. 
Lástima que —también— por la de cientos y cientos de alamarenses. 
Aterrorizados, cama y huesos de espanto, los habitantes del pueblo entero se habían dejado arrastrar —sin dudas— por la cola de un rumor. Un rumor cuyo origen estaba en el «flaco estrafalario» de la comunidad. 
¡Quelo...! Y buah.

Horas antes de que se cumpliese la hora señalada para el falsamente pronosticado terremoto, ya no quedaba casi nadie en Alamares.

Los alamarenses habían partido en disparatado éxodo, formando una multitudinaria caravana empeñada en llegar al pueblo vecino en busca de auxilio. 

Quelo y su familia, al frente del perturbado gentío. ¡Ya iban a ver esos monstruos la que les esperaba! 

Aún quedaba una hora y media para contraatacarlos en su guarida del laboratorio. Una cuadrilla especial de las fuerzas de seguridad ya había sido puesta al corriente de todo y se dirigía hacia allí, provista del armamento más sofisticado. 

Una hora y media. 
La misma durante la cual el equipo del laboratorio de investigaciones científicas —con el Profesor Linares a la cabeza— decidió abrir un breve paréntesis en su trabajo y encender la radio, tras una semana de ininterrumpida dedicación a las investigaciones acerca del microbio de la peste rayada. 
La radio —a través de todas las emisoras— difundía el mismo disco. Rayado, como la peste, informaba lo siguiente: 

«Estado de emergencia. La Gobernación de Alamares alerta a los vecinos que todavía permanezcan en nuestro pueblo. Se les reitera que deben abandonarlo cuanto antes. Invasores extragalácticos van a provocar un terremoto aquí mismo, con fines que no estamos en condiciones de evaluar. Escapen. Sálvese quien pueda. Los saluda y los ama, su gobernador.» 

Dicen que dicen que los investigadores huyeron despavoridos del laboratorio, tras escuchar la estremecedora noticia. 
Y despavoridos corrieron a través de las desiertas calles de Alamares, hasta alcanzar el último grupo de la caravana que abandonaba el pueblo.

Cuento: Dicen que dicen 

(Por Elsa Bornemann)

miércoles, 6 de septiembre de 2017

De La Antigua China: Moralejas


‘La sospecha’
Una vez, un hombre perdió una de sus herramientas de trabajo, y se le ocurrió que el ladrón había sido uno de los hijos de su vecino. Durante días, no podía dejar de mirar su forma de caminar, que le parecía que era la de un ladrón, y también su forma de comportarse. Al final, todo lo que hacía le parecía propio de un delincuente.

Días después, encontró sus herramientas en un camino del bosque, y desde entonces todos los gestos de su vecino le parecieron completamente normales.

¿Qué nos enseña este cuento con moraleja?

A no juzgar o acusar a las personas sin tener ninguna razón. El hijo del vecino no había sido quien le había quitado sus herramientas, pero es común caer en este error: en vez de culparnos a nosotros mismos, muchas veces buscamos la culpa en otras personas.

‘El oro’
Había una vez un hombre que ansiaba tener una pieza de oro más que nada en la vida. Un día, se vistió de gala y fue al mercado a buscar al comerciante. Al verlo, tomó una de sus piezas y salió corriendo sin pagarla. Cuando le detuvieron, le preguntaron por qué había robado la pieza de oro delante de tanta gente, cuando estaba claro que le atraparían. El hombre contestó que estaba tan cegado por el oro que para él no había nadie más alrededor.

¿Qué nos enseña este cuento con moraleja?
Que la codicia a veces no nos deja ver más allá y que destruye nuestras relaciones sociales, al impulsarnos a hacer cosas que no están bien.

‘La campana robada’
Un hombre quería robar una campana, pero era demasiado grande y pesada para transportarla. Se le ocurrió que podía quebrar el metal con un martillo y así le sería más sencillo, pero solo consiguió hacer un ruido estrepitoso contra el metal.

¿Qué nos enseña este cuento con moraleja?
Que las malas acciones se descubren pronto y que pueden sorprendernos robando o haciendo cualquier acto ilegal aunque tengamos cuidado.


¿Qué te han parecido estos cuentos con moraleja de la antigua China? Como ves, se trata de fábulas muy sencillas pensadas para hacernos reflexionar sobre temas cotidianos, por lo que son una buena forma de transmitir valores a los más pequeños. 

El Derrotero Seguro


“Si no sabes adónde vas, cualquier camino es bueno”. 

Esta es una frase famosa del sonriente gato de Alicia en el país de las Maravillas. Y es muy cierta. Desde pequeño, maestros y padres nos invitan a trazarnos un camino:  a trazarnos metas. A veces esto se vuelve como una tradición. Pero, ¿te has preguntado cuál es tu meta en la vida? ¿O en los próximos 20 años?

