Nuestra docencia, los conocimientos que transmitimos y los
métodos que utilizamos para la búsqueda de otros nuevos, necesitan, hoy más que
nunca, una superación de la inercia mental, que rige gran parte de nuestro
comportamiento, y la creación de un clima permanente de
libertad mental, una atmósfera general, integral y global que estimule,
promueva y valore el pensamiento divergente, la discrepancia razonada, la
oposición lógica y la crítica fundada; todo lo cual implica equilibrio y síntesis entre
las posiciones radicales o extremas, diálogo entre
los diferentes puntos de vista o enfoques, pues más que antagónicos
evidenciarán ser complementarios, y, sobre todo, la conciencia de
que nuestra juventud tiene una sensibilidad especial para captar los signos que
marcan los cambios de su tiempo; y, por todo ello, la conciencia de que el
mejor profesor no es el que tiene buenas respuestas, sino el que sabe hacer
buenas preguntas.
Por último, quiero detenerme en la Ética, pues, en cierto modo,
de ella dependen todas las demás. La Revolución Francesa, que se considera como
la revolución por excelencia, puso entre sus rasgos de identificación un
concepto clave: la fraternidad (la fraternité; los
otros eran la liberté y la égalité).
Es más que interesante hacer ver que todas las religiones, tanto las
occidentales como las orientales, resumen sus
normas, preceptos y mandamientos en uno que condensa toda su ética: “no hacer
al otro lo que uno no quiere para sí”, o, en su expresión positiva, “tratar al
otro como uno quisiera ser tratado”; en fin de cuentas, tratan de establecer
una fraternidad, de considerar al
otro como un “hermano”.
Llama, también, nuestra atención el hecho que, hoy día, los
estudios antropológicos estén demostrando, a través de las investigaciones
sobre el ADN, que toda la humanidad existente actualmente desciende de un único
tronco, es decir, de una sola pareja biológica. Por lo tanto, tendríamos una
razón más para hablar de fraternidad, para dialogar
con nuestros hermanos, para comprendernos y para construir con ellos una vida familiar más feliz y generalizada.