miércoles, 10 de abril de 2019

Comunicación Pos Moderna

Parece contradictorio decir que estamos entrado a una fase cultural irreflexiva, ya que nuestra época tiende a ser criticada por su ensimismamiento. No obstante, con frecuencia expresamos nuestro solipsismo de manera externa en vez de explorarlo internamente, con más énfasis en las imágenes que nunca antes. Cuando hay texto, los nuevos medios como Instagram por lo general dejan de lado el papel del lenguaje.

Las selfies son algo muy obvio en este caso particular, pero consideremos un tuit. Su brevedad tiene la longitud perfecta para un aforismo y poco más (a menos que alguien publique una secuencia).

Para cierto porcentaje de la población, los pensamientos que podrían haberse guardado en una época previa a los teléfonos inteligentes —dejando así que se marinaran y quizá se hicieran más profundos hasta que ya no pudieran formularse en menos de 140 caracteres— ahora se expresan en un foro público.

Además, internet suele recompensar la velocidad por encima de cualquier otra cosa, una cualidad que contradice al pensamiento deliberativo, además, nuestra hambre de velocidad va en aumento conforme mejoran las tasas de transferencia de información. En 2006, Forrester Research halló que los compradores en línea esperaban que las páginas web se cargaran en cuatro segundos. Tres años más tarde, el tiempo se redujo a dos segundos. Las páginas web más lentas hacían que muchos compradores buscaran en otra parte.

Para 2012, los ingenieros de Google habían descubierto que cuando los resultados tomaban más de dos quintas partes de segundo en aparecer, la gente buscaba menos, y retrasarse un cuarto de segundo en comparación con un sitio rival puede alejar a los usuarios.

“Eso apunta a que, conforme nuestras tecnologías incrementan la intensidad de la estimulación y el flujo de cosas nuevas, nos adaptamos a ese ritmo”, dijo Carr. “Nos hacemos menos pacientes. Cuando surgen momentos sin estimulación comenzamos a sentir pánico y no sabemos qué hacer con ellos, porque nos hemos entrenado para esperar esa estimulación: nuevas notificaciones, alertas, y similares”.

Esto a menudo se traduce en el discurso que define internet como una demanda de “momentos estimulantes”, inmediatos y superficiales, en vez de juicios sopesados con cuidado, ya sea sobre asuntos serios o triviales.

Carr también señaló los argumentos contrarios: formular pensamientos relativamente simples en internet puede producir otros más complejos mediante intercambios en tiempo real con la gente, y puede que las personas cuyo reflejo es publicar algo con prisa en vez de pensar en ello, tampoco habrían sido los pensadores más deliberativos en una época anterior a los teléfonos inteligentes.
Aun así, Carr considera que nuestro rumbo actual indica “la pérdida de la mente contemplativa”. 

“Hemos adoptado el ideal mental de Google, que consiste en tener una pregunta que se puede responder rápidamente: Preguntas finitas y bien definidas. Perdida en esa concepción está la idea de que también hay una manera abierta de pensar con la que no siempre estamos tratando de responder una pregunta. Estás intentando ir al lugar al que ese pensamiento te lleve. Como sociedad, estamos diciendo que la manera de pensar ya no es tan importante. Se ve como algo ineficiente”.


Carr observó que, durante décadas, la escultura de Rodin “El pensador” (1902) representaba la forma de contemplación más elevada: una figura con un físico imponente que mira hacia abajo abstraídamente, encorvado para bloquear las distracciones, congelado porque es una estatua, desde luego, pero también porque los pensadores serios necesitan tiempo y no se inquietan. 

Es difícil imaginar que una nueva versión posmoderna llamada “El tuiteador” sea tan inspiradora.

El Fruto De Nuestro Esfuerzo


Indudablemente, que tener su propio negocio, disponer de un salario proporcional al esfuerzo y trabajar de forma independiente, son de las mejores formas de ganarse la vida: El primero disfruta con lo suyo, el segundo sabe que a mayor esfuerzo, mayores beneficios, y el tercero dispone del tiempo a su comodidad.

Todos tienen ingresos de acuerdo a sus capacidades, y éste será mayor, cuanto mejor dominen sus respectivas áreas.

A todos debo decirles que gasten en proporción a lo que ganen. Cuando se tiene un buen ingreso se desperdicia más dinero de lo que uno puede imaginarse. Sin convertirse en avaros, deben controlar sus egresos, proporcionándose la comodidad adecuada, y ahorrando el excedente, pudiendo también invertir o reinvertir alguna parte del mismo.


Si tienen empleados, deben de acuerdo a lo que producen, corresponderles con justicia. "Trata a los demás, de acuerdo a como te gustaría lo hicieran contigo", es una herramienta que te conducirá a comprender el sentido de la palabra "Humanidad" “Cultiva las buenas acciones, y mantente en paz con tu conciencia” “Se justo y serás recompensado"

Templanza

El catálogo de las cuatro virtudes cardinales se cierra con la virtud de la templanza. 

También esta virtud supone la justicia y está informada por la prudencia, de modo que, cuando el hombre y la mujer tratan de vivir templadamente, si tal moderación conculca derechos de un tercero o no va dirigida por la prudencia, cabría hablar de rigidez moral o de conciencia estrecha, de desapego o de insensibilidad..., pero no de la virtud cristiana de la templanza. 

Ahora bien, la templanza no es la pura calma ni la simple pasividad, sino la armonía interior, fruto del esfuerzo por disponer rectamente el mundo pasional del hombre.

Es claro que la persona humana ha ser dueña y señora de todas sus potencias y de todos sus apetitos.

Ciertamente, la fortaleza trata de ofrecerle el vigor para que actúe incluso hasta el heroísmo en las dificultades más graves por las que atraviesa; pero la vulnerabilidad del hombre es tal, que a veces no le es fácil superar ciertas circunstancias que conlleva el vivir, pues las pasiones humanas y las tentaciones de los "tres enemigos" son tantas y tan fuertes, que se expone al peligro de sucumbir.


