domingo, 5 de noviembre de 2017

El Poder De La Justicia


Inicialmente hay que destacar que no es función del Poder Judicial construir ciudadanía. 

Sin embargo, las dinámicas institucionales van trasladándole otras responsabilidades, y para ser ejercidas debidamente, ello -no siempre- importa tener que asumir experiencias de formación ciudadana. Como supuesto se podría considerar la materia electoral en la provincia de Córdoba, luego de la sanción de la ley que regula la Comisión Interpoderes de Seguimiento de Procesos Electoras (Cispe).

La formación en ciudadanía es correspondencia -como todo lo vinculado con la materia educativa- de la cartera de Educación del Ejecutivo. Y para ello se ponen en marcha en los ámbitos escolares de primer nivel y sucesivos, programas de instrucción cívica o formación ciudadana. El Poder Judicial no debe asumir responsabilidades que no le son propias, puesto que gran parte de los achaques negativos que se hacen a la institución judicial apunta a una confusión de competencias que alguna parte de la sociedad como tal puede tener.

En muchas ocasiones, una porción de la sociedad le achaca defectos a la institución judicial que no es su de responsabilidad remediar o modificar, y con ello se fortalece una imagen negativa de ella.

De la misma manera, los integrantes de otro colectivo -no numeroso pero influyente por la entidad y comunicabilidad que tiene su opinión en el resto de la sociedad civil- que conoce perfectamente cuáles son las responsabilidades de compromiso de los poderes judiciales (PPJJ), son los que denuncian que también el Poder Judicial -no se puede dejar de admitirlo- prefiere a veces no encontrar razones suficientes para involucrase en los problemas que los ciudadanos formulan,
particularmente cuando tienen relevancia política. Este grupo suele resultar influyente sea porque administra grandes capitales o porque es la clase académicamente más formada, o porque es quien forma opinión en otros grupos societarios.

De esta manera, para unos -los primeros- el Poder Judicial debería infiltrase en la totalidad de intersticios de la vida civil, y para otros -los segundos- el Poder Judicial encuentra en modo recurrente las razones que justifican su apartamiento del problema en cuestión. Y bien sabemos que el teorema de Thomas se cumple inexorablemente en ciencias sociales, y cuando los PPJJ han dejado por inadvertencia o desidia que eso así ocurra, difícilmente tengan una modificación espontánea.

Transitar el riesgo
Frente a ello, sin duda que algunas transformaciones deben intentarse ejecutar, para con ello no sólo coadyuvar a una imagen menos distorsionada del Poder Judicial, sino también para que con dicha sinergia con lo social se evidencien los naturales defectos que el Poder Judicial puede tener y no modifica, precisamente por la falta de involucramiento societario.

No se nos escapa el riesgo de transitar estos desfiladeros en altura. El solo hecho de hacerlo puede importar poner en juego el poco prestigio que la institución judicial tenga, puesto que si no resulta bien administrado el proceso de ser copartícipe el Poder Judicial de dichas instancias de formación ciudadana, la imagen un tanto devaluada que de él pueda existir será atravesada por la decepción cívica.

Mas lo que toda conducción de Poder Judicial debe tener como ponderación es saber encontrar el momento oportuno –Kairós, en griego- en el cual por condiciones ajenas a él es propicio que éste cobre notoriedad en el entramado social. Sea ello porque: (i) los otros poderes han caído en una pendiente resbaladiza irrecuperable, (ii) porque la sociedad civil requiere en una forma inusitada el involucramiento activo del Poder Judicial; o (iii) porque este propio ha alcanzado un grado de madurez institucional en el cual naturalmente es ésa la respuesta que fluye desde él.

A ello hay que sumar que para alcanzar una mejor República se hacen necesarios mejores ciudadanos y ellos sólo podrán ser en cuanto los protagonistas judiciales puedan ofrecer mayores márgenes de confianza pública. Alcanzar ésta es como argumentar sobre una institución invisible, porque nunca se conoce cuántos ladrillos se colocan mediante los comportamientos institucionales que se cumplen.

Sin embargo, se advierte sin dificultad el momento en el cual los que estuvieran amurados se derrumban porque ha devenido la pérdida de la confianza que socialmente se había depositado en dicho Poder Judicial.

Ser juez en un contexto especial
Ser juez no resulta una cuestión que se pueda hacer sin auténtica vocación, una nación socialmente conflictiva por los niveles de incumplimiento generalizado de las normas, con altos niveles de pobreza, marginalidad económica y delincuencia violenta y, por ello, con mayores porcentajes de judicialización social. A ello se suma un descreimiento en las instituciones por índices cada vez mayores de falta de transparencia institucional.

De allí que sabemos que la magistratura no es una institución republicana para ser ejercida con temores -ni a lo propio ni a lo ajeno-, con genuflexión -a cualquier poder-, con torpeza -propia de quien no es prudente-, ni con intolerancia -a todo aquello que resulta diferente-.

Por ello es que si el Poder Judicial no se encuentra como actor político en la institucionalidad de un Estado de derecho, es probable que resulte succionado, deglutido o triturado por alguno de los otros poderes. Los ciudadanos aspiran a poder contar con una Justicia que no sólo se diga independiente sino que finalmente lo sea.

Y para que esto último sea posible, es importante que la sociedad sepa que ello no se trata de una labor excluyente de los PPJJ sino que es una construcción conjunta con la ciudadanía y, por lo tanto, no es esperable dicha conquista sin que antes se actualice el compromiso cívico del que venimos hablado.


