lunes, 11 de febrero de 2019

El Baúl De Los Recuerdos


Qué memorizamos mejor? ¿Por qué olvidamos los últimos momentos antes de un accidente? ¿Todo lo que evocamos es real? La respuesta a todas estas preguntas está en el hipocampo, justo en la parte del cerebro donde las vivencias permanecen a la espera de ser recuperadas.

Como un filme diseñado por la mente donde las cosas importantes sobreviven al tiempo y las superfluas se distorsionan para desaparecer en el rodaje. Así trabaja la memoria, influenciada siempre por la emoción que nos despierta un hecho y bajo la atenta mirada del olvido, que en ocasiones aparece para molestar, y en otras, para aliviar al que sufre. Ambos encajan como piezas de un puzle para configurar la identidad y la historia de una vida que cada cual recupera como quiere y puede.

Los expertos calculan que se conoce solo el 10% del cerebro, el resto prácticamente se mantiene oculto. Pablo Martínez-Lage, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencia de la Sociedad Española de Neurología, asegura que los médicos conocieron por sorpresa las partes del cerebro que participaban en la memoria cuando hace 40 años operaron a un chico que sufría crisis graves de epilepsia: "Habían probado toda clase de fármacos y cuando vieron que no daban resultado decidieron eliminar el foco epiléptico que se encontraba en los lóbulos temporales. H. M. [el paciente] se curó de su enfermedad, pero a partir de ese momento no pudo almacenar nuevos recuerdos ni recuperar las vivencias de los últimos dos años, aunque sí recordaba a la perfección lo anterior".

Esto permitió saber que la información que se envía al hipocampo se mantiene flotando en el circuito de la memoria hasta que el cerebro decide almacenarla. En algunos casos, como demostró la historia de H. M., esto puede durar hasta dos años, razón que explica que no pudiera evocar cosas que habían pasado en este tiempo.

El cerebro, según Martínez-Lage, madura durante los primeros 20 e incluso 30 años de nuestra vida; todo lo que se asimila antes de esa edad se hace sin esfuerzo, en palabras del neurólogo, pero a partir de los 40 a este órgano le cuesta más fijar en la memoria. La niñez es el periodo de la vida en el que se retiene más fácilmente, las enfermedades neuronales que afectan a la memoria por un accidente o un problema físico trasladan en numerosas ocasiones a los enfermos a su infancia porque los recuerdos son más sólidos. Esta vez la película se queda atascada en una escena que el aquejado revive una y otra vez.

Charo Figueres compartió con su madre el mismo capítulo cada día que duró su alzhéimer. Creía ser pequeña y preguntaba sin cesar por su hermano. La madre de Charo se miraba en el espejo y hablaba con "una señora mayor muy simpática" que aparecía reflejada. Recordaba y pedía salir al monte con la caña y confundía a su hija mayor con su madre, "la madre más guapa del mundo", repetía. Sus hijas piensan que su madre fue feliz aunque viviera todos los días la misma historia, un cuento que para ella era completamente nuevo y que Charo relata a la perfección nueve años después de la muerte de su progenitora.

La neuropsicóloga de la Asociación Nacional de Alzheimer, Virginia Silva, asemeja esta enfermedad con un virus que entra en el sistema de un ordenador y arrasa lo que encuentra dejando el disco duro vacío. "Lo peor de todo es que el enfermo pierde lo que es y lo que ha sido; la memoria es identidad, y si se esfuma, desaparecemos con ella", asegura Silva.

Otras de las reglas básicas de la neurología es que existe una estrecha relación entre los recuerdos más permanentes y sus significados emocionales

"El olvido en su forma habitual es benigno y ayuda a superar algunos traumas", asevera. Según esta neuropsicóloga, el cerebro puede borrar momentos terribles como son las violaciones o agresiones, inasumibles para los que las sufren, de tal forma que la persona no los recuerde nunca. Se trata de un recurso físico a un dolor emocional que no se puede aceptar.

Otra capacidad es la de memorizar elementos que no están relacionados a través de los hilos emocionales. Se ha comprobado que el primer elemento y el último de toda una serie son fácilmente retenidos, al igual que lo extraño o novedoso o lo que se repite de una forma lógica. Los neurólogos afirman que la memoria es una de las capacidades intelectuales más apreciadas, pero pocos dedican el tiempo a ejecutarla. "Ponemos nuestro cuerpo en forma, vamos al gimnasio y queremos llegar a la vejez en buen estado de salud, pero nunca pensamos que la memoria necesita el mismo tiempo y dedicación", asegura Silva.

Han surgido muchos científicos especializados en el estudio de la memoria desde que en 1870 el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus decidiese abrir el camino de la investigación de la memoria. Sus herederos reconocen que existen tantas lagunas en las ciencias neurológicas como las que se producen en la operación neurocognitiva, objeto de estudio.

Martínez-Lage define dos líneas de actuación en este momento: la ciencia básica intenta conocer los cambios que se producen dentro de una neurona y entre neuronas cuando se fija un recuerdo. La neurociencia avanza hacia nuevas técnicas, como la resonancia magnética funcional, que mide la cantidad de sangre que se desplaza a la zona del cerebro en un proceso memorístico. Así los expertos pueden saber qué áreas se activan y en qué momento. Martínez-Lage forma parte de la Fundación Cita Alzheimer, que investiga las ventajas de estas técnicas para conocer cómo comienzan a alterarse las áreas cerebrales cuando aparecen los primeros síntomas de esta enfermedad: "Si estudiamos a las personas 10 años antes de que aparezca el problema, podremos ver los esfuerzos de este órgano por compensar las pérdidas de memoria y así podremos estimular este proceso de compensación".

Las películas que crea el cerebro humano tienen elipsis voluntarias y forzadas, se atascan en un punto y a veces vuelven a su inicio. Son fotogramas que unidos en cadena dan forma a una historia inacabada que suma cada minuto vivencias a cambio de renunciar a otras. La memoria es un cajón de sastre que espera un sentido que solo el dueño puede ofrecer. 

En sus emociones está el poder de decidir qué recuerdos quiere conservar a la espera de que ningún virus informático entre en su sistema y arrase con lo que es y lo que fue.

Sarna Con Gusto No Pica





La sarna, según nuestra amiga la Real Academia de la Lengua Española, es una afección cutánea contagiosa provocada por un ácaro o arador, que excava túneles bajo la piel, produciendo enrojecimiento, tumefacción y un intenso prurito (picor).

Y bien, aunque no hace falta que nadie tenga ese problema en la piel para que usemos esta expresión, la sarna en la piel sería el equivalente a cualquier cosa molesta que nos pase en nuestra vida: tener que madrugar, tenerse que levantar 5 veces en una noche, volar en un avión durante 10 horas seguidas… a cada uno le puede molestar una cosa distinta, pero en general todos los ejemplos anteriores son situaciones no suelen agradar a nadie.

Pero pensemos ahora que el hecho de tener que madrugar es para ir a ver a alguien que hace mucho tiempo que no vemos y que nos hace mucha ilusión volver a ver. En ese caso, no nos molestará tanto madrugar como podría parecer en un principio. De la misma forma, pensemos que cuando nos tenemos que levantar 5 veces por la noche es para dar de comer o para darle un beso a un hijo pequeño. Entonces, la molestia tampoco es tan grave, ¿no?. Y supongamos que las 10 horas de vuelo son para llegar a un destino al que hemos soñado viajar durante toda nuestra vida. Merece la pena el esfuerzo, ¿verdad?

