sábado, 4 de noviembre de 2017

Desprolijidades


La desprolijidad de la vida

Intentamos, nos esforzamos, tratamos... pero a veces no es suficiente. Y entonces advienen distintos sentimientos: impotencia, mortificación, culpa... “Si yo hubiera hecho”, “Tendría que haber...”, “No fui lo suficientemente...” Alto ahí! Porque la negligencia es un rasgo a corregir, sí, pero también lo es la auto injusticia que deviene en esperar de sí la capacidad de preverlo todo, controlarlo todo, poder todo.

Consideremos esto: decimos “nene”, “mujer”, “hombre”, “animal” y, si hace falta, contamos con sus diminutivos, “nenito”, “mujercita”, “hombrecito”, “animalito”… Pero no está instituido en nuestro lenguaje usar esta palabra: humanito. Sin embargo, en lo personal yo a veces la necesito para recordarme que soy nada más (y nada menos) que una persona en vías de despliegue

Esto significa que yerro, que no todo me sale como quisiera, que, como dijo el personaje de una película, a veces “tengo que lograr una acuerdo entre mis aspiraciones y mis limitaciones”. Y así invito a verse a otros, -sobre todo a quienes experimentan demasiado a menudo que sus limitaciones “deberían” ser menores, sintiéndose culpables por “no poder lo suficiente”-.

Pero hay algo más: quien intenta ser el mejor humano posible con frecuencia se encuentra lidiando no sólo con sus limitaciones: a veces pierde noción de sus propias fronteras e imagina que debería haber controlado factores que de ninguna manera están a su alcance. Perdemos el criterio para discernir lo que sí depende de nosotros respecto de lo que, simplemente, se llama “la vida”: múltiples variables que escapan a nuestra potestad de cambio. Darse cuenta de que uno es “solamente un humanito” también abarca este punto: sin justificarse, sin excusas que escondan realidades… descansar de todo auto acoso al respecto.

Dingo, mi perro, cuando está nublado suele asomarse a mi ventana con increíble insistencia hasta que, si el clima así lo dispone, sale el sol. El punto es que Dingo está convencido de que, así como yo tengo “el poder” de que él tenga comida, abrigo, cariño… debo tener cierta influencia para que el sol salga!

Y me lo reclama sin cejar. El problema no es que él lo crea, sino que, confieso, a veces yo me hago cargo de su expresión angustiosa y experimento una especie de culpa absurda por no darle el sol que necesita. No deja de ser una interesante constatación: una parte de mí es ajena a toda razonabilidad, y allí se evidencia. 

Éste es un fenómeno muy humano, curiosamente, pues esa razonabilidad nace de un área diferente del cerebro respecto de aquella en donde nace la mortificación o la culpa. Lo importante es darse cuenta en vez de actuarla, dándola por válida porque somos meramente… humanitos!


Los Confines De La Mente



Una teoría nueva sobre la conciencia y el futuro de los estudios de nuestra mente.

Por primera vez en la historia, gracias a escáneres de alta tecnología diseñados por físicos, se han desvelado secretos del cerebro, y lo que un día fuera territorio de la ciencia ficción, se ha convertido en una asombrosa realidad. Grabación de recuerdos, telepatía, vídeos de nuestros sueños, control de la mente, avatares y telequinesia: todo esto no solo es posible, sino que ya existe. «El futuro de nuestra mente» es el relato riguroso y fascinante de las investigaciones que se llevan a cabo en los laboratorios más importantes del mundo, todas basadas en los últimos avances en neurociencia y física.

Algún día podríamos llegar a tener una «pastilla inteligente» que incrementara nuestro conocimiento; podríamos cargar nuestro cerebro en un ordenador, neurona a neurona; mandar nuestros pensamientos y nuestras emociones de un lugar a otro del mundo a través de una «internet de la mente»; controlar ordenadores y robots con el pensamiento; y tal vez rebasar los límites de la inmortalidad.

En esta extraordinaria exploración de las fronteras de la neurociencia, Michio Kaku plantea cuestiones que desafiarán a los científicos del futuro, ofrece una nueva perspectiva de las enfermedades mentales y la inteligencia artificial y presenta un nuevo modo de pensar en la mente.
Los dos mayores misterios de la naturaleza son la mente y el universo. Gracias a nuestra avanzada tecnología, hemos sido capaces de obtener imágenes de galaxias situadas a miles de millones de años luz, manipular los genes que controlan la vida e introducirnos en el sanctasanctórum del átomo; sin embargo la mente y el universo siguen siendo tan esquivos como seductores.

Son las fronteras más misteriosas y fascinantes de la ciencia. Si queremos apreciar la majestuosidad del universo, solo tenemos que alzar la vista hacia el firmamento nocturno, resplandeciente con sus miles de millones de estrellas.

Desde que nuestros antepasados se asombraron por primera vez ante el espectáculo del cielo estrellado, hemos tratado de dar respuesta a estas preguntas eternas: ¿de dónde surgió todo?; ¿qué significa todo esto? Para ser testigos del misterio de nuestra mente, no tenemos más que mirarnos al espejo y preguntarnos qué se oculta tras nuestros ojos, lo que nos lleva a plantearnos obsesivamente preguntas como: ¿tenemos alma?; ¿qué es de nosotros tras la muerte?; ¿quién soy «yo»? 

Y, lo que es más importante, nos conduce hasta la cuestión definitiva: ¿cuál es nuestro lugar en el gran proyecto cósmico? Como dijo el gran biólogo victoriano Thomas Huxley: «La más importante de todas las preguntas para la humanidad, el problema que subyace a todos los demás y es más interesante que cualquiera de ellos, es el de dilucidar el lugar que el hombre ocupa en la naturaleza y su relación con el cosmos».



Frases Sobre Inquietud


La inquietud, esa especial motivación por descubrir, por conocer e indagar sobre algo o alguien, La inquietud es lo contrario de la quietud, la calma, lo estático lo inmóvil.

“Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué”
Jean Cocteau

“Se necesita una determinada forma de excavar, un cierto tipo de arqueología interna, para llegar a descubrir nuestra totalidad, aunque esté muy bien cubierta bajo capas de opiniones, de cosas que nos gustan y nos disgustan y por la densa niebla de los pensamientos y hábitos inconscientes y automáticos, por no mencionar el dolor”
Kabat-Zinn, Jon. (2010), "El Poder de la Atención", Barcelona: Editorial Kairós.

“La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”
William Faulkner

“Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te señalan a ti.
Proverbio inglés

El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual no defendemos espantados.

Milan Kundera

Debes Ser Y Parecerlo



No basta ser honesto, también hay que parecerlo. (No basta que la mujer del César sea honesta, también tiene que parecerlo.)

Según cuenta Plutarco en sus "Vidas paralelas", un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. 

Tal era su enamoramiento, que en cierta oportunidad, durante la fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres- el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio.

Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechada de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo.

La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechado de haber cometido alguna ilicitud, aun cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia.

Así, con esta frase, respondía Cayo Julio César a las más conspicuas matronas del patriarcado romano cuando le pedían que no se divorciara de su esposa, Pompeya, la que, al parecer, no había cometido acto impuro ya que, su presencia en una Saturnalia, orgía permitida a las damas de la aristocracia, solo había sido como espectadora... “La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”, sentenció el Emperador.



Evaluar Expectativas


Conocerse bien a uno mismo, es indispensable en este proceso, como en muchos otros, una vez más.
Ya que me permitirá saber si tiendo a:

Sobrevalorar o infravalorar mi capacidad.

A sobrevalorar o infravalorar las dificultades que me encuentro en mi camino.

Si suelo definir de una forma “realista” o no mis objetivos.

Así como saber con qué herramientas cuento para conseguir lo que quiero y seguir motivándome.
Para tratar de definir nuestras expectativas de una forma realista, la recomendación general es que contrastemos nuestras expectativas con la realidad, considerando hechos objetivos frente a valoraciones subjetivas.

Considerando nuestras experiencias previas y sus resultados
, aunque no sean garantía de qué va a pasar a continuación, pero es la información con la que contamos, y a la que realmente podemos acudir.

Hasta ahí, todo suena muy razonable.

¿Cuál es el problema entonces?
Pues que en ese camino, en muchas ocasiones, decidimos hacer “el estudio sociológico del año” y comenzamos la encuesta pertinente.

Dicho de otro modo, empezamos a interrogar a los demás sobre su opinión, sus experiencias e incluso sus “predicciones”, esperando que “nos iluminen con su saber”, y nos ayuden a definir nuestras expectativas
.
Pero lo cierto es que, cuanta más información recopilamos, menos claro lo tenemos, más confuso es, más variables influyen, más implicaciones vemos en las relaciones entre dichas variables y sus posibles consecuencias, hasta juntarnos con un maremágnum tan complejo, que no sabemos qué hacer con él.

Se suponía que el objetivo era “tener las cosas más claras”, y sin embargo, más confusos estamos.
Tener más información, no nos garantiza, necesariamente, tener las ideas más claras.

A veces, la expectativa más realista que podemos tener es:
“No sé qué puede pasar, no sé cómo puede salir, ni cómo va a hacerlo, de hecho”.

Y es que es mucho mejor, tener esta expectativa, que aunque resulte imprecisa, me permite tener la “apertura mental” necesaria para “estar preparado para lo que sea”, que contarme un bonito cuento, sin base ni solidez, por muy bonito que sea y suene.

Dijéramos que tenemos que “llegar a un acuerdo con nosotros mismos”, y decidir cuánto le vamos a atribuir a la objetividad, y cuanto a nuestros deseos y anhelos, para saber el “grado de confiabilidad” que podemos tener en nuestra expectativa, sin engaños.

Por ejemplo, si el 80% de mi expectativa se asienta en hechos objetivos, y el 20% restante en mis deseos, podré decir con un grado de confiabilidad elevado, que mi expectativa tiene bastantes probabilidades de cumplirse.

Si los números son al revés, 20% y 80%, mi expectativa difícilmente se cumplirá.

Yo elijo qué porcentajes me van a hacer decantarme hacia un lado u otro.

Digamos que si es un 60% basado en hechos objetivos y un 40% en mis deseos, decido que es el “margen mínimo” para que yo considere que es algo probable que mi expectativa se cumpla, y que si el primer porcentaje sube y el segundo decrece, entonces mi expectativa será poco probable, por ejemplo.

Pongo estos ejemplos, pero realmente no hay un criterio estándar.
Cada uno tiene que decidir “cuáles son sus números”, por decirlo así.
Tú decides, tú eliges.

Al final, es nuestro criterio el que prevalece, y es por ello que es tan importante conocernos a nosotros mismos, para saber qué mecanismos nos resultan más o menos funcionales.

Hay personas que dicen que prefieren “esperar lo peor” para así “no llevarse el chasco”, y hay personas que, por el contrario, prefieren “tener esperanza” y así “no sufrir por adelantado”.

Sea como sea, es nuestra responsabilidad elegir nuestras expectativas, como elegimos nuestros pensamientos en general, de ello dependerá que estemos motivados o frustrados.

Por supuesto que también influye cómo se vayan desarrollando los acontecimientos, así como cuales hayan sido nuestras experiencias y los resultados que hayamos obtenido, tanto en el pasado como en el presente.

Lo que es claro es que si tenemos la creencia de que: “si me esfuerzo y trabajo con empeño, me lleve más o menos tiempo, acabo consiguiendo lo que quiero”, nuestra motivación se verá reforzada y, precisamente, “nos moverá a actuar”.

Se que es difícil mantener esa actitud, sobre todo cuando nos encontramos con situaciones en las que las variables que influyen con más peso, escapan a nuestro control.

Pero la alternativa es darse por vencido, y yo no se vosotros, pero yo no conozco a nadie que sea feliz con esa actitud.

Una de las partes muy duras de esta vida y que nos cuesta mucho asumir, es el aceptar que hay cosas que, definitivamente, no van a salir como queremos y deseamos, pero esa aceptación nos permite focalizar nuestros esfuerzos donde si podemos conseguir los resultados que deseamos, y no en la frustración que sentimos, por lo que no conseguimos
.
Dicho todo esto, en muchas ocasiones, como ya os dije cuando empezamos a hablar de las expectativas, lo mejor que podemos hacer es intentarlo, y según los resultados e información que vayamos obteniendo, decidir cuál es el camino a seguir, el siguiente paso a dar, y entonces, sentar nuestras expectativas.

Nuestras expectativas están en proceso de reevaluación constante, no son estáticas ni definitivas.

La vida siempre puede sorprendernos, y nosotros a nosotros mismos también, o más aún.



Alegato A la Condena De Sócrates


Filosofía:

En la democracia ateniense no era oro todo lo que relucía. La corrupción no era ajena a la versión del sistema democrático imperante y el papel de la religión inundaba todos los campos de la sociedad. Unas grietas en el sistema que persistían porque nadie se atrevía a criticar. Y quien lo hacía, era desterrado o condenado a muerte.

La situación la vivió en sus carnes el filósofo griego Sócrates. Ahora, de la mano del actor Josep María Pou y del director Mario Gas quieren revivir a través de la obra 'Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano' el padecimiento del pensador. Y, además, reivindicar el valor que tuvo al denunciar la corrupción que habitaba y alertar del papel supersticioso y manipulador que ostentaba la religión oficial en la Atenas de hace 2.500 años.
Interpretada en el Teatro Olympia del 12 al 15 de noviembre, la obra intenta resaltar la actitud “honesta, sincera y estoica” del maestro de Platón, en palabras de Pou, quien se pone en su piel durante la función. “Es increíble la serenidad que muestra cuando se les está a punto de robarle la vida”, destaca el actor en el vídeo promocional del personaje. “Es un hombre íntegro que incluso habiendo podido haber huido de la ciudad, cumple con la sentencia para hacer ver como se tiene que hacer las cosas correctamente”, agrega el director.



Una reivindicación del personaje que se enfrenta también a las razones por las que entonces se le obligó a morir mediante una ingestión de cicuta: despreciar a los dioses y corromper a la juventud. “Se trata de aprovechar los últimos días de Sócrates para hacer reflexionar sobre la ética, la moral, e, incluso, la misma democracia”, indica Gas.

“Las libertades son pisoteadas por los voceros intransigentes de un mal llamado sistema democrático”, critica con vehemencia Pou haciendo de Sócrates. La muestra que su reflexión a través del teatro encuentra aún en la actualidad lazos que la hacen necesaria.


Un alegato a la figura “íntegra” de Sócrates.

Al Que Nace Barrigón…



Al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen. Frase tomada del Martín Fierro, de José Hernández, en la que se hace referencia a lo vano e inútil de los intentos por ocultar las verdaderas características de la personalidad humana.

Si se posee tendencia a engordar, no se podrá disimular con recursos que intenten ocultar la panza. Sabido es que en Argentina pocos libros han calado tan hondo en su cultura popular como el Martín Fierro, obra cumbre de José Hernández (1834-1886), en especial por la cantidad notoria de frases que de aquel texto ha incorporado. Ésta es una más y apunta a los casos en que es inútil hacer algo para torcer el destino o reorientar la conducta de ciertos sujetos. 

Claro que la expresión entraña un determinismo muy polémico, pues se pueden reconocer muchos condicionantes en la formación y en el crecimiento de una persona, pero de ahí a sentenciar que nada cambiará su comportamiento o su pensamiento, hay una diferencia.

Refrán determinista, en el sentido de que no admite que las inclinaciones naturales de las personas puedan cambiarse con la educación o las indicaciones adecuadas, sirve también para criticar las malas costumbres que no se cambian pese a amenazas o castigos.


"Los que no saben guardar
Son pobres aunque trabajen.
Nunca por más que se atajen
Se librarán del cimbrón.
Al que nace barrigón
Es al ñudo que lo fajen".

José Hernández, en el Martín Fierro
CANTO XV (segunda parte)
"Consejos del Viejo Vizcacha"

viernes, 3 de noviembre de 2017

Encuentros Y Desencuentros

Filosofía
Encuentros Y Desencuentros
En la célebre historia de Edipo uno de los episodios decisivos es el encuentro de éste con su padre Layo, fruto de la casualidad. Edipo topa con Layo en una encrucijada y creo recordar que se entabla entre ellos una disputa acerca de quién tiene derecho a pasar primero. La discusión acaba en reyerta y, de resultas de ella, Edipo mata a su padre, crimen abominable que inicia una larga serie de hechos nefastos en su vida.


Es evidente que la anécdota narra un caso de encuentro y desencuentro: Edipo encuentra a su verdadero padre para inmediatamente después desencontrarse con él. Ni que decir tiene que la vida de todos nosotros está plagada de este tipo de coincidencias y desinteligencias con el otro, momentos en que sentimos que hemos hallado a la persona adecuada para cualquier cosa o para realizar un proyecto querido. 

Tengo en mente, por ejemplo, el momento en que Marx conoció a Engels o en que Abelardo cayó prendado de Eloísa; y recuerdo también la forma memorable como Flaubert describe el momento en que Bouvard y Pécuchet se conocen y cómo a partir de entonces se traba entre ellos una amistad inquebrantable. Son circunstancias cruciales en que establecemos un punto de acuerdo que nos parece definitivo o simplemente que hemos dado con lo que estábamos buscando. Así pues, qué significa un encuentro parece muy claro.

En cambio, no está claro qué es un desencuentro, más allá de lo obvio, como puede ser faltar o fallar a una cita. Resulta difícil explicar por qué uno se “desencuentra” con alguien con quien, por fuerza, alguna vez ha tenido que haberse encontrado; y esta dificultad es la que explica por qué todas las rupturas son agrias.

Por lo demás, otra extraña asimetría se deja ver en la diferencia entre encuentro y desencuentro. En efecto, todos los encuentros son distintos o singulares y se definen o se diseñan por la ocasión, 

mientras que todos los desencuentros en el fondo son el mismo desencuentro. Naturalmente, no me refiero a las razones de uno u otro sino a su experiencia pura. En el encuentro dos series convergen y terminan sus respectivos procesos. En el desencuentro siempre hay la expectativa irreductible y excluyente que, tras la desinteligencia o el desacuerdo habrá de dar comienzo a una serie nueva. 

