Todo comienza con uno mismo. Desde la infancia empezamos a tener una imagen propia de quiénes somos, cómo lucimos físicamente, para qué tenemos capacidades, talentos y cuáles son nuestras debilidades.
Nos formamos esa autoimagen mental desde niños y le vamos dando forma gracias a todas las experiencias que vivimos y en gran medida “gracias” a la convivencia con los demás. Y digo gracias entre comillas porque lamentablemente le solemos dar demasiada importancia a lo que los demás dicen sobre ellos, sobre nosotros o sobre lo que se supone debería de ser, por lo que es muy frecuente que el concepto que tenemos de nosotros mismos lo dejamos en manos de otros, dándole valor a la opinión de los demás. Es entonces cuando auto saboteamos nuestra propia imagen y dudamos o dejamos de creer en nuestras capacidades, esas que nos hacen únicos y son la herramienta para lograr metas o deseos.
Gracias a lo que dicen los demás, dudamos de nuestras capacidades, actitudes, de nuestro comportamiento y perdemos la motivación. Por ende, nuestra autoestima baja y no encontramos motivos para actuar, seguir adelante persiguiendo nuestros sueños. Y bueno, como bien dicen, si no crees en ti mismo, entonces nadie tendrá una razón para hacerlo... si no crees en ti mismo, cualquier esfuerzo que hagas por superarte es inútil....
Esto sucede porque olvidamos que somos piezas maestras, porque te recuerdo -por si acaso lo has olvidado— que tú no eres parte del montón, no fuiste producido en serie, eres único, original, diferente, y si no me crees, mira que cada quien tiene su propio sello, nadie repite las huellas digitales. Todos hemos sido equipados con la personalidad apropiada, los regalos adecuados, los talentos adecuados y las conexiones adecuadas para hacer exactamente lo que sea nuestro propósito durante esta presencia humana en la tierra. La pregunta es: ¿reconoces ese tesoro que posees?
Todo en ti es único e importa cada detalle de ti, pero es posible que, al compararte con los demás, quisieras tener más dinero, una mejor casa, un auto del año, tener más estatura, verte mejor, tener tu ojos azules o verdes, tener más cabello o de otro color y un sin fin de tópicos que simplemente te pueden agobiar; por lo que te digo, es mejor que dejes de compararte, que dejes de mirar las realidades ajenas porque no son las tuyas y que, reconociendo tus bondades, bendiciones, habilidades, posibilidades, empieces a enfocarte en lograr todo lo que puedes, agradeciendo lo que tienes y sabiendo que eres perfectamente imperfecto, que eres una obra maestra.
Cuando reconoces esto, en primer lugar, por simple que parezca, abres tus caminos a nuevas posibilidades, nuevas puertas empiezan a ponerse en frente a ti y comienzan a abrirte. Como tú te ves y te amas, así te verán los demás y te amarán. Si tu te ves como poca cosa, que no vales, que nadie dará cinco centavos por ti y que ni al caso entender porque estás en esta vida, así te verán los demás. Pero si tú, en buen plan, empiezas a reconocer, asumir y por ende creerte todo lo que eres y con lo que vienes equipado y por lo cual nadie en este mundo puede competir contigo porque eres único, entonces crees en ti y los demás creerán en ti.
Debes sentir orgullo de la persona que eres, ya que, te repito, como bien dicen y es una verdad absoluta: de la forma que tú quieres que te vea el mundo así te observarán.
Cuando te amas, te aceptas, sabes que mereces lo mejor, lo asumes, lo crees y lo proyectas y es entonces cuando la vida, Dios, el universo, la fuente, trae hacia ti nuevas oportunidades y los sueños dejan de ser efímeros y se tornan realidades.
Si bien es cierto, no siempre nuestros días brindan lo que esperamos y a veces nuestra vida toma rumbos imprevisibles, más que preguntarte constantemente por qué tu vida se ha tornado como es ahora o por qué no es como la de tu semejante - llámese mejor amigo, conocido, familiar, compañero de trabajo— acepta el camino abierto que tienes por delante con todas tus capacidades para lograr lo que deseas.
Recuerda aquellos momentos atrás en los que superaste grandes dudas, conflictos, retos, en los que muchas de tus ahora realidades eran sueños, planes, proyectos, metas. Recuerda cuando triunfaste en algo que creías imposible. Tú eres esa misma persona, con esas mismas cualidades y dones, y continuarás venciendo e imponiéndote. No lo olvides, no lo cambies, no dejes de creer.
Cree en ti mismo y entiende que hay algo dentro de ti mayor que cualquier obstáculo. Todos tenemos adentro una brújula que nos conduce a donde anhelamos. No olvides confiar en tu brújula, consúltala a menudo, porque el conocer su presencia te dará fortaleza para lo que la vida te depare. No elijas permitir que te desvíen. Pídele la verdad a tu corazón, y te dará la respuesta y el discernimiento para tomar las decisiones que son para ti. Como bien dicen Wayne W. Dyer: “si crees totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus posibilidades”. O bien, como ha dicho Cynthia Kersey: “cree en ti mismo y llegará un día en que otros no tendrán más remedio que creer en ti”.
Si tú crees en ti, no importa lo que diga el resto. Estas aquí para hacerlo, no para escuchar opiniones o mejor dicho: críticas. Si crees en ti mismo no necesitas q nadie apruebe tus decisiones y planes. La confianza en ti mismo es suficiente para emprender vuelo. No olvides que todo esfuerzo es inútil si no crees en ti. Intenta decir algo tan sencillo como: “Yo creo en mí mismo”. No siempre es fácil pero, si tú no crees en ti mismo, ¿quién lo hará?
Puedes tener éxito aun cuando nadie crea en ti, pero nunca lo tendrás si no crees en ti. Persigue tus sueños y siempre cree en ti. Pon tus ojos en las estrellas y la esperanza en tu corazón. Ocúpate de tu persona, sé tu propio maestro, cree en ti.