¿Te has preguntado por qué casi ninguno nos trazamos metas en concreto? ¿Por qué no las plasmamos con papel y lápiz? Para mí, la respuesta es muy sencilla: cuando nos planteamos una meta, lo hacemos como “soñando”, pensamos que nuestra gran meta es demasiado alta para lograrla… y nos desinflamos rápido en el intento. Y sí, es importantísimo soñar, pero también visualizar el trayecto, repasarlo en nuestra mente, buscar y seguir soñando en estrategias, caminos, atajos… y finalmente hacerlo.

Si nos trazamos metas extraordinarias, como “ser dueño de mi propia empresa multinacional”, puede que inmediatamente una vocecita dentro nos desinfle y diga: eso no va a pasar. ¿Por dónde? ¿Cómo? ¿Con qué? Y entonces nos decimos: algún día. Y allí se estancó la historia.

El error no está en plantearse metas tan grandes, sino en el concepto que tenemos de nuestras capacidades y aptitudes. No nos hemos visto aún haciendo algo tan grande, por lo que nuestra mente no tiene registrado un éxito de esa magnitud y no “se lo cree”. Eso no quiere decir que debamos ponernos metas demasiado fáciles, porque sería hacer trampa.

Los pasos para trazarse metas van de esta manera:
-Fijar una gran meta: que sea grande, aunque nos cueste vernos aún en ella. Hay que verla. Seguramente cuando lleguemos, podremos trazarnos una mayor.

-Fijar metas medianas: esas que representan reto y trabajo para nosotros, pero que posiblemente son más fáciles de visualizar. Al irlas cumpliendo poco a poco, estaremos mucho más cerca de la Gran Meta.

-Fijar pasos específicos y simples para lograr esas metas: Ponernos tiempos y acciones.
Regresemos al ejemplo de la multinacional. Se trata de la gran meta. Dividámosla en metas medianas: la preparación (¿Ya la tengo? ¿La necesito?). Esa sería una buena meta mediana: terminar mis estudios en administración de empresas. ¿Puedo hacerlo? Sí, podría. Requerirá de sacrificios, tiempo, desvelos y estudio, pero si estoy dispuesto a darlo, claro que sí puedo.

Cuando vamos desglosando las acciones para lograr nuestra meta mediana, las preguntas claves son: ¿Soy capaz de hacer esto? ¿Puedo hacerlo? Y seguramente la respuesta será: Sí puedo. Paso a paso, sin perder de vista la meta mediana y, a su vez, la gran meta.

Si vamos viéndonos triunfar y conseguir cada vez más metas, nuestro autoconcepto crecerá y será más fácil seguir adelante. Cualquier trayecto, por muy largo que sea, se inicia con el primer paso.



A Contrapelo



El flamante secretario del Pensamiento Nacional citó al filósofo alemán Walter Benjamin y propuso "leer lo que no se ha leído, escuchar las voces de los que no tuvieron la posibilidad de ser escuchados".

El filósofo y flamante secretario del Pensamiento Nacional, Ricardo Forster, aseguró este viernes "hoy lo nacional es una gran provocación al poder global neoliberal" al reivindicar la propuesta que desarrollará desde esa función y ante las reacciones que se conocieron en las últimas horas.

Forster ofreció anoche una charla en la Universidad Nacional del Comahue, en Neuquén, y en dialogo con la agencia Télam dijo que "hoy lo nacional, y sobre todo desde América Latina, es un gran desafío, es una gran provocación al poder global neoliberal".

"Colocarlo en esa dimensión, resignificarlo, implica justamente mirarlo desde otro lugar y eso supone que también podamos ver hacia atrás", señaló.

"Como diría un filósofo que siempre me interesó mucho que es Walter Benjamin, -agregó- pasarle a la historia el cepillo a contrapelo, es decir leer lo que no se ha leído, escuchar las voces de los que no tuvieron la posibilidad de ser escuchados, hacer la historia de los vencidos y por supuesto leer la compleja trama de la cultura de la lengua y las tradiciones argentinas y latinoamericanas".

Forster puntualizó, al opinar acerca de las reacciones que generó su designación al frente de la secretaría del Pensamiento Nacional, que "los medios son como una fábrica permanente de –entre comillas- novedades, buscarán rápidamente alguna otra cosa en la que cebarse y multiplicar en muchos casos una mirada muy brutal, muy prejuiciosa".

"Supongo que también vendrán días intensos pero los pongo dentro de lo que valoro de esta época, porque para que ésta época haya generado a veces estas intemperancias, este nivel de violencia retórica importante en algunos sectores, significa que también está cargada de contenido, de desafío, que se han tocado cosas que en la Argentina parecía que ya nadie podía tocar", afirmó. 

Dijo que "también pasa en el plano de las ideas que se han podido revitalizar, tradiciones políticas que parecía que ya no iban a tener más lugar en nuestra historia".

"Supongo que eso genera en muchos casos este tipo de respuesta, así que no está mal que se genere, no la respuesta horrible, violenta, sino la puesta en evidencia de una sociedad que discute, que disputa, porque dentro de la sociedad democrática hay distintas visiones, distintos intereses, y por lo tanto la diversidad y la conflictividad son parte de la vida democrática y la enriquecen también", señaló.

