La Esencialidad es la Ciencia de la Esencia,
la Ciencia de tu Esencia Espiritual.
Esencia
Esencia es una palabra que representa algo que está más allá
de la comprensión humana, algo que las palabras no pueden expresar. La Esencia
es el origen y la sustancia de todo lo que existe. Es la Fuerza Creadora de
todo y la Energía,
la sustancia, de la que todo está formado. Toda la Creación es
Esencia manifestándose en una variedad
infinita de
formas. Tú eres una de esas formas, y al mismo tiempo la Totalidad de
la Esencia.
La Esencia es un ser,
el Ser Único. El Uno es también el Todo. La Esencia es la Unidad y la Totalidad
de la existencia. Es Infinita, no tiene límites. La Esencia es lo único que
verdaderamente existe.
Se manifiesta a Sí Misma en una infinidad de
dimensiones, universos y realidades. Pero todo eso son ilusiones: la única verdad detrás
de todas las apariencias es la Esencia; es la verdad. La Esencia es la Fuerza
Inteligente Creadora de todo lo que existe, y forma la totalidad de la Creación
de Su Misma Esencia—no existe otra cosa con la que se podría crear algo. La
Esencia es tanto el Creador como lo Creado. La Esencia es el principio, el
proceso y el fin de todo lo que existe, y al mismo tiempo Ella es sin fin, infinita.
Toda la Creación es una ilusión dentro de la Esencia, hecha por la Esencia a
partir de la Esencia.
Solo existe la Esencia; el Uno. TÚ eres ese Uno. TÚ eres la
Totalidad de la Esencia,; tú eres el Uno. No hay otra cosa que podrías ser;
solo existe el Uno. Y no eres una parte de la Esencia: no hay partes, solo el
Uno. La Verdad es que solo existe la Esencia Única y TÚ eres Eso; eres el
Uno-Todo. (Esta verdad, que TÚ eres el Uno y el Todo, es algo que no se
puede comprender con la mente humana—pero tú puedes
experimentarlo porque tú Eres Eso. (La Escuela de Esencialidad
enseña cómo experimentarlo). Por tanto, el estudio de la Esencia es el estudio
de Ti Mismo, de Quien Eres Realmente.
Símbolos: Con mayúsculas: TÚ =
Esencia, el Uno, Dios. Con minúsculas: tú =
el tú pequeño, el ser humano, una ilusión que estás
disfrutando durante un tiempo aquí en la Tierra.
El tú pequeño, el ser humano, es una ilusión que TÚ has
creado para descender del Uno y tener experiencia,
para vivir dramas. Tu vida humana es una película en la que TÚ te has
perdido para poder vivir
el drama a
plenitud. Es algo similar a las películas; para disfrutar realmente un
película, tienes que olvidar tu identidad humana en la vida real, e identificarte
con el héroe para sumergirte en la acción y el drama. Podríamos decir que en tu
vida humana, eres para Dios el actor de una novela, cuya trama es olvidar y
luego recordar que TÚ eres al mismo tiempo ese Dios.
Tan solo en este planeta,
existen hoy en día más de siete mil millones de actores de novelas que Dios
está disfrutando. Y eso no es nada: existen innumerables dimensiones, cada una
con incontables universos, y cada uno de ellos con una infinidad de seres de
todos los tipos posibles. Nuestro universo no es más que un grano de arena en
las playas de la Infinitud. ¡Y TÚ eres todo eso!
El gran mensaje de la Esencialidad, la Ciencia de tu Esencia
Espiritual, es que TÚ puedes despertar aquí
en medio de la ilusión y recuperar la conciencia
de Quien Realmente Eres. A esto se le llama “Enlightenment”. Cuando lo
logras, todo el juego de
la vida cambia. Vives ya en la experiencia de tu ser inmortal, en contacto y
comunicación con el Amor Infinito
y con un enorme poder de manifestación.
Ciencias versus
creencias
La Esencialidad es una ciencia, no una religión. Es una
ciencia porque cada persona puede verificar sus postulados en su propia
experiencia; es decir, esos postulados pueden ser comprobados por cualquier
persona que haga el esfuerzo de aplicarlos a sí misma.
No se trata de una religión ya que no impone credos ni fe
ciega; no propone doctrinas, dogmas ni mandamientos; no tiene ritos ni
rituales; no enseña oraciones, ni tiene una jerarquía eclesiástica. Ni siquiera
tienes que creer en Dios para verificar la existencia de la Esencia.
La Esencialidad
no te pide creer irracionalmente en algo; no quiere tu fe ciega. No reclama tu
obediencia, no inhibe tu derecho de cuestionar todo; de hecho, te alienta a
hacerlo, recordándote que las respuestas están dentro de ti, no en las
palabras.
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