Para evitar tales trances, es deseable precaverse con anterioridad a que esas situaciones hagan acto de presencia. Es aquí donde entra en juego la virtud de la templanza, la cual procura un uso razonable y medido de las cosas y de los placeres para evitar que las pasiones le dominen. De este modo, la fortaleza puede superar más fácilmente las situaciones desesperadas. 

Se trata, pues, no sólo de ser prudentes, justos y fuertes en la existencia personal y en la convivencia social, sino también y sobre todo de tener dominio de la propia concupiscencia, de hacer un uso medido y austero de lo bienes y goces que ofrece la vida y orientar tales tendencias hacia el bien integral de la persona, poniendo orden en su interior.

martes, 9 de abril de 2019

Entre El Coraje Y La Audacia

El primer punto para despertar el coraje es tener auto-responsabilidad, esto es, construir una estructura interna equilibrada y al mismo tiempo audaz, para ser capaz de ultrapasar los límites que nos auto-imponemos. 

Tener coraje no es ser imprudente. Actuar sin considerar los límites de una situación es imprudencia. 

El coraje es construido de acuerdo con las demandas de la situación y debe basarse en la intención de cultivar el auto-conocimiento. La persona audaz sabe discernir entre el momento de actuar, y el momento de esperar y hasta el momento de escapar. Ser imprudente es “ir a la lucha” con los ojos cerrados. Ser audaz es tener fuerza interior para mantener los ojos abiertos sin cobardía delante del conflicto y observar los límites de la situación. 


Chögyam Trungpa aclara en su libro Shambala: “El camino de la cobardía consiste en imbuirnos en una cápsula, dentro de la cual perpetuamos nuestros procesos habituales. Reproduciendo constantemente nuestros padrones básicos de conducta y pensamiento, jamás nos sentimos obligados a dar un salto al aire libre o en dirección a un nuevo campo”. 

La medicina budista tibetana dice que toda enfermedad es una bendición, porque ella nos muestra rápidamente donde precisamos cambiar. Podemos resistirnos a los cambios, pero es alto el precio de quedarnos atados a lo viejo conocido. 

“La vida nos presenta problemas que no pueden ser resueltos con viejas fórmulas. Esos problemas son los que exigen un cambio en nuestra vida. Tenemos conciencia de eso, pero no queremos aceptar. Forzamos una solución antigua para un problema nuevo, fingiendo que, aunque no sea muy adecuada, es casi aceptable. Es claro que ella no es adecuada. Sólo estamos poniendo en práctica el principio del avestruz, de esconder la cabeza en la arena y esperar que el problema se resuelva. Si, por miedo o radicalismo, damos continuidad a ese comportamiento por mucho tiempo, comenzamos a ser la causa real de nuestro propio sufrimiento”, escribe Robin Robertson, en Su Sombra.

La vida esta a favor de los cambios, pues, solamente lidiando con el flujo natural de la impermanencia es que podemos perfeccionar nuestro mundo, tanto el interior como el exterior. La cuestión es comprender lo que precisa cambiar. Inicialmente aplicar un nuevo padrón es un desafío, por eso tenemos que evocar en nosotros el arquetipo del guerrero: la fuerza interior que nos ayuda a encontrar y definir nuestras fronteras y defenderlas cuando fuera preciso. Como escribe Carol Pearson en "El Despertar del Héroe Interior" (O Despertar do Herói Interior): “En cuanto no establecemos limites claramente definidos, creeremos, correctamente o no, que estamos siendo mantenidos prisioneros por alguien o por alguna cosa. Cuando las personas están comenzando a afirmar sus propias identidades en el mundo, ellas frecuentemente pueden pensar que, si hicieran eso, todos los atacarán o los abandonarán”. Es bueno recordar que aquellos que constantemente están atacando a los otros no están evocando el arquetipo del Guerrero, y si están siendo poseídos por él!

El secreto para abandonar un viejo hábito pode estar en reconocer que él se convirtió simplemente en un “peso extra”. Oí hablar que cierta vez, Teresa d’Ávila respondió a una discípula que se quejaba diciendo que era incapaz y dudando de su propio valor: “No aumente más nada, usted ya es bastante estúpida así como es!”. Por lo tanto, la próxima vez que nos encontremos diciendo: “Yo no valgo nada, no sirvo para nada, no tengo capacidad”, podremos reconocer estos pensamientos como algo extra, y nos decidimos a abandonarlos. 

Cuando usamos una justa medida, ni más ni menos, estamos convirtiéndonos en personas auténticas: una condición natural que surge a tornarse un corajudo guerrero por la paz. 

Sensatez


La sensatez, tiene que ver con la prudencia para planear las cosas, tratar a otros y pensar en el porvenir.

La sensatez, es el valor que nos permite mantener la cordura con los demás, el buen juicio y la discreción para con los demás.

El valor de la sensatez nos da principios básicos de educación para comunicarnos con las demás personas.


Ser sensato es ser objetivo, es ser consciente de las cosas, ser racional para analizar lo que pasa en su vida y para conocer las consecuencias de una acción.

Cuando La Mente Se Aturde


Actualmente el conocimiento se da de un modo más asequible, aunque asistimos a una forma de enseñar bastante mecánica. Estamos inmersos en un mundo racionalista que promueve una actitud intelectual ante la vida. Se dan más datos pero no siempre se enseña a discernir. La enseñanza de las leyes básicas de la vida no suelen pertenecer a ninguna de las materias de estudio, y apenas la enseñanza de la filosofía aún conserva una leve pátina de su antiguo esplendor, aunque también se encuentra algo mecanizada y desgajada de la búsqueda total, incluso ética y espiritual que algún día fue. 

