El fenómeno de la participación ciudadana en los asuntos del Estado se
asocia a los fenómenos de la democracia y la gobernabilidad de los sistemas
políticos, teniendo en cuenta que un régimen democrático supone la existencia
de mecanismos de participación ciudadana en el ejercicio del poder y en los
asuntos públicos, y por otra parte, la gobernabilidad de un sistema
político está
condicionada, entre otros factores, por la capacidad de los gobiernos para
satisfacer las demandas sociales y para mantener la estabilidad y el consenso político,
lo cual solo es posible si existen elevados niveles de participación popular.
En este sentido, en la actualidad no pocas corrientes
teóricas en occidente abogan por una democracia más participativa y por una
mayor participación de las comunidades; sin embargo sus propósitos son poco
viables en el marco estrecho de la democracia liberal que privilegia la
participación electoral sobre la participación social, económica, cultural,
etc. y minimiza la intervención real del ciudadano en la toma de decisiones
públicas. Algunos autores reconocen que para la existencia de una democracia
más participativa en las naciones de occidente, se hace necesario el desarrollo de
los sentimientos de comunidad frente al sentimiento consumista, así como la
reducción de la desigualdad
social y
económica.
El diccionario Larousse
define como participar: "dar parte, comunicar, tener parte en algo."
En la literatura especializada se ha definido de diferentes maneras y puntos de
vista, adjetivándose el término en dependencia de la esfera de la vida social
en que la participación tiene lugar. Por ejemplo, se habla de participación
política, social, económica, cultural, comunitaria, ciudadana, electoral,
industrial, etc. En cada una de estas esferas la participación adopta formas y
mecanismos específicos; por ello en la doctrina encontramos bastante confusión
y ambigüedad en el uso de este término.
La participación tiene lugar a través de las llamadas formas
de democracia directa, que incluyen todas aquellas que se producen sin
mediación de la representación (elecciones, referendos, consultas, etc), aunque
en el Estado moderno
es muy difícil prescindir de esta última, por lo que a veces, suele llamarse
participación indirecta a aquella que tiene lugar a través de los
representantes.
En cada una de las esferas en que se desarrolla la
participación, esta constituye una acción que
tiene que ver con las necesidades y aspiraciones humanas y la capacidad del hombre de
concientizar esas necesidades y buscarle solución, por ello el acto de
participar no significa solamente tener parte en algo preconcebido, ser
consultado sobre algo ya decidido, o estar presente en una actividad
determinada, sino que participar significa intervenir desde la propia
determinación y concientización de las necesidades hasta la valoración y selección de
sus posibles soluciones.
Por lo general, en la literatura suele emplearse indistintamente
los términos participación popular y participación política, sin embargo, a
nuestro modo de ver, el primero es más amplio que el segundo, en tanto aquel
puede abarcar todas las esferas de la vida social incluyendo la política.
Participación popular significa participación del pueblo y esta puede tener
lugar en todas las esferas de la vida social, pudiendo adjetivarse como
"popular" siempre que la mayoría de los ciudadanos comunes se
involucren en ellas.
La participación política propiamente dicha se vincula
estrechamente a las relaciones de poder y de dominación clasista consustancial
al tipo de democracia imperante en una sociedad,
por lo que esta tiene lugar en el marco de las Relaciones jurídico políticas.
Ello no significa que los otros ángulos desde los cuales se puede enfocar la
participación (relaciones económicas, culturales, laborales, etc) no aporten
elementos esenciales en torno a
la democraticidad del régimen existente, pero es a nivel político donde se
deciden los asuntos relativos al poder, por ser allí donde radica el Estado
como su principal instrumento. Por ello, la participación política puede
mostrar como ninguna otra cómo se produce en la sociedad el empleo efectivo
del poder en la regulación de las relaciones sociales, a partir de los
intereses de clase.
En su dimensión jurídica la participación política debe ser
entendida como un derecho
político del
ciudadano que se expresa o materializa a su vez, a través de otros derechos.
Como derecho político debe implicar el involucramiento activo de los ciudadanos
en tres relaciones jurídico políticas fundamentales: las que se derivan del
proceso de conformación de los gobiernos (selección de los representantes); las
que se derivan del control de
los gobernantes (control de la representación); y las que se derivan de los
procesos de toma de decisiones públicas (procesos decisionales). Cada elemento
incluido en esta definición puede servir de indicador general del estado de la
participación política en una sociedad y también como indicador para la
investigación concreta
en torno a este asunto.
En el caso específico de la participación en la toma de
decisiones, puede definirse como el derecho político
del ciudadano a intervenir directamente en el proceso de toma de decisiones
públicas como manifestación esencial del ejercicio del poder político.
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