Te sientes desanimado? ¡Arriba los
corazones! No estás solo en el camino. Lo que sí es importante es que
consideres que para salir adelante de cualquier tipo de situación es importante
que hagas un compromiso contigo mismo. Nadie hará por ti lo que tú no quieras
hacer por ti mismo.
El
ánimo es la capacidad humana de experimentar emociones y afectos, y de
comprender. Es esa fuerza o energía para hacer, resolver o emprender algo. Es
esa fuerza interior que nos permite vivir el presente con la esperanza puesta
en el futuro.
El
desánimo es lo contrario de esto. El
desaliento o falta de ánimo se siente como si nos faltara energía vital y
fuerza para enfrentar la vida. Como si ese soplo de vida que todos llevamos dentro estuviera
apagado y sin oxígeno. Es esa sensación de vivir sin vida, como si nos hubieran
robado el aliento, el alma.
Recordemos
que las personas somos la única creación hecha a imagen y semejanza de nuestro
Creador. Siendo una unidad perfecta de mente, cuerpo y espíritu, lo que le
afecte a una de nuestras partes forzosamente le afectará al resto. El cuerpo se siente cansado, fatigado. Todo nuestro ser se siente
sin fuerza, desganado.
Por
lo tanto, cuando caemos en el desánimo por
alguna circunstancia es muy importante que tratemos tanto la parte espiritual
como la psicológica y la humana o física.
Cuando
viene la tristeza, llega el desánimo y este nos puede hacer sentir desde
aflicciones leves hasta cosas más profundas como la desesperanza que nos pueden llevar a cuadros severos de depresión. Esto es porque nuestro cerebro comienza a segregar sustancias
bioquímicas que eventualmente cobrarán factura en todo nuestro ser.
Es
por eso que hay que estar atentos a
no permitir estar por mucho tiempo inmersos en ese estado. Se vale sentir tristeza. Lo que no se vale es permitir que ni el
desaliento ni la desolación hagan nido en nuestros corazones y dirijan nuestras
vidas.
Si
permitimos albergar más de lo necesario este tipo de sentimientos, nuestro
espíritu se irá deteriorando y, por supuesto, seremos el blanco perfecto para las enfermedades porque nuestro sistema inmunológico estará debilitado.
La
tristeza como emoción primaria es buena hasta cierto punto porque nos invita a
hacer un paro en la vida para hacer ajustes y cambios necesarios. Por eso es
importante aceptar que estamos tristes, pero no quedarnos en ella.
El
estado de desánimo es engañoso porque la tristeza nos hace ver y
sentir los problemas mucho más grandes y difíciles de lo que son.
Cuando
pasamos por un momento de desánimo es muy importante identificar
su origen o causa y atacar el problema de raíz. Si no es así, dejaremos que este sentir se haga más grande, tan
grande que podemos caer en tristezas por demás profundas. Comenzaremos a creer
que no valemos, que no merecemos y que no hay salida posible en esta vida.
El
paso del desaliento a la desesperanza es muy corto y peligroso. En este
corremos el riesgo de dejar de creer que hay solución en ese asunto difícil por
el que pasamos o que hay un plan perfecto de Dios detrás de esa dolorosa
experiencia. Se nos nubla la capacidad de ver el futuro con esperanza y con
certeza de que esto que hoy pasamos también pasará.
¡Cuidado! Las
personas que pasan por un estado de desánimo se encuentran vulnerables y más propensas a caer en engaños de personas de “buena voluntad” que le ofrecen una “sanación”
interior que de momento parecería que sí funciona.
Por
favor, no se dejen engañar. Es verdad que al pasar por esos momentos lo que
queremos es salir de ellos lo antes posible, pero no arriesgando lo más
importante y valioso que hay en cada uno de nosotros: nuestra alma.
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