jueves, 7 de diciembre de 2017

Enojados



Una de las expresiones faciales más reconocibles en las personas, por muy sutil que sea, es la que refleja el enojo o el enfado como consecuencia de alguna inconformidad. Ceño fruncido, barbilla proyectada hacia adelante, movimientos evidentes de los fosas nasales, labios apretados, entre otras, son las señales más evidentes de este estado que todos los humanos hacemos sin que nadie nos lo enseñe, es puramente instintivo. ¿Te has preguntado qué sentido tiene esta expresión y por qué ha evolucionado hasta tal punto que todas las personas la hacemos parecida? Veamos que dice la ciencia.
La expresión de facial de la ira

La expresión de la ira de la que hablamos, a diferencia de gestos que hacemos con las manos o con el resto del cuerpo, es una expresión que se repite en todas las culturas del mundo por muy diferentes que estas sean, es lo que se dice, un gesto universal. Como mayor prueba de que es un reflejo innato y no aprendido, se ha comprobado que incluso los niños con ceguera congénita repiten la cara de enojo sin siquiera haber visto esa expresión en toda su vida.

La cara enfadada es la respuesta a la acción de siete grupos de músculos distintos que se contraen de una manera altamente estereotipada, y los científicos han intentado comprender por qué la evolución eligió esas contracciones particulares para señalar el estado emocional conocido como ira y su sentido biológico.

Según un estudio reciente, la cara de enojo parece haber evolucionado como un mecanismo intimidatorio ya que la misma otorga una percepción de fortaleza extra que es percibida por el contrario, lo cual puede ser un detonante para que este evite el conflicto, ya que el individuo enojado puede aparentemente ser capaz de provocar daños si no se apacigua.

Para comprobar sus teorías, los científicos diseñaron unas caras masculinas por ordenador en las que mostraron por separado expresiones faciales típicas de una cara de enojo, en especial aquellas en las que participaban las cejas, los pómulos, los labios, la nariz o la barbilla. En todos los casos, aunque no se identificara por los voluntarios que el rostro era de enfado, sí les dio la impresión directa de que estos correspondían a hombres físicamente más fuertes que las caras sin estas expresiones. 

Por lo tanto, dado que las personas que son juzgadas como más fuertes tienden a salirse con la suya con más frecuencia que otras en igualdad de circunstancias, la conclusión para explicar la evolución de la cara de ira en los humanos es simple según el estudio: se trata de una exhibición de fuerza.


Esta, por supuesto, es solo una apariencia que exagera la capacidad de lucha, lo cual no se corresponde siempre con la realidad, como ocurre en otros animales, por ejemplo en las ranas que se hinchan o los babuinos que enseñan largo tiempo sus caninos. Sin embargo, suele funcionar, por lo que con el paso de los siglos la selección natural hizo lo suyo y se fijaron las características que favorecían a aquellos que tenían mayor éxito en la resolución de los conflictos a su favor, en este caso, los que expresaban mejor la ira en sus rostros.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Aquello Que Nos Conmueve


“Es la mente la que crea el mundo que nos rodea y aun cuando nos encontramos juntos, parados en la misma pradera, mis ojos nunca verán lo que los tuyos contemplan y mi corazón nunca se agitará con las emociones que conmueven al tuyo”.
George Gissing (Novelista ingles).

La mayor parte de la gente ha aprendido, equivocadamente, que lo importante es sentirse siempre bien.
Esta idea nos lleva a tratar de evitar, a toda costa, lo que llamamos emociones "negativas".

¿Cómo?
Negándolas,
"anestesiándonos" con alcohol, drogas o medicamentos,
evitando enfrentarnos a la realidad a través de cualquier tipo de adicción:

Comida, deporte, trabajo, compras, sexo, etc., 
buscando actividades peligrosas que nos provoquen fuertes descargas de adrenalina,
etc.
Los sentimientos se califican como positivos o negativos, cuando en realidad no son ni buenos ni malos.
Deben de ser considerados como adaptativos o desadaptativos, adecuados o inadecuados, dependiendo del momento en que surgen, su intensidad y la manera en cómo nos afectan.

El miedo, ante una situación que pone en peligro nuestra vida, nos permite protegernos.
En ese momento se considera positivo.

El miedo a la crítica de los demás, nos impide hacer muchas cosas y nos desgasta constantemente, por lo que en esas situaciones, se calificaría como negativo.

Las emociones o sentimientos, son muy importantes en nuestra vida, porque:
Reflejan nuestro mundo interno.
Nos informan de cómo vivimos, en nuestro interior, lo que sucede a nuestro alrededor.
Esto nos permite conocernos mejor y satisfacer nuestras necesidades y deseos y entender muchas de nuestras conductas.
Dirigen una gran parte de nuestras conductas.
Nos indican cómo estamos evaluando y juzgando las diferentes situaciones que vivimos.
 Nos ayuda a tomar decisiones, porque por mucho que analicemos y pensemos sobre los pros y contras de las cosas, al final, lo que sentimos como resultado de dicho análisis, nos lleva a elegir.
Nos permite darnos cuenta de nuestros pensamientos y actitudes y nos ayuda a cambiarlos, cuando es necesario. 
Facilita nuestra adaptación al medio ambiente y nos ayuda a actuar adecuadamente.
Por ejemplo:
El enojo nos indica que algo nos está molestando y nos motiva a solucionarlo.
El miedo nos sirve para reconocer que nos enfrentamos a una situación que puede ser peligrosa y nos ayuda a protegernos.
La tristeza nos señala que estamos frente a un hecho doloroso y nos impulsa a una reorganización.
La alegría destaca circunstancias placenteras y benéficas y nos estimula a buscar otras similares.

Nos ayudan a relacionarnos mejor.
Expresar abierta y adecuadamente nuestras emociones, nos ayuda a relacionarnos mejor, porque:
Facilita una mayor intimidad.
Permite que las otras personas nos conozcan mejor y nos puedan entender con mayor facilidad.
Cuando no expresamos nuestros sentimientos, las personas tienden a suponer o adivinar lo que nos sucede y esto puede generar conflictos.
Puede regular la conducta de los demás, porque les muestra que actitud tomar frente a nosotros en esos momentos.
Las emociones conocidas como primarias (miedo, sorpresa, aversión, ira, alegría y tristeza), son reacciones que pueden surgir de forma automática.
Son intensas y de corta duración.
Si cualquier emoción se prolonga, es porque está siendo "alimentada" por nuestros pensamientos.
Cada persona vive y expresa sus sentimientos de una forma muy personal.
Esto sucede por su carga genética y por las experiencias vividas, que hacen que perciba e interprete la realidad de manera diferente a los demás.

Las experiencias vividas, son como un cristal de color a través del cual vemos el mundo.
Esta percepción influye en nuestras emociones.
Ciertas experiencias nos hacen ver todo a través de un lente sumamente oscuro y otras, a través de uno claro y lleno de luz.

Sin embargo, nosotros podemos quitar ese cristal que distorsiona y afecta nuestra manera de ver al mundo y de reaccionar ante él.
Cuando ese cristal empezó a ser parte de nosotros mismos, no teníamos la capacidad, herramientas y fuerza necesarias, para evaluar y calificar adecuadamente lo que vivimos y nuestra forma de reaccionar.

Hoy ya no somos esos niños o adolescentes vulnerables.
Hoy podemos ver las cosas desde un punto de vista diferente, porque somos más fuertes y capaces.
Podemos solucionar los problemas o buscar ayuda, si la necesitamos.
Podemos manejar el dolor y nuestras emociones "negativas".
Cuando expresamos una emoción, es importante hacerlo en primera persona (yo me siento…) y no atacar o culpar al otro.
También es necesario ser claros y concisos, sin darle muchas vueltas, para que los demás entiendan fácilmente lo que estamos expresando.

Recuerda que luchar contra nuestras emociones, aumenta nuestro malestar y hace que nuestra atención y energía se centren en la emoción y no en la solución del problema.
Lo mismo sucede cuando nos enfocamos en negarlas o en quejarnos de ellas.

