Aunque muchos
venezolanos consideran que la intervención militar estadounidense es su única
salvación, podría ser una bendición para Maduro, pues uniría las fuerzas
populares bajo la bandera.
Pero una intervención militar tampoco sería una
victoria segura. Venezuela no es Panamá ni Haití. Aunque su Ejército no está
probado en combate, es una fuerza grande y bien equipada con cuarteles
repartidos por todo el país. Además, el ex embajador de Estados Unidos y
experto en América Latina, John Feeley, observó: "Venezuela ya se
encuentra en una situación tan caótica que cualquier fuerza invasora se vería
obligada por razones humanitarias a permanecer como una fuerza de ocupación para
mantener el orden y brindar servicios gubernamentales interinos hasta que el
gobierno de Guaidó fuera capaz de asumir esas responsabilidades".
Además, "la administración Trump está retirando la
presencia militar en Siria y Afganistán; creo que es poco probable que envíen
nuevas tropas a algún lugar durante mucho tiempo", agregó.
Evan Ellis, profesor de investigación sobre América Latina
del War College Strategic Studies Institute del Ejército de Estados Unidos,
advierte que una intervención militar estadounidense "no solo causaría
pérdida de vidas, sino que también se arriesgaría a fragmentar el ya frágil
equilibrio entre entidades criminales y de otra índole, lo cual desataría una
ola de la violencia y de refugiados que superaría con creces la tragedia que se
ha presenciado hasta la fecha".
Aunque los militares venezolanos podrían ser derrotados
rápidamente en una convencional, Maduro podría escapar y montar una prolongada
resistencia en la clandestinidad.
Además, cualquier esfuerzo por conseguir el respaldo de la
ONU para una fuerza de intervención extranjera probablemente sería bloqueado en
el Consejo de Seguridad por Rusia y China.
Por lo tanto, para evitar la potencial reacción adversa a un
embargo petrolero, la Casa Blanca parece estar explorando una estrategia para
redirigir los pagos del petróleo venezolano —y quizás de oro— hacia manos de la
incipiente administración de Guaidó para ayudarlo a fortalecer su intento de
tomar el control.
Ya ha autorizado 20 millones de dólares en ayuda humanitaria
que planea canalizar a través de la Asamblea Nacional. Pero no está claro cómo
se entregará ese dinero, a menos de que se pueda encontrar una manera de evitar
el control de Maduro sobre el sistema financiero estatal.
"Después de haber atizado el fuego, Estados Unidos y
los gobiernos democráticos afines (...) deben estar listos para proteger y
apoyar a largo plazo a los venezolanos que están valientemente defendiendo el
restablecimiento de un gobierno democrático en Venezuela", dijo Ellis.
Washington ha indicado hasta el momento que respaldará a Guaidó en todo
momento, y desafió la orden de Maduro de expulsión de todos los diplomáticos
estadounidenses del país.
Finalmente, ¿quedan incentivos
para persuadir a Maduro para que se vaya? Antiguamente, a los
tiranos se les permitía escapar con una maleta llena de dinero hacia un exilio
dorado en lugares como Panamá.
Ahí es donde terminó el Sha de Irán, así como el general Raoul
Cédras de Haití, Abdalá
Bucaram de Ecuador y Elías
Serrano de Guatemala.
El marco legal internacional moderno dificulta esto, y los
grupos de derechos humanos insisten en que se debe hacer justicia por el bien
del estado de derecho — y para disuadir a futuros delincuentes.
Pero Guaidó
parece dispuesto a hacer sacrificios para restablecer la democracia. En una
entrevista con Univision, dijo que estaba dispuesto a considerar una amnistía
para Maduro bajo una nueva ley aprobada por la Asamblea Nacional que le ofrezca
beneficios a "todos los que estén dispuestos a ponerse del lado de la
Constitución a recuperar el orden constitucional".
Es imposible predecir si Maduro, o cualquiera de sus
partidarios, elegiría esta opción. Sería humillante e, inevitablemente, se
consideraría una traición al lema de "socialismo o muerte" de los
llamados revolucionarios "bolivarianos" de Venezuela.
Una salida más ordenada y respetable para Maduro, según
muchos expertos, sería una
nueva ronda de elecciones supervisadas por la comunidad internacional. Esa
parece ser la estrategia favorita de la Unión Europea, así como del Grupo de
Lima de 14 países que se creó para encontrar una salida pacífica a la crisis en
Venezuela.
"La única solución a la crisis de Venezuela radica en
un proceso negociado creíble que conduzca a elecciones libres y justas que les
permitan a los venezolanos elegir a sus propios líderes", según una
declaración conjunta de tres importantes grupos a favor de la democracia en la
región; la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus
siglas en inglés), Conectas Derechos Humanos en Brasil y De justicia en
Colombia.
"Combinar la presión con la diplomacia creativa es la
mejor manera de facilitar un regreso a la democracia", añadieron.
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