De acuerdo a un reporte publicado hace un año, hay más de
doscientos millones de desempleados en el mundo. En este próximo ano, este
número crecerá astronómicamente, mientras que producción global disminuye y
recursos naturales siguen siendo más escasos. Este desarrollo constituye un
problema enorme para los desempleados, como también para la sociedad y
gobiernos, que no tienen el poder de pararlo.
Mientras que los desempleados crecen globalmente, la
necesidad de un curso de educación comprensiva, que explica el nuevo mundo
integrado y sus leyes gobernantes, será indispensable en la prevención del tipo
de derramamiento de sangre y malestar que vemos que ya se está empezando a
materializar.
Entonces que es este “nuevo mundo” que la crisis global nos está
trayendo? Bueno, si tomamos un paso atrás y analizamos la palabra “crisis,” no
tiene una connotación negativa. Más bien, significa una nueva etapa similar al
nacimiento.
Sabemos por experiencia que la transición de un estado al
otro es difícil, porque conlleva salir de tu zona cómoda. No importa si es
cambiar de trabajo o modificar cualquier otro aspecto de la vida, tenemos la
tendencia de resistir el cambio y preferimos quedarnos dentro del sistema de
operación familiar.
Tomando esto en consideración, hay dos aspectos a esta
crisis global. De un lado, estamos sintiendo aflicciones genuinamente terribles
y dramáticos; diluvios terribles, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas,
disturbios y guerras, revoluciones, derramamiento de sangre en las calles, y
perspectivas que disminuyen la posibilidad de un futuro brillante. Del otro
lado, podemos ver el apuro corriente como los dolores normales del proceso que
todavía no reconocemos, uno en la cual transitamos de un estado al otro.
Estos Dolores se pueden comparar como las de un bebe pasando
por el proceso de parto. Imagina un bebe pacíficamente creciendo dentro de la
vientre de su madre-un lugar seguro y protegido. El parto, sin embargo, se
inicia por medio de un proceso “desagradable”: la madre siente una tensión
inmensa y siente contracciones, mientras que él bebe también siente tremenda
presión pero no tiene idea que esta pasando. Y así es como nuestro estado
presente es similar a los dolores de parto.
Hemos pasado por estados similares en otros tiempos de la
historia, aunque no fueron tan trágicos o radicales como para justificar
llamarlos un “parto.” Lo estimamos como faces transitivas o de desarrollo en la
historia humana.
Y aun nuestro estado presente es diferente. En el pasado
siempre hemos tratado de revelar u obtener nuevas alturas. Predijimos
condiciones revolucionarias potenciales de naturaleza social o técnica, y el
cambio fue afectado por resultado de nuevos objetivos, por medio del
descubrimiento de nuevas tierras, invento de armas innovadoras, o la
implementación de nuevas tecnologías como el internet, que han revelado un
completamente nuevo nivel de conexión entre nosotros.
La diferencia es que estas innovaciones nunca han sido
globales en la naturaleza. Nunca han influenciado todos los aspectos de la vida
humana, ni han impactado a los seres humanos en una más grande escala,
incluyendo cada país y continente, cada familia e individuo. Hoy-en-día, el nuevo
toque revolucionario (evolucionario!) incluye todo lo previamente mencionado.
Desorientado y desconcertado, estamos creciendo de una
manera más consciente del hecho que algo está ocurriendo, pero todavía no
estamos seguros de que es ese “algo.” La crisis que estamos sintiendo es
similar al estado que precede el parto. Nos presiona más y más con cada día que
pasa, individualmente y colectivamente.
Tal como aparentemente no podemos resolver el descenso de la
economía, no tenemos el poder de invertir las décadas en tendencias de
separación de las familias o la elevación astronómica en depresión, suicidio y
el abuso de drogas y alcohol. Más que nada, el denominador común aquí es que en
todas las áreas de nuestras vidas sufrimos de una ausencia completa de
entendimiento de la causa principal de estos problemas.
Además, por primera vez en la historia humana, esto está
ocurriendo a una escala global e integral. Literalmente no hay “donde correr” a
escapar de estos asuntos, aun si uno tuviera los medios. Y lo peor es que no
sabemos lo que nos espera en el futuro.
En revoluciones del pasado, las estructuras económicas y
sociales que nosotros aspirábamos eran más progresivas que los que remplazaron.
La abolición de la esclavitud, por ejemplo, abrió el camino hacia una sociedad más
civilizada. Aunque cambios drásticos iniciaron nuevos levantamientos, guerras
civiles y religiosas, gente, por su parte, anticiparon un futuro más brillante
al fin de todo.
Presentemente, sin embargo, todos estamos bajo un proceso
global la cual nunca hemos visto. Este proceso encubre no solo la sociedad y el
individuo, pero se extiende al clima y la ecología. (Mirando atrás a la
evolución de nuestra especie, calentamiento global y temporadas de enfriamiento
siempre han requerido grandes adaptaciones en la humanidad, como grandes
comunidades siendo forzados a emigrar de Siberia y Asia a Europa.)
Mientras que en el pasado revoluciones ocurrieron por
razones concretas (cambio de clima, nueva tecnología, régimen despótico, etc.),
hoy todos los cambios están ocurriendo simultáneamente y en cada nivel.
Simplemente hablando, personas ya no pueden reconciliarse con el mundo en la
cual viven.
Aun en los sistemas, en las cuales hemos llegado a depender
para nuestra supervivencia, están rotos, incluyendo la industria de alimentos,
el Mercado de trabajo, la familia, los sistemas de educación y seguridad, y
así.
Hemos llegado a un estado general en todas las áreas de
nuestras vidas donde aparentemente nada funciona como debe. Y con las
herramientas que actualmente tenemos a nuestra disposición, no podemos predecir
con ningún grado de certeza como esta fase de nuestra senda evolucionaria se verá
en el futuro.
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