jueves, 9 de noviembre de 2017

El Hablar Despectivo



Cuando se habla de los hombres, la mayoría de nosotros solemos llamarlos “machos” para expresar su fuerza y masculinidad, pero cuando éste demuestra cierta debilidad lo describimos como “marica” y se les suele decir “¡sé hombre!”. Este hecho vuelve a la mujer inferior, pues solamente ésta puede demostrar fragilidad y debilidad.

En el caso del racismo, solemos identificar a una persona blanca como buena e inocente pero a alguien de piel oscura se le relaciona con violencia, maldad y peligro. Como estos, hay muchísimos más ejemplos que reflejan este lenguaje.

Las razones del porqué hablamos así son muchas y nos afectan cada una individualmente o todas al mismo tiempo. Puede que se deba a la cultura de cada país, la época en que nacimos y crecimos, la educación recibida a lo largo de nuestra vida y/o a la sociedad en la que cada uno de nosotros se ve inmerso.

Esta forma de hablar promueve el significado erróneo de muchas palabras en nuestro vocabulario, ya que generalizamos y no utilizamos su significado real por lo tanto mandamos una idea equivocada a los demás e incrementamos la intolerancia, el irrespeto, la desigualdad, los prejuicios en las personas y ante estos temas. Además expresarnos de esta manera puede afectar a las personas a nuestro alrededor porque estamos juzgándolos, criticándolos y atacándolos.

Ahora que ya sabemos que significa hablar despectivamente, cuando se está hablando de esta manera, las razones que lo generan y las consecuencias que trae hablar así, podremos darnos cuenta de todo lo que significa, el motivo por el cual lo hacemos y a partir de esto tomar una decisión sobre el tema.

Cada uno de nosotros es libre de expresarse como quiera pero es vital que seamos tolerantes ante nuestras desigualdades. “Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas” (Frase de John Fitzgerald Kennedy), empezando por lo más simple, dejando de hablar despectivamente.


Energía Mental



Las personas trasmiten a los demás sus vibraciones, positivas o negativas. Si sueles acompañarte de personas con buenas vibraciones, tu mente se llenará de energía, aumentará tu poder mental y estarás siempre con una actitud positiva.

"Caminamos en el mundo intercambiando 
energías"

Las personas vivimos intercambiando energías, ya sean estas positivas o negativas, lo sentimos claramente por ejemplo, cuando nos saludan con una amplia sonrisa y un abrazo sincero, las tensiones acumuladas se liberan en ese

momento, sentimos una especial armonía, lo que nos invita a devolver una resonancia de sonrisas. 
Pero si nos encontramos con una persona, que ni bien nos saluda  inicia un discurso de críticas, lamentando que todo le sale mal , que las personas tienen que ver con todo lo malo que le sucede. Notamos que a medida que pasa el tiempo nos vamos contrayendo, el oxígeno comienza a disminuir, la atmósfera se torna densa, nos preguntamos ¿Fue constructiva para ambas partes la conversación?, algo sucedió, ya no nos sentimos tan bien, algo se fue, se escapó.  

Fue nuestra energía que la dejamos ir  y permitimos el ingreso de una  carga inútil de energía negativa.

Sobre el mismo suceso, podemos revertir tal situación haciendo fluir un campo energético positivo, trasmitido a través de nuestras palabras, pensamientos y acciones, recirculando la energía para que ésta se cuele y se convierta en útil y constructiva para todos.  ¿De qué manera? Reorientando la conversación hacia la búsqueda de luces, de soluciones, siendo concretos, empáticos y eficaces en dicha transmisión


La vida cotidiana es una constante de interacciones con otros en el mundo, ocurre una transferencia de energía mental, lo hacemos a través de nuestras emociones, acciones, necesidades, sentimientos, así como tensiones, estrés y emociones negativas.

Fuerza De Voluntad


La fuerza de voluntad es el impulso interno que nos lleva a vencer los obstáculos y a lograr nuestras metas. No es algo con lo que nacemos o dejamos de nacer. Podemos desarrollar y reforzarla nuestra fuerza de voluntad si entendemos en qué consiste y por qué no la hemos fortalecido.
Si tuvieras que calificar tu fuerza de voluntad ¿cuánto te pondrías?

¿Cuánto te gustaría ponerte?

Creemos que cuando no podemos hacer algo es por falta de voluntad y que si no la tenemos, no podemos obtenerla.
Esto es un gran error.

Si podemos desarrollar y fortalecer nuestra fuerza de voluntad, pero primero tenemos que entender su significado. 
La fuerza de voluntad es la capacidad (la energía y el conocimiento) que tenemos para controlar nuestros impulsos y nuestras conductas.
Para dirigir nuestros pasos hacia donde nosotros queremos.

Tener voluntad es lograr llevar a cabo acciones claras, definidas y concretas, basadas en nuestros deseos y nuestras decisiones.

Nadie carece completamente de esta capacidad, porque no podría sobrevivir.
No podría encausar su vida, en ningún aspecto.

Imagínate que sucedería si todas las personas que creen que no tiene fuerza de voluntad, se dejaran llevar por sus impulsos. 
Comerían, beberían o fumarían hasta enfermar o morir.
Golpearían e insultarían a cualquiera que los hiciera enojar, por lo que vivirían peleándose con todo mundo.
Abandonarían a su familia, trabajo y responsabilidades, cada vez que se sintieran presionados o agobiados.

 Todos hemos deseado actuar así en algún momento.
Y todos nos hemos controlado la mayor parte de las veces.

Por lo tanto, todos tenemos fuerza de voluntad.
Pero la tenemos en ciertas áreas y en otras no.

En las que no la tenemos, podemos aprender a hacerlo.

Si tuvieras que calificar tu fuerza de voluntad ¿cuánto te pondrías?

¿Cuánto te gustaría ponerte?


Ser Creíbles



En términos generales puede definirse como el juicio realizado por una persona o personas acerca de la verosimilitud de un determinado evento del que no se tiene certeza plena. Que este juicio sea positivo o negativo dependerá de que el evento que se valora sea afín o no a la manera de entender el mundo de quien o quienes realizan tal discernimiento. Es decir, a la hora de tomar una decisión sobre lo que se creerá, la capacidad de juzgar tiene que asirse de aquello que conoce previamente y movilizar así ese material disponible para traducir en términos de verdadero o falso lo que se está escuchando.

En la búsqueda de lo ya conocido, prejuicios y estereotipos terminan por deformar y obstruir el juicio de credibilidad. Y en ningún otro ámbito esto es tan flagrante como cuando de agresiones sexuales se trata. 

Situación que, además, empeora si el agresor es alguien conocido de la víctima. El circuito biyectivo de la credibilidad –creemos aquello que encaja con nuestra manera de ver el mundo, y aquello que creemos refuerza nuestra manera de ver el mundo– se convierte para las mujeres en una cárcel: la verdad se queda del lado de los agresores, de la cultura patriarcal y sus prejuicios.

