viernes, 7 de febrero de 2020
Insoportables
¿Cuántos días de esos en los que no nos soportamos ni entendemos a nosotros mismos le caben a la vida?
¿Cuántas veces estará la mente preparada para repetirnos que todo está mal?
Hace poco me puse a pensar en los malos ratos, pero desde afuera de ellos, como un testigo que ve la escena de una obra de teatro, sin vivirla, y que desde afuera puede ser más objetivo porque no está sintiendo nada. Y entonces pienso: A veces somos arco iris y una mañana soleada, y a veces parecemos una tarde gris y una noche nublada, pero a todos nos pasa. Estar vivos, es lo que nos pasa.
Y es en los malos momentos, en esos en los que ya ni siquiera le echamos la culpa al mundo sino nos la echamos a nosotros mismos, que nos ponemos insoportables, tan insoportables que hasta evitamos los espejos porque definitivamente en ese instante no quisieramos vivir donde vivimos: dentro de nosotros.
Lo maravilloso de analizar los malos ratos desde afuera, y comprender que a veces somos poderosos y creemos en nosotros; y que así mismo a veces somos tan pequeños que nadie logra siquiera vernos y no creemos ni en nuestro nombre, ni en nuestras ideas; es entender que nos pasa porque la vida se hizo así, hemos sido diseñados para vivir los más maravillosos y los más insoportables días y la verdad es que sin los momentos insoportables, no sabríamos realmente cuáles son los momentos por los que vale la pena levantarse y seguir siempre adelante. Yo por mi parte, suelo ser insoportable, quizás más que el promedio de todos nosotros, y lo sé porque sencillamente todas las cosas que pasan alrededor mío, a mis seres queridos, a mis conocidos y a mi misma, me afectan más que al resto. Me dejo tocar más por el universo, por sus intenciones, por los sueños cuando veo que se pulverizan y plop! Tienes que arrancar de nuevo! Y sé que es en esos ratos, en los que las cosas no salen como las quisiera que me torno realmente insoportable. Todos los que vivimos soñando sabemos que caernos nos sale más caro, pero aún así no dejamos de hacerlo porque vivir para verlo todo desde arriba es una delicia; y a la tierra bajamos para caminar y dar pasos que ya tenemos planeados.
Así que, viéndolo todo desde afuera, pensando en esos malos momentos que todos vivimos, y que a veces nisiquiera son tan malos sino que nosotros los hacemos peores, estoy aún más convencida de lo maravilloso que es estar vivo y ser un ser humano al que las cosas le duelen, le importan, lo hacen pensar, dudar, tener miedo, emocionarse y a veces gritar. Y que si eso es ser insoportable, lo seguiré siendo en ocasiones cuando la vida me pida salir de mi zona de confort y tenga que reprogramar todo lo que la cabeza ya tenía pintado.
Pero más allá de todo esto, y de que juntos caigamos en cuenta de como todos, a nuestra manera, somos en ocasiones realmente insoportables, porque así sentimos la vida, quiero que se lleven algo más lindo aún y es el hecho de seguir teniendo el amor de quienes de verdad nos aman en esos momentos de tormenta. Porque como he leído por ahí: nadie que no te acompañe en lo oscuro, merece tu luz. Y por eso es que cuando somos insoportables es cuando más atención debemos ponerle a quien nos tiene cerca, ya sea en silencio o con palabras de aliento, y a quien se queda ahí simplemente para mostrarnos que está ahí o para ayudarnos a levantar. Pero el amor, cuando ama lo insoportable de nosotros, es cuando tiene posibilidades de ser eterno, de lo contrario es solo una llama que se apaga fácil. No puedes amar solo las risas del otro, ni las noches de fiesta, ni los días de abundancia. Tienes que vivir con el otro sus más grandes defectos, su tempestad, su cuarto oscuro, sus días insoportables y estar ahí, seguro de no querer irte porque sabes que como humanos venimos en pedacitos a encontrar alguien que ame todas nuestras piezas.
A veces, muy de vez en cuando, suelo ser insoportable y es ahí cuando encuentro las mejores razones para no perder la magia: los ojos de quienes se quedan porque nos aman así como somos, y nos aman cuando volamos y nos esperan cuando caemos.
Somos, muy de vez en cuando, insoportables, y es porque estamos vivos, y qué maravilla que es estar vivo y sentir, y dejarnos caer para conocer el fondo y tomar la mano de otros y volver a salir, y entender que a veces somos una noche nublada pero que siempre, siempre amanece.
Inteligencias
En su segundo libro, The Age of Spiritual
Machines (1999), pretende mostrar “cómo sería la naturaleza de la vida
humana una vez superado el momento en que la máquina y cognición humana se
conviertan en una misma cosa”. RK advierte que progresivamente se va dando una
colaboración cada vez más estrecha entre nuestra herencia biológica y su
expresión en artefactos tecnológicos inteligentes, trascendiendo así lo
biológico.
En su tercer libro, The Singularity is near (2005), continúa reflexionando sobre las consecuencias de la inminente tendencia a la fusión entre nuestro pensamiento biológico y la inteligencia no biológica que estamos creando. Frente a quienes dudan de que el cerebro humano sea suficientemente potente como para comprenderse a sí mismo, RK considera que los hechos demuestran que sí tenemos capacidad para comprendernos, crear y ampliar los modelos de nuestra propia inteligencia. De hecho, la tesis central de este libro consiste en mostrar que nos estamos acercando a ese momento clave (la singularidad está cerca), a esa singularidad en la que se dará un salto cualitativo tal, que la inteligencia dejará de estar encarnada en lo biológico para estarlo en un soporte tecnológico. RK define este libro como “la historia del destino de la civilización hombre-máquina, un destino al que llamamos Singularidad”.
Libertad y biología
Precisamente porque somos conscientes y libres, somos personas y poseemos una identidad que nos hace irrepetibles. No somos un ente más dentro de un conjunto matemático, sino un yo irrepetible. El problema está en definir en qué consiste nuestra identidad, qué es lo que nos hace ser cada uno de nosotros, y diferentes a los demás. Nos podrían extirpar paso a paso las diferentes partes de nuestro cuerpo, y mantendríamos la identidad. Seríamos el mismo, pero no lo mismo.