Conoce más detalladamente, la relación entre nuestros pensamientos y nuestras emociones y de la importancia de ciertas ideas y creencias, que nos pueden estar afectando.

Para controlar y disminuir las emociones que nos están perjudicando, necesitamos reconocer y aceptar los pensamientos que las mantienen o incrementan y modificarlos.
Esto no significa simplemente cambiarlos por un pensamiento contrario.
No se trata de cambiar el "no puedo, soy incapaz", por "si puedo, soy muy capaz", si no me creo esto último.

Se trata de hacer un análisis objetivo y detallado del porqué de dicho pensamiento y del motivo por el que es un pensamiento erróneo.

Recuerda que todo pensamiento que mantiene una emoción innecesariamente, es erróneo y por lo tanto es necesario modificarlo.


No Más De Lo Mismo


En algún momento, esa estrategia, recurso o solución que estás aplicando ahora a ese problema o dificultad te sirvió para obtener buenos resultados. En aquel momento, en el que estabas perdido, desolado y casi sin recursos para seguir, apareció de la nada, la aplicaste y funcionó. Por eso, has decidido utilizarla de nuevo ante esta dificultad, aunque ahora parece que los resultados no son tan exitosos.

Si bien es cierto que muchos problemas pueden solucionarse con las mismas estrategias que ya te dieron buenos resultados, hay otros en los que precisamente esta opción los complica. Así, repetir el procedimiento que ya nos sacó de una situación complicada es una forma de proceder inteligente.

Lo es siempre y cuando no lo hagamos de manera automática y contemos con que va a funcionar. Siempre que sepamos parar a tiempo y busquemos una alternativa cuando observemos que no funciona. Así, en este artículo, te propongo una visión diferente para observar tus problemas. Tú decides si seguir haciendo más de lo mismo o probar cosas distintas. Reflexionemos.

“Levantamos primero la polvareda y luego nos quejamos de no poder ver”
-Berkeley-

No hay mayor experto en un problema que la persona misma a la que le corresponde, ¿te suena raro o puede que te encaje? La persona que tiene un problema es la mayor experta en el mismo porque suele ser la que más tiempo ha convivido con esa dificultad o malestar. Incluso, la que sin querer a veces ha mantenido la situación a través de sus intentos de soluciones ineficaces, con el propósito de hacer desaparecer cuanto antes la experiencia o los resultados desagradables.

Tú eres el mayor experto en tu problema, la persona que más sabe sobre él, aunque quizás no te habías dado cuenta.

En ocasiones, quedamos “atrapados” en intentos de soluciones pasados, que quizá alguna vez surtieron efecto, pero que en otras situaciones, aunque creamos similares no tienen tanto éxito. La cuestión es que no nos damos cuenta y ahí nos estancamos

Lo hacemos repitiendo de manera sistemática lo que creemos que puede ser efectivo, pero que resulta inútil para resolver el problema en su forma actual. Inmersos en un círculo vicioso difícil de romper.
Así, hay casos en los que los problemas comienzan cuando una solución ineficaz se hace reiterativa en el tiempo y, lejos de encontrar la solución, lo que ocurre es que se perpetúa el problema y los resultados insatisfactorios.

Te propongo que observes al problema como si mantuvieras con él una relación de pareja. Cuando hay dificultades o discusiones, ¿qué sueles hacer para obtener resultados diferentes: seguir actuando de la misma manera o intentar llegar a un pacto o negociación con tu pareja? Normalmente, la opción es la última y ¿qué suele implicar este pacto? Algún cambio… ¡Pacta con tu problema!

De esta manera, si te paras un momento y reflexionas sobre lo que ocurre podrás identifica qué es lo que llevas intentando durante tanto tiempo y que a pesar de ello, no ha resuelto nada. Por lo tanto, en lugar de mantenerlo, puedes modificarlo o descartarlo.

Prueba a relacionarte con tu problema. Me refiero a observar y analizar tu forma de actuar. Te descubrirás en muchas ocasiones atrapado en el mismo agujero generado por hacer siempre lo mismo. Por ejemplo, si tienes un problema y siempre te quejas, ¿crees que solucionarás algo?, ¿no crees que existen varias alternativas como para enfocarte siempre en la misma?

Haciendo más de lo mismo, no esperes resultados distintos. Dale una vuelta, ¿no sería mejor optar por realizar algo diferente? Piénsalo… ¿O es que esperas que por quejarte de que las cosas no son como deberían la situación cambie por arte de magia? Cuando haces un bizcocho y se te quema, 

¿seguirás poniéndolo a la misma temperatura la próxima vez?

“Si lo que haces no funciona, no creas que eres incapaz, simplemente prueba a hacer algo diferente y observa lo que ocurre” 
-Giorgo Nardone-



Las Oportunidades



No conozco a ninguna persona que por más conformista o mediocre que sea no tenga algún anhelo en su vida. Lo que sí conozco es un montón de personas que han soltado sus sueños o simplemente se han sentado a acariciarlos y han preferido esperar a que las cosas sucedan, que les caigan del cielo, que aparezcan como por arte de magia, y créeme que por más espiritual y religioso que seas, eso no sucede, pues aún la fe, sin acción, no es nada.

Señores (y esto me lo digo a mí mismo): no hay que esperar a que las cosas se den. Hay que tener el valor de crearlas. Que hasta hace unas semanas me di cuenta que me la he pasado de víctima quejándome porque las cosas no me suceden, cuando en realidad aunque he ido a buscarlas, lo he hecho sin un plan estratégico, sin considerar primero qué necesito para llegar a donde deseo. Porque tampoco se trata de lanzarse al vacío de primeras a buenas y sin paracaídas.

Frecuentemente escucho discursos como “pobrecito, se quedó sin trabajo”, “qué pena lo del divorcio que le ocurrió”, “es que nadie me quiere”, “mi jefe me tiene envidia”, “si mi negocio hubiera quebrado yo estaría igual que él, en la depresión”, y millones más de justificaciones en plan de víctima. Excusas sobran, ¿a poco no? Lo que cada vez hay menos son personas decididas a lograr, a ser creativas, a buscar ideas, a encontrar soluciones y crear esas mejores oportunidades en sus vidas.

Hace unos días te preguntaba si tienes la vida que quieres y te aseguraba, y hoy te lo vuelvo a decir: tienes la vida que tú te estás creando, ni más ni menos, quizás no es la que mereces, pero sí estoy seguro que tienes justo por lo que has luchado. Si lo que realmente deseas no ha llegado, no estás haciendo todo lo necesario por tenerlo o bien, estás haciendo todo, pero en contra, para que eso se dé. Tomando en consideración también que quizás por ahora no es tiempo para eso, o que puede que eso que deseas no sea para ti o que la vida, Dios, el universo, la luz, la fuerza, tienen algo más grande para ti. Analízate.

¿Qué clase de vida quisieras experimentar en un año, en cinco años, de aquí a 10 años, a 20 años? Y sí, ya sé que muchos me van a salir con que no tenemos garantizado el mañana y aunque es bueno vivir el aquí y ahora, es decir, un día a la vez, también es muy saludable tener metas a largo y a corto plazo y que día a día vayas haciendo algo acumulable para esa meta.

Quienes realmente desean ir más allá de simplemente sentir anhelos y materializar sus sueños, se aprietan el cinturón y dicen, ‘vamos por todo y por más’.

Nuestros deseos y metas SIEMPRE los podemos lograr, imposibles no hay. Lo importante es que ocurran tres cosas: pedir, buscar y encontrar. Muchas personas se estacionan en el pedir y no salen a buscar y por eso no encuentran. El buscar y encontrar tiene que ver con el accionar, con el tomar las decisiones, con agarrados de toda la intención, ejecutar, salir por eso que estamos deseando. 

Definitivamente si deseas algo en tu vida, tienes que tomar la acción.