Destacó el encuentro celebrado anoche en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue, al que asistieron docentes, investigadores de las ciencias sociales para "ver de qué manera se van construyendo redes, foros, intercambios en este mundo tan complejo y rico de las universidades públicas".

"Cuando hoy decimos lo nacional, no estamos pensando en el nacionalismo de los años `20 o `30, sino que estamos pensando en el contexto de una sociedad global, que ha tendido a homogeneizar culturas, a pasteurizarlas y que ha avanzado desde una lógica corporativa que todo lo pone en el mismo plano y va como vaciando el concepto mismo de soberanía".


Descripción: https://www.minutouno.com/_post/minutouno/count.php?idNota=325361


Los Mundos De Al Lado


La invención de la imprenta y el inicio de la era Gutenberg son antecedentes útiles para comprender el alcance y la magnitud de Internet, ese invento creado para la comunicación militar de Estados Unidos durante la Guerra Fría que ahora domina nuestras vidas. Con la llegada de la imprenta sucedió algo muy importante: se acabó con el monopolio del conocimiento.

Hasta ese momento, el poder estaba en manos de aquellos que tenían acceso a la cultura escrita, una clase dirigente cuyo dominio se basaba en el analfabetismo y la ignorancia de la mayoría, incluso sobre textos sagrados como la Biblia. Años después de esta revolución, Lutero inició su reforma, un movimiento que acabó con el concepto del poder único.

Lo mismo ha ocurrido con Internet en nuestro tiempo. Resultó tan fascinante que empezamos a descubrir, uno tras otro, los capítulos pendientes en la comunicación humana y la Red se convirtió en la panacea de la libertad personal. Y así, sobre el imperio que se ha ido construyendo con el software inventado por Bill Gates y los suyos, la batalla tecnológica y estética de Apple y el intento de Steve Jobs por convertirse en un dictador en su compañía, hemos creado un mundo donde a lomos de Facebook, Twitter, Instagram y el resto de las redes sociales se ha producido una contrarreforma que se refleja en el rechazo a la estructura política y social que gobierna el planeta.

La gran contradicción es que la Red fue en sus orígenes un invento impulsado con dinero público que un grupo de jóvenes brillantes, desde los Zuckerberg hasta los Gates, aprovecharon para imponer —según la doctrina política y social de Estados Unidos— el sacrosanto ejercicio de la libertad mediante la inviolabilidad de las comunicaciones humanas.

Pero existen otros jugadores que están en esta guerra, no solo ideológica sino profesionalmente. Me refiero a los tres únicos países que pueden interrumpir el flujo de Internet. El primero es China, que ha conseguido crear casi una Administración paralela, de forma que cada avance tecnológico sea usado como un elemento de control social y cohesión militar.

El segundo es Israel que, desde que recluta a sus jóvenes hackers en el mundo de los videojuegos, ha desarrollado toda una industria cuyo único propósito es la defensa y ha sido capaz no solo de desarrollar los más eficaces cortafuegos en las comunicaciones, sino también los mejores ataques cibernéticos. Finalmente, está Rusia, que utiliza la Red como una prolongación más de sus sistemas militares o de inteligencia, usando a los hackers como agentes capaces de comprar todo lo necesario en la parte oscura del mundo flat de Internet.

En Estados Unidos, intentar abrir el iPhone de un terrorista para tratar de obtener información acerca de un atentado en San Bernardino, California, es una batalla legal de primer orden porque el sistema, lejos de usar los avances tecnológicos como un elemento defensivo, los emplea, incluso a riesgo de vulnerar sus propias leyes porque la esencia del sistema es defender la libertad individual.

Para China, Rusia e Israel el problema es que el uso de la tecnología está directamente al servicio del Estado y de sus objetivos cívicos y militares. No hay ningún intermediario, no hay complejos, no hay leyes, no hay nada.

Sabido es que con un simple ordenador pueden apagarse todos los semáforos al mismo tiempo o anular el funcionamiento de los aeropuertos de un país. Estamos en manos del software y es muy importante saber que, más allá de la cooperación con los gobiernos del mundo libre, hay alguien que controla la irrupción y desarrollo de esas armas de destrucción masiva que han transformado el mundo a partir de la creación de Internet.

Estados Unidos fuerza sus leyes cada vez que intenta usar el sistema en beneficio propio porque está alterando elementos constitucionales de primer orden. China, Rusia e Israel, por el contrario, no tienen ese problema, que nos conduce a una guerra vergonzosa, una guerra oculta desde el lado libre, y una guerra plena sin complejos y sin inhibiciones desde el lado del mundo considerado como el menos democrático.


Sintiendo La Inspiración


¿Cuántos momentos al día permitimos que cada mundo de las partes de nuestro cuerpo se perciba y se sienta?

El trabajo de la famosa meditación de las partes del cuerpo llega a proporcionarnos ese placer. Es la excusa perfecta para permitir que esos mundos se sientan atendidos, valorados y preciados por lo que son.