Pues bien, para todas esas cosas que en principio son molestas pero que los beneficios que llevan detrás son favorables o interesantes para nosotros, se creó la expresión de hoy: sarna con gusto no pica. Porque una molestia si nos resulta placentera, deja de ser una molestia.

Límites De La Razón


Filosofía
Límites De La Razón
Según Kant, la razón humana tiene el destino de hallarse anclada a cuestiones que no puede rechazar por pertenecer a la misma naturaleza que ella, pero que a la vez tampoco puede responder, por sobrepasar éstas todas sus facultades. En tal caso, nuestra interpretación última de la realidad está ligada al modo en que las estructuras mentales asimiladas durante la niñez filtran los hechos de la vida y los conjugan para crear un preconcepto de las cosas. Es decir que no necesariamente percibimos la realidad de manera objetiva, sino como el resultado de comparar nuestras ideas con nuestras percepciones.

Todo lo que sabemos deviene tanto de la experiencia como de las imágenes mentales que hemos construido de lo desconocido. Pero, ¿qué sucede con aquello que no podemos percibir? ¿Cómo puede cualquier objeto no evidenciable abandonar el plano mental y extrapolarse como parte de la realidad? Evidentemente, no puede hacerlo. La intuición sólo puede guiarnos a la subjetividad y distorsionar la comprensión del mundo. De hecho, no hay forma de intuir la realidad, más bien es necesario que las ideas de las cosas se refieran a éstas con una relación determinada por la razón.

Kant estaba en lo cierto, la razón no puede, por sí misma, darnos luces acerca de las cosas que están más allá de sus capacidades. Fuera de los límites de la experiencia sensible, el entendimiento se torna obsoleto, ya que la posibilidad de la experiencia define al conocimiento objetivo. 

Aquello que no tiene presencia alguna, que no es, sencillamente no puede ser objeto de conocimiento, ya que se encuentra al margen de lo cognoscible, del entendimiento mismo. Sin embargo, y a pesar que la razón misma es inútil en este campo, los métodos deductivos con que contamos para obtener el conocimiento al respecto de lo no evidenciable, son consecuencia directa del ejercicio racional, y de tales métodos nos hemos valido históricamente para sobresalir como especie.

Pensémoslo, si fuésemos seres estrictamente racionales, pero sin la capacidad para poner en práctica los mecanismos que nos permiten racionalizar aquello que escapa a nuestro espectro de experimentación, estaríamos inmersos en un ciclo de teorización constante, sin llegar nunca a obtener un verdadero conocimiento del mundo. 

Así, hemos desarrollado sistemas filosóficos que nos permiten especular racionalmente, divagar de manera coherente al respecto de lo que no podemos percibir a través de nuestros sentidos.
“Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas.
Sin sensibilidad nada nos sería dado, y sin entendimiento, nada sería pensado.”
Immanuel Kant en la Crítica de la razón pura

Según Kant, la razón humana tiene el destino de hallarse anclada a cuestiones que no puede rechazar por pertenecer a la misma naturaleza que ella, pero que a la vez tampoco puede responder, por sobrepasar éstas todas sus facultades. En tal caso, nuestra interpretación última de la realidad está ligada al modo en que las estructuras mentales asimiladas durante la niñez filtran los hechos de la vida y los conjugan para crear un preconcepto de las cosas. Es decir que no necesariamente percibimos la realidad de manera objetiva, sino como el resultado de comparar nuestras ideas con nuestras percepciones.

Todo lo que sabemos deviene tanto de la experiencia como de las imágenes mentales que hemos construido de lo desconocido. Pero, ¿qué sucede con aquello que no podemos percibir? ¿Cómo puede cualquier objeto no evidenciable abandonar el plano mental y extrapolarse como parte de la realidad? 

Evidentemente, no puede hacerlo. La intuición sólo puede guiarnos a la subjetividad y distorsionar la comprensión del mundo. De hecho, no hay forma de intuir la realidad, más bien es necesario que las ideas de las cosas se refieran a éstas con una relación determinada por la razón.

Kant estaba en lo cierto, la razón no puede, por sí misma, darnos luces acerca de las cosas que están más allá de sus capacidades. Fuera de los límites de la experiencia sensible, el entendimiento se torna obsoleto, ya que la posibilidad de la experiencia define al conocimiento objetivo. Aquello que no tiene presencia alguna, que no es, sencillamente no puede ser objeto de conocimiento, ya que se encuentra al margen de lo cognoscible, del entendimiento mismo. Sin embargo, y a pesar que la razón misma es inútil en este campo, los métodos deductivos con que contamos para obtener el conocimiento al respecto de lo no evidenciable, son consecuencia directa del ejercicio racional, y de tales métodos nos hemos valido históricamente para sobresalir como especie.

Pensémoslo, si fuésemos seres estrictamente racionales, pero sin la capacidad para poner en práctica los mecanismos que nos permiten racionalizar aquello que escapa a nuestro espectro de experimentación, estaríamos inmersos en un ciclo de teorización constante, sin llegar nunca a obtener un verdadero conocimiento del mundo. Así, hemos desarrollado sistemas filosóficos que nos permiten especular racionalmente, divagar de manera coherente al respecto de lo que no podemos percibir a través de nuestros sentidos.

“Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas. 
Sin sensibilidad nada nos sería dado, y sin entendimiento, nada sería pensado.”

Immanuel Kant en la Crítica de la razón pura

Los Imponderables Del Factor Humano


La suspensión de 17.000 vuelos comerciales en Europa a causa de una potentísima erupción en la volcánica Islandia; la sacudida sísmica el mismo día que ha causado centenares de muertes en el abrupto espacio suroccidental de China, entre las estribaciones del Himalaya, y un devastador ciclón que en idéntica fecha ha sacudido la India; o, en el más reciente pasado, los terremotos de Chile y Haití, son fenómenos catastróficos de la Naturaleza que ponen de manifiesto la dificultad extrema, casi la imposibilidad, de actuaciones de respuesta satisfactoriamente eficientes por parte del hombre –tanto en la reacción propiamente dicha como en el de la previsión– para paliar de manera significativa los efectos de esos fenómenos, conceptuados todos ellos como catástrofes naturales.

No es un problema simplemente teórico el que se plantea, puesto que la disponibilidad de recursos económicos y capacidades técnicas determinan que la cuantía de los daños, en vidas humanas y destrozos materiales, depende de cómo sea en términos de desarrollo el país de que se trate.

De ahí el Haití literalmente destrozado o el Japón prácticamente ileso al cabo de las constantes temblores que padece tras los criterios de prevención que orientaron ingeniería de obras públicas y arquitectura urbana después de la catástrofe sísmica de los años 20 del pasado siglo. Poco más cabe hacer en ese orden y después de lo hecho y practicado por los japoneses.

A partir de determinadas magnitudes en los desafíos de la Naturaleza, la impotencia del hombre es manifiesta. Ello no sólo obliga a la aceptación de una cierta fatalidad, sino que, al propio tiempo, orienta sobre qué cabe hacer ante fenómenos cuyo desencadenante resultan manifiestamente independientes de la actuación del hombre respecto del medio natural, más allá de la probada capacidad humana para deteriorarlo, en propio perjuicio.

