lunes, 11 de febrero de 2019

Indicadores de ternura


Quizás el primer indicador de ternura en la relación sea la veracidad. No hay ternura sin verdad. Lo que pudiera haber sabría a niñería, si es que algún sabor tuviera. La ternura, en cambio, es sincera, es veraz, es modo auténtico de expresión de lo que habita en el corazón.

La ternura se vive con libertad. La expresión blanda, pero forzada, es dura. La expresión cordial, pero autoimpuesta, no es sincera. La ternura se vive y se expresa con libertad. Por eso encuentra caminos de comunicación que parecería que le son más propios de la relación íntima o de la relación con los niños, como es la caricia, el contacto visual, el tono de voz entrañable y envolvente, el ritmo de la voz sosegado.

La ternura, efectivamente, se expresa por encima de la racionalidad intelectiva. Va acompasada de una racionalidad distinta, la de los sentimientos, la del corazón, la que desea comunicar firmemente la proximidad y la comprensión en la debilidad ajena. La ternura con el enfermo implica auténtica empatía con el mundo de sus significados, con la comprensión de los sentimientos que le habitan.

La ternura se expresa con naturalidad. Acariciar la mano, la frente, la mejilla, de una persona que muere es un gesto tierno de comunicación afectuosa y de apoyo en la fragilidad. Apretar la mano, 
sostener la mirada en los ojos –sí, sostenerla-, desencadena blandura y sonrisa incluso en quien está aplastado por el sufrimiento o por el dolor, genera agradecimiento y gracia, provoca encuentro.
La ternura se expresa con armonía entre los diferentes elementos de comunicación. 

No hay contradicción entre unos y otros. En efecto, armonía es un término auditivo que hace referencia a un sonido que se complejiza enriqueciéndose cada vez más y, permitiendo un sin número de matices que dan riqueza y gozo sensorial y espiritual. En un nivel sensible, está próxima a la suavidad. A nivel psicológico algo se realiza con suavidad y ternura cuando  se nota que es una manera de ser y se efectúa de modo sencillo, no forzado, ni estridente, sino que se percibe que es algo natural. 

A nivel de compromiso, la ternura se manifiesta como un modo de hacer que brota del propio pozo y genera bien, contagia humanidad y provoca comunidad y comunión, implica atención y preocupación por el otro, y búsqueda generosa de la paz y de la justicia.


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