sábado, 4 de julio de 2020

Las Consecuencias

 "Demostrar consecuencia no tiene que ver con un tema temporal, sino con demostrar con actos potentes y claros la propia convicción"

Es muy común que le pidamos a quienes nos rodean que se comporten consecuentemente: a nuestros amigos, a quienes seguimos en twitter, los políticos, etc. Es que el “ser consecuente” es una característica que hoy es enormemente valorada, ya que nos hace confiables ante nuestro entorno en una época en la que reina la desconfianza y la paranoia. Es común escuchar que se pronuncian con orgullo frases como “siempre he pensado igual” o “mi comportamiento ha sido el mismo toda mi vida”, tanto en debates televisivos como en discusiones en las redes sociales. Pero hace un tiempo que esas frases me generan algo de ruido… ¿Es realmente valorable que una persona no cambie de opinión en 30 años? ¿Qué espacio queda entonces para el crecimiento y la aceptación de los errores? 

Si vamos al significado Real (o sea, de la Real Academia de la Lengua) de la palabra “consecuente”, su segunda acepción, que se refiere a un adjetivo propio de una persona, dice:

"Dicho de una persona: Cuya conducta guarda correspondencia lógica con los principios que profesa."

Por lo tanto, la definición “oficial” de la palabra “consecuente” no habla de cuánto tiempo llevas pensando de la misma forma, sino que se refiere a cómo tus actos concuerdan con tu forma de pensar en la actualidad. 

Visto bajo ese prisma, me parece que el llevar años pensando igual no es algo de lo que uno se pueda jactar, pues si efectivamente estamos incurriendo en un error y pasamos años negándonos a escuchar otras visiones, más que actuar de forma consecuente estamos actuando de forma obstinada. 

Me parece que la verdadera clave para demostrar consecuencia no tiene que ver con un tema temporal, sino con demostrar con actos potentes y claros la propia convicción, que esos actos se condigan con el discurso que se verbaliza y que se someta a un cuestionamiento crítico constante que refuerce el valor del principio que se defiende.

Al menos para mí, el tiempo no cuenta. Al contrario, valoro profundamente cuando alguien es capaz de cambiar su forma de pensar, haciendo propias ideas y principios que le parecen más justos y valiosos.

Muy distinto es ver a una persona que constantemente aparece “cambiando de opinión” por motivos que lo benefician. Ahí el problema no es el cambio, sino el oportunismo, lo que hace ver que sus motivaciones son en verdad egoístas, lo que no suele condecirse con sus discursos llenos de buenas razones. 


Es que a fin de cuentas, si lo que se busca es un valor tan potente como el bien y la justicia, me parece absolutamente razonable el hacer modificaciones a nuestra forma de pensar, de opinar y de actuar a medida que vamos aprendiendo de nuestras experiencias. Me parece que son cambios necesarios para crecer como seres humanos y para acercarnos a aquellos valores por los que estamos luchando. 


Comunicados


La comunicación es el proceso y el resultado de comunicar: informar, dar a conocer, transmitir señales o tratar con una persona a través de la palabra escrita u oral. Social, por su parte, es aquello vinculado a la sociedad (una comunidad de individuos que comparten tradiciones y costumbres y que tienen ciertos objetivos en común).

Se conoce como comunicación social al conjunto de los estudios científicos que analizan todo lo vinculado al desarrollo de los procesos comunicativos en una sociedad. Entre sus objetos de estudio aparecen los medios de comunicación masivos, las formas de expresión y la construcción de la información.

La comunicación social es interdisciplinaria: abarca nociones de la antropología, la sociología, la filosofía, la psicología y el periodismo, entre otros campos del saber. También se denomina ciencias de la comunicación a la disciplina que estudia los diversos fenómenos sociales que intervienen en la comunicación.

El esquema básico de la comunicación implica la participación de dos o más actores que intervienen, según el momento, como emisores o receptores de un mensaje. Los mensajes se crean de acuerdo a un código compartido y se transmiten a través de un cierto canal. El emisor transmite el mensaje y el receptor lo recibe, decodificando sus signos. Todo el proceso se desarrolla en un determinado contexto comunicacional y según un marco de referencia.

