Con tanto ruido
ético que vive el país, comparto algunas ideas acerca de la integridad. Alguna
de ellas quizá le sonarán algo evidentes – si usted está del lado de los
íntegros -, pero ojalá aporten en algo a quienes son aún reacios o nuevos al
concepto…
1.La integridad es la base de la imagen y la buena reputación.
La imagen no es algo que se pueda crear artificialmente: responde a la realidad
de nuestro comportamiento diario, el que además es cada vez es más visible por
todos. Una buena reputación en clave para la vida, la marca personal y la
carrera: abre toda clase de puertas y con ella tenemos la mitad del camino
hacia la confianza ganada.
2.La integridad genera confianza. Ser integro pasa por
ser correcto, decente y serlo por igual en todos los ámbitos en los que nos
movemos. Es decir, ser siempre uno mismo, sin dobleces ni contradicciones y
además, coherentes con los valores que predicamos. La integridad – con valores
que no cambian según la conveniencia o el interés del momento – es clave para
ganar la confianza de los demás y poder influir en ellos, si es el caso. Y la
confianza es la base de cualquier interacción humana. Sin confianza ninguna
relación se da, ni se dará jamás.
3.La integridad es hermana de la transparencia. La
vida es más fácil cuando se vive con un sólo set de valores y no tenemos que
recordar qué dijimos a cada quien. Es un desgaste inútil vivir varias vidas,
ponerse máscaras, ocultar verdades, tener duplicidades, mentir o crear
historias o excusas. Todo eso desgasta, roba energía y al final, igual, todo se
sabe. Nada como vivir en paz y dormir con la conciencia tranquila – claro, eso
vale para quien tiene conciencia.
4.La
integridad necesita humildad.
Un potencial “riesgo” de la integridad es el ego que podría venir de sentirse
de alguna manera “moralmente superior”. Debemos estar atentos a evitar la
arrogancia, la intolerancia, la estrechez de mente o la inflexibilidad para
aceptar otras perspectivas, estilos de vida o formas de pensar. Y eso es un
reto.
5.La integridad genera buenos contactos. La gente se
junta con sus iguales y sabe reconocerse entre los demás. Así como el ladrón
cree que todos son ladrones como él, la gente íntegra empatiza y gusta de
navegar junta, hacer negocios y crear redes entre quienes pensar, recomendar,
contratar, promover. Entonces, si trata de tener un grupo de referencia
apropiado – y poderoso -, la integridad es una ventaja competitiva
insustituible.
La integridad genera respeto y admiración. Todos
deseamos ser respetados y admirados por nuestros hijos, y ojalá subordinados,
parejas, jefes, clientes y pares. Y nada como la integridad para inspirar ese
respeto y admiración. Y es que ser integro no es fácil. Vivir de acuerdo a
nuestros valores en cada acto y con cada decisión requiere carácter y
disciplina y no siempre genera una “ganancia” inmediata o a corto plazo. Es más
fácil cortar esquinas, buscar atajos o saltarse las reglas, pero las personas
serias – las que cuentan – reconocen el valor intrínseco de quienes son
íntegros y leales a sus valores, – lo que al final del día impacta muy
positivamente en la calidad de vida y nivel de felicidad -. Y si, la integridad
sigue “de moda” y lo estará siempre.
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