El ser humano, y los seres vivos, van cambiando gradualmente de células y demás componentes biológicos, pero la forma y estructura no cambian. Y eso es lo que mantiene la identidad. “Somos un patrón que cambia lentamente pero que posee estabilidad y continuidad, aunque las cosas que constituyen el patrón cambian rápidamente”.
Ahora bien, una ventaja que tienen los sistemas artificiales frente a los biológicos, es que aquéllos pueden ser copiados, guardados en una copia de seguridad y ser reconstruidos, mientras que los seres vivos no.
Precisamente porque somos conscientes y libres, somos personas y poseemos una identidad que nos hace irrepetibles. No somos un ente más dentro de un conjunto matemático, sino un yo irrepetible. El problema está en definir en qué consiste nuestra identidad, qué es lo que nos hace ser cada uno de nosotros, y diferentes a los demás. Nos podrían extirpar paso a paso las diferentes partes de nuestro cuerpo, y mantendríamos la identidad. Seríamos el mismo, pero no lo mismo.
El ser humano, y los seres vivos, van cambiando gradualmente de células y demás componentes biológicos, pero la forma y estructura no cambian. Y eso es lo que mantiene la identidad. “Somos un patrón que cambia lentamente pero que posee estabilidad y continuidad, aunque las cosas que constituyen el patrón cambian rápidamente”.
Ahora bien, una ventaja que tienen los sistemas artificiales frente a los biológicos, es que aquéllos pueden ser copiados, guardados en una copia de seguridad y ser reconstruidos, mientras que los seres vivos no.
La inteligencia humana, con soporte biológico, ha
generado una tecnología tan potente que está aumentando su ya fuerte
potencialidad; y estos avances tecnológicos van aumentando, según RK, de forma
exponencial.
Es por ello evidente para RK que la evolución biológica no es más que es una etapa previa a la inteligencia tecnológica.
R. Kurzweil (RK) entiende que todos los niveles con
los que está conformado el universo (el físico, el químico, el biológico y
neurológico), están coronados por el último y más complejo, el tecnológico,
creador de la inteligencia artificial, de la que es un experto mundial de
primera línea. Sus investigaciones actuales se orientan al reconocimiento del
habla humana.
En su primer libro, The Age of Intelligent Machines (1989), profetizaba que “en la primera mitad del siglo XXI la inteligencia de los ordenadores sería indistinguible de la de sus progenitores humanos”. Es la expresión del convencimiento que tiene RK de que el poder de las ideas para transformar el mundo se está acelerando. A esta tendencia la denomina principio o ley de los rendimientos acelerados, consistente en advertir que la tecnología y los procesos tecnológicos progresan de forma exponencial, no lineal.
En su segundo libro, The Age of Spiritual Machines (1999), pretende mostrar “cómo sería la naturaleza de la vida humana una vez superado el momento en que la máquina y cognición humana se conviertan en una misma cosa”. RK advierte que progresivamente se va dando una colaboración cada vez más estrecha entre nuestra herencia biológica y su expresión en artefactos tecnológicos inteligentes, trascendiendo así lo biológico.
En su tercer libro, The Singularity is near (2005), continúa reflexionando sobre las consecuencias de la inminente tendencia a la fusión entre nuestro pensamiento biológico y la inteligencia no biológica que estamos creando. Frente a quienes dudan de que el cerebro humano sea suficientemente potente como para comprenderse a sí mismo, RK considera que los hechos demuestran que sí tenemos capacidad para comprendernos, crear y ampliar los modelos de nuestra propia inteligencia. De hecho, la tesis central de este libro consiste en mostrar que nos estamos acercando a ese momento clave (la singularidad está cerca), a esa singularidad en la que se dará un salto cualitativo tal, que la inteligencia dejará de estar encarnada en lo biológico para estarlo en un soporte tecnológico. RK define este libro como “la historia del destino de la civilización hombre-máquina, un destino al que llamamos Singularidad”.
En su primer libro, The Age of Intelligent Machines (1989), profetizaba que “en la primera mitad del siglo XXI la inteligencia de los ordenadores sería indistinguible de la de sus progenitores humanos”. Es la expresión del convencimiento que tiene RK de que el poder de las ideas para transformar el mundo se está acelerando. A esta tendencia la denomina principio o ley de los rendimientos acelerados, consistente en advertir que la tecnología y los procesos tecnológicos progresan de forma exponencial, no lineal.
En su segundo libro, The Age of Spiritual Machines (1999), pretende mostrar “cómo sería la naturaleza de la vida humana una vez superado el momento en que la máquina y cognición humana se conviertan en una misma cosa”. RK advierte que progresivamente se va dando una colaboración cada vez más estrecha entre nuestra herencia biológica y su expresión en artefactos tecnológicos inteligentes, trascendiendo así lo biológico.
En su tercer libro, The Singularity is near (2005), continúa reflexionando sobre las consecuencias de la inminente tendencia a la fusión entre nuestro pensamiento biológico y la inteligencia no biológica que estamos creando. Frente a quienes dudan de que el cerebro humano sea suficientemente potente como para comprenderse a sí mismo, RK considera que los hechos demuestran que sí tenemos capacidad para comprendernos, crear y ampliar los modelos de nuestra propia inteligencia. De hecho, la tesis central de este libro consiste en mostrar que nos estamos acercando a ese momento clave (la singularidad está cerca), a esa singularidad en la que se dará un salto cualitativo tal, que la inteligencia dejará de estar encarnada en lo biológico para estarlo en un soporte tecnológico. RK define este libro como “la historia del destino de la civilización hombre-máquina, un destino al que llamamos Singularidad”.
La inteligencia humana, con soporte biológico, ha
generado una tecnología tan potente que está aumentando su ya fuerte
potencialidad; y estos avances tecnológicos van aumentando, según RK, de forma
exponencial.
Es por ello evidente para RK que la evolución biológica no es más que es una etapa previa a la inteligencia tecnológica.
Ser Recíprocos
Es probable que ellos no se den cuenta, por eso siempre es recomendable
y necesario armarse de valor y aclarar estas cuestiones. También puede que sí
que se percate del tema pero que le interese mantener la situación.
Entonces, lo mejor es poner a prueba ese interés dejando de esforzarnos
por satisfacer sus necesidades y ver lo que sucede después. Una actitud
egoísta se ve a leguas, solo necesitamos mirar en la dirección adecuada.
