viernes, 1 de junio de 2018

Integración Social

La necesidad de estar integrado es siempre la misma, pero se expresa de forma diferentes en función de las condiciones sociales. En la actualidad, las redes sociales promocionan un modelo relacional que requieren que la persona se esfuerce por integrarse. Tiene que participar activamente en estas plataformas y mostrar de forma explícita quién es, qué le gusta, qué amigos tiene, etc. 

Es decir, hay una serie de rutinas tecnológicas concretas que tenemos que cumplir para estar integrador, lo cual es una novedad.

Por lo tanto, sí que existe una mayor temor a no estar integrado, porque ahora parece que depende de nosotros el lograrlo. Disponemos de herramientas para gestionar nuestra vida social, y por lo tanto es nuestra responsabilidad individual, lo cual implica mayor ansiedad.

Si antes la integración pasaba más por pertenecer a un grupo, ahora tenemos que estar constantemente demostrando que merecemos ser tenidos en cuenta. De ahí la necesidad de mostrar siempre nuestra mejor cara. En definitiva, la dinámica de las redes sociales nos hace sentir que para estar integrados, tenemos que atraer la atención de los demás.

En las redes sociales los vínculos se multiplican pero también se hacen más débiles, y las fronteras entre grupos de amigos se diluyen. Por lo tanto, pasamos de ser miembros de un grupo más o menos cerrado, a ser un nodo más en una red infinita de relaciones sociales. Esto de nuevo amplía sus posibilidades de desarrollo, pero se debilita el grado de apoyo social con que podemos contar.

Existe una inercia social a aceptar el modelo relacional de las redes sociales como algo incuestionable. Sin embargo, son las relaciones directas y de confianza las que de verdad nos hacen sentir integrado y valorado, y éstas son mucho más fáciles de cultivar en el cara a cara que a través de una plataforma digital.

Esta ha sido una de las conclusiones del experimento de Desconectados.net, en el que dos jóvenes estuvieron 15 días sin utilizar redes sociales. 

Por un lado se confirmó que son una herramienta prácticamente imprescindible, pero también se redescubrió la verdadera importancia de las relaciones no-mediadas por la tecnologías, es decir, del contacto directo.


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