Ahora bien, lo que sí queda enteramente en la mano del hombre es la posibilidad de no padecer más daño que el causado autónomamente por la Naturaleza, al no dilapidar recursos en fantasías contra las dinámicas solares ni al renunciar a posibilidades que la Naturaleza ofrece. Sin su miseria, Haití habría padecido menos el daño sísmico. 

Los comportamientos del medio son imponderables; pero no los del hombre.


Indicadores de ternura


Quizás el primer indicador de ternura en la relación sea la veracidad. No hay ternura sin verdad. Lo que pudiera haber sabría a niñería, si es que algún sabor tuviera. La ternura, en cambio, es sincera, es veraz, es modo auténtico de expresión de lo que habita en el corazón.

La ternura se vive con libertad. La expresión blanda, pero forzada, es dura. La expresión cordial, pero autoimpuesta, no es sincera. La ternura se vive y se expresa con libertad. Por eso encuentra caminos de comunicación que parecería que le son más propios de la relación íntima o de la relación con los niños, como es la caricia, el contacto visual, el tono de voz entrañable y envolvente, el ritmo de la voz sosegado.

La ternura, efectivamente, se expresa por encima de la racionalidad intelectiva. Va acompasada de una racionalidad distinta, la de los sentimientos, la del corazón, la que desea comunicar firmemente la proximidad y la comprensión en la debilidad ajena. La ternura con el enfermo implica auténtica empatía con el mundo de sus significados, con la comprensión de los sentimientos que le habitan.

La ternura se expresa con naturalidad. Acariciar la mano, la frente, la mejilla, de una persona que muere es un gesto tierno de comunicación afectuosa y de apoyo en la fragilidad. Apretar la mano, 
sostener la mirada en los ojos –sí, sostenerla-, desencadena blandura y sonrisa incluso en quien está aplastado por el sufrimiento o por el dolor, genera agradecimiento y gracia, provoca encuentro.
La ternura se expresa con armonía entre los diferentes elementos de comunicación. 

No hay contradicción entre unos y otros. En efecto, armonía es un término auditivo que hace referencia a un sonido que se complejiza enriqueciéndose cada vez más y, permitiendo un sin número de matices que dan riqueza y gozo sensorial y espiritual. En un nivel sensible, está próxima a la suavidad. A nivel psicológico algo se realiza con suavidad y ternura cuando  se nota que es una manera de ser y se efectúa de modo sencillo, no forzado, ni estridente, sino que se percibe que es algo natural. 

A nivel de compromiso, la ternura se manifiesta como un modo de hacer que brota del propio pozo y genera bien, contagia humanidad y provoca comunidad y comunión, implica atención y preocupación por el otro, y búsqueda generosa de la paz y de la justicia.


La Necesidad De Competir


Cuando uno empieza a correr lo hace por diferentes motivos. Lo común es empezar a correr para cuidarse, como hábito saludable, para perder esos kilos de más... Mucha gente corre para estirar las piernas y liberarse del estrés acumulado en el trabajo, en clase o con los niños. Otros corren para divertirse y hacer algo de deporte. Pero sea cual sea el motivo, un día nos fijamos en el cartel de una carrera popular y nos preguntamos ¿y por qué no?

Ya llevas una temporada corriendo, te has hecho a la rutina de salir y hacer tus rodajes. Más de una vez has mirado tu reloj para ver en cuanto tiempo realizas la misma distancia de siempre.  Has experimentado el momento en el que alguien, aparentemente en peor forma física que tú, ha pasado por tu lado y te ha adelantado, sintiendo el arrebato intenso de apretar el ritmo y alcanzarle. Eres consciente de que vas mejorado tu rendimiento y vas por el buen camino. Entonces es cuando empieza a picarte el gusanito. 

Así que llega un buen día en el que esa carrera popular que no entraba en tus planes te hace comer mejor, llevar una dieta saludable, hacer buenos estiramientos, mantenerte hidratado y dormir bien. La idea de poner aprueba tu distancia actual hace que tu cabeza establezca un claro objetivo y se proponga superarlo.

Esa necesidad de competir se impone para poner a prueba nuestros propios límites, elevar los estándares de lo fijado, batir a un rival, clasificarnos para una competición superior... básicamente participar en la carrera nos proporciona un surtido interminable de probarnos a nosotros mismos física, mental y emocionalmente. 

Y esa sensación, irremediablemente, nos hace comprobar que somos capaces de llegar a la meta y sentir que hemos sido capaces. 


Si estas empezando a correr y aún no te ha pasado, tranquilo, pronto te unirás al club de los competidores.

Límites Mentales


Es increíble la cantidad de límites que los seres humanos tenemos en nuestra mente y, en la mayoría de las veces, son límites impuestos por nosotros mismos.
Los límites son barreras, demarcaciones, líneas, muros, paredes, obstáculos insalvables que nos restringen y que, aunque no son reales, tienen un poder incalculable en la mente de los seres humanos que les impiden actuar con fluidez en muchos aspectos de su vida.
¿De dónde salen?, ¿quién los define?, ¿por qué se dan dichos límites? Estos tienen muchas causas pero tienen que ver con los pensamientos y las percepciones que cada persona tiene de sí misma y de sus capacidades, más que de las circunstancias externas o el entorno que lo rodea, porque los pensamientos son los que nos definen.
La mente ejerce un enorme poder sobre nosotros porque es la que nos define como personas diciéndonos lo que somos, aunque a veces lo que nos dice no sea verdad. ¿Por qué? Porque ella nos puede estar mintiendo haciéndonos creer que somos algo que en realidad no somos. Sin embargo, esa percepción es la que nuestra mente ha aprendido y es la que nos enseña sin importar si es verdad o no, porque ella también puede haber sido engañada.
En otras palabras, la mente puede ser condicionada a ciertos conceptos, ideas y comportamientos limitantes aprendidos a través de nuestra vida y de nuestras malas experiencias que nos marcan de una manera desfavorable, haciéndonos creer que somos incapaces para alcanzar ciertas tareas o destrezas.
Una vez que estos conceptos limitantes se aprenden son reforzados por nuestra mente hasta convertirse en una verdad irrefutable que nos define y que nos dice a diario “tú no puedes” o “eso es imposible” o “no lo vas a lograr”, haciendo que en verdad sea imposible para nosotros alcanzar lo que queremos. Sin embargo, como son aprendidos pueden ser también cambiados y reemplazados por conceptos positivos.
Aunque no es tarea fácil, estas percepciones o conceptos negativos pueden cambiarse si lo hacemos con mucha consistencia, determinación y perseverancia porque se trata de cambiar malos hábitos por buenos. Recuerde que no es lo mismo escribir sobre un plano vacío, a tener que borrar algo y reescribir sobre él.
Sin embargo, es posible superar esos límites que entorpecen nuestro crecimiento, reforzando la confianza en nosotros mismos y permitiendo desarrollar firmemente ese grande y maravilloso potencial con el que hemos sido creados todos. A continuación, un texto de Gary Ryan Blair, escritor, motivador y conferencista establecido en la Florida quien nos enseña a ir más allá de nuestras limitaciones:
¡Piensa en grande!
“Conseguimos lo que creemos que tenemos la habilidad de conseguir. Levanta la barra, aumenta la apuesta, estírate, ve por más, ¡cava más profundo!
Nos traicionamos volando demasiado a ras del suelo, no nos permitimos atrevernos a nuevas alturas. Enfócate en tus posibilidades, no en tus limitaciones. Atreverse a nuevas alturas significa empujar hasta superar tus límites mentales. Explora tu mente en busca de virus y deshazte de ellos.
Si cambias tu manera de pensar, puedes multiplicar tu rendimiento. Permite a tus deseos guiarte, más que a tus miedos. En lugar de discutir sobre tus limitaciones, encuentra las formas de apoyar tu verdadero potencial. Declárale la guerra a tus límites actuales. No te permitas limitarte en forma alguna.