Habrá de funcionar mejor la Justicia y su administración, con ciudadanos que ejerzan políticas activas de responsabilidad cívica. Ello fortalecerá ad intra una visión más crítica del Poder Judicial, que orientará también a que se deje de pensar como un ‘poder nulo o ausente’.

La Vida De Tus Sueños


¿Qué seríamos sin sueños? Todos tenemos diferentes sueños que nos ayudan a que nuestra vida tenga un sentido… llegar a tener y ejercer la profesión que siempre hemos soñado, formar nuestra propia familia, ver crecer a nuestros hijos… ¿Qué seríamos sin sueños? Pues posiblemente barcos a a la deriva sin un rumbo fijo ni definido.

¿Qué seríamos sin sueños? Pues posiblemente no seríamos los mismos. No tendríamos ilusiones por las que vivir, todo nos daría igual. Nuestra vida sería gris y triste porque no tendríamos nada por lo que luchar. Sin sueños no tendríamos ganas de levantarnos por la mañana y empezar un nuevo día porque diríamos… ¿Y para qué? ¿Y por qué?

“La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante.”
-Paulo Coelho-

Siempre tuve sueños en mi vida…
“Siempre tuve sueños… en cierto modo se podría decir que era y sigo siendo todo un soñador. Eran mi motor y mis ganas de vivir. Hoy que han pasado muchos años y muchas cosas en mi vida, sigo protegiendo mis sueños con sumo esmero. Si no fuera por ellos, muchas veces cuando las cosas pintan feas hubiera tirado la toalla.

Porque los sueños son la luz que ilumina mi vida, el motor que me hace seguir adelante, el ingrediente principal que hace que consiga o intente conseguir mis objetivos. ¿Qué sería yo sin sueños?… Un árbol mustio, un día sin sol, un caminante solitario que camina sin rumbo…

“Si no puedes volar entonces corre, si no puedes correr entonces camina, si no puedes caminar, entonces arrástrate, pero sea lo que hagas, sigue moviéndote hacia adelante.”
-Martin Luther King-

No dejarnos rendir
De acuerdo… vale un ratito de caras tristes, unas lágrimas… pero pasado el momento, agarra tu sueño con más fuerza y sigue insistiendo… ¡el que la sigue, la consigue! No dejes las cosas pasar y luego te digas ¡podría haber sido, pero no lo intenté!

“No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
Correr los escombros y destapar el cielo.”
-Mario Benedetti-


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LA INTERACCIÓN SOCIAL


Por interacción social se entiende el lazo o vínculo que existe entre las personas y que son esenciales para el grupo, de tal manera que sin ella la sociedad no funcionaría. Para la Sociología, las relaciones sociales, los modos de interacción no se limitan al ámbito familiar o de parentesco; abarca las relaciones laborales, políticas, en los clubes deportivos, en los centros educativos, etc.

ELEMENTOS QUE COMPONEN LA INTERACCIÓN SOCIAL

1- La relación en razón del status: Es el vínculo entre las posiciones sociales, la relación de la situación o el puesto que ocupa la persona dentro de la sociedad respecto unos de otros. También se aplica a las relaciones entre grupos, categorías, asociaciones, clases.

2- La relación en virtud del rol: Es la interacción funcional recíproca que ocurre cuando las personas desempeñan conjuntamente sus roles sociales complementarios. Los roles de diferentes personas se enfrentan y se relacionan, como las relaciones amigo-amigo, padre-hijo, vendedor-cliente.

3- La relación en virtud del proceso: Son unas pocas formas básicas de interacción social. El término proceso designa una serie repetida de operaciones. Los procesos básicos de interacción social son: la cooperación, la acomodación, la asimilación, el conflicto, la obstrucción y la competición.

CLASIFICACIÓN DE LOS PROCESOS DE INTERACCIÓN SOCIAL

Existen dos amplias categorías de procesos sociales: 

1- Los procesos conjuntivos: Son relaciones positivas, por las que las personas se atraen entre sí y se integran. Constituyen una expresión de las virtudes sociales de justicia, altruismo y amor, pues las personas que participan logran un objetivo considerado deseable para ellas. Sirven para perpetuar y mantener la sociedad como un organismo vivo. Los tres procesos sociales conjuntivos son:

1.1- La cooperación: Dos o más personas actúan conjuntamente en la prosecución de un bien común. Es la forma más habitual de interacción y es un requisito esencial para el mantenimiento y la continuidad de los grupos y la sociedad.

La cooperación es una relación recíproca, no puede ser unilateral, pero tampoco exige una cantidad exactamente igual de esfuerzo por cada una de las partes. Las personas aportan sus esfuerzos en forma conjunta y más o menos simultáneamente con el fin de lograr un objetivo. A veces, una de las partes logra más que la otra el bien deseado, pero en la cooperación interesa más el proceso que el producto.

1.2- La asimilación: Dos o más personas aceptan y realizan pautas de comportamiento de la otra parte. Una persona o una categoría minoritaria es asimilada por un grupo o una sociedad. Pero la asimilación no es un proceso unilateral, es interaccional, pues ambas partes participan recíprocamente, aun cuando una de ellas resulte más afectada que la otra. Las diferencias de idiomas, religión, riqueza y educación son obstáculos importantes para la asimilación. 

