domingo, 3 de febrero de 2019

Filosofía De La Aventura


El ser humano comenzó a explorar territorios desde los oscuros tiempos de la prehistoria, pues siempre ha existido la necesidad de saber qué hay más allá, término este que en latín (plus ultra) se convirtió en una fórmula de magia incógnita, la cual se mantuvo por muchas centurias a partir de las grandes civilizaciones históricas.


Los primeros viajes debieron haber ocurrido cuando los seres prehistóricos tuvieron que trasladarse de un territorio amenazante o inseguro hacia otro mejor dispuesto a su vida llena de riesgos. Fue ese un enorme período de nomadismo, que al paso de los milenios formó sociedades cada vez más complejas. Así se fueron creando los grandes asentamiento de grandes vidas sedentarias, que luego llegaron a la creación de las civilizaciones madres. Pero los humanos no pararon aquí de andar y desandar territorios.

Cada civilización creció conquistando otras tierras, y paradójicamente, cada pueblo conquistador en algún momento fue conquistado. Esto propició una especie de movilidad cultural sobre el globo terrestre.

A partir de las últimas décadas del siglo XVI comenzaron las grandes exploraciones de los navegantes marinos. Los barcos europeos literalmente redondearon la Tierra, y en los diferentes trayectos los reinos poderosos fueron aumentando su poder y riqueza mediante la conquista, pero también se enriqueció el conocimiento humano y comenzó a ser otra la ciencia, la filosofía, el arte, la historia. 

¿Y qué otra cosa es explorar, sino sencillamente investigar, descubrir, conocer? Por eso el ser humano busca explorarlo todo, pues, citando a ese príncipe triste de Dinamarca: Más cosas hay en el cielo de lo que los ojos ven, y más cosas hay bajo la Tierra que sobre allá, y en el mar, y en la mente humana y en la creación humana. Los grandes místicos han explorado el sentimiento religioso. Filósofos y psicoanalistas han explorado el alma, el cuerpo humano, nuestro más humano, nuestro más cercano espacio. Y no hay más meta segura: viajeros, científicos y artistas seguirán buscando en lo todavía desconocido, incansablemente, pues el horizonte es amplio y siempre está más allá. Exploración, tras exploración, el ser humano ha crecido y, entre la afición y la entrega, siempre encontraremos algo inexplorado que nos está esperando a darse a conocer.

Porque ahí están, respondió el alpinista británico George Leigh Mallory por su interés por escalar montañas, y dentro de esa sencilla explicación se encierra la gran filosofía de la aventura. Simplemente porque ahí están, porque existen.

Coincidencias

Seguramente cada persona, alguna vez, ha vivido situaciones en las que no logra explicar las infaltables coincidencias. Por ejemplo, de pronto decidiste llamar a un viejo amigo y en ese mismo instante él te llama; o por casualidad te encontraste con un conocido en la calle y, después de conversar con él, tu vida cambió de pies a cabeza; o te hiciste una pregunta en la mente y recibiste la respuesta en un cartel publicitario.

Y a veces las coincidencias son tan perfectas que es imposible creer en ellas. Un excelente ejemplo de ello es la historia del actor Anthony Hopkins. Se estaba preparando para la grabación de la película "La chica de Petrovka" basada en la novela de George Feifer. Para estudiar a su personaje, necesitaba la versión original de la obra que no podía encontrar en ninguna de las librerías, ni en la biblioteca ni con sus amigos. El actor estaba completamente desesperado pero por accidente encontró un ejemplar de la novela, olvidado por alguien, en una banca en el metro. 

Más adelante, cuando iba a tomar su vuelo para ir al set, el actor por casualidad se topó en el aeropuerto con Feifer, el autor de la obra, quien se quejó con Hopkins porque le había prestado a un amigo el ejemplar más valioso de su libro con sus notas de autor, y aquel lo perdió en algún lugar en el subterráneo.

Parece que todos los eventos del mundo, todas las personas y toda la información están conectados entre sí con unos hilos invisibles que a veces brillan. Y, según la opinión del famoso psiquiatra Carl Gustav Jung, de verdad es así. Este fenómeno se llama sincronicidad y tal vez sea el más misterioso en el Universo.

Jung llegó a la conclusión de que existe una relación estrecha entre el ser humano y lo que lo rodea, más bien, con el espacio, tiempo, lo consciente y lo inconsiente. 

Y en ciertos momentos, bajo la influencia de sentidos objetivos, en esta relación surge una atracción fuerte, la cual provoca coincidencias inesperadas que, por lo general, solemos llamar coincidencias fatales, destino, suerte increíble o incluso milagro.


Sincronicidad



Sincronicidad es un término acuñado por Carl Gustav Jung para describir la coincidencia significativa de dos o más sucesos cuyo contenido sea similar o igual y relacionados entre sí de una manera no causal. Dicho con otras palabras, se trata de una coincidencia tan grande que no podemos creer que sea producto de una mera casualidad o al menos intuimos que esa casualidad tiene un significado profundo que desconocemos, como si detrás de esas coincidencias se escondiera un mensaje oculto que no llegamos a desvelar. Por este motivo Jung también las llamó «casualidades signicativas». 

Es, por ejemplo, ir pensando en una persona determinada por alguna circunstancia y de repente encontrarnos con ella de cara. Y parece que hay personas bastante propensas a este tipo de coincidencias significativas. El propio Jung fue uno de ellos, como ha dejado por escrito en multitud de ocasiones, y quizá haya sido esta serie de coincidencias lo que le llevara a plantear el concepto.

Otra persona también muy propensa a las sincronicidades fue Wolfgang Ernst Pauli. De hecho, como tocados y unidos ambos por el concepto de sincronicidad, el gran ensayo de Jung sobre su concepto, titulado «Sincronicidad como principio de conexiones acausales», aparece publicado junto a un ensayo de Pauli sobre Kepler en el volumen Interpretación de la naturaleza y la psique.

La sincronicidad de Pauli es muy curiosa. Si el físico estaba presente o cerca lo habitual que los equipos técnicos se averiaran y que los experimentos se echaran a perder. Como Horacio Quiroga ‒que es considerado el gafe de los escritores‒, Pauli es el gafe de los científicos: se dice que cualquier experimento se autodestruía con su sola presencia. Una anécdota cuenta que el físico Otto Stern, amigo de Pauli, le prohibió acercarse a su laboratorio en la Universidad de Göttingen porque iba a hacer un experimento. Todo iba bien pero de repente el dispositivo dejó de funcionar. La idea inicial fue culpar a Pauli, pero alguien dijo que era imposible porque en aquel momento se encontraba en Zúrich. Cuando le contaron la historia a Pauli confirmó que en realidad se encontraba en la estación de Göttingen, dispuesto a tomar un tren. A esa serie de desdichadas casualidades se le acabó llamando «efecto Pauli», un fenómeno que para Pauli no solo era real sino del que además se sentía orgulloso.

Aunque nunca la hayamos experimentado por nosotros mismos ‒o tal vez nos haya pasado desapercibida‒, la sincronicidad es más habitual de lo que pudiera parecer. Si se analiza la Historia se verá fácilmente que está llena de estas casualidades significativas. Hay tantas, en ámbitos tan distintos y en épocas tan diferentes, que un simple listado de todas daría para llenar más de un libro.
 
Una de las que se suele repetir más frecuentemente tiene a Anthony Hopkins como protagonista. 