El desarrollo de la mente se ha confundido con el desarrollo de la “capacidad mental”. El tener agilidad mental nos hace más listos pero a veces ello no tiene relación con cualidades más altas, como el discernimiento. Por ello la agudeza mental es utilizada hoy en día tanto para asaltar un banco, para defraudar al fisco, para pasar por bueno siendo torcido, como para desarrollar las grandes obras de la humanidad. Siempre hubo de todo, pero ayudar al desarrollo mental de una persona no es tan solo darle la capacidad mecánica de lograr algo sino además el correcto encauce de esa fuerza. Del mismo modo que aprender ciertas reglas matemáticas no siempre lleva al estudiante a entender la armonía y belleza del universo, así discernir es una cualidad más elevada que una mera capacidad mecánica, y es el aprendizaje para tomar el camino más correcto posible en la vida, entendiendo por tal el que menos dañe, el que nos haga más plenos y felices, y nos lleve a las mayores cotas de evolución posibles. 


 Por ello, aunque se considera también al cerebro como igual al concepto de mente, hay que distinguir entre el órgano físico, que es asiento o receptor de la mente, y la mente, pues no son lo mismo. 
Se puede comprobar que un síntoma que refleja la existencia de una gran sensibilidad en una persona es poseer una piel delicada y suave. Ello no implica, utilizando éste argumento a la inversa, que podamos afirmar que la forma y aspectos físicos definen la capacidad espiritual de una persona. Pero del mismo modo que el cuerpo algunas veces refleja la calidad del espíritu del ser superior que lo habita, sin por ello ser lo mismo, el cerebro no es tampoco lo mismo que la mente. 

Según las concepciones tradicionales el cerebro es la estación receptora de unas ondas que provienen de la mente, las cuales se hallan como una atmósfera rodeándonos, del mismo modo que ocurre con un aparato receptor de las ondas de radio. Así, los mensajes emitidos por la mente son independientes del receptor físico que conecta con una idea. Estas ideas, que parecen flotar en el ambiente de un momento y una época, si no son alimentadas y reforzadas se desvanecen, y en cambio cuando son repetidas y reforzadas por varias personas parecen tomar fuerza y consistencia, como si se asentaran con una forma y fuerza propia, de tal modo que perviven más allá de las personas que las concibieron en un principio. Las ideas, que parecen entidades que flotaran en la atmósfera mental, son algunas veces “sintonizados” por alguien y otras no, y así, una misma idea puede ser concebida por varias personas al unísono. Según la concepción tradicional el mundo mental es un mundo organizado, compuesto de átomos mentales, de ahí que se considere que un pensamiento toma “forma y consistencia” en la medida que se le añade energía mental al mismo,  

¿Cuántas veces hemos pensado en una persona largo tiempo ausente y al día siguiente la encontramos de nuevo?, ¿Cuántas veces recordamos a una persona que vive a cientos de kilómetros, y a las horas nos llama por teléfono? ¿Cómo supo que la llamábamos mentalmente? ¿Cuántas veces dichos efectos son casi instantáneos? En otros casos, hemos ido a hablar con una persona sin saber que tal vez nos llevó allí la necesidad de encontrar un libro que surgió en el transcurso de aquella conversación y que al fin nos cambió la vida. ¿Casualidad?, ¿destino?, ¿rutas de pensamiento prefijadas ó transmisiones de ideas que cambian según sean nuestros impulsos mentales que son irradiados al ambiente? ¿Existe un mundo casual o un hilo conductor que traza el camino invisible que nos espera y reclama, como una invitación a hallarnos a nosotros mismos? 

No Esperar Tiempos Mejores


Es común tener la costumbre de esperar por algo que nos va a hacer la vida más bonita, más feliz, más divertida… más algo que consideramos no tener en el presente y así podemos ir día a día, esperando un mejor tiempo, que nos dé aquello que creemos necesitar para sentir algún tipo de realización.

Si nos cuesta un poco dejar de anhelar aquello que se distancia de nosotros, podemos utilizar algunos de estos tips, que no son más que herramientas para traernos al presente y entender que todo ocurre en el ahora, que todo lo demás solo está en nuestra mente.

Respirar de manera consciente, prestarle atención a la respiración durante algunos minutos, inhalando y exhalando sin fijar un ritmo determinado, sino limitándonos a observar esa respiración nos conecta con el aquí y el ahora.

Hacer actividades en donde podamos expresar nuestra creatividad, procurando concentrar nuestra atención en lo que hacemos. Dibujar, esculpir, decorar, reorganizar, son algunas de las actividades en donde podemos concentrar nuestra mente en una creación en tiempo presente.

Describir elementos, observar a nuestro alrededor y seleccionar al menos cinco cosas que estén dentro del campo visual cercano, describirlas mentalmente sin colocarles etiquetas asociadas a bueno o malo, esto es una sencilla técnica para concentrar nuestros pensamientos y evitar el viaje en el tiempo que normalmente realizan.

Agradecer las bendiciones que tenemos, el dar gracias nos hace conscientes al menos por un momento de lo bueno que ocurre, que no debemos pasar por alto.
Perdonar pronto, el perdón abre las puertas a nuevos caminos, o bien, nos quita esa mochila gigante que no nos permite pasar por una puerta, nos ancla al pasado y sabotea nuestro presente.

Expresar sentimientos, no te guardes emociones o sentimientos, a menos que exista un argumento diferente al miedo. Si amas, si estás enojado, si te sientes triste, dilo, eso te liberará y dará espacio para acciones asociadas, que nos mejoran la condición del alma.

Compartir con seres queridos, esas personas que forman parte de tu vida, están tan sedientos de ti, como tú de ellos, aunque quizás lo hayas olvidado. Compartir ahora con ellos nos recarga de energías, nos hace sentirnos parte de algo, nos da fuerzas y nos ayuda a continuar con mayor propósito.

No postergar, si puedes hacer algo ahora, no lo dejes de hacer. Aprovecha la oportunidad de disponer del tiempo y ponle corazón a todo lo que hagas.