Si tenemos sueños y no vamos tras de ellos, no son sueños, son simplemente una ilusión, porque no estamos ejecutando, porque no nos estamos comprometiendo, porque no estamos siendo responsables con nosotros mismos e ideando los mecanismos intentando una y otra vez la cantidad de posibilidades y caminos que existen para llegar a un mismo lugar.

Y claro, para tomar acción es básico preguntarnos: ¿qué es lo que realmente queremos?, ¿a dónde queremos llegar?, ¿qué necesitamos desde donde estamos para llegar allí?, ¿qué tenemos que cambiar, modificar, aprender, sumar a nuestras vidas para llegar ahí?, ¿qué personas debemos conocer?, ¿qué pasos debo dar para lograr todo lo anterior?, ¿quién mas puede apoyarte en tu camino? Recuerda que con ayuda es fácil llegar a la meta en equipo; solo es complicado.

Como siempre debes tomar en cuenta que en todo camino vamos encontrar algunas piedritas, murallas, obstáculos. No renuncies a tus sueños solo porque algunos no creen en ellos si realmente lo que tú sientes que vas a realizar es un deseo de tu corazón y no un capricho por ser más o igual que alguien que conoces.

Recuerda que somos únicos y cada quien tiene un cometido en esta vida, por más que tú quieras vivir la vida de otra persona esa no es tu vida, no es la que te corresponde. Empieza a crear tu propia vida, empieza crear tus objetivos y aunque es bueno ver cómo han llegado a esa meta otras personas que ya la tienen y son exitosas en ese campo, no necesariamente quiere decir que lo que ellos hicieron te sirva a ti, lo que sí es que puede ser una buena referencia para no cometer algunos errores que ellos señalen y que tú te puedes ahorrar.
No dejes que el miedo o las personas que te dicen que no te quiten el anhelo, las ganas y la motivación de obtener lo que es tuyo, si es lo que tú sientes en tu corazón.

Recuerda, por ejemplo, que muchos de los inventos comenzaron con sueños literalmente en la noche.

La famosa teoría de la relatividad de Einstein vino de un sueño. Handel escuchó por primera vez “El Mesías” en un sueño. Elías Howe inventó la máquina de coser después de haberlo visto en un sueño. Y como bien dijo e hizo realidad Walt Disney, “si puedes soñarlo puedes lograrlo”.

Disfrutemos La Vida


Mi vida dista mucho de ser perfecta, y sé muy bien que jamás lo será, pero he aprendido a disfrutar las pequeñas cosas….desde un vaso de agua fría cuando más lo deseo, hasta una puesta de sol que tenga el honor de observar.

En este momento de mi vida emociono con detalles que a otras personas les parecería insignificantes, y celebro cada minuto de mi existencia, agradecida de vivir, porque como siempre digo, hay muchos que no tienen ese privilegio, no solamente a los que parten de este mundo, sino a los que aún están aquí, pero no se dan cuenta.

Y es que cada minuto cuenta, y el tiempo no regresa.  Y muchos aún no entendemos para qué estamos acá.  La vida no es fácil, hay problemas, pesares, dificultades, presiones, pero está en nosotros reconocer que nada de lo anterior es perenne y que todo tiene una caducidad.  Entonces, de qué sirve lamentarse, llorar, culpar?  De nada, la vida continúa pasando y vamos perdiendo ese tiempo precioso que no regresa.

Los tiempos malos llegan solos, y cuando llegan parece como si se detuviera el tiempo y se convierten en una eternidad.  Pero eso también pasa.

Simplemente vive.  Levántate cada día con la mejor actitud, da gracias a Dios por la oportunidad de abrir los ojos, por todo lo que te ha dado y te dará, presenta tu día a Él y entrégale todo lo que has de emprender. Luego salta de la cama con tu mejor sonrisa y decide amar a todos, especialmente a aquellos que menos lo merecen.

Siempre digo que es nuestra decisión ser feliz, y no porque lo leí por ahí, sino porque lo vivo cada día.  Abro mi corazón a Dios y le invito a quedarse en él, y con El, llega la paz, la templanza, la paciencia y  la tolerancia hacia los demás.  También llega el agradecimiento por todo lo que me llega, por lo bueno, por lo malo y por lo espectacular .

Seamos agradecidos, cada momento cuenta!




martes, 5 de diciembre de 2017

Vejentud



Dichoso el anciano que valora su ancianidad, porque en su atardecer sabrá dar gracias a Dios por el gran don de la vida. 

Dichoso el anciano que es portador de paz y energía creadora, porque contribuirá hasta el último momento a la construcción del mundo. Dichoso el anciano que se mantiene optimista, porque no tendrá la sensación de haber desperdiciado su vida.

Dichoso el anciano, que se acerca al sufrimiento de los demás, porque nunca carecerá de compañía. 

Dichoso el anciano que no fomenta el egoísmo de vivir buscando sus seguridades, porque las encontrará cubiertas todas por añadidura. Dichoso el anciano que viviendo su pobreza siembra alegría a su alrededor, porque conocerá el gozo de vivir. 

Dichoso el anciano que acepta con mirada confiada y serena sus limitaciones, porque descubrirá la felicidad de la sencillez.

Dichosos y felices todos los ancianos que encontrándose solos y abandonados continúan amando porque se sentirán amados por Dios. 

Desconozco su autor

Claro que uno no llega a la ancianidad de golpe sino a través de una vida y.... creo que según esa vida como se halla vivido, es nuestra "vejentud" (palabra que emplea el Dr. Tálice en lugar de ancianidad).
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No todos llegamos a adultos mayores con las mismas vivencias. 
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La Magia En Nuestra Vida


Nuestra alma anhela la magia. A los niños les encantan las historias sobre magia y los cuentos de hadas. A medida que nos hacemos mayores la fantasía y la magia siguen teniendo su lugar, pero cada vez es más fácil olvidar los “conjuros” que la generan. Atraer la magia a nuestra vida se convierte entonces en una necesidad vital.

Las historias sobre un mundo mágico invisible son atractivas para niños y adultos porque contienen en su narración los arquetipos antiguos que experimentamos en el viaje de nuestra vida. Estas historias abren nuestros sentidos, lo despiertan, de manera que podamos percibir la magia -sencilla, simple y maravillosa- que ya nos rodea todos los días.

Todos necesitamos magia y cuando renunciamos a ella es que algo falla. Pero la magia está en todo lo que nos rodea. Renunciar a ella es renunciar a una buena parte de nosotros mismos y de nuestras posibilidades.

De forma especial, son las circunstancias difíciles las que más parecen sumergirnos en esa dinámica adulta que tanto repele la magia. Esa dinámica de la que tanto se esconde el niño que todavía llevamos dentro: ya no es que no sea divertida, es que es angustiante.

Como adultos, a menudo nos encontramos atrapados resolviendo problemas, luchando -o protestando- contra las injusticias de las que nos sentimos víctimas. Circunstancias a las que tratamos de sobrevivir, mientras nos olvidamos de levantar la vista. La buena noticia es que es posible atraer o re-atraer la magia. Crear una visión mágica en las cosas más pequeñas es un estado mental, y todos tenemos el poder de crear nuestro  propio “botón mágico” que de paso a ese estado en cualquier momento.

“Solo hay dos maneras de vivir tu vida. Uno es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo fuera un milagro”.
-Albert Einstein-

Tu mente es increíblemente poderosa -mucho más de lo que piensas- y con un poco de entrenamiento puedes cambiar completamente tu mentalidad. Se trata de que tú también puedas atrapar todos esos momentos mágicos que has dejado de percibir persiguiendo al reloj, que al contrario que tú, no para en ninguna estación.

Cree en ti mismo
No puedes buscar belleza en el exterior si no eres capaz de verla dentro de ti. Si siempre buscas la aprobación externa perderás un tiempo muy valioso. Tiempo en el que podrías estar soñando con tu próximo gran proyecto o desarrollando una nueva habilidad que quieras aprender.


