sábado, 21 de marzo de 2020

Nuestra Actitud

No importa los títulos universitarios que tengamos, cuál sea nuestro trabajo o dónde vivamos. La manera en que nos relacionamos con los demás, nuestras actitudes hacia ellos, es lo que dice todo de nosotros. Es decir, cómo nos comportamos con alguien que nos necesita, con aquellos que nos aman e incluso con aquellos que no nos caen demasiado simpáticos.

La amabilidad, el altruismo y la solidaridad son palabras fáciles de pronunciar. Sin embargo, conseguir que los valores positivos sean el emblema de nuestros comportamientos es más complicado. Si lo conseguimos, ellos serán las que definan nuestra personalidad y por los que seremos recordados.

«La actitud es una pequeña cosa que marca una gran diferencia».
–Winston Churchill-

La actitud es la manera en la que enfocamos las diferentes situaciones que tenemos que afrontar. Son los hábitos que nos caracterizan y que todo el mundo conoce de nosotros. Por ejemplo, si cuando entramos a una tienda saludamos a los vendedores o al ver a una persona necesitada no dudamos en asistirla, estamos demostrando varias actitudes: amabilidad, educación, generosidad o altruismo.

Esta palabra se suele usar en el ámbito empresarial o en las relaciones de pareja, pero no nos damos cuenta de que la actitud es aplicable a todo lo que nos sucede. ¡Esa es la actitud! Se escucha cuando alguien enfrenta los obstáculos, se levanta después de caer o va subiendo poco las dificultades de las metas que enfrenta.

La actitud no es nada sin acciones que la manifiesten. Sin duda, los actos son los que nos definen como personas, como amigos, pareja, compañeros o ciudadanos.

Partiendo de la base de que nuestra intención es hacer el bien y tenemos a nuestro alcance los recursos necesarios para avanzar con esta premisa -aptitudes-, es fácil pensar que la actitud es innata. Sin embargo, no es tan sencillo.

Los mensajes que recibimos de la sociedad en referencia a lo que está bien y lo que está mal y la acumulación de nuestras propias experiencias también tienen mucho que decir en la configuración de nuestra disposición ante la vida. ¿Por qué? Porque nuestras actitudes son muy sensibles al refuerzo que reciben.

La actitud también se aprende. Si de pequeños nos premian el hecho de que al entrar en un sitio saludemos amablemente, realicemos el mismo comportamiento en situaciones parecidas. No solo haremos eso, sino que adquiriremos con más facilidad comportamientos similares, como quitarse el sombrero al entrar en un sitio cerrado.

Cada vez que dices o haces, estás comunicándote con las personas que te rodean. Eso puede tener consecuencias positivas o negativas. No importa realmente lo que estés pensando porque nadie puede introducirse en tu cabeza. Por ello sólo valen los hechos y que tus palabras vayan de su mano.

De nada sirve pensar “ayudaré a esta persona” si en realidad no lo haces. Procediendo de esta manera, te estás mintiendo a ti y al otro, si se lo cuentas. Estás proyectando la imagen de ser alguien poco fiable, cuyas palabras solamente son una fuente de incertidumbre, ya que nadie -ni siquiera tú- apostaría demasiado porque las fueras a cumplir.

No solo hablamos de tus relaciones con los demás, sino también de tus propios sueños, ideas u objetivos. Por más de que sean los mejores del mundo, si no los llevas a la acción, de nada te servirá.

Escuchar Lo Que Decimos

Es curioso que, aún cuando oímos nuestros pensamientos, de ordinario no tienen un sonido específico: nuestro pensamiento consciente y discursivo no manifiesta voz, que es el sonido natural producido por el ser humano.

De hecho, salvo alucinaciones auditivas como el llanto de un bebé, los gritos de un hombre una mujer, todos los procesos del pensamiento consciente verbalizado son en algún punto sólo gramaticales, no fonéticos. De alguna forma concebimos imágenes conceptuales de nuestra voz interior; no concebimos nada que tenga una referencia auditiva externa.

Para dichas alucinaciones, como para el recuerdo de voces de cantantes, existe una referencia mnémica.

Otro caso es el de la intrusión de sonidos, o voces genuinamente reconocidas, o no, en el registro mnémico, pero siendo voces o sonidos claramente diferenciados y persistentes (ejemplos como los arriba mencionados de los llantos del bebé son los sonidos traumáticos o la voz de un progenitor acusador).

Cuando imaginamos espacios y formas geométricas, las inspeccionamos, o modificamos en nuestra mente, no estamos de hecho manipulando físicamente ningún tipo de objeto físico directamente, sino una abstracción de éste. El pensamiento es un estadio previo de su expresión oral, esto es, por la voz (aunque es cierto que hay personas que parece que en su vida han pensado antes de hablar, pero esto es otra historia).

