martes, 5 de junio de 2018

Entrenamiento Mental

De la misma manera como nos preocupamos por mantener nuestro cuerpo saludable, también es importante tener cuidados para el desarrollo de nuestra mente. El cerebro, como cualquier órgano, necesita ejercicio a diario para que funcione a la perfección.

Según el doctor Eduardo Palacios, neurólogo adscrito a Colsanitas, ‘así como el cuerpo envejece y va perdiendo muchas de sus capacidades a medida que pasa el tiempo, el cerebro también lo hace. Sin embargo, este declive no se presenta en un abrir y cerrar de ojos. Por el contario, es un proceso lento y progresivo que puede afectar solo algunas habilidades específicas’.

Uno de los primeros síntomas de déficit mental que se evidencian es no poder recordar sucesos recientes, o al tener las llamadas lagunas mentales. En los pacientes con trastornos cognitivos la memoria es la función mental que casi siempre se ve comprometida con mayor gravedad.

‘La memoria es la facultad de registrar, conservar y evocar las experiencias. Para que esto pueda ser posible es necesario que exista una perfecta comunicación entre las neuronas y que el cerebro sea capaz de crear nuevos circuitos en la medida que va guardando recuerdos.  El entrenamiento mental a lo largo de la vida retrasa el envejecimiento cerebral y mantiene la mente lúcida. Neurona que no se usa, se atrofia’, afirma el doctor Palacios.

Aparte de la pérdida de memoria, cuando el cerebro se vuelve ‘lento’ suelen presentarse otras alteraciones mentales que van a determinar la magnitud del problema. Algunos individuos tienen dificultad para comprender lo que se les dice o para expresarse, no pueden hacer operaciones aritméticas sencillas, no coordinan bien los movimientos, les cuesta trabajo planificar u organizar sus actividades y no reconocen objetos o personas conocidas.

Los ejercicios mentales por sí solos no curarán los trastornos cognitivos serios, pero se pueden convertir en una manera entretenida de velar por la salud mental. 


 




Lo Que Natura No Da


Desde el tiempo de nuestros abuelos, fue tema de discusión si la gente era tonta o mala porque no estudiaba o porque sus problemas los traían de nacimiento. Y se discutía que al malo y al tonto había que conducirlos por el camino del conocimiento para hacer de ellos personas buenas, útiles, brillantes.

Otros, decían que el malo lo era porque ya había nacido con alma mala, que más bien necesitaba redención, que le hablaran de las cosas de Dios.

Sin embargo, una tercera opinión decía que si se era tonto de nacimiento, bien poco se podía hacer por un individuo y remataban con el dicho del encabezado que reza: Lo que natura no da, Salamanca no lo presta; en alusión a la prestigiosa y antigua Universidad de Salamanca, España.

Hay alumnos que ponen sus codos en el pupitre, pero su mente está en otra parte: Dice el dicho que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Hay estudiantes que en vez de poner sus ojos en el pizarrón, ponen su mirada al interior de su mundo atormentado por la problemática propia de la adolescencia y se sienten negados para aprender; y no porque no puedan, sino porque como dice otro dicho de origen bíblico: no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Así las cosas, para lograr la superación personal hay que poner en juego, la voluntad, el esfuerzo, y sobre todo, procurar una mente sana y despejada, de lo contrario, no se esfuerce: pues lo que natura no da, Salamanca no lo presta

O como dice mi compadre Pancho: me sales más caro que un hijo tonto en el Tecnológico. O sea, de qué sirve que te tenga en la escuela más cara, si tú nunca pondrás nada de tu parte.

Muchos estudiantes conocí que traían sobre sus espaldas una carga social y económica que no les dejaba avanzar para llegar a la ansiada meta que habían soñado. Problemas como la pobreza que no les daba para cubrir cuotas ni de una escuela pública y vivían siempre con hambre y mal vestidos. Otros, con problemas morales por padres desordenados o de familias desintegradas; siempre inmersas en un medio social que los arrastraba a la violencia o a los vicios como puerta de escape.

Algunos resistieron heroicamente para mantenerse en el camino; pero otros, sin apoyos de ninguna especie, renunciaron a todo convencidos que habían nacido para macetas y jamás pasarían del corredor.


Nuestra Pereza


Al trabajo fuimos arrojados por un castigo bíblico. Cuando la pareja primordial desobedeció el mandato divino de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, Adán y Eva no sólo fueron expulsados del Paraíso sino que, como si no bastara con semejante maldición, Jehová castigó al hombre con el deber de ganarse el pan con el sudor de su frente.

El estigma que unió al hombre con el trabajo perdura todavía hoy. Y en defensa del imperativo divino, aún se cree -tal vez a modo de consuelo de esa pérdida transgeneracional- que mientras que la pereza deshumaniza al ser humano, el trabajo lo humaniza.

Tal vez como un resabio tardío de lo perdido, se descubre en la pereza cierto aspecto paradisíaco que nos seduce. A fin de cuentas, el mismísimo Jehová nos aleccionó con su pereza ejemplar: tras seis días de trabajo, el séptimo descansó... y era Dios. 

Nosotros, ni cortos ni perezosos (nunca mejor dicho), frágiles y culpógenos, multiplicamos el castigo bíblico hacia ámbitos insospechados hasta para el mismísimo Creador: "debería adelgazar", "debería levantarme más temprano", "debería hacer gimnasia", "debería dejar de fumar", "debería estudiar inglés", en una cascada de mandamientos profanos, creados por una criatura que ni Dios pensó tan vulnerable. 