Los expertos en comunicación social, en definitiva, estudian cómo se lleva a cabo el proceso descrito líneas arriba. Partiendo de este esquema esencial, se añaden múltiples factores que inciden en el proceso, el cual se vuelve aún más complejo cuando se desarrolla a nivel masivo (con miles o millones de emisores y receptores).


Mente Ágil

La agilidad, etimológicamente proveniente del latín “agilitatis”, es la aptitud que tiene alguien de ejecutar rápida, pronta, ligera y eficazmente tarea de índole física o intelectual. La agilidad física es posible hallarla en varias especies animales, aún más desarrolladas que en el hombre, como en el caso de los simios o los felinos, como por ejemplo las panteras; en cambio la agilidad mental es privativa del ser humano y puede expresarse en la facilidad para hacer cálculos mentales, encontrar raudamente la solución a un problema, conseguir el material adecuado para un trabajo o hacer en poco tiempo cualquier redacción. Quien es físicamente ágil, posee elasticidad, se mueve con soltura y puede correr velozmente.

Es habitual que se establezca una confusión entre cerebro y mente. El cerebro es un órgano que se encuentra en la cavidad craneal y que presenta una gran cantidad de neuronas (células del sistema nervioso). La mente, en cambio, emerge del cerebro como consecuencia del funcionamiento de este órgano.

Agilidad Mental:

Capacidad de modificar su organización perceptual, el curso de su pensamiento o su comportamiento para adaptarse a las necesidades de cambio del medio ambiente en todos los tiempos.

Capacidad de cambiar de sistema de referencia, de planificar, de iniciar una actividad, de reflexionar de manera creativa y de adaptarse a las exigencias de los cambios.

La mente tiene tres tipos de procesos: los conscientes, los inconscientes y los procedimentales. También abarca funciones no intelectuales, funciones afectivas

.Una de las cosas que debemos evitar para mantener nuestra salud mental correctamente y así desarrollar una agilidad mental y una memoria avanzadas es evitar golpes en la cabeza, dormir bien, y evitar el tabaco principalmente.

Realizar actividades que nos estimulen el cerebro como leer, aprender un idioma, tocar un instrumento, desarrollar relaciones personales sanas con amigos y familiares, estos son factores vitales para mantener nuestra memoria y nuestra agilidad mental desarrollada.

Saber O Creer Que Se Sabe


Una forma  de interpretar a la lectura es como lo menciona el pensador (Pool Men), “una cosa es leer y otra es saber leer”.

La lectura es un medio maravilloso del aprendizaje que nos permite acceder al conocimiento en sus distintas manifestaciones y aéreas, Serrano y Olivas (1989), aseguran que la lectura tiene una gran importancia en la generación del conocimiento y por su influencia en el desarrollo intelectual, es necesario que la sociedad en su conjunto dominemos esta linda y apreciada habilidad instrumental, que a pesar de ser algo básico, no debe descuidarse en la educación general, la lectura como medio del conocimiento se puede clasificar en De codificación de textos.-  Que es entendida como una destreza del lenguaje, porque nos permite decodificar los signos lingüísticos, una lengua se expresa en forma oral o escrita a través de los signos lingüísticos para de esta forma poder comunicar. Interpretación de la realidad.- 

Esta se da cuando somos capaces de interpretar una realidad, evaluar y emitir un juicio de valor acerca de ella, aquí estamos haciendo una lectura interpretativa de esa realidad.

La prelectura.-  Esta es una lectura explorable, que consiste en una mirada rápida y global del texto, para percatarnos de su estructura y descubrir inicialmente la importancia de su contenido. El subrayado.- Es la técnica, mediante la cual se señala, resalta o realiza los aspectos más importantes o relevantes del texto.

Lectura comprensiva.-  Consiste en comprender progresivamente  lo que se va leyendo, para lo cual debemos leer sin prisa, observando los signos de puntuación, porque a través de ello podemos descubrir el verdadero significado del mensaje que se nos transmite en el texto. Lectura comentada.-  Consiste en la lectura de un texto de manera total, párrafo por párrafo, por parte de la persona lectora y comentadora, al mismo tiempo se realizan pausas con el objeto de profundizar en las partes relevantes del documento, en las que se realizan comentarios al respecto.