En términos generales puede definirse como el juicio realizado por una persona o personas acerca de la verosimilitud de un determinado evento del que no se tiene certeza plena. Que este juicio sea positivo o negativo dependerá de que el evento que se valora sea afín o no a la manera de entender el mundo de quien o quienes realizan tal discernimiento. Es decir, a la hora de tomar una decisión sobre lo que se creerá, la capacidad de juzgar tiene que asirse de aquello que conoce previamente y movilizar así ese material disponible para traducir en términos de verdadero o falso lo que se está escuchando.

En la búsqueda de lo ya conocido, prejuicios y estereotipos terminan por deformar y obstruir el juicio de credibilidad. Y en ningún otro ámbito esto es tan flagrante como cuando de agresiones sexuales se trata. Situación que, además, empeora si el agresor es alguien conocido de la víctima.



miércoles, 8 de noviembre de 2017

Abraza Tu Soledad



Parece mentira que siendo la generación mejor conectada, seamos la que más sola está. O, mejor dicho, la que más sola se siente. Que no es lo mismo.

Todos nos hemos sentido solos en algún momento de nuestra vida y, por ello, hay tantas definiciones de soledad como personas que la experimentan. Para algunos, es un estado emotivo, a veces sentido, a veces buscado y, para otras tantas, un estado impuesto por la vida misma en el vivir de las ausencias.

Tal y como decía Benedetti: “la soledad se sabe sola en el mundo de los solos y se pregunta a veces por otras soledades”. No deja de ser un estado emocional envuelto en cierto desconcierto e incomprensión social.

Y es que la soledad tiene dos caras. Puede ser un enemigo mortal que te cae como una losa. O también puede ser tu mejor amiga: la que te hace escucharte, conocerte, enfocarte en lo que realmente quieres y necesitas en cada momento. Depende del cristal con que se mire.

Porque no tenemos miedo a la soledad, tenemos miedo a estar con nosotros mismos. A escucharnos. Es la soledad emocional.

Se rehúye de la soledad porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos (Carlo Dossi)

Y es que cuando te sientes solo, puedes oír tu ruido interior. Una especie de sirena que reverbera dentro de ti, con un sonido desgarrador e insistente. Y la evitas a toda costa. Buscas manos a las que cogerse, pupilas amigas donde posarse, u oídos amables que te escuchen.

Encendemos el televisor. O buscamos la complicidad de la radio. O buscamos cuerpos anhelando complicidad. O trabajamos más de la cuenta. O contamos “cuentos” por las redes sociales. Cualquier distracción para acallar el zumbido continuo.

Pero no hay nada externo que pueda llenar ningún vacío de soledad.

Porque a veces, tu soledad emocional es tan rotunda que silba. Sí, es tan desmedida, que ronronea en tu hombro. Y vayas donde vayas, o hagas lo que hagas, esa sensación te acompaña siempre. 

Porque la llevas dentro, porque la alimentas, la construyes, la consientes y la mimas hasta convertirla en tirana.

Más que buscarla, parece que la soledad le encuentra a uno y cuando esto sucede, puedes estar con mil personas, que el desierto es casi ilimitado. Y es que no hay soledad más dura que aquella que uno siente rodeado de mucha gente. La soledad de sentirse incomprendido, de sentirse poco querido. La soledad de notar que uno va en la dirección contraria al mundo.


Es cuando te miras al espejo y no recuerdas quién eres, porque te has convertido en tus quejas, tus dolores, tus angustias, tus ansiedades de madrugada y tus limitaciones imaginarias… 

Eso es lo que te muestra al principio la soledad.

Seguridad Interior


¿Qué es la seguridad en uno mismo?

La seguridad o la confianza en ti mismo implica sentirte seguro de ti mismo y de tu talento, no de una forma arrogante, sino de una forma realista. Esta seguridad no significa sentirse superior a los demás. Se trata de saber, internamente y con serenidad, que eres una persona capaz.

La gente con confianza en sí misma:
se siente más segura que insegura
sabe que se puede fiar de sus talentos y habilidades para hacer frente a todo lo que pueda pasar
se siente preparada para los desafíos de todos los días, como un examen, una presentación o una competición
piensa "yo puedo" en vez de "no puedo"
Por qué es tan importante la seguridad en uno mismo:

La confianza en nosotros mismos nos ayuda a sentirnos preparados para hacer frente a las experiencias de la vida. Cuando estamos seguros de nosotros mismos, tendemos a acercarnos a la gente y a las oportunidades, no a alejarnos de ellas. Y, si las cosas no funcionan al principio, la seguridad en nosotros mismos nos ayuda a probarlo de nuevo.

Cuando una persona carece de seguridad en sí misma, ocurre justamente lo contrario. Es mucho menos probable que pruebe cosas nuevas y que trate de comunicarse con un desconocido. Si fracasa en algo la primera vez, es muy poco probable que lo vuelva a intentar. Una falta de seguridad o de confianza en uno mismo puede impedir que una persona alcance su pleno potencial.

Cree en ti mismo
¿Te ha dicho alguien que eres listo? ¿Divertido? ¿Amable? ¿Un artista? ¿Un buen estudiante? ¿Un buen escritor? ¿Todo un atleta?

Cuando la gente nos elogia o reconoce nuestro talento, incrementa nuestra seguridad en nosotros mismos, siempre y cuando creamos sus palabras. Si dudaras o pusieras en duda las cosas buenas que la gente dice sobre ti, eso sería lo contario de la seguridad en uno mismo.

Para sentirte realmente seguro de ti mismo, necesitas creer de verdad que eres capaz. La mejor forma de desarrollar esta creencia consiste en utilizar tus talentos y habilidades mediante el aprendizaje y la práctica.


La confianza en nosotros mismos nos ayuda a avanzar hacia el descubrimiento y el desarrollo de nuestras capacidades. Cuando vemos de qué somos capaces y nos enorgullecemos de nuestros logros, nuestra confianza se hace más fuerte.

Tal Como Nos Percibimos



¿Te ves como realmente eres o como los demás quieren que seas? Esto puede parecer una pregunta carente de importancia, pero la realidad es que es muy idónea para reflexionar sobre este tema.

Una vez nos ponemos a pensar en esto, nos damos cuenta de que quizás las demás personas no nos vean de la misma forma que nos vemos nosotros. Por ejemplo, cómo te comportas o qué demuestras con ellas hará que se formen una imagen de ti que quizás no compartas.

A veces, nos dejamos influir demasiado por lo que creemos se espera de nosotros. ¿Cómo quieren los demás que seamos? Esto puede formar una imagen de nosotros externa con la que no nos sentimos identificados.