Una retórica del deber tanto o más constrictiva que la consagración del monje que se resiste a la pereza. Porque en cuanto autoimpuesta, ni siquiera nos hace falta esperar otra vida para recibir el merecido castigo sino que, mucho más eficaz, la ruina nos amenaza, por decirlo de algún modo, hic et nunc 

El costo existencial de menospreciar el valor de la pereza es someternos sin descanso a imperativos que dirigen nuestras vidas, imponiéndonos metas las más de las veces triviales que cercenan nuestros deseos más genuinos.

No se trata de perpetuar el no hacer nada, ni siquiera de endiosar un dolce far niente que, con el correr de los días, lo más probable es que nos suma en un sopor insoportable. Pero sí de tener la sensibilidad, llegada la ocasión, de ser capaces de cultivar la pereza, como se cultiva la amistad o el amor. 

A fin de cuentas, ¿por qué no dejarse llevar, de tanto en tanto, por el regocijo de la actividad de la no actividad, por el goce útil de lo inútil que se parece, si la hay en alguna parte, a la libertad? ¿Por qué no sucumbir a ese ocio adánico?

Si aceptamos que, más que un pecado mortal, la pereza es una experiencia humana, tal vez sea ése el primer paso para terminar aceptándonos como somos, sin luchar codo a codo para demostrar nada a nadie. Por empezar, ni siquiera a nosotros mismos.


El Tiempo No Nos Espera


Últimamente me he dado cuenta de algo. Es una verdad simple, pero creo que no siempre la tenemos totalmente en cuenta. Y es que cuando hacemos planes y los comenzamos a posponer por motivos como pereza, vergüenza o simplemente porque creemos “no estar completamente listos”, solo nos estamos excusando de una meta que nosotros mismos nos propusimos, sin ningún tipo de obligación.

Y si hacemos eso con lo que nosotros mismos queremos, ¿qué haremos con el resto? Porque, si nos ponemos a pensar, el tiempo seguirá pasando, nosotros excusándonos, y nunca llegaremos a nada.

Como dicen algunos, “puede que cuando te des cuenta sea demasiado tarde“.

Y la verdad es que puede ser así, ¡pues no lo sabemos! El tiempo, nuestra vida y su duración no nos van a esperar porque se nos ocurrió que era mejor idea dejar tiradas aquellas cosas que queríamos hacer. Es cierto, vivimos en un mundo rápido y estamos ocupados permanentemente.

Pero yo soy de los que cree que si uno quiere realmente hacer algo, encontrará el tiempo y la manera para hacerlo, o al menos lograrás intentarlo. La verdad es que nos dejamos estar y se nos olvida que el día de mañana nuestros antiguos sueños pueden ser aplastados. ¿Quieres esperar hasta que suceda eso? Pues yo no
.
Yo no quiero inventar que el tiempo me esperará. Que sobre aquello que tengo pendiente, hará como que nunca corra ningún día ni ninguna hora. Quiero hacer lo posible por lograr lo que me propongo con mi vida, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Desde detalles que solo yo notaré, hasta actitudes con otros. Y ser sincero conmigo mismo si no cumpliré algo.

Finalmente, solo a nosotros mismos nos pesará en la consciencia todas aquellas veces en que “casi” hiciste algo. Que “pensaste” en ir por esa meta que deseas cumplir. 

Regula tus expectativas a los tiempos que tienes. No las bajes, pero ve un paso a la vez, y sé quién quieres ser.


lunes, 4 de junio de 2018

La Imagen Que Irradiamos


Si pensamos solamente en nosotros, alimentamos nuestro pequeño yo, alimentamos nuestro Ser individual. Entonces, llegamos a ser nuestra imagen individual. Y nuestra imagen propia es nuestro yo. 

Tal como sentimos, pensamos y hablamos, así nos imponemos un sello individual a nosotros mismos, porque lo humano inferior, es decir, lo no divino que creamos, se introduce en la estructura de partículas de nuestra alma. De allí irradia a través de todo el cuerpo impregnándolo con ello totalmente. Nuestra constitución externa, todo nuestro comportamiento, nuestros movimientos, nuestros gestos y mímica, nuestra expresión del rostro, así como la forma de nuestro cuerpo, son la imagen de nuestros sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos.

La gente joven es frecuentemente bonita, porque es joven. Sin embargo, la verdadera belleza es la luz que irradia de un alma madura, independientemente de la edad terrenal. La belleza resulta de los valores internos, de la virtud y pureza del alma. También del rostro de una persona anciana puede irradiar el brillo de la bondad y del altruismo. Con los años los aspectos característicos de nuestro mundo de sensaciones y pensamientos se van grabando más y más en nuestra figura externa. Al mirarnos sinceramente en el espejo, este nos muestra qué aspectos humanos nos caracterizan.


Mediante la auto observación de nuestro comportamiento podremos reconocernos y tomar las medidas necesarias para nuestra vida. Entonces, podremos decidir libremente: ¿Queremos ser divinos o no divinos, es decir, permanecer siendo netamente humanos? Divino significa, entre otras cosas, estar sanos, fuertes, alegres, equilibrados y dinámicos. 

Humano significa en el transcurso de nuestra vida: estar cansado, ser débil, problemático, pendenciero, enfermizo y a menudo gravemente enfermo. Nosotros mismos lo decidimos mediante nuestra manera de sentir, pensar, hablar y actuar.

Amar Es Dar Nuestra Parte


Hay muchas personas que son excesivamente críticas consigo mismas. Casi nunca están conformes con los resultados de su trabajo, con la calidad de sus relaciones, con su vida en general, no tienen un saludable nivel de autoestima…

Son perfeccionistas. Pero no por tener un honesto compromiso con lo bien hecho, sino como estrategia para protegerse de la autocrítica ante el más mínimo error cometido.