Antes de que comenzara el rodaje de La mujer de Petrovka el actor británico buscó por todas las librerías de Londres la novela de George Feifer en la que se basaba el guión, pero no consiguió encontrarla. Un día, en la estación de metro de Leicester Square encontró precisamente ese libro en un banco. Un par de años más tardes, durante el rodaje de la película, Hopkins tuvo ocasión de conocer al propio Feifer y le refirió la anécdota. La sorpresa del escritor fue mayúscula porque el había perdido un ejemplar de la novela exactamente por las mismas fechas. 

No fue difícil deducir que se trataba del mismo ejemplar, ya que Feifer había llenado el libro de anotaciones en los márgenes. En fin, existen muchísimos más ejemplos sorprendentes de sincronicidad.  

Se han relatado varios casos de sincronicidad, como el de Bobby Leach, que sobrevivió a una caída por las cataratas del Niágara para morir pocos años después al resbalar con la cáscara de una naranja; o el del rey Humberto I de Italia, que se encontró con su doble el día antes de su muerte. Y tampoco hay que olvidar la serendipia, un concepto que también guarda una estrecha relación con el de la sincronicidad.



sábado, 2 de febrero de 2019

Decisiones

La toma de decisiones es una capacidad puramente humana propia del poder de la razón unido al poder de la voluntad. Es decir, pensamiento y querer se unen en una sola dirección. El pensamiento es como la luz que aporta claridad al corazón y la voluntad guiada por esa luz persigue la elección correcta. La toma de decisiones muestra la libertad personal de cada ser humano que tiene el poder de decidir qué quiere hacer.

Proceso de reflexión, que no hay que apresar

Tomar una decisión es un proceso reflexivo que requiere de tiempo para valorar distintas opciones y también, las consecuencias de cada decisión. Con frecuencia, las personas se exigen demasiado a sí mismas cuando quieren tomar una decisión y aspiran a acertar en su elección cuando en realidad, en la vida, no importa el camino que tomes porque siempre vas a asumir riesgos.
Pero además, merece la pena recordar que no existe un único camino correcto. Por otra parte, también es aconsejable recordar que tomaste una decisión de acuerdo a tu madurez de aquel momento, por tanto, hiciste las cosas lo mejor que supiste.

Consultar la experiencia de otras personas

Todo ser humano tiene los recursos internos necesarios para tomar decisiones, sin embargo, las personas también tienden a buscar apoyo externo en la toma de una decisión importante. Por ejemplo, el consejo de un amigo, un proceso de coaching, la ayuda de un mentor...
Cada día tomamos decisiones en nuestra vida. Algunas son trascendentales y otras son muy rutinarias y cotidianas, sin embargo, todas ellas influyen de manera directa en nuestra felicidad porque en cada decisión nos acercamos o nos alejamos de nuestros objetivos. Este es un buen criterio a la hora de tomar una decisión: valora si ese paso te acerca o te aleja de tu objetivo.

Los padres deben dejar que sus hijos decidan por sí mismos, para que aprendan de sus propias experiencias

A la hora de tomar decisiones de una forma efectiva, la experiencia es un grado. Es decir, gracias a todas las vivencias acumuladas en el corazón, una persona puede tomar la elección correcta de una forma más efectiva. Los padres tienen una tendencia natural a la hora de proteger a su hijo de todos los peligros, sin embargo, pronto descubren que no pueden hacerlo y que tienen que dejar los hijos tomen sus propias decisiones por sí mismos y asuman el riesgo de equivocarse porque es así como se aprende.

La decisión más importante que un ser humano puede tomar en su vida es la de ser feliz. Iniciar este camino merece la pena.

Atrapar Desde Pequeño Al Consumidor


La organizaciones cada vez usan más técnicas para fidelizar y llegar a más público, y con la evolución de las nuevas tecnologías y de los sentidos se impulsan para crear nuevos marcadores en la mente de los consumidores que les atraigan, les fidelicen, les creen gusto para que su marca se posicione lo mejor posible en la mente del consumidor.


El objetivo de las organizaciones es difundir los productos e imágenes de su marca lo antes posible y a la más tierna edad, ya que de esa manera  consiguen un reconocimiento temprano de la marca, pero no sólo eso, si no que aquellos niños que recuerden el slogan concreto de la marca serán propensos a consumir en un futuro dicha marca. Un ejemplo de esto son los juegos  gratuitos que se ofertan en muchas cajas de cereales. 

Ese juego gratuito lo que hace es crear un vínculo  con los pequeños, convirtiendo el juego en un contenido viral y sorteando muchas barreras impuestas en la publicidad sobre anuncios a menores,  quedando así plasmado que logos son más fáciles de recordar para los más pequeños de la casa.

Desde El Holocausto


El hombre en busca de sentido. 

Viktor E. Frankl era antes de la guerra un reputado neurólogo y psiquiatra de una familia de origen judío. En los campos de concentración en los que fue internado, era solo el prisionero 119.104: allí los prisioneros solo tenían la existencia desnuda, la identidad reducida a un número. El psicoanalista Erich Fromm señaló en su ensayo Tener y ser que, si basamos nuestra existencia en el tener, cuando todo se nos arrebata, nada somos. Si basamos nuestra vida en el ser, nos quedan las experiencias humanas, independientes de las cosas materiales. De la existencia desnuda de los prisioneros surgen dos actitudes: una vuelta al primitivismo más salvaje e individualista o un regreso a lo que nos hace humanos.

Viktor E. Frankl relata cómo, aun en las circunstancias más adversas, permanece la esperanza y solo los fuertes sobreviven, pero no los fuertes en el sentido físico sino aquellos que tienen una vida interior más desarrollada en la que poder refugiarse. Podían arrebatar todo a los prisioneros excepto sus recuerdos y su capacidad de soñar. Ningún poder de la tierra podrá arrancarte lo que has vivido. Esas ensoñaciones eran una tabla de salvación entre los barracones y la tierra helada en la que, aun así, se podía encontrar una brizna de belleza:

"De vez en cuando levantaba la vista al cielo y veía diluirse las estrellas al primer albor rosáceo de la mañana que comenzaba a mostrarse tras una oscura franja de nubes. Mi mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. (…) Por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprehendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo humano intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor."

La visión de Frankl del rostro de su esposa recuerda a los que son considerados como los versos de amor más hermosos de la literatura francesa medieval. Perceval se levanta una mañana en la que el cielo está cubierto de nieve. Un halcón ha herido a unas ocas y han caído tres gotas de sangre sobre la nieve:

"La sangre y la nieve juntas le asemejan los frescos colores del rostro de su amiga quedando absorto en ese pensamiento ya que en su cara se mostraban el color rojo sobre el blanco de la misma manera que las tres gotas de sangre se aparecían sobre la blanca nieve. La contemplación en la que estaba sumido le placía tanto porque le parecía que estaba viendo el color de la faz de su hermosa amiga". 


Pero ahora ya no es un caballero el que se abstrae en la contemplación de la amada, es un prisionero en un campo de concentración. No es un prado cubierto de nieve blanca, es un paisaje hecho de fango. Sin embargo, la experiencia estética, precisamente por escasa y breve, se hace más intensa y adquiere connotaciones casi epifánicas, místicas, platónicas y panteístas. Frankl recupera el sentimiento amoroso como tabla de salvación en medio de la barbarie. Es el amor que salva, el amor que redime, que eleva y que da sentido a la vida, y que demuestra que, a pesar de las fuerzas oscuras que intentan aplastar al espíritu humano, el corazón puede albergar en su interior algo mucho más digno y hermoso que cualquier ideología fanática.