1.3- La acomodación: Es una forma de proceso social en la que dos o más personas actúan mutuamente con el fin de impedir, reducir o eliminar los conflictos. La acomodación ocurre cuando se ha superado un conflicto, y los sobrevivientes aprenden a adaptarse y ajustarse unos a otros. Es un medio de vivir en paz, de coexistir.

Existen diversos grados de acomodación: la mera tolerancia entre las personas; la componenda, proceso en el que una de las partes hace concesiones a la otra; el arbitraje y la conciliación. En una sociedad compleja, en la que la persona participa en varios grupos, puede cooperar en uno y acomodarse en otro.

Los procesos disyuntivos: Son relaciones negativas, por las que las personas se distancian entre sí y se tornan menos solidarias. Los procesos disyuntivos expresan los vicios sociales de la injusticia, la hostilidad y el odio. Las personas que participan tratan de impedir que los demás logren su objetivo. Los participantes están en pugna y no en armonía. Los tres procesos sociales disyuntivos son:

1.4- El conflicto: Es la forma de interacción en la que una o más personas tratan de excluirse mutuamente, ya sea aniquilando una parte de la otra o reduciéndola a la inacción. Su forma más elemental es el conflicto armado, en el que amplios grupos de personas se enfrentan en combate y tratan de destruirse unos a otros.

El conflicto es un medio para un fin. Cuando se habla de conflicto de ideas entre jóvenes y personas mayores, entre dirección y trabajo, no coinciden con el concepto sociológico. El conflicto brota de una competencia y oposición. 

1.5- La obstrucción: Cada una de las personas o grupos contrarios tratan de impedir que otros logren sus objetivos, tanto si la persona o el grupo desea obtenerlo o no. Es una forma cortés y elegante de conflicto, pues implica hostilidad y antagonismo, pero sin actuar directamente ni de frente al contrario.

A veces la obstrucción se da dentro del proceso de cooperación. Por ejemplo, dos sectores de un parlamento o congreso nacional deben encontrar alguna forma de cooperación para el bien público del país, aunque se empeñen en obstruirse.

1.6- La competición: Dos o más personas se esfuerzan por lograr un mismo objetivo. En la competición, los individuos enfocan su atención en el objetivo que quieren lograr y solo secundariamente en la parte contraria como tal. Todas las personas compiten por un objeto y la competencia es más fuerte si el objeto escasea o es de gran valor.

La competición se lleva a cabo en forma pacífica y tiene una reglas formales, como las reglas de juego de las cartas. La extensión y el grado de competición es mayor en una sociedad dinámica, de clases abiertas, en la que son numerosas las oportunidades, mesurados los valores y acogido con aplausos el éxito. 

Convivencia Para La Paz


Perfil
Su nombre saltó a la palestra al saberse que ella era la niña que escribió un blog en la web de la BBC, la televisión pública británica, bajo el seudónimo de Gul Makai durante la dominación talibán del valle del Swat, en el norte de Pakistán, entre los años 2008 y 2009.

Fue en esa época cuando muchos niños, y sobre todo muchas niñas, se quedaron sin escuelas primero por la prohibición de los talibanes y luego por los intensos combates que duraron casi medio año.

Eso catapultó su fama en Pakistán y le dio cierta notoriedad internacional, en parte por el impulso de su padre, propietario de una escuela en Mingora (principal ciudad del valle), aunque esa misma fama le acarreó cada vez más enemistades entre los radicales.

La niña hizo una encendida defensa del derecho de las niñas a ir a la escuela y explicó cómo, a pesar de las prohibiciones de los talibanes en su región, ella y otras niñas burlaban los obstáculos y seguían asistiendo a clase gracias al valor de algunas maestras.

Su discurso -y algún comentario considerado provocador en Pakistán, como decir que tenía como referente al presidente estadounidense, Barack Obama- acabó llenando el vaso de la ira de los extremistas, que enviaron a sus pistoleros a Mingora.

El 9 de octubre de 2012, la joven volvía a su casa tras realizar unos exámenes cuando el vehículo en el que viajaba con otras quince niñas fue abordado por dos hombres armados que preguntaron quién era Malala y, tras identificarla, le dispararon.

Las balas impactaron en la cabeza de la niña, los agresores la dieron por muerta aunque Malala pudo salir viva.

Tras ser trasladada de urgencia a un hospital de Rawalpindi, cerca de la capital del país, la pequeña fue llevada aún inconsciente al Reino Unido, en parte porque había serios temores de que los talibanes quisieran terminar el trabajo.

Los supuestos culpables, miembros de la facción talibán que había aterrorizado el Swat y que ahora se refugia en el vecino Afganistán, fueron arrestados hace un mes por el Ejército paquistaní.

A partir de ahí, vino la lenta recuperación, aunque aún son visibles la secuelas que le dejó el atentado, y el ascenso de Malala como icono internacional con una celebrada aparición en Naciones Unidas.
Antes del Nobel -concedido también a Kailash Satyarthi, activista contra el trabajo infantil en la India-, recibió numerosas condecoraciones como el premio Sajarov a la Libertad de Conciencia que otorga el Parlamento Europeo, el Simone de Beauvoir y el Premio Convivencia Manuel Broseta.

"Yo soy Malala", su autobiografía, se ha convertido en un super ventas internacional.
Durante la presentación del libro hace un año en Nueva York, la joven activista aseguró a Efe que le gustaría llegar a ser primera ministra de Pakistán, porque "la mejor forma de luchar contra el terrorismo y por la educación es a través de la política".