Además, son excesivamente susceptibles a la crítica o a la desaprobación de los demás, en la que ven reflejado su propio y doloroso conflicto interno.

Esa parte autocrítica de la personalidad está respaldada por emociones que parecen justificarla, que la muestran “razonable”: frente al error propio o ajeno, automáticamente surgen el enojo o el disgusto y entonces la opinión desfavorable (es decir, la crítica), parece lógica y natural.

Si una persona con estas características toma consciencia de su situación, si se da cuenta de que su autocrítica sólo le provoca dolor sin ayudarle realmente en ningún aspecto de la vida, tal vez se diga: “Bueno, tendría que dejar de ser tan autocrítico” o “Debería comenzar a tratarme con más consideración”, lo que no es más que nuevamente el mismo mecanismo muy, pero muy sutilmente disfrazado: observar el propio “error” y reclamarse a sí mismo por cometerlo.

Pero entonces, ¿qué hacer con este rasgo de la personalidad con el que honestamente no estamos conformes, que sinceramente queremos abandonar, si al señalárnoslo como inapropiado estamos actuando desde la autocrítica que nada resuelve? Más precisamente, ¿qué hacer con el crítico que llevamos dentro si al cuestionarlo o criticarlo en realidad le estamos dando el control y lo fortalecemos?

La respuesta a esta pregunta me pareció desconcertante e inesperada. No parece ser la solución lógica de este problema. Pero por ser la respuesta correcta, ciertamente también está respaldada por la lógica.

Veamos: esta parte crítica (o autocrítica) de la personalidad, la que, disfrazada de saludable perfeccionismo, sólo provoca dolor al calificar de insuficientes todos nuestros esfuerzos y resultados ya que, “lógicamente”, siempre podrían haber sido superiores o mayores o mejores, esa parte crítica está herida. Se trata de una parte lastimada, triste y enojada, precisamente porque se formó de la crítica recibida por el niño que fuimos.

Y es legítimo e inevitable que un niño así lastimado por adultos, se sienta dolido, triste y enojado. Y es comprensible que se exprese con el lenguaje y con los códigos aprendidos de la crítica sin amor. Y un niño así lastimado, que no recibió el sano estímulo del amor y la aceptación incondicionales, no merece de nuestra parte nuevas críticas y maltratos para “corregirlo”, sino que le corresponde (y lo reclama, a su manera) que simplemente lo aceptemos y que lo amemos. El amor es lo único que puede devolverle (¡que puede devolvernos!) la paz, el equilibrio y la alegría.


Y esta conclusión no sólo vale en nuestro interior. Cuando finalmente entendemos esta situación que tiene lugar dentro nuestro, cuando comprendemos que la única respuesta eficaz contra la propia crítica o la autoagresión es el amor hacia nosotros mismos (especialmente hacia nuestra parte crítica), inmediatamente apreciamos el alcance universal de esta conclusión.

Comenzamos a comprender cuál es la verdadera condición del “agresor”: alguien que en realidad se castiga a sí mismo, alguien que necesita con urgencia darse y recibir su propio amor, alguien que es incapaz de dar amor a los demás y de recibirlo porque recrea o proyecta en ellos su propio drama interno, y, finalmente, alguien como nosotros, que sólo necesita amor…

Cuando Las Uvas Están Verdes


Fábulas De Esopo
Cuando Las Uvas Están Verdes
Era una tarde muy soleada y calurosa. Una zorra, que había estado cazando todo el día, estaba muy sedienta. “Cómo me gustaría encontrar agua”, pensó la zorra. 

En ese momento vio un racimo de uvas grandes y jugosas colgando muy alto de una parra. Las uvas parecían maduras y llenas de zumo. “¡Oh, oh!” dijo la zorra mientras la boca se le hacía agua. “ El zumo dulce de uva sacia mi sed!”.

La zorra se puso de puntillas y se estiró todo lo alto que pudo, pero las uvas estaban fuera de su alcance.

No queriendo abandonar, la zorra tomó impuso para alcanzar las uvas. Fue inútil, no pudo alcanzar las uvas.

La zorra saltó y brincó una y otra vez pero no pudo alcanzar las uvas en ninguna ocasión. Al final la zorra estaba más sedienta y cansada que nunca.

“¡Qué tonta soy!” dijo la zorra con rabia. “Las uvas están verdes y no se pueden comer. De todas maneras, ¿para qué las querría?.

Y así se marchó la zorra.

Moraleja: Algunas personas desdeñan y menosprecian lo que no pueden tener.


La Caja De Pandora


Cuando amenazamos con "abrir la caja de Pandora" nos referimos a tomar una decisión que desencadene múltiples conflictos. En la mitología griega, Pandora es la primera mujer de la Tierra. Cada uno de los dioses le otorgó un don, por lo que su nombre significa todo-don. Pero la creación de esta mujer fue la venganza de Zeus contra los hombres por la traición de Prometeo al robar el fuego sagrado y entregarlo a los mortales. 

Pandora llevaba consigo una caja o vasija en la que los dioses habían escondido todos los males. Presa por la curiosidad, la mujer abrió la caja, y su fatal contenido se diseminó por nuestro planeta. Así es como surgieron las enfermedades y demás calamidades que aquejan al género humano. Pandora, asustada, cerró rápidamente la caja, pero en su interior sólo quedaba la esperanza. 

Según este mito, a los humanos sólo nos queda la esperanza de superar con esfuerzo todos los males que nos aquejan, hacerlos volver a la caja y cerrarla con siete llaves.