La relectura.-  Esta se da cuando la naturaleza o dificultad del texto no nos permite lograr una comprensión lectora con facilidad, o cuando el gozo de leer ha sido tan agradable, surge entonces la necesidad de realizar una relectura, con el objetivo de comprender mejor definitivamente el texto o simplemente para volver a disfrutarlo cuando es interesante.

Lectura crítica y creativa.-  Cuando ya hemos sido capaces de comprender suficientemente lo que hemos leído, por lo que podemos pasar a una instancia superior y más complicada que es la lectura crítica y creativa, el ser crítico corresponde al enjuiciamiento del contenido de una lectura, desde  nuestra óptica con que la interpretemos.


Por todo lo mencionado recomiendo lo siguiente:
Potenciar el desarrollo del autoconocimiento, autocontrol y autoevaluación; generar la participación activa de las personas; realizar diálogos a fin de verificar el conocimiento; desarrollar habilidades y destrezas; evaluar el conocimiento y, de esta manera, lograr razonamientos lógicos y ordenados sobre un determinado tema.


Tu Piensas


La capacidad de pensar es propia del ser humano, y se va desarrollando paulatina y naturalmente con la maduración, cuando el ser humano crece y se desarrolla. Sin embargo esa aptitud natural para pensar, que significa entenderse a sí mismo y al mundo que lo rodea, usando la percepción, la atención, la memoria, la transferencia, etcétera, solucionando problemas que se presentan día tras día, recordando, imaginando y proyectando, puede estimularse mediante la educación, que actúa sobre los procesos mentales para desarrollarlos, orientarlos y potenciarlos. 

Para ellos se utilizan estrategias que estimulan la comprensión y el aprendizaje significativo, para que lo que penetre en la memoria se sitúe en la de largo plazo, relacionando los nuevos datos o hechos registrados, con conocimiento anteriores. El pensamiento se desarrolla entonces por obra de la naturaleza y de la acción externa (por educación).

El desarrollo del pensamiento puede entonces ser natural o estimulado, pero este último debe respetar según Piaget las etapas del desarrollo natural del niño. Entre el nacimiento y los dos años de vida, se produce la etapa sensorio motora, donde el niño es incapaz de internalizar ideas. Entre los 2 y los 7 años transcurre la etapa pre operacional. El niño ya forma imágenes mentales y desarrolla primero el lenguaje oral y luego el escrito. Entre los 7 y los 11 años es la etapa del pensamiento concreto, y a partir de esta edad ya puede ser capaz de abstraer.

Para Dewey, todo conocimiento para ser tenido como tal debe confrontarse con la experiencia. La mente para este autor se desarrolla, cuando se enfrenta a situaciones que debe resolver.


Tu Mañana Es Hoy


¡Qué milagros puedes lograr si tan solo dejas de coleccionar en tu almacén privado de "lo no realizado" los momentos que te has perdido! ¡Qué fácil es convertir lo gris en algo multicolor, si tan solo te importa un pepino la opinión de todos aquellos que creen que estás loco solo porque quieres cambiar tu vida drásticamente! Al final de cuentas, si de tu idea no sale nada, siempre podrás empezar todo desde el principio. Estos intentos son ilimitados, no debe darte pena buscarte a ti mismo.

Desde que tenía cinco años quería escribir textos y siempre lo aplazaba. Cada día encontraba un asunto más importante. Dinero, dinero, leer un libro en el parque, pasar cinco horas de compras probándome pantalones de mezclilla, nuevos proyectos, viejos proyectos, no quiero quedar mal con la gente, no quiero defraudar a mi familia, hay que explicarles algo a los demás, trabajaré un poco más y ya le dedicaré tiempo a mi sueño.

Y un día la vida me sacudió tanto que por poco perdí esa vida. Entonces se me hizo evidente que si mi mañana jamás llega, me quedaré con lo que tengo. Y me sentí frustrado y avergonzada por mis miedos y pereza. Hoy escribo mucho. No importa que no les guste a todos y no siempre hago al 100% lo que quiero. Pero todo eso es "mi hoy". E incluso cuando nada me sale bien, veo por encima de mi laptop la ventana y me doy cuenta de que estoy justo en el punto donde quiero estar aquí y ahora.