"Ahora siento que es mi responsabilidad seguir trabajando por la educación y hablar por los derechos de quienes sufren el terrorismo y quienes no tienen voz", sentenció Malala, que añadió que quiere seguir estudiando duro "para volver algún día a Pakistán".

"Es mi país y uno no olvida la tierra donde nació. Espero volver lo antes posible", concluyó Malala.
Pakistán ha recibido hasta ahora con frialdad e indiferencia la celebridad de la joven, algo que el Nobel podría cambiar. 


sábado, 4 de noviembre de 2017

Julio Cortázar




Esta no es una cátedra sobre Julio Cortázar, ni una muestra de erudición sobre su obra. Entre otras cosas porque nuestra cultura es lacustre, está siempre llena de lagunas. Y este trabajo no aspira a llenar las de nadie. Cortázar mismo reconoce que tenía una especie de visión muy planetaria de las cosas (…), con grandes lagunas. Se trata entonces, simplemente, de un ensayo personal (con la libertad que ello entraña), un punto de vista que aspira a ser acogido con tolerancia, en torno al quehacer del que, para mí, es el cronopio mayor… y mayor en este caso no es título castrense o bélico pues no iría bien para uno de los hombres más pacifistas que hubo en este planeta. Se trata de una invitación a la lectura de sus libros (no de todos, claro) encaminada a escoger para que los lectores no corran el riesgo de volverse eruditos… Esta es mi experiencia con su obra, reflejada a través de un afecto no incondicional, pues es posible criticar lo que se quiere sin denostarlo.

Julio Cortázar: cronopio mayor, o cómo no aceptar el mundo tal cual es

Fuiste capaz, nos diste la medida, que también necesitamos,
Del letrado deletreando los nombres de los mártires,
el libro de los héroes, la poesía pura de la patria;
Y ardiendo por los pobres, defendiendo con tu nombre la justicia,
Nos entregas ahora tu vida completa, enteramente útil.
Cintio Vitier (1921-2009)

Siempre supe que tu obra nos abriga, que tu mejor obra sos vos.
Juan Gelman (1930-2014)

Quizá debemos considerar la muerte de Cortázar
Como el final de una prodigiosa historia de amor.
Félix Grande (1937-2014)

Mi propósito es evidenciar de qué manera busqué el conocimiento
a través de una avalancha de tinieblas
Y mi propia potencia en la infinita debilidad que me acompañó hora tras hora.
Roberto Arlt (1900-1942)

Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar las cosas como me eran dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra madre era la palabra madre y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba. En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas.
Julio Cortázar (1914-1984)




Desprolijidades


La desprolijidad de la vida

Intentamos, nos esforzamos, tratamos... pero a veces no es suficiente. Y entonces advienen distintos sentimientos: impotencia, mortificación, culpa... “Si yo hubiera hecho”, “Tendría que haber...”, “No fui lo suficientemente...” Alto ahí! Porque la negligencia es un rasgo a corregir, sí, pero también lo es la auto injusticia que deviene en esperar de sí la capacidad de preverlo todo, controlarlo todo, poder todo.

Consideremos esto: decimos “nene”, “mujer”, “hombre”, “animal” y, si hace falta, contamos con sus diminutivos, “nenito”, “mujercita”, “hombrecito”, “animalito”… Pero no está instituido en nuestro lenguaje usar esta palabra: humanito. Sin embargo, en lo personal yo a veces la necesito para recordarme que soy nada más (y nada menos) que una persona en vías de despliegue

Esto significa que yerro, que no todo me sale como quisiera, que, como dijo el personaje de una película, a veces “tengo que lograr una acuerdo entre mis aspiraciones y mis limitaciones”. Y así invito a verse a otros, -sobre todo a quienes experimentan demasiado a menudo que sus limitaciones “deberían” ser menores, sintiéndose culpables por “no poder lo suficiente”-.

Pero hay algo más: quien intenta ser el mejor humano posible con frecuencia se encuentra lidiando no sólo con sus limitaciones: a veces pierde noción de sus propias fronteras e imagina que debería haber controlado factores que de ninguna manera están a su alcance. Perdemos el criterio para discernir lo que sí depende de nosotros respecto de lo que, simplemente, se llama “la vida”: múltiples variables que escapan a nuestra potestad de cambio. Darse cuenta de que uno es “solamente un humanito” también abarca este punto: sin justificarse, sin excusas que escondan realidades… descansar de todo auto acoso al respecto.

Dingo, mi perro, cuando está nublado suele asomarse a mi ventana con increíble insistencia hasta que, si el clima así lo dispone, sale el sol. El punto es que Dingo está convencido de que, así como yo tengo “el poder” de que él tenga comida, abrigo, cariño… debo tener cierta influencia para que el sol salga!

Y me lo reclama sin cejar. El problema no es que él lo crea, sino que, confieso, a veces yo me hago cargo de su expresión angustiosa y experimento una especie de culpa absurda por no darle el sol que necesita. No deja de ser una interesante constatación: una parte de mí es ajena a toda razonabilidad, y allí se evidencia. 

Éste es un fenómeno muy humano, curiosamente, pues esa razonabilidad nace de un área diferente del cerebro respecto de aquella en donde nace la mortificación o la culpa. Lo importante es darse cuenta en vez de actuarla, dándola por válida porque somos meramente… humanitos!