Cuando creemos en nosotros mismos y en nuestras habilidades, las posibilidades se hacen infinitas. Nos convertimos en seres creativos, nos atrevemos a soñar, nos atrevemos a crecer, nos atrevemos a compartir nuestras visiones y perdemos el miedo a ser ridiculizados por ello.

Desde Nuestro Interior


Cuando una persona no se acepta tal como es, no solamente tiene una pelea constante con ella misma y con el mundo, sino que no es capaz de conectar con su auténtica esencia, ya que la esencia de cada persona tiene una gran dosis de aceptación.

Son muchas las personas que no solamente tienen una pelea interna, por no aceptarse a ellas mismas, sino que también inician una carrera absurda en la que se proponen ser otras personas. Prefieren disfrazarse de lo que no son, en vez de aceptarse tal como son.

Pero lo cierto es que el mejor camino que puede elegir una persona, es el camino de la autenticidad, ese camino en el que esa persona se da cuenta de que la mezcla de las virtudes y los defectos, hacen la gran persona que es.

Si nos cuesta aceptarnos a nosotros mismos, debemos de tener claro que tenemos una gran ceguera, porque no somos capaces de ver las virtudes positivas que tenemos en nuestro interior, ya que nos hemos centrado en nuestros defectos.

Debemos de buscar el equilibrio a la hora de conocernos a nosotros mismos, ya que el desequilibrio puede llevarnos a enfocarnos más en nuestros defectos, y eso no nos va a dejar ver todo lo positivo que hay en nuestro interior.

Por eso, lo primero que tenemos que hacer cuando no somos capaces de aceptarnos a nosotros mismos, es preguntarnos si de verdad estamos conociéndonos bien a fondo, ya que si fuéramos capaces de profundizar de verdad en nuestro interior, seriamos capaces de encontrar verdaderos tesoros, que nos llevarían a aceptarnos con más facilidad.

Tener una vista más amplia hacia nuestro interior, nos ayudara a aceptarnos
Cuando abrimos nuestra vista positivamente hacia nuestro interior, y somos capaces de ver esa parte positiva, nuestros defectos no nos duelen tanto y nos es más fácil aceptarlos.

No debemos de olvidar, que incluso la persona con más defectos en el mundo, tiene un maravilloso fondo, y que si acaba creyendo en él, sobresaldrá por encima de sus defectos.

Tampoco debemos de olvidar, que todo en nosotros tiene algo importante que hacer en nuestra evolución, y que nuestros defectos, nos pueden ayudar a conocernos más, a superarnos a nosotros mismos, e incluso a aceptar y a ser más tolerantes con los demás.



lunes, 4 de diciembre de 2017

La Universidad De La Vida



¿Cuántos hemos pensando en darnos un año libre al finalizar el cole? Pero, ¿qué nos da la seguridad de que luego nos será tan fácil tomar la decisión de volver a estudiar? Por eso hoy te queremos hablar más sobre este tema para que tomes en cuenta todas las variables y aproveches el tiempo a tu favor.

La expectativa de saber qué vamos a hacer cuando salgamos del cole se puede resolver de varias maneras: estudiar, trabajar, una combinación de ambas o aprender en el camino. Pero, ¿aprender qué?

¡No nos desesperemos! La vida de por sí ya es una escuela de aprendizaje en la que nadie lleva los mismos cursos. Pero para que nos vaya bien debemos prepararnos lo mejor posible y alcanzar un desarrollo personal, emocional, físico y profesional positivo. Y es en este último en el que nos vamos a enfocar.

Estudiar es una de las mejores formas para alcanzar una vida más equilibrada. Actualmente, las generaciones que no tuvieron las mismas oportunidades como la nuestra han tenido que enfrentarse a situaciones de desempleo más severas que quienes sí estudiaron. ¿Por qué? Porque ya no es suficiente contar con un título de bachillerato en educación media para conseguir un trabajo estable, bien remunerado y que te permita vivir y disfrutar de la vida sin tanto estrés.

Es cierto que un título no te resuelve la vida, pero si te ayuda a resolver una parte muy importante de ella: el trabajo, que te proporciona más estabilidad económica y social y por ende, un mejor estilo de vida.

Pensar a futuro: sin importar cuáles son tus visiones a futuro, estudiar es muy importante. Entonces, pensá en cuáles son tus propósitos y que necesitas para lograrlos. Incluso si lo único que querés hacer es viajar por el mundo, tenés que aprender idiomas.

Emprendedurismo: En la actualidad no necesitas ser empleado de alguien para obtener estabilidad laboral. Ahora puedes poner tu propio negocio, con esfuerzo, paciencia y metas claras. Pero para que un proyecto camine bien necesitamos saber administrar, diseñar, comercializar, entre otros, y esto no se aprende de la nada. La preparación académica es esencial para que podás aplicarlo en el modelo de negocios que querés para tu proyecto soñado.

Proyecto de vida: plantearte metas a corto plazo te impulsa a lograrlas, y con cada una que realices contribuirás a esa gran meta que es tu proyecto de vida. Así que piensa y repiensa la mejor manera de llegar con éxito a la cima de tus metas.

¿Descansar?
Descansar no significa no hacer nada. Las carreras que ofrecen las universidades se llaman así pero no porque tengas que sacarlas “a la carrera”. La carrera universitaria es una etapa más de la vida y la ventaja es que podes llevar los cursos que quieras, a tu ritmo y moviendo las fichas, de manera que logres concluir tus estudios sin dejar de lado otras responsabilidades y proyectos. Entonces, ese merecido descanso puede estar combinado con un medio tiempo de estudio.

Si definitivamente no querés entrar a la U o no estás seguro de qué estudiar, es importante que no desaproveches el tiempo. Esto sería la peor idea y en algún momento te podrías arrepentir.

Así que podes ir creando tu currículum, ya sea con voluntariados, pasantías, técnicos o cursos libres. 

¿Todavía querés estudiar en la universidad de la vida? Suma los pros y los contras; y como se suele decir: lo barato sale caro.


Las Preguntas


Cuando haces preguntas esenciales, llegas al centro de un tema, de un asunto y te preparas para aprender conceptos y encontrar el sentido de tu vida. ¿O cómo crees que han sucedido los cambios que generaron el desarrollo? Alguien, en un momento dado hizo las preguntas precisas que llevaron a buscar las razones de ciertos fenómenos, comportamientos, modificaciones…Cuando un campo del conocimiento deja de hacer preguntas, sencillamente muere. Y en la vida cotidiana también las preguntas desempeñan un papel importante; preguntarte sobre lo que quieres de tu vida, por qué, cómo, con quién, cuándo… son interrogantes que te permitirán tomar las riendas de tu existencia y no permitir que fuerzas externas te lleven a lugares o situaciones que no deseas. 

Por todas las razones anteriores, a continuación vas a ahondar un poco en este asunto de hacer preguntas. 

¿Qué es una pregunta?
Una pregunta es una interpelación que se realiza con la intención de obtener algún tipo de información. Con esta interrogación, se espera recibir una respuesta que incluya los datos buscados.

Clases de preguntas
En términos generales se puede decir que hay 5 clases de preguntas:

Preguntas abiertas. Aquellas que no se pueden contestar con un “no” o un “si”. Su fuerza estriba en solicitar información sobre emociones y pensamientos. Las preguntas abiertas se utilizan para obtener información. Se diseñan para averiguar lo que hay en la mente, mientras se van produciendo las propias ideas, se apoyan en el qué y quién, en el cómo, el cuándo, el donde y el por qué.

Preguntas reflexivas. Piden una consideración previa y su posterior conversión en otra pregunta formulada con otra fraseología. La pregunta reflexiva da la oportunidad de volver a pensar, de reconsiderar o de volver a manifestar los pensamientos e ideas que le han llevado a dar la respuesta anterior. Ayudan a aclarar y a definir áreas de preocupación de las que puede no ser consciente o que no ha sido capaz de expresar. Por ejemplo ¿Quiere decir que…? ¿Ya probó algo parecido, y le parece que…?