Preparados Para Lo Incierto


"Esperar lo inesperado" es algo a lo que Edgar Morin nos hace una invitación  y es que en siglos anteriores siempre se creyó que el futuro seria repetido, sin embargo una y otra vez se ha demostrado que no es así  siempre habrá pequeños acontecimientos que no sabemos que tanto podrán repercutir en un futuro, y el vídeo nos pone dos ejemplos claros de cómo pequeños sucesos, pueden llevar a acontecimientos que jamás se hubieran imaginado personas de esa época.

Entendemos por incertidumbre, el desconocimiento en una condición futura, lo cual puede ser por falta de información e incluso por desacuerdo sobre lo que se sabe o lo que podría saberse…

Edgar Morin nos hace ver algo que es en extremo interesante, utilizar la educación como arma para enfrentar las incertidumbres. La educación nos ayudara a enfrentar todas las dudas y problemas que se presentan en la vida cotidiana… Con ella tendremos una mejor toma de decisiones ante cualquier incertidumbre.

La vida está llena de cambios…
Y que mejor, que esperarlos preparados…

Cada minuto que pasa, es una posibilidad para mejorarlo todo.


La Sagacidad


El término inteligencia fue introducido por Cicerón para significar el concepto de capacidad intelectual. Pero su definición ha sido una cuestión compleja y polémica, si bien habitualmente se la concibe como la aptitud para entender, asimilar, elaborar y procesar información utilizándola adecuadamente, estando muy ligada a otras funciones mentales, como la percepción, o capacidad de recibir tal información, y la memoria, o capacidad de almacenarla. La inteligencia se asimila a la capacidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas y lenguajes, y aprender, tanto de aciertos, propios y extraños, como de errores. Así pues, inteligente es aquel que sabe escoger, lo cual le permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión.

La astucia, en cambio, se encuentra relacionada con la sagacidad, la sutileza, el ardid, la treta, la artimaña y la habilidad para engañar o evitar el engaño y lograr un objetivo. El astuto se convence a sí mismo y tiene siempre a mano una añagaza para lograr un propósito. Pero el hecho de demostrar petulancia, vanidad o terquedad lo aproxima a la necedad. El astuto viene a ser un ignorante que no sospecha de sí mismo creyéndose prudente, cuerdo y de buen juicio, con lo que se acerca a la noción de mentecato.

Desarrollar La Inteligencia


Seguramente, en infinidad de veces te habrás preguntado qué es la Inteligencia. Pues bien, la inteligencia se define como la capacidad para resolver problemas, aprender, adaptarse a nuevas situaciones, razonar, manejar conceptos abstractos, comprender ideas y aprender. Todo ello al mismo tiempo que se usan todos los conocimientos para aprovechar al máximo el entorno.

Es adaptarse efectivamente, al combinar todos los procesos ya nombrados, uniendo muchas habilidades. La inteligencia es infinita, no posee límites. Existe un inmenso poder en el deseo de hacer algo, en la actitud mental positiva.

La inteligencia no es sólo el conocimiento o una habilidad académica. Se refiere a la amplia y profunda capacidad para comprender el medio ambiente, para dar sentido a las cosas. Así es posible darse cuenta y para resolver en cada circunstancia qué es lo que debe hacerse.

Al definir de esta forma la Inteligencia, significa que ésta puede ser medida, y se hace por medio de los Test de Inteligencia. Existen diversos tipos de test de Inteligencia, algunos incluyen números o palabras y sólo exigen un conocimiento cultural determinado. Sin embargo otros se basan en conceptos universales simples como poco/mucho, arriba/abajo.  No obstante, todos miden la capacidad mental de forma muy general.

Se ha demostrado la existencia de varias inteligencias:
Inteligencia Lingüística: se relaciona con la habilidad para articular ideas claras, sentimientos, perspectiva, agudeza. Aquí podemos mencionar a los grandes escritores, oradores, poetas, entre otros.

Inteligencia Espacial: Es una habilidad muy particular para formar modelos mentales correspondiente al mundo espacial y tener la capacidad de operar con esos modelos. Arquitectos, navegantes, escultores.
Inteligencia Musical: consiste en la sensibilidad ante el tono, la melodía y el ritmo.
Inteligencia Lógico Matemática: Habilidad y destreza con las cadenas de razonamiento y los números. Razonamiento matemático.
Inteligencia kinésico-corporal: Es la habilidad innata con las manos y el cuerpo. Cirujanos, atletas, bailarines.
Inteligencia Interpersonal: Motivar, ayudar y entender a otros: habilidad para diferenciar los diferentes estados de ánimo, temperamento, motivaciones e intenciones de los demás.
Inteligencia intrapersonal: Se encuentra direccionada al mismo individuo. Conocerse a uno mismo y utilizar ese conocimiento para enfrentar positivamente la vida.
¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL? – VITAL PARA LLEVAR UNA VIDA PLENA
Son las inteligencias intrapersonal y la interpersonal las que integran lo que llamamos “Inteligencia Emocional”, que se define como la capacidad de evaluar, controlar y percibir las emociones. Muchos especialistas aseguran que esta inteligencia es una característica innata, sin embargo, otros piensan que puede ser fortalecida y aprendida.

Existen muchos ejemplos donde las inteligencias se separan. Como por ejemplo en personas que sufren de trastornos mentales y de manera sorprendente poseen habilidades extraordinarias para: componer música, dibujar o realizar complicados cálculos matemáticos.

Al responder ¿qué es la Inteligencia? podemos decir que actualmente existen nuevas perspectivas en lo que se refiere a la valoración de la inteligencia, ya que son más completas y amplias, puesto que no sólo evalúan el plano matemático y lógico. Es por esto, que la inteligencia emocional se considera de vital importancia, ya que está relacionada con nuestros pares, con nosotros, con lo que se refiere a nuestro bienestar.

