¿Qué entendemos
varios de los que hemos alertado sobre esta confusión de términos por claridad
conceptual? Cuando asistimos a conferencias, cuando oímos y leemos en los
distintos medios de comunicación llamados a participar en actos de política
vecinal, municipal, estatal o nacional se puede observar que con muchísima
frecuencia, demasiada diría, quienes hablan o escriben no poseen la precisión
semántica indispensable de algunas locuciones con las cuales elaboran sus
argumentos.
No significa lo mismo ingenuo que iluso, como tampoco es lo mismo
pobre que miserable.
En esas
conferencias, charlas u otras modalidades se puede escuchar que igualan un
régimen autoritario con uno totalitario. Entre los factores que caracterizan a
uno y a otro, aunque en algunos casos pueden tener similitudes, hay diferencias
muy claras; basta acercarse y leer con atención a los especialistas en
Filosofía Política para aprender a manejar estos conceptos sin mezclarlos
descuidada e indiscriminadamente. Hay un Diccionario de política de
Norberto Bobbio que recomiendo ampliamente.
El autoritarismo
apela a la represión y cualquier otro mecanismo para imponer su voluntad sobre
la sociedad civil. Su nota esencial es el carácter autocrático y la propensión
a restringir lo más posible las libertades personales. Comúnmente, un régimen
autoritario es gobernado por una élite que emplea la represión para conservar
el poder. Un régimen autoritario puede presentarse como una tiranía, monarquía,
gobiernos militares, o gobiernos en los cuales solo un partido es quien ejerce
el poder.
En relación con el
totalitarismo es conveniente recordar que Hannah Arendt empleó el concepto para
describir los regímenes de ciertos países durante los años de Arendt. De tal
manera que se denomina totalitarismo a aquellos regímenes en los que la vida
diaria de los ciudadanos es absolutamente controlada por la dominación de un
partido político.
El totalitarismo es el ejemplo de un control estatal
absoluto, yendo más lejos de lo que hacen las dictaduras, gobiernos militares y
gobiernos autoritarios. Entre los factores que caracterizan a un régimen
totalitario está la existencia de una ideología oficial que es vista como
incontrovertible. La coexistencia de un grupo armado o policía secreta leal a
los intereses del partido. Y, por supuesto, los medios de comunicación están altamente
restringidos cuyo propósito principal es adoctrinar a la sociedad civil.
Cuando se oye a
alguien decir, por ejemplo, que es igual el fascismo al comunismo, equivoca
completamente las diferencias radicales de ambas modalidades de hacer política.
Lo diré en forma muy simple. El comunismo está basado en la igualdad económica
que aspira a alcanzar el ideal de una sociedad sin clases sociales; por su
parte, el fascismo es un sistema básicamente nacionalista. Las clases sociales
están rígidamente diferenciadas y tiene al frente un líder absoluto.
El comunismo se
conoce como la dictadura del proletariado, propiedad común de las herramientas
de producción, y la característica que sobresale es la inexistencia de la
propiedad privada. Mientras que en el fascismo está permitida, aun cuando
prive la obediencia y utilidad al Estado.
Venezuela agoniza y
su salvación no está en seguir insistiendo en transitar por un camino lleno de
equivocaciones, altanerías, soberbia e incapacidad para reconocer errores.
Venezuela necesita que se deje de lado la improvisación. Se necesita cohesión,
claridad conceptual y, sobre todo, cultura política. No basta el voluntarismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario