Pensar en una huida muchas veces es para todos una forma de
sentirnos a salvo en otra parte. Desear alejarse de lo que
nos hace daño, nos agobia y nos acorrala por dentro es un deseo que puede ser
bastante corriente en nosotros. Sin embargo, si te identificas con ello, sabrás
muy bien que huir nunca fue la solución.
Lo dice la canción, la huida no
es la respuesta, puesto
que siempre que deseamos huir lo hacemos de algo o de alguien, y cualquiera de
las dos cosas siempre viene con nosotros allá donde vayamos. Si es algo que nos
ha ocurrido, necesitaremos superarlo. Si es alguien lo que nos ha ocurrido,
necesitaremos saber qué podemos hacer por nosotros mismos.
Reconocerlo es
querer afrontarlo: los miedos, los cambios vertiginosos o las
decepciones nos hacen sentirnos cobardes, inseguros y débiles. Querer huir,
reconocerlo, es el primer paso para seguir adelante.
“No llames cobarde a alguien que tiene miedo,
solo abrázalo y dile que,
al revés de todo,
los monstruos existen hasta que les pones nombre:
solo los valientes lo hacen.”
solo abrázalo y dile que,
al revés de todo,
los monstruos existen hasta que les pones nombre:
solo los valientes lo hacen.”
-Elvira Sastre-
Así que tú, que has sentido alguna vez que querías
marcharte y desaparecer en el mundo, eres un valiente. Has comenzado a afrontar
el problema y pronto te darás cuenta de que aplazarlo, ignorarlo y huir de él
solo va a posponer el enfrentamiento directo con aquello que duele.
En el momento en el que te das cuenta de que quieres dejar
algo atrás e ir a otro lugar, te das cuenta de que no buscas alejarte del lugar donde estás,
sino de los recuerdos que tiene dicho lugar. Sin embargo,
aprenderás que los recuerdos van contigo y empapan las ciudades donde estés.
No
puedes huir de ti mismo, y si tratas de huir de alguien es porque en esa
relación solo quedas tú.
Quizá puede que estés pensando que muchas veces posponer el
enfrentamiento también nos ayuda a tomar aire y cambiar de perspectiva, pero
entonces deja de ser una huida y se convierte en un periodo de reflexión y supervivencia: habrá que volver allí de donde queremos irnos
y hacer lo que no habíamos hecho.
De hecho, lo normal es que, cuando la huida es de algo
externo, no lo necesitemos realmente: superamos el problema sin mayor
complicación. La que es realmente difícil es la huida de
los fantasmas que tenemos
dentro.
A esos fantasmas nunca los vamos a ganar si no les
plantamos cara y les ponemos nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario