La mayoría de las personas que no persiguen sueños, que no
se ilusionan o no viven con entusiasmo comparten una visión temerosa de sus
vidas, una estrategia de conservar, una política de más vale lo malo
conocido... En definitiva buscan razones, escusas, argumentos que les permita
abandonar ante el temor a sufrir. Y, posiblemente, esa actitud les genera más
dolor del que quieren evitar.
Compartiendo experiencias de que apoyándote en tus fortalezas personales, en las cosas que amas hacer, viviendo apasionado con todo ello, llegas a un punto en que vivir se convierte en algo mucho más importante que conservar la vida, un modo perfecto de ejemplificar aquel axioma que decía "si tienes un por qué encontrarás el cómo".
Todos jugamos con el umbral del dolor o del miedo. Sucede que cuando no puedes más cambias, buscas, exploras, te expones. No hace falta llegar a ese punto para decidir cambiar, para vivir la vida con entusiasmo, abierto a las sorpresas que nos esperan.
Compartiendo experiencias de que apoyándote en tus fortalezas personales, en las cosas que amas hacer, viviendo apasionado con todo ello, llegas a un punto en que vivir se convierte en algo mucho más importante que conservar la vida, un modo perfecto de ejemplificar aquel axioma que decía "si tienes un por qué encontrarás el cómo".
Todos jugamos con el umbral del dolor o del miedo. Sucede que cuando no puedes más cambias, buscas, exploras, te expones. No hace falta llegar a ese punto para decidir cambiar, para vivir la vida con entusiasmo, abierto a las sorpresas que nos esperan.
El camino pasa por marcarse pequeños retos y no cejar. Si
algo no se puede alcanzar buscar otra meta semejante que perseguir. Llenar a
diario las dos cajas de sucesos. En una para dejar las malas experiencias y
desprenderse de ellas, y en la otra ir anotando las buenas, los logros para
tenerlos todo lo presentes que podamos en cada instante de vida.
Si pretendemos vivir con ilusión debemos practicar el entusiasmo. Es imprescindible saber lo que nos gusta, lo que nos satisface, lo que nos genera placer y bienestar. Y luego debemos ser conscientes de que lo que gusta, a veces, hace sufrir.
Si pretendemos vivir con ilusión debemos practicar el entusiasmo. Es imprescindible saber lo que nos gusta, lo que nos satisface, lo que nos genera placer y bienestar. Y luego debemos ser conscientes de que lo que gusta, a veces, hace sufrir.
Entrenando la ilusión, persiguiendo nuestros sueños, profundizando en
nuestras fortalezas podemos llegar a vivir con entusiasmo, que no es más que
una característica, un rasgo, de
quienes viven habitualmente con ilusión.
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