¡Date el permiso de soñar, de arriesgarte, de decir SI en lugar de no! ¡Tú puedes hacer más, mucho más! ¡Di sí!"

domingo, 10 de febrero de 2019

Amor Por La Libertad


Muchas personas nacen libres y se vuelven esclavas. Son esclavas de sus apegos y sus odios, de su ofuscación y sus estrechos puntos de vista, de la burda máscara de su personalidad y del ego desmesurado, de viejos patrones y clichés socio-culturales, de creencias y esquemas fosilizados.

De ese modo, el instinto más genuino, el de libertad, puede quedar sofocado y no es posible alcanzar la independencia de la mente ni des identificarse del que uno no es para poder así ser uno mismo. 

Tanto se identifica uno con los “ropajes”, que se va apartando del propio centro y se pierde en imitar a los otros o en descripciones ajenas sobre uno mismo o en la necesidad de estar a la altura de lo que los otros quieren o del propio yo idealizado. Al final uno deja de ser uno mismo y vive en base a las intenciones, creencias, deseos y sueños de los demás. Igual que está el instinto de la libertad, también está el del borreguismo y uno corre el riesgo de convertirse en una mala copia o comparsa de esta sociedad en cuyos “valores” ninguna persona medio lúcida puede creer. 
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Hay que detenerse y escucharse a sí mismo, no a través de la mente vieja, saturada de acumulaciones y enrigidecida como un poste, sino a través de la mente nueva, que a cada instante florece, que está limpia de adoctrinamientos, ideas impuestas, códigos e influencias externas. Por eso la meditación invita a replegarnos sobre nosotros mismos para sentirnos más allá de las apariencias y de la mente cristalizada, en busca de esa mente nueva y sin heridas, que desprende el aroma de la libertad.

 Durante la práctica de la meditación se trata de desconectar de todo para conectar con uno mismo.

No con el que creemos que somos, no con el que nos han dicho que somos o tenemos que ser, sino con él que realmente somos
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Un pájaro es el símbolo de la libertad. Él no tiene que meditar, porque siempre está en meditación, viviendo cada instante y fundiéndose plena y silenciosamente con la brisa, sin dejarse arrebatar ni por el pasado ni por el futuro. Su vida no es fácil, claro que no, pero es vida, porque es LIBERTAD.

Intrépidos

La palabra intrépido es un término que en nuestro idioma se puede usar para referir a aquel individuo que no presenta temor ante los peligros que se le puedan presentar de pronto en la vida, o en lo que atañe a la realización de alguna actividad especial y riesgosa, por caso algún deporte extremo, entre otros.

Y por otra parte, también es posible usar la palabra cuando se quiere expresar que alguien es osado, temerario, a la hora de actuar, de comportarse, que es lo mismo a decir imprudente, porque se expone a peligros sin necesidades.

La persona intrépida dispone de un notable coraje, valor y fuerza de voluntad que es lo que le facilitará someterse a los más difíciles entornos y situaciones sin temor a fracasar en ese intento.
Como generalmente los obstáculos provocan en las personas miedo, la disposición de coraje es lo que le permite a una persona neutralizar el temor y seguir adelante en la acción propuesta.

Ahora bien, cabe destacarse que intrépido no es una palabra que esté muy extendida en nuestro idioma para justamente expresar las cuestiones indicadas.

La realidad es que para expresar tal situación solemos usar un término mucho más popular y extendido, como ser el de valiente y que es el sinónimo más reconocido de la palabra que nos ocupa.

El concepto de valiente es el que habitualmente usamos cuando queremos expresar que un individuo sobresale por su arrojo, y que por tanto no demuestra miedo a la hora de actuar, o ante aquello que está por venir y tendrá que enfrentar.

Para el valiente es algo natural invertir esfuerzos para conseguir cosas para sí mismo, o para el entorno que lo rodea.

Entonces, intrépido, así como su sinónimo más popular, valiente, pueden ser usados para dar cuenta de aquellas acciones que implican un importante valor y osadía.

Arrojarse al mar para salvarle la vida a una persona que se está ahogando es de intrépido, de valiente.

Entrar a una casa que se está incendiando para salvar a un anciano, asimismo, es ser intrépido.

El concepto opuesto al de intrépido es prudente, ya que refiere a aquella persona que se caracteriza por actuar con cautela y moderadamente.

Persona que actúa con riesgos serios para su propia vida y la de terceros
Y en lo que respecta al segundo sentido que se le atribuye a esta palabra, asociado al concepto de temerario, que expusimos líneas arriba, debemos decir que se emplea para calificar a aquella persona que despliega un comportamiento riesgoso para sí mismo y también para terceros.

Esto habla además de una enorme imprudencia por parte de la persona que no toma dimensiones de ello, actúa irracionalmente y sin medir las consecuencias que pueden tener esos actos faltos de razón, y que como tales pueden atentar directamente contra su vida, y como ya dijimos la de otros cercanos.
Por ejemplo, una persona que conduce bajo los efectos del alcohol un automóvil en el cual además viaja con su familia, compuesta por su esposa y sus dos hijos pequeños, estará demostrando una actitud como la recién descripta.

Claramente, si una persona maneja ebrio tendrá ciertas chances de protagonizar un accidente que puede herirlo, o matarlo a él, y a las personas que viajan de compañía.

La mencionada es una de las principales causas de accidentes viales en el mundo, y a pesar de las campañas y los controles, es una realidad que este accionar depende en total grado de la conciencia del individuo, de saber que lo que está haciendo es temerario y que puede ocasionarle graves daños a él y su familia.

Hay un accionar recurrente por parte de este perfil que es jamás atender a las sugerencias y advertencias de los riesgos que implica la acción que sobrellevan a cabo.

Si bien las personas estamos cotidianamente sometidos a peligros que podemos y que no podemos dominar, es importante que al respecto de los primeros, actuemos con conciencia y con prudencia siempre, más allá de nuestro coraje y arrojo, o que creamos que nada malo nos pueda pasar jamás.

Como podemos apreciar, no necesariamente ser intrépido puede ser una virtud o algo positivo, también puede tener una connotación negativa.