“Los espejos son como la conciencia. Uno se ve allí como es, y como no es, pues quien se ve en lo profundo del espejo trata de disimular sus fealdades y arreglarlas para parecer a gusto”
-Miguel Ángel Asturias-

Todo esto puede influir de manera positiva o de manera negativa. Imagina, por ejemplo, cuando te ves con unos kilos de más y los demás te dicen que estás bien. Es un ejemplo sencillo de que tu perspectiva no es la misma que la del resto y esto influye en muchas cosas.

Muchos de nosotros estamos llenos de complejos que nos impiden disfrutar de nosotros mismos. Todo esto viene por el hecho de dar una imagen que nos guste de cara al resto de las personas.

Estamos continuamente pensando en qué imagen dar a los demás, cómo nos van a ver… Lo que no sabemos es que muchas veces las personas no nos ven como nosotros pensamos o queremos que nos vean.

¿Sabes qué sería muy positivo? Empezar a interactuar con las personas que están a nuestro alrededor y preguntarles directamente cómo nos ven a nosotros mismos. Esto nos puede ayudar a comprender cómo nuestro punto de vista no es único, ni siquiera intentando vernos desde fuera lo logramos.
Si lo has hecho, descubrirás cosas que seguro ni te planteabas sobre ti. Todo lo que te digan te ayudará a formarte una imagen real que es lo que proyectas hacia el resto de personas. ¿Qué será lo que descubras sobre ti?

“No hay nada peor que la imagen nítida de un concepto difuso”
-Ansel Adams-

En ocasiones si estamos con personas manipuladoras o agresivas que nos someten, podemos acabar dando una imagen que en nada se corresponde a cómo somos en realidad. ¿Por qué nuestro orgullo queda relegado? Estás siendo como los demás quieren que seas. No lo permitas.

Tratar bien a los demás, ser respetuoso, hará que los demás te vean con ojos positivos. Es normal que un día tengamos un día malo, ¡somos humanos! Pero tal y como tratemos a los demás, así nos verán.

“No vemos las cosas como son, sino como somos”

-Jiddu Krishnamurti-

Mirando Hacia Adentro



Dice un aforismo de Jung que: Quién mira hacia fuera sueña y quién mira hacia dentro, despierta. 

No obstante, la práctica de la introspección que por deformación profesional yo tengo perfectamente asumida, es algo mucho menos abundante de lo que parece. Los numerosos artículos y libros de autoayuda y psicología divulgativa que existen podrían hacernos pensar que las personas practican mucho ese autoconocimiento interior, pero la realidad es otra. Porque además es muy frecuente como dice el refrán, ver la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. 

Y es muy habitual encontrarte con personas con una gran habilidad para ver los defectos de los demás pero con una total ceguera a lo que les sucede en su interior. Aunque ese interior que ellos no ven le hable a gritos a los demás.

Muchas personas acuden a esas fuentes citadas porque sienten algún tipo de inquietud o incluso malestar que les empuja a buscar respuestas o en algunos casos, métodos o recetarios para sentirse mejor. Y en algunas ocasiones eso puede funcionar. 

Lo malo es que los resultados no suelen ser duraderos. Porque el único cambio que de verdad perdura es el que proviene de un verdadero autoconocimiento, de saber de verdad quién somos y cómo somos. Y desde ahí poder conocer cuáles son nuestras necesidades y nuestros deseos más profundos, esos que de hacerse realidad nos pueden llevar a un bienestar más duradero que el que provee un método en diez pasos.

Como nos cuenta Alain de Botton: la introspección es de gran valor para alcanzar la serenidad.

Gracias a ella podemos averiguar qué cosas nos producen estrés del bueno y cómo, cuando este supera ciertos límites, se convierte en dañino. Por todo ello es obvio que necesitamos mirar hacia adentro. Y esa no es una tarea fácil. Primero de todo porque no estamos acostumbrados a ello, no nos han enseñado a pararnos a reflexionar sobre nosotros mismos. Y segundo, porque muchas personas temen  lo que pueden descubrir en su interior y hacen todo lo posible para evitar esos momentos, esos espacios en que podrían pararse a meditar sobre ellos mismos y conocerse un poco mejor.

Como dice un antiguo cuento zen:
“Un maestro y su discípulo caminaban por un prado. En su paseo Iban oyendo las voces de distintas criaturas: el mugido de las vacas, el trinar de los pájaros, el balar de las ovejas, el relinchar de las caballerías…
-Si tan sólo pudiera comprender un instante lo que dicen -dijo en un suspiro el discípulo refiriéndose a los animales.
Mucho más importante para ti sería si tan sólo pudieras comprender un instante la verdadera esencia y significado de lo que tú mismo dices -respondió el maestro.”


Así como en el caso del discípulo, una de nuestras tareas es entendernos a nosotros mismos, saber lo que pensamos y lo que sentimos. La buena noticia es que se puede conseguir y que además pasados los miedos y obstáculos iniciales, resulta una tarea de lo más apasionante y gratificante. Conocerte te permite tomar mejores decisiones y como decía Shopenhauer, jugar bien las cartas que el destino te da. Los métodos son variados, puedes hacerlo sólo o con la ayuda de un profesional. Lo importante es que cada día que pase, sepas mejor quien eres y qué quieres y des menos palos de ciego. 

Y además, si realizas un proceso introspectivo, no tienes nada que perder en el proceso salvo el autoengaño en el que posiblemente has vivido en muchos momentos.

Formas De Exclusión


La exclusión social y educativa
La exclusión social es un proceso que afecta a millones de personas en todo el mundo, tanto en los países en vías de desarrollo como en las prósperas sociedades occidentales.

La sociedad de la información en la que estamos inmersos está demostrando una triple diferencia social. Por un lado, la seguridad de los privilegiados con trabajo fijo y pleno disfrute de sus derechos individuales y sociales. Por otro, la inseguridad de los que tienen trabajos eventuales y viven en permanente estado de ansiedad y escepticismo y, por último, el desarraigo del mercado laboral de amplias capas de la población. Todo ello conduce a la dualización de la sociedad.

Se trata de un fenómeno que no sólo tiene que ver con la pobreza y que en cualquier momento puede abatirse sobre las personas. Es decir, el sentimiento de vulnerabilidad de nuestros alumnos no sólo es observable en los sectores  estructuralmente pobres sino que afecta a la población escolarizada y no escolarizada, aunque de diferentes formas.

En ocasiones, tiene mucho que ver con la percepción y el sentimiento que muchas personas experimentan de no ser valoradas ni tenidas en cuenta en la sociedad por lo que son. 

Hoy sabemos que, en muchos casos, esa exclusión social se anticipa o se prepara en procesos de exclusión educativa que, como aquella, tiene múltiples caras:
Falta de acceso a los sistemas educativos.
Escolarización segregada en dispositivos especiales.
Educación de «segunda» para los más desfavorecidos.
Fracaso escolar.
Maltrato entre iguales por abuso de poder.
Desafecto.
Etc.….