Los Confines De La Mente



Una teoría nueva sobre la conciencia y el futuro de los estudios de nuestra mente.

Por primera vez en la historia, gracias a escáneres de alta tecnología diseñados por físicos, se han desvelado secretos del cerebro, y lo que un día fuera territorio de la ciencia ficción, se ha convertido en una asombrosa realidad. Grabación de recuerdos, telepatía, vídeos de nuestros sueños, control de la mente, avatares y telequinesia: todo esto no solo es posible, sino que ya existe. «El futuro de nuestra mente» es el relato riguroso y fascinante de las investigaciones que se llevan a cabo en los laboratorios más importantes del mundo, todas basadas en los últimos avances en neurociencia y física.

Algún día podríamos llegar a tener una «pastilla inteligente» que incrementara nuestro conocimiento; podríamos cargar nuestro cerebro en un ordenador, neurona a neurona; mandar nuestros pensamientos y nuestras emociones de un lugar a otro del mundo a través de una «internet de la mente»; controlar ordenadores y robots con el pensamiento; y tal vez rebasar los límites de la inmortalidad.

En esta extraordinaria exploración de las fronteras de la neurociencia, Michio Kaku plantea cuestiones que desafiarán a los científicos del futuro, ofrece una nueva perspectiva de las enfermedades mentales y la inteligencia artificial y presenta un nuevo modo de pensar en la mente.
Los dos mayores misterios de la naturaleza son la mente y el universo. Gracias a nuestra avanzada tecnología, hemos sido capaces de obtener imágenes de galaxias situadas a miles de millones de años luz, manipular los genes que controlan la vida e introducirnos en el sanctasanctórum del átomo; sin embargo la mente y el universo siguen siendo tan esquivos como seductores.

Son las fronteras más misteriosas y fascinantes de la ciencia. Si queremos apreciar la majestuosidad del universo, solo tenemos que alzar la vista hacia el firmamento nocturno, resplandeciente con sus miles de millones de estrellas.

Desde que nuestros antepasados se asombraron por primera vez ante el espectáculo del cielo estrellado, hemos tratado de dar respuesta a estas preguntas eternas: ¿de dónde surgió todo?; ¿qué significa todo esto? Para ser testigos del misterio de nuestra mente, no tenemos más que mirarnos al espejo y preguntarnos qué se oculta tras nuestros ojos, lo que nos lleva a plantearnos obsesivamente preguntas como: ¿tenemos alma?; ¿qué es de nosotros tras la muerte?; ¿quién soy «yo»? 

Y, lo que es más importante, nos conduce hasta la cuestión definitiva: ¿cuál es nuestro lugar en el gran proyecto cósmico? Como dijo el gran biólogo victoriano Thomas Huxley: «La más importante de todas las preguntas para la humanidad, el problema que subyace a todos los demás y es más interesante que cualquiera de ellos, es el de dilucidar el lugar que el hombre ocupa en la naturaleza y su relación con el cosmos».



Frases Sobre Inquietud


La inquietud, esa especial motivación por descubrir, por conocer e indagar sobre algo o alguien, La inquietud es lo contrario de la quietud, la calma, lo estático lo inmóvil.

“Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué”
Jean Cocteau

“Se necesita una determinada forma de excavar, un cierto tipo de arqueología interna, para llegar a descubrir nuestra totalidad, aunque esté muy bien cubierta bajo capas de opiniones, de cosas que nos gustan y nos disgustan y por la densa niebla de los pensamientos y hábitos inconscientes y automáticos, por no mencionar el dolor”
Kabat-Zinn, Jon. (2010), "El Poder de la Atención", Barcelona: Editorial Kairós.

“La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”
William Faulkner

“Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te señalan a ti.
Proverbio inglés

El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual no defendemos espantados.

Milan Kundera

Debes Ser Y Parecerlo



No basta ser honesto, también hay que parecerlo. (No basta que la mujer del César sea honesta, también tiene que parecerlo.)

Según cuenta Plutarco en sus "Vidas paralelas", un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. 

Tal era su enamoramiento, que en cierta oportunidad, durante la fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres- el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio.

Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechada de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo.

La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechado de haber cometido alguna ilicitud, aun cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia.

Así, con esta frase, respondía Cayo Julio César a las más conspicuas matronas del patriarcado romano cuando le pedían que no se divorciara de su esposa, Pompeya, la que, al parecer, no había cometido acto impuro ya que, su presencia en una Saturnalia, orgía permitida a las damas de la aristocracia, solo había sido como espectadora... “La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”, sentenció el Emperador.



Evaluar Expectativas


Conocerse bien a uno mismo, es indispensable en este proceso, como en muchos otros, una vez más.
Ya que me permitirá saber si tiendo a:

Sobrevalorar o infravalorar mi capacidad.

A sobrevalorar o infravalorar las dificultades que me encuentro en mi camino.

Si suelo definir de una forma “realista” o no mis objetivos.

Así como saber con qué herramientas cuento para conseguir lo que quiero y seguir motivándome.
Para tratar de definir nuestras expectativas de una forma realista, la recomendación general es que contrastemos nuestras expectativas con la realidad, considerando hechos objetivos frente a valoraciones subjetivas.

Considerando nuestras experiencias previas y sus resultados
, aunque no sean garantía de qué va a pasar a continuación, pero es la información con la que contamos, y a la que realmente podemos acudir.

Hasta ahí, todo suena muy razonable.

