Hay ocasiones en las que parece que todo me supera. Hoy es
uno de esos días en los que los problemas se agolpan tras la puerta y te quedas
sentado sin querer abrirla porque sabes que te van a caer encima… Intentas
mantener la calma y recordar, como ya sabes, que todo esto es un aprendizaje y
que lleva un mensaje para que te puedas superar.
Lo que pasa es que llevas tiempo intentándolo y no llegas,
no lo consigues y ya no se te ocurre qué más podrías hacer para seguir adelante
porque se te acaban las ideas y el empuje afloja. La rabia se te acumula en el
estómago y te apetece lanzarlo todo por la ventana, sin piedad… Llorar tanto
que el mundo se ahogue con tus lágrimas y reaccione ante tu dolor…
Y te armas de valor y abres la puerta. Y ves que te caen las
consecuencias de no sabes qué… ¿de no creer en ti? ¿de no confiar? ¿de no
valorarte lo suficiente? ¿de no haber sido capaz de decir que no? ¿de postergar
las decisiones? Y algunas cosas más a las que todavía no les puedes poner
nombre y fecha y que seguro que son las que más pesan puesto que son las que
más te cuesta detectar… El problema de alguien que no es tu problema,
pero que te acaba pesando como una losa y que si te cae es porque lo asumes y
así lo decides tú, no busques culpas… No sirve más que para delegar en otro las
soluciones. Hay que afrontar…
Y piensas ¿no debería tener yo herramientas para salir de
esta? Se supone que tengo claros los conceptos y que llevo en mis espaldas
suficientes conocimientos como para hacerlo… Llevo años conociéndome y
diciéndome verdades feísimas a la cara para aprender y vivir en paz… Me he
releído y asumido mi infancia entera para encontrar todos mis miedos más
rotundos agolpados en mis mazmorras… He intentado dejar mi necesidad de control
y me he sumido en un caos delicioso para fluir y sentir, para poder dejar de
pensar y encontrar las respuestas que siempre me faltan.
No dejo de repetir… “Esto tendrá un sentido que ahora no
veo”. Tengo que comprenderlo para sacarle la lección y aceptar, para seguir
adelante… Y no lo veo. No aparecen las instrucciones por ningún sitio. No hay
manual de crisis especial para que el formador en inteligencia emocional que
está en crisis… Llamas a un amigo que se ha formado como tú. Y recuerdas, que
muchas veces, como cualquier otro ser
humano, nunca ve la viga en su ojo y sólo la paja en el ojo ajeno… Pero, eso
sí, siempre tiene claro que hay una viga, aunque no la vea.
Y me dice que el también tiene un día horrible y me pregunta
qué veo yo sobre su viga porque también sabe que está ahí y no la ve… ¡Qué
barbaridad! estamos en las mismas…
Esto de saber que hay una viga y no verla hace que a veces
sueñes con un poco de bendita ignorancia para poder descansar… Pero esto no
tiene vuelta atrás, cuando uno aprende a decirse lo que se ocultaba hasta ahora
a la cara, ya no puede esconderse nada más o no puede hacerlo de forma
consciente…
A veces, cuando necesitas encontrarle un sentido a todo,
todo pierde sentido.
Te pierdes en una espiral de sensaciones y afinas tanto que
llega tu subconsciente y te aplaude y te dice «vas para nota, genial» pero eso
no te calma, no te ayuda, no te libra de los problemas tras la puerta. Todos
somos ignorantes cuando se trata de conocernos y aceptar, no sabemos
nada…
Y piensas… Me pasa porque en realidad debo entender que no
tengo que librarme de los problemas, en realidad son una bendición, un regalo,
un síntoma del algo más gordo que subyace en mí y que puedo curar… Tengo que
comprender qué hacen ahí y por qué los he traído hasta mí… Tengo que entender
cuál de mis creencias les ha abierto la puerta, si yo misma creo mi propia
realidad… ¿qué he hecho yo para creer que merezco esto? ¿qué he pensado y temido
que ha traído hasta mí esta situación? porque somos responsables (no culpables)
de todo lo que aparece en nuestra vida… Antes de que los engendros malignos que
llaman a mi puerta pudieran encontrarla, mi inseguridad los puso ahí, les llamó
para que vinieran y les susurró que eran necesarios para superarme… Y la vida,
sabia como nada, los trajo sin demora… Y ahora están ahí, esperando a que
responda, a que tome unas cuantas decisiones…
Y el colmo de los colmos es saber que mis decisiones no
pueden ser parches… Porque podría tapar lo que pasa, pero si no quiero que
vuelva a pasar, tendré que resolver la causa y no tapar el síntoma
…
Bendita frase esa de que todo lo que pasa en tu mundo
exterior es un reflejo de lo que pasa en tu mundo interior… Yo que me he hecho
mil veces una autopsia emocional y me he desgajado ante mi psicólogo… ¿Qué más
tengo que hacer?¿Qué me falta? ¡Con la cantidad de personas que van por la vida
sin darse cuenta de nada y no las veo tan agobiadas como yo!! ¿quién me mandaba
a mí meterme en esto? ¿Por qué tuve que descubrir que cada uno de mis
pensamientos y actos escriben mi destino? ¿por qué tuve que asumir el compromiso
de ser coherente y ahora no puedo buscar una solución «apenas normal» y tapar la
herida sin más pretensiones?
Y luego pienso “esto no es nada, en el fondo, da
gracias y asume que es necesario, que te pertenece, que te hará mucho bien…”