El concepto de exclusión implica un proceso de separación entre grupos distintos entre sí y supuestamente homogéneos dentro de sí mismos. Pero esta separación no es tan simple: la exclusión también incorpora una valoración diferencial entre estos grupos ya que uno es considerado mejor que el otro y esto conlleva a comportamientos diferenciales con uno u otro grupo lo que instaura diferencias en el acceso a oportunidades y beneficios. 

Según Vélaz de Medrano (2002), la exclusión es un «proceso de apartamiento de los ámbitos sociales propios de la comunidad en la que se vive, que conduce a una pérdida de autonomía para conseguir los recursos necesarios para vivir, integrarse y participar en la sociedad de la que forma parte».


Nuestra Única Vida



“Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes”

El pasado siglo se ha caracterizado filosóficamente por el intenso debate en torno al humanismo, es decir, la llamada crisis del humanismo. Por diversos factores históricos, culturales y filosóficos, que son ampliamente conocidos, en los años 40 surgió una ‘disputa’ acerca de qué se entiende por humanismo entre el existencialismo de Sartre y el antihumanismo de Heidegger.

Ahora bien, éstos no han sido los únicos interlocutores en tal debate; otros muchos han participado en tan interesante discusión. Uno de los nombres que están más vinculados al debate sobre el humanismo es, sin duda, el de Emmanuel Levinas. 

Este pensador lituano, nacionalizado francés, es el representante de una nueva y personal filosofía conocida como humanismo del otro.

Se trata de un pensamiento que ha encontrado un lugar de preferencia en la reflexión filosófica actual y que ha dado lugar a una gran cantidad de estudios. Su concepción del humanismo se expone especialmente en sus obras maestras, Totalité et infini. Essai sur l’extériorité, Humanisme de l’autre homme y Autrement qu’être ou au-delà de l’essence. 

Estas obras son las que han sido estudiadas con más profusión; sin embargo, los escritos anteriores a Totalité et infini han quedado en un segundo plano. Considero conveniente prestar más atención a estos trabajos juveniles, pues estos escritos trazan la dirección de su pensamiento maduro y, por ello, constituyen la base necesaria para comprender el verdadero significado del humanismo del otro.



martes, 7 de noviembre de 2017

Espejismo Mental



El conocimiento es lo que define al ser humano y, si bien todos somos de alguna manera conscientes de su importancia, hay veces que no le otorgamos un lugar primordial en nuestras vidas. Se dice que vivimos en la Era de la Información, una especie de Ilustración alimentada por el poder de la tecnología, en la cual podemos conocer casi cualquier cosa que queramos con sólo hacer una búsqueda en internet. Esto es ciertamente algo asombroso y sumamente valioso, pero a veces puede hacernos caer en una especie de indolente comodidad en la que terciamos nuestro conocimiento a las máquinas o a los algoritmos y no cultivamos nuestra propia mente. 

Confundimos el acceso a la información con el conocimiento y, por lo mismo, no logramos transformar el conocimiento en sabiduría.

Karl Taro Greenfeld escribe:
“Nunca ha sido tan fácil fingir que sabemos tanto sin verdaderamente saber nada. Elegimos temas y bits relevantes de Facebook, Twitter o alertas de email y los vomitamos después. En vez de ver Mad Men, el Superbowl, los Óscares o el debate presidencial, simplemente puedes navegar los feeds de alguien haciendo live-tweets del evento o leer los encabezados de los diferentes sitios. Nuestro canon cultural está siendo determinado por lo que sea que tenga más clics.”

Es fácil caer en el espejismo de que sabemos, confundiendo la información con el verdadero conocimiento. La forma en la que se han diseñado las plataformas de digitales está orientada al consumo de información predigerida y superficial, a que leamos resúmenes, bullets, tuits y citas (y no las fuentes originales). Asimismo, la mayoría de los sitios más populares de la Red crean contenido o distribuyen contenido con la intención fundamental de obtener clics, no de que el contenido tenga verdadero valor informativo y contribuya al conocimiento (un ejemplo de esto es la circulación de noticias falsas en Facebook, la cual se discute podría haber tenido una influencia en la campaña presidencial de Estados Unidos). Debemos de tomar conciencia de que el internet no sólo semeja un enorme cerebro, también semeja un enorme mercado, un lugar donde detrás de la constante y atractiva estimulación de la información, subyace siempre un programa económico que es el verdadero poder que controla la Red. 

Esto no significa que internet no tenga ya el potencial de contribuir profundamente al conocimiento, lo cual fue lo que generó tanto entusiasmo en sus inicios, ayudando a su adopción masiva. Uno de los eslogans con los cuales se promovió internet en sus inicios era "la información quiere ser libre", algo que juega necesariamente con otra idea, la de que "la información nos hace libres". 

Este potencial de libertad a través de la información, sin embargo, suele ser opacado por la saturación de la misma información, la cual tiende a convertirse en desinformación. Siendo que el potencial de la información que podemos encontrar en internet es tan grande, muchos se sienten abrumados y no acceden a la verdadera riqueza informativa que yace más allá de los canales usuales y de los feeds de las redes sociales; permanecen en un estado semipasivo, recibiendo los torrentes de información que circulan las plataformas que dominan la Red de manera monopólica. 

Por otro lado, a diferencia de diarios impresos, libros y demás medios tradicionales donde existían comités editoriales y grupos de expertos que filtraban y curaban la información, en internet, donde cualquiera sube su propio contenido, este tipo de trabajo editorial existe sólo en una mínima parte del contenido.


Esto hace que exista una gran cantidad de información de poca calidad que además tiene el efecto de, en el estupor de lo fácil y atractivo, alejarnos de otras fuentes más valiosas de información.

Cuando Te Requieren Muerto


“ SÓLO MUERE QUIEN ES OLVIDADO

No es la muerte quien mata las almas
Nadie muere por ser enterrado
El recuerdo y el alma no mueren
Sólo muere quien es olvidado

Si tu vida fue recta y valiosa
Si has amado con toda tu alma
Si has sembrado el camino de huellas
Has escrito una historia sagrada

No te importe morir algún día
Ese día tu cuerpo habrá muerto
Nunca muere quien supo vivir
Y ha dejado en la tierra un recuerdo

Si has escrito una historia de vida
Si has dejado en los rostros sonrisas
Si has sembrado tus campos de flores
No te importe partir algún día

Sólo teme la muerte si tu alma
Se olvidó de vivir cada día
Si ha dejado de amar y soñar
Y se fue sin saber qué quería

Sólo teme la muerte si llegas
Hasta el fin con tus manos vacías
Si no has dado de ti lo más noble
Sin saber el porqué de esta vida

Si tu vida ha valido la pena
Quedará tu recuerdo grabado
Para siempre por siempre en las mentes
De los hombres a quien tú has amado

No es la muerte quien mata las almas
Sólo muere quien es olvidado ”

www.mis-frases.org/frases/ver/71902


Los Pies Sobre La Tierra


Frecuentemente escuchamos decir por todas partes que el destino del ser humano sería terrible sin los sueños, comúnmente argumentamos que todos tenemos derecho a soñar; y si bien esto es cierto, es necesario reflexionar un poco sobre la forma en que debemos plantearnos este “derecho al sueño”.