Ahora cada vez que tengo que elegir entre un viaje de fin de semana a algún lugar donde me siento bien, y la compra de un nuevo abrigo costosísimo, me hago solo una pregunta: "¿Me acordaré de ese abrigo dentro de unas décadas?".

¿Pero si mañana no llega, entonces en mis recuerdos quedará el desgraciado abrigo? No, gracias. Prefiero echar un pantalón de mezclilla y una playera en una bolsa de viaje y escapar de abrigos, zapatos de marca, y cualquier necesidad de elegir entre lo dudoso y lo obvio. Prefiero salir un día de campo, oler el aroma de pasto recién cortado y notar una nueva peca en la nariz que me salió por el sol. Prefiero dejar de aplazar el encuentro con alguien importante solo porque no tengo nada qué ponerme o porque mi cabello en este momento no tiene un corte perfecto.

Seguramente, la mayoría de la gente mencionará "cuánto dinero habrá que tener para ir al mar solo porque sí, o dejarlo todo y viajar a 500 km". Es una mentira. Estos pretextos nos sirven para rechazar el derecho de vivir hoy aquí y ahora. Es más fácil aplazar que darse cuenta de lo fácil que es llegar a cualquier punto del mundo. Incluso con posibilidades limitadas.

Solo es suficiente dejar de gastar tiempo y esfuerzo en lo innecesario y destinar la energía a tus deseos. Entonces se harán realidad. El mar, manejar un avión, saltar de un trampolín, estudiar swahili, el encuentro esperado, publicar un libro, tener un hijo... cualquier cosa enterrada en las profundidades de tu corazón, se puede volver realidad.

Lo importante es empezar ahora. Aunque sea sin un plan. Torpemente. Sin importar que los demás te vean raro. Solo hay que sentir ese viento del día de hoy y dar un paso adelante. O, en situaciones extremas, al menos acostarte en la dirección correcta.


Vivir hoy no es una propuesta psicológica. Es algo que todos debemos aprender. Y hay que inscribirse en esa universidad "del hoy" ahora mismo. Alegrarse por cada paso realizado por más pequeño que sea. Porque mañana puede no llegar jamás. Punto.


El Trabajo De Transformar


El valor del trabajo humano no se mide por el tipo de actividad de cada uno (carpintero, profesional, campesino...), sino por el hecho de ser persona quien lo ejecuta. Entre todas las criaturas, sólo el hombre es capaz de trabajar de manera "programada y racional", en forma "consciente y libre".

Con su trabajo humaniza y ennoblece a la naturaleza, modelándola de acuerdo a sus intereses primordiales, en directa relación con su desarrollo y autopromoción integral.

Por ejemplo si para tí el trabajo es un valor que requiere y exige su ejercicio. Habrá que iniciar por la descripción que de él se tenga, la cual puede ser de una manera positiva o negativa, optimista o pesimista y que resulta ser el reflejo de la valoración que se le da.

El trabajo ofrece a cada hombre la oportunidad de crecer, desarrollar todas sus capacidades congénitas, realizarse como persona y ser cada día "más plenamente hombre". Así perfecciona su humanidad y mantiene el predominio y superioridad efectiva que debe ejercer sobre las cosas.


El trabajo desarrollado por la persona engendra, por sí mismo, el derecho al bienestar suficiente, personal y familiar, derecho que es independiente de la valoración económica, científica o técnica que tenga el trabajo realizado.


viernes, 3 de julio de 2020

Cuando Surge


Filosofía
Racionalismo
Surgir De La Nada

Los tres filósofos de Mileto pensaban que tenía que haber una –y
quizás sólo una- materia primaria de la que estaba hecho todo lo
demás. ¿Pero cómo era posible que una materia se alterara de
repente para convertirse en algo completamente distinto? A este
problema lo podemos llamar problema del cambio.

Desde aproximadamente el año 500 a. de C. vivieron unos
filósofos en la colonia griega de Elea en el sur de Italia, y estos
eleatos se preocuparon por cuestiones de ese tipo.

El más conocido era Parménides (aprox. 510-470 a. de C). (14)
Parménides pensaba que todo lo que hay ha existido siempre, lo
que era una idea muy corriente entre los griegos. Daban más o
menos por sentado que todo lo que existe en el mundo es eterno.
Nada puede surgir de la nada, pensaba Parménides. Y algo que
existe, tampoco se puede convertir en nada.