Viktor E. Frankl encuentra que sigue existiendo libertad de actitud en pequeños actos humanitarios: los prisioneros que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba o uno de los guardianes del campo que proporcionó medicinas de su propio bolsillo a los enfermos del campo. Pequeños actos de humanidad, pequeños trozos de belleza que se engrandecen en medio del horror. Al igual que en la caja de Pandora, después de ese horror desatado solo queda la esperanza, como una pobre polilla acurrucada en el fondo, resistiéndose a quedar encerrada y pugnando por salir a pesar de la barbarie, a pesar de las torturas, a pesar de la degradación.

viernes, 1 de febrero de 2019

Confianza Y Aplomo


Dentro de un contexto de la persona segura de sí misma la confianza y el aplomo, pueden ser consideradas palabras sinónimas  si bien la primera está más referida al ánimo de creer más en los talentos y capacidades propias y la segunda tiene que ver con la serenidad a la hora de actuar.

 Ambos conceptos son características inherentes a una persona con alto grado de inteligencia emocional y por ende empática.

Pero la seguridad y el aplomo no son algo que  pueda conseguirse de la noche a la mañana, mucho menos para personas que nunca se han preocupado por su control mental y siempre han estado más preocupadas por el camino de sus  semejantes que el del propio.

 No hay otra forma de desandar ese camino de inseguridad personal que hacer un plan serio para cambiar de mentalidad.

 El esquema mental que hasta ahora les ha guiado debe ser cambiado en sus bases principales: rutinas, costumbres, ideas, creencias, desidia, taras.

 Un cambio de hábitos desde la forma de pensar ante cada imagen que se ve y actuar ante cada circunstancia que se presenta.

 Una autoprogramaciòn mental no es fácil de lograr pero es posible si se está movido por la fe y la perseverancia  más incluso que el conocimiento que siempre es algo deseable.

 Si se tiene fe se tiene un arma fundamental para lograr tener confianza en sí mismo. Con la fe y la perseverancia cada cosa que hagamos por superarnos  tendrá su recompensa.

 La fe nos da la motivación y ya con esta última, cada cosa que hagamos por ser una persona segura, funcionará.

Podrás incluso escoger la forma o los recursos para auto programarte: podrías elegir  leer cientos de libros; autosugestionarte; dejar que un gurú te oriente; practicar meditación o yoga; cambiar de hábitos radicalmente; hacer una lista de sueños en tu diario; orar al santo de tu predilección o a Dios. Podrías combinar cualquiera de esas opciones a tu gusto.

 Cualquier cosa que desees la puedes conseguir en realidad siempre que tengas fe en los medios que utilices para conseguir tus metas  ¿Por qué no empiezas con obtener esa confianza y aplomo que deseas? 

 Será un viaje extraordinario a través de los pensamientos positivos y optimistas de la mente guiados por la fe que es una virtud tan imprescindible como misteriosa.

 Terminamos este post recordando una frase del gran escritor y parapsicólogo francés  Paul Clement Jagot en su libro “Autosugestión y Sugestión” de comienzos del siglo XX:

“Son los pensamientos optimistas y positivos los que conviene retener, contemplar y desarrollar. Aparte su valor estimulante en el trabajo y los negocios, previenen todo desorden psíquico y físico. 

Nada facilita más a estos pensamientos que un objeto bien definido y un plan de existencia seriamente elaborado para llegar con los años al éxito, después de muchos estados progresivos que se procurará alcanzar sucesivamente. 

Se evita así pensar y vivir con esa incoherencia madre de todos los desórdenes”


Identidad Colectiva

Vascos
Identidad Colectiva
A partir de documentos, interpretaciones de datos y acontecimientos históricos la identidad colectiva vasca se ha ido simplificando hasta verse reducida a un conjunto de rasgos diferenciales con un alto contenido simbólico. Como toda identidad colectiva, posee un centro simbólico en el que se sitúa determinado rasgo o conjunto de rasgos, que son utilizados como elementos capaces de marcar límites y fronteras en relación con otros grupos.

Estos rasgos de adscripción son utilizados como diacríticos para generar solidaridad hacia el interior, y construir un hilo de memoria en el que se puedan reconocer la mayoría de sus miembros. Durante mucho tiempo, la identidad colectiva vasca ha descansado sobre un pasado remoto y, en parte, desconocido digno de respeto y admiración, posibilitando la idealización de una sociedad tradicional arraigada en lo pre moderno. Con el proceso de urbanización e industrialización que comienza en el siglo XIX y, sobre todo, se profundiza en el XX, esa imagen se transforma muy ligeramente, permaneciendo con leves cambios hasta la segunda mitad del siglo XX.

El nacionalismo vasco, con distintos matices, ha asumido e incorporado en su definición de la identidad vasca esos rasgos. Las condiciones políticas excepcionales de la dictadura posterior a la guerra civil (1936-1939) y durante las primeras décadas de la transición a la democracia posibilitaron la emergencia de una imagen de lo vasco que sin romper con la anterior profundiza el estereotipo de pueblo resistente a la opresión. Los últimos años han dado paso a una imagen más compleja de lo vasco que durante mucho tiempo se ha negado u ocultado.

47A partir de documentos, interpretaciones de datos y acontecimientos históricos la identidad colectiva vasca se ha ido simplificando hasta verse reducida a un conjunto de rasgos diferenciales con un alto contenido simbólico. Como toda identidad colectiva, posee un centro simbólico en el que se sitúa determinado rasgo o conjunto de rasgos, que son utilizados como elementos capaces de marcar límites y fronteras en relación con otros grupos. Estos rasgos de adscripción son utilizados como diacríticos para generar solidaridad hacia el interior, y construir un hilo de memoria en el que se puedan reconocer la mayoría de sus miembros. Durante mucho tiempo, la identidad colectiva vasca ha descansado sobre un pasado remoto y, en parte, desconocido digno de respeto y admiración, posibilitando la idealización de una sociedad tradicional arraigada en lo premoderno. 

Con el proceso de urbanización e industrialización que comienza en el siglo XIX y, sobre todo, se profundiza en el XX, esa imagen se transforma muy ligeramente, permaneciendo con leves cambios hasta la segunda mitad del siglo XX. El nacionalismo vasco, con distintos matices, ha asumido e incorporado en su definición de la identidad vasca esos rasgos. Las condiciones políticas excepcionales de la dictadura posterior a la guerra civil (1936-1939) y durante las primeras décadas de la transición a la democracia posibilitaron la emergencia de una imagen de lo vasco que sin romper con la anterior profundiza el estereotipo de pueblo resistente a la opresión. 

Los últimos años han dado paso a una imagen más compleja de lo vasco que durante mucho tiempo se ha negado u ocultado. Aunque es necesaria mayor profundización en esta idea, mediante la ampliación de futuras investigaciones, aportando más indicios y productos culturales que reflejen los estereotipos de la identidad vasca y sus cambios, consideramos que este artículo contribuye a repensar las relaciones entre identidad colectiva, cultura y política en contextos de modernidad avanzada.