¿Puedes imaginar lo que es llegar a sentir que alguien te regale un espacio para sentirte y descubrirte?
Créanme, es un regalo más poderoso que una alianza de compromiso, pues ¿puede haber algo más bello que el compromiso de conceder este momento, el presente, aquí y ahora, para ti.

Otro rasgo a tener en cuenta, es la diferencia entre mundos y fronteras. La llamada tierra de nadie. Para comprender es necesario tomar cada detalle y los puntos de unión o separación son realmente imprescindibles. Nuestras articulaciones, como la palabra dice, articulan. Crean movilidad entre mundos, sin ellas los mundos no podrían tener movimiento ni experimentar cambios. ¿Habías sido consciente de que todo lo que mueve en tu cuerpo, mano, dedos, brazos, cabeza, torso, piernas, pies, etc; es una zona de inmovilidad? Si no fuera por los puntos en los que hay un punto de encuentro entre los huesos, seríamos un bloque. El espacio vacío entre mundos llenos, crea la capacidad de articulación tanto entre ellos como de forma independiente.

 Personalmente es un hecho que me fascina. Mundos independientes unidos por un territorio que ofrece su presencia al servicio constante del movimiento de dichos mundos.

 Es muy curioso cuando decimos por ejemplo, me duele la rodilla. Bajo esta visión yo diría, la vida de la rodilla está doliendo. ¿Qué tipo de conflicto hay entre la pierna y la entrepierna? ¿Qué tipo de circunstancia provoca la “manifestación” y la “protesta”?.

¿Cómo puedo sentir la conexión continua entre los mundos que me forman?
¿Qué sentido tiene el fluir en la vida? Sabemos que es algo necesario porque todos lo dicen pero ¿por qué?

Voy a acercarte a otro juego para llegar a la comprensión. ¿Alguna vez has tenido ante ti uno de estos cuadernos con una hoja llena de puntos?

En un principio esos puntos no se entienden, y creemos que no tiene sentido observar un montón de puntos puestos en un desorden caótico. ¿Pero qué ocurre cuando vas conectando un punto con otro? 

De pronto un lápiz comienza con un trazo continuo a unir puntos. Al finalizar todo se hace más claro. Esos puntos tenían relación entre ellos, sólo que no los habíamos tomado como conjunto interconectado.
Por sí solos son un caos, pero cuando algo los une, se convierte en algo armonioso que adquiere sentido.

Al igual que las estrellas en el firmamento ocupan una posición pero articulan un movimiento constante guardando una relación; nosotros podemos sintonizar con la frecuencia del movimiento constante articulado unificador.

Cuando la pretensión desaparece, y dejas de mirar sino que te permites penetrar en ese mundo, despareciendo, desintegrándote para formar parte de él…. Aparece el más bello de los insospechados mundos.

¡Una figura sale del cuadro!

¿Pero dónde estás tú en ese momento? ¿Lo has observado alguna vez?

Te podría asegurar que eres más parte de ese ser saliendo de ese papel que de tu propio cuerpo.

Es una bella experiencia de lo que es la quietud en la continuidad de la conectividad entre mundos.
Cuando todo cobra la viveza y armonía del puro estado de ser, comienza la desintegración y la fusión. Al aparecer la luz y formar parte de ella, tus mundos se desintegran de forma que se hace presente el lugar donde esa luz se crea.


martes, 5 de septiembre de 2017

Cuando Algo No Nos Gusta



"Ya no soportaré más algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere.

No tengo paciencia para el cinismo, las críticas excesivas y exigencias de cualquier naturaleza. Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme.

Ya no dedicaré ni un minuto a quien me miente o quiere manipularme. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. No tolero la erudición selectiva y la altivez académica.

No me mezclaré más con el gentío o la chusma. No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo diverso y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible.
En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición.  No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar. Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales. 

Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no la merece…"
Meryl Streep, texto adaptado por genial. Gurú

Hay ciertas etapas en nuestras vidas en las que fingir para ser aceptado socialmente comienza a carecer de sentido. Sonreír cuando no nos apetece, intentar caer bien a todo el mundo y procurar ser perfectos resulta bastante agotador, además de ser desesperante.

No todo está bien ni siempre estamos a gusto, pero parece que estamos obligados a ser personas alegres, felices y tolerantes con cualquier cosa en todo momento. Fingir es doloroso, ya es hora de nos demos cuenta.

Solemos fingir que todo está bien aunque no lo esté cuando en realidad no tenemos razones para estar siempre felices y contentos. Hay circunstancias complicadas que requieren de emociones negativas como la tristeza o el enfado.
El hecho de que sean negativas no quiere decir que no sean sanas. Es decir, ¿no es normal sentir tristeza cuando te han roto el corazón o cuando un familiar enferma?

No hay nada más doloroso que intentar aparentar estar bien cuando algo nos está lastimando por dentro. Esto acaba volviéndose en nuestra contra, pues acabamos metiéndonos en una espiral que nos absorbe y nos aprieta el alma.