Preguntas directivas. Dirigen la atención hacia la decisión que tu desees que tome. Expone una idea dada o un punto de vista determinado, las palabras “podría o debería” como todas las utilizadas en condicional exponen una idea, clarifican un pensamiento o ayudan a comprender una ventaja.

¿Cuánto tiempo cree usted que podría ahorrarle esta ventaja? ¿De qué manera sería mejor el nuevo plan más que el antiguo?

Preguntas de opción múltiple. Son una forma de pregunta directa, se pueden utilizar para conducir hacia la venta. Pueden dirigir la atención hacia un tipo de decisión, por ejemplo ¿El rojo o el negro? ¿Preferiría llevarse 2 con el 15% de descuento?

Preguntas cerradas. Requieren un “si” o un “no” o un simple dato por respuesta. Estas son útiles para estrechar el círculo de opciones con rapidez. ¿Entiende lo que le quiero decir? ¿Me quieres?
Cuando estás leyendo un texto académico y literario, también deberías hacer preguntas con el fin de lograr una comprensión amplia del escrito.  Éstas, estarán referidas a los niveles de lectura así:
Preguntas literales serán aquellas cuyas respuestas se encuentran en el discurso.

Preguntas inferenciales son las que te implican deducir la respuesta de unos datos o pistas que están dados en el escrito.

Las preguntas de valor, te exigen hacer juicios de valor o reflexiones surgidas con la lectura.

¿Para qué se hacen preguntas?
Si bien la respuesta pudiera parecer obvia, “para saber algo que no sé”, es importante profundizar un poco sobre los motivos que pueden llevarte a formular un interrogante.  Por ejemplo, si de verdad tienes interés en conocer más sobre un asunto o interesarte por la situación de alguien, tus preguntas serán auténticas y vas a buscar las respuestas. 

No te mueve el deseo de hacer notar que sabes más que los demás o cumplir con una norma de educación.  A partir de esta manera de  buscar, surgen las preguntas generadoras, que son aquellas que te impulsan a indagar, consultar fuentes, datos para establecer nuevas conexiones y relaciones. 


El Poder De La Mente



Cómo cambiar de vida y por dónde empezar
El poder de la inteligencia emocional es fundamental para iniciar un nuevo camino y para potenciar el camino actual. Gracias a ella podemos detectar y percibir prioridades y necesidades y dar pie a que se active nuestra voluntad.

La inteligencia no es suficiente para triunfar en el mundo de hoy, se necesitan ideas creativas para avanzar y sobre todo determinación. Todos somos creadores de nuestra vida según nuestras creencias y nuestros valores.

Hoy día salir adelante no es para los mejores, ni para los más inteligentes sino para los que se atreven a profundizar en sus sueños y manifestarlos con claridad y determinación.

Beneficios de una buena motivación personal
La perseverancia y la confianza en sí mismos.
La transformación de la visión del pasado de manera positiva.
La gestión de los pensamientos negativos para estimular nuevas soluciones.
La gestión del cambio con flexibilidad y constante adaptación personal.
La flexibilidad y la corrección del error como medio para aprender más.
La creatividad para ser artistas de la propia vida.
La teoría psicológica de los “Big Five”

Existen cinco grandes dimensiones del carácter que ayudan a entender mejor la propia personalidad.
Sociabilidad. Describe el grado de bienestar en las relaciones con otras personas.

Afabilidad. Indica la tendencia a la adaptación a los demás con conductas de confianza en los otros, cooperación o simpatía.

Tesón. Se refiere a la persona con disciplina, responsabilidad, persistencia y orientación al logro.

Estabilidad emocional. Muestra la disposición de la persona a soportar tensión. Los individuos más estables se muestran despreocupados, seguros de sí mismos y relajados.

Apertura a la experiencia. Indica el gusto por lo novedoso, refleja la imaginación, curiosidad y apertura al cambio.

Lo más importante es tener presente que sea cual sea el tipo de personalidad que nos caracteriza, todos tenemos la posibilidad de vivir dando lo mejor de nosotros mismos desde el momento que nos decidimos a activar nuestra voluntad por algo que valga la pena en nuestra vida personal y en nuestro desarrollo social, familiar o profesional.

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Diferencias Sociales


Hay momentos y días en que las diferencias sociales, culturales o religiosas nos parecen, de una vez por todas, prescritas e insalvables. En esos momentos solemos resaltar las dramáticas diferencias existentes entre nuestra cultura, nuestros valores y nuestros ideales, y las culturas ajenas; cuando éstas intentan, por ejemplo, legitimar ciertas medidas punitivas humillantes o letales basándose en motivos religiosos.

Sin embargo, en cuanto reconocemos ese mismo potencial destructivo en la historia de nuestra civilización y recordamos nuestras capacidades autorreflexivas y autocríticas, se incrementa de nuevo en nosotros el anhelo de diálogo. ¿Cómo podemos entender lo que nos ha impulsado a nosotros y a los Otros a adoptar determinadas maneras de pensar y de actuar? El hecho mismo de que existan diferencias entre nosotros y que nos consideremos mutuamente seres curiosos, e incluso extraños, ¿no es acaso, en el fondo, más elemental, si se quiere: más natural que lo que nos une?

Resulta mucho más obvio, por tanto, partir de la experiencia de la diferencia en nuestra vida personal, comunitaria y social y restarle un poco de esa mácula que se le atribuye. ¿Acaso la diferencia –y con ella todo lo ajeno– no nos resulta más próxima y familiar de lo que creemos habitualmente?

No podemos dejar de ver lo que nos es familiar, en un principio, como lo propio. Lo que no se corresponde con eso, es lo ajeno o extraño, lo lejano, lo poco familiar, y muy pronto pasamos a decir que es lo inquietante. El extraño es la encarnación de todo lo que nos provoca miedo. Sobre el extraño, cualquiera, en la propia sociedad, puede proyectar lo que él mismo no quiere percibir y que constituyen esos lados sombríos que habitan en la propia persona, sobre todo ese carácter impredecible tan propio de la naturaleza humana. Al extraño le atribuimos todo ese recelo latente en nosotros y que sentimos hacia nosotros mismos. Necesitamos al extraño para sentirnos seres normales, correctos y fiables.

En este punto, el artista se separa con toda decisión de la generalidad. Porque él se experimenta a sí mismo como ser creativo no en el rechazo, sino en la tarea de hacer presente lo que se manifiesta como extraño. Cualquier visita a un museo nos lo demuestra: el arte despliega una buena parte de su fuerza creadora de formas precisamente al impregnarse de eso que a nosotros nos parece propio y de aquello que nos parece ajeno.

En el ámbito de las artes plásticas, la más interesante impregnación de formas y visiones europeas y no europeas se produjo en los años posteriores a 1905. El arte europeo –lo mismo tratándose de Picasso, de Klee, de Brancusi o de Georges Braque–, no hubiera podido renovarse en el siglo XX por sí mismo. Y por ello se empapó de los néctares ajenos y la visionaria fuerza imaginativa que se expresa, por ejemplo, en la escultura primitiva. Ese arte presintió la fuerza que encarnaba la llamada escultura negra y extrapoló esa fuerza al propio proceso productivo. Con ello, procedió según un principio que supo apropiarse de algo y, al mismo tiempo, ser creativo.

Con el descubrimiento, sobre todo, que hicieron Picasso y los fovistas de las máscaras africanas y las procedentes de Oceanía, y la formación de una nueva mirada plástica por parte de los cubistas, el arte tribal –también conocido como art nègre– se convirtió en un modelo o Vor-Bild (o sea una imagen que tenemos delante y que se copia), una especie de “afinidad electiva” de la modernidad. Mientras que el artista, en ese encuentro constante consigo mismo y con lo ajeno, trata abiertamente toda clase de rupturas y pruebas de dichas rupturas –precisamente ahí se halla en su elemento–, nosotros, los que vivimos fuera de la práctica artística, vimos casi siempre con la idea de que deberíamos aspirar a la homogeneidad en todo.

