Hablamos de longevidad, lucidez y escritura.
De vez en cuando salen reportajes de personas longevas que
acumulan gran experiencia y a la vez conservan las ganas, la ilusión y el deseo
de saber. Suelen ser reputados científicos, artistas plásticos o del teatro,
literatos, activistas sociales y muchos músicos que, con edades ciertamente
avanzadas, proporcionan al mundo grandes obras artísticas y logros científicos
o sociales.
Lo cierto es que la esperanza de vida es cada vez más alta, y
ya no es noticia llegar a centenario, la noticia ahora es que cada vez, de
forma lenta pero imparable, hay más personas centenarias,
tanto es sus casas como en residencias geriátricas.
Sabemos que influyen factores genéticos y ambientales, pero
hay otros que contribuyen a que la tercera edad sea una época de creación, con
el atrevimiento que da la experiencia y sin las ataduras sociales u
obligaciones familiares que marcan determinadas etapas vitales. Uno fundamental
es mantener el cerebro activo realizando cosas creativas y satisfactorias.
En otras ocasiones hablaremos de luchadores sociales,
científicos, músicos, pintores o actores. Hoy nos centraremos en los
escritores.
La creación literaria es una de las artes en la que, por
fortuna para lectores, podemos disfrutar de grandes obras de veteranos que no
dejan de publicar y de asombrarnos con su talento y creatividad.
También nos
ayudan y dan claves sobre maneras de enfocar la vida con proyectos, cierta
distancia y bastante sentido del humor y saber estar.
El ejercicio intelectual es una clave para el envejecimiento sano y activo. Si factores genéticos,
ambientales y de salud no son un impedimento insalvable, podemos hacer mucho
para tener una tercera edad productiva y creativa.
No tendremos el talento de estos ilustres longevos, pero sí
una vida larga llena de acontecimientos dignos de recordar. No es casualidad
que a los talleres de creación literaria y las escuelas de escritores se
apunten personas jubiladas que ejercitan el pensamiento y encuentran un gran
placer en la escritura.
También es notable el aumento de tertulias y clubes de lectura tanto en centros
culturales como en residencias de mayores, con gran participación de mujeres,
que alimentan el espíritu y fomentan relaciones sociales enriquecedoras.
Nunca es tarde para contar historias. Talleres y escuelas
ayudan y desde el lápiz a la tableta, todo vale y son facilidades. No
desechemos nuestras experiencias, toda historia es interesante, la clave está
en cómo se cuenta y eso, lo podemos aprender a cualquier edad.
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