No vale de nada luchar contra viento y marea por una persona que no
mueve ni un dedo. No sirve ayudar constantemente a alguien con un trabajo que
no está interesado en aprender a realizar. No nos hace bien dar sin recibir.
No podemos dedicarnos a los demás y olvidarnos de nosotros. La
única gratitud sin la que no podemos vivir es la gratitud a uno mismo, pues es
el pilar del amor propio y el cimiento de nuestro crecimiento
personal.
Cuando ayudamos a alguien le estamos ofreciendo una parte muy importante
de nosotros. Esto nos enseña a apreciarnos, por lo que es esencial cuidar esta
parcela de nuestra vida.
Obviamente, no vamos a dar ni a agradecer nada a quien se está
aprovechando de nosotros. Eso nos haría sentir necios, a la vez que resulta
peligroso para nuestro autoestima y nuestro bienestar.
Por otra parte, dicen que nunca es suficiente el agradecimiento a
aquel que no te abandonó en los malos momentos. Por eso, ofrecer buenas
palabras, buenos sentimientos, buenos actos y buenos pensamientos para quien
nos ayudó en algún momento es muy importante, ya que esto nos ayudará a
recordar el valor de la bondad y del ofrecimiento a los demás.
Hay veces que tenemos la sensación de que estamos dando y dando pero,
sin embargo, no estamos recibiendo. Esto nos suele ocurrir cuando estamos
tristes, pues no obtenemos ningún tipo de recompensa tras el acto de dar y
acabamos pensando que el mundo no es merecedor de nuestra dedicación.
“Cuando te cansas de dar y dar sin recibir puede que, incluso, acabes
evitando que alguien te ofrezca ayuda. Así, la falta de reciprocidad se acaba
alimentando de una espiral de desencanto y de dolor”
Si te ocurre esto, lo mejor es abandonar tu puesto y relegar esas
obligaciones que te has impuesto,
pues es un intercambio que resulta tóxico para ti y que, por lo
tanto, destruye tu salud.
Algo va mal si te estás cansando, si te invade la tristeza, la
desilusión o el desencanto y si sientes que lo que haces por la otra persona es
una carga cuando no debería serlo. Hay personas que pueden chuparnos,
literalmente, la energía.
Es probable que ellos no se den cuenta, por eso siempre es recomendable
y necesario armarse de valor y aclarar estas cuestiones. También puede que sí
que se percate del tema pero que le interese mantener la situación.
Entonces, lo mejor es poner a prueba ese interés dejando de esforzarnos
por satisfacer sus necesidades y ver lo que sucede después. Una actitud
egoísta se ve a leguas, solo necesitamos mirar en la dirección adecuada.
No vale de nada luchar contra viento y marea por una persona que no
mueve ni un dedo. No sirve ayudar constantemente a alguien con un trabajo que
no está interesado en aprender a realizar. No nos hace bien dar sin recibir.
No podemos dedicarnos a los demás y olvidarnos de nosotros. La
única gratitud sin la que no podemos vivir es la gratitud a uno mismo, pues es
el pilar del amor propio y el cimiento de nuestro crecimiento
personal.
Cuando ayudamos a alguien le estamos ofreciendo una parte muy importante
de nosotros. Esto nos enseña a apreciarnos, por lo que es esencial cuidar esta
parcela de nuestra vida.
Obviamente, no vamos a dar ni a agradecer nada a quien se está
aprovechando de nosotros. Eso nos haría sentir necios, a la vez que resulta
peligroso para nuestro autoestima y nuestro bienestar.
Por otra parte, dicen que nunca es suficiente el agradecimiento a
aquel que no te abandonó en los malos momentos. Por eso, ofrecer buenas
palabras, buenos sentimientos, buenos actos y buenos pensamientos para quien
nos ayudó en algún momento es muy importante, ya que esto nos ayudará a
recordar el valor de la bondad y del ofrecimiento a los demás.
Atributos Humanos
Al hablar de la integralidad del ser humano, se hace referencia a su Yo Integral, el cual en si es una persona, con atributos personales, siendo cada una de las cualidades o propiedades de un ser. Recordar que el hombre es unidad bio – psico – social, es decir es una especie biológica con instinto e impulso, con la capacidad psíquica para construir su entorno, formar con libertad su vida en razón a su conciencia, con la facultad que tiene el hombre de adoptar una resolución a sus necesidades y satisfacerlas, eligiendo el que y el como, el ser humano se desarrolla y se transforma.
El conocimiento es una capacidad humana y no una propiedad de un objeto como pueda ser un libro. Su transmisión implica un proceso intelectual de enseñanza y aprendizaje. Transmitir una información es fácil, mucho más que transmitir conocimiento. Esto implica que cuando hablamos de gestionar conocimiento, queremos decir que ayudamos a personas a realizar esa actividad
Los atributos se refieren a las características de algo, al elemento que distingue, por lo que los atributos de calidad son las cualidades que el hombre desarrolla hacia la realización constructiva de sus objetivos, haciéndolos sobresalir en el medio en que se desenvuelve.
El hombre posee atributos personales, conocimientos, habilidades, aptitudes, etc.
Conocimiento
Conjunto de información almacenada mediante la experiencia o el aprendizaje, conceptos e ideas que dan solución a preguntas y problemas, mismas que surgen del proceso de interrelación entre un sujeto cognoscente u objetivo por conocer, percepción, memoria, experiencia.
Habilidades
Grado de competencia de un sujeto concreto frente a un objetivo determinado. Es decir, en el momento en el que se alcanza el objetivo propuesto en la habilidad, se considera que ésta se ha logrado a pesar de que este objetivo se haya conseguido de una forma poco depurada y económica, es decir la capacidad y disposición para algo o la gracia y destreza en ejecutar algo que sirve de adorno a la persona.
Se considera a la habilidad como a una aptitud innata o desarrollada o varias de estas, y al grado de mejora que se consiga a estas mediante la práctica, se le denomina talento.
La habilidad es la destreza para ejecutar una cosa o capacidad y disposición para negociar y conseguir los objetivos a través de unos hechos en relación con las personas, bien a título individual o bien en grupo.