La inteligencia es un conjunto de habilidades que nos sirven para resolver problemas. Entonces, mejorando esas habilidades podemos desarrollar nuestra inteligencia
.
Si bien es cierto que la edad apropiada para desarrollar nuestras habilidades y por ende nuestra inteligencia es cuando somos niños, también podemos desarrollar la inteligencia en el transcurso de toda nuestra vida.



Objetivos Del Día


La productividad y la gestión del tiempo son dos temas que están presentes en la mente del emprendedor de forma constante.

Realizar todas las tareas del día, avanzar en los proyectos o entregar los trabajos en su fecha son actividades a las que nos enfrentamos cada día. Algo que aún se complica más cuando trabajas solo.

Resulta decepcionante llegar al final del día con la sensación de no haber hecho nada importante. No has parado: 3 reuniones, varios informes, mails,…, pero sabes que no has avanzado nada.

Existen diferentes herramientas y sistemas que gestionan nuestra productividad sobre los que ya hemos hablado en otros post, que puedes utilizar según necesites y adaptados a ti.

Vamos a comentar hoy otra estrategia basada en un enfoque distinto. No nos centraremos en todo lo que tenemos que hacer, sino en los objetivos que queremos conseguir. Una forma de priorizar lo importante.

Es posible que te encuentres más de un día con una larga lista de tareas y acciones que realizar. De sólo verla ya casi te bloqueas de la cantidad de cosas que tienes que hacer. Hay mucha gente que se paraliza con esto y no es capaz de empezar a actuar. Bien, cuando esto ocurra plantéate lo siguiente:

¿Cuál es tu objetivo principal del día?
Puede ser hacer un cliente nuevo, entregar un trabajo pendiente o contactar con dos nuevos colaboradores. Lo que quieras. Busca un resultado concreto que te hará avanzar en tu estrategia empresarial. Algo que realmente quieras haber conseguido ese día y que de alguna forma puedas medir para saber si lo has alcanzado (nº de, €, visitas,…). Además, su logro te aportará un beneficio concreto o alcanzar el siguiente paso en tu plan. Hay una razón de peso para lograrlo.

Imagina que tu objetivo es entregar hoy ese trabajo pendiente, ya que así podrás enviar la factura al cliente y cobrarla dentro del mes corriente. Buen motivo para acabarlo.

Ve a tu lista de tareas y señala todas aquellas que tienen que ver con éste objetivo. Añade otras si las necesitas. Estas son tus tareas preferentes para el día, lo primero que has de hacer, todas ellas. Una por una hasta que las termines.

El resto de tareas las realizas una vez terminadas éstas. Si algo ha de quedarse sin hacer, deben ser estas tareas de tu lista que no corresponden a tu objetivo.

Si crees que tienes tiempo, quizás quieras plantearte uno o dos objetivos más en el día, siempre que te comprometas a realizar durante tu jornada todas las tareas asociadas para acabarlos. De nada sirve plantearse objetivos que no vas a cumplir.

Cuando estás trabajando en un proyecto grande puedes marcarte objetivos diarios para ir avanzando. Recuerda que estos objetivos han de poder medirse para comprobar los resultados obtenidos al final del día y alcanzarlos te permitirá progresar en algún aspecto del proyecto global. Es decir, hay una buena razón para hacerlos.

Si tu compromiso ha sido firme durante el día y tus tareas o acciones relacionadas con el objetivo están hechas, al final de tu jornada podrás saborear la gratificante sensación que produce el logro del objetivo alcanzado.

Por muchas tareas que realices durante las horas laborables, habrás alcanzado tu meta. Te sentirás satisfecho/a por el trabajo realizado y por los resultados conseguidos. ¡Una estupenda forma de acabar el día! Y lo mejor, aumentará tu autoestima y la motivación para volver a conseguirlo al día siguiente.


domingo, 3 de junio de 2018

La Era De La Inmediatez


En la sociedad de la información se han acortado tiempos, sí; se ha contribuido a mejorar nuestra efectividad en términos de respuesta y soluciones, también; y, asimismo, se ha incrementado nuestro conocimiento y el ingreso virtual a espacios públicos, sin importar distancia o dimensión.

Dichas bondades, sin duda numerosas, están formando en nuestras sociedades una "cultura de la inmediatez". Me explico. El poder que brinda el acceso a la información, desde cualquier parte del mundo y en tiempo real, de una manera veloz y asequible, es un fenómeno que está influyendo sobre las relaciones interpersonales, en el sentido de atención, diálogo, socialización y hábitos.

Se trata de un efecto que se resiente también en lo individual, pues puede modificar los niveles de paciencia, concentración, interés, perseverancia y desempeño. 

La era digital, sin duda, ha permitido que nuestras habilidades se potencien y podamos realizar actividades de forma simultánea, lo cual, a su vez, genera una consecuencia en nuestro trato con otras personas que no están en el mismo "mundo digital"; creando, inconscientemente una forma de relación social, que de manera selectiva establece nuevas posibilidades de vinculación o comunicación
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Por otra parte, tiende a impactar sobre la paciencia y el rendimiento, pues la necesidad de obtener respuestas fáciles y rápidas, ha menguado la capacidad de espera y de construcción de juicios críticos, así como de proyectos de mediano y largo plazo. Al no conseguirlo, suele derivar en episodios de ansiedad y estrés, que poco contribuyen a un desarrollo personal integral.

No por nada Sir Isaac Newton reconoció a la "paciencia" como el descubrimiento más invaluable. Es importante, entonces, contribuir a la sensibilización de las generaciones futuras y a quienes estamos expuestos a las influencias de las nuevas tecnologías, para lograr una combinación armónica y equilibrada entre sentido humano y beneficio digital.