Por esta razón, es necesario que nos deshagamos de la obligación de estar siempre perfectos y dispuestos y comencemos a mostrarnos tal y como somos. Pues, aunque sea posible engañar a lo demás, es imposible engañar a nuestra conciencia.

Aparentar ser lo que no somos nos acaba generando malestar y hasta dolencias como la depresión, la ansiedad, la fatiga, la lentitud, la desesperanza, la fatiga, el insomnio, la irritabilidad…


Extendiendo La Mano


La amistad es uno de los valores más importantes que tenemos los seres humanos. Esa conexión tan especial y única hace que los días sean siempre mejores y que ante cada golpe que la vida misma nos da, sepamos que no estamos solos, porque nuestros amigos están ahí, extendiendo su mano para ayudarnos a ponernos de pie una vez más.

De hecho, la amistad es uno de los tópicos universales. Cientos de historias se han escrito en torno a esta relación y ni hablemos de las amistades que saben transformarse en amor romántico y suscitan celos. En esa circunstancia ser amigo de alguien puede ser un auténtico castigo, ya que estás condenado a ver cómo esa persona tan especial empieza a construir una vida llena de felicidad al lado de alguien que no eres tú… pero eres su amigo y como tal sólo deseas su felicidad.

La amistad es un estado del alma que nos permite abrir las alas hacia la vida y nosotros, con nuestra propia amistad, también le enseñamos a volar a quienes nos rodean.

Los verdaderos amigos en las buenas no envidian y en las malas, acompañan.
Una gran virtud de la amistad es la capacidad de comprensión mutua.
Un amigo de verdad se queda cuando sabes quién eres realmente.
La amistad se trata de poder separarse físicamente y aún así mantenerse unidos para siempre.
No olvides que los amores van y vienen, los amigos son los que se quedan.
Los amigos también son almas gemelas.
La amistad tiene la cualidad de multiplicar la felicidad y restar las penas.
La amistad es esa magia que nos comprueba que el cariño surge del corazón sin importar la distancia.
Cada amigo es un tesoro que hay que saber guardar.
Quiero una amistad como el mar: Infinita.
Un amigo no sólo te hace reír, a veces te ayuda a llorar.
Un amigo auténtico tiene la capacidad de llegar a tu corazón en un segundo, aún si está al otro lado del planeta.
Los amigos son de esa clase de personas que defienden tu espalda y te dicen la verdad de frente.
Tener amigos es una de las bendiciones más grandes de la vida.
Los amigos se cuentan con los dedos de una sola mano, porque más vale calidad que cantidad.

Un amigo vale la pena cuando te dice la verdad, aunque no sea lo que quieres escuchar.


Opiniones


Los terroristas del ISIS son malos, nadie puede discutir eso. Y culpables de sus actos, tampoco 
admite discusión. Pero eso no quiere decir que todos los demás seamos buenos. Los asesinatos de París son crímenes espeluznantes. Pero eso no quiere decir que no haya otros criminales.

Francia es la cuna de la Ilustración y la capital del laicismo, es cierto, pero también ha sido una potencia colonial. En los países ricos hay democracia, es cierto, pero también han derrocado democracias por la fuerza, desde Chile hasta Irán, para imponer a tipos como Pinochet o el Shá de Persia. ¿Quién controla la industria farmacéutica, responsable de tantas muertes al día? ¿Quién controla la venta de armas, en la que España cada día ocupa un puesto más importante? ¿Es un embargo de alimentos o de medicamentos un acto terrorista? ¿Lo es el control de precio de las materias primas?

España es buena, sin duda, no faltaba más, pero tanto Javier Solana como José María Aznar bombardearon sin mandato de la ONU. Y si a eso vamos, ¿el famoso mandato de la OTAN es una patente de corso?

Y por cierto, ¿quién creó y financió el ISIS? Hubo un tiempo en que Estados Unidos apoyaba a cualquiera que se autoproclamara rebelde al régimen sirio. ¿Qué responsabilidad tienen en la creación y financiación del ISIS la CIA y el Mossad? ¿Era una buena idea engordar a los islamistas para quitarse de en medio a Bachar el Asad? ¿Tan buena como engordar a Saddam Hussein para quitarse de en medio a Jomeini? ¿Tan buena como engordar a Bin Laden para quitarse de en medio a la Unión Soviética en Afganistán? ¿Seguimos? ¿Tenemos más buenas ideas, mejores todavía, a punto de surgir de nuestras cabezas pensantes?

Lo que quiero decir con estas preguntas es: ¿todo el problema se reduce a un grupo de chiflados sedientos de sangre sin más instigación que su ciega fe en Alá? Son efectivamente un grupo de chiflados, etc., pero ver sólo eso es un poco miope. Y por lo tanto, poco efectivo.

Un día antes de los atentados en París, hubo también dos atentados del ISIS en Beirut que causaron 40 muertos y más de 200 heridos. No salió en portada, nadie aseguró cariacontecido que “hoy todos somos libaneses”, en su perfil en redes sociales nadie puso una bandera libanesa con un crespón negro. Si a nosotros, que somos buenos, unos muertos nos importan más que otros, ¿por qué ellos, los malos y terroristas, no iban a proceder igual?