¿Cuál es el problema entonces?
Pues que en ese camino, en muchas ocasiones, decidimos hacer “el estudio sociológico del año” y comenzamos la encuesta pertinente.

Dicho de otro modo, empezamos a interrogar a los demás sobre su opinión, sus experiencias e incluso sus “predicciones”, esperando que “nos iluminen con su saber”, y nos ayuden a definir nuestras expectativas
.
Pero lo cierto es que, cuanta más información recopilamos, menos claro lo tenemos, más confuso es, más variables influyen, más implicaciones vemos en las relaciones entre dichas variables y sus posibles consecuencias, hasta juntarnos con un maremágnum tan complejo, que no sabemos qué hacer con él.

Se suponía que el objetivo era “tener las cosas más claras”, y sin embargo, más confusos estamos.
Tener más información, no nos garantiza, necesariamente, tener las ideas más claras.

A veces, la expectativa más realista que podemos tener es:
“No sé qué puede pasar, no sé cómo puede salir, ni cómo va a hacerlo, de hecho”.

Y es que es mucho mejor, tener esta expectativa, que aunque resulte imprecisa, me permite tener la “apertura mental” necesaria para “estar preparado para lo que sea”, que contarme un bonito cuento, sin base ni solidez, por muy bonito que sea y suene.

Dijéramos que tenemos que “llegar a un acuerdo con nosotros mismos”, y decidir cuánto le vamos a atribuir a la objetividad, y cuanto a nuestros deseos y anhelos, para saber el “grado de confiabilidad” que podemos tener en nuestra expectativa, sin engaños.

Por ejemplo, si el 80% de mi expectativa se asienta en hechos objetivos, y el 20% restante en mis deseos, podré decir con un grado de confiabilidad elevado, que mi expectativa tiene bastantes probabilidades de cumplirse.

Si los números son al revés, 20% y 80%, mi expectativa difícilmente se cumplirá.

Yo elijo qué porcentajes me van a hacer decantarme hacia un lado u otro.

Digamos que si es un 60% basado en hechos objetivos y un 40% en mis deseos, decido que es el “margen mínimo” para que yo considere que es algo probable que mi expectativa se cumpla, y que si el primer porcentaje sube y el segundo decrece, entonces mi expectativa será poco probable, por ejemplo.

Pongo estos ejemplos, pero realmente no hay un criterio estándar.
Cada uno tiene que decidir “cuáles son sus números”, por decirlo así.
Tú decides, tú eliges.

Al final, es nuestro criterio el que prevalece, y es por ello que es tan importante conocernos a nosotros mismos, para saber qué mecanismos nos resultan más o menos funcionales.

Hay personas que dicen que prefieren “esperar lo peor” para así “no llevarse el chasco”, y hay personas que, por el contrario, prefieren “tener esperanza” y así “no sufrir por adelantado”.

Sea como sea, es nuestra responsabilidad elegir nuestras expectativas, como elegimos nuestros pensamientos en general, de ello dependerá que estemos motivados o frustrados.

Por supuesto que también influye cómo se vayan desarrollando los acontecimientos, así como cuales hayan sido nuestras experiencias y los resultados que hayamos obtenido, tanto en el pasado como en el presente.

Lo que es claro es que si tenemos la creencia de que: “si me esfuerzo y trabajo con empeño, me lleve más o menos tiempo, acabo consiguiendo lo que quiero”, nuestra motivación se verá reforzada y, precisamente, “nos moverá a actuar”.

Se que es difícil mantener esa actitud, sobre todo cuando nos encontramos con situaciones en las que las variables que influyen con más peso, escapan a nuestro control.

Pero la alternativa es darse por vencido, y yo no se vosotros, pero yo no conozco a nadie que sea feliz con esa actitud.

Una de las partes muy duras de esta vida y que nos cuesta mucho asumir, es el aceptar que hay cosas que, definitivamente, no van a salir como queremos y deseamos, pero esa aceptación nos permite focalizar nuestros esfuerzos donde si podemos conseguir los resultados que deseamos, y no en la frustración que sentimos, por lo que no conseguimos
.
Dicho todo esto, en muchas ocasiones, como ya os dije cuando empezamos a hablar de las expectativas, lo mejor que podemos hacer es intentarlo, y según los resultados e información que vayamos obteniendo, decidir cuál es el camino a seguir, el siguiente paso a dar, y entonces, sentar nuestras expectativas.

Nuestras expectativas están en proceso de reevaluación constante, no son estáticas ni definitivas.

La vida siempre puede sorprendernos, y nosotros a nosotros mismos también, o más aún.



Alegato A la Condena De Sócrates


Filosofía:

En la democracia ateniense no era oro todo lo que relucía. La corrupción no era ajena a la versión del sistema democrático imperante y el papel de la religión inundaba todos los campos de la sociedad. Unas grietas en el sistema que persistían porque nadie se atrevía a criticar. Y quien lo hacía, era desterrado o condenado a muerte.

La situación la vivió en sus carnes el filósofo griego Sócrates. Ahora, de la mano del actor Josep María Pou y del director Mario Gas quieren revivir a través de la obra 'Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano' el padecimiento del pensador. Y, además, reivindicar el valor que tuvo al denunciar la corrupción que habitaba y alertar del papel supersticioso y manipulador que ostentaba la religión oficial en la Atenas de hace 2.500 años.
Interpretada en el Teatro Olympia del 12 al 15 de noviembre, la obra intenta resaltar la actitud “honesta, sincera y estoica” del maestro de Platón, en palabras de Pou, quien se pone en su piel durante la función. “Es increíble la serenidad que muestra cuando se les está a punto de robarle la vida”, destaca el actor en el vídeo promocional del personaje. “Es un hombre íntegro que incluso habiendo podido haber huido de la ciudad, cumple con la sentencia para hacer ver como se tiene que hacer las cosas correctamente”, agrega el director.



