Gran parte del tiempo las emociones son muy útiles para
movilizarnos a ocuparnos de lo más importante en la vida, y nos proporcionan
muchas clases de disfrute. Pero a veces nuestras emociones nos meten en
problemas. Esto pasa cuando nuestras reacciones emocionales no son adecuadas,
en alguna de éstas tres maneras:
1-Podemos sentir y mostrar la emoción correcta pero en la
intensidad equivocada; por ejemplo, la preocupación está justificada, pero una
reacción exagerada nos ha aterrorizado.
2- Podemos sentir la emoción adecuada pero ir por el camino
equivocado. Por ejemplo, nuestro enojo está justificado, pero recurrir al
silencio es contraproducente e infantil.
3-Un tercer tipo de reacción emocional “inadecuada”, (una de
las más difíciles para cambiar y que es incluso peor que las dos primeras), no
es cuando nuestra reacción es demasiado intensa, ni que nuestra manera de
expresarla sea incorrecta; sino que estamos sintiendo la emoción equivocada.
El
problema no es que tenemos demasiado miedo, o que ese miedo nos llevó por el
camino equivocado, el problema es, como solemos darnos cuenta después, que no
debería haberse convertido en absoluto en un miedo.
Nota: Aunque,
todas las emociones son apropiadas, el inconveniente es que a veces responden a
realidades que nos creamos nosotros mismos. Por ejemplo, puedo sentir miedo a
rendir un examen, aunque cuando lo rinda, me daré cuenta de que ese miedo era
injustificado, pero tal vez, si no hubiera sido por el miedo, no habría
estudiado lo suficiente.
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