Estos tips y su aplicación te ayudarán a vivir la vida en el único momento en la cual realmente la tienes. Una vez que vives en el presente y éste no se te escapa, dejas de esperar tiempos mejores, no importa si en este momento no tienes lo que quieres, no estás con quien te gustaría, no has llegado a ese sitio que anhelas, si aprendes a vivir en el presente, entenderás que el camino es lo importante, 
que no es alcanzar la meta lo que realmente importa, sino lo que viviste para llegar allí.


Solo tú decides qué haces con tu vida o la disfrutas o la padeces. Estar siempre esperando otro tiempo pensando que en él seremos felices es una de las formas más comunes de padecer la vida. Tienes todo, no necesitas de nada, ni de nadie para ser feliz, para darle sentido a cada instante. La vida es ahora.

Preferencia


Preferencia, un término que procede del latín praeferens, permite señalar a la ventaja o primacía que algo o alguien tiene sobre otra cosa o persona. Dicha preferencia puede surgir por distintos motivos, como el valor, el merecimiento o los intereses personales.

Por ejemplo: “Este autor no es de mi preferencia, aunque reconozco que sabe cómo generar intriga en sus relatos”, “El tango está entre mis preferencias musicales”, “El entrenador tiene preferencia por González, aunque también avalaría la contratación de Ramírez”.

En las ciencias sociales, la preferencia es una elección (real o imaginaria) entre diversas alternativas y la forma de ordenarlas. Aquello que se prefiere suele actuar como motivación o impulso para el desarrollo de acciones. Se considera normal que las personas prefieran disfrutar a sufrir y que, por lo tanto, desarrollen un comportamiento que, en su opinión, les proporcione tantas alegrías y tanto placer como sea posible en su vida diaria y a largo plazo.

Dentro de las preferencias a nivel personal se encuentran ciertas comidas, determinados géneros musicales, tipos de gente con la cual relacionarse y costumbres particulares; la combinación de todos estos rasgos hace de cada individuo un ser único e irrepetible, que transita su propio sendero, el cual construye día a día desde su nacimiento hasta su fallecimiento. Sin embargo, no puede afirmarse que dichas preferencias surjan espontáneamente en todos los casos.

Es sabido que los seres humanos que vivimos en sociedad formamos parte de uno o más sistemas que fueron desarrollados antes de nuestra llegada al mundo; se trata de complejas organizaciones, por lo general difíciles de percibir a simple vista, que coordinan nuestra existencia, nos impulsan a sentir atracción por ciertas actividades, nos moldean para que no entorpezcamos sus planes.

Cuando nacemos, inevitablemente nos sometemos a las ideas, a los gustos, a las frustraciones y a las ilusiones de una o más personas; necesitamos asistencia constante y cuidados varios durante muchos años, antes de poder valernos por nosotros mismos. Durante esa larga etapa, aprendemos a relacionarnos con nuestro entorno, distinguiendo poco a poco lo bueno de lo malo, lo agradable de lo desagradable, y lo hacemos partiendo de la base que nos imponen.

Es probable que una persona nacida en el seno de una familia de granjeros vea la explotación animal como una cuestión normal y necesaria para subsistir y alimentarse; del mismo modo, quienes se crían entre vegetarianos estrictos, no sienten nunca atracción hacia los productos de origen animal, ya que consideran que ningún ser debería pasar por las torturas asociadas a los mataderos. Dos puntos de vista, dos preferencias, dos ideologías prácticamente opuestas, que surgen de las posibilidades del entorno; ¿qué pasaría si un individuo carnívoro intercambiara su pasado con el de un vegano?

Nos gusta pensar que decidimos por nosotros mismos, que encontramos espontáneamente nuestro camino; pero resulta difícil negar que las preferencias son decisiones potencialmente temporales, que se sostienen mientras no aparezca una opción nueva, más tentadora o sensata que las existentes hasta el momento.

Para la economía, la preferencia de un consumidor determina su consumo. Las preferencias generales de la sociedad, por lo tanto, son decisivas para el éxito de un comercio y, en general, para la estructura del mercado.


Existen diversos factores que inciden en la preferencia de un consumidor. Uno de ellos es el precio; en este caso, la brújula de los compradores suele apuntar hacia los productos más accesibles a nivel monetario. Otros factores muy importantes son la calidad, la durabilidad y el valor de marca (aquello que una persona siente que compra al llevarse un producto; puede asociarse a un determinado estatus al que el consumidor pretende acceder). 

Las empresas más exitosas son aquellas que logran interpretar las preferencias del mercado y que pueden adecuar su oferta de acuerdo a las mismas.

lunes, 8 de abril de 2019

Individualidad Humana

Albert Einstein dijo que, si juzgáramos a un pez por su habilidad de escalar un árbol, viviría su vida entera creyendo ser estúpido.

Remo H. Largo lleva más de cuarenta años estudiando el desarrollo humano y hoy más que nunca sigue constatando el enorme desafío que implica llevar una vida en armonía con las características particulares de cada persona desde el nacimiento hasta la vejez.

Para el pediatra suizo, las capacidades humanas se van configurando a lo largo del tiempo de manera completamente diferente según las necesidades de cada individuo, determinando en gran medida la manera en que se va a vivir y el sentido que cada persona otorgará a su vida.

Pero en las sociedades modernas dominadas por la economía y la optimización, predomina la insensata idea de que todos somos iguales y podemos lograr los mismos objetivos, frustrando el desarrollo individual a expensas de expectativas ajenas.


Así pues, partiendo de las singularidades de cada individuo Remo H. Largo aboga en esta fascinante investigación por asumir y comprender nuestra diversidad no solo como el fundamento de la evolución misma, sino también como la propia base de nuestra existencia.'

El Aporte De Spinoza

Filosofía
El Aporte De Spinoza

Durante este período escribió un Breve tratado acerca de Dios, el hombre y su felicidad, y parece que también la obra De la reforma del entendimiento y un polémico Tratado teológico-político, aunque se publicarían más tarde. 