Pues bien, podríamos decir que todo comienza soñando, hasta ahí no hay ningún problema, pero lo cierto es que uno no puede vivir eternamente de los sueños, cuando estos se han prolongado durante demasiado tiempo, cuando son el ingrediente principal de nuestras vidas, comienzan a pesar.

En realidad la belleza de la imaginación humana es la previsión, es decir, la capacidad de pensar en el futuro y actuar de acuerdo a lo que vemos que ocurrirá en momentos posteriores a nuestro presente. En términos de los sueños, esto significa que la razón de su existencia es nuestra capacidad de transformarlos en realidad, los sueños no están ahí para que nos deleitemos con ellos, están para impulsarnos a actuar en su consecución.

Los sueños no son un placer, son un motivo, una necesidad, un deseo a cumplir; si se quedan por siempre almacenados en nuestras mentes para lo único que nos sirven es para sentir nostalgia por lo que no hemos podido convertir en realidad. La fantasía es como el premio de consolación ante la imposibilidad de fajarnos los pantalones e intentar, aún si fallamos, lograr aquellas cosas que imaginamos para nuestras vidas.

Pero llevar a la realidad lo que tenemos en nuestra mente requiere de mucho esfuerzo, es un reto administrado por nosotros mismos. En primer lugar es preciso poner los pies sobre la Tierra, ser honestos y omitir por un instante las fantasías narcisistas sobre nosotros, observarnos tal y como somos, con lo que nos gusta y con lo que detestamos, con lo que tenemos y con nuestras carencias; es preciso hablarnos con la verdad, pues deformando nuestra imagen y la del mundo que nos rodea lo único que conseguimos es una imposibilidad lógica en la consecución de nuestros fines, es decir, nos quedamos igual.

El trabajo de observación es quizá el más importante, pues sólo a través de este podemos descubrir las cosas que frecuentemente nos ocultamos por comodidad, pero la verdad tarde o temprano hace estragos en nuestra personalidad, así que nos obliga a verla, y entre más temprano mejor. 

Después de observar el trabajo debe estar dirigido a destruir aquellos ingredientes que poseemos y que no forman parte de nuestro sueño, de lo que queremos ser, y conseguir aquellos de los que carecemos pero son indispensables para nuestros planes.

Bien decían por ahí que cada día hay que ser lo que no somos, pero nos gustaría ser, entonces un día repentino las cosas habrán cambiado para siempre. 

Esto sugiere que los sueños son buenos como punto de partida, son los testigos del poder de nuestra imaginación, pero de ninguna forma son un estado estático en el que debemos detenernos, quizá valoramos muy poco al realismo, pero a decir verdad es sólo cuando nuestros sueños se han convertido en sucesos cuando el sosiego es realmente duradero.


Descubriéndonos


En años recientes, muchas características que antaño se pensaban eran exclusivas de los humanos fueron halladas en el reino animal. Entonces, ¿qué es lo que nos hace especiales?

Puede que la lista sea ahora más corta, pero hay ciertos rasgos que no compartimos con ninguna otra criatura terrestre.

Desde que comenzamos a escribir, hemos documentado cuán especiales somos.

Somos "animales racionales" que buscamos el conocimiento por el hecho mismo de conocer, escribió Aristóteles hace 2.000 años.

Mucho de lo que él decía sigue siendo válido. Y aunque podamos observar la raíz de estos comportamientos humanos en chimpancés y bonobos, nosotros somos los únicos en observarlos y escribir sobre ellos.

"Obviamente tenemos similitudes. Tenemos similitudes con todo lo demás en la naturaleza, sería sorprendente si no las tuviésemos. Pero tenemos que centrarnos en las diferencias", señala Ian Tattersall, paleoantropólogo del Museo Estadounidense de Historia Natural en Nueva York.

Para entender estas diferencias, un buen lugar para empezar es pensar cómo llegamos hasta aquí. ¿Por qué somos la única especie humana viva mientras que muchos de nuestros ancestros se extinguieron?
Los humanos y los chimpancés se separaron de nuestro ancestro común hace seis millones de años.

El cambio fue gradual. Dejamos los árboles, comenzamos a caminar y empezamos a vivir en grupos más grandes. Nuestro cerebro se agrandó.

No sabemos qué hizo que alcanzara el tamaño actual, pero a él le debemos nuestra habilidad para hacer razonamientos complejos.

Durante al menos 100.000 años, la evidencia muestra que nuestra tecnología era muy similar a la de los neandertales. Pero, hace 80.000 años, algo cambió.

Comenzamos a producir artefactos culturales y tecnológicos superiores. Nuestras herramientas se tornaron más complicadas. Comenzamos a darle valor simbólico a ciertos objetos.

En cambio, hay muy poca evidencia de otros homínidos produjeran ningún tipo de arte.

Pero es cierto que nosotros hemos estado en la Tierra por cerca de 100.000 años hasta que comenzaran a aparecer objetos simbólicos, entonces, ¿qué fue lo que pasó?

De alguna manera, nuestra habilidad para desarrollar el lenguaje se fue, gradualmente, "encendiendo", argumenta Tattersall. De la misma manera que las aves desarrollan sus plumas antes de que puedan volar, nosotros contábamos con las herramientas mentales para producir un lenguaje complejo antes de desarrollarlo.

Aún no está claro cuándo evolucionó nuestro lenguaje, o cómo. Pero parece que fue impulsado en parte por otro rasgo humano único: nuestras capacidades sociales superiores
.
Estudios comparativos entre humanos y chimpancés señalan que si bien es cierto que ambos cooperan, los humanos siempre ayudan más. Los niños, por ejemplo, ya tienen el instinto de ayudar. Son capaces incluso de dejar de jugar para ayudar.

La capacidad de cooperar está ligada a nuestra increíble capacidad de leer la mente. Sabemos lo que otros piensan basándonos en nuestro conocimiento del mundo, pero también entendemos lo que los otros no pueden saber

Esto nos dice algo profundo sobre nosotros. Mientras que no somos los únicos que entendemos que los demás tienen intenciones y metas, "somos ciertamente únicos en el nivel de abstracción con el que podemos razonar sobre los estados mentales de los otros", asegura Katja Karg, también del Instituto Max Planck.


