Una afirmación, por norma, es una declaración confiada de
una verdad percibida. Lo cierto es que la repetición de este tipo de
verdades, en forma de afirmaciones positivas, ha ayudado a miles de personas a
realizar cambios significativos en sus vidas.
Sin embargo, los efectos no
son para todos los mismos. Así, ¿por qué una persona puede beneficiarse de un
diálogo interno plagado de afirmaciones positivas mientras que otra no obtiene
ningún resultado al poner en marcha esta misma estrategia?
Pues bien, una afirmación puede funcionar porque tiene
la capacidad de motivar, ilusionar e incluso de programar a nuestra mente para
que trabaje en base a una idea determinada. Da igual que detrás de la idea
exista realidad no, lo importante es que la persona le confiera la naturaleza
de realidad: la mente no conoce la diferencia entre lo que es real o la
fantasía. Eso es lo que ocurre cuando ves una película y empiezas a reír o
llorar: la mente se identifica con los personajes de la pantalla y reacciona.
“Una afirmación es realmente todo lo que dices o piensas.
Mucho de lo que normalmente decimos y pensamos es bastante negativo y no crea
buenas experiencias para nosotros. Tenemos que reeducar nuestro pensamiento y
hablar en patrones positivos si queremos cambiar nuestras vidas”.
-Louise Hay-
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