Sin embargo, a decir verdad, lo no unificado, la diferencia y la heterogeneidad constituyen también nuestro elemento, un elemento en el que siempre nos encontramos y en el que normalmente nos sentimos bien. Y esto ocurre a todos los niveles: en los grupos más pequeños, en las comunidades, y así sucesivamente hasta llegar a las grandes formas sociales, todos están marcados por modos de comportamiento extremadamente divergentes, por actitudes, posiciones, rituales, juicios y prejuicios que difieren mucho entre sí; y mucho más patente se hace esto en el caso de esas grandes formas a las que llamamos “continentes”. Apenas es posible imaginar una estructura social y cultural más heterogénea que la del continente africano. Sin embargo, seguimos actuando como si hubiera una sola África.

Pero también en el ámbito de la vida individual coqueteamos constantemente con ese constructo de unidades, hablamos de un Yo y de una identidad, y todo a sabiendas de que cada Yo es infinito, que oculta en sí una cantidad enorme de facetas, y que la identidad no es más que una ficción, si bien extremadamente necesaria. También en las relaciones personales –desde las amistades y las historias de amor hasta el matrimonio y la familia– nos esforzamos mucho (a veces incluso de mala gana) para recalcar nuestras diferencias. Sin embargo, luego tenemos que comprobar que precisamente en el reconocimiento y el aprecio de las diferencias podemos seguir desarrollándonos. 

En la homogeneidad nos aburrimos rápidamente; la diferencia, en cambio, nos aviva, nos inspira, nos incita a la actividad y a la creatividad. Visto así, ¿no es la vivencia de la diferencia, en su núcleo, algo artístico?
Los artistas, como los etnólogos, experimentan que lo ajeno sólo nos parece ajeno y “exótico” desde nuestra propia perspectiva. El Otro, el extraño, sin embargo, no es más que un alter ego de cada persona. La mayor parte de las veces partimos de la idea de que lo propio tiene una realidad per se, sin una figura opuesta, pero luego tenemos que comprobar, muchas veces con horror, cuánto de extrañeza y de ajeno hay en nosotros, a la vista de algunas acciones y de perturbadores escenarios oníricos.

Como miembros de formaciones geográficas y sociales con una cantidad extrema de etnias y religiones –ya se llamen África, Asia, América del Norte o del Sur o Europa–, en realidad estamos preparados, tanto desde el punto de vista histórico como en nuestra memoria colectiva, de la mejor manera para tratar la diversidad y el multiculturalismo. En nuestro origen, somos artistas, es decir, transformers.

No olvidemos, a pesar de toda amenaza por parte de lo ajeno, que la tensión entre lo propio y lo ajeno nos convierte en seres creativos y que nos abre para la figura del visionario. Es algo que experimentamos también en el día a día: como ciudadanos con conciencia política, respiramos con alivio cuando la política no intenta, desde el principio, eliminar ciertos elementos de la sociedad que nos parecen ajenos y molestos (por ejemplo, determinadas particularidades, modos de comportamiento, ceremonias y tradiciones de vestimenta), sino que se abre al proceso de transformaciones y cambios recíprocos.

Únicamente en ese sentido puede tomarse en serio el discurso acerca del “diálogo de las culturas”. El hecho de que surjan resistencias por ambas partes en ese proceso es algo que no se puede eludir. Objetivos tan ambiciosos como la creación de un “mapa democrático universal” o de una “civilización global” sólo podremos vislumbrarlos si, desde la base, se le otorga al hecho fehaciente de la diferencia un significado positivo.

En su esencia, todos los seres humanos –tengan la profesión que tengan– podrían sentirse como codiseñadores del mundo; ese mundo que nos depara tantas preocupaciones con sus potenciales destructivos, tan tensos y a punto de explotar; un mundo que nos muestra abismos y nos involucra en catástrofes que a veces nos sobrepasan. Ése, sin embargo, es nuestro mundo. Y en medio de ese mundo creamos sin cesar, nos abrimos a esas felices convergencias de lenguajes artísticos y formas sonoras. Aun cuando la política se ocupe de una variedad de sistemas, lenguajes y formas de expresión que en la mayoría de los casos queda ensombrecida por conflictos difíciles de conciliar, ella, en su núcleo y en su potencial, es un acto creativo. Constituye una polifonía y una diversidad traducida en actos, una exploración de lo ajeno relacionada con las acciones.
Tanto más asombroso resulta, pues, que se les pida consejos a los etnólogos sólo en casos excepcionales cuando se trata de ciertos acontecimientos de carácter político. En época de los presidentes federales alemanes Johannes Rau, Roman Herzog y Richard von Weizsäcker, existió durante un tiempo el proyecto de un “Parlamento Europeo de las Culturas”. La idea era que, a la hora de juzgar ciertos conflictos nacionales e internacionales, se llamara como algo obvio, en calidad de asesores, a etnólogos occidentales y de las respectivas sociedades afectadas. Hasta ahora no hay aún apenas experiencias ni conceptos para la cooperación entre las políticas internas y externas y la etnología.

En la medida en que establecemos un intercambio político con otras personas (sobre todo de culturas ajenas), aprendemos siempre algo sobre nosotros mismos, algo que hasta entonces permanecía oculto para nosotros y que esperaba ser descubierto y llamado a la vida. La música, las artes plásticas y la literatura diferentes –sobre todo cuando encierran mucha historia– nos ponen en contacto con lo que aún no se ha vuelto realidad, lo inconsciente y lo imaginario que hay en nosotros.

La política y el arte deberían ser siempre reflexión: una reflexión sobre la interacción en conjunto; una valoración de la dinámica entre los mundos interiores y los mundos exteriores de quienes participan en ellas y de todo el corpus general, es decir, de la estructura más general. Por lo tanto, parece posible establecer una relación entre la política y el arte.


El hombre, desde su base, es un ser etnológico que se diseña a sí mismo siempre en una relación con lo ajeno en lo externo y en su “África interior”, como llamaba Sigmund Freud al alma. Nadie quiere, a fin de cuentas –y de eso estoy convencido– definirse a sí mismo sólo a través de lo que le resulta familiar. Todos queremos ser un ser cultural que, gracias a su fuerza creativa y modeladora, sea parte de la sociedad y de ese todo que trasciende a la sociedad propia y que llamamos “mundo”. 

Dar Sin Esperar Retribución



En la vida en algún momento nos creemos y nos ilusionamos esperando alguna cierta “recompensa” o algún tipo de “sorpresa” de parte de otra persona. Nosotros lo damos todo y aunque está bien dicho que no pidas nada a cambio por lo que tu des, indirectamente siempre esperamos algo de otra persona, si no es lo mismo o parecido a lo que tú haces o das, simplemente algo que haga ver nuestra recompensa por lo bien (o mal) que vamos con las cosas.

Cuando terminas una relación te pasas días, semanas, meses…machado y podrido pero con cierta fe e ilusión de que la otra persona está sufriendo por ti, te echa de menos, y está deseando al menos escuchar tu voz para saber cómo estas. Ya que, indirectamente, nos sentimos culpables de todo lo malo que le pase a esa persona porque tiempo atrás siempre estabas ahí en todo. No caigamos en el error. Como bien acabo de decir, nos ilusionamos y pensamos que es así y nos puedan llegar a sorprender. Nada más lejos de la realidad, no es así.

Con una sola llamada, conversación, o mensaje, te das cuenta que solo estás haciendo el ridículo. Mientras la otra persona le da igual todo y se dedica a decirte que la dejes en paz y hagas tu vida, tú has estado soñando día y noche con que esa persona hacia lo mismo contigo y en el fondo deseaba hablarte y estar a tu lado.

Te sientes ridículo nuevamente, tristeza, rabia, odio…así transcurren tres sentimientos en menos de cinco segundos por lo que acaba de suceder. Pero no, la última, odio, difícil sentirlo cuando amabas a tu pareja, amistad… realmente. Si alguien de verdad te quiere o te quiso, tarde o temprano, siempre volverá, mientras, no esperes nada e intenta no soñar porque transformaras tu vida en una pesadilla.