Pero Parménides fue más lejos que la mayoría. Pensaba que
ningún verdadero cambio era posible. No hay nada que se pueda
convertir en algo diferente a lo que es exactamente.

Desde luego que Parménides sabía que precisamente la
naturaleza muestra cambios constantes. Con los sentidos
observaba cómo cambiaban las cosas, pero esto no concordaba
con lo que le decía la razón. No obstante, cuando se vio forzado a
elegir entre fiarse de sus sentidos o de su razón, optó por la
razón.

Conocemos la expresión: «Si no lo veo, no lo creo». Pero
Parménides no lo creía ni siquiera cuando lo veía. Pensaba que
los sentidos nos ofrecen una imagen errónea del mundo, una
imagen que no concuerda con la razón de los seres humanos.

Como filósofo, consideraba que era su obligación descubrir toda
clase de «ilusiones».

Esta fuerte fe en la razón humana se llama racionalismo.


Un racionalista es el que tiene una gran fe en la razón de las
personas como fuente de sus conocimientos sobre el mundo.


Aprender A Escuchar

Tal vez sea la madurez, los años o incluso la resignación, pero siempre llega un momento en que nos damos cuenta de que hay discusiones que ya no valen la pena. Es entonces cuando preferimos optar por ese silencio que calla y sonríe, pero que nunca otorga, ese que comprende, por fin, que no sirve de nada dar explicaciones a quien no desea entender.


Ahora bien, a pesar de que a menudo se diga aquello de que discutir es un arte donde todos tienen la palabra pero muy pocos el juicio, en realidad, es un problema que va más allá. Las discusiones, a veces, son como una partitura donde la música está desafinada, donde no siempre se escucha y en la que todos desean tener la razón o la voz cantante.

En ocasiones, es una práctica agotadora. Hay discusiones que antes de empezar ya son batallas perdidas. Puede que sean los años o simple cansancio, pero hay cosas de las que ya no deseo hablar más…

Una buena parte de la psicología y de la filosofía nos han enseñado estrategias para salir airosos en cualquier discusión. Buenos argumentos, el uso de los heurísticos o una adecuada gestión emocional serían  algunos ejemplos de ello, pero...¿Y si lo que buscamos es no iniciar determinadas discusiones que ya damos por perdidas desde el principio?

La madurez no depende de la edad, sino de llegar a esa etapa personal donde ya no deseamos engañarnos a nosotros mismos, donde luchamos por un equilibrio interno donde cuidar de nuestras palabras, respetar lo que escuchamos y meditar cada aspecto que optamos por callar.

Es entonces cuando somos conscientes de qué aspectos merecen nuestro esfuerzo y cuáles nuestra distancia. Es posible, por ejemplo, que nuestra relación con un familiar cercano fuera compleja hace unos años, tanto, que mantener una simple conversación era como caer sin paracaídas al abismo de la tensión, de las discusiones y los malos ratos.

Ahora, sin embargo, todo aquello ha cambiado, y no es porque nuestra relación haya mejorado, sino porque hay una aceptación de  nuestras diferencias. Optamos por un silencio que no otorga, ni se deja vencer, pero que se respeta.

Eran Halperin es un psicólogo israelí especialista en discusiones y resolución de conflictos en el ámbito político, cuyas teorías pueden aplicarse perfectamente al ámbito cotidiano. Según explica, las discusiones más complejas y acaloradas tienen como componente psicológico la “amenaza,” la sensación de que alguien pretende vulnerar nuestros principios o nuestras esencias.

Sabemos ya que hay discusiones por las que no vamos a perder la calma ni nuestras energías. Pero comprendemos también que la vida es negociar casi cada día para poder coexistir en armonía, para mantener esa relación afectiva, para lograr objetivos en nuestro trabajo, e incluso, por qué no, llegar acuerdos con nuestros hijos. Las discusiones no están exentas en ninguno de estos ámbitos.

Aprender a oír es natural, pero saber escuchar es vital.

La Prudencia


En mi niñez, escuche en muchas ocasiones decir este  refrán “es mejor callar, que locamente hablar”.

