Nos han vendido la sociedad del éxito, de la competencia, de la
idealización del liderazgo con
sus objetivos, resultados y rendimiento, pero lo que estamos sufriendo es la
sociedad del cansancio. Nadie explica la real dimensión de la gestión del
poder, ni las “cualidades” indiscutibles que se necesitan para alcanzarlo.
Desde la escuela se nos enseña que tenemos que estudiar para “aprobar”,
prepararnos para moldear nuestro carácter y personalidad a fin de asumir e
interiorizar nuestra esclavitud al servicio del actual sistema.
El mismo cuento
de siempre; la sociedad necesita líderes “competitivos” y “mesiánicos” que
dirijan nuestros pensamientos y a poder ser nuestros actos. Por el contrario
saben, que enseñar la conciencia y la práctica de la libertad puede ser un
ejercicio peligroso y poco dado a la subordinación.
El filósofo coreano Byung-Chul Han, afincado en Berlín
describe la situación actual de la siguiente forma: “El hombre
contemporáneo ya no sufre de ataques virales procedentes del exterior; se
corroe a sí mismo entregado a la búsqueda del éxito. Un recorrido
narcisista hacia la nada que lo agota y lo aboca a la depresión".
Desde el primer momento se nos condena a una carrera sin fin
y en solitario, donde la única recompensa (con suerte) es pagar las facturas.
El hombre y la mujer de hoy se han visto finalmente abocados al sometimiento.
En realidad ya no existen alternativas. Si quieres formar parte del circo,
debes pagar el peaje.
¿Qué hace que la impostura de la sumisión sea tan bien
considerada? ¿Por qué no analizamos el éxito y lo que representa? ¿Vale la pena
todo ese esfuerzo sólo por conseguir una buena imagen y ver tu nombre en unos titulares?
¿Son en algún momento conscientes de su propia ficción?
El error no es conocer gente. Hoy no somos nadie sin
contactos. El error es forzarlos de una forma poco espontánea y buscarlos sólo
con la intención de que nos sirvan para medrar. Pues a esta clase de personas,
- que aparecen en cualquier entorno social- el poder acaba por hacerles perder
el criterio.
Sin duda, son
el paradigma de la expresión: “El soldado menos inteligente
obedece mejor.”
El escritor Byung-Chul Han subraya: “El
narcisismo te hace perder la distancia hacia el otro. Dejamos de percibir su
mirada. Frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe
el uso de anticuerpos contra nosotros mismos.
Y es que este
modelo de poder controlador, patriarcal, autoritario, competitivo, ciego de
envidia y miedo de perder visibilidad y reconocimiento, no sólo se alimenta de
quienes lo ponen en práctica, sino de quienes con su silencio y complicidad, en
su posición de esclavitud, avalan su existencia."
Formamos parte de un sistema político, económico y social,
enemigo de la equidad y la justicia. El neocapitalismo ha ganado la batalla
enmascarado de democracia formal, pero torticera, desmemoriada y quebradiza.
Ocurra lo que
ocurra, debemos tomar conciencia de qué queremos ser. Y que nos está
pasando. ¿Existimos con el único fin de producir al servicio del sistema?
¿A qué precio?