Una reivindicación del personaje que se enfrenta también a las razones por las que entonces se le obligó a morir mediante una ingestión de cicuta: despreciar a los dioses y corromper a la juventud. “Se trata de aprovechar los últimos días de Sócrates para hacer reflexionar sobre la ética, la moral, e, incluso, la misma democracia”, indica Gas.

“Las libertades son pisoteadas por los voceros intransigentes de un mal llamado sistema democrático”, critica con vehemencia Pou haciendo de Sócrates. La muestra que su reflexión a través del teatro encuentra aún en la actualidad lazos que la hacen necesaria.


Un alegato a la figura “íntegra” de Sócrates.

Al Que Nace Barrigón…



Al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen. Frase tomada del Martín Fierro, de José Hernández, en la que se hace referencia a lo vano e inútil de los intentos por ocultar las verdaderas características de la personalidad humana.

Si se posee tendencia a engordar, no se podrá disimular con recursos que intenten ocultar la panza. Sabido es que en Argentina pocos libros han calado tan hondo en su cultura popular como el Martín Fierro, obra cumbre de José Hernández (1834-1886), en especial por la cantidad notoria de frases que de aquel texto ha incorporado. Ésta es una más y apunta a los casos en que es inútil hacer algo para torcer el destino o reorientar la conducta de ciertos sujetos. 

Claro que la expresión entraña un determinismo muy polémico, pues se pueden reconocer muchos condicionantes en la formación y en el crecimiento de una persona, pero de ahí a sentenciar que nada cambiará su comportamiento o su pensamiento, hay una diferencia.

Refrán determinista, en el sentido de que no admite que las inclinaciones naturales de las personas puedan cambiarse con la educación o las indicaciones adecuadas, sirve también para criticar las malas costumbres que no se cambian pese a amenazas o castigos.


"Los que no saben guardar
Son pobres aunque trabajen.
Nunca por más que se atajen
Se librarán del cimbrón.
Al que nace barrigón
Es al ñudo que lo fajen".

José Hernández, en el Martín Fierro
CANTO XV (segunda parte)
"Consejos del Viejo Vizcacha"

viernes, 3 de noviembre de 2017

Encuentros Y Desencuentros

Filosofía
Encuentros Y Desencuentros
En la célebre historia de Edipo uno de los episodios decisivos es el encuentro de éste con su padre Layo, fruto de la casualidad. Edipo topa con Layo en una encrucijada y creo recordar que se entabla entre ellos una disputa acerca de quién tiene derecho a pasar primero. La discusión acaba en reyerta y, de resultas de ella, Edipo mata a su padre, crimen abominable que inicia una larga serie de hechos nefastos en su vida.


Es evidente que la anécdota narra un caso de encuentro y desencuentro: Edipo encuentra a su verdadero padre para inmediatamente después desencontrarse con él. Ni que decir tiene que la vida de todos nosotros está plagada de este tipo de coincidencias y desinteligencias con el otro, momentos en que sentimos que hemos hallado a la persona adecuada para cualquier cosa o para realizar un proyecto querido. 

Tengo en mente, por ejemplo, el momento en que Marx conoció a Engels o en que Abelardo cayó prendado de Eloísa; y recuerdo también la forma memorable como Flaubert describe el momento en que Bouvard y Pécuchet se conocen y cómo a partir de entonces se traba entre ellos una amistad inquebrantable. Son circunstancias cruciales en que establecemos un punto de acuerdo que nos parece definitivo o simplemente que hemos dado con lo que estábamos buscando. Así pues, qué significa un encuentro parece muy claro.

En cambio, no está claro qué es un desencuentro, más allá de lo obvio, como puede ser faltar o fallar a una cita. Resulta difícil explicar por qué uno se “desencuentra” con alguien con quien, por fuerza, alguna vez ha tenido que haberse encontrado; y esta dificultad es la que explica por qué todas las rupturas son agrias.

Por lo demás, otra extraña asimetría se deja ver en la diferencia entre encuentro y desencuentro. En efecto, todos los encuentros son distintos o singulares y se definen o se diseñan por la ocasión, 

mientras que todos los desencuentros en el fondo son el mismo desencuentro. Naturalmente, no me refiero a las razones de uno u otro sino a su experiencia pura. En el encuentro dos series convergen y terminan sus respectivos procesos. En el desencuentro siempre hay la expectativa irreductible y excluyente que, tras la desinteligencia o el desacuerdo habrá de dar comienzo a una serie nueva. 

Esta es la razón por la que, a veces, cuando dos individuos que no se entienden declaran de forma retórica que entre ellos “ha habido un desencuentro”, uno de ellos suele sentirse satisfecho con la conclusión (pese a que es a todas luces redundante) cuando aduce: “¿Qué le vamos a hacer? Es una lástima, pero parece que no nos hemos encontrado.”

