Perfil
Su nombre saltó a la palestra al saberse que ella era la
niña que escribió un blog en la web de
la BBC, la
televisión pública británica, bajo el seudónimo de Gul Makai durante
la dominación talibán del
valle del Swat, en el norte de Pakistán, entre los años
2008 y 2009.
Fue en
esa época cuando muchos niños, y sobre todo muchas niñas, se quedaron sin
escuelas primero por
la prohibición de los talibanes y luego por los intensos combates que duraron
casi medio año.
Eso catapultó
su fama en Pakistán y le dio cierta notoriedad internacional, en parte por el
impulso de su padre, propietario de una escuela en Mingora (principal ciudad
del valle), aunque esa misma fama le acarreó cada vez más enemistades entre los
radicales.
La niña hizo
una encendida defensa del derecho de las niñas a ir a la escuela y explicó cómo, a pesar de las prohibiciones de los talibanes
en su región, ella y otras niñas burlaban los obstáculos y seguían asistiendo a
clase gracias al valor de algunas maestras.
Su discurso -y
algún comentario considerado provocador en Pakistán, como decir que tenía como
referente al presidente estadounidense, Barack Obama- acabó llenando el vaso de
la ira de los extremistas, que enviaron a sus pistoleros a Mingora.
El 9 de octubre de
2012, la joven volvía a su casa tras realizar unos exámenes cuando el vehículo
en el que viajaba con otras quince niñas fue abordado por dos hombres armados que
preguntaron quién era Malala y, tras identificarla, le dispararon.
Las balas impactaron
en la cabeza de la niña, los
agresores la dieron por muerta aunque Malala pudo salir viva.
Tras ser
trasladada de urgencia a un hospital de Rawalpindi, cerca de la capital del
país, la pequeña fue llevada aún inconsciente al Reino Unido, en parte porque
había serios temores de que los talibanes quisieran terminar el trabajo.
Los supuestos
culpables, miembros de la facción talibán que había aterrorizado el Swat y que
ahora se refugia en el vecino Afganistán, fueron arrestados hace un mes por el
Ejército paquistaní.
A partir de
ahí, vino la lenta recuperación, aunque aún son visibles la secuelas que le
dejó el atentado, y el ascenso de Malala como icono internacional con una
celebrada aparición en Naciones Unidas.
Antes del
Nobel -concedido también a Kailash Satyarthi, activista contra el trabajo
infantil en la India-, recibió numerosas condecoraciones como el premio Sajarov
a la Libertad de Conciencia que otorga el Parlamento Europeo, el Simone de
Beauvoir y el Premio Convivencia Manuel Broseta.
"Yo soy
Malala", su autobiografía, se ha convertido en un super ventas
internacional.
Durante la
presentación del libro hace un año en Nueva York, la joven activista aseguró a
Efe que le gustaría llegar a ser primera ministra de Pakistán, porque "la
mejor forma de luchar contra el terrorismo y por la educación es a través de la
política".
"Ahora siento
que es mi responsabilidad seguir trabajando por la educación y hablar por los
derechos de quienes sufren el terrorismo y quienes no tienen voz", sentenció Malala, que añadió que
quiere seguir estudiando duro "para volver algún día a Pakistán".
"Es
mi país y uno no olvida la tierra donde nació. Espero volver lo antes posible", concluyó
Malala.
Pakistán ha
recibido hasta ahora con frialdad e indiferencia la celebridad de la joven,
algo que el Nobel podría cambiar.
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