Su reto es que el uso de las herramientas tecnológicas y el alcance práctico y casi sin limitaciones a toda clase de información, debe ser para contribuir al fortalecimiento de nuestros valores más elevados, como la solidaridad, la convivencia, la colaboración y el esfuerzo. 

El Control De Las Emociones


La estructura de nuestro cerebro tiene cincuenta mil generaciones de historia evolutiva, con sus propios éxitos de supervivencia, por eso, no tenemos que sorprendernos si ante los eventos de la vida, respondemos instintivamente con recursos emocionales adaptados a nuestras necesidades.

De las emociones a los sentimientos, el neuropsicólogo Raúl Espert ha estudiado el cerebro desde hace muchos años. Y con sus reflexiones nace esta disección del cerebro emocional que ha realizado Laura Xerra en colaboración con el propio Raúl Espert.

La emoción es un impulso que mueve a la persona a actuar, la raíz etimológica de la palabra viene del latín “e-movere”, es decir, “ir hasta” que al final se resumen en: ataca, escapa o lucha.


Cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción, sin embargo, nuestras experiencias vitales irán modelando con los años ese equipaje para definir nuestras respuestas ante los estímulos emocionales.

Las Metas


Las personas que quieren lograr metas (aunque no lo creas hay gente que no quiere entrar en este trabajo y viven su vida de acuerdo al viento que esté soplando en el momento), se esfuerzan por declarar y algunas a formular sus metas, pero ¿por qué la mayoría de las personas no las logran a pesar que se esfuerzan en ello?

Como dice Camilo Cruz, orador y escritor motivacional: “La gente no planea fallar, la gente falla al planear”.

Establecer metas realizables, tiene muchas variantes, factores y metodologías. Hay un dicho popular que inteligente es aquel que aprende de sus experiencias y sabio es aquel que aprende de las experiencias propias y de quienes han tenido éxito, porque para llegar allí se han equivocado y han corregido.

Teniendo en cuenta esta sabiduría, para establecer metas de valor y calidad que te lleven a tener una vida plena y feliz, tomemos como guía lo que hombres, mujeres, empresas y organizaciones hacen y tienen para que sus metas se cumplan.

Los seres humanos nos diferenciamos de los otros seres de la creación porque tenemos la capacidad de soñar y de elegir la vida que queremos vivir. Por ello, es importante establecer metas de valor y calidad que contengan la esencia de lo que somos y de lo queremos llegar a ser, hacer y tener.

Tener metas y actuar no es lo único para tener éxito en su consecución.

Establecer metas de calidad y valor, dan dirección, energía, sabiduría, satisfacción y mayores probabilidades de lograr los resultados anhelados.

Son pocas las personas que logran vivir una vida plena, feliz y de valor. La razón es porque ellas tienen claro su propósito, sus valores, sus recursos, sus potenciales y un por qué claro y poderoso que los lleva a superar los obstáculos que se les presenta en el camino. 

Ellos asumen la responsabilidad de su vida.

Nunca es tarde para tomar el camino de la felicidad y la autorrealización personal, recorrerlo y disfrutar del poder transitar en este hermoso mundo que nos correspondió vivir


Inmensidad De La Mente


En la mente humana, la información recogida por el sistema sensorial fluye a través de un sistema cognitivo cuyos componentes básicos son la atención, la percepción y la memoria. 

De acuerdo a este planteamiento, se concibe al ser humano como un procesador activo de información. Primero, recibimos diferentes estímulos externos que se transforman en nuestro interior en mensajes nerviosos que alcanzan el cerebro; después, organizamos e interpretamos estos mensajes de manera significativa, y, finalmente, los guardamos en nuestra memoria, y desde ella influyen de nuevo en todo el proceso.

Todo así explicado parece perfecto, pero en realidad no lo es. No somos únicamente una central de procesado de información y datos, pues, curiosamente, a la hora de interpretar la información sensorial el ser humano parte de una predisposición mental que influye considerablemente en lo que percibe. 

Percibimos lo que queremos percibir. Es el fenómeno conocido como 'predisposición perceptiva'. Es decir, las cosas nos influyen en función de nuestra experiencia previa y de nuestra herencia genética en un porcentaje que varía de persona a persona en una cantidad variable difícil de determinar.

Por otra parte, nada de lo que percibimos permanece estable ni constante en la realidad. El cerebro extrae las características constantes e invariables de los objetos y aunque sean vistos desde diferentes ángulos, a diversas distancias o en condiciones variadas de iluminación se perciben como si tuvieran la misma forma, tamaño y color. Así es fácil de entender como existen diversos estados de percepción de la realidad y cómo la percepción puede sufrir alteraciones más o menos serias, algunas de las cuales recogemos bajo el común denominador de estados alterados de percepción de la mente.

La mente del ser del humano es su propia semilla con la capacidad de evolucionar hasta su pleno desarrollo. Se podría decir que la vida es la posibilidad de evolucionar que tiene la materia en forma organizada y con un propósito; y así como puede naturalmente evolucionar la materia también evoluciona la conciencia hacia una etapa superior. La evolución de la conciencia se manifiesta como sabiduría, que es la organización de la inteligente superior, o sea la posibilidad de síntesis que permite percibir de una manera holística y dimensional la realidad tal como es.

El término neurociencia apareció hace más de treinta años. Actualmente se publican más de 40.000 artículos al año sobre esta materia. Estamos asistiendo a una verdadera explosión científica en ese sentido. Pero aunque los neurocientíficos se preocupen de la mente, «pasarán siglos y acaso millares de años antes que el hombre pueda entrever algo del insondable arcano del mecanismo no sólo de nuestra psicología, sino de la más sencilla, de un insecto».