Desde luego que, frente al terrorismo, hace falta una reacción policial, quizá también militar, pero no sólo eso. También tendremos que mirar qué es lo que hemos hecho y hacemos, y qué es lo que vamos a hacer. Para eso, no basta con dejar hablar a los políticos: habrá que preguntarles a las empresas de armas, a las petroleras, a las farmacéuticas, a los bancos, a los servicios secretos. A los que deciden, en otras palabras. Preguntemos a nuestros propios malos. Porque buenas palabras las tienen también los malos (o quien las pronuncie en su lugar).

De momento, Hollande ya ha tirado bombas, ha dicho que esto es la guerra y ha pedido una alianza o cruzada contra el enemigo común. No es venganza, dice nuestro ministro. No ni poc, dirían en Piles.
Rajoy también ha hecho lo mismo, pedir unidad contra el terrorismo, salvo que el terrorismo actúe, por ejemplo, en Beirut, cosa que al parecer tiene mucha menos importancia y no requiere que se una nadie.

Si nosotros tenemos que unirnos en la guerra contra el terrorismo islámico, ¿qué tendrán que hacer las víctimas de los bombardeos de Estados Unidos, como el del hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán, a principios de octubre?

Como dice Marco Aurelio (y repito con demasiada frecuencia): “La mejor manera de defenderte es no parecerte a ellos” (Meditaciones, VI, 6).

Mi pregunta a todos nosotros, los buenos, las víctimas, es: ¿intentamos no parecernos a ellos, los malos, los terroristas, no en las palabras, sino en los hechos? ¿O de nuestros hechos sólo son responsables también unos cuantos chiflados sedientos de sangre, instigados por su ciega fe en el beneficio empresarial, etc.?


Superación


Muchas veces pensamos por cosas que nos pasan de forma repentina e inesperada, que hemos perdido todo y que nada tiene sentido, por lo que caemos en tristeza, falta de superación, depresión y desmotivación, para ello es bueno leer frases de superación personal que nos ayuden en esos momentos un poco difíciles a ver la vida de otro color y vivirla de otra manera.

“Aquello que habita en el pasado y aquello que habita en el futuro es sólo una pequeña cosa comparado con aquello que habita dentro de nosotros”
Autor: Ralph Waldo Emerson

“Sólo una cosa convierte en imposible un sueño: el miedo a fracasar.”                  
 Autor: Paulo Coelho

“Una persona no puede directamente escoger sus circunstancias, pero si puede escoger sus pensamientos e indirectamente y con seguridad darle forma a sus circunstancias.” 
Autor: James Allen

“La vida es una oportunidad, benefíciate de ella. La vida es belleza, admírala. La vida es un sueño, alcánzalo. La vida es un desafío, enfréntalo, La vida es un  juego,   juégalo.” 
Autor: Madre Teresa

“Los días más perdidos de tu vida son los que no has sonreído.”
 Autor: Cummings

“Para que los cambios tengan un valor verdadero deben ser consistentes y duraderos.” 
Autor: Anthony Robbins

“Si no existiera el invierno, la primavera no sería placentera, y si no pasamos por la adversidad la prosperidad no sería bienvenida.”   
Autor: Anne Bradstreet

“Nunca es demasiado tarde para ser la persona que podrías haber sido”  
Autor: George Eliot  

“Un tulipán no trata de impresionar a nadie. No se esfuerza en ser diferente de una rosa. No tiene que hacerlo. Es diferente. Y hay sitio en el jardín para cada una de las flores” 
Autor: Marianne Williamson

“Cuando una puerta de felicidad se cierra, otra se abre. Pero con frecuencia miramos tanto a la puerta cerrada que no somos capaces de ver la puerta que se ha abierto frente a nosotros” 
Autor: Hellen Keller


Convicciones


Una vez un monje oriental vio cómo un alacrán se estaba ahogando. Decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán le picó. Ante el dolor lo soltó dejándolo caer y nuevamente el animal comenzó a hundirse… entonces intentó sacarlo y otra vez lo volvió a picar. 

La escena se repitió varias veces: Sacarlo del agua, ser picado y soltarlo.

Alguien que observaba, le dijo: “¡Por qué es tan testarudo! ¿No entiende que cada vez que lo saque del agua lo va a picar?”

Entonces el monje le respondió: “La naturaleza del alacrán, es picar… no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudar”

Para tener un carácter consolidado hay que vencer los miedos, porque el miedo no permite que asumamos riesgos, y la auténtica manera de vivir es arriesgándose en cada momento y cada vez que tomamos nuestras propias decisiones.

Una persona posee un carácter firme cuando en su vida se mantiene fiel a unos principios personales, cuando está seguro con sus convicciones, y sobre todo cuando es capaz de dominarse y controlar sus impulsos. Una persona con carácter también tiene miedos, la diferencia radica en la forma en que se enfrenta a ellos. No se aleja ni se paraliza, asume las situaciones de riesgo con audacia y firmeza, tratando de resolverlas adecuadamente sin desmoronarse ante la adversidad.

