Alcanzar un sueño, lograr una meta o conseguir un propósito
vital no siempre depende de la suerte. Los auténticos héroes tienen la maestría
de la paciencia, el doctorado en la tenacidad y la virtud de la
insistencia. Porque quien crea lo contrario se equivoca: hay que luchar por lo
que se quiere y quien no lo haga no merece lo que desea.
En la actualidad, son muchos los sociólogos y filósofos que
nos advierten de algo muy concreto: estamos inmersos en la cultura de la
falta del esfuerzo, de la ausencia de tenacidad. Para justificarlo, argumentan
que vivimos un presente regido por la gratificación inmediata, ahí donde las
redes sociales o la sociedad del consumismo nos hacen creer que existe un
camino fácil y rápido hacia el éxito.
“El 90% del
éxito se basa simplemente en insistir”
-Woody Allen-
Si bien es cierto que en una determinada época de nuestra
vida puede alimentar la creencia de que todos los sueños tienen atajos o
caminos cortos, siempre llega un instante en que la realidad nos abre los
ojos con un jarro de agua fría. Ese momento en nuestro ciclo vital es como una
inflexión, un cruce de caminos decisivo y determinante.
La tenacidad psicológica, expresada en muchas ocasiones
como resiliencia, es la mejor estrategia que podemos aplicar en
estos casos. Estamos ante una herramienta de crecimiento personal donde
confluyen múltiples procesos emocionales y cognitivos en los que invertir
tiempo y esfuerzo. Lo que de ella podemos obtener, no tiene límites. Te
proponemos profundizar en este tema tan útil como enriquecedor.
La adversidad y la tenacidad intelectual
Simon
Sinek es un escritor, motivador británico y experto en liderazgo que
expuso una serie de hechos en una entrevista sobre los Millenials (generación nacida a partir de 1984)
que se convirtió, al poco, en viral. Según este autor, nuestros
jóvenes son ese grupo poblacional brillantemente preparado a quienes se les
prometió éxito y felicidad. Sin
embargo, el actual mercado laboral dista mucho de poder dar respuesta
a estas expectativas.
La insatisfacción y la falta de un proyecto vital determinan
que los índices de depresión
sean cada vez más elevados entre todos estos chicos con edades comprendidas
entre los 20 y los 33 años.
Por otro lado, y según el propio
Simon Sinek, a ello se le suman otras dimensiones que intensifican aún más esta
realidad social y psicológica: adicción a las redes sociales, la baja
autoestima, la poca resistencia a la frustración y la falta de paciencia y
tenacidad.
Ahora bien, queda claro que hay muchas diferencias
personales entre nuestros jóvenes. Los hay perseverantes, exitosos, tenaces y
también quienes se sumen en su universo de pasividad.
Sin embargo, existe un
dato que admite poca réplica: la sociedad actual exige
ahora aptitudes distintas a las de hace solo unos años; unas aptitudes que
todos -jóvenes y
no tan jóvenes tenemos
que tener desarrolladas en alguna medida si queremos ser competitivos.
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