Fue Ramón y Cajal quien escribió está magnífica reflexión. También decía: «Los centros nerviosos de los mamíferos, especialmente los del hombre, representan la verdadera obra maestra de la naturaleza, la máquina más sutilmente complicada que la vida puede ofrecer». Toda la obra de Cajal es reveladora en este sentido.

La mente humana, claro está, tiene limitaciones, y es así porque la mente no fue concebida originalmente para conocer la verdad sino para sobrevivir a la mentira.

La propia ciencia tiene sus limitaciones, porque su epistemología no es perfecta. 

Hay que reivindicar un nuevo relativismo cognitivo, capaz de coexistir con el mundano y vulgar 'nada se sabe seguro' o 'todo es opinión', porque las limitaciones no son tanto de la ciencia en sí como de nuestros cerebros. ¿Cómo explicar, si no es de este modo, fenómenos tan terriblemente humanos como la violencia, la codicia, las desigualdades sociales, la mentira…?


La mente es un órgano biológico más que una ventana a la realidad. Así pues, es lógico que no seamos capaces de comprender bien todos los fenómenos que rodean o incluso algunas de las más elementales leyes de la física, no digamos si se trata de la física cuántica… en realidad es que no la entiende casi nadie en absoluto. Somos limitados y eso nos deja un margen de error que hemos de saber gestionar honradamente. 

Hoy nos hemos puesto serios, quizás porque a veces nos olvidamos de que la vida también lo es. 

Perseverancia II


“Puedes llegar a cualquier parte, siempre que andes lo suficiente”, Lewis Carroll

La perseverancia es una carrera de fondo. Una maratón en cuya meta habitan todos nuestros objetivos. Lamentablemente, en una sociedad que late al ritmo de la hipervelocidad, esta modalidad ha perdido muchos adeptos. Nuestro día a día está marcado por los estímulos constantes y la gula por querer siempre más.

Así, tendemos a centrarnos en lo inmediato y en todo aquello que nos promete una dosis de satisfacción exprés. Podríamos decir que participamos en una perenne carrera de cien metros lisos, en la que apenas importa la resistencia. 

Todo lo rige la rapidez y la ley del mínimo esfuerzo. Pero esta inercia nos impide centrarnos en aspiraciones a largo plazo, lo que limita las posibilidades de tomar las riendas de nuestro destino.

La receta parece sencilla: seguir el recorrido marcado, no parar bajo ninguna circunstancia y, a su debido tiempo, cruzar la línea de meta. Pero del dicho al hecho hay un trecho. La perseverancia se conquista cada día. 

Cuando emprendemos el reto de correr una maratón sin haber entrenado lo suficiente, solemos terminar tirando la toalla. Nuestro cuerpo no está preparado para aguantar tan exigente esfuerzo, y nuestra mente se bloquea ante la elevada presión. Lo cierto es que resulta fácil construir castillos en el aire, imaginado éxitos futuros e incontables alegrías. Pero el esfuerzo, la voluntad, la constancia y el sudor que requiere la realización de tan creativas ensoñaciones son patrimonio de quienes perseveran.

Entonces, ¿en qué consiste la perseverancia? Y ¿cuáles son sus beneficios?

Etimológicamente, proviene del latín perseverantia, que significa constancia, persistencia, dedicación, firmeza o tesón; bien en las ideas, las actitudes o en la ejecución de cualquier propósito. Así, la perseverancia es la capacidad de seguir adelante a pesar de los obstáculos, las dificultades, la frustración, el desánimo e incluso los deseos de rendirnos ante cualquier situación. 

Una persona perseverante persigue sus metas con ahínco y tesón, tiende a terminar todo aquello que empieza, mantiene su atención en su objetivo y, si no lo alcanza, lo vuelve a intentar utilizando un método distinto. Así, esta cualidad nos ayuda a desarrollar el autocontrol, a regular nuestra tolerancia a la frustración y nos convierte en personas más resistentes y resilientes.

Dicho de otra manera, la perseverancia es una suerte de brújula que nos permite orientarnos en la tormenta. Es el factor que convierte las palabras en acciones, la teoría en práctica, los sueños en realidades. La fortaleza que nos lleva a no rendirnos ni desfallecer ante las más adversas circunstancias. 

Como si fuéramos arcilla, nos moldea y nos esculpe. En última instancia, está vinculada a nuestros intereses y motivaciones más profundos. Honrarla es honrarnos a nosotros mismos. 

La pregunta es: ¿estamos dispuestos a pagar su precio?

      

El Sentido De La Existencia


Muchas personas creen y afirman que el sentido de su vida es Dios, el que afirma que tras la muerte del cuerpo, el alma continua existiendo y vivirá eternamente junto a Él.

Esta afirmación da sentido completo a la pregunta anterior: “Si todo está abocado a sucumbir… ¿Por qué y para qué existe?” Nacemos, crecemos, nos desarrollamos, morimos… por tanto, nuestra vida tiene un final terrenal, pero no existe el final del alma.

La existencia tiene un sentido terrenal, pero la muerte supone un límite absoluto para la humanidad. Por tanto, existen personas que piensan que el sentido de su vida es aquello que pueda proporcionarle la felicidad en su estancia en la tierra, como ayudar a los demás o realizar aquello que te pueda completar enteramente como persona, pero tras todo esto, en la muerte, no existe ningún sentido.

Nuestra existencia humana y el mundo son absurdos. Vivimos y seremos personas pasajeras en la historia de la Tierra. Todo lo que hacemos, absolutamente todo, carece de un sentido propio. Los días son exactamente iguales y vives desaprovechando el tiempo, pues un día morirás y no te habrá servido de nada el haber vivido.