Perspectivas

El estudio de las bases biológicas de la conducta supone un nexo de unión entre dos disciplinas: la psicología por un lado y la biología por otro. En este sentido, supone el estudio de la conducta y de los procesos mentales de los individuos atendiendo a sus componentes biológicos. Este acercamiento al estudio del comportamiento humano no pretende explicar por sí solo la totalidad del mismo, ni obviar el papel que desempeñan otros factores (como, por ejemplo, los ambientales) en su determinación. Por el contrario, pretende dar una visión del comportamiento que ha de ser entendida dentro de una perspectiva más global.

La asignatura de Bases Biológicas de la Conducta es la primera de las asignaturas que componen el módulo de Bases biológicas de la conducta. El objetivo es, precisamente, presentar los principios fundamentales del estudio de la conducta desde una perspectiva biológica. En concreto, en ella se abordará el estudio de los mecanismos que parecen estar implicados en la regulación del comportamiento (como los genes y las hormonas).

También se analizarán aspectos relativos al origen, evolución y al valor adaptativo de diferentes comportamientos, como la reproducción, el comportamiento sexual o las interacciones sociales.

Finalmente se abordará el estudio de comportamientos más complejos como la cognición y la emoción.

Practicar Lo Que Sabemos


La diferenciación entre el conocimiento y el ejercicio de ese conocimiento, que constituye la verdadera sabiduría, fue hecha desde un inicio por las diferentes tradiciones. Ya Platón había distinguido entre una vida filosófica integral, como la de Sócrates, y una filosofía discursiva como la de los sofistas, que eran capaces de grandes acrobacias lingüísticas para persuadir a casi cualquiera pero no que no eran capaces de poner en práctica sus argumentos ellos mismos.

Aunque la filosofía moderna haya asumido ser un comentario de la filosofía platónica y considere que el espíritu helénico es su ilustre ascendente, podríamos afirmar que son los sofistas los que han triunfado. El conocimiento hoy en día, controlado por la academia (término que hoy parece mal tomado de la escuela de Platón) y las instituciones que la fondean, en gran medida se ha desviado de la concepción original de la filosofía. Presenciamos desde hace siglos una disociación entre el conocimiento intelectual y la vida moral y ascética necesaria para encarnar los principios que se discuten y se defienden como verdades.

Pero es una verdad muy endeble la que sólo se sostiene con palabras y no con actos, ni con la transformación de la conciencia y el tangible mejoramiento del individuo, tanto moral como intelectualmente.

Seguramente esta disociación entre el conocimiento meramente intelectual y la aplicación del conocimiento a todos los aspectos de la existencia, especialmente aquellos que tienen que ver con nuestra relación cualitativa con el entorno, ocurrió paulatinamente con la consolidación del materialismo científico y de la preeminencia de los valores económicos. En la actualidad hemos llegado al punto en el que lo importante es ser inteligente (en un sentido mundano) y no ser bueno; de hecho consideramos que la bondad es sinónimo de ingenuidad (lo es sólo en un mundo rapaz, donde lo importante es obtener mayores beneficios personales).

Si creemos que sólo existe esta vida, que avanzamos irremediablemente hacia la nada y que el mundo no tiene un propósito ni una base eterna --sin alma ni karma, es fácil pensar entonces que lo importante o deseable es simplemente apilar más poder y riquezas, pasarla bien un rato sin temer demasiado las consecuencias.

En este sentido, la función del conocimiento se separa de la virtud moral y la transformación espiritual, para revelarse como una herramienta para satisfacer nuestros deseos y conseguir bienes materiales. El materialista podría contestar que existe la continuidad de la materia, de la especie humana, incrustada en la ciega evolución del universo, pero su egoísmo está tan instalado, que poca diferencia hace esto en sus actos y en la práctica le cuesta y no logra empatizar y "sacrificar" su vida para beneficio de las siguientes generaciones, con las cuales no tendrá vínculo tangible, puesto que él, en su totalidad, habrá dejado de existir.


Necesitamos creer que estamos unidos profundamente con los demás para poder ejercitar el bien, la compasión, la virtud. 

El Avance De La Tercera Edad


Las personas mayores son protagonistas constantes de las noticias. Ya sea porque logran hazañas deportivas, académicas o también porque son víctimas del crimen o del abandono. Y lo serán con mayor frecuencia, pues para el año 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, alcanzando el 22%.

A pesar de esto, es habitual ver en las noticias que se utilizan términos inadecuados para referirse a las personas mayores, tales como viejito, abuelo, pensionado, fósil o senil.


Son numerosos los recursos disponibles para periodistas con guías de estilo que tienen como propósito que en los medios se use un lenguaje libre de estereotipos y discriminación al hablar de envejecimiento y vejez.

La Determinación

Del latín determinatĭo, determinación es la acción y efecto de determinar (tomar una resolución, fijar los términos de algo, señalar algo para algún efecto). Por ejemplo: “El entrenador mexicano anunciará mañana su determinación tras la falta disciplinaria del delantero”, “La determinación del presidente fue solucionar el conflicto sin el uso de la fuerza”, “Falta confirmar el día y la hora, pero la determinación está tomada”.

El concepto también se utiliza como sinónimo de valor u osadía: “Si pudo llegar hasta allí, fue gracias a su determinación y coraje”, “Todo es posible con determinación”, “El corredor mostró su determinación al seguir compitiendo con un neumático pinchado”, “El candidato no tuvo determinación para llegar hasta el fondo del asunto”.

Se conoce como autodeterminación a la autonomía o independencia de una persona, un grupo, una comunidad o una nación. Al tener autodeterminación, se tiene la capacidad o facultad para tomar determinaciones por cuenta propia, sin tener que pedir permiso o rendir cuentas. Por eso, el derecho de autodeterminación es el derecho de un pueblo a escoger su forma de gobierno y estructurase libremente, sin injerencias externas.

El determinismo, por otra parte, es la doctrina filosófica que afirma que los acontecimientos físicos están causalmente determinados por una cadena de causa y consecuencia.

Es posible distinguir entre el determinismo fuerte (que no cree en ningún suceso genuinamente azaroso o aleatorio y que, por lo tanto, sostiene que el futuro es potencialmente predecible desde el presente) y el determinismo débil (que admite la influencia de sucesos impredecibles).




El Poder De La Insistencia


La palabra insistencia hace referencia a repetir, esto quiere decir que una actividad culminada se intente nuevamente, una y otra vez. Es decir, continuar en la misma y no parar hasta obtener el resultado deseado. Se trata de una actividad continuada, pero sin pausas. Hoy, en este artículo, quiero que hagas tuya la palabra “insistir”. Quiero que la insistencia se vea reflejada en ti.

Te puedo asegurar que esta palabra es sinónimo de resultados. Los resultados en tu timidez de los que podrías disfrutar, si te tomases en serio tu principal meta, tu meta más importante, que es la de aprender a cómo vencer la timidez.

La insistencia es ya de por si, una palabra importante. Ésta, nos ayuda a esforzarnos por lo que queremos sin desistir en el intento. Insistir es querer seguir intentándolo, dándolo todo. Así es cómo tienes que actuar en tu timidez, dándolo todo para obtener resultados. Tu resultado primordial de aprender a cómo vencer la timidez.

La persona tímida, en muchas ocasiones, se rinde. Se rinde sin ni siquiera intentarlo, porque el solo hecho de ver todo lo que tiene que intentar y en consecuencia, todo lo que tiene que conseguir, hace que se paralice, decidiendo de este modo no actuar, convirtiéndose así en una persona pasiva, sin capacidad de decisión ni de intentos.