En 1673 renunció a una cátedra en Heidelberg para mantener su independencia intelectual. En 1675 terminó su obra más importante, la Ética demostrada segúnel orden geométrico, iniciado catorce años antes y que no se publicaría hasta su muerte, en 1677. También por esta época emprendió la redacción del Tratado político, que quedó inconcluso.

La filosofía de Baruch Spinoza parte de la identificación de Dios con la naturaleza (Deus sive natura), y representa el mayor exponente moderno del panteísmo. Llevó al extremo los principios del racionalismo, y dedujo toda su filosofía de la definición de sustancia como «aquello que es en sí mismo y se concibe por sí mismo», por lo que sólo podía existir una sustancia, la divina.

La mente humana conoce sólo dos «atributos» o formas de aparecer de Dios, el pensamiento y la extensión, aunque sus atributos deben ser infinitos. Los individuos son a su vez modos, 
determinaciones concretas, de los atributos. Este monismo radical resuelve el problema cartesiano de la relación entre pensamiento y extensión, pues son sólo formas de presentarse la sustancia divina, así como el conflicto entre libertad y necesidad, que se identifican desde el punto de vista de Dios, pues es libre como natura naturans (en cuanto causa) y determinado en cuanto natura naturata (en cuanto efecto). Desde el punto de vista del hombre, la libertad individual es una ilusión.

Spinoza destacó tres géneros de conocimiento humano: en el primero, el hombre es esclavo de las pasiones y sólo percibe los efectos o signos e ignora las causas; en el segundo, la razón elabora ideas generales o nociones comunes que permiten a la conciencia acercarse al conocimiento de las causas, y aprende a controlar las pasiones; en el tercer género, el hombre accede a una intuición totalmente desinteresada, pues conoce desde el punto de vista de Dios (sub specie aeternitatis), ajeno a sí mismo como individuo y por tanto sin que le perturben las pasiones individuales. En esta contemplación se identifican lo singular y lo eterno, y se percibe la presencia de todo en todo, intuición en la que se cifra la única felicidad posible.


En el terreno político, Spinoza rechazó el concepto de moral, por considerar que implicaba una desvalorización de lo real en nombre de un ideal trascendente. Todos los seres se guían por el principio de autoconservación, sobre el cual se edifica el Estado como limitación consensual de los derechos individuales. Sin embargo, lo que el individuo busca en el Estado es la conservación propia, por lo que puede revolverse contra él en caso de que no cumpla esta función («Dios crea individuos, no naciones»).

Teoría De La Convergencia

Filosofía
Teoría De La Convergencia
 (lat. convergo: me acerco, coincido.) Una de las principales concepciones de la ideología burguesa moderna, según la cual las diferencias económicas, políticas e ideológicas entre los sistemas mundiales capitalista y socialista supuestamente se van borrando de modo gradual y en perspectiva tienden a la fusión completa. 

Los autores de la teoría de la convergencia
 (J. Galbraith, P. Sorokin, J. Tinbergen, R. Aron y otros) exponían en distintas variantes la idea de que en el capitalismo moderno se refuerzan los principios socialistas, mientras que en los países socialistas, los principios burgueses.

En el fondo, se tenía en cuenta la síntesis de los dos sistemas mundiales sobre una base capitalista. En los años 50-60, la teoría de la convergencia se difundió ampliamente en Occidente entre los distintos sectores de la intelectualidad: desde los conservadores hasta los progresistas.

Desde fines de los años 60, bajo la influencia de los acontecimientos reales en el ámbito mundial, la popularidad de esta teoría ha disminuido considerablemente, pero hasta la fecha la teoría de la convergencia sigue desempeñando cierto papel en la lucha ideológica.


En la teoría del comunismo científico, que pone de manifiesto la esencia de los procesos actuales de internacionalización de la vida social, se ofrece una crítica multilateral de la teoría de la convergencia.

Apariencia

Esta es una linda época, maravillosa y con muchos matices, colores, sabores y olores que para la mayoría representan siempre reencuentro, alegría y amistad. Para muchos representa un momento que quisieran pasar rápido, por los recuerdos y la nostalgia que les domina.

Pero también es un tiempo para hacer algunos descubrimientos, o recordatorios, que nos pueden ayudar no solo en las fechas especiales sino durante la vida entera. Por ejemplo, vivir de las aparienciasEsto significa, por ejemplo, que gastamos más de lo que podemos y tenemos porque tenemos que aparentar éxito en la vida y prosperidad personal. Por eso, se invita, se regala, se gasta de manera irresponsable, porque las consecuencias después siempre son desastrosas.

Pero vivir de las apariencias no tiene que ver solo con los aspectos económicos o materiales. También tiene que ver con actitudes, gestos, virtudes y otras cositas también muy humanas. “Las apariencias engañan”, dice el refrán, pero ¿a quién engañan? ¿A quién aparenta o a quienes lo ven? Pues diría que a ambos. 

Porque quienes son observadores, solo presencian lo superficial, lo que se deja ver, lo que muestra el aparentador. Y así nos vamos con la finta de discursos, de promesas, de soluciones mágicas, de capacidades no demostradas -pero sí aparentadas-, y peor todavía, de falsas buenas intenciones.

¡Cuánto dolor, sufrimiento y daño ha sido causado por creer fácilmente en las apariencias!

Pero también la persona que aparenta termina cayendo en su propio engaño. O se cree ciegamente las cosas que dice ser y tener, o se cree que realmente así es. Y termina en una carretera loca por la que se fuerza a transitar, aunque no tenga ni los recursos, ni las capacidades, ni la energía ni las visiones. Eso se convierte en una locura de la que difícilmente puede salir, o de la que sale desesperado, pero con sensaciones terribles y dolorosas.

Vivir de las apariencias constituye un autoengaño colectivo. Este se alimenta de tanta publicidad que nos marca la pauta de valores en los que hay que creer y por los que hay que vivir. Por supuesto, también las iglesias, las familias y la educación formal son factores que alientan esas apariencias. O por lo menos, no las critican o enfrentan lo suficiente como para ser transformadas. 