Aptitudes
Es la capacidad y buena disposición para ejercer o desempeñar una determinada tarea, función es un rasgo general y propio de cada individuo que le facilita el aprendizaje de tareas específicas y le distingue de los demás.
Es una disposición innata modificable de los individuos, es el elemento esencial que permite diferenciar a dos individuos con un mismo nivel mental.
Capacidad para operar competentemente
El conocimiento es una capacidad humana y no una propiedad de un objeto como pueda ser un libro. Su transmisión implica un proceso intelectual de enseñanza y aprendizaje. Transmitir una información es fácil, mucho más que transmitir conocimiento. Esto implica que cuando hablamos de gestionar conocimiento, queremos decir que ayudamos a personas a realizar esa actividad
Los atributos se refieren a las características de algo, al elemento que distingue, por lo que los atributos de calidad son las cualidades que el hombre desarrolla hacia la realización constructiva de sus objetivos, haciéndolos sobresalir en el medio en que se desenvuelve.
El hombre posee atributos personales, conocimientos, habilidades, aptitudes, etc.
Conocimiento
Conjunto de información almacenada mediante la experiencia o el aprendizaje, conceptos e ideas que dan solución a preguntas y problemas, mismas que surgen del proceso de interrelación entre un sujeto cognoscente u objetivo por conocer, percepción, memoria, experiencia.
Habilidades
Grado de competencia de un sujeto concreto frente a un objetivo determinado. Es decir, en el momento en el que se alcanza el objetivo propuesto en la habilidad, se considera que ésta se ha logrado a pesar de que este objetivo se haya conseguido de una forma poco depurada y económica, es decir la capacidad y disposición para algo o la gracia y destreza en ejecutar algo que sirve de adorno a la persona.
Se considera a la habilidad como a una aptitud innata o desarrollada o varias de estas, y al grado de mejora que se consiga a estas mediante la práctica, se le denomina talento.
La habilidad es la destreza para ejecutar una cosa o capacidad y disposición para negociar y conseguir los objetivos a través de unos hechos en relación con las personas, bien a título individual o bien en grupo.
Aptitudes
Es la capacidad y buena disposición para ejercer o desempeñar una determinada tarea, función es un rasgo general y propio de cada individuo que le facilita el aprendizaje de tareas específicas y le distingue de los demás.
Es una disposición innata modificable de los individuos, es el elemento esencial que permite diferenciar a dos individuos con un mismo nivel mental.
Capacidad para operar competentemente
El Intelecto
Una persona culta siempre busca expandir su mente, tener un mejor
enfoque, aprender a mirar más allá de los que otros miran. Asimismo se esfuerza
por ser mejor persona en todos los sentidos. No es tarea fácil, pero incluso
las mentes más brillantes comenzaron desde cero.
Estas son algunas claves para cultivar tu intelecto.
En primer lugar debes reconocer algo muy importante: nunca
podrás aprenderlo todo. El ser humano de hoy tiene la misma capacidad de
procesamiento de información de la que tenían los antiguos griegos. Por ende,
nunca podrás asimilar todo el conocimiento disponible. Pero para compensar esto
puedes tomar una de dos opciones: puedes decidir aprender mucho sobre unas
pocas cosas, o aprender un poco acerca de muchas cosas que te interesen.
Cultivar tu intelecto también es ventajoso de varias maneras. Por
ejemplo, si aprendes un idioma nuevo o varios, no solo
podrás viajar a estos países con mayor facilidad, sino que también podrán
aumentar tus oportunidades a nivel profesional. Lo mismo aplica si aprender a
manejar algún software especializado o dominas algún tema en el que no todos se
especialicen. Este tipo de conocimiento específico no solo aumenta tu
conocimiento general sino que también te ayuda a ser más competitivo en el
mercado laboral.
No queremos decirte que las hagas todas a la vez, pero si comienzas
dedicando algo de tiempo a algunas o a todas, verás cómo gradualmente pero
efectivamente, comenzarás a ver el mundo de otra manera, y comprenderás la
verdadera magnitud del conocimiento que posees.
Los problemas humanos no son simples; son muy complejos. El entenderlos
exige paciencia y penetración, y es de la mayor importancia que nosotros, como
individuos, los entendamos y los resolvamos por nosotros mismos.
No han de entenderse por medio de fórmulas o lemas; ni pueden resolverse
en su propio nivel por especialistas que trabajan en un campo determinado, lo
que sólo conduce a más confusión y miseria. Nuestros muchos problemas podrán
entenderse y resolverse sólo cuando nos comprendamos como un proceso total; es
decir, cuando entendamos nuestra constitución psicológica, y ningún líder
político o religioso puede darnos la clave de esa comprensión.
Superarnos
Estas son frases de superación personal inspiradoras
para el crecimiento emocional, te ayudarán a reflexionar y poder ver las cosas
desde nuevos puntos de vista, tomando conciencia plena de lo que te rodea.
Además, pueden acompañarte en un mal momento, servirte de guía u orientación e
infundirte motivación y coraje para enfrentar el día.
Antes de encontrar a tu alma gemela, primero debes descubrir la tuya.
Charles F. Glassman
No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos. Orison
Swett Marden
Recuerda que no puedes fallar en ser tú mismo. Wayne Dyer
Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la
historia es tan simple, ¿por qué te preocupas tanto? Facundo Cabral
Debes hacer las cosas que piensas que no puedes hacer. Eleanor
Roosevelt
No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas
que plantas. Robert Louis Stevenson
La felicidad no reside en las posesiones, ni en el oro, la felicidad
habita en el alma. Demócrito
Lo que se esconde detrás de ti y lo que está por delante, palidece en
comparación con lo que se encuentra dentro de ti. Ralph Waldo Emerson
Amaré la luz para que me muestre el camino, sin embargo, voy a soportar
la oscuridad porque me muestra las estrellas. Og Mandino
La medida de lo que somos es lo que hacemos con lo que tenemos. Vince
Lombardi
La felicidad no es algo que se pospone para el futuro; es algo que se
diseña para el presente. Jim Rohn
Un hoy vale dos mañanas. Benjamin Franklin
El pensamiento es el viento, el conocimiento la vela, y la humanidad el
buque. Augusto Hare
¡No digas no puedo ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido
del humor, lo tomará en serio, y te lo recordará cada vez que lo intentes!
