Explicación: El razonamiento es una herramienta que forma
parte de nuestra estructura biológica y, como cualquier otra de las que
disponemos, funciona de forma autónoma, pero también depende de
la voluntad para poder hacer un trabajo óptimo y que este aporte los
mayores beneficios a nuestra vida.
Nuestro estómago, por ejemplo, es la herramienta que nos
permite conseguir la energía acumulada en los alimentos. El trabajo que
realiza de forma autónoma consiste en el procesado de los compuestos orgánicos
que ingerimos para obtener sus nutrientes. Sin embargo, para que el aporte
nutricional y energético sea óptimo depende de la voluntad, ya que esta es la
que determina qué alimentos son ingeridos.
De la misma manera sucede con El Razonamiento, que
es la herramienta con la que obtenemos el conocimiento acumulado en la
realidad que nos envuelve. Su labor consiste en procesar información
para obtener conclusiones, pero también depende por completo de la
voluntad porque es quien selecciona la información que debe ser razonada.
Esto significa que la voluntad influye
determinantemente en el razonamiento y de la misma manera que lo
hace en la nutrición, es decir, a través de la selección de la materia
prima que es utilizada en dichos procesos. Luego, podemos afirmar que la
voluntad dirige el ejercicio del razonamiento y condiciona el resultado de su
trabajo.
Lamentablemente, este control supone una merma en la
eficacia de nuestro razonamiento, porque de la misma manera que no
siempre le hacemos llegar a nuestro estómago los alimentos más sanos, de entre todos los que están a nuestra disposición, tampoco
le hacemos llegar a nuestro razonamiento toda la información de la que
disponemos ni la de mejor calidad.
Así que la reducción de la eficacia es obvia, porque
si al razonamiento solo le entregamos aquella información sobre la
que deseamos razonar, sus conclusiones no serán imparciales y de calidad,
sino predeterminadas y sesgadas. Por tanto, no serán las más provechosas
para aumentar nuestro conocimiento.
Debemos tener en cuenta que cuando censuramos la
información que le aportamos a nuestro razonamiento, lo que hacemos es
coaccionarlo del mismo modo que coaccionaríamos a un juez si le dijésemos
cómo debe juzgar o no le aportásemos todas las pruebas existentes. Por eso,
afirmo, que lo sometemos y no le permitimos trabajar con libertad ni
eficientemente.
En mi opinión, los seres humanos ejercemos esta forma
de coacción sobre el propio razonamiento. Es decir, del mismo modo
que los gobiernos restringen la información para controlar el pensamiento de la
ciudadanía,
las personas restringimos la información para controlar las
conclusiones de nuestro “pensador”.
Luego, no juzgamos la realidad a partir de un
razonamiento libre, y este es el motivo por el cual vivimos en una sociedad que
podría definirse como absurda, caótica o sin sentido aun teniendo capacidades
racionales.
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