En nuestra sociedad hay muchas apariencias que están incorporadas en nuestro imaginario colectivo. Entre las más conocidas, está la del político bien intencionado, que todo lo hace “por Guatemala”, y que cuando está en problemas o serias dificultades, atribuye todo al “acoso o persecución política”. 

¿Cuántos políticos intrascendentes e inocuos han esgrimido la persecución política cuando enfrentan la justicia? Antes de eso, sin embargo, siempre nos han planteado la apariencia de “políticos nuevos, bien intencionados, comprometidos con su país, interesados en la gente”.


Pero también están los que aparentan ser designados por Dios para construir el mundo. Y en esas apariencias se agencian de poder económico, político y social que lo invierten en sus propios intereses. ¡Cuántos falsos profetas -pero ricos empresarios de la fe- existen en nuestro país! Por supuesto, también las apariencias tienen lugar en personas con perfiles menos públicos. Todos y todas, de una u otra manera, tendemos a aparentar en niveles y aspectos variados. 

Se trata, entonces, de descubrir nuestros autoengaños (como los ajenos) para vivir una vida más plena, más real, más natural. Menos llena de equipajes innecesarios.

El Saber Intuitivo

En un memorando escrito en 1965, el filósofo Hubert Dreyfus aseguró que los humanos siempre ganarían a las computadoras al ajedrez porque las máquinas carecen de intuición.

Ya entonces el científico cognitivo, filósofo y escritor estadounidense Daniel Dannett se mostró en desacuerdo.

Unos años después, Dreyfus se encontró en situación de jaque mate contra una computadora.
Y en mayo de 1997, la computadora de IBM Deep Blue venció al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov.

6 famosos experimentos mentales que cambiaron la manera en la que vemos el mundo
Muchos, decepcionados con este resultado, aseguraron entonces que una partida de ajedrez es un juego aburridamente lógico. Las computadoras no necesitan la intuición para ganar.

Daniel Dennet siempre ha creído que nuestras mentes son máquinas formadas por miles de millones de "robots" minúsculos: nuestras neuronas o células cerebrales.

Para él, la pregunta importante no es si las computadoras pueden ser humanas, sino si los humanos somos realmente tan inteligentes.

¿Es la mente humana realmente tan especial?

En una entrevista con el programa de Radio 4 de la BBC "The Life Scientific" Dennet, codirector del Centro de Estudios Cognitivos y profesor de la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, afirma que no hay nada especial en la intuición.


"La intuición es simplemente saber algo sin saber cómo llegaste hasta ahí".

Las Emociones


 Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia.

En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.

Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano. Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos. De todas formas, es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla.

Apenas tenemos unos meses de vida, adquirimos emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría. Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, que en los humanos se van haciendo más complejas gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y significados.

Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.

Charles Darwin observó como los animales (especialmente en los primates) tenían un extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Tienen, por tanto, una función adaptativa.

Los humanos tenemos 42 músculos diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegrías. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia.


Todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes, pero muchas veces la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos a los retos de la vida son aprendidos. Desde pequeños podemos ver como para un niño no está tan bien visto llorar y expresar sus emociones como en una niña, además a los varones se les exige ser más valientes, seguros de sí mismos.

También podemos observar como, según las culturas, las mujeres son menos valoradas, tanto en el ámbito personal como en el laboral, lo cual es el origen de opresiones y malos tratos. Todo esto lo adquirimos sin darnos cuenta ya desde el momento en que venimos al mundo: nos comportamos como nos han “enseñado” a comportarnos. Quererse a uno mismo, ser más generoso con los demás, aceptar los fracasos, no todo depende de lo que hemos heredado, por lo que hemos de ser capaces de seguir aprendiendo y mejorando nuestras actitudes día a día, aprender a ser más inteligentes emocionalmente, en definitiva a ser más felices.

domingo, 7 de abril de 2019

La Fuerza De Voluntad

¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida nos habremos planteado algún objetivo, una meta que queríamos alcanzar? Sin duda, muchas veces.

En algunos momentos hemos querido unas cosas; y en otros, otras diferentes. Pero siempre hay algo que deseamos conseguir. Eso es lo sano…el problema sería que nunca tuvieras ningún sueño que hacer realidad. Claro que, unas veces lo has conseguido: otras en cambio, has abandonado esa idea que tenías.

Estoy hablando de cualquiera de esos objetivos que por regla general, nos ponemos cuando empieza el año; cuando comienza el verano, o cuando éste acaba. Ir al gimnasio al menos tres veces a la semana, perder cinco kilos, aprender idiomas o estudiar para unas oposiciones. Y, la frase más repetida cuando se ha abandonado la idea de obtener ese objetivo suele ser “es que no estoy motivado”.

Bien pues, imagínate esta situación.
Te has propuesto, como decía antes, ir al gimnasio tres veces a la semana, como mínimo. Pero, llegas una tarde a casa, después de un día no demasiado bueno. Te has encontrado con un atasco de tráfico interminable; uno a la ida y otro a la vuelta. En el trabajo no te has parado ni un segundo, casi no pudiste ni desayunar con calma. Tu jefe estaba de un humor de perros y te ha caído una bronca; que seguramente no te merecías.

Llegas agotado y te sientas en el sofá, querías ir al gimnasio, pero…. Después de pensarlo, te obligas, te levantas, te cambias de ropa y te vas. Desde luego, en esta situación, no ha sido la motivación lo que ha hecho que finalmente acudieras a tu cita con el gimnasio. Sin duda, ha sido tu fuerza de voluntad la que ha actuado.

Solemos decir eso de que no hacemos algo porque no estamos motivados; como si la motivación fuera lo único que puede hacer que nos pongamos en movimiento. Y no es cierto; para algunas cosas, tendremos que utilizar ese músculo que se llama voluntad.