Cuando juntamos nuestras extraordinarias capacidades lingüísticas, nuestra capacidad para inferir los estados mentales de los otros y nuestro instinto para la cooperación, tenemos algo sin precedentes: nosotros.

Los Tigres De Papel


La expresión Tigres de Papel se dio a conocer tras una entrevista de Mao Zedong a una periodista americana en la recordaba el antiguo dicho chino respecto a algo inofensivo pero que parece una amenaza. Mao lo aplico al "imperialismo americano". Unos años más tarde los vietnamitas le dieron la razón.

Hoy en día el sector que merece ese calificativo es el de la prensa escrita respecto su influencia en la vida política.
Desde la aparición en Europa de la prensa moderna, a finales del siglo XVIII, y el consiguiente surgimiento de la opinión pública, como consecuencia del fortalecimiento de la burguesía, los periódicos tuvieron un papel decisivo en el acontecer político, que empieza con el apoyo a  las revoluciones liberales de 1830 y 1848, que traen consigo, por primera vez en la historia, la libertad de expresión.


Su época de esplendor es la segunda mitad del siglo XIX, en la que surgen todo tipo de periódicos, serios, sensacionalistas, radicales, muchos de ellos, especialmente en Gran Bretaña, dirigidos a la clase trabajadora que estaba aprendiendo a leer. Son los primeros medios de comunicación de masas, que entienden, sobre todo en Estados Unidos, que la publicidad les permite vender a precios baratos, dando pie a la prensa amarilla, pero también a los grandes medios para la burguesía como  The New York Times, Corriere della Sera o Le Figaro.

La prensa se había convertido en un arma política, que fue usada tanto con objetivos liberales como totalitarios, especialmente entre la primera y la segunda guerra mundial, pero ya con la competencia de la radio, que al ser un monopolio estaba necesariamente al servicio del poder y que fue magníficamente utilizada por Hitler, Stalin, Churchill o Roosevelt.

Primero los políticos fundaban periódicos, pero en América los empresarios fundaron periódicos y después cadenas de radio y televisión para controlar a los políticos.

La televisión que había comenzado como entretenimiento tardó en mostrar su musculo político, pero lo hizo con fuerza a partir del famoso debate Nixon-Kennedy en 1960.

La prensa solo mantuvo su poder en países con gran tradición de medios masivos como Gran Bretaña o Suecia, pero lo fue perdiendo en otros como España donde nunca habían comprado periódicos más del 10% de la población.

Con la irrupción de internet son otra vez los periodistas los que lanzan los nuevos medios tanto por el bajo coste de entrada, como por la dispersión de la audiencia que hace que dichos proyectos tengan poco interés para los empresarios.

Allí donde la prensa era poderosa –EEUU, Gran Bretaña– son los propios periódicos los que hacen las ediciones digitales más leídas –The Guardian, The Daily Mail–, incluso con suscripciones de elevado pago como The Economist o Finantial Times. Y solo algunos digitales en USA –The Huffington Post y Politico, en la rama liberal, y Breithard, del jefe de campaña de Trump, Stephen Brannon, en la extrema derecha populista– tienen cierta influencia. En otros países, especialmente en España, cada periodista de cierto prestigio quiere tener el suyo, con la consiguiente fragmentación y el fracaso de todos los intentos de instalar el llamado muro, es decir, de cobrar.

La fragmentación ha producido un importante cambio en las relaciones entre medios de comunicación y política. Como dice Matthew Garrahan en The Finantial Times, ahora en tiempos de elecciones hay que ir a buscar el voto allí donde los votantes hablan, es decir, los bares e internet. Las grandes campañas son cosa del pasado. En Reino Unido los del Exit ni siquiera contrataron a una agencia de publicidad: los videos los hizo gratis Alex Thompson de 25 años y el magnífico eslogan Take Back Control fue ideado por el propio jefe de la campaña Frederic Cumming. La prensa estuvo dividida.

En Estados Unidos el triunfo de Trump ha sido a pesar de la mayor parte de los medios. Solo fue apoyado por la cadena de televisión Fox, algunas radios, y pocos medios digitales. Los diarios The Washington Post y The New York Times, antes todopoderosos, descubrieron algunas de sus vergüenzas, pero no han podido con él.

Su campaña estuvo basada en la cobertura gratuita de cada barbaridad que decía por parte de las cadenas de televisión, que contaban con aumentar la audiencia para obtener más publicidad. Según algunos medios americanos, dicha cobertura tendría un valor equivalente o superior a dos mil millones de dólares. En Twitter tiene más seguidores que la tirada conjunta de los principales periódicos.  

La prensa de papel intenta llevar la publicidad a sus ediciones digitales, pero el 75% de la nueva publicidad digital se la reparten entre Facebook y Google.

Estamos cerca del abismo y carecemos de guía que nos oriente.


La Ignorancia Como Refugio


¿Hasta qué punto merece la pena ser inteligente en un mundo mediocre y cruel? A mayor inteligencia, mayor consciencia de la calamidad de especie que somos, capaces de lo mejor pero casi siempre partícipes de lo peor. Si a una mayor inteligencia le acompaña una mayor sensibilidad, 
tenemos ante nosotros a un depresivo en potencia con tendencia variable al suicidio en función de su nivel de frustración (o de su capacidad de abstracción a través de narcóticos y otras drogas que lo hagan más imbécil al reducir su capacidad intelectual y sensorial).

Federico García Lorca decía que “el optimismo es propio de las almas que tienen una sola dimensión; de las que no ven el torrente de lágrimas que nos rodea, producido por cosas que tienen remedio”. De ahí se deduce que aquellos que dicen que ven el vaso medio lleno no son otra cosa que unos papanatas que quieren caer bien a quienes les rodean, porque es políticamente correcto –socialmente obligatorio- no hacer pública nuestra firme convicción (quienes la tengamos) de que casi todo lo que nos rodea está en permanente proceso de putrefacción. 

Afirmar todo esto es afirmar, pues, que todo el mundo miente, a no ser que se considere lo suficientemente valiente como para enfrentarse al duro ostracismo de la marginación social. Mark Twain también le dio un par de vueltas a este tema, y afirmó: “nadie podría vivir con alguien que dijera la verdad de forma habitual; por suerte, ninguno de nosotros ha tenido nunca que hacerlo”. Y quien lo hace está mal visto, con cara de pocos amigos, como si estuviera siempre de mal humor. Sinceramente, yo prefiero que me digan que soy serio, incluso que me digan que estoy de mal humor o que tengo malas pulgas, antes que un optimista papanatas al estilo de nuestro presidente del gobierno, tantas veces autodeclarado optimista en pro del buen talante (y porque “no ser optimista es de antipatriotas”).