Nunca esperes nada de nadie y así no seremos defraudados. Suerte a aquellas personas que les den y les sorprendan día a día y enhorabuena. A los que no, adelante. Se tú mismo y no dejes que esas desilusiones acaben contigo y con tu ilusión, por la vida, la amistad, y el amor.

Eso sí, lo mejor es aprender a volar solos, no vaya a ser que tanta espera de algo o de alguien se demore hasta acabar estampados en nuestra… querida estampa.

Aunque yo cambiaria un poco la última parte. Y es que deberás tener esperanza porque si la pierdes y esas desilusiones acaban contigo… entonces te conviertes en un mero especulador.


Trascender Límites


Estamos a solo unas cuantas semanas de que termine el año y como es usual en diciembre, durante el mes nos dedicamos a revisar las cosas importantes que nos sucedieron desde que comenzó el año.
Es un periodo además donde sentimos que tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo y a veces nos comprometemos con resoluciones y propósitos que por ejemplo, nos ayudarían a ser mejores personas, cuidar más nuestra salud o estar más en contacto con nuestros seres queridos.

Sin embargo la mayoría de las resoluciones y propósitos nos cuesta mucho mantenerlos y eso aumenta nuestra frustración respecto al tema que hemos elegido cambiar o ajustar a través de ellas.
Por eso es que este fin de año mi sugerencia es que no pienses en resoluciones y en cambio pienses en límites y te prometas solamente ir un poco más allá de ellos.

¿Cuánto tiempo puedes correr sin cansarte? ¿Un minuto? ¿5 minutos? ¿10 minutos? ¿Una hora?
Tu respuesta es tu límite en lo que a eso respecta, y solo puedes trascenderlo cuando lo conoces, y es algo que además debes hacer poco a poco, que necesita de trabajo, atención y consciencia.

Mientras creces aprendes cuáles son los límites de las cosas para mantenerte a salvo. Conoces así cuál es tu límite para saltar, para correr, para relacionarte con tus amigos, para estudiar e incluso cuál es tu límite para amar. Algunos los pones tú a través de lo que experimentas en la vida, y otros los tomas por lo que te cuentan tu familia o amigos respecto a las cosas.

Es algo que hacemos de forma inconsciente en nuestro crecimiento y una vez que ponemos ese límite, creamos un muro en nuestra experiencia que no nos permite ir más allá a menos que lo hagamos de forma totalmente consciente y con plena atención de estar trabajando y trascendiendo el límite.

Un viejo adagio dice que “no se le pueden enseñar nuevos trucos a un perro viejo”, y aquello es lo que sucede cuando decidimos quedarnos dentro de los límites conocidos ya sea por seguridad o comodidad. Porque dejar de trascender los límites que nos colocamos mientras crecemos es dejar de crecer y detener el avance de la fuerza de la vida en nosotros y el impulso de innovación y evolución que todos los humanos poseemos.

Entonces la invitación es a que durante diciembre busques tus límites. ¿Qué no te atreves a aprender? ¿Qué no te atreves a hacer? Y durante el 2018 llega a ellos y poco a poco atraviésalos y descubre que hay más allá de ellos.


domingo, 3 de diciembre de 2017

Diversidad


Diversidad cultural y Derechos Humanos

Conviene aclarar que la defensa de la diversidad cultural no significa aceptar que todo vale, que todo lo que los pueblos crean sea siempre bueno. Lo que es siempre bueno, en cualquier dominio, es la diversidad… si es auténtica, es decir, si no hay imposición forzada de unas formas sobre las otras. 

Y cabe afirmar eso, entre otras razones, precisamente porque no todo vale. A menudo es el contacto entre diferentes culturas lo que permite cuestionar los aspectos negativos y aprovechar los positivos de cada una de ellas. Podemos concluir que la diversidad cultural es siempre positiva en sí misma porque nos hace ver que no hay una única solución a los problemas, una única ley incuestionable… y eso nos autoriza a pensar en distintas posibilidades, a optar sin quedar prisioneros de una única norma. Con otras palabras, en situaciones de libertad, ninguna peculiaridad cultural, digamos "regresiva", acaba imponiéndose a otras más avanzadas, más satisfactorias para la generalidad de las personas.

Algunos se preguntan, sin embargo, si ello no supone una homogeneización, una pérdida de diversidad cultural. ¿No se puede caer en etnocentrismos estrechos? ¿Por qué, por ejemplo, hay que imponer a otros pueblos los derechos humanos propios de la civilización occidental?

Para empezar, los derechos humanos, no pertenecen a la cultura occidental; son el fruto reciente y todavía incompleto de una batalla contra las tradiciones opresivas presentes en todas las culturas. Y se apoyan en elementos liberadores presentes también en las diversas culturas. No se puede hablar, como han hecho algunos líderes políticos, de la "superioridad de la tradición cultural occidental" porque respeta los derechos humanos y reconoce la igualdad de derechos de ambos sexos… olvidando que hasta hace muy poco ninguna mujer tenía derecho a votar, ni podía viajar a otro país, ni tampoco realizar una transacción económica de alguna entidad sin permiso del marido, y olvidando también que en esos países de “tradición cultural occidental” algunos derechos humanos reconocidos son frecuentemente violados.

No tiene sentido hablar de los derechos humanos como una imposición de la cultura occidental, ni como un ataque a la diversidad cultural. Se trata de un movimiento transversal que recorre todas las culturas y que va abriéndose paso con mayor o menor dificultad en todas ellas. Cuando el burka y todo lo que representa constituya un objeto visible únicamente en los museos, ello no constituirá ninguna pérdida de diversidad cultural, sino que significará el fin de una trasgresión de derechos fundamentales de las mujeres, liberará la creatividad de un segmento importante de la humanidad y dará paso a nuevas creaciones culturales.

Pero, ¿no nos condena eso a la homogeneización, a la pérdida de la diversidad cultural? "¿No nos estaremos yendo -se pregunta Maalouf, criticando el actual proceso de globalización- hacia un mundo gris en el que pronto no se hablará más que una lengua, en el que todos compartiremos unas cuantas e iguales creencias mínimas, en el que todos veremos en la televisión las mismas series americanas mordisqueando los mismos sándwiches?".

Hoy existen riesgos serios, muy serios, sin duda, de pérdidas irreparables del patrimonio cultural de la humanidad: ya hemos hablado de las miles de lenguas y otras aportaciones culturales en peligro. Pero el hecho mismo de tener conciencia de los riesgos crea condiciones para atajarlos. El verdadero peligro estriba, ante todo, en no ser conscientes de los problemas o en tener una percepción equivocada de los mismos.

Por eso es importante profundizar en los problemas y no contentarse con los tópicos. Es necesario, pues, analizar más detenidamente ese proceso de globalización o mundialización cuyos efectos homogeneizadores tanto asustan a algunas personas. Quizás ello nos permita ver que no todos los signos son tan negativos y podamos separar el grano de la paja.


Humanismo


El concepto de ‘condición humana’ tiene una larga tradición en filosofía. Expresa una manera de ‘estar en el mundo’ específica, viviendo y actuando en él. La «condición» (cambiante, social) expresa lo opuesto a la «naturaleza» (biológica, eterna, intransformable). En tal sentido la condición humana permite una respuesta al problema del mal radical: el mal pertenece a la naturaleza y sólo la ‘condición’ (política) permite abordarlo. 

Con la naturaleza no se dialoga, pues ella se impone; la ‘condición’ en cambio, y por decirlo en los términos de Jaspers, no es «ser-así» sino «poder-ser», libertad en definitiva. LA CONDICIÓN HUMANA de Arendt da por supuesto que el lector conoce la distinción entre «naturaleza» y «condición» antes de ponerse a leer el libro (circunstancia que en los tiempos que corren no siempre es puede darse por descontada).

Fue Montaigne quien empezó a hablar de «l’humaine condition» Cuando Montaigne afirma que: «Cada hombre lleva la forma de la humana condición» (ESSAIS, II, XIII) no intenta en modo alguno definir un concepto de humanidad que ofrezca a cada hombre su norma o su medida. 