Se puede definir la motivación como ese proceso que hace que empecemos y mantengamos una acción, con el propósito de alcanzar un objetivo; o bien de satisfacer una necesidad que tenemos. La motivación es un estado emocional que se activa cuando tenemos una buena razón para actuar, para movernos. Un estímulo que puede ser externo o interno; y que nos sirve como recompensa.

Cuando tenemos un motivo lo suficientemente fuerte, este hará que actuemos casi sin pensarlo; sin que necesitemos ni un gramo de voluntad. Es una especie de impulso que nos lleva a hacer algunas cosas sin que nos requiera demasiado esfuerzo; y que nos ayudará a conseguir un objetivo, una recompensa.

Pero, esa motivación no estará al mismo nivel todos los días, ni siquiera a todas horas del día; es muy variable e impredecible. Porque existen muchos factores a nuestro alrededor, y también dentro de nosotros mismos, que van a hacer de la motivación algo muy inestable. Dicho de otra forma: si te has propuesto ir al gimnasio tres veces a la semana, habrá unos días que estarás motivado para ello porque te sentirás bien; pero sin duda, otros días tendrás que usar tu voluntad para no faltar.


Y, si la motivación depende de nuestro estado emocional y por tanto es impredecible, la voluntad en cambio es bastante más estable; porque no va a depender del estado emocional en el que estés, sino que dependerá de ti mismo.

Ilusiones

Etimológicamente el término proviene del latín ilusio. Se trata de una distorsión de la comprensión de la realidad, que ocurre por diferentes razones. La ilusión puede afectar desde un solo sentido como la visión (ilusión óptica) al mismo tiempo, hasta incluso manifestarse al mismo tiempo en varios o todos ellos.

Las ilusiones pueden ser producto de estímulos externos reales mal interpretados por nuestros órganos sensoriales, por ejemplo, se podría tener la sensación de escuchar algún ruido (ilusión auditiva) sin que en realidad algún sonido ocurriese, o en la penumbra se podría tener la percepción de estar visualizando una figura cualquiera, producto muchas veces de nuestra imaginación, y solo estar viendo un montón de ropa sucia por ejemplo, las ilusiones por tacto, olfato y gusto también pueden darse, aunque estas con mucha menos frecuencia para individuos psicológicamente sana.

Los espejismos son un ejemplo de las ilusiones ópticas, que tienen la particularidad de ser experiencias sucedidas a plena luz del día, haciendo que el ojo humano detecte en el suelo lejano una especie de líquido similar al agua cuando realmente esta no está realmente allí. 

En el español esta palabra se emplea para denotar deseos positivos que albergan la esperanza de conseguir algo, siendo el único idioma para el cual aplicaría este uso. En el ámbito de la psicología y la psiquiatría, se estudian más profundamente las ilusiones que puedan tener los individuos que padecen de ciertas patologías, como la psicosis, las disociaciones de pensamiento, y la esquizofrenia como las principales a ser consideradas, ya que para las personas con estos padecimientos y sus semejantes adyacentes, estas ilusiones pueden resultar algo delicado con respecto a su propio bienestar, tanto físico como emocional.

Existen como por ejemplo ilusiones de características totalmente realistas para quienes padecen de esquizofrenia, teniendo la certeza de haber escuchado conversaciones que nunca se pronunciaron o tener visiones de cosas que realmente no están ocurriendo. También existen las ilusiones por causa de delirios, que pueden ser ocasionados por alguna otra patología no necesariamente psíquica, como personas que cuando les sube mucho la temperatura corporal experimentan episodios de ilusiones muy vividas. El uso de sustancias psicotrópicas también desencadena en algunos casos ilusiones sensoriales de todo tipo, desde ver cosas que no están allí, así como verlas de una forma distorsionada, sentir humedad en un ambiente seco etc. 

Por otro lado en el mundo del espectáculo muchos han perfeccionado el arte ilusorio, para hacer creer a sus espectadores que son capaces de recrear momentos donde la lógica física no entra en manifiesto, magos de oficio ,etc.



Determinación

Imagínate que un buen día consigues ese sueño que se te resiste o superas una dificultad que ahora te parece un imposible. Puede ser desde lanzarte a ese proyecto que te da miedo, ir de una vez por todas al gimnasio o mandar al carajo una relación que te tiene frito o frita. Lo que tú desees. ¿Sería más fácil de conseguir si despertaras en ti una fuerza que hiciera que nada te frenara? La buena noticia es que esa fuerza interior existe. Es poderosa, inconformista, no repara en lo que otros piensan y potencia tus fortalezas para que alcances cosas increíbles. Esta fuerza es la de tu determinación.

Tener la determinación de hacer algo es mucho más enérgico que tomar una decisión o querer algo. Significa que nada te para o que te pones el mundo por montera si hiciera falta. Por eso, no es de extrañar que los líderes, que las personas que han logrado grandes objetivos o que tienen una capacidad extraordinaria de aprender tengan una fuerte determinación, según investigaciones de Harvard.

Como indica la etimología de la palabra, incluye tres conceptos (de-termin-acción): Orientación, hacia dónde queremos ir; terminar con una situación que no nos gusta y ponernos las pilas para conseguirlo. Nacemos determinados; pero nuestra educación, el miedo o la búsqueda de la seguridad nos anestesian. Pero podemos despertarla. Para ello, hemos de dejar de dar tantas vueltas a la cabeza y atrevernos a entrar en otros espacios más sutiles. Lugares aparentemente más “locos”, un tanto prohibidos, pero profundamente poderosos: el deseo genuino y la convicción.

La determinación es la fuerza que te permite conquistar sueños o afrontar situaciones difíciles. Es una fuerte decisión de continuar pase lo que pase, y que te ayuda a sentirte pleno con lo que realizas.

Cuando tenemos la determinación de hacer algo, sea lo que sea, nos hemos conectado con el deseo genuino de ser nosotros mismos. Cuando alguien encuentra su vocación, es capaz de luchar contra viento y marea para lograrlo, aunque no hace falta ser vocacional para conectar con el deseo genuino.