Estoy seguro de que todo lo que viene a mí mente y toma una forma conceptual, desde lo más cabal a lo más grotesco, coincide con mis expresiones gestuales y verbales (salvo cuando consigo omitir por respeto algunas proposiciones polémicas).

Otro caso es el de la intrusión de sonidos, o voces genuinamente reconocidas, o no, en el registro mnémico, pero siendo voces o sonidos claramente diferenciados y persistentes (ejemplos como los arriba mencionados de los llantos del bebé son los sonidos traumáticos o la voz de un progenitor acusador).

Cuando imaginamos espacios y formas geométricas, las inspeccionamos, o modificamos en nuestra mente, no estamos de hecho manipulando físicamente ningún tipo de objeto físico directamente, sino una abstracción de éste. El pensamiento es un estadio previo de su expresión oral, esto es, por la voz (aunque es cierto que hay personas que parece que en su vida han pensado antes de hablar, pero esto es otra historia).

Diré que:
Percibo mi pensamiento verbalizado, pero no con alguna clase de oído interno que no tenga que ver con el sentido ni el órgano de la audición, pero, aún cuando se da que me sumerjo en reflexiones y me abstraigo de sonidos externos no puedo afirmar que “escuchar” sea correcto aquí, sino más bien “concebir” o “percibir”, tal vez.



Amemos El Mundo Tal Cual Es

Filosofía


La cosmovisión andina es ecológica y cuántica. No es antropocéntrica y tampoco newtoniana. Los amerindios no quieren transformar el mundo sino amarlo tal cual es, del mismo modo que lo hacen los místicos.

En las sociedades occidentales, dominadas, por el sistema de intercambio, las ocasiones de crear este lazo social se han vuelto escasas pues las relaciones sociales están siendo regidas por contratos laborales o transacciones comerciales. Los espacios de creación del lazo social se han limitado a la esfera familiar y a grupos limitados de personas (amigos, por ejemplo), mientras que en las sociedades indígenas toda relación con el otro tiende a ser enmarcada en una estructura de  reciprocidad, todo acontecimiento está orientado a crear o reforzar el lazo social.

“Nuestros ancestros comprenden que existen dos fuerzas, la cósmica que viene del universo, del cielo (pachakama o pachatata); y la fuerza telúrica, de la tierra (pachamama). Las dos energías generan toda forma de existencia; estas dos fuerzas convergentes están expresadas en todo proceso de la vida. Y las diferentes formas de existencia se relacionan a través del Ayni (la complementariedad y la reciprocidad).” Fernando Huanacuni Mamani.

Este profundo concepto confirma la existencia de la interrelación energética entre la tierra y el cosmos, donde pachamama, lo visible, es la esencia que alimenta, nutre y da cobijo al hombre y la mujer andinos, y pachakama, lo invisible, es la matriz cósmica tutelar que protege, guía y dirige. El término pacha, es la unión de ambas energías, ya que pa proviene de la expresión paya que significa dos y cha que viene de chama que es fuerza. Es esencia del cosmos y de la naturaleza, representa lo sagrado y ratifica que todo en la naturaleza está estructurado en opuestos complementarios. 

Ha llegado el tiempo de tener, sentir, vivir, expresar e irradiar la visión cósmica del mundo andino, escuchando nuevamente al cosmos, para vivir bien, pensar bien, hablar bien, hacer bien y sentir bien.
Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua fue un cronista peruano indígena, autor de una Relación de las antigüedades deste Reyno del Piru, de breve extensión pero que contiene valiosa información etnohistórica. Alrededor del año 1600 y a pedido del Padre Avila, que le introdujo algunas modificaciones, el “Yamqui” traza en su crónica un esquema del templo de Coricancha situado en el Cuzco.

La palabra “Hacedor” de Santacruz Pachacuti sería parte de su nueva fe cristiana o de una estrategia para eludir las campañas de persecución de idolatrías, y la alusión como “poder” de todo lo existente sería una trasposición de una referencia más primigenia como “ordenador” de todo lo existente. El esquema dibujado por el Yamqui tiene todos los visos de ser una reinterpretación cristiana de la cosmogonía andina, basándose en conocimientos alquimistas de la Edad Media que serían familiares al Padre Avila.

La interpretación de Wiracocha como “Ordenador” en vez de “Hacedor” es más concordante con la cosmogonía precolombina profundamente mítica y con una concepción cíclica del tiempo. Wiracocha es parte de la Pacha o Mundo pero no se agota en la Pacha. La Pacha es sólo su vivificación. 

Wiracocha no sólo es inmanente es también trascendente pero no creador. Aquí entendemos lo mítico no como lo primitivo y antifilosófico por excelencia, sino como la forma cultural ancestral de hacer filosofía y de trascender la condición humana para unirse con lo absoluto.


viernes, 20 de marzo de 2020

Alegato A Una Condena

Filosofía:


En la democracia ateniense no era oro todo lo que relucía. La corrupción no era ajena a la versión del sistema democrático imperante y el papel de la religión inundaba todos los campos de la sociedad. Unas grietas en el sistema que persistían porque nadie se atrevía a criticar. Y quien lo hacía, era desterrado o condenado a muerte.