Facundo Cabral
Vivencias Y Sentimientos
Vivencias que el hombre tiene con respecto a su relación con la realidad
circundante (con otros hombres y sus actos, con fenómenos, cualesquiera que
sean) y consigo mismo.
La pasión es un sentimiento fuerte, profundo, que se apodera del hombre
por largo tiempo. Constituyen un grupo especial los sentimientos elevados:
morales (sentimiento de colectivismo, del deber, del honor, etc.), estéticos
(sentimiento de lo bello) e intelectuales (sentimientos relacionados con la
satisfacción de intereses cognoscitivos, con la resolución de un problema
mental).
Las vivencias de corta duración (alegría, tristeza, etc.) se denominan,
a veces, emociones en el sentido estricto de la palabra, a diferencia de los
sentimientos en tanto que vivencias estables, de larga duración (amor, odio,
etc.). Los sentimientos constituyen una forma especial de reflejar la realidad;
reflejan la relación de las personas entre sí y también entre ellas y el mundo
objetivo.
Los sentimientos del hombre, formados por la sociedad, desempeñan un
papel inmenso en la conducta del individuo, en su actividad práctica y
cognoscitiva. Sin “emociones humanas”, dijo Lenin, no ha habido nunca búsqueda
de la verdad por parte del hombre, no la hay ni puede haberla.
Los sentimientos son señales de que se ha realizado algo con éxito o sin
él, de que los objetos y fenómenos corresponden o no a las necesidades y a los
intereses (Interés) del hombre, y ocupan, por ende, un lugar esencial en la
regulación de la actividad de la gente.
Los sentimientos pueden ser activos (esténicos), de tono emocional
positivo –satisfacción (alegría, etc.)–, y pasivos (asténicos), de tono
emocional negativo –inastisfacción (tristeza, etc.)–.
Los sentimientos esténicos elevan la actividad vital del ser humano; los
asténicos, la disminuyen.
Se distinguen distintos tipos de sentimientos: estados de ánimo, afectos
y pasiones. El estado de ánimo constituye una prolongada (en comparación, por
ejemplo, con el afecto) situación emocional (jubilosa, deprimente, etc.) que
confiere un determinado tono emocional, un determinado matiz a todas las otras
vivencias del individuo, a sus pensamientos y acciones.
La Vida Es Ritmo
Progresismo. Es el concepto más querido, tanto por la izquierda como por la derecha moderna. Todos se autocalifican de 'progresistas'.
Ahora bien, el progresismo político se resume así: "Abajo los curas y arribas las faldas". Progresista es aquel que no cree en la verdad, porque la verdad no existe o es inalcanzable. Por eso, le molestan los curas y los católicos que se creen en posesión de la verdad y que, al mismo tiempo, defiende la mayor libertad sexual (que a la hora de la verdad suele quedarse en mera pornografía, pero dejemos eso). En su aspecto intelectual -por decir algo- progresista es aquel que cree en la modernización, ergo mejora, constante y lineal. Vamos, que está convencido de que el hombre del siglo XXI, por el mero hecho de haber nacido en el siglo XXI, es mejor que el del siglo XX y este que el del siglo XIX. No concibe que la libertad humana produce personas mejores y peores en cualquier época de la historia y que el mañana no tiene por qué ser mejor que el ayer, salvo que hagamos algo para que lo sea.
La vida no es progreso lineal, la vida es ritmo. Lo malo sucede a lo bueno y lo bueno a lo malo, de la misma forma que la primavera sucede al invierno, pero es la misma primavera de un año atrás.
Intensamente
Sin que uno se dé cuenta, un día, uno está instalado en una vida. Una
vida que es así como es, nos guste o no, y uno trata de quitar una cosa y de
poner otra como si estuviera decorando su morada, y en alguna medida lo logra;
no completamente, pues siempre existen los imponderables, pero, con todo, uno
se hace a esa vida: uno vive en ella: es la vida de uno.
Hay quienes se conforman y quienes desesperados se arrojan por la
ventana con el anhelo de caer más allá de su vida. Entre los primeros están
quienes se hacen a la idea de que no tienen más opción y también, por supuesto,
quienes no quisieran que se moviera un ápice, pues esa vida que tienen les
fascina.
La mayoría, sin embargo, le pone injertos a su vida, porque la vida de
cada uno, tal cual es, causa fatiga a la larga y, entonces, mínimamente, uno va
al cine o se emboba con una serie de televisión: le inyecta unas escenas
ficticias al tiempo corriente, al tiempo de uno.
También hay quienes se enfrascan durante horas en la lectura de un libro
y viven de prestado la vida de los protagonistas, y quienes no hacen nada, nada
que los distraiga, que los lleve a un recreo y estos, pobres, no tienen más
remedio que tumbarse a dormir y en el sueño encuentran un alivio a las horas
enrieladas de su vida de costumbre.
Son pocos quienes tienen una vida digna de ser autobiografiada: Neruda
da envidia con su “Confieso que he vivido” o Casanova con sus “Memorias
eróticas”; aunque, pensándolo bien, quizá no sean tan pocos, sino sólo sean
pocos los pocos que se han sentado a escribir su autobiografía, pues la vida de
cualquiera tiene momentos de intensidad y, aunque no todos sean Napoleón, cada
quien ha tenido sus waterloo y sus victorias en su muy modesta vida cotidiana.
Yo aprendí un concepto en el joven Albert Camus, lo hallé en su primer
libro: El revés y el derecho cuando también era muy joven: “avidez de vivir”, y
luego, en otra obra del mismo autor: El mito de Sísifo, encontré la teoría de
la moral de la cantidad: no una moral regulada por la ordenación del bien y el
mal, sino, literalmente, por la cantidad: por un afán de vivir más.
La vida, como bien decía el surrealismo, también está compuesta por los
sueños y, podría agregarse, por las lecturas y las escrituras y esas
extensiones que dan las pantallas, sean de cine, de televisión o de tableta.
Incluso, en la fija imagen que tengo ante mí cuando voy manejando mi automóvil,
hay una realidad, un fragmento de realidad que en vez de acercarse, se aleja:
la que me va dando el espejo retrovisor cuando yo avanzo hacia delante.
