Filosofía
El Pensamiento Crítico
¿Estaremos entrando en una era donde el
pensamiento deja de ser relevante y lo esencial será sólo la acción del
instinto?
Luego busqué vía what Sap replicar una
de esas preguntas y obtuve algo más que me alentó a pensar que aún es posible
generar un espacio para el pensamiento crítico.
En un caso contestaban a mi pregunta sobre si
es buena la riqueza con la siguiente respuesta: “La
riqueza no es un fin en sí mismo. La riqueza para mi está relacionada con la
satisfacción del espíritu.
Un auto me sirve para viajar de un lugar a otro.
Pero no es mi objetivo el dinero. Lo primero que pregunto cuando voy a una casa
es dónde está la biblioteca. Lo digo como metáfora”. La riqueza pasa por la
satisfacción intelectual. Es rico aquel que forma su espíritu, su inteligencia”.
La respuesta por la misma vía de otra
persona, conocida y muy apreciada por su formación intelectual y ser un
referente espiritual personal me conmovió y me abrió un horizonte de esperanzas
nuevas. Su respuesta a la pregunta sobre si la riqueza es buena fue breve pero
contundente: “No tiene moralidad. La persona que se sirve para bien o mal es el
único ser moral”.
Según las referencias bibliográficas sobre los Cínicos, fue
un ratón el que hizo que Diógenes se hiciera filósofo y adhiriera a la escuela
cínica fundada por Antístenes en el siglo IV a. C.
Diógenes ocioso observaba las idas y venidas
del animal y comprendió que el ratón era un modelo de despreocupación,
independencia y libertad. Iba y venía sin importarle la oscuridad o el futuro,
solo estaba absorto en un puro presente. Cuenta la historia que Diógenes
intentaba dormir en un rincón de Atenas mientras a unos centenares de metros
del lugar, algunas familias acomodadas celebraban una suntuosa fiesta. En el
festejo no faltaban los más variados manjares mientras que Diógenes se había
contentado con mordisquear una galleta dura de la cual caían de vez en cuando
algunas migajas. Se preguntaba Diógenes si no era conveniente que él se
acercara a la fiesta para tomar algunas de las sobras del ágape. En ese cavilar
estaba cuando aparecer al ratón que se regocija y se da un festín con los
restos de su galleta caídos al suelo. La escena impresionó de tal manera al
cínico que lo hizo meditar sobre la lección recibida: ¿Qué te parece Diógenes, ahí
un ratón se regocija y alimenta con tus sobras mientras tú, en cambio te
lamentas por no embriagarte en la fiesta?
Con ironía y ardor los cínicos
atacaban las manifestaciones de la riqueza material y mostraban una ética
distinta.
Para otra de las preguntas iniciales -¿podemos controlar
nuestros deseos? los Cínicos también tenían una respuesta: ¿Cómo comportarnos
en relación con los deseos? ¿Debemos refrenarlos, contenerlos, tratar de
ignorarlos? Para Diógenes, cada vez que sentía un deseo debía ser satisfecho a
fin de no ser esclavizado por él y de conservar libre el espíritu. En relación
a los deseos carnales él sostenía que si no encontraba prostitutas, mujeres
fáciles o complacientes, siempre podía recurrir al onanismo antes que a la
continencia.
Onán es la respuesta a Afrodita. En su reflexión Diógenes señalaba
que “en ese sentido, los peces demuestran tener más inteligencia que los
hombres: cuando sienten la necesidad de eyacular, salen de su retiro y se
frotan contra alguna superficie áspera”. El sabio no permite que el deseo lo
aliene y lo encauza a través del placer, único remedio a la libido. Obedecer
al deseo es la mejor manera de olvidarlo.
La idea de riqueza para el fundador de la
Academia está directamente relacionada con el concepto de felicidad. Platón
señalaba que nadie rico puede ser feliz. La tesis platónica señala que la
felicidad es propia de los ciudadanos. En este sentido la riqueza es algo a
eliminar para favorecer la creación de un Estado basado en la virtud que hará
la felicidad de la comunidad organizada, desterrando a los ciudadanos ricos. En
su diálogo “Las leyes”, un texto de su vejez, Platón señala al comunismo como
un sistema irrealizable pero sin embargo sostiene que es la mejor manera de
distribución de la riqueza y en consecuencia la construcción de una sociedad
más justa.
¿Y la justicia? En “La República”
Platón señala cuatro virtudes principales, la Sabiduría, el Coraje o Fortaleza,
la Templanza y la Justicia. Esta última, según el filósofo, es una virtud
general, que consiste en que cada parte del alma cumpla su propia tarea con la
debida armonía. La injusticia, es la peor de todas las cosas que le pueden
pasar al hombre pues no hace más que confirmar al alma en el mal, por lo tanto
el ejercicio de la justicia consiste en obrar haciendo el bien. En este sentido
y desde nuestra actualidad solemos calificar con frecuencia de “malo” aquello
que es “injusto”.
En la “felicidad” del hombre, Platón
responde a la pregunta ¿Cómo hago que mi vida sea mejor? El súmmum bonum del
hombre, la felicidad que para él por supuesto, incluye el conocimiento de dios
(escribo dios con minúscula marcando mi propia subjetividad). Ahora bien, la
felicidad para Platón solo es posible alcanzarla mediante la práctica de la
virtud, que para él equivale a hacerse tan semejante a dios como al hombre le
sea posible. Se puede decir la felicidad divina es el modelo de la felicidad
humana.
Conclusión provisoria:
Las preguntas iniciales y las respuestas de
grandes filósofos en la antigüedad aún hoy marcan el horizonte y el accionar
ético de nuestras sociedades. La construcción de modelos inclusivos, de
contextos de mayor justicia solo podrá surgir de las respuestas en este siglo
XXI, apropiadas a nuestra actualidad.
Ninguna civilización o país sobrevivió
sin la existencia de un pensamiento crítico y sin responder a las preguntas
básicas y esenciales del hombre.