viernes, 10 de noviembre de 2017

Nuestro Lugar


Hay un lugar donde siempre seremos nosotros.

En el que nuestro nombre tendrá significado más allá de lo que indique la etimología.

En el que seremos alguien para uno, o para muchos. Donde están nuestras raíces, donde ancla nuestro presente, donde soñamos nuestro futuro, donde siempre habrá una casa a cuya puerta ir a tocar cuando la inclemencia arrecie, con un café, un mate o un vino y, sobre todo, un par de brazos fraternos y un hombro dispuesto a consolar la pena esperando adentro.

 Donde los recuerdos y el pasado unen, porque las desventuras y las esperanzas han ido de la mano, incluso cuando nos hayan encontrado en veredas opuestas, porque el idioma, ese idioma de infancia como cantaba María Elena Walsh, es un secreto ente los dos
.
Es ese lugar en que está inscrita nuestra historia, una historia común a todos quienes nos rodean. 

Donde los códigos son compartidos y cada palabra tiene su propio significado: nombra lo que todos sabemos que nombra, y no puede ser confundida con otra cosa, a despecho de diccionarios y enciclopedias porque la costumbre, las circunstancias o la Historia se han encargado de que así sea.

Es ese lugar en el que los gestos son interpretados sin más; las onomatopeyas, propias, sirven hasta para zanjar una discusión, y en el que somos parte de un todo, aunque no siempre el todo nos guste por completo. Ese lugar es el nuestro, la tierra de cada uno de nosotros, nuestro país.


El único que tenemos, el que amamos: complejo, imperfecto, difícil, entrañable. No el mejor sino el propio. Nuestro lugar en el mundo.

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