Cómo es de importante ser prudente, ¿Verdad? Cuántas discordias, pleitos, separaciones evitamos si callamos en lugar de explotar, y cuánto ganamos cuando sabemos actuar con prudencia.

La prudencia es una cualidad que se desarrolla en nuestra vida a través de la experiencia y las circunstancias que nos toca vivir. Si somos personas sujetas a nuestras emociones, seremos esclavos de ellas y también nos expondremos a varios problemas.

No siempre actuamos con prudencia. Ante una crisis o un momento de coraje, generalmente perdemos el control.  Mantenerse en calma ante situaciones de mucho estrés y dificultad no es nada fácil. Se requiere de autocontrol, de dominio propio.

Cuando te enfrentas a situaciones que te generan sentimientos de ira, tristeza, venganza, cuando eres víctima de las injusticias, la manera como reaccionas, habla mucho sobre quién eres como persona y muestras en alto grado tu éxito o fracaso en las relaciones interpersonales.

La prudencia es un valor que se forja en tu vida no por apariencia, sino por la manera en que conduces tu diario vivir. La gran mayoría de las decisiones equivocadas que has tomado, se deben al afán, a la emoción, el mal genio, la falta de una buena información, es decir, a la falta de prudencia para actuar.

El ser prudente no quiere decir que no vamos a cometer errores. La persona que es prudente, tiene la cualidad de reconocer que ha fallado, que tiene limitaciones y sabe rectificar, disculparse y pedir consejo.



Nuestro Ingenio


El genio de la humanidad siempre ha brillado cuando ha tenido que enfrentarse a los mayores desafíos. Ya fuera la construcción de una pirámide o el diseño de una catedral gótica, ningún impedimento natural ha sido un obstáculo infranqueable para el empeño humano por crear y trascender las aparentes limitaciones físicas que se ciernen sobre nosotros. 

Podemos multiplicarnos a través de genes, obras materiales e ideas que resisten el paso del tiempo y nos proyectan a una esfera universal, válida para cualquier época y cualquier cultura. Lo que parece destinado a sucumbir como elemento efímero puede sin embargo adquirir visos de permanencia gracias al poder del intelecto. Es la mente la que logra sobreponerse a las barreras de la naturaleza. 

Es el ingenio que palpita en el acto del pensamiento lo que consigue valerse de las mismas fuerzas de la naturaleza para burlarlas y edificar lo más excelso. Es la suma de una lógica que comprende las conexiones entre los fenómenos y de una imaginación que se atreve a sondear vínculos alternativos, posibilidades inusitadas, con la claridad que bendice a los espíritus más profundos.

Estos triunfos no se circunscriben al mundo material, a la acción humana sobre el medio, sino que se extienden al ámbito del pensamiento puro, donde resplandecen con un vigor aún más fascinante. Por arduo que se nos antoje erigir templos gigantescos como los que abundan en Egipto, Grecia o China, resulta todavía más complicado desentrañar las leyes de la naturaleza y expandir los confines del razonamiento abstracto. Así, es absolutamente admirable que hayamos llegado a racionalizar conceptos que parecían imbuidos de un misticismo inexpugnable: el infinito, la mente... (quizás también las categorías de trascendencia y creatividad, o al menos cabe creer que lo lograremos de manera paulatina).
En cualquier caso, siempre será posible formular nuevas ideas y anticiparse a la labor ordenadora y explicativa de la razón, para así elevar incesantemente el alcance del pensamiento humano, que en sus actos integra razón e imaginación.

“El poder divino no ha creado ningún ser más inmenso que la imaginación”, proclamaba Ibn Al Arabi. Pero incluso los límites con que tropieza la imaginación pueden sobrepasarse con ayuda de la razón. Muchas cosas que no pueden ser imaginadas pueden ser concebidas racionalmente: las distintas clases de infinito, la velocidad máxima en el universo, la dualidad onda-corpúsculo… Y, hermanadas adecuadamente, ¿qué barrera podría alzarse frente a la suma de razón e imaginación? ¿Qué fuerza podría cercenar nuestro sueño de alcanzar un saber pleno, un entendimiento infinito? La imaginación surgió antes que la razón, que puede definirse como una imaginación sujeta a reglas. 

La imaginación al servicio de la razón nos ofrece así un instrumento prácticamente imbatible para ensanchar el pensamiento humano.