La situación la vivió en sus carnes el filósofo griego Sócrates. Ahora, de la mano del actor Josep María Pou y del director Mario Gas quieren revivir a través de la obra 'Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano' el padecimiento del pensador. Y, además, reivindicar el valor que tuvo al denunciar la corrupción que habitaba y alertar del papel supersticioso y manipulador que ostentaba la religión oficial en la Atenas de hace 2.500 años.
Interpretada en el Teatro Olympia del 12 al 15 de noviembre, la obra intenta resaltar la actitud “honesta, sincera y estoica” del maestro de Platón, en palabras de Pou, quien se pone en su piel durante la función. “Es increíble la serenidad que muestra cuando se les está a punto de robarle la vida”, destaca el actor en el vídeo promocional del personaje. “Es un hombre íntegro que incluso habiendo podido haber huido de la ciudad, cumple con la sentencia para hacer ver como se tiene que hacer las cosas correctamente”, agrega el director.

Una reivindicación del personaje que se enfrenta también a las razones por las que entonces se le obligó a morir mediante una ingestión de cicuta: despreciar a los dioses y corromper a la juventud. “Se trata de aprovechar los últimos días de Sócrates para hacer reflexionar sobre la ética, la moral, e, incluso, la misma democracia”, indica Gas.

“Las libertades son pisoteadas por los voceros intransigentes de un mal llamado sistema democrático”, critica con vehemencia Pou haciendo de Sócrates. La muestra que su reflexión a través del teatro encuentra aún en la actualidad lazos que la hacen necesaria.


Un alegato a la figura “íntegra” de Sócrates.

Aquí Y Ahora

El estar presente es un arte del alma donde tu mente se encuentra en descanso. En este estado nos olvidamos del pasado y sus fallas, los hubieras, los rencores, y no estamos enfocados en vivir una fantasía del futuro o en algo que quisiéramos obtener quitándonos nuestra tranquilidad. El estar presente o vivir aquí y ahora es una simple demostración de que estás viviendo lo mejor de ti, pues si te das cuenta no hay nada más real que este preciso momento.

Una vez que descubres lo que realmente significa vivir en el presente, comprenderás que es uno de los mayores regalos que te puedes dar a ti mismo. Cuando estas aquí te liberas de todo conflicto con el tiempo, de resistir lo que eres y lo que tienes, sólo te enfocas en ti mismo, en tu ser y tu alma, y te empiezas abrir a un nivel extraordinario de paz, relajación, y amor que únicamente podrás acceder viviendo en este preciso momento.

El vivir aquí y ahora significa estar completamente consciente de todo lo que es, significa que no estás en modo de negación, que no pretendes, y que no estás evitando nada. Estar presente es sentir lo que sientes, escuchar tu cuerpo, saborear tu comida y expresar libremente tus ideas, sin juzgar, sin limitar o sin sentirte apenado o enojado por tus emociones, sensaciones o pensamientos.

Mientras que tu pasado te puede ofrecer cierta información y el futuro te puede inspirar, el momento donde realmente podemos actuar y hacer algo diferente es aquí y ahora. Si nos quitamos esa obsesión de pensar en el pasado y fantasear sobre el futuro podemos enfocarnos en el presente y liberar todo su potencial, en este momento es cuando podremos sentir como toda la fuerza del amor y del poder creador reside en ti.

Cuando nos abrimos a esta verdad y la aceptamos podemos ver que cualquier situación puede ser transformada.

Recuerda: Lo que realmente cuenta es el viaje no el destino.

Cuando analizas todos los problemas que tenemos actualmente, te das cuenta que esos problemas están realmente en tu mente. Claro, existen fuerzas externas, como el trabajo, el estrés con los niños o con todas las tareas que queremos hacer, las interrupciones, etcétera, pero el verdadero problema no son esas causas externas, el problema es como tendemos a reaccionar hacía ellas.

Aquí es donde el mantenerte presente y vivir aquí y ahora te ayudará, pues aprenderás que estás fuerzas externas no tienen ningún efecto sobre ti, y no serán más un problema, porque aquí y ahora sólo existes únicamente tú, y no todo ese millón de cosas de las cuales te preocupas.

Por ejemplo, en el trabajo tienes que entregar algo en la siguiente hora, pero además tienes muchas más cosas que realizar durante el día. Vivir en el presente significa enfocarte únicamente en la tarea que vas a hacer y olvidarte de las demás, tu única atención eres tú y esa tarea a realizar. Cuando termines, te moverás a la siguiente tarea de la misma forma.