El Querer Ser

Metafísica
El Querer Ser


El que las cosas son constituye uno de los elementos esenciales de la metafísica, porque si no tuvieran ser no sería posible realizar ninguna ciencia sobre lo que no es. La aproximación intelectual de la metafísica se realiza desde el cómo son las cosas, porque sin especificación sería imposible hacer ciencia, ya que todo sería uno mismo, e incluso para tener conocimiento del ser de ese uno habría sido preciso realizar una especificación para conceptuarlo como ser. 

Admitida un metafísica del ser, que contempla asimismo los procesos mentales del conocimiento del ser, otro estadio a estudiar corresponde al de la necesidad de la realidad de las cosas y su determinación para ser. ¿Puede lo que es querer ser o querer dejar de ser? La respuesta a esta cuestión metafísica será trascendental, entre otras muchas ciencias, a la etología en lo referente a la naturaleza de la libertad. 

Para que algo que es pueda ser especificado desde el querer ser es necesario que ese algo pueda ser abarcado y reducido por sí o por otro ente que lo justifique, no en su ser, sino en su permanencia en el ser, ya que lo que es no puede ser cuestionado en su ser -en todo caso en su modo de ser- pero cabe admitir si su ser puede ser aniquilado, dejando de ser, y si ese acto puede ser propio o necesariamente externo.
 
El punto de partida para la configuración del proceso de aniquilación del ser de cada cosa radica en la concepción misma del ser propio, ya que, si se atiende a su esencia o naturaleza, cada cosa es según su especificación, y ésta lo es como resultado de una caracterización que hace que que cada cosa que es sea distinta a las demás, bien por la  esencia que comporta o por la singularización material. 

Entender el ser de la entidad de cada cosa fuera de su realidad no deja de ser una abstracción metafísica, ya que todo lo que es, porque tienen realidad, es; y todo lo realmente conocido son sustancias compuestas cuya convergencia de sus partes la configuran en un modo de ser, sin que ninguna de ellas haya podido ser simple o carente de composición. Hasta las partículas más atómicas, cada una de ellas con su ser propio, a su vez admiten composición. 

El ser de cada sustancia supone su máxima perfección, porque da realidad a la culminación de un proceso de composición cuyos elementos son también realidades sustanciales con propio ser. Esta composición de la materia que genera sucesivas sustancias podría mostrarse como de creación de nuevos seres, pero ello no parece que sea cierto, ya que más bien lo que se produce en la composición es el compromiso del ser propio de cada sustancia componente para constituir otra nueva soportada en el mismo ser. 

La concepción física, en cuanto que se rige por leyes determinativas, no permite a los seres querer no querer su ser, dado que cada objeto, desde el átomo al universo, siguen la necesidad que le marca una ley. No obstante puede admitirse que un objeto, aunque no pueda no querer su ser, sí pueda no querer otro ser que le sea ajeno, lo que será posible siempre que pueda abarcar y comprender la realidad externa hasta el punto de modificar la composición que enmarca una ley y aniquilar el ser de un objeto por la desintegración de las partes que lo constituyen y lo mantienen en el ser. 

De alguna manera, algunos seres vivos, al menos el ser humano, se margina de la determinación absoluta al ser, pues en el conocer su propio ser puede elegir el querer no ser y poner fin a su existencia. Para que este proceso pueda darse habría que admitir que además de la composición material del hombre la conciencia sobre su propio ser tenga un soporte con suficiente autonomía para abarcar la comprensión defectible de ser corporal. El querer no ser del ser humano, que le mueve incluso al suicidio, induce necesariamente a que el sostenerse en la vida también exige, al menos implícitamente, el querer ser, pues ambas deliberaciones se corresponden a un mismo acto intelectual. 

Lo que faltaría por resolver es si en el no querer ser que induce al suicidio se busca expresamente la aniquilación del cuerpo como forma de liberación de la conciencia o como medio de destrucción de esta última. En la medida que el ser del ser humano es aprehendido por la conciencia, puede considerarse como algo reducido por  la misma, por la que ella habría de tener un modo de ser más amplio que el correspondiente al cuerpo, lo que exigiría no una composición, sino una unión entre lo que configura el ser material y la propia conciencia, que haría posible no quererse en el propio cuerpo.

Límites Mentales


Nuestro estilo emocional es algo más que la visión subjetiva y personal que hacemos de la vida, ya que tiene la capacidad de afectar a nuestro bienestar y salud física, además de psicológica. Se sabe que numerosas enfermedades crónicas no son únicamente el resultado de causas externas, sino que tienen sus raíces en nuestra biología emocional.

El vínculo que existe entre nuestro tipo emocional y la salud explica por qué la medicina moderna (que suele establecer un tratamiento “igual para todos”) a menudo no logra tratar con éxito el dolor crónico y la enfermedad.

Examinando la interacción de las emociones, enfermedades crónicas y el dolor, y el éxito del tratamiento, los psicólogos Michael Jawer y Marc Micozzi estudiaron cómo las condiciones crónicas están intrínsecamente vinculadas a ciertos tipos emocionales y de cómo estas dolencias se tratan mejor mediante la elección de una terapia de curación de acuerdo con su tipo emocional.

El concepto de Límite Mental se refiere a un rasgo de personalidad relacionado con el grado de separación (“grosor”) o conexión (“delgadez”) entre las funciones mentales y los procesos emocionales.

Así, los límites delgados se asocian con un tipo de mente abierta pero a la vez sensible, vulnerable, creativa y con capacidad artística. Las personas con límites delgados tienden a confundir la fantasía y la realidad, así como a tener un sentido fluido de identidad, por lo que tienden a fusionarse o perderse en sus relaciones con los demás.

Las personas con límites gruesos diferencian mucho más claramente entre realidad y fantasía, ponen mucha más distancia emocional entre uno mismo y el otro, y tienden a preferir estructuras sociales bien definidas.

Imagina un momento en que te sentiste frustrado o enfadado e impulsivamente golpeaste una pared o algún mueble. O piensa en cómo haces para “descargarte” cuando estás preocupado por un ser querido, por el trabajo o por tu salud. Es posible que llores, grites, te enfades, o por el contrario que una buena carcajada te ofrezca esa ansiada liberación emocional.

La cantidad de energía implicada puede ser inmensa.
Podríamos imaginar a uno de nuestras más hermosas emociones como la alegría, como una radiación de energía feliz, que se expande hacia el mundo, y uno de nuestros peores sentimientos como la desesperación, como una inhibición de la energía que el individuo retrocede en él o ella. Esa sensación de movimiento se refleja en la palabra “emoción” en sí misma, que viene del latín emovere, que significa “pasar de” o ” salir de”.

Cambios en el perfil químico del cuerpo… cambios en los órganos… cambios en el grado de contracciones musculares… y cambios en nuestros circuitos neuronales. En suma, el cambio connota movimiento, y el movimiento connota energía.

Mientras que utilizamos calorías para medir la ingesta y el gasto de energía física, no existe una manera “científica”  actualmente aceptada para delinear la energía emocional. Sin embargo, un intento de capturar esto lingüísticamente ha sido intentado por muchas culturas y filosofías, vinculado a los conceptos de salud y curación.

Los hindúes llaman a energía corpórea prana, los chinos la conocen como qi. Freud encontró algo que llamó la libido y, al mismo tiempo, que Freud, un filósofo francés llamado Henri Bergson llamó élan vitale, o “fuerza vital”.


Cualquiera que sea la forma en que elegimos llamarlo, parece proteger a las personas contra los efectos debilitantes del estrés.

