“Si no sabes adónde vas, cualquier camino es bueno”.
Esta es
una frase famosa del sonriente gato de Alicia en el país de las Maravillas.
Y es muy cierta. Desde pequeño, maestros y padres nos invitan a trazarnos un
camino: a trazarnos metas. A veces esto se vuelve como una tradición.
Pero, ¿te has preguntado cuál es tu meta en la vida? ¿O en los próximos 20
años?
¿Te has preguntado por qué casi ninguno nos trazamos metas
en concreto? ¿Por qué no las plasmamos con papel y lápiz? Para mí, la respuesta
es muy sencilla: cuando nos planteamos una meta, lo hacemos como “soñando”,
pensamos que nuestra gran meta es demasiado alta para lograrla… y nos
desinflamos rápido en el intento. Y sí, es importantísimo soñar, pero también
visualizar el trayecto, repasarlo en nuestra mente, buscar y seguir soñando en
estrategias, caminos, atajos… y finalmente hacerlo.
Si nos trazamos metas extraordinarias, como “ser dueño de mi
propia empresa multinacional”, puede que inmediatamente una vocecita dentro nos
desinfle y diga: eso no va a pasar. ¿Por dónde? ¿Cómo? ¿Con qué? Y entonces nos
decimos: algún día. Y allí se estancó la historia.
El error no está en plantearse metas tan grandes, sino en el
concepto que tenemos de nuestras capacidades y aptitudes. No nos hemos visto
aún haciendo algo tan grande, por lo que nuestra mente no tiene registrado un
éxito de esa magnitud y no “se lo cree”. Eso no quiere decir que debamos
ponernos metas demasiado fáciles, porque sería hacer trampa.
Los pasos para trazarse metas van de esta manera:
-Fijar una gran meta: que sea grande, aunque nos cueste
vernos aún en ella. Hay que verla. Seguramente cuando lleguemos, podremos
trazarnos una mayor.
-Fijar metas medianas: esas que representan reto y trabajo
para nosotros, pero que posiblemente son más fáciles de visualizar. Al irlas
cumpliendo poco a poco, estaremos mucho más cerca de la Gran Meta.
-Fijar pasos específicos y simples para lograr esas metas:
Ponernos tiempos y acciones.
Regresemos al ejemplo de la multinacional. Se trata de la
gran meta. Dividámosla en metas medianas: la preparación (¿Ya la tengo? ¿La
necesito?). Esa sería una buena meta mediana: terminar mis estudios en
administración de empresas. ¿Puedo hacerlo? Sí, podría. Requerirá de
sacrificios, tiempo, desvelos y estudio, pero si estoy dispuesto a darlo, claro
que sí puedo.
Cuando vamos desglosando las acciones para lograr nuestra
meta mediana, las preguntas claves son: ¿Soy capaz de hacer esto? ¿Puedo
hacerlo? Y seguramente la respuesta será: Sí puedo. Paso a paso, sin perder de
vista la meta mediana y, a su vez, la gran meta.
Si vamos viéndonos triunfar y conseguir cada vez más metas,
nuestro autoconcepto crecerá y será más fácil seguir adelante. Cualquier
trayecto, por muy largo que sea, se inicia con el primer paso.
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