Que quieras algo mucho, mucho, no significa que vayas a conseguirlo. 

El deseo es el primer paso, pero necesita su pareja de baile: la convicción, es decir, buscarte la vida para conseguir tu sueño.

Superación


La Superación Personal, también llamada Crecimiento o Desarrollo Personal, es un proceso de transformación y desarrollo, mediante el cual, una persona  adopta nuevas formas de pensamiento, que le permiten tener nuevos comportamientos y actitudes, que mejoran su calidad de vida.

Ese proceso de transformación lleva literalmente a las personas desde un estado en el que pueden estar enojadas, deprimidas o tristes a uno totalmente nuevo en el que las personas se vuelven alegres, enamoradas y con mucha pasión por lo que hacen. A su vez, el mejoramiento del estado emocional les permite cambiar hábitos como dejar de fumar, dejar el alcohol o las drogas, bajar de peso, conseguir un mejor trabajo, ganar más dinero, elevar su autoestima, conseguir pareja y mejorar sus relaciones familiares o de pareja, entre otros beneficios.

La suma de los pensamientos de una persona es lo que determina su carácter y al igual que una planta brota de una semilla, cada acción de un hombre o mujer, brota de las semillas invisibles de su pensamiento. Por esta razón, nuestras vidas son simplemente el reflejo de nuestros pensamientos predominantes.

Un carácter admirable no es asunto de azar o de favor, sino el resultado natural de un constante esfuerzo en albergar los pensamientos correctos. Por el contrario, un carácter poco noble o desagradable, es el resultado de pensamientos viles albergados continuamente.

Dada la importancia de los pensamientos, cabría preguntarse ¿Cómo es que llegamos a pensar lo que pensamos? y la respuesta a esta interrogante se encuentra en lo que se denomina, Sistema de Creencias o Caja de Creencias, que es el marco de referencia desde el cual respondemos a los acontecimientos diarios. 

Este Sistema de Creencias, está formado por todas aquellas ideas que hemos ido adoptando como nuestras a lo largo de nuestra existencia. La mayor parte de estas ideas, las adquirimos en nuestros primeros años de vida de una manera subconsciente y reflejan los pensamientos de la gente más cercana a nosotros como nuestros padres, hermanos, amigos, maestros, etc.


Si las creencias adoptadas durante nuestra niñez son positivas y estimulantes, nos impulsarán al éxito. Por el contrario, si dichas creencias son negativas o incorrectas tendremos dificultades.

Memoria Selectiva

La memoria selectiva es un fenómeno que se utiliza de forma popular para justificar por qué una persona puede acordarse muy bien de una cosa y haber olvidado por absoluto otros sucesos.
¿Por qué alguien puede ser capaz de recordar el aroma del perfume que usaba su abuela hace 20 años pero es incapaz de acordarse de lo que ceno el domingo pasado?

La respuesta a esta pregunta es sencilla. La memoria funciona de una forma selectiva. Es decir, no recuerda toda la información que capta de la misma forma.

De este modo, ciertos elementos pueden almacenarse muy profundamente en la mente de las personas y recordarse a la perfección. En cambio otros aspectos pueden no memorizarse bien y olvidarse con facilidad.

Estas características de la memoria humana ponen de manifiesto que la memoria selectiva no es un tipo determinado de memoria. Más bien todo lo contrario, el proceso amnésico es selectivo.

Con el objetivo de comprender qué es la memoria selectiva y por qué las personas recuerdan más unos elementos que otros, en el presente estudio se revisan las características selectivas de los procesos de memorización.

Así mismo, se argumentan muchas de las cuestiones de interés científico que han surgido a raíz del descubrimiento de la memoria selectiva. ¿Qué es lo que se olvida? ¿Qué es lo que se recuerda? ¿Cómo funciona la memoria? ¿Memorizar ocupa lugar?

Los procesos de memoria de los seres humanos están en continuo funcionamiento. Estos no descansan y trabajan durante todo el día para nutrir el pensamiento de las personas.

Del mismo modo, los sentidos captan de forma permanente una infinidad de estímulos. Ya sea a través de la vista, el olfato, el tacto o el oído, la cantidad de información que llega al cerebro durante un día resulta incontable.

De hecho, si alguien trata de recordar por la noche la información que ha captado durante el día, le será totalmente imposible acordarse de todos los elementos percibidos.

Esta situación se explica y se justifica a través de la selectividad de la memoria. El cerebro humano es incapaz de almacenar y recordar todos los elementos que capta. Así mismo, mucha de la información que se percibe resulta irrelevante para la vida de las personas.

¿De qué color era la tapicería del taxi que has tomado esta tarde? ¿Cómo eran los pendientes de la vendedora de la tienda donde has ido a comprar? ¿Qué bolígrafo has utilizado esta mañana en la oficina?

Todos estos ejemplo son elementos que se olvidan con facilidad debido a la memoria selectiva. El cerebro interpreta esta información como irrelevante, por lo que a no ser que aparezca un estímulo que capte la atención, no se suele recordar.

De este modo, se concluye que la memoria es selectiva porque el cerebro humano no puede acordarse de todo. Tiene que recibir y filtrar la información para quedarse con aquella especialmente importante y obviar la irrelevante.

La identidad no es una versión comprimida de los acontecimientos que ha vivido un individuo principalmente gracias a la memoria selectiva. Esta permite filtrar qué experiencias pasan a formar parte del pensamiento y la forma de ser del individuo, y cuáles pasan a formar parte del olvido.

Esta importante característica de la memoria selectiva vuelve a poner de manifiesto su estrecha relación con los sentimientos y las motivaciones de las personas.


La memoria selectiva se encarga de almacenar esos recuerdos que están ligados con los valores, las necesidades y las motivaciones propias que definen a la personas y caracterizan su forma de percibir las cosas.