Por eso merece la pena fijarse con cuidado en la historia de Edipo y su desdichado encuentro/desencuentro con su padre. Edipo y Layo se encuentran por casualidad –un papanatas observaría que todo fue obra del Destino; sin apercibirse que en el destino también está incluida la contingencia y la casualidad– en cambio su desencuentro no es casual sino necesario, entre otras razones porque el parricidio de Edipo tiene que producirse para que éste adquiera su perfil trágico.

Matar a Layo es una decisión de la que Edipo se hace responsable, pese a que en rigor él no sabe que el desconocido es en realidad su padre. Podríamos generalizar la pauta de tal modo que incluya todos los momentos en que los seres humanos nos unimos y nos separamos de otros seres humanos, todas las circunstancias en que nos encontramos o nos desencontramos sin que sepamos por qué. 

Hecho lo cual, comprobamos que así como todo encuentro es casual (y, por lo tanto, inexplicable: porque es obra del Destino, afirma el papanatas), todo desencuentro en cambio es deliberado, o sea, obra de una voluntad. Así pues, cuando admito que me he desencontrado con otro lo que hago es reconocer que quiero desencontrarme con él. Nada más lastimoso entonces que ver a un socio buscar razones para romper una sociedad con la esperanza de que esos argumentos le servirán de pantalla para ocultar que desea separarse. Casi tan patético y poco airoso como buscar una excusa para faltar (o haber faltado) a una cita a la que uno ya había decidido no acudir.


En rigor, estas asimetrías muestran que el desencuentro no es lo contrario del encuentro sino que lo uno no tiene nada que ver con lo otro, que no hay vínculo causal entre ellos ni razón que los articule. 

De tal modo que, pensadas como una sucesión de encuentros y desencuentros, nuestras vidas se parecen a caminos perdidos en el bosque donde a veces nos sale al cruce un dragón y otras un hada; y unas veces nos toca hacer como Edipo y otras nos toca perder, como el inocente Layo.

Nada Vale Nuestro Desánimo


Te sientes desanimado? ¡Arriba los corazones! No estás solo en el camino. Lo que sí es importante es que consideres que para salir adelante de cualquier tipo de situación es importante que hagas un compromiso contigo mismo. Nadie hará por ti lo que tú no quieras hacer por ti mismo.

El ánimo es la capacidad humana de experimentar emociones y afectos, y de comprender. Es esa fuerza o energía para hacer, resolver o emprender algo. Es esa fuerza interior que nos permite vivir el presente con la esperanza puesta en el futuro.

El desánimo es lo contrario de esto. El desaliento o falta de ánimo se siente como si nos faltara energía vital y fuerza para enfrentar la vida. Como si ese soplo de vida que todos llevamos dentro estuviera apagado y sin oxígeno. Es esa sensación de vivir sin vida, como si nos hubieran robado el aliento, el alma.

Recordemos que las personas somos la única creación hecha a imagen y semejanza de nuestro Creador. Siendo una unidad perfecta de mente, cuerpo y espíritu, lo que le afecte a una de nuestras partes forzosamente le afectará al resto. El cuerpo se siente cansado, fatigado. Todo nuestro ser se siente sin fuerza, desganado.

Por lo tanto, cuando caemos en el desánimo por alguna circunstancia es muy importante que tratemos tanto la parte espiritual como la psicológica y la humana o física.

Cuando viene la tristeza, llega el desánimo y este nos puede hacer sentir desde aflicciones leves hasta cosas más profundas como la desesperanza que nos pueden llevar a cuadros severos de depresión. Esto es porque nuestro cerebro comienza a segregar sustancias bioquímicas que eventualmente cobrarán factura en todo nuestro ser.

Es por eso que hay que estar atentos a no permitir estar por mucho tiempo inmersos en ese estado. Se vale sentir tristeza. Lo que no se vale es permitir que ni el desaliento ni la desolación hagan nido en nuestros corazones y dirijan nuestras vidas.

Si permitimos albergar más de lo necesario este tipo de sentimientos, nuestro espíritu se irá deteriorando y, por supuesto, seremos el blanco perfecto para las enfermedades porque nuestro sistema inmunológico estará debilitado.

La tristeza como emoción primaria es buena hasta cierto punto porque nos invita a hacer un paro en la vida para hacer ajustes y cambios necesarios. Por eso es importante aceptar que estamos tristes, pero no quedarnos en ella.

El estado de desánimo es engañoso porque la tristeza nos hace ver y sentir los problemas mucho más grandes y difíciles de lo que son.

Cuando pasamos por un momento de desánimo es muy importante identificar su origen o causa y atacar el problema de raíz. Si no es así, dejaremos que este sentir se haga más grande, tan grande que podemos caer en tristezas por demás profundas. Comenzaremos a creer que no valemos, que no merecemos y que no hay salida posible en esta vida.

El paso del desaliento a la desesperanza es muy corto y peligroso. En este corremos el riesgo de dejar de creer que hay solución en ese asunto difícil por el que pasamos o que hay un plan perfecto de Dios detrás de esa dolorosa experiencia. Se nos nubla la capacidad de ver el futuro con esperanza y con certeza de que esto que hoy pasamos también pasará.

¡Cuidado! Las personas que pasan por un estado de desánimo se encuentran vulnerables y más propensas a caer en engaños de personas de “buena voluntad” que le ofrecen una “sanación” interior que de momento parecería que sí funciona.

Por favor, no se dejen engañar. Es verdad que al pasar por esos momentos lo que queremos es salir de ellos lo antes posible, pero no arriesgando lo más importante y valioso que hay en cada uno de nosotros: nuestra alma.