Vivir no es sencillo. El mundo puede ser maravilloso, pero también puede ser cruel.

Mantener fuerte nuestro carácter, nos permite aceptar las cosas como son, no como uno quiere que sean. Nos ayuda a alejarnos de personas débiles que jamás se comprometen, y cuyo ego negocia con todo a su alrededor porque todo tiene precio o valor.

“La meta no es poseer sino dar, no es tener sino ser, no controlar sino compartir, no someter sino estar de acuerdo” Rabino Abraham Joshua Heschel


lunes, 4 de septiembre de 2017

Mente Abierta


Las personas que no poseen apertura mental son poco o nada flexibles y les asusta demasiado el cambio, pues tienen miedo a lo desconocido. No tienen la habilidad para cambiar de opinión y aceptar las ideas de otros. En otras palabras, como popularmente se dice, son muy “cerrados”, o “estructurados”.

“Los hombres no son prisioneros del destino, sino prisioneros de su propia mente.”
-Franklin D. Roosevelt-

Cómo potenciar y conseguir una mente abierta
Si queremos aprovechar al máximo nuestro potencial de éxito en las relaciones personales, en los negocios y en la vida en general, es importante tener una mente abierta, flexible, desestructurada. Lo mejor es no limitarse a sí mismo; hay infinidad de cosas que se pueden hacer y lograr si abrimos nuestros ojos al mundo y a las cosas que están a nuestro alcance.

Es muy común que estemos amoldados a unos hábitos, a una rutina, y solo veamos las cosas en blanco o negro porque estamos “cómodos” con nuestra forma de pensar. Sin embargo, el mundo está lleno de colores, de matices, y las posibilidades son infinitas. Pero claro, abrirnos a un mundo desconocido resulta todo un desafío y a veces genera temor.

Si tenemos apertura mental ante todas las posibilidades, veremos que la vida es mucho más de lo que creemos y que las oportunidades realmente son abundantes en todos los sentidos.

Consejos para alcanzar la apertura mental
Tenemos que aprender a pensar diferente, siguiendo estos consejos:

Cuestionar las cosas un poco más. ¿Quién dijo que hay que aceptar las cosas tal como te las presentan el sistema y los demás? Si algo te confunde o no encaja, no dudes en cuestionarlo.
Aprender a pensar más allá de lo que está delante de uno. Es necesario comprender que todo está conectado y tu poder para anticipar y pensar en el futuro puede ayudarte enormemente.
No tener miedo a equivocarse. Es muy bueno arriesgar de vez en cuando. Si tienes una excesiva autoexigencia o demasiado miedo a cometer errores, nunca harás nada.
Permitir que otras personas nos sirvan de inspiración. La apertura mental está muy relacionada con la humildad, pues quien cree saberlo todo nunca podrá aprender de los demás y no será capaz de replantearse o cuestionar sus ideas o creencias.

En resumen, es necesario pensar diferente para liberarse de las propias limitaciones. Las personas de mente abierta tienen más posibilidades de alcanzar todo su potencial en la vida porque arriesgan, se atreven, exploran, no se quedan con la opción más fácil.

Las personas con apertura mental son buscadores incansables, inconformistas en el buen sentido de la palabra y siempre están dispuestos a aprender de todos y de todo. Recordemos que la mayoría de los avances y logros alcanzados por la humanidad han sido llevados a cabo por personas que tenían la fortaleza de una mente abierta, cuestionadora y sin límites. 
“El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.”
-Gilbert Keith Chesterton-

domingo, 3 de septiembre de 2017

Los “Otros” Que Siempre Están Cerca



todo el mundo le gusta que le reconozcan por su trabajo, que lo respeten, que lo traten ‘como gente’.
Y sin embargo, no todos tratan como personas a quienes desempeñan trabajos humildes como tales. Un simple test a los lectores: ¿Saludan ustedes con cortesía (similar a la que emplean con los profesionales con los que interactúan) a los empleados de limpieza o vigilantes en su trabajo? Yo he comprobado que, al menos para algunos, estas personas son de facto invisibles para muchos…

Más aún, ¿saludan igual a los que les cuidan o limpian su vehículo, o les piden una limosna en la calle? ¿Tiene entre sus amigos a alguien de una clase social “diferente”?, ¿lo invita a su casa? 

Leo en un artículo de Marco Barboza, citando a J. Cotler, un dato impresionante: En 1966, de 499 entrevistados en seis comunidades indígenas y en una hacienda del departamento del Cusco, el 52 % se encontraba de acuerdo con la afirmación “los indios han nacido para servir y obedecer al misti”. Lo que no nos dice la encuesta es qué porcentaje de los ‘mistis’ pensaban lo mismo. 