La Vida De Tu Vida

Hay ideas muy poderosas, que tienen la capacidad de cambiar para siempre la manera en la que ves el mundo. Porque una vez que sabes algo, ya no puedes borrarlo de tu cabeza. No puedes dejar de saber. 

El poder de las ideas y de la mente nos manejan, mientras mejores ideas y pensamientos tengas, mejor te irá en la vida, trata de vivir siempre al máximo cumpliendo todas tus metas.

No puedes vivir tu vida tratando de cumplir los deseos de los demás. Debes tener en menta el “ida y vuelta”,  debe haber una satisfacción balanceada para ambos.

Si estás pasando por algo como esto es necesario que tomes muchas decisiones, y para eso debes tener en cuenta muchos aspectos. Algunos son:

Asume que no puedes cumplir las expectativas de los demás. No es ni posible ni sano, esto te puede traer graves consecuencias emocionales.

Pasa tiempo a solas, ya que para llegar a conocer lo que realmente deseas, es necesario que pases tiempo contigo misma.

Aprende a decir no sin culpas. Cuando realmente no puedas hacer algo o cuando sabes que te hará mal.

Claro está que habrá muchas equivocaciones, pero es parte del aprendizaje de vida. No dejes de hacer algo solo por miedo, ya que tal vez después llegue el arrepentimiento.

Quédate en tu vida con las personas que realmente valen la pena, analiza sus consejos y su forma de ser y saca tus conclusiones. Deshazte de las personas tóxicas.

Decide qué es lo que quieres para tu futuro. La mayoría de la gente vive en piloto automático. No saben cuáles son sus valores, quiénes son, ni qué es lo que quieren. Hacen lo que hace todo el mundo, o simplemente se dejan llevar por su primer impulso.

Una mañana se levantan de la cama con 40 años, no les gusta lo que ven a su alrededor y entonces se preguntan: ¿cómo he acabado aquí? El 95% de la población dedica más tiempo a planear sus vacaciones que a planear su futuro. Por eso no es ninguna sorpresa que luego acaben atrapados en una vida que odian.

Las excepciones a esta regla suelen ser las pocas personas felices que encuentras por el mundo hoy en día. Y es que para poder conseguir lo que quieres primero tienes que decidir qué es lo que quieres. Si no, serán otros los que decidan por ti.

La vida es una gran aventura llena de posibilidades, y puedes lograr prácticamente cualquier cosa que te propongas. Sólo hay dos restricciones: No puedes tenerlo todo, tienes que elegir. Es imposible vivir a la vez en la playa y en la montaña, y tampoco puedes viajar por el mundo y al mismo tiempo estar cerca de tu familia.

No puedes cambiar a otras personas eres libre de soñar hasta donde llegue tu imaginación, pero no puedes hacer que los demás actúen como a ti te gustaría porque son individuos independientes.
Antes de poder conseguir lo que quieres necesitas deshacerte de todo lo que te está atando a tu situación actual. Libérate de todas esas cosas innecesarias que te detienen avanzar.


¿Qué es lo que quieres? Si todavía no lo sabes, esa debería ser tu prioridad. Toma las decisiones necesarias, la vida es una sola y te pertenece solo a ti, no a los demás.

Inmensidad Del Pensamiento

“La vida cotidiana de la mayoría de los humanos está constituida de quejas, de luchas, de tormentas y de rencores. ¿Por qué? Porque su campo de conciencia es tan estrecho y limitado, que nada les parece más importante que sus preocupaciones, sus ambiciones, sus codicias y sus querellas. No ven la inmensidad del cielo sobre ellos, todo este espacio infinito… Si se dignaran a alzar los ojos, se liberarían de esas limitaciones y respirarían libres finalmente. Simplemente se trata de una dirección de la mirada: no tanto dirigirla hacia abajo, sino hacia arriba.

Aquél que piensa en el infinito, en la eternidad, comienza a sentir que planea por encima de todo, que ya nada podrá dañarle, ninguna vejación, ninguna ofensa, ninguna pérdida, porque otra conciencia se está despertando en él.”

"Este sentimiento que a veces experimentamos de que la inmensidad, lo ilimitado es la verdadera patria de nuestra alma, no es una ilusión, tiene su origen en nuestra estructura psíquica. Por esto, aquellos que rehúsan tener en cuenta estas necesidades de su alma, sentirán siempre en el fondo de sí mismos una especie de insatisfacción. Aunque tengan fortuna, reciban honores, tengan éxito, alcancen la gloria, siempre tendrán la sensación de que les falta algo. Es inútil tratar de negar o de rechazar esta sensación por los medios que sean; porque está ahí para obligarles a caminar por el camino que les conducirá hasta la Fuente de la luz.

Dios no puede ser visto, ni oído, ni tocado, ni explicado, ni alcanzado. Sin embargo, sentimos la necesidad irresistible de ir en su búsqueda. Y es Dios mismo quien ha puesto esta necesidad en nosotros para que nunca dejemos de avanzar. Lo esencial es no detenerse nunca."


Hacer Lo Que Se Debe Hacer

La filosofía oriental prescribía la autodisciplina como una de las soluciones a los males y a los problemas que nos aquejan a los humanos, el hombre ideal sería aquel que se ocupa de avanzar cultivándose a sí mismo. Cultivarse a sí mismo es una de las formas de aportar y contribuir dando paz y seguridad a los demás. Para Confucio, el gobernante ideal era aquel que ejerce su labor mediante el ejemplo moral personal, el que va más allá de la tendencia humana natural de sacar provecho de sus actos. El crecimiento personal y el provecho social dependen de que nuestra actuación se deba más a que lo que hacemos, lo hacemos porque creemos que es lo ética y moralmente correcto, que porque sacamos un provecho personal. El comportamiento ético y moral es un fin en sí mismo.

Hacer lo que se debe es una medicina para prevenir los efectos de las decepciones en la vida, para prevenir nuestra posible deflación y devaluación emocional. Hacer lo que se debe asume el principio de actuar local pensando globalmente. Las personas que se cultivan a sí mismas, y hacen lo que deben, dejan su huella a su alrededor. Es la forma que tenemos los humanos de regar de bienestar y de progreso la vida. Esos son los fundamentos del progreso real. El gran alimento de la mente, necesario para progresar, es la información y el conocimiento. Esos dos alimentos son lo que nos hacen crear, construir y crecer (las tres C), son los fundamentos de la conducta denominada decente, de donde mana la conducta ética. El conocimiento al estar en la base del comportamiento ético es necesario para actuar bien, correctamente.

La conducta decente se define como aquella que nos hace conscientes de la propia dignidad humana, a través de los sentidos, de la imaginación y hasta del propio cuerpo. Enseñar, promover y mantener la ética es fuentes de salud mental. La ética es personal e intransferible, pero necesita de ejemplos y modelos a seguir para mantenerse. Producir información y conocimiento ético es, asimismo, producir salud mental. La información es probablemente la fuerza más poderosa que mueve el universo, especialmente cuando se convierte en conocimiento.

Para la física cuántica, la información no es más que una forma de materia y de energía, cualquiera que sea el formato en que se presente o se manifieste en el universo. Antes de que existiera materia o energía, existía ya información. Cuanto más cultivo personalmente mí yo, cuanto más información y conocimiento tengamos, más cercano estaremos a la realidad. La mentira es la desinformación, es alejarse de la realidad y, por lo tanto, es dar al cerebro lo que hoy se denomina comida basura. La realidad personal está condicionada por la cantidad de información que cada uno tiene. Por lo tanto, la realidad externa a mí y la información que tengo condicionan mi ética y dan valor a mi necesaria autodisciplina para formarme y cultivarme a mí mismo.