En el caso de nuestro hijos pequeños, es muy probable que nos estresemos porque ellos requieren atención, pero también nosotros necesitamos hacer otras cosas, así que es inevitable sentir ese estrés. Pero si eliges vivir aquí y ahora te darás cuenta que en este momento sólo existen tu hijo y tu. Puedes apreciar ese momento con tu hijo, amarás a tu hijo y estarás agradecido de haber pasado este precioso momento con él.

Es así como el mantenernos presente nos ayuda manejar cualquier problema, y cualquier situación de estrés.

Toda la negatividad es causada por una acumulación de tiempo psicológico y la negación del presente. El malestar, la ansiedad, la tensión, el estrés, la preocupación y todas las formas del miedo son causados por mucho enfoque en el futuro, y poca presencia. La culpa, el remordimiento, el resentimiento, la tristeza, la amargura, y todas las formas de la falta de perdón son causados por mucho enfoque en el pasado y poca presencia.
Eckhart Tolle

Existe un método muy simple para mantenerse presente, pero realmente lo importante es que lo practiquemos hasta que sea un hábito. Así que veremos que el mantenernos presente no es difícil, sino más bien es la falta de práctica lo que hace que no lo logremos.

La mejor forma de practicar es que cada tarea que hagamos, no importa cuál sea la tarea, nos enfoquemos totalmente a ella. Presta atención a cada aspecto de tu cuerpo, de tus sensaciones, de tus pensamientos. Aquí y ahora solo eres tú realizando una tarea.

Con esto te podrás dar cuenta que tus pensamientos van de un lado para el otro, no importa, sólo date cuenta de lo que está sucediendo y cómo funciona tu mente. Al darte cuenta, podrás regresar hacía la tarea que estabas haciendo. Lo importante de esto es que cada vez que notes que tus pensamientos se van por otro lado, lo reconozcas y gentil y dulcemente regreses tu atención hacía la tarea que estabas realizando.

No importa cuántas veces lo intentes, y cuántas veces tengas que regresar tu mente al presente, recuerda estar presente requiere de práctica y por el momento nuestra mente esta muy acostumbrada a andar divagando por todos lados, es a través de darnos cuenta que esto pasa como vamos a poder cambiarlo.

Al principio puede parecer un reto, y hasta cansado, pero no importa descansa un rato y vuelve a intentarlo otra vez más. Recuerda que no se trata de poner más estrés o que termines exhausto, el objetivo es que te empieces a dar cuenta de tus pensamientos.

El hecho de que estemos viviendo el aquí y el ahora nos hará darnos cuenta que tenemos muchas cosas por las cuales hay que estar agradecidos, y apreciar completamente todo lo que hacemos. Verás que todo se convertirá en una experiencia extraordinaria.




Evaluemos


Conocerse bien a uno mismo, es indispensable en este proceso, como en muchos otros, una vez más.
Ya que me permitirá saber si tiendo a:

Sobrevalorar o infravalorar mi capacidad.

A sobrevalorar o infravalorar las dificultades que me encuentro en mi camino.

Si suelo definir de una forma “realista” o no mis objetivos.

Así como saber con qué herramientas cuento para conseguir lo que quiero y seguir motivándome.
Para tratar de definir nuestras expectativas de una forma realista, la recomendación general es que contrastemos nuestras expectativas con la realidad, considerando hechos objetivos frente a valoraciones subjetivas.

Considerando nuestras experiencias previas y sus resultados
, aunque no sean garantía de qué va a pasar a continuación, pero es la información con la que contamos, y a la que realmente podemos acudir.

Hasta ahí, todo suena muy razonable.

¿Cuál es el problema entonces?
Pues que en ese camino, en muchas ocasiones, decidimos hacer “el estudio sociológico del año” y comenzamos la encuesta pertinente.

Dicho de otro modo, empezamos a interrogar a los demás sobre su opinión, sus experiencias e incluso sus “predicciones”, esperando que “nos iluminen con su saber”, y nos ayuden a definir nuestras expectativas
.
Pero lo cierto es que, cuanta más información recopilamos, menos claro lo tenemos, más confuso es, más variables influyen, más implicaciones vemos en las relaciones entre dichas variables y sus posibles consecuencias, hasta juntarnos con un maremágnum tan complejo, que no sabemos qué hacer con él.

Se suponía que el objetivo era “tener las cosas más claras”, y sin embargo, más confusos estamos.
Tener más información, no nos garantiza, necesariamente, tener las ideas más claras.

A veces, la expectativa más realista que podemos tener es:
“No sé qué puede pasar, no sé cómo puede salir, ni cómo va a hacerlo, de hecho”.

Y es que es mucho mejor, tener esta expectativa, que aunque resulte imprecisa, me permite tener la “apertura mental” necesaria para “estar preparado para lo que sea”, que contarme un bonito cuento, sin base ni solidez, por muy bonito que sea y suene.