Pero volvamos al tema inicial. ¿Hasta qué punto merece la pena ser inteligente en un mundo mediocre y cruel? Muchas veces he escuchado que a mayor inteligencia, más difícil es ser feliz (lo que quiera que signifique esto y dando por supuesto que la felicidad es algo que existe). 

Personalmente, tiendo a unir la idea de inteligencia y de libertad (en un sentido absoluto, libertad de ataduras materiales y morales), y ciertamente estoy de acuerdo con que, cuanto más libre –y por ende, inteligente- es una persona, más difícil le es no rendirse a la desesperación de saber que no nacemos con un destino escrito en la sangre ni somos otra cosa más que polvo de estrellas. La incertidumbre es algo que, si bien ha atormentado siempre al ser humano, afecta más a personas con alta capacidad intelectual. Ello hace difícil avanzar en un camino empedrado hacia no se sabe dónde, sobre el cual cada uno lucha por crearse su propia “misión” vital, es decir, darse un sentido a su propia existencia. Nos empeñamos en creer que la existencia tiene un sentido, y nos cuesta aceptar que no hay ninguna razón por la el que universo tenga que funcionar. Sólo así se explica que haya tanta gente que se crea fielmente algo, por ridículo que sea, y se una acérrimamente a él como si la vida le fuera –que le va- en ello (religión, política, trabajo, equipo de fútbol… la lista de “fes” es interminable desde el comienzo de la historia).

La mente humana no está preparada para aceptar la incertidumbre que existe, consecuencia de su incapacidad para comprenderlo todo. Necesita un guión, un mapa que la oriente, y cuando no puede dárselo a sí misma, ruega, suplica que alguien se lo dé escrito de antemano. De ahí nace el peligro de no creer en nada (que es el mismo que el del extremo opuesto, creer ciegamente en algo), porque quien no cree en nada, no tiene nada que perder, es decir, que está dispuesto a todo por nada. Lo único que nos dice que somos más que nuestro vecino del 6º es nuestro ego, que se esfuerza por hacernos creer que somos diferentes, que sentimos o pensamos de manera especial. Nuestra mente no puede aceptar que somos iguales que el de al lado, que tenemos las mismas necesidades, que nos comportamos básicamente igual, que nacemos y morimos de manera igualmente traumática. 

La gente a nuestro alrededor está perdida; hay quienes consiguen aplacar el nervio de su desconsuelo en base a algo que le proporciona calma o le ordena la conciencia: dinero, amor, trabajo… Pero en algún momento de su vida, todo el mundo se siente desnudo, tembloroso por el frío de una existencia desamparada en la que nos negamos a admitir que nada tiene sentido más allá de aquél que nosotros mismos le damos en función de nuestras creencias o nuestras necesidades.

Todo esto no quiere decir que no merezca la pena moverse por algo, ni mucho menos vivir como plantas esperando el día del juicio final. Simplemente es una cura de humildad para el ser humano, autoproclamado Dios de los seres vivos que se ha auto-otorgado un destino en el universo y por lo cual dispone a su voluntad de todos los recursos de un planeta, incluidos los animales. 

Quizás no sea el mejor de los tiempos para decir esto, pues corro el riesgo de que se confunda mi voluntad con la de frenar las aspiraciones rebeldes de una especie que desde hace 20 años vive sin ideales, arrastrado por la marea neo conservadora y en clara regresión hacia tiempos pretéritos. Si el siglo XX se caracterizó por la lucha entre ideales (por cruenta que fuera), el siglo XXI difícilmente podrá ser adjetivado con un atributo positivo. 

Por el momento, tenemos: infantilización general de la sociedad, pasión por el consumo de cosas materiales que sustituye a la pasión por cosas no materiales, ausencia de ideales, ausencia de moral, ausencia de futuro y de pasado, eterna mediocridad de lo presente, agonía del pensamiento y sustitución de éste por el consumo de ilusiones de realidades falaces que proporcionan un placer transitorio pero que a la larga sólo aumentan nuestra frustración... Ante esto me parece que el que se permita hablar hoy de optimismo es un cretino, porque como decía Gramsci, muchas veces el optimismo no es más que una manera de defender la pereza propia, la irresponsabilidad, la voluntad de no hacer nada. Es también una forma de fatalismo y de mecanicismo. Se espera en los factores ajenos a la propia voluntad y laboriosidad, se los exalta, y la persona parece arder en ellos con un sacro entusiasmo. Y el entusiasmo no es más que una externa adoración de fetiches.

La irresponsabilidad ante la presente mediocridad es un fallo angular en el pensamiento de la sociedad actual. Pero también es cierto que resulta difícil sentirse responsable, es decir, sentirse concernido y dispuesto a luchar contra la mediocridad, cuando se carece de referentes y desde todos los frentes de poder se envían señales de que lo mejor que puede hacer uno es quedarse en casa a esperar la muerte y dar las gracias por la aparente estabilidad de nuestra vida, aunque ésta sea triste y monótona. Yo quiero luchar, y estoy seguro de que existe una gran masa crítica dispuesta a ello, aunque muchas veces resulta cansado porque en la confusión de los tiempos le cuesta creer firmemente en algo y a veces parece no creer en nada. 

Pero también considero que siempre es un primer paso el hecho de tener claro qué es lo que no queremos, y tener la voluntad de luchar contra ello. Porque como dice Eric Fromm, el acto de desobediencia como acto de libertad, es el comienzo de la razón. Ahí está la clave.

Mientras busco algo en lo que creer, ¿alguien me puede exponer una defensa del optimismo, aunque sea tímida?


lunes, 6 de noviembre de 2017

Contenidos Humanos


Algo que se nos olvida en nuestro día a día, es que somos humanos y hemos de actuar como tal, además para crecer como personas, es importante tener un juicio de valor y para ello es necesario leer y estar informado. El contenido humano es imprescindible para desempeñar esta labor.
En una sociedad, donde la tecnología está a la orden del día, hemos de saber que detrás de cada máquina hay una persona. Por ello tenemos que saber cómo proceder, ya que tanto receptores como emisores somos seres humanos y hemos de tener un trato especial. Como he dicho en muchas ocasiones, la empatía es un valor obligatorio, para que nuestros objetivos y formas de pensar, se mantengan dentro de la naturalidad.
Hay que intentar estar pendientes de todo aquello que nos rodea y para ello es importante, leer, escuchar y sobretodo recapacitar, verbos que hemos de tener en mente.
Podemos decir que para mantenerse humanos es importante tanto la obtención como creación de contenidos.
Hay que tener presente que el contenido ha de ser humano, parece obvio, sin embargo esto pasa por tratar los temas de forma razonable y sabiendo que cuando más cercanos nos mantengamos, posiblemente mejor aceptación tengamos.