Al no saber cómo vencer la timidez, prefiere mantenerse tal cual, es decir, viviendo frente a sus limitaciones, las cuales no le permiten actuar cómo le gustaría.

Por ello, hay que insistir. Insistir en algo y luego conseguirlo, te dará la fuerza necesaria para seguir luchando por cosas importantes. La satisfacción que produce ver los resultados obtenidos, después de aportar esfuerzo, dedicación, insistencia, no tiene precio.


Si eres insistente en tu vida, te puedo asegurar que nada se te resistirá. Tampoco te digo, que utilices la insistencia de manera, que pueda resultar agobiante para ti o para otros. Todo en exceso, no es bueno. Pero si actúas de manera consciente y convencido de que con los resultados obtenidos saldrás beneficiado, adelante!, insiste en lo que desees con fuerza. Insiste en tu lucha de cómo vencer la timidez.

sábado, 9 de febrero de 2019

Integración Cultural Y Social


En estos últimos doscientos años se produjo en el mundo un avance del conocimiento científico y tecnológico jamás visto antes, que permitió al hombre un dominio de la naturaleza y hasta del espacio y una prosperidad material que lo embarcó en un progreso que pareció de alcance indefinido.
Así, se fue instalando la mentalidad de una sociedad mecanizada, impulsada siempre hacia una mayor producción y un mayor consumo, con el ideal de una burocracia y una planificación computarizadas que aseguraran eficiencia, placer y confort para todos.

Una mentalidad economicista invadió todos los aspectos de la vida e impuso un criterio según el cual la exclusión social, el hambre, la injusticia y las “diferencias irritantes”, cuando se dan, no son más que efectos de “las leyes inevitables de la economía” a las que no cabe sino someterse. Y una globalización deshumanizante pretendió, como una aplanadora cultural, unificar y homogeneizar todos los sistemas de vida y todas las diferentes modalidades regionales.

Pero aquella pretendida  “economía del bienestar” para todos fracasó y no pudo evitar los males de la guerra, el narcotráfico, el hambre y la inseguridad. Y mientras los robots se fueron pareciendo cada vez más a los hombres, éstos más bien se fueron robotizando y su alimento mental pasó a ser la televisión y el mundo digital. No es de extrañar, pues, que la modalidad cultural predominante genere hoy un “vacío existencial”, ya que, según la expresión nada menos que de una autoridad mundial como Samuelson, “la economía es una ciencia triste”.

El concepto de pueblo
Ya que la palabra “pueblo” transcurre permanentemente al tratar estos temas, su  esclarecimiento facilitará la comprensión de los conceptos que siguen.
La noción de “pueblo” se la puede entender como equivalente a la de “nación” o se la puede concebir como equivalente a la de “pobre”.

Según el primer significado, se trata de una población que comparte un estilo de vida (una cultura) y un proyecto político, con una ética (sistema valorativo) que le da sentido a su búsqueda del bien común. Es una formación histórica original y concreta, con una geografía local (“la tierra”) y una tradición. De modo que, si bien posee su unidad política, lo que une al pueblo es un ethos, un conjunto de valores compartidos en una relación de iguales (fraternidad). Por tanto, la esencia de una nación es su cultura (praxis popular, sistema de vida, valores).

La otra significación es la de pueblo “pobre”, oprimido por el sistema. Pero hoy se opta por una más abarcativa, de tal manera que “toda la población es pueblo”, y si bien no todos los ciudadanos son pobres, todos los pobres tienen la dignidad de ciudadanos. Aquí precisamente se pone de manifiesto la patología que supone la marginalidad: la situación inhumana de que algunos (los pueblos pobres y los pobres de los pueblos) sobrevivan en la periferia de la sociedad y de la historia universal o simplemente se los excluya o expulse. En este caso, el proceso de liberación de un pueblo implicaría alcanzar su justa autodeterminación.

Como sabemos, los males del sistema tecnocrático inevitablemente debían desembocar en un fracaso rotundo que desalentó todas las expectativas que se habían sembrado. Todo llevó en el orden social a una creciente pauperización, la pobreza devino estructural y se vio amenazada la supervivencia de los desposeídos. La brecha entre países ricos y países pobres se hizo cada vez mayor, y dentro de los países se extremaron las diferencias entre ricos y pobres.

Y así, en esas circunstancias, tuvo lugar un proceso que resulta una novedad histórica y que algunos autores denominan “la irrupción del pobre”1 y, como respuesta a ella, “la opción preferencial por los pobres”. Dicho proceso consiste en que grandes multitudes de Asia, África (“el continente más rico del mundo”) y América del Sur hacen oír su voz e interpelan al sistema vigente. Se trata de un fenómeno esencialmente cultural en el que el pobre es llevado a trascender las “leyes” del mercado y movido a la solidaridad ante la crisis del sistema.

Aquí nos referiremos al fenómeno latinoamericano que nos incumbe, pero sabemos que sus rasgos esenciales son de carácter universal. En esta nuestra irrupción hay algo esencial a lo humano, de profundidad insuperable: un testimonio de la dignidad del pobre. Esta valoración se encarna en culturas diversas y ellas poseen sus rasgos particulares, pero mutatis mutandis responde a la esencia de la humanidad y sirve para todos y para siempre.

Y hoy muchas organizaciones populares responden a una actitud comunitaria que no siempre la clase política logra comprender.

Se trata de un proceso a veces clamoroso, a veces silente. Y no es una ideología: es una cultura surgida de una experiencia histórica concreta. Es un hecho, no una doctrina ni una teoría, y deriva en una praxis (una sabiduría de vida, un estilo), con un sentido, impregnado de los valores que constituyen su esencia: gratuidad, creatividad y solidaridad. Es una praxis que interpela al sistema de injusticia estructural y lucha por la libertad y la justicia, pero convencida de la dignidad ética del otro (de todo hombre, aun del adversario), imbuida de misericordia (amor comprometido hacia el prójimo, repuesta a sus necesidades) y de búsqueda de reconciliación justa, sin violencia, porque la violencia ignora la dignidad del otro.

En las antípodas de la ética de la utilidad (cuyo único valor es el beneficio económico), característica del sistema, esta ética de la gratuidad (capacidad de dar, sin obligación y sin esperar nada a cambio) está centrada en la alegría comunitaria, en las relaciones de amistad, parentesco, vecindario y solidaridad e implica la capacidad de abrirse al otro y darse con generosidad, a diferencia de la mentalidad racionalista; es una sabiduría de carácter sapiencial, que redescubre lo que está más allá de lo racional: un saber vinculado con lo sagrado, lo místico y la sabiduría popular, con matices contemplativos de fe y religiosidad y que se expresa con símbolos.

Y mientras la ciencia actual ve en la naturaleza un terreno a explotar y desarrolla una tecnología que puede exterminar a la humanidad o destruir al mundo, la sabiduría popular ve en la tierra una casa a la que se esmera en cuidar.

El desafío de la integración
Nos encontramos ante dos culturas aparentemente de difícil conciliación. Las dos están de pie y muestran sus valores. La palabra clave es “integración”. El único camino es el de una “ética del encuentro” cuyo instrumento obligado es el diálogo. Pero éste debe ser “sin edulcorantes ni cremas suavizantes”. Tendrá que ser sobre los problemas reales que nos dividen, pero con sinceridad y fraternidad, creyendo en “el carácter creador de las contradicciones” (Saint Exupèry).