Ciertamente, es probable que siempre persistan secretos inescrutables, que la mente humana jamás consiga descifrar. Son los misterios de la naturaleza, “in which they ever did and ever will remain”, como escribió Hume. Pero también es legítimo sostener que si dispusiéramos de infinito tiempo para investigar el cosmos y penetrar en los entresijos de la naturaleza humana, ningún misterio permanecería eternamente entronizado en su incognoscibilidad. 

En muy pocas ocasiones la ciencia desvela que algunas verdades no pueden ser comprendidas, o ciertos límites superados. Alabar lo posible, homenajear la curiosidad y la aspiración como motores de una búsqueda incesante del saber y del perfeccionamiento, enaltecerlas como diosas supremas del panteón humano, constituye una invitación a soñar para pensar con mayor ambición; nos exhorta a esforzarnos por iluminar lo desconocido y a deleitarnos en el proceso de descubrimiento y exploración, pese a que lo desconocido probablemente supere siempre el espectro de lo conocido, y ningún teorema de finitud pueda determinar a priori el radio de lo cognoscible.

Muchas veces es más bello desconocer que conocer, pues, espoleados por el irrefrenable acicate de la conciencia de nuestra ignorancia, sentimos el poderoso estímulo de la búsqueda, de la investigación; la arenga a caminar por nuevas sendas y a desplegar un esfuerzo heroico por descifrar los enigmas que hoy captan nuestra atención.

Lo posible… Qué hermosa y arcana idea. Sugiere libertad, creatividad, novedad, apertura, horizonte al que dirigirse, expresión, esfuerzo, entusiasmo, capacidad, sueño y movimiento; evoca luz, vida y esperanza. ¿Y no es sorprendente pensar que aún no hemos recibido luz de vastas regiones del universo, de espacios inconmensurables que permanecen ocultos e invisibles, envueltos en la briosa exuberancia de lo misterioso, aunque la conciencia humana los anticipe gracias al razonamiento deductivo y al progreso de la ciencia teórica? La luz no cesa de ser producida en el núcleo de las estrellas, surcando el cosmos a una velocidad que desborda la imaginación humana, pero que al fin y al cabo es finita. 

Sólo podemos conocer las regiones alcanzadas por la luz; la velocidad finita de su desplazamiento nos impide vislumbrar lugares desde los que aún no nos han llegado rayos de esa maravilla de la física que es la luz. La luz sella entonces un límite a nuestro conocimiento y, más aún, abre la ventana a lo desconocido.

¿Qué hay en esas inmensas regiones oscuras de las que aún no hemos percibido luz? ¿Qué secretos esconde el universo en sus puntos más recónditos? Y la luz no sólo ilumina nuestro conocimiento del mundo físico: la luz enciende la chispa del intelecto. La versatilidad del lenguaje metafórico nos permite equiparar el acto físico de ver objetos del mundo con el de contemplar objetos del entendimiento. Así, al igual que aún no hemos visto innumerables regiones del cosmos, tampoco hemos contemplado infinitos espacios mentales. ¿Cómo vería el mundo una mente del futuro, cuyo entendimiento hubiese franqueado los pórticos de ideas que hoy por hoy nos resultan incomprensibles o sencillamente inimaginables?


Desde esta perspectiva, las tres determinaciones supremas del espíritu hegeliano no son descripciones de la realidad, sino expresión de las posibilidades de la mente humana. No representan una objetivación de lo dado, sino una contemplación de las posibilidades de lo dado. Son, por tanto, descripciones de posibilidades, no de realidades. 

Lo que la razón aún no comprende, o todavía no ha formalizado convenientemente, se anticipa en los ejercicios imaginativos que pueblan la creatividad simbólica de las grandes tradiciones artísticas y religiosas de la humanidad. En la filosofía, la convergencia entre razón e imaginación, entre ciencia y arte, alcanza su cúspide. La filosofía trata de amoldarse a la ciencia, a su método y a su sujeción a las evidencias empíricas, pero también suspira por un horizonte de universalidad que sólo puede encontrar en el reino del pensamiento puro. Se aventura así a sondear ideas, sistemas y doctrinas que, finamente combinados, quizás arrojen luz sobre los problemas del mundo y de la mente, e incluso contribuyan a vislumbrar territorios nuevos y a abordar problemas inopinados: una nueva primavera del intelecto, que descubra principios desconocidos y encuentre conexiones inesperadas en el seno de la realidad.