Dijéramos que tenemos que “llegar a un acuerdo con nosotros mismos”, y decidir cuánto le vamos a atribuir a la objetividad, y cuanto a nuestros deseos y anhelos, para saber el “grado de confiabilidad” que podemos tener en nuestra expectativa, sin engaños.

Por ejemplo, si el 80% de mi expectativa se asienta en hechos objetivos, y el 20% restante en mis deseos, podré decir con un grado de confiabilidad elevado, que mi expectativa tiene bastantes probabilidades de cumplirse.

Si los números son al revés, 20% y 80%, mi expectativa difícilmente se cumplirá.

Yo elijo qué porcentajes me van a hacer decantarme hacia un lado u otro.

Digamos que si es un 60% basado en hechos objetivos y un 40% en mis deseos, decido que es el “margen mínimo” para que yo considere que es algo probable que mi expectativa se cumpla, y que si el primer porcentaje sube y el segundo decrece, entonces mi expectativa será poco probable, por ejemplo.

Pongo estos ejemplos, pero realmente no hay un criterio estándar.
Cada uno tiene que decidir “cuáles son sus números”, por decirlo así.
Tú decides, tú eliges.

Al final, es nuestro criterio el que prevalece, y es por ello que es tan importante conocernos a nosotros mismos, para saber qué mecanismos nos resultan más o menos funcionales.

Hay personas que dicen que prefieren “esperar lo peor” para así “no llevarse el chasco”, y hay personas que, por el contrario, prefieren “tener esperanza” y así “no sufrir por adelantado”.

Sea como sea, es nuestra responsabilidad elegir nuestras expectativas, como elegimos nuestros pensamientos en general, de ello dependerá que estemos motivados o frustrados.

Por supuesto que también influye cómo se vayan desarrollando los acontecimientos, así como cuales hayan sido nuestras experiencias y los resultados que hayamos obtenido, tanto en el pasado como en el presente.

Lo que es claro es que si tenemos la creencia de que: “si me esfuerzo y trabajo con empeño, me lleve más o menos tiempo, acabo consiguiendo lo que quiero”, nuestra motivación se verá reforzada y, precisamente, “nos moverá a actuar”.

Se que es difícil mantener esa actitud, sobre todo cuando nos encontramos con situaciones en las que las variables que influyen con más peso, escapan a nuestro control.

Pero la alternativa es darse por vencido, y yo no se vosotros, pero yo no conozco a nadie que sea feliz con esa actitud.

Una de las partes muy duras de esta vida y que nos cuesta mucho asumir, es el aceptar que hay cosas que, definitivamente, no van a salir como queremos y deseamos, pero esa aceptación nos permite focalizar nuestros esfuerzos donde si podemos conseguir los resultados que deseamos, y no en la frustración que sentimos, por lo que no conseguimos
.
Dicho todo esto, en muchas ocasiones, como ya os dije cuando empezamos a hablar de las expectativas, lo mejor que podemos hacer es intentarlo, y según los resultados e información que vayamos obteniendo, decidir cuál es el camino a seguir, el siguiente paso a dar, y entonces, sentar nuestras expectativas.

Nuestras expectativas están en proceso de reevaluación constante, no son estáticas ni definitivas.

La vida siempre puede sorprendernos, y nosotros a nosotros mismos también, o más aún.


jueves, 19 de marzo de 2020

Razonemos


De todos los seres vivos, sólo lo seres humanos son "animales racionales", lo que pone de manifiesto la superioridad racional de la humanidad como "diferencia específica" sobre la animalidad como "género próximo" compartido con los demás animales.

Ahora bien, la singularidad de nuestra condición y naturaleza racional no nos asegura ni nos garantiza que todos nuestros actos y decisiones merezcan la cualidad y el atributo de razonables.

Ser racional no quiere decir que se tenga siempre la razón. Paradójicamente, los seres dotados de razón son los únicos que pueden equivocarse e incurrir en error; aunque lo puedan corregir y rectificar. En este sentido, el profesor Jorge de Esteban, refiriéndose a la dificultad de los políticos en llegar a acuerdos, afirma que en esos supuestos "el hombre no es un animal racional, sino un animal que tiene capacidad de razonar; pero que unas veces la usa y otras no". Sin embargo, esa capacidad de razonar es, precisamente, la que define al ser humano como ser racional, pues nadie puede dar lo que no tiene.

Las personas pueden incluso perder la razón, lo que es imposible en los demás animales que carecen de ella.

La razón es, por consiguiente, un instrumento que nos permite indagar la verdad; pero también asumir el riesgo de caer en el error. El error se comporta como un inseparable compañero de nuestras vidas. Tanto el acierto como el error son propios de la actividad intelectual, a sabiendas de que "la verdad es una" y "el error múltiple" como dice Simone de Beauvoir.