No se pueden desoír las voces que defienden valores auténticos como la gratuidad, la comunicación humana, la solidaridad o la misericordia, los cuales deben adquirir categoría política. Ni se pueden ignorar los símbolos y costumbres que expresan el sentido de la vida de un pueblo. 

Y es de recordar que “la opción preferencial por los pobres” no es una “obra de caridad”, sino de estricta justicia, ya que supone atender primero a los más necesitados; sería injusto no hacerlo.


La Plaga Del Consumismo


Una de las mayores plagas que afectan a la era neoliberal es el consumismo.
Teóricamente, este pensamiento afirma que si un país consume bienes y servicios en grandes cantidades, mejorará su desempeño económico.

Dejando a un lado las especulaciones macroeconómicas, a nivel individual, la gente a menudo no encuentra alternativa a la compra, ya que reparar sus bienes podría ser más costoso que comprar un artículo de reemplazo. La mayoría de las veces, reparar un artículo no es ni siquiera una opción.

¿Es sostenible el consumismo? Por supuesto, no lo es. El consumismo está deteriorando la calidad de vida de nuestra sociedad de varias maneras: fomenta la desigualdad social, conduce a la obesidad y aumenta el nivel de contaminación y agotamiento de los recursos. Consumir tanto como podamos, en lugar de cuánto necesitamos es por lo tanto peligroso, incluso para aquellos que no siguen esta tendencia.

Por ejemplo, los individuos adinerados que consumen bienes que no necesitan, están consintiendo (sabiéndolo o no) a la explotación de los trabajadores del Sur del mundo que experimentan la ultra-flexibilización. Al mismo tiempo, es el medio ambiente el que también sufre la deuda causada por el consumismo de las tarjetas de crédito.

El aumento de la demanda de bienes conduce directamente a más emisiones contaminantes, a un aumento del uso de la tierra y, por tanto, a la deforestación y al cambio climático acelerado.
¿Existe una alternativa para luchar contra este desastre capitalista? La reparación de bienes puede ser una opción. Sin embargo, incluso este derecho ha sido negado a las personas, ya que muchos productos están específicamente diseñados para evitar que el usuario de reparación a sus artículos. 
Por ejemplo, las baterías del teléfono no pueden ser quitadas, el programa de un vehículo puede ser reparado solamente por el distribuidor y los teclados de Apple se pueden hacer inusables por una mota de polvo.

La reparación es un derecho y las empresas están negándolo actualmente a la gente. Esta es la razón por la que se necesita urgentemente acción social. Iniciativas como el Café de Reparación, 
demuestran realmente que hay un interés entre el público para saber más sobre el arte noble de la reparación.

Afortunadamente, hay un movimiento creciente alrededor del planeta para el derecho a reparar. El movimiento el derecho a reparar ha patrocinado legislación en 18 Estados de los Estados Unidos de América. Esto es muy importante ya que legislación al derecho a la reparación contribuirá a un aumento de la vida de los productos, costos de reparación más baratos y productos y menos residuos y contaminación.

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Los Inquisidores De Siempre

Cerca del mercado está el Palacio Orsini y la estatua que recuerda a su hijo más célebre, Giordano (Filippo) Bruno. El pueblo fue conquistado por los romanos en 313 a.C., nueve años después de la muerte de Aristóteles, y pasó a formar parte del Reino de Nápoles nueve años después de que Hernán Cortés tomara Tenochtitlan.

 A los 17 años, Filippo toma el nombre de Giordano, recibe la tonsura e inicia su vida de monje dominico, abriéndose las puertas al conocimiento y cerrando las de su libertad intelectual. El Nolano —apodo que nunca perdió— pronto dominó el latín, y su avidez por la lectura le descubrió las obras —prohibidas por el Santo Oficio— de Erasmo de Rotterdam, prelado católico y uno de los más brillantes académicos y humanistas del siglo xvi que lo enfrentaron con sus primeros problemas. 

En 1576, el Prior del convento le anticipó que, debido a su crítica al uso de medallones de la Virgen y los santos, y a que había citado argumentos de Erasmo en algunos debates, se le podría acusar de herejía y, por tanto, comenzar un proceso jurídico en su contra.

Bruno deja el convento de Nápoles a causa del miedo que le es infundado, e inicia sus viajes por Italia, primero, y después por Francia, Inglaterra, Alemania y Suiza. Es en este periodo cuando crea su legendaria fama como mujeriego, maestro, poeta, políglota, filósofo y memorista inolvidable. Además publicó obras sobre muy variados temas y géneros, tanto en la corte de Enrique III en Francia y de Isabel I de Inglaterra, como en la universidad, de París, Oxford, Wittenberg y Praga, y en las más diversas comunidades protestantes. Abordaba métodos para la memoria, interpretaciones de las Sagradas Escrituras, poemas, una comedia de teatro (lI candelario, el hacedor de velas), magia, y sobre el sentido y validez de las religiones, lucubrando sobre la naturaleza humana y la vastedad del cosmos.

Como parte de la elite intelectual de Europa, estaba al tanto de las corrientes de pensamiento de su época en casi todos los temas. Usando las ideas de Copérnico y de Cusa, se anticipó al proponer una visión del cosmos parecida a la que actualmente tenemos. Para Copérnico, la Tierra deja de ser el centro del Universo y es un planeta más en movimiento alrededor del Sol; la esfera celeste más lejana da al Universo una estructura amplia, pero finita. En su obra De l’infinito universo e mondi, Bruno especula cómo las estrellas son soles semejantes al nuestro, infinitas en número, y en torno a las cuales habría mundos paralelos rotando como los del Sistema Solar; desechando con esto el geocentrismo y el antropocentrismo. Más aún, imagina un espacio infinito, sin puntos o direcciones privilegiadas, en el que sistemas solares nacen y mueren, con la posibilidad de formas de vida distintas y hasta racionales. La naturaleza es para Bruno el todo orgánico que ocupa el centro del escenario; los seres humanos y su mundo son un mero accidente (circonstanzi) de importancia sólo local, aunque percibido como una mónada es una imagen del todo. Con este pensamiento anticipa las monas o mónadas de Leibnitz, que son aquellos elementos que forman el todo. En De Triplici minimo, propone el mínimo matemático (la unidad), el físico (átomo) y el metafísico (alma) como base de todo. Para Bruno, como para nosotros en la actualidad, el mundo natural es el sistema armónico que exhibe a los átomos y sus interrelaciones.

Su mérito, más que por la validez de sus especulaciones, es representar al espíritu libre y la mente audaz que, con la cultura y el conocimiento de su época, se atrevió a especular y cuestionar, debatir y criticar, a proponer y construir. También representa a la víctima de una sociedad corrupta y temerosa, al luchador solitario e indomable y, finalmente, el derecho a estar equivocado. Su obra influyó directa e indirectamente en sus contemporáneos, como Galileo Galilei, a quien se le ofreció la plaza de profesor de matemáticas en la Universidad de Padua y que ocupó temporalmente Bruno en 1591, y William Gilbert, médico de Isabel I y autor de la primera obra científica sobre electromagnetismo, De Magnete. De hecho, algunas de sus ideas pueden identificarse en notables filósofos que le sucedieron, como Leibnitz y Spinoza.