Humanidad: Realidad Y Ficción
Xavier
Zubiri
Una y otra vez se ha intentado apresar la esencia de lo humano por el
siempre simplificador recurso a las definiciones rotundas. La lista sería
interminable: animal racional dotado de un lenguaje articulado, espíritu
encarnado, ser al que convienen predicados tanto físicos como mentales, animal
enfermo, camaleón, caña pensante, animal simbólico, pasión inútil, realidad
suprema de la naturaleza...
En obras anteriores Zubiri había enriquecido ya la lista con sus celebradas definiciones del hombre como “inteligencia sentiente” y “animal de realidades”. Hoy lo presenta, con gesto sólo en apariencia paradójico, como “animal de irrealidades”, como ser que forja lo irreal llevado a ello por su propio modo de estar en la realidad. Como ser viviente -inteligencia sentiente- en el que lo real y lo irreal dan, en definitiva, en integrarse.
Llegados aquí, la pregunta por la naturaleza de “lo irreal”, al menos en este marco antropológico-metafísico, se impone. ¿Qué entender, en efecto, como tal? Por de pronto, lo irreal no es simplemente lo que no es real. Tampoco lo potencial. Es, por el contrario, algo que se opone a lo real, pero dentro del mundo real. Es algo interno a él, razón por la que Zubiri no duda en afirmar que realidad e irrealidad deben ser entendidas como “momentos... de la realidad entera y global del mundo y de la vida del hombre”.
En obras anteriores Zubiri había enriquecido ya la lista con sus celebradas definiciones del hombre como “inteligencia sentiente” y “animal de realidades”. Hoy lo presenta, con gesto sólo en apariencia paradójico, como “animal de irrealidades”, como ser que forja lo irreal llevado a ello por su propio modo de estar en la realidad. Como ser viviente -inteligencia sentiente- en el que lo real y lo irreal dan, en definitiva, en integrarse.
Llegados aquí, la pregunta por la naturaleza de “lo irreal”, al menos en este marco antropológico-metafísico, se impone. ¿Qué entender, en efecto, como tal? Por de pronto, lo irreal no es simplemente lo que no es real. Tampoco lo potencial. Es, por el contrario, algo que se opone a lo real, pero dentro del mundo real. Es algo interno a él, razón por la que Zubiri no duda en afirmar que realidad e irrealidad deben ser entendidas como “momentos... de la realidad entera y global del mundo y de la vida del hombre”.
Esta irrealidad sin la que el hombre no puede vivir en la realidad se
presenta de modos distintos.
Zubiri se detiene en tres: la ficción, el espectro y la idea. Tres
formas de irrealidad que ayudan a habérselas cabalmente con la experiencia
humana como tal, toda vez que para Zubiri la experiencia de lo irreal pertenece
a la mismísima experiencia humana de lo real, lo que equivale a decir que “lo
real y lo irreal están en última instancia integrados en el hombre”.
No estamos muy lejos, pues, como hace ver Conill en su notable
prólogo, de la visión nietzscheana del hombre como “animal fantástico”, ni de
la actual propuesta de mundos virtuales, en plena eclosión de la llamada
“realidad virtual”, que no deja de ser una realidad que tiene existencia
aparente aunque no real. Es decir, que tiene una realidad “irreal”... Pero que,
como lo irreal de que nos habla Zubiri, “recobra sobre la anchurosidad misma de
lo real”.
Quedan muy atrás los tiempos en los que el enorme prestigio filosófico de Zubiri se sustentaba en Naturaleza, Historia, Dios. El incisivo tratado sobre la realidad y la experiencia creadora que ve ahora la luz, sumamente rico en matices y referencias y muy útil para adentrarse en los temas centrales de Zubiri, se une a una obra, publicada gracias al buen hacer de la Fundación Xavier Zubiri, de impresionantes dimensiones, “clásica” e innovadora.
Quedan muy atrás los tiempos en los que el enorme prestigio filosófico de Zubiri se sustentaba en Naturaleza, Historia, Dios. El incisivo tratado sobre la realidad y la experiencia creadora que ve ahora la luz, sumamente rico en matices y referencias y muy útil para adentrarse en los temas centrales de Zubiri, se une a una obra, publicada gracias al buen hacer de la Fundación Xavier Zubiri, de impresionantes dimensiones, “clásica” e innovadora.
En cualquier caso, sumamente idiosincrásica.
jueves, 6 de febrero de 2020
El Libre Pensar
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y
de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de
creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia,
individual y colectivamente, tanto en público como en privado, la enseñanza, la
práctica, el culto y la observancia.
El Artículo 18 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos dice: “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de
cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su
religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en
privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
Solemos defender la libertad de expresión, aunque no tenemos
costumbre de pararnos a pensar si tenemos libertad de pensamiento. Entendiendo
a esta como la oportunidad de tomar una decisión libre y meditada con la
que elijamos nuestros valores sin condicionamiento cultural, político, social
ni económico.
Desde que nacemos, lo habitual es que las personas que nos cuidan
traten de hacernos partícipes de su manera de pensar. Pueden hacer esto de una
manera abierta, manifestándolo directamente, o indirecta, solo permitiéndonos
contacto social con las personas que siguen su misma línea de pensamiento y no
hablando demasiado bien de las que se oponen.
“Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder
tener?“
-Arturo Graf –
Es difícil saber si somos libres para pensar. Lo cierto es que estamos
condicionados por lo que hemos vivido y habitualmente lo tomamos como punto
de partida para construir el resto del mapa que configuran nuestros
pensamientos. Así, este condicionante ha penetrado tan hondo en nosotros que
puede costarnos una gran cantidad de esfuerzo y tiempo
determinar cuánta y cómo ha sido su influencia.
Esto significa que es difícil opinar o pensar de
una manera distinta a la que estamos acostumbrados. Hacerlo probablemente supondría
poner en cuestión otros aspectos que van más allá de la parcela que nos ha
elicitado ese pensamiento. Sería como arriesgarnos a que ocurriera un
pequeño o gran terremoto.
Sin embargo, pensar libremente sería “salirse” de cualquier
opinión o forma de vida conocida, cuando en realidad, estamos acostumbrados a
coincidir y agruparnos en semejanza de opiniones. Bien mostrando acuerdo
hacia lo que piensan “los nuestros” o bien mostrando desacuerdo hacia lo que
piensan “los otros”.