La información es energía y, como energía, está en todas partes y puede manifestarse de muy diferentes maneras. El Principio de Conservación de la Energía indica que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma de unas formas en otras. Es bueno para el hombre conservar la energía ética transformando la realidad en positivo, no perdemos nada, ganaremos, porque el mundo seguirá avanzando hacia su destino natural.

Probablemente, la información y el conocimiento sean la mejor forma de contribuir a la paz y al progreso humano. La ética hay que acercarla a sus justos límites humanos; probablemente, todo aquello que eleva al hombre es éticamente aceptable, mientras que todo aquello que lo debilita debería ser considerado como no ético, o incluso malo, para el desarrollo del hombre.

 Todos tenemos la obligación ética de alimentar nuestra mente, una mente desnutrida impide y ralentiza el progreso de la humanidad, no solo del que la sufre directamente. Actuar con ética, hace posible que las personas actúen, de forma natural, con benevolencia, acercándonos más a los sabios.

El ejemplo ético, hacer lo que se debe, no requiere esfuerzo, pero refuerza y transmite nuestra captación de energía positiva desde donde la encuentre. Emmanuel Kant escribió: "Dormía y soñé que la vida era belleza, pero desperté y advertí que es deber".


El Tiempo En Nuestra Vida

El trabajo se nos acumula. Las exigencias del día a día cada vez se hacen más abundantes y pesadas. Detrás de cada una de ellas aparecen otras nuevas, sin que se alcance a ver el final. Pensemos en lo que conlleva ejercer una profesión, formar una familia y velar por su bien, desempeñar funciones públicas, cumplir el deber de cada instante… Con frecuencia, se hacen también presentes grandes tensiones, dificultades y resistencias. Todo ello, exige de las personas muchos recursos materiales y energías que hay que poner en juego (R.Guardini). Para salir adelante hace falta un esfuerzo siempre renovado, prudencia, atenta vigilancia y búsqueda del equilibrio de la vida profesional, personal y familiar.

Como reflexiona el filósofo Ricardo Yepes, el hombre y la mujer son seres temporales y pueden trascender verdaderamente al tiempo. Lo temporal y lo intemporal conviven juntos en cada uno de nosotros. No se oponen, sino que se complementan. Por eso, las actividades como amar, crear ciencia, arte, cultura, tienden a permanecer por encima del tiempo, y hacerse duraderas.

Además, la manera más humana de superar el tiempo y no dejarse dominar por él, es la capacidad que tenemos de ver nuestra vida por adelantado, anticipándonos al futuro, con la proposición de metas que ordenan nuestras libres decisiones en relación con los fines que hemos escogido. Por todo esto, el hombre y la mujer son seres futuristas, abiertos hacia adelante, capaces de proyectarse y vivir la propia vida según el proyecto que cada uno de nosotros planea para sí, en busca de la felicidad. Por ello, el futuro es el lugar hacia el que nos dirigimos con la esperanza de crecer, de ser felices.

Nuestra vida humana se compone, no de instantes aislados, sino de momentos sucesivos que están articulados entre sí en una duración que fluye de modo permanente. La temporalidad humana se desarrolla según un ritmo cíclico, que destina un momento a cada cosa y repite una serie de alternancias: el día y la noche, el sueño y la vigilia, el descanso y el trabajo. 

Hay una armonía entre el discurrir del tiempo cósmico y el de los seres vivos; sus ritmos son sincrónicos. Nuestro organismo y nosotros mismos hemos de estar en armonía: no podemos actuar al margen de él, sino someternos a sus ritmos, a sus exigencias, y gobernar sus inclinaciones: por la noche nos entra sueño y nos vamos a dormir; muchos días seguidos nublados nos deprimen; nos afectan los cambios de presión; las digestiones inducen al reposo; el sol, el mar y el aire puro tonifican la piel, los pulmones y favorecen la salud, etc. El cuerpo tiene su ritmo, y dependemos de él; a su vez, él depende del cosmos. La vida humana tiene un orden crónico (de “cronos”, tiempo). En España, la hora oficial no coincide con la solar, provocando un trastorno en nuestro horario y costumbres cotidianas. La vuelta al huso horario del meridiano de Greenwich, en vigor en España antes de 1940, supondría un avance para corregir dicho desequilibrio.

Además, nuestro modo ordinario de vivir el tiempo se ha alejado de esta dependencia “cósmica”, sometiéndolo a un duro e intensivo tratamiento tecnológico, que ha separado y extrañado al hombre del mundo natural. Como el ser humano no es dueño del transcurrir del tiempo, siempre tratamos de ganar tiempo de tener más. La forma moderna de conseguirlo es la velocidad, que consiste en la reducción del tiempo natural de los procesos. La velocidad se considera así una ganancia de tiempo, siendo uno de los placeres inventados por el hombre moderno (los animales nunca tienen prisa), generando una patología llamada prisa (una de las enfermedades de nuestra época). Su peligro es, precisamente, que altera los ritmos naturales, como nos sucede cuando por ejemplo cruzamos el Atlántico en avión.

La velocidad es productividad, competitividad, beneficio y rentabilidad: el tratamiento económico y tecnológico de todas las realidades humanas y culturales que caracterizan nuestra época han convertido al tiempo en un factor decisivo de la producción y en un bien de consumo más.

Como factor de producción, el tiempo se planifica para organizar las distintas fases del trabajo, los desplazamientos, la atención de clientes y proveedores, etc. 

Un axioma en el mundo actual, es que el tiempo es un bien escaso: hay que disminuir todo lo posible el gasto que se hace de él, de modo que se consigan hacer más cosas en menos tiempo. La competitividad, más incluso que vencer al adversario en la lucha económica, consiste en llegar antes, ganando una batalla contra el tiempo para anticiparse a los demás.

Desigualdad Y Corrupción

La desigualdad social es una circunstancia socioeconómica en la que un colectivo o comunidad son tratados de manera diferente por los demás sujetos o grupos de su entorno.

Seguramente habrás oído hablar más de una vez de la desigualdad social, término que en los últimos años ha cobrado especial protagonismo cuando se trata de analizar las relaciones geopolíticas internacionales o la inclusión de sectores sociales que, por diversas razones, han estado históricamente marginados.

La desigualdad social es una de las lacras actuales. Veamos qué es, cómo se produce y las consecuencias que acarrea. Familias con hijos e hijas como la tuya están sufriendo sus efectos en su vida cotidiana. ¡Implícate!

Definición de desigualdad social
La desigualdad social es una situación socioeconómica que se presenta cuando una comunidad, grupo social o colectivo recibe un trato desfavorable con respecto al resto de miembros del entorno al que pertenecen.

¿Cómo se manifiesta?
No solo se manifiesta en aspectos como el poder adquisitivo, que es sin duda la causa principal de la exclusión y la falta de oportunidades en muchos lugares del mundo.
Otros elementos que pueden motivar la desigualdad social son la cultura, la etnia, la raza, la religión, el origen y la nacionalidad, las costumbres y la ideología.