Hugo W Arostegui

Lo Que Heredamos


Durante años, los psicólogos han discutido sobre los rasgos que un bebé hereda de sus padres. Entre estos rasgos se incluyen características físicas, problemas de salud, problemas genéticos, problemas mentales y algunos afirman que el coeficiente de inteligencia también se hereda. No obstante, todavía se debate si también se heredan los talentos e intereses.

La biología de la genética y de la herencia es bastante simple. Cada célula de nuestro cuerpo está compuesta por 23 pares de cromosomas, cada uno con tal vez miles de cadenas de información, o ADN. Estás cadenas de ADN son las proyecciones de quienes somos. Por cada rasgo físico, genético, mental o de salud que heredamos, recibimos un alelo dominante y un alelo recesivo. 

La mayoría de las personas han observado el cuadro de Punnett, similar a un diseño de cuatro cuadrados, en donde se listan los alelos dominantes y recesivos. Por ejemplo, la mano que utilizas está relacionada a la genética. Mamá acarreará dos piezas de información sobre qué mano usas. Papá también acarreará dos piezas de información. Para poder heredar un alelo recesivo, ambos padres deben tener un rasgo recesivo.

Cada característica física que tienes es heredada, desde tu altura hasta el hoyuelo en el mentón puede atribuirse a los genes. También puedes atribuir el color de ojos y de cabello a la herencia. A manera de comentario personal, mi hija tiene los pies hacia adentro los cuales heredó de su padre. En el caso de nuestro hijo, la parte de atrás de su cabeza es plana, rasgo que heredó de dos de mis tíos. Por lo tanto agradece a tus padres, abuelos, tías y tíos por tu apariencia.

No todas los problemas de salud son heredados, pero una gran parte de estos pueden heredarse. Seas o no propenso a problemas cardíacos, si tienes asma o que tan fuerte es tu sistema inmune son todos rasgos heredados. También puedes heredar las alergias o la tendencia a subir de peso. Sin embargo, los factores ambientales, accidentes, una dieta deficiente y otros factores externos pueden causar estragos con tus propensiones heredadas.

Algunos agruparían los problemas genéticos junto con los problemas de salud, pero estos son problemas físicos y del desarrollo que se llevan en los genes y usualmente están presentes en el nacimiento. Por ejemplo, la anemia falciforme, distrofia muscular y fibrosis quística se llevan en los genes. No obstante, para que un niño tenga un problema genético presente desde el nacimiento ambos padres deben ser portadores del gen. Por otro lado, existen otros problemas de salud presentes desde el nacimiento que no son heredados. Un niño con síndrome de Down nace con un copia extra en el cromosoma 21. La mayoría de los casos de parálisis cerebral se deben a la falta de oxígeno en el nacimiento.

La inteligencia es una característica difícil de considerar ya que muchísimos factores se deben considerar al hablar de la inteligencia del niño. No obstante, investigaciones demostraron que los puntos de inteligencia de las personas de una misma familia usualmente se encuentran a 15 puntos entre sí. 

Todos conocemos familias en donde todos los integrantes son inteligentes o no tan inteligentes. La inteligencia puede estar bastante influenciada por la nutrición y el entorno. Si un niño está destinado a heredar la gran inteligencia de sus padres, pero su nutrición es deficiente o no juegan con él ni le leen libros, probablemente no alcance su máximo potencial. Se han realizado muchas investigaciones sobre la inteligencia y la herencia.

Lo que hay que recordar es que prácticamente todos los rasgos están influenciados por el entorno. Tal vez estamos programados para ser altos, pero si no recibimos la nutrición adecuada, no alcanzaremos nuestra altura máxima determinada por la genética. Tal vez heredaste la posibilidad de sufrir problemas cardíacos, pero si ya sabes esto y consumes alimentos súper nutritivos, controlas el nivel de colesterol toda tu vida y nunca fumas o bebes, tal vez nunca se manifiesten los problemas cardíacos que puedes haber heredado

La Vida Humana


Nada debe valorarse más que la vida humana, de la misma manera que no hay justificación para que un ser humano se considere superior a otro. Sin embargo, nos encontramos inmersos en un sistema deshumanizante que otorga valor a las personas por el dinero, posesiones o logros. 

Esto nos crea la necesidad de redescubrir el valor del ser humano.

Tenemos un valor incalculable; no somos el resultado de la evolución, de un accidente cósmico o una forma de vida biológica elevada que por casualidad adquirió conciencia. Fuimos creados como seres racionales, con moralidad, voluntad y discernimiento, únicos sobre la tierra con cuerpo, alma y espíritu, capaces de obrar para bien. Somos obra de un creador que con sabiduría e inteligencia nos hizo con un propósito, que no consiste en acumular posesiones o riqueza, sino en que tengamos como prioridad el cuidado y desarrollo integral de todo ser humano desde el momento de su concepción, utilizando para ello todos los recursos disponibles.
La racionalidad y moralidad nos da la capacidad de obrar para el bien, no solo para sí mismo, sino también para los demás. ¿Qué ha ocurrido entonces que hemos desvalorizado la vida, perdiendo la sensibilidad ante la necesidad y el dolor ajeno? Los grandes desafíos que tenemos en nuestro país, como la desnutrición infantil, carencia de atención en salud primaria y preventiva, el hambre y la miseria, el analfabetismo, la violencia que produce muerte y dolor a millares de familias o la desintegración familiar, exigen de cada uno de nosotros una respuesta concreta, comenzando con los gobernantes, puesto que han sido puestos en autoridad para servir, para buscar el bien común, no el beneficio propio.
Con frecuencia argumentamos que somos un país pobre, dependiente y limitado para enfrentar estos desafíos. Sin embargo, somos un país rico en recursos y potencial humano, con capacidad de generar oportunidades para el desarrollo integral de todos sus habitantes. El verdadero problema radica en que no estamos valorando la vida en la dimensión correcta, nos hemos vuelto indiferentes ante el drama de nuestros semejantes. Esto se evidencia, por un lado, en la forma como se administran y distribuyen los recursos públicos (actos de corrupción o en la priorización de cosas que no buscan satisfacer las necesidades primarias de la población) y por el otro, en la negativa o evasiva de cumplir a cabalidad la responsabilidad de pagar impuestos. Tanto lo uno como lo otro es inmoral y condenable.
La valoración del ser humano es un desafío ético para todos los que formamos parte de la sociedad. La riqueza y las posesiones son instrumentos que deben servir para el beneficio de los demás, no para fines egoístas.
Evaluemos nuestro actuar, cumpliendo de manera justa y honesta con el rol que nos corresponda y en cuanto tengamos la oportunidad y la posibilidad ayudemos al necesitado, recordando que aquel que sabe hacer el bien y no lo hace, le cuenta como pecado, porque pudiendo hacer algo por sus semejantes y no lo hizo, se hace parte del problema, no de la solución