Con independencia de lo antes expuesto, razonar y discurrir necesitan un soporte previo en el que surjan y se desarrollen nuestros pensamientos, y ese soporte no es otro que la actividad de pensar. El pensar es previo a razonar. Éste no existe sin aquél. No todo lo que se piensa es razonable; pero sin la actividad de pensar es imposible discurrir o razonar.

El "pienso luego existo" de Descartes nos evidencia la convicción de nuestra existencia; pero no nos dice ni prejuzga nada sobre el contenido y desarrollo posterior de nuestra actividad pensante y de sus pensamientos.

Como es sabido, pensar y pensamiento no son lo mismo, pues pensar es una actividad mental común a todos los seres racionales; pero el pensamiento, aunque recaiga sobre la misma cosa, es individual e intransferible de cada persona y, por eso, no tiene porqué ser el mismo en todas ellas. Pensar es una actividad y el pensamiento el resultado de esa actividad. La distinción entre ambos conceptos se refleja en el hecho de que muchas personas pueden tener un mismo pensamiento; pero el proceso síquico seguido para obtenerlo y conseguirlo es estrictamente personal, distinto e intransferible.

A la vista de lo anterior, no es correcto afirmar, como habitualmente se hace, que algo es "impensable" cuando lo que queremos decir es que "no es razonable". Pensable puede ser cualquier cosa; pero no todo lo que se piensa es razonable. Razonar es reflexionar y tomar partido por una opción, idea o decisión determinada.

Es evidente que los pensamientos, una vez expresados, se independizan del sujeto pensante que los elaboró y del propio pensar que los produjo.

Finalmente, puede decirse que el ideal del mecanismo intelectual consiste en que los pensamientos sean razonables para así conseguir la alianza perfecta entre pensar y razonar.

El Ser Y El Parecer

No basta ser honesto, también hay que parecerlo. (No basta que la mujer del César sea honesta, también tiene que parecerlo.)


Según cuenta Plutarco en sus "Vidas paralelas", un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. 

Tal era su enamoramiento, que en cierta oportunidad, durante la fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres- el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio.

Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechada de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo.

La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechado de haber cometido alguna ilicitud, aun cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia.

Así, con esta frase, respondía Cayo Julio César a las más conspicuas matronas del patriarcado romano cuando le pedían que no se divorciara de su esposa, Pompeya, la que, al parecer, no había cometido acto impuro ya que, su presencia en una Saturnalia, orgía permitida a las damas de la aristocracia, solo había sido como espectadora... “La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”, sentenció el Emperador.


Inquietudes


La inquietud, esa especial motivación por descubrir, por conocer e indagar sobre algo o alguien, La inquietud es lo contrario de la quietud, la calma, lo estático lo inmóvil.

“Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué”
Jean Cocteau

“Se necesita una determinada forma de excavar, un cierto tipo de arqueología interna, para llegar a descubrir nuestra totalidad, aunque esté muy bien cubierta bajo capas de opiniones, de cosas que nos gustan y nos disgustan y por la densa niebla de los pensamientos y hábitos inconscientes y automáticos, por no mencionar el dolor”
Kabat-Zinn, Jon. (2010), "El Poder de la Atención", Barcelona: Editorial Kairós.

“La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”
William Faulkner

“Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te señalan a ti.
Proverbio inglés

El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual no defendemos espantados.

Milan Kundera


Los Confines


Una teoría nueva sobre la conciencia y el futuro de los estudios de nuestra mente.

Por primera vez en la historia, gracias a escáneres de alta tecnología diseñados por físicos, se han desvelado secretos del cerebro, y lo que un día fuera territorio de la ciencia ficción, se ha convertido en una asombrosa realidad. Grabación de recuerdos, telepatía, vídeos de nuestros sueños, control de la mente, avatares y telequinesia: todo esto no solo es posible, sino que ya existe. «El futuro de nuestra mente» es el relato riguroso y fascinante de las investigaciones que se llevan a cabo en los laboratorios más importantes del mundo, todas basadas en los últimos avances en neurociencia y física.

Algún día podríamos llegar a tener una «pastilla inteligente» que incrementara nuestro conocimiento; podríamos cargar nuestro cerebro en un ordenador, neurona a neurona; mandar nuestros pensamientos y nuestras emociones de un lugar a otro del mundo a través de una «internet de la mente»; controlar ordenadores y robots con el pensamiento; y tal vez rebasar los límites de la inmortalidad.

En esta extraordinaria exploración de las fronteras de la neurociencia, Michio Kaku plantea cuestiones que desafiarán a los científicos del futuro, ofrece una nueva perspectiva de las enfermedades mentales y la inteligencia artificial y presenta un nuevo modo de pensar en la mente.
Los dos mayores misterios de la naturaleza son la mente y el universo. Gracias a nuestra avanzada tecnología, hemos sido capaces de obtener imágenes de galaxias situadas a miles de millones de años luz, manipular los genes que controlan la vida e introducirnos en el sanctasanctórum del átomo; sin embargo la mente y el universo siguen siendo tan esquivos como seductores.