¿Qué implica?
Es por esto que en casi todos los casos la desigualdad social conlleva, además de una situación de marginación y aislamiento, el señalamiento de esos grupos sociales que se han visto afectados directamente por esta circunstancia. Quédate con esta idea y reflexiona cómo puede llegar a afectar este hecho a las familias con menores, porque hay mucho más que contar… ¡Sigamos!

La lucha por alcanzar una igualdad social plena ha ido variando a lo largo del tiempo en función de los cambios que han experimentado las sociedades.

Nunca ha existido un sistema socioeconómico completamente igualitario. De hecho, los privilegios y las jerarquías sociales han existido incluso desde las primeras formas de organización social que surgieron en la antigüedad.

El reconocimiento de los derechos del ser humano
La lucha contra la desigualdad social ha transcurrido paralelamente a la aparición de los derechos fundamentales. La Declaración de los Derechos del Hombre, en 1789, y la aprobación de la Carta de los Derechos Humanos, en 1948, son dos acontecimientos esenciales en este sentido.

Ambos textos elaboraron el marco necesario para el reconocimiento de los derechos inherentes a la condición humana, entre ellos, el de la igualdad y sus diferentes manifestaciones: social, política, económica o cultural.
Los derechos fundamentales no bastan para eliminar la desigualdad

Reflexionando sobre estos datos, es fácil comprobar que la desigualdad de ingresos se ha convertido en uno de los principales obstáculos para alcanzar el desarrollo social.

Pero no es simplemente una cuestión económica o de rentas mínimas. Tiene que ver, y mucho, con la posibilidad de cubrir o no las necesidades básicas, y hacer efectivos los derechos de toda la ciudadanía y con cómo las familias con niños y niñas están viéndose afectadas


Los sistemas de gobierno, además de ser en muchos casos ineficaces, tienen altísimos índices de corrupción y opacidad. No saber en qué se invierte el gasto público ni los mecanismos de contratación y gestión contribuye a que el dinero público acabe en manos de unos pocos grupos. Y esto, a su vez, es una causa directa de la pobreza y la desigualdad social: lo que en principio estaba destinado a mejorar la calidad de vida de las personas, ha acabado en manos de terceros. Cuanta más corrupción, más desigualdad social.

Describiendo La Vida


En este hermoso día de febrero que estamos compartiendo seguramente ocurren cosas que nos involucran a muchos de nosotros, de no ocurrir así, algo deberá ser corregido, pues nadie puede de motu proprio,  “tirarse al costado del camino” y dejar que la vida continúe como si tal cosa, como si lo que hagamos, o lo que resulta peor, dejemos de hacer, no tuviera ninguna relevancia en el quehacer diario.

La vida continúa con o sin nosotros, quien nada hace simplemente no existe, la vida se le escurre como se escurre la arena entre nuestros dedos, pensar en una “automarginación”  voluntaria de lo mucho que podemos y debemos aportar es un derroche inconsciente  de las “muy pocas oportunidades” que podamos encontrar para poder integrarnos al accionar conjunto, nuestra vital inclusión a la “vida en sociedad” en la comunidad que integramos.

El cúmulo de los días como el de este primer día de febrero es el que constituye “la existencia humana” un regalo invalorable en el cual no se nos requiere retribución alguna, malgastar estas oportunidades, demuestran el grado de ingratitud y de ceguera existencial que no solamente nos excluye como individuos sino que, además, nos condena a continuar vegetando sumidos en la ignorancia.


Hugo W Arostegui 

martes, 29 de enero de 2019

Estas Son Lentejas

Es habitual encontrar esta locución acompañada de una segunda parte la cual dice: ‘Lentejas, comida de viejas, si las quieres las comes y sino las dejas’ e incluso en la forma ‘Son lentejas: si quieres, las comes, y si no, las dejas’, aunque estas dos versiones (en forma de rima) son más modernas, no habiendo datos demasiado fiables sobre cuándo comenzó a decirse de esos modos.

Si podemos encontrar que bastante tiempo atrás se decía tal y como viene en el enunciado (Lentejas, comida de viejas) pero cabe destacar que el origen sobre por qué empezó a utilizarse esta locución no está del todo claro y tiene dividido a los expertos, encontrando diferentes posibles explicaciones.

Por un lado hay quien defiende que la coletilla ‘comida de viejas’ hacía referencia a la textura de esta legumbre una vez cocida y cocinada, la cual se reblandece hasta tal punto que no hace falta prácticamente masticarlas, convirtiéndose en un alimento ideal para personas de la tercera edad (con problemas en la dentición).

También hay quien indica que se dice ‘Lentejas, comida de viejas’ debido a que es un plato que con mucha asiduidad es cocinado por las personas mayores (o sea, es el plato típico que guisan las abuelas cuando uno va a visitarlas), pero este origen carece de fundamento.

Y por último están quienes apuntan que la expresión hace referencia a la antigüedad de las lentejas en la gastronomía, ya que estas legumbres aparecen referenciadas en múltiples escritos antiquísimos; por ejemplo la referencia que se hace en la Biblia, en la que en el Génesis 25 relata el pasaje que dio origen a la también famosa expresión ‘venderse por un plato de lentejas’.


En este sentido tampoco podemos olvidarnos de la importancia que tuvieron las lentejas durante los tiempos de la Antigua Roma, en los que esta legumbre fue considerada como un símbolo de prosperidad, dando origen, con los años, a la tradición de comer lentejas el día de Nochevieja (sobre todo en Italia).

lunes, 28 de enero de 2019

Apasionados

Escribir sobre la pasión es una tarea difícil por las distintas interpretaciones que pueden hacer los lectores. Esto se debe a que venimos de medios familiares distintos, que recibimos influencias culturales, religiosas y esquemas de formación que hacen que vayamos adquiriendo unas maneras de ser y de interpretar conceptos como el de este artículo que hacen que cada persona de una visión distinta.

Aun así, quiero hablarles sobre lo que han pensado y piensan personas que han reflexionado y trabajado sobre ella para que podamos ampliar vuestra visión sobre esta emoción tan alabada y rechazada por muchos.

Según el diccionario, se entiende como pasión:

La pasión (del verbo en latín patior, que significa sufrir o sentir), es una emoción definida como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto.


La pasión es una emoción intensa que engloba el entusiasmo o deseo por algo. 

El término también se aplica a menudo a un vivo interés o admiración por una propuesta, causa, actividad, etc.

Dones Y Virtudes

La gran virtud que el mundo necesita es una mente positiva, de fuerza y valor para poder enfrentar todo aquello que obstaculiza a los seres humanos para obrar con integridad y ánimo. Las adversidades golpean a los seres humanos. La pobreza, el hambre, la desigualdad son embates que hacen creer que un hombre moderno no puede ser virtuoso; sin embargo, hoy presentamos tres formas de poder serlo:

Nada preocupa más a los seres humanos que la búsqueda de la felicidad. Para ello, la principal receta es ser un hombre de virtudes intelectuales y morales, llenar nuestros actos con inteligencia y hacer el bien a los demás. ¿Cómo empezar? Integrando hábitos de ayuda a los demás, de amor hacia uno mismo, de fortaleza para resistir a las tentaciones.

El mundo actual requiere de nuevas virtudes como la prudencia y la paciencia humana; con ellas el mundo se tornará más humano, menos violento y, por lo tanto, más feliz. Se busca la felicidad y no se encuentra porque no se ha alimentado el espíritu de la humanidad; para ello es necesario integrar virtudes como la fe, la esperanza y la caridad. El hombre actual, sobre todo a causa de la ira, la envidia y la pereza, no confía en las virtudes. El miedo al futuro y la incertidumbre del existir han robado la paz y la tranquilidad para ser felices. Cuando se integran las virtudes de la felicidad se deja a un lado la existencia de uno mismo para poner atención al prójimo, justo donde se encuentra el secreto para ser plenos.

Las virtudes humanas han existido durante la historia de la humanidad. En el mundo de hoy no pueden dejar de existir porque entonces se produciría un vacío en el hombre. Lo material y la superficialidad no tienen nada que ver con la felicidad. Se requiere de justicia Se buscan respuestas en el mundo exterior. Se sufre de males que parecen irremediables. Pareciera que la vida es una batalla donde el hombre no ha encontrado su sitio. Es urgente que nos demos cuenta que somos personas únicas y completas. No obstante, para ello es necesario integrar los nuevos dones de la modernidad, virtudes humanas que se requieren para reencontrarnos como seres humanos hechos a la imagen de Dios. ¿Cuáles son esas virtudes modernas?

La empatía, la resiliencia, el sacrificio, la conciencia humana, que buscan sacarnos de nosotros mismos y escuchar a los demás. Es muy común que el hombre actual muera espiritualmente a causa de la decepción o los problemas. Muere porque no ha encontrado las fortalezas necesarias para entender las maravillas de la vida, el buen humor, la paz social, la confianza y el perdón. La realidad está llena de excesos y pasiones que enredan a los seres humanos. La lucha está en encontrar que, ante los embates del mundo, se puede uno recuperar con fuerza y dignidad. Para ser pleno, único y completo se tiene que ver el futuro como una oportunidad. El tiempo enseña a cada uno a sacudirse el estrés, la desesperación y el olvido.

Las virtudes humanas han existido durante la historia de la humanidad. En el mundo de hoy no pueden dejar de existir porque entonces se produciría un vacío en el hombre. Lo material y la superficialidad no tienen nada que ver con la felicidad. Se requiere de justicia y equidad para combatir la negatividad y el desánimo. No se requiere ser perfecto para alcanzar a ser un hombre virtuoso.



Las Máquinas De Opinar

“Al igual que hay calculadoras para calcular pronto habrá máquinas para dar opiniones”

 Creo que todos los escritores de ficción (aquellos que viven hurgando en el misterio de las pasiones humanas; no los fabricantes de aventuras) saben que hay pocas cosas más superficiales que las opiniones. Mejor que nadie, lo saben los ingenieros en opinión pública como Edward Bernays, autor de The Engineering of Consent (1955) y del primer gran complot de la CIA en América Latina contra un Gobierno democrático en 1954. Estos logros son más probables en países donde una gran proporción de la población es entrenada para creer desde la tierna infancia.

 ¿Alguien quiere perder su tiempo de la manera más miserable? Pues, basta con ponerse a discutir con alguien con convicciones propias. Nunca tuve del todo claro por qué algunos nos desgastamos escribiendo artículos de opinión en los diarios y mucho menos por qué otros, expuestos en el heroico anonimato, hacen lo mismo insultándonos sin siquiera haber terminado de leerlos. Entiendo que todos necesitamos vomitar nuestras frustraciones en alguna parte, pero para eso están las toilettes. El civilizado aprecio por la discrepancia (virtud que no inventaron los franceses del siglo XVIII) es cada vez más raro, cuando no peligroso. Claro que todavía queda gente racional, lo que justifica cualquier esfuerzo de comunicación. Pero lo habitual es lo contrario: alguien herido de muerte en sus convicciones se aferrará con uñas y dientes a cualquier argumento que le pueda favorecer, aunque miles vayan en el sentido contrario: si la realidad no se adapta a sus convicciones, peor para la realidad.

 Por ejemplo, ¿alguien en Estados Unidos está a favor de las armas en las calles? Pues no importará que un señor decente y sin antecedentes psiquiátricos le pegue un tiro a su hija porque no le gustó la forma en que vestía. Por algún lado encontrará una justificación para sus convicciones: quien apretó el gatillo fue un señor que, de haber tenido un palo en lugar de un arma de fuego hubiese cometido la misma tragedia. Ese señor odiará al asesino casi tanto como a aquellos otros que odian las armas, porque al menos el asesino estaba a favor de las armas. Mientras tanto, todos los demás que odian las armas llegarán al extremo de culpar al padre por la desgracia de su hija, tanto o más que al asesino.

¿Cuándo un creyente convencido cuestionó la perfección literal de la Biblia por alguna matanza nacionalista, por alguna que otra prescripción esclavista o por las pretensiones de Noé de haber metido millones de animales, cada pareja representante de su especie e incapaz de evolucionar en otras, en un barco de madera? Cualquier argumento, razón o cuestionamiento es una real pérdida de tiempo cuando uno está frente a alguien con convicciones. Por eso la gente se agrupa en arrogantes sectas que orgullosamente llaman iglesias, o en comunidades ideológicas, que no menos orgullosamente llaman la causa o el partido. En las redes antisociales el problema aparentemente se soluciona desamigando a aquel imbécil (los imbéciles siempre son los otros) que insiste en opinar distinto, hasta que sin advertirlo ni declararlo cada uno se convierte en el centro de su propia secta.

Porque no pocos odian que algún intruso pueda cuestionar siquiera sus convicciones, aunque sean supersticiones democráticas que, de vez en cuando, los impele a soportar a algún pobre necio que piensa diferente. Habrán escuchado barbarismos como: “Es un buen tipo; es de izquierda, es un progresista”; o “es una muy buena persona, un conservador auténtico que asiste cada domingo a la iglesia”. Como si no hubiese progresistas o correctos creyentes hijos de mala madre. Como si un partido, una ideología o una religión hiciese bueno a alguien que no lo es.

Lo más triste es que no hay nada más mecánico y previsible que las opiniones propias. Desde hace décadas existen calculadoras para resolver complicadas fórmulas matemáticas y ahora también existen traductores para que algún genio argumente que ya no es necesario aprender otros idiomas. Claro que nadie cuestiona para qué queremos los deportes, aunque hay máquinas que hacen todo más rápido, más fuerte, más alto y más lejos que cualquier campeón olímpico. ¿Para qué vamos a necesitar nuestros cerebros si las máquinas pueden hacerlo todo mejor? Bueno, tal vez todavía los necesitemos para ver fútbol en la tele y porno en Internet.

 Una vez un genio graduado en un pub de Hollywood me dijo que aunque las máquinas hagan obsoletas las facultades de Matemática y de Idiomas, siempre necesitaremos nuestro cerebro para cosas más creativas, como puede ser tener un criterio propio y dar una opinión sobre algún problema importante para la Humanidad. Pero realmente, ¿necesitamos un cerebro para dar opiniones basadas en la ignorancia de casi todas las disciplinas que hasta no hace mucho ha conocido esa Humanidad?

De la misma forma que hay calculadoras para calcular y traductores para traducir, pronto habrá (si ya no las hay y se llama big media) máquinas para dar opiniones, ya que éstas son mucho más previsibles que una operación matemática o la traducción de un poema. 

Sería una pena, claro, porque opinar es uno de los deportes favoritos de nuestro tiempo, tan inútil e intrascendente como el triunfo del equipo X o Y en la Super Bowl.