Las Diferencias


Todos somos únicos. Nuestra individualidad no sólo existe en nuestras huellas digitales o labiales, nuestra individualidad que es lo que hace la diferencia entre unos y otros, son mucho más profundas, están en el fondo de nuestro cerebro y también en nuestro corazón.

Y esas diferencias son tan hermosas, pues nos permiten además tener nuestra propia singularidad; compartir e interrelacionarnos con los otros compartiendo nuestras características; entregando y recibiendo emociones, sensaciones, valores, conocimientos.

Todo eso hace que la vida sea hermosa, pues en cada relación, aún transitoria, con todos aquellos con los cuales nos relacionamos como el chofer del bus, el policía de la esquina, el vendedor de pan, el recolector de basura, el vendedor de gasolina y tantos otros, nos permiten conocer siempre y cada vez, algo nuevo, incluso de nuestra propia existencia, de nuestros propios sentimientos y sabidurías.

Y eso tiene siempre una proporción de reciprocidad, que muchas veces ni siquiera notamos, puesto que así como recibimos, también y sin darnos cuentas estamos entregando algo, que cada uno según sus propias sabidurías, tomará o se apropiará de aquello y usará conciente o inconcientemente.

Esas, podríamos llamar de diferencias naturales y necesarias (espero no estar contradiciendo alguna teoría de algún importante filósofo, sociólogo o sicólogo), son la razón de la vida misma.

Hasta ahí, creo, está todo bien.
Sólo que falta la otra parte, las otras diferencias, las que hacen que la vida sea terrible para muchos. Incluso para aquellos que, podríamos decir, tienen diferencias positivas a su favor.

Claro, el problema aparece cuando nos encontramos con esas otras diferencias, aquellas creadas (“a imagen y semejanza del hombre”), por el propio hombre.

Y esas diferencias tienen una particularidad muy importante, que es condición casi “sine qua non”, de ellas mismas, la de dividir.
¿Y cuáles son esas diferencias?
Como ya decíamos, las creadas por el hombre. Divididas en dos grupos, uno en el que están las intangibles, no por eso menos trágicas en sus consecuencias; como: envidia, odio, usura, codicia y otras muchas. En el otro grupo están aquellas que son tangibles, especialmente en sus resultados, como: poder, dinero, explotación, esclavitud y muchas otras. Podemos incluir aquí las enfermedades incurables para los pobres como la diarrea, el resfriado y hasta los dolores de cabeza. 

Luego, aún pareciendo trágico, no lo es tanto, ya que como dicen por ahí, el hombre es un animal de costumbres, y así el esclavo no desea dejar de serlo y el que vive en la calle no quiere dejar “su casa”. Podríamos decir que esta última forma de ver las diferencias es casi poética, porque en la realidad, esas diferencias son también las que causan mucho dolor, son también las que crean o nos muestran otras diferencias. Son aquellas que nos hacen sentir menos que los otros, que por ahí dicen que afecta a los jóvenes, mas creo que afecta todos.

Y así los hombres y mujeres nos pasamos la vida mirando y hablando de nuestras diferencias con los otros. Yo soy rubio y tú negro; yo soy rico y tú pobre; claro que también desde el otro lado: yo soy negro y tú rubio; yo soy pobre y tú rico. Y las diferencias suman y siguen: yo soy alto y tú bajo; mi papá es empleado y el tuyo obrero; mi país tiene mejor IDH que el tuyo; en mi país hay menos corrupción que en el tuyo.

Pero los hombres, que son muy inteligentes y tienen buenas respuestas para todo, solucionaron ya el problema.
¿Cómo?
La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: Los hombres nacen iguales en dignidad y derechos. ¿..?
La constitución de tu país dice (con seguridad, son todas iguales): Todos son iguales ante la ley; sin distinción de cualquier naturaleza. ¿…?
Eso es todo. Habiendo solucionado el problema de las diferencias, ya no queda nada más por escribir.

www.lecturasparacompartir.com/reflexion/lasdiferencias.html