Son las fronteras más misteriosas y fascinantes de la ciencia. Si queremos apreciar la majestuosidad del universo, solo tenemos que alzar la vista hacia el firmamento nocturno, resplandeciente con sus miles de millones de estrellas.

Desde que nuestros antepasados se asombraron por primera vez ante el espectáculo del cielo estrellado, hemos tratado de dar respuesta a estas preguntas eternas: ¿de dónde surgió todo?; ¿qué significa todo esto? Para ser testigos del misterio de nuestra mente, no tenemos más que mirarnos al espejo y preguntarnos qué se oculta tras nuestros ojos, lo que nos lleva a plantearnos obsesivamente preguntas como: ¿tenemos alma?; ¿qué es de nosotros tras la muerte?; ¿quién soy «yo»? 

Y, lo que es más importante, nos conduce hasta la cuestión definitiva: ¿cuál es nuestro lugar en el gran proyecto cósmico? Como dijo el gran biólogo victoriano Thomas Huxley: «La más importante de todas las preguntas para la humanidad, el problema que subyace a todos los demás y es más interesante que cualquiera de ellos, es el de dilucidar el lugar que el hombre ocupa en la naturaleza y su relación con el cosmos».


Desprolijos


La desprolijidad de la vida

Intentamos, nos esforzamos, tratamos... pero a veces no es suficiente. Y entonces advienen distintos sentimientos: impotencia, mortificación, culpa... “Si yo hubiera hecho”, “Tendría que haber...”, “No fui lo suficientemente...” Alto ahí! Porque la negligencia es un rasgo a corregir, sí, pero también lo es la auto injusticia que deviene en esperar de sí la capacidad de preverlo todo, controlarlo todo, poder todo.

Consideremos esto: decimos “nene”, “mujer”, “hombre”, “animal” y, si hace falta, contamos con sus diminutivos, “nenito”, “mujercita”, “hombrecito”, “animalito”… Pero no está instituido en nuestro lenguaje usar esta palabra: humanito. Sin embargo, en lo personal yo a veces la necesito para recordarme que soy nada más (y nada menos) que una persona en vías de despliegue

Esto significa que yerro, que no todo me sale como quisiera, que, como dijo el personaje de una película, a veces “tengo que lograr una acuerdo entre mis aspiraciones y mis limitaciones”. Y así invito a verse a otros, -sobre todo a quienes experimentan demasiado a menudo que sus limitaciones “deberían” ser menores, sintiéndose culpables por “no poder lo suficiente”-.

Pero hay algo más: quien intenta ser el mejor humano posible con frecuencia se encuentra lidiando no sólo con sus limitaciones: a veces pierde noción de sus propias fronteras e imagina que debería haber controlado factores que de ninguna manera están a su alcance. Perdemos el criterio para discernir lo que sí depende de nosotros respecto de lo que, simplemente, se llama “la vida”: múltiples variables que escapan a nuestra potestad de cambio. Darse cuenta de que uno es “solamente un humanito” también abarca este punto: sin justificarse, sin excusas que escondan realidades… descansar de todo auto acoso al respecto.

Dingo, mi perro, cuando está nublado suele asomarse a mi ventana con increíble insistencia hasta que, si el clima así lo dispone, sale el sol. El punto es que Dingo está convencido de que, así como yo tengo “el poder” de que él tenga comida, abrigo, cariño… debo tener cierta influencia para que el sol salga!

Y me lo reclama sin cejar. El problema no es que él lo crea, sino que, confieso, a veces yo me hago cargo de su expresión angustiosa y experimento una especie de culpa absurda por no darle el sol que necesita. No deja de ser una interesante constatación: una parte de mí es ajena a toda razonabilidad, y allí se evidencia. 

Éste es un fenómeno muy humano, curiosamente, pues esa razonabilidad nace de un área diferente del cerebro respecto de aquella en donde nace la mortificación o la culpa. Lo importante es darse cuenta en vez de actuarla, dándola por válida porque somos meramente… humanitos!


miércoles, 18 de marzo de 2020

Julio Cortázar





Esta no es una cátedra sobre Julio Cortázar, ni una muestra de erudición sobre su obra. Entre otras cosas porque nuestra cultura es lacustre, está siempre llena de lagunas. Y este trabajo no aspira a llenar las de nadie. Cortázar mismo reconoce que tenía una especie de visión muy planetaria de las cosas (…), con grandes lagunas. Se trata entonces, simplemente, de un ensayo personal (con la libertad que ello entraña), un punto de vista que aspira a ser acogido con tolerancia, en torno al quehacer del que, para mí, es el cronopio mayor… y mayor en este caso no es título castrense o bélico pues no iría bien para uno de los hombres más pacifistas que hubo en este planeta. Se trata de una invitación a la lectura de sus libros (no de todos, claro) encaminada a escoger para que los lectores no corran el riesgo de volverse eruditos… Esta es mi experiencia con su obra, reflejada a través de un afecto no incondicional, pues es posible criticar lo que se quiere sin denostarlo.

