La desigualdad
social es
una circunstancia socioeconómica en la que un colectivo o comunidad son
tratados de manera diferente por los demás sujetos o grupos de su entorno.
Seguramente habrás oído hablar más de una vez de la
desigualdad social, término que en los últimos años ha cobrado especial
protagonismo cuando se trata de analizar las relaciones geopolíticas
internacionales o la inclusión de sectores sociales que, por diversas razones,
han estado históricamente marginados.
La desigualdad social es una de las lacras
actuales. Veamos qué es, cómo se produce y las consecuencias que acarrea.
Familias con hijos e hijas como la tuya están sufriendo sus efectos en su vida
cotidiana. ¡Implícate!
Definición de desigualdad social
La desigualdad social es una situación socioeconómica que se
presenta cuando una comunidad, grupo social o colectivo recibe un trato
desfavorable con respecto al resto de miembros del entorno al que pertenecen.
¿Cómo se manifiesta?
No solo se manifiesta en aspectos como el poder adquisitivo,
que es sin duda la causa principal de la exclusión y la falta de oportunidades
en muchos lugares del mundo.
Otros elementos que pueden motivar la desigualdad
social son la cultura, la etnia, la raza, la religión, el origen y la
nacionalidad, las costumbres y la ideología.
¿Qué implica?
Es por esto que en casi todos los casos la desigualdad
social conlleva, además de una situación de marginación y aislamiento, el señalamiento
de esos grupos sociales que se han visto afectados directamente por esta
circunstancia. Quédate con esta idea y reflexiona cómo puede llegar a
afectar este hecho a las familias con menores, porque hay mucho más que
contar… ¡Sigamos!
La lucha por alcanzar una igualdad social plena ha ido variando a lo
largo del tiempo en función de los cambios que han experimentado las
sociedades.
Nunca ha existido un sistema socioeconómico completamente
igualitario. De hecho, los privilegios y las jerarquías sociales han existido
incluso desde las primeras formas de organización social que surgieron en la
antigüedad.
El reconocimiento de los derechos del ser humano
La lucha contra la desigualdad social ha
transcurrido paralelamente a la aparición de los derechos fundamentales. La Declaración de los Derechos del Hombre, en 1789, y la
aprobación de la Carta de los Derechos Humanos, en 1948, son dos
acontecimientos esenciales en este sentido.
Ambos textos elaboraron el marco necesario para el
reconocimiento de los derechos inherentes a la condición humana, entre ellos,
el de la igualdad y sus diferentes manifestaciones: social, política,
económica o cultural.
Los derechos fundamentales no bastan para eliminar la
desigualdad
Reflexionando sobre estos datos, es fácil comprobar que la
desigualdad de ingresos se ha convertido en uno de los principales obstáculos
para alcanzar el desarrollo social.
Pero no es simplemente una cuestión económica o de rentas
mínimas. Tiene que ver, y mucho, con la posibilidad de cubrir o no las
necesidades básicas, y hacer efectivos los derechos de toda la ciudadanía y con
cómo las familias con niños y niñas están viéndose afectadas
Los sistemas de gobierno, además de ser en muchos casos
ineficaces, tienen altísimos índices de corrupción y opacidad. No saber en qué
se invierte el gasto público ni los mecanismos de contratación y gestión
contribuye a que el dinero público acabe en manos de unos pocos grupos. Y esto,
a su vez, es una causa directa de la pobreza y la desigualdad
social: lo que en principio estaba destinado a mejorar la calidad de vida de
las personas, ha acabado en manos de terceros. Cuanta más corrupción, más
desigualdad social.
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