Probablemente cerca del 100 %. ¿Y hoy día? Entre los indígenas, probablemente el porcentaje de los que se sienten inferiores a los blancos habrá bajado a niveles insignificantes, pero entre los miembros de los sectores más acomodados, no estoy tan seguro que los porcentajes hayan bajado tanto. Nada más hay que ver las expresiones racistas y clasistas que se escapan a algunas gentes, escudadas tras el anonimato del Twitter o del Facebook, o en inopinadas diatribas callejeras.

“El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”, decía K. Marx. Efectivamente, si evaluamos las causas profundas de muchos conflictos sociales vemos que no solo se reducen a un tema económico: la falta de consideración y respeto provocan resentimiento, desconfianza y hasta odio, lo que hace muy difícil luego llegar a cualquier negociación y acuerdo.

Creo que un poco más de respeto en nuestras relaciones cotidianas ayudaría sin duda mucho a la paz social y al bienestar de la sociedad.


viernes, 1 de septiembre de 2017

Competencia Solidaria


La persona que desea superarse a sí misma es la que, por ejemplo, quiere obtener calificaciones académicas mejores que las que ha logrado hasta ahora, o desea hacer su trabajo de un modo más eficiente.

Por otra parte, la persona que desea superar a las demás es la que, por ejemplo, quiere obtener mejores calificaciones académicas que su amigo o lograr que se le declare "Trabajador del Año" en su empresa.

Ambos tipos de ambición pueden ser útiles en diferentes contextos. Pero P. Marijn Poortvliet, de la Universidad de Tilburgo en los Países Bajos, y Céline Darnon, de la Universidad de Clermont en Francia, se interesan más por el contexto social de estas ambiciones y por cómo afectan a nuestras relaciones con las personas de nuestro entorno.

Poortvliet y Darnon se han centrado en el intercambio de información, y si la persona con ambiciones es abierta y honesta cuando trabaja en equipo con otras.

Y lo que se ha constatado en este estudio es que quienes buscan superar a los demás tienden a ser más embusteros y más reacios a compartir información con sus compañeros de trabajo, tanto en el laboratorio como en las oficinas del mundo real que Poortvliet ha estudiado. La razón es bastante obvia: cuando el rival comete errores aumentan las probabilidades de vencerle. 

Las relaciones personales de esta clase de gente, empeñada en competir siempre con los demás, tenderán por tanto a deteriorarse.

Por otro lado, las personas que intentan autosuperarse son bastante abiertas y dispuestas a ayudar a la gente de su entorno, ya que buscan superarse a sí mismas, no a los demás. Y por otra parte, dependiendo del contexto en que traten de autosuperarse, puede que ello pase por ser más cooperativas con sus semejantes. Esto puede ayudar a mejorar el ambiente de trabajo. Por todo ello, las relaciones personales de quienes quieren autosuperarse tendrán más probabilidades de ser buenas. 

Un ejemplo de esto último, desvelado por estudios anteriores, es que la gente con estas metas de autosuperación están más dispuestas a escuchar las opiniones, valoraciones y propuestas de los demás, mientras que las personas que quieren superar a las demás optan mayormente por asumir que siempre tienen la razón y que son los otros quienes se equivocan.

Pese a todo, no siempre es malo ser competitivo. Por ejemplo, para quien aspira a ser campeón olímpico, es bueno querer autosuperarse, pero sobre todo tiene que superar a los demás.


Estar Siempre Bien Dispuestos


De pronto, y sin que sepas muy bien cómo, el universo entero parece hilar sus dedos artesanos para traerte cosas buenas, aquello que esperabas, aquello que sin duda mereces y que tu propia esperanza había dado por perdida.

¿Por qué no? Algunos lo llaman suerte, otros designios, unos pocos hablan de ley de la atracción, pero en realidad… ¿Quién puede negarte que tu esfuerzo, dedicación y voluntad haya tejido su propia cuerda para que al final de la misma se hallara aquello que esperabas?

“Las cosas buenas llegan a quien sabe esperar y a quien disfruta por fin de esa suerte que se ha ocupado en forjar jornada tras jornada. Es el destino, es la oportunidad y la fuerza interior de uno mismo conjugadas para traernos las cosas maravillosas que dan vida a nuestro corazón”

Si eres una persona que suele ver con gran escepticismo eso “de que las cosas buenas llegan de improviso si uno sabe esperar”, merece la pena que reflexiones con nosotros sobre estos sencillos aspectos. La magia, la suerte, la providencia y  las cosas hermosas de la vida están a la vuelta de muchas de nuestras esquinas. Solo hay que sabe doblarlas, saber recorrer el camino con la mente abierta y el corazón dispuesto.

Como puedes intuir hay muy poco de magia en estos conceptos. Tampoco es una idea sacada a la fuerza de los manuales de autoayuda con los cuales, vender un slogan vacío.

La creencia en uno mismo mueve montañas y es nuestra auténtica fuerza vital. ¿La tienes tú? Te invitamos a poner en práctica estos sencillos consejos para permitir que las cosas buenas, lleguen a tu vida con la sutileza de quien por fin, ve el amanecer en su vida.