Julio Cortázar: cronopio mayor, o cómo no aceptar el mundo tal cual es

Fuiste capaz, nos diste la medida, que también necesitamos,
Del letrado deletreando los nombres de los mártires,
el libro de los héroes, la poesía pura de la patria;
Y ardiendo por los pobres, defendiendo con tu nombre la justicia,
Nos entregas ahora tu vida completa, enteramente útil.
Cintio Vitier (1921-2009)

Siempre supe que tu obra nos abriga, que tu mejor obra sos vos.
Juan Gelman (1930-2014)

Quizá debemos considerar la muerte de Cortázar
Como el final de una prodigiosa historia de amor.
Félix Grande (1937-2014)

Mi propósito es evidenciar de qué manera busqué el conocimiento
a través de una avalancha de tinieblas
Y mi propia potencia en la infinita debilidad que me acompañó hora tras hora.
Roberto Arlt (1900-1942)

Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar las cosas como me eran dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra madre era la palabra madre y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba. En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas.
Julio Cortázar (1914-1984)


martes, 17 de marzo de 2020

Convivencia En Paz

Perfil
Su nombre saltó a la palestra al saberse que ella era la niña que escribió un blog en la web de la BBC, la televisión pública británica, bajo el seudónimo de Gul Makai durante la dominación talibán del valle del Swat, en el norte de Pakistán, entre los años 2008 y 2009.

Fue en esa época cuando muchos niños, y sobre todo muchas niñas, se quedaron sin escuelas primero por la prohibición de los talibanes y luego por los intensos combates que duraron casi medio año.

Eso catapultó su fama en Pakistán y le dio cierta notoriedad internacional, en parte por el impulso de su padre, propietario de una escuela en Mingora (principal ciudad del valle), aunque esa misma fama le acarreó cada vez más enemistades entre los radicales.

La niña hizo una encendida defensa del derecho de las niñas a ir a la escuela y explicó cómo, a pesar de las prohibiciones de los talibanes en su región, ella y otras niñas burlaban los obstáculos y seguían asistiendo a clase gracias al valor de algunas maestras.

Su discurso -y algún comentario considerado provocador en Pakistán, como decir que tenía como referente al presidente estadounidense, Barack Obama- acabó llenando el vaso de la ira de los extremistas, que enviaron a sus pistoleros a Mingora.

El 9 de octubre de 2012, la joven volvía a su casa tras realizar unos exámenes cuando el vehículo en el que viajaba con otras quince niñas fue abordado por dos hombres armados que preguntaron quién era Malala y, tras identificarla, le dispararon.

Las balas impactaron en la cabeza de la niña, los agresores la dieron por muerta aunque Malala pudo salir viva.

Tras ser trasladada de urgencia a un hospital de Rawalpindi, cerca de la capital del país, la pequeña fue llevada aún inconsciente al Reino Unido, en parte porque había serios temores de que los talibanes quisieran terminar el trabajo.

Los supuestos culpables, miembros de la facción talibán que había aterrorizado el Swat y que ahora se refugia en el vecino Afganistán, fueron arrestados hace un mes por el Ejército paquistaní.

A partir de ahí, vino la lenta recuperación, aunque aún son visibles la secuelas que le dejó el atentado, y el ascenso de Malala como icono internacional con una celebrada aparición en Naciones Unidas.
Antes del Nobel -concedido también a Kailash Satyarthi, activista contra el trabajo infantil en la India-, recibió numerosas condecoraciones como el premio Sajarov a la Libertad de Conciencia que otorga el Parlamento Europeo, el Simone de Beauvoir y el Premio Convivencia Manuel Broseta.

"Yo soy Malala", su autobiografía, se ha convertido en un super ventas internacional.
Durante la presentación del libro hace un año en Nueva York, la joven activista aseguró a Efe que le gustaría llegar a ser primera ministra de Pakistán, porque "la mejor forma de luchar contra el terrorismo y por la educación es a través de la política".

"Ahora siento que es mi responsabilidad seguir trabajando por la educación y hablar por los derechos de quienes sufren el terrorismo y quienes no tienen voz", sentenció Malala, que añadió que quiere seguir estudiando duro "para volver algún día a Pakistán".

"Es mi país y uno no olvida la tierra donde nació. Espero volver lo antes posible", concluyó Malala.
Pakistán ha recibido hasta ahora con frialdad e indiferencia la celebridad de la joven, algo que el Nobel podría cambiar.