Lo que Montaigne pretende expresar es que no existe una representación universal del hombre sino tan solo seres humanos concretos. La condición no es algo privativo de los ‘grandes’, sino propia y específica de cada cual en su diferencia  — y de esa manera su afirmación es antiplatónica.   

Pero para un lector de 1958, ‘condición humana’ era especialmente un concepto que resonaba previamente en EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO de Sartre, en el pensamiento de Jaspers y en una novela de André Malraux de título homónimo que hoy es poco leída, pero cuyo influjo fue fundamental en su época.

Arendt retoma el concepto de ‘condición humana’ desde Sartre que en EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO había escrito: «No es por azar que los pensadores de hoy hablan más habitualmente de la condición del hombre que de su naturaleza. Por condición entienden con más o menos claridad el conjunto de los límites a priori que esbozan su situación fundamental en el universo».

En una lectura atenta del párrafo sartriano antes citado podrían analizarse tres cuestiones. Por una parte la ya referida de la concurrencia entre condición y naturaleza. En segundo lugar está el tema de los límites a priori. Para Sartre hay otros límites (el trabajo, la muerte) cuya característica es la necesidad. 

Esos límites no son puramente objetivos sólo por aparecer universalmente, sino que tienen un aspecto subjetivo en la medida en que son «vividos»; el hombre «se determina libremente en relación a ellos» e intenta «franquear esos límites para retrasarlos, para negarlos o para acomodarse». 

Finalmente, como tercera cuestión, Sartre conviene que la condición humana es una denominación abierta con el inconveniente (que para Jaspers y Arendt es oportunidad) de existir en una ambigüedad constitutiva.


La condición humana (que se ha vuelto problemática y todavía más frágil con la bomba atómica, un tema que obsesiona a Jaspers a lo largo de toda la postguerra) es a la vez finitud y posibilidad. La aportación arendtiana se sitúa en este contexto añadiendo la politización del concepto y su vinculación a la técnica, leída (no se olvide) desde el impacto de la bomba atómica en Jaspers y en la traumatizada opinión pública alemana de su época.      

Incoherencias


"No vi nada" - Si no viste nada, entonces es que viste algo y ese algo no podía ser nada porque si hay algo entonces no puede haber nada pero si no puede haber nada entonces tiene que haber algo ya que o hay nada o hay algo.

"No quise nada" - Si no quisiste nada significa que no había algo y no puedes rechazar nada si no es algo pero si es algo, ya no es nada. Entonces no quisiste nada sinó algo que no es nada por lo que no habrías querido nada.

"No tengo nada" - Es decir, que realmente tienes algo, porque "no tener nada" es que se tiene ausencia de la nada, o sea que se tiene algo. Si realmente no tuvieras algo, dirías "no tengo algo". En el peor de los casos, quien dice no tener nada en absoluto, es porque lo tiene todo en la vida.

"No sé nada" - Si sabes que no sabes nada, sabes algo. Como sabes algo, no es verdad que no sepas nada. Entonces deberías decir que no sabes nada, excepto que sabes que no sabes nada excepto esto mismo. En conclusión: sabes que no sabes nada o NIEGAS que sabes nada.

"-¿Qué haces? -Nada". No se puede contestar eso ante una pregunta porque es evidente que se está haciendo algo. Se está contestando a la pregunta sobre qué se está haciendo. Ah, también estás respirando y realizando toda clase de procesos orgánicos involuntarios. Además, si dices que haces "nada" estás hablando incorrectamente. La respuesta correcta seria "nado" de nadar.

"Yo vivo en Filadelfia". No puedes decir que vives en filadelfia, porque filadelfia es la nada, y un ser no puede vivir en la nada, porque la convertiría en algo, y entonces crearía un dolor de cabeza universal, y la destrucción de todo y de todos, en conclusión, el hecho de decir que vives en filadelfia no te hace mejor persona, te deja como un idiota.

Conclusión: El iluso que inventó esas frases debería reemplazar Nada por Algo. ¿O no? Porque si no viste algo, quizá viste nada, o quizá viste un cachorro. ¿O no?


¿Cómo Sabes Lo Que Sabes?


Hace muchos años, en una pobre aldea china vivía un labrador con su hijo. Su único bien material, aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre.

Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos —que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia— acudieron a su casa para decirle cuánto lamentaban lo ocurrido.

Él les agradeció la visita, pero preguntó:

¿Cómo podéis saber que lo que ocurrió ha sido una desgracia en mi vida?
Ante estas palabras alguien comentó en voz baja con un amigo:
«Él no quiere aceptar la realidad, dejemos que piense lo que quiera, con tal que no se entristezca por lo ocurrido».
Y los vecinos se marcharon, fingiendo estar de acuerdo con lo que habían escuchado.

Una semana después, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía. Al saber eso los habitantes de la aldea alborozados, porque sólo ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado, retornaron a casa del labrador para felicitarlo por su suerte.

Antes tenías sólo un caballo, y ahora tienes dos. ¡Felicitaciones!—dijeron.
Muchas gracias por la visita y por vuestra solidaridad —respondió el labrador. ¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?

Desconcertados, y pensando que el hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon, comentando por el camino:
¿Será posible que este hombre no entienda que Dios le ha enviado un regalo?».

Pasado un mes, el hijo del labrador decidió domesticar a la yegua. Pero el animal saltó de una manera inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída rompiéndose una pierna.
Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre diciendo que todos estaban muy tristes por lo que había sucedido.

El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó:
¿Cómo podéis vosotros saber si lo ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?
Esta frase dejó a todos estupefactos, pues nadie puede tener la menor duda de que un accidente con un hijo es una verdadera tragedia.
Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí:
Realmente se ha vuelto loco; su único hijo se puede quedar cojo para siempre y aún tiene dudas de que lo ocurrido es una desgracia.

Transcurrieron algunos meses y el Japón declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes excepto al hijo del labrador que estaba con la pierna rota.

Ninguno de los muchachos retornó vivo. El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron vendidas y rindieron un buen dinero. El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos.

Siempre que alguno de ellos se quejaba el labrador decía:
¿Cómo sabes si esto es una desgracia? Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba:
¿Cómo sabes si eso es una bendición?
Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.

Y tú, ¿cómo ves y consideras las cosas que te suceden?
¿Te dejas llevar por el primer impulso y el primer pensamiento sobre las situaciones que vives y las personas con las que te relacionas?
¿O buscas el sentido y el significado que puede enriquecer tu vida? 



Epistemología

Filosofía

Si echamos un vistazo a lo que dice Wikipedia sobre el término, podemos leer:
La epistemología (del griego ἐπιστήμη epistḗmē, “conocimiento”, y λόγος lógos, “estudio”) es la rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es el conocimiento.

La epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento, y los criterios por los cuales se lo justifica o invalida, así como la definición clara y precisa de los conceptos epistémicos más usuales, tales como verdad, objetividad, realidad o justificación.

Suena interesante, ¿no? Hoy os propongo que aprendamos un poco más sobre ¿cómo sabemos que sabemos lo que sabemos?

El Rol de la Percepción en el Conocimiento
Es difícil imaginar un mundo que existe fuera de lo que podemos percibir. En el esfuerzo que hacemos para tirar a delante diariamente, sin chocar con nuestros coches o alguna otra calamidad, hacemos asunciones sobre los objetos de nuestro mundo físico. Su continuidad, su comportamiento.

Algunas de estas asunciones están basadas en nuestra propia experiencia, otras en el conocimiento que hemos recibido de la experiencia de otras personas y, otras son inferencias lógicas.

Sea como fuere, la experiencia viene a través de los lentes de la percepción. Como se ven las cosas, como se sienten, como suenan.

Nuestro entendimiento de mundo y nuestra interacción con él viene a través de instrumentos particulares del cuerpo humano (ojos, orejas, dedos,…). La mayoría de nosotros podemos entender intuitivamente la subjetividad de algunas de nuestras percepciones.