El sentido de la existencia es un problema tanto filosófico como vital ya que se encuentra unido al dolor y a la seguridad de que algún día moriremos. El dolor puede ser algo físico y momentáneo, mientras que también puede ser un dolor espiritual, producido por el estado de ánimo de cada persona, que puede originar depresiones e incluso ansiedad. 

La certeza de que algún día moriremos hace que los seres humanos se planteen que la muerte es algo inexperimentable, ya que todo aquel que la experimenta no puede demostrar la verdad definitiva sobre la existencia porque está muerto.

Para mí, el sentido existencial depende de la visión de cada persona. Uno puede vivir felizmente haciendo cosas que para otros resultan simples y sin sentido. Pienso que todos buscaremos nuestro propio sentido existencial a lo largo de la vida, en la familia, la felicidad, o simplemente, en Dios. 

Puede que no se sepa claramente el sentido de la vida, pero si se sabe que la vida, desde que nacemos hasta que morimos, es algo maravilloso y donde encontrarás muchas de las respuestas que hoy no sabes. 

        

El Gusto Por La Lectura


Pareciera ser, a primera vista, que no habría mucha diferencia entre quien lee y quien no lo hace frecuentemente. Pero es sólo un engaño. Las diferencias son bastante grandes y notorias. En primer lugar, quien lee aumenta su cultura, la hace sólida si es endeble y la enriquece cada vez más. Quien permanece ajeno a los libros, por el motivo que sea, también es cómplice de su ignorancia, que se acrecienta a medida que sigue huyendo de las páginas escritas.

En segundo lugar, la lectura aporta un panorama más amplio para el desarrollo de las propias ideas y fomenta una actitud crítica, pero no en sentido negativo, sino positivo, ya que remueve los preconceptos e instala la necesidad de contrastar unos datos y otros, algunos más veraces y otros, pobres y caducos. Quien lee no cree lo primero que escucha, al menos tiene un cierto bagaje cultural que matiza cualquier intento de absolutismo respecto a ciertos temas.

En tercer lugar, la lectura es fuente de conocimientos. La falta de lectura, por el contrario, adormece el espíritu y la inquietud intelectual. Pero, tampoco es suficiente con ser un devorador de libros, ya que se puede leer mucho pero mal.

Es decir: siempre se debe buscar, mediante el consejo de alguien o guiados por el propio sentido común, las lecturas que favorezcan el desarrollo personal, que son todas aquellas que no están reñidas ni con la moral ni con la ética, ni menosprecien el valor individual de las personas ni sus creencias. 

Hay personas que, a fuerza de consumir basuras editoriales, que las hay y muchas, han hecho de su intelecto un refugio para las ideas más depravadas y siniestras. No hay que leer cualquier cosa, hay que leer siempre con un criterio determinado para cada circunstancia.

El gusto por la lectura lleva a quien lee a no contentarse con lo primero que ofrecen las vidrieras, o con aquel libro que es best seller mundial, pero que sin embargo no aporta mucho más que un simple cuento de hadas, nacido para entretener con exclusividad. Quien se habitúa a la lectura quiere buscar autores con los cuales identificarse en costumbres, modismos e ideas acerca de las grandes cosas de la vida. Es el lector cómplice del autor en cuanto difusor de ciertos ideales nobles, que agrandan las miras de la rutina diaria
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Y la falta del hábito de lectura repercute necesariamente en el trato con los demás. Quien no hace más ver las caricaturas del periódico, difícilmente pueda transcribir en palabras lo que le dicta su corazón cuando quiere expresar su amor. Reinará una especie de «parquedad sentimental», caracterizada por escuetas líneas y frases hechas repetidas una y otra vez, hasta despojarlas de su intenso significado por el abuso de su presencia en los labios del amante.

El gusto por la lectura es gustar de disfrutar más de la vida, de compartir en palabras las experiencias vividas y en saber transmitir las propias con la justa mezcla, cual recete perfecta, de sentimientos, emoción y vocablos. 

Leer significa ir más allá de nuestro estrecho mundo personal y adentrarnos en el otro, en crecer en empatía, estar con el otro y desde el intercambio fructífero de ideas, poder decir, al final del día, que hemos aprovechado el tiempo, al menos por haber leído unas líneas de nuestro autor preferido.


Sentirte A Gusto


Si quieres sentirte bien debes empezar a cuidarte y a pensar más en ti. La felicidad la decide uno mismo. Una persona que lo tiene todo se puede sentir mal y otra que lo ha perdido todo, incluso la salud, puede ser feliz. Es difícil pero en gran parte es el resultado de la voluntad propia. ¿Por qué no empiezas hoy a tomar las decisiones que te harán sentir mejor?

En la vida estamos solos. Ninguna de las personas que están hoy a tu lado estará contigo para siempre. Los niños crecen y se van de casa, las parejas se separan, y finalmente, todo el mundo muere. No puedes condicionar tu felicidad a los demás. Tienes que pensar en ti primero siempre. Y no lo digo como un llamamiento al egoísmo, sino simplemente para decir que la mejor forma de ayudar a los demás es sentirse bien uno mismo.

Además, la verdadera felicidad solo puede venir de uno mismo. Significa que no eres verdaderamente feliz si tu estado de ánimo depende de terceras personas.

Y por supuesto, es válido al revés: tampoco puedes hacer feliz a los demás. Es algo muy personal, que viene de dentro.

Sin duda el gran reto para sentirse feliz es ser capaz de conseguir una mejor autoestima, y tener confianza en uno mismo.


Tu felicidad depende solo de ti. Olvídate de excusas, y de personas externas. Tú eres quien tiene el poder de cambiar. El camino es que aprendas a conocerte mejor, a aceptarte, y a mejorar, ignorando lo que el resto del mundo pueda opinar sobre ti.