R. Kurzweil (RK) entiende que todos los niveles con los que está conformado el universo (el físico, el químico, el biológico y neurológico), están coronados por el último y más complejo, el tecnológico, creador de la inteligencia artificial, de la que es un experto mundial de primera línea. Sus investigaciones actuales se orientan al reconocimiento del habla humana.
En su primer libro, The Age of Intelligent Machines (1989), profetizaba que “en la primera mitad del siglo XXI la inteligencia de los ordenadores sería indistinguible de la de sus progenitores humanos”. Es la expresión del convencimiento que tiene RK de que el poder de las ideas para transformar el mundo se está acelerando. A esta tendencia la denomina principio o ley de los rendimientos acelerados, consistente en advertir que la tecnología y los procesos tecnológicos progresan de forma exponencial, no lineal.
En su segundo libro, The Age of Spiritual Machines (1999), pretende mostrar “cómo sería la naturaleza de la vida humana una vez superado el momento en que la máquina y cognición humana se conviertan en una misma cosa”. RK advierte que progresivamente se va dando una colaboración cada vez más estrecha entre nuestra herencia biológica y su expresión en artefactos tecnológicos inteligentes, trascendiendo así lo biológico.
En su tercer libro, The Singularity is near (2005), continúa reflexionando sobre las consecuencias de la inminente tendencia a la fusión entre nuestro pensamiento biológico y la inteligencia no biológica que estamos creando. Frente a quienes dudan de que el cerebro humano sea suficientemente potente como para comprenderse a sí mismo, RK considera que los hechos demuestran que sí tenemos capacidad para comprendernos, crear y ampliar los modelos de nuestra propia inteligencia. De hecho, la tesis central de este libro consiste en mostrar que nos estamos acercando a ese momento clave (la singularidad está cerca), a esa singularidad en la que se dará un salto cualitativo tal, que la inteligencia dejará de estar encarnada en lo biológico para estarlo en un soporte tecnológico. RK define este libro como “la historia del destino de la civilización hombre-máquina, un destino al que llamamos Singularidad”.
Precisamente porque somos conscientes y libres, somos personas y poseemos una identidad que nos hace irrepetibles. No somos un ente más dentro de un conjunto matemático, sino un yo irrepetible. El problema está en definir en qué consiste nuestra identidad, qué es lo que nos hace ser cada uno de nosotros, y diferentes a los demás. Nos podrían extirpar paso a paso las diferentes partes de nuestro cuerpo, y mantendríamos la identidad. Seríamos el mismo, pero no lo mismo.
El ser humano, y los seres vivos, van cambiando gradualmente de células y demás componentes biológicos, pero la forma y estructura no cambian. Y eso es lo que mantiene la identidad. “Somos un patrón que cambia lentamente pero que posee estabilidad y continuidad, aunque las cosas que constituyen el patrón cambian rápidamente”.
Ahora bien, una ventaja que tienen los sistemas artificiales frente a los biológicos, es que aquéllos pueden ser copiados, guardados en una copia de seguridad y ser reconstruidos, mientras que los seres vivos no.
La inteligencia humana, con
soporte biológico, ha generado una tecnología tan potente que está aumentando
su ya fuerte potencialidad; y estos avances tecnológicos van aumentando, según
RK, de forma exponencial.
Es por ello evidente para RK que la evolución biológica no es más que es una etapa previa a la inteligencia tecnológica.
Es por ello evidente para RK que la evolución biológica no es más que es una etapa previa a la inteligencia tecnológica.