domingo, 17 de septiembre de 2017

Identidad


Construir la esencia de nuestra identidad resulta cada vez más complejo, al vivir en el mundo de la sobreinformación, donde los estímulos y mensajes contradictorios son constantes.

Para no sobrecargarnos de información disponemos del mecanismo de defensa de la introyección, que consiste en la incorporación automática de aquello que recibimos del entorno, sin que haya ningún tipo de criterio personal.

La introyección es algo que en mayor o menor grado todos estamos expuestos a experimentar, de hecho en cierta medida es necesario, como ahora veremos; el problema recae cuando este mecanismo se apodera de nosotros.

En nuestro día a día para integrarnos en sociedad estamos expuestos continuamente a acatar normas, leyes, comportamientos, ideas, creencias y patrones de conducta. Desde que somos niños nos han ido inundando con toda clase de estos elementos.

Ya en un entorno familiar hemos recibido mensajes de todo tipo, que a día de hoy, resuenan en nuestras cabezas y cuando no acatamos estos mensajes nos sentimos culpables.

Hemos integrado mensajes transformados en mandatos sin digerirlos, sin haberlos asimilado, ni haberlos pasado por nuestro propio criterio personal

Mensajes como: “Tienes que trabajar en algo importante para ser alguien en la vida”, “piensa mal y acertarás”, “los hombres no lloran”, etc.

Estos mandatos nos indican qué es lo que está bien y lo que está mal condicionando así nuestra conducta y configurando nuestra identidad.

La introyección, también es un medio para complacer a las personas que están en nuestro entorno, de forma que tiene, en principio, una función de adaptación para ser aceptados.

Cuando el mecanismo de introyección guía nuestras vidas, se vuelve peligroso para nuestra identidad. Comenzamos a perder nuestra esencia y nuestra forma propia y original de ser.

“Cuando nos perdemos en la complacencia, adoptando el papel de ser “buenos”, haciendo lo que los demás esperan de nosotros; perdemos así la capacidad de discernir entre nuestro propio mundo real (lo que queremos) y lo que ha sido impuesto por los demás”
Para no dejar que este mecanismo gobierne nuestras vidas, y acabe por construir nuestro destino en base a lo que piensan y quieren los demás, resulta imprescindible tomar conciencia.

Es un paso importante en nuestras vidas hacernos conscientes de en qué circunstancias, en qué momentos, y con qué tipo de personas tenemos la tendencia a actuar en un modo automático, sin el filtro que nos ayude a distinguir lo que forma parte de nuestros valores e identidad.

Dándonos cuenta de los mensajes que recibimos del medio sin cuestionar y sin analizar, estaremos más alerta para transformar estos mensajes en un recurso útil, pudiendo reflexionar acerca de ellos, y sacar el aprendizaje que más nos convenga.

Al cuestionar y analizar todo lo que nos viene de fuera, estamos dándonos la oportunidad de hacer elecciones más profundas y coherentes con nuestro modo de pensar, sentir y entender la vida.

Para ello resulta imprescindible asimilar y pasar por el filtro personal todo lo que aprendemos, facilitando el desarrollo y la expresión del propio ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario