Vascos
Identidad Colectiva
A partir de documentos, interpretaciones de datos y
acontecimientos históricos la identidad colectiva vasca se ha ido simplificando
hasta verse reducida a un conjunto de rasgos diferenciales con un alto
contenido simbólico. Como toda identidad colectiva, posee un centro simbólico
en el que se sitúa determinado rasgo o conjunto de rasgos, que son utilizados
como elementos capaces de marcar límites y fronteras en relación con otros
grupos.
Estos rasgos de adscripción son utilizados como diacríticos
para generar solidaridad hacia el interior, y construir un hilo de memoria en
el que se puedan reconocer la mayoría de sus miembros. Durante mucho tiempo, la
identidad colectiva vasca ha descansado sobre un pasado remoto y, en parte,
desconocido digno de respeto y admiración, posibilitando la idealización de una
sociedad tradicional arraigada en lo pre moderno. Con el proceso de
urbanización e industrialización que comienza en el siglo XIX y, sobre todo, se
profundiza en el XX, esa imagen se transforma muy ligeramente, permaneciendo
con leves cambios hasta la segunda mitad del siglo XX.
El nacionalismo vasco, con distintos matices, ha asumido e
incorporado en su definición de la identidad vasca esos rasgos. Las condiciones
políticas excepcionales de la dictadura posterior a la guerra civil (1936-1939)
y durante las primeras décadas de la transición a la democracia posibilitaron
la emergencia de una imagen de lo vasco que sin romper con la anterior
profundiza el estereotipo de pueblo resistente a la opresión. Los últimos años
han dado paso a una imagen más compleja de lo vasco que durante mucho tiempo se
ha negado u ocultado.
47A partir de documentos, interpretaciones de datos y
acontecimientos históricos la identidad colectiva vasca se ha ido simplificando
hasta verse reducida a un conjunto de rasgos diferenciales con un alto
contenido simbólico. Como toda identidad colectiva, posee un centro simbólico
en el que se sitúa determinado rasgo o conjunto de rasgos, que son utilizados
como elementos capaces de marcar límites y fronteras en relación con otros
grupos. Estos rasgos de adscripción son utilizados como diacríticos para generar
solidaridad hacia el interior, y construir un hilo de memoria en el que se
puedan reconocer la mayoría de sus miembros. Durante mucho tiempo, la identidad
colectiva vasca ha descansado sobre un pasado remoto y, en parte, desconocido
digno de respeto y admiración, posibilitando la idealización de una sociedad
tradicional arraigada en lo premoderno.
Con el proceso de urbanización e industrialización que comienza en el siglo XIX y, sobre todo, se profundiza en el XX, esa imagen se transforma muy ligeramente, permaneciendo con leves cambios hasta la segunda mitad del siglo XX. El nacionalismo vasco, con distintos matices, ha asumido e incorporado en su definición de la identidad vasca esos rasgos. Las condiciones políticas excepcionales de la dictadura posterior a la guerra civil (1936-1939) y durante las primeras décadas de la transición a la democracia posibilitaron la emergencia de una imagen de lo vasco que sin romper con la anterior profundiza el estereotipo de pueblo resistente a la opresión.
Los últimos años han dado paso a una imagen más compleja de lo vasco que durante mucho tiempo se ha negado u ocultado. Aunque es necesaria mayor profundización en esta idea, mediante la ampliación de futuras investigaciones, aportando más indicios y productos culturales que reflejen los estereotipos de la identidad vasca y sus cambios, consideramos que este artículo contribuye a repensar las relaciones entre identidad colectiva, cultura y política en contextos de modernidad avanzada.
Con el proceso de urbanización e industrialización que comienza en el siglo XIX y, sobre todo, se profundiza en el XX, esa imagen se transforma muy ligeramente, permaneciendo con leves cambios hasta la segunda mitad del siglo XX. El nacionalismo vasco, con distintos matices, ha asumido e incorporado en su definición de la identidad vasca esos rasgos. Las condiciones políticas excepcionales de la dictadura posterior a la guerra civil (1936-1939) y durante las primeras décadas de la transición a la democracia posibilitaron la emergencia de una imagen de lo vasco que sin romper con la anterior profundiza el estereotipo de pueblo resistente a la opresión.
Los últimos años han dado paso a una imagen más compleja de lo vasco que durante mucho tiempo se ha negado u ocultado. Aunque es necesaria mayor profundización en esta idea, mediante la ampliación de futuras investigaciones, aportando más indicios y productos culturales que reflejen los estereotipos de la identidad vasca y sus cambios, consideramos que este artículo contribuye a repensar las relaciones entre identidad colectiva, cultura y política en contextos de modernidad avanzada.
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