Ya los estudios están cansados de
demostrar que el ambiente donde un ser humano se desarrolla influye en su
actitud y reacciones frente a las situaciones diarias. No menos importantes son
los estímulos de “crianza” que acompañaron a ese hoy hombre o mujer.
Ahora bien, ¿Cómo enfrentar las diferencias de criterio
cuándo dos individuos chocan puntos de vistas antagónicos frente a una misma
situación? La cosa es que, para el ejemplo que intento describir, las
diferencias vienen marcadas de la educación del hogar, semejantes en algunos
aspectos pero equidistantes en otros con relativa importancia.
Pensado por unos minutos pudiese parecer sencillo: “ponte
en los zapatos del otro y procura entenderlo”. Si el nivel de conciencia fuese
tan alto creo que algunas luces se verían al final del camino pero no, la
situación va más allá. Hablamos del tema de quien es cada cual, desde sus más
antiguas influencias de educación (formal o no). En realidad pienso que la
educación de la casa es la que más influye a la hora de enfrentar estas
situaciones.
Como no soy experto en nada de esto, sólo intento colocar
en la mesa un tema que, aunque no se vea a simple vista, dificulta enormemente
las relaciones humanas. ¿Bastará el sentido común?
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