Cuando Bruno aún era un niño, el Concilio de Trento había establecido normas estrictas de interpretación en un intento por mantener la unidad de la Iglesia, al menos en Italia, y había clarificado diversos aspectos, de contenido y forma del credo católico. Todo esto para contrarrestar la intensa y volátil actividad de los movimientos de reforma de Lutero en Alemania y de Calvino en Francia y Suiza. La bula que formalizaba la clausura del Concilio prohibía a cualquiera “publicar del modo que fuese, todo tipo de comentarios, glosas, anotaciones, escollos o cualquier interpretación de los decretos”; parece inverosímil, sin embargo, la tragedia es que actualmente hay instituciones y Estados en los que sigue ocurriendo.

Con esto, la Santa Inquisición adquiría una “responsabilidad” mucho mayor y una justificación más para ampliar su ámbito de influencia.

En una desafortunada estimación de la situación política, Bruno vuelve a Italia. Después de unos meses en Padua, viaja a Venecia en 1591, en donde es contratado por el patricio, Consejero de la República de Venecia, Zuane Mocenigo, quien esperaba ser iluminado sobre magia y adquirir las dotes retentivas de Bruno; pero pronto se decepciona, especialmente cuando éste manifiesta su propósito por volver a Fráncfort del Meno para publicar unos trabajos, por lo que unos meses después lo denuncia y lo entrega a la Santa Inquisición. La defensa de Bruno parecía avanzar en su favor cuando argumentaba, antes que Galileo, que la Biblia debía ser la guía en los asuntos del comportamiento y la fe, y no en lo que toca a la naturaleza; especialmente en temas astronómicos. Ni aun hoy esto es comprendido cabalmente, los creacionistas, así como diversos grupos retrógradas de la sociedad, son un ejemplo de ello.

Mientras Bruno mantuvo el camino del disenso honesto y digno, acabando en el martirio, Galileo, décadas después y a una edad avanzada, consciente del desenlace de Bruno, decide retractarse de sus ideas sobre el movimiento celeste.

Una semana antes de hacerse efectiva, Bruno escucha la sentencia condenatoria del tribunal que cree que al quemar públicamente todas sus obras y su cuerpo acabaría con sus ideas. La entereza de Bruno se manifiesta cuando responde: “En este momento, señores, quizá vuestro temor al sentenciarme sea mayor que el mío al recibir la sentencia”.

El 17 de febrero de 1600, Giordano Bruno fue conducido al Campo dei Fiori. Allí, en público, fue desnudado y amordazado. Mientras ardía en el fuego, cantos sobre el amor divino se elevaron al cielo entrelazados con el humo.

Una efigie de Giordano Bruno, el Nolano, encapuchado que parece meditar mirando al horizonte, fue develada por universitarios en el Campo dei Fiori en 1889. En la parte inferior tiene una inscripción que reza: “A Giordano Bruno; el siglo que él anticipó. En Roma, donde fue quemado en la pira”.

La barbarie de la Inquisición no es un hecho aislado en la historia. La intolerancia y la ausencia de argumentos siguen siendo el motivo para la violencia, tanto oficial como la de grupos que reclaman la “pureza” o la “verdad”, como si tal cosa existiera.

Alternativas Que Nos Da La Vida


¿Le ha pasado alguna vez qué no sabe exactamente qué camino elegir, qué decisión tomar o qué hacer de su vida?  Así tal cual como la canción “Decisiones” de Rubén Blades, un nuevo invitado nos trae una estupenda reflexión para aquellos momentos en los que realmente digo….

NECESITO TRABAJAR CON MIS ALTERNATIVAS 
Muchas veces nos encontramos en un punto de nuestra vida en donde todo pareciera oscuro, en donde no encuentras una salida para lograr tus metas, en donde tu cuerpo trabaja a toda marcha pero tu alma piensa que las cosas que estás haciendo no son las adecuadas para tu vida. Es en ese momento en donde debes parar y analizar varios aspectos de tu vida, revisar tus alternativas.

Las alternativas son una serie de soluciones que se nos presentan en nuestro camino para poder cumplir con un objetivo (ya sea tener un trabajo estable, comprar la casa de los sueños, tener el viaje que nunca hemos tenido, preparar mis cosas para vivir solo(a), entre otras situaciones), y muchas veces nos centramos en que sólo hay una cosa para cumplir esas metas. 

Pues la realidad es otra, el Universo es tan sabio que te ofrece tantos caminos como sean posibles para que esas cosas que deseas se puedan convertir en una realidad. Siempre existirán muchas formas de lograr un resultado o de llegar a un lugar específico. Para eso, debes abrir tu mente a las alternativas y entenderás que no necesariamente porque algo sale diferente a como lo esperabas, quiere decir que haya salido mal.

ABRE TU MENTE Y SE FLEXIBLE
A muchos de nosotros nos cuesta abrir la mente a nuevos escenarios (espirituales, culturales, laborales, entre otros) y siempre nos quedamos en nuestra bendita zona de confort porque es ahí donde nos sentimos bien, protegidos, y hasta amados y valorados. Pero si seguimos ahí no vamos a descubrir las maravillosas opciones que nos presenta la vida, es por esto que debemos abrir nuestra mente a nuevas aventuras, sensaciones, emociones; disfrutarlas y aprender de cada una de ellas.

Si crees que hay un único camino que recorrer, tendrás millones de formas de fracasar. En cambio, si tienes claro el bienestar que buscas y te abres a las millones de formas para alcanzarlo, tendrás millones de formas de ser exitoso. Mantén en tu mente el bienestar que buscas, que tus ángeles y protectores se encargarán de mostrarte el camino a través de formas maravillosas. Estoy seguro que los milagros son una alternativa en la que no habías pensado.

TIENES UNA TAREA POR CUMPLIR
1. Escoge una situación en tu vida que quieras cambiar: Es claro que si tienes varias situaciones en tu vida que quieres cambiar, enfócate en la que te parezca más importante y trascendental para tu vida.
2. Haz una lista de tres alternativas para lograrlo: Recuerda que siempre habrá opciones para cambiar las situaciones y debes esforzarte un poco por encontrarlas. Puedes hacer una lluvia de ideas e ir descartando hasta llegar a las tres posibles alternativas.
3. Dedica siete días a explorarlas: Busca información, habla, pregunta, como siempre lo haces. Tus redes pueden ser alimento para recabar muchísima información al respecto, pero no pidas consejo, sólo busca información que no trate de manipular tus decisiones. Este es un punto importante porque te permite tener claridad sobre cada una de las alternativas que elegiste en el punto anterior.
4. Deja que la nueva información sea tu guía: Con toda la información recolectada y clasificada, es posible que tengas una mejor visión sobre qué camino tomar y cuáles son las acciones a tener en cuenta para conseguir ese cambio. Ofrécela a tus maestros y tus ángeles protectores para que ellos actúen y te apoyen en todo momento..

Debes creer que al final de todo esto, lograrás tener una visión más clara de aquellas decisiones que puedes o debes tomar sobre tu presente inmediato.