Los Caminos Que Tomamos
Es difícil, para muchos, aceptar la idea de que
nuestros respectivos caminos de vida puedan tomar orientaciones divergentes. A
pesar de los vínculos tan fuertes que puedan unir a veces a algunos seres, ya
sea en un plano de amistad, profesional o amoroso, la vida demuestra que cada
recorrido es único, y que rara vez evoluciona, durante toda una existencia,
paralelamente al de otros.
Nuestro propio camino lo trazamos en cada instante, con cada elección
que hacemos, y escuchando a nuestro corazón. No podemos controlar, de antemano,
el rumbo que tomará mañana ni todos los días que tendremos la fortuna de vivir.
Por más que intentemos orientarlo de forma duradera, hemos de asumir que
cualquier cosa puede influir en su trayectoria, en cualquier momento.
No podemos imponer una dirección para toda la vida, aun cuando nos
esforcemos por seguir los pasos de otros.
Es una evidencia geométrica que nuestro ámbito de relaciones está en
constante evolución, y que todos los caminos que se cruzan terminan tomando,
inevitablemente, direcciones divergentes. No podemos avanzar por la vida
y fijar, al mismo tiempo, la intersección de dos vías. El carácter
aparentemente imprevisible de estos cruces de caminos acaba siendo un poderoso
motor de evolución que nos pone constantemente en entredicho, en cada
encuentro… y en cada alejamiento, también.
Toda relación termina inevitablemente por disolverse un día, y aquel que
intenta agarrarse a ella se recluye en la ilusión y en el apego. La vida solo
existe en el movimiento, en lo pasajero de toda realidad terrestre.
Por desgracia, el ser humano amancilla a menudo una relación terminada,
como si hiciera falta hallar un responsable de la divergencia de orientaciones,
en lugar de aceptar que el final de todo camino compartido es una enseñanza
mutua enriquecedora, que hace de nosotros lo que hoy somos. Nada se estropea
cuando dos caminos divergen, puesto que el otro continúa de alguna manera
viviendo en nosotros, a través de la experiencia vivida. Depende únicamente de
nosotros que lo integremos, para darle un sentido.
El fracaso no está sino en nuestra incapacidad de crecer a partir de
relaciones pasadas. Deberíamos celebrar cada separación lo mismo que cada
encuentro. Por mi parte, experimento siempre mucho amor y agradecimiento hacia
las personas que han formado parte de mi vida, pues aunque nuestros caminos
hayan tomado direcciones diferentes, la riqueza de nuestro pasado común es
parte integrante de los fundamentos del ser que ahora soy.
El amor no se limita a la proximidad de dos seres, sino que puede
vivirse más allá de cualquier distancia adoptada. Solo la forma cambia…
Renunciar a seguir una vía propia, para seguir los pasos de otros, es
una forma de negación de sí, que conduce a vivir la vida de otros, en la
ilusión de que la felicidad solo puede venir del exterior.
Por supuesto, otra vía puede inspirarnos, pero no deberíamos nunca
restringirnos a ella, o encerrarnos en ella. Observar con desapego un
camino divergente del nuestro es de una riqueza enorme, puesto que nos lleva al
cuestionamiento y al replanteamiento.
Obligarnos, en cambio, a seguirlo ciegamente es solo pérdida y olvido de
nosotros mismos.
Exclusión
Cada vez que te sientes excluido por alguien es como si esa
persona hubiera disparado una
flecha cargada de veneno que te llega directamente al corazón.
La sensación de que alguien no te quiere cerca, de que prefiere
estar lejos de ti, es terrible. No lo entiendes: eres buena persona,
siempre cuidas de tus amigos, de tus colegas, de tus familiares. Eres atento y
haces todo lo que puedes para que los demás estén bien, contentos y tranquilos,
para que no haya ningún tipo de conflicto, para ser simpático, para
dar una buena impresión y para que te quieran. Eres amable.
Igual te sorprende si te digo que el rechazo no es algo personal;
lo parece, eso sí, pero solamente lo parece porque lo recibes de esa manera:
como una crítica. Como una crítica personal e injusta. No obstante, a
veces ese rechazo hace ver algo de tu comportamiento que conviene cambiar,
y otras veces ese rechazo realmente no tiene que ver contigo sino con
la otra persona. Me explico...
Irritación de la otra persona
Algo en tu comportamiento le sienta mal a la otra persona y se siente
irritada y molesta. Cuando, por ejemplo, algo en tu manera de hablar, de
gesticular, o de comunicar le resulta desagradable a alguien (por el
motivo que sea, como puede ser algo tan incontrolable como un determinado
recuerdo doloroso), esa persona no te va a querer cerca.
Evidentemente esto no tiene nada que ver contigo, sino con la percepción
ajena. Y, fíjate, no es que te rechace como persona, sino que solamente
rechaza una parte (una faceta de) de tu comportamiento. Y tú no eres tu
comportamiento. Puedes cambiar tu comportamiento pero sigues siendo la misma
persona, ¿No es así?
También puede pasar que la otra persona y tú no tengáis nada en
común. Puede que se trate de vuestros valores o intereses personales.
Puede ser un tema de carácter: a lo mejor eres
muy introvertido y no caes bien a alguien que justamente es
muy extrovertido. Mientras que esa otra persona solamente buscará amigos
extrovertidos, a lo mejor tú, por ser como eres, te sientes rechazado, mientras
que para nada es un tema de rechazo personal sino más bien una
diferencia de carácter. Si el rechazo es fruto de ese tipo de diferencias
personales, no hay nada que hacer salvo NO tomarlo a nivel personal y
aceptarlo.
Pero si, reflexionando sobre tu comportamiento, has llegado a la
conclusión que a lo mejor eres demasiado servil, crítico, que estás
demasiado pendiente de todo, demasiado exigente, controlador,
inseguro, víctima... igual ha llegado el momento de tomar una decisión
interior y ver cómo puedes cambiar tu comportamiento.
Nuestras Acciones
Cuando ya hemos
adquirido conocimiento, cuando podemos diferenciar entre acciones
constructivas y destructivas, cuando somos capaces de sostener acciones
conscientes y nos volvemos un poco más sabios, cuando conocemos la verdad, ya
somos responsables por lo que hacemos y sostener nuestra coherencia entre lo
que pensamos, decimos y sentimos nos conduce a la impecabilidad de nuestras acciones.
Somos responsables de
esta impecabilidad incluso en nuestros pensamientos más íntimos, en nuestros
diálogos internos; es nuestra Conciencia la que nos está observando y ella es
suficiente para sostener esa actitud como modo de vida.
La impecabilidad se
manifiesta en acciones conscientes, respetuosas, amorosas y honestas aún,
cuando ninguna otra persona esté observándonos; aún en nuestros espacios de
silencio. Lesionamos la impecabilidad cuando, conociendo las consecuencias
dañinas de nuestras acciones, igualmente las llevamos a cabo.
La impecabilidad nace
en nuestro corazón y se transforma en una guía para nuestra evolución como
seres humanos espirituales y para alcanzar la paz cotidiana y sustentable.
Para ejercitar nuestra
impecabilidad de todos los días, nos alcanza la observación de nuestras
acciones simples, tales como el uso del agua, la energía en cualquiera de sus
formas, el tratamiento de los residuos orgánicos e inorgánicos; la ecología de
las relaciones interpersonales (por ejemplo, el tema de movernos con la verdad
en la mano en la convivencia cotidiana y profesional),
Incongruencias
Incongruencia es, simplemente, falta de coherencia en actitudes, comportamientos y creencias. Por ejemplo, decir lo contrario de lo que pensamos y hacemos lo contrario de lo que decimos. De ahí el famoso dicho «haz lo que digo pero no lo que hago». ¡Qué sabio es nuestro Refranero Popular!
En nuestro lenguaje, usamos términos sinónimos, como incoherencia, inconsistencia o absurdo. Por lo tanto, la lógica y la congruencia serían palabras antónimas.
Cuando hablamos tenemos que cumplir con algunas reglas lógicas básicas. Si nuestras palabras no respetan los principios lógicos, hay una incongruencia. En este sentido, el fundamento de no contradicción es un criterio de congruencia, porque no podemos decir que algo es una cosa y al mismo tiempo no lo es (Juan es alto pero bajo no cumple con este principio). El principio de identidad es otro criterio fundamental, ya que una cosa es necesariamente igual a sí misma. Estos dos principios son claros ejemplos de leyes del pensamiento que afectan el lenguaje. El hecho de no respetarlos implica una clara incongruencia.
Algunas figuras retóricas tienen cierta incongruencia, pero no es una contradicción estricta, sino un juego de lenguaje. Por ejemplo, la paradoja que expresamos al hablar de una música muda, el famoso verso de Santa Teresa «Vivo sin vivir en mí» o la descripción de alguien como un hombre rico y pobre. El teatro del absurdo y el arte surrealista también tienen un claro sentido ilógico e incongruente, pero esto no significa que carezcan de significado.
Algunas veces afirmamos cosas que contradicen nuestras acciones. Si digo que soy una persona de buenos sentimientos pero no ayudó a los demás, estoy diciendo una incongruencia, porque lo que digo y lo que hago no coinciden.
En nuestro lenguaje, usamos términos sinónimos, como incoherencia, inconsistencia o absurdo. Por lo tanto, la lógica y la congruencia serían palabras antónimas.
Cuando hablamos tenemos que cumplir con algunas reglas lógicas básicas. Si nuestras palabras no respetan los principios lógicos, hay una incongruencia. En este sentido, el fundamento de no contradicción es un criterio de congruencia, porque no podemos decir que algo es una cosa y al mismo tiempo no lo es (Juan es alto pero bajo no cumple con este principio). El principio de identidad es otro criterio fundamental, ya que una cosa es necesariamente igual a sí misma. Estos dos principios son claros ejemplos de leyes del pensamiento que afectan el lenguaje. El hecho de no respetarlos implica una clara incongruencia.
Algunas figuras retóricas tienen cierta incongruencia, pero no es una contradicción estricta, sino un juego de lenguaje. Por ejemplo, la paradoja que expresamos al hablar de una música muda, el famoso verso de Santa Teresa «Vivo sin vivir en mí» o la descripción de alguien como un hombre rico y pobre. El teatro del absurdo y el arte surrealista también tienen un claro sentido ilógico e incongruente, pero esto no significa que carezcan de significado.
Algunas veces afirmamos cosas que contradicen nuestras acciones. Si digo que soy una persona de buenos sentimientos pero no ayudó a los demás, estoy diciendo una incongruencia, porque lo que digo y lo que hago no coinciden.
La Imagen Que Construimos
Hay dos posiciones extremas acerca de la
“realidad”: es todo lo que hay o no existe en absoluto. Los primeros (la
mayoría) discuten acerca de los hechos, están prisioneros de la polaridad,
creen o no creen, siguen los lineamientos de la mayoría, entran en teorías
conspirativas, piensan que lo que dicen los medios es real (o no); en
definitiva, actúan como si todo lo que se presenta tiene entidad verdadera.
Para los segundos, todo es una ilusión (una maya) que le da a cada uno lo
que piensa, ya sea porque tienen concepciones espirituales o porque no creen en
nada. Hay algunos que están entre medio, fluctuando entre las dos de acuerdo a
su nivel de consciencia y de circunstancias del momento o tratando de integrar
los dos conceptos.
¿Qué otra cosa hacer? Sin importar la verdad de
cada una, ante cada situación o persona podríamos investigar su significado, su
preponderancia, su sentido en el conjunto; preguntarnos qué relevancia tiene
para nosotros, cómo lo asimilamos, qué nos mueve, qué simboliza/personifica en
nuestro diseño.
Así, el mundo se transforma en una exploración
continua en lugar de una negación o una lucha.
Un día es una nueva oportunidad de vida. Un día es una nueva
oportunidad para levantarte y ser feliz, aunque sea un ensayo y no
se transforme jamás en una obra completa. Un día puede resumir en sus largas o
fugaces horas la esencia de ti mismo y tu sueño hecho realidad.
Un día nuevo es otra oportunidad para hacer todo
aquello que lamentarías no haber hecho. Todas esas cosas que en el presente
parecen imposibles y que vistas con el tiempo solo se responden con un “Qué
tonto fui…” o con un “En qué estaba pensando“.
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