Esta es la razón por la que, a veces, cuando dos individuos que no se entienden declaran de forma retórica que entre ellos “ha habido un desencuentro”, uno de ellos suele sentirse satisfecho con la conclusión (pese a que es a todas luces redundante) cuando aduce: “¿Qué le vamos a hacer? Es una lástima, pero parece que no nos hemos encontrado.”

Por eso merece la pena fijarse con cuidado en la historia de Edipo y su desdichado encuentro/desencuentro con su padre. Edipo y Layo se encuentran por casualidad –un papanatas observaría que todo fue obra del Destino; sin apercibirse que en el destino también está incluida la contingencia y la casualidad– en cambio su desencuentro no es casual sino necesario, entre otras razones porque el parricidio de Edipo tiene que producirse para que éste adquiera su perfil trágico.

Matar a Layo es una decisión de la que Edipo se hace responsable, pese a que en rigor él no sabe que el desconocido es en realidad su padre. Podríamos generalizar la pauta de tal modo que incluya todos los momentos en que los seres humanos nos unimos y nos separamos de otros seres humanos, todas las circunstancias en que nos encontramos o nos desencontramos sin que sepamos por qué. 

Hecho lo cual, comprobamos que así como todo encuentro es casual (y, por lo tanto, inexplicable: porque es obra del Destino, afirma el papanatas), todo desencuentro en cambio es deliberado, o sea, obra de una voluntad. Así pues, cuando admito que me he desencontrado con otro lo que hago es reconocer que quiero desencontrarme con él. Nada más lastimoso entonces que ver a un socio buscar razones para romper una sociedad con la esperanza de que esos argumentos le servirán de pantalla para ocultar que desea separarse. Casi tan patético y poco airoso como buscar una excusa para faltar (o haber faltado) a una cita a la que uno ya había decidido no acudir.


En rigor, estas asimetrías muestran que el desencuentro no es lo contrario del encuentro sino que lo uno no tiene nada que ver con lo otro, que no hay vínculo causal entre ellos ni razón que los articule. 

De tal modo que, pensadas como una sucesión de encuentros y desencuentros, nuestras vidas se parecen a caminos perdidos en el bosque donde a veces nos sale al cruce un dragón y otras un hada; y unas veces nos toca hacer como Edipo y otras nos toca perder, como el inocente Layo.

Nada Vale Nuestro Desánimo


Te sientes desanimado? ¡Arriba los corazones! No estás solo en el camino. Lo que sí es importante es que consideres que para salir adelante de cualquier tipo de situación es importante que hagas un compromiso contigo mismo. Nadie hará por ti lo que tú no quieras hacer por ti mismo.

El ánimo es la capacidad humana de experimentar emociones y afectos, y de comprender. Es esa fuerza o energía para hacer, resolver o emprender algo. Es esa fuerza interior que nos permite vivir el presente con la esperanza puesta en el futuro.

El desánimo es lo contrario de esto. El desaliento o falta de ánimo se siente como si nos faltara energía vital y fuerza para enfrentar la vida. Como si ese soplo de vida que todos llevamos dentro estuviera apagado y sin oxígeno. Es esa sensación de vivir sin vida, como si nos hubieran robado el aliento, el alma.

Recordemos que las personas somos la única creación hecha a imagen y semejanza de nuestro Creador. Siendo una unidad perfecta de mente, cuerpo y espíritu, lo que le afecte a una de nuestras partes forzosamente le afectará al resto. El cuerpo se siente cansado, fatigado. Todo nuestro ser se siente sin fuerza, desganado.

Por lo tanto, cuando caemos en el desánimo por alguna circunstancia es muy importante que tratemos tanto la parte espiritual como la psicológica y la humana o física.

Cuando viene la tristeza, llega el desánimo y este nos puede hacer sentir desde aflicciones leves hasta cosas más profundas como la desesperanza que nos pueden llevar a cuadros severos de depresión. Esto es porque nuestro cerebro comienza a segregar sustancias bioquímicas que eventualmente cobrarán factura en todo nuestro ser.

Es por eso que hay que estar atentos a no permitir estar por mucho tiempo inmersos en ese estado. Se vale sentir tristeza. Lo que no se vale es permitir que ni el desaliento ni la desolación hagan nido en nuestros corazones y dirijan nuestras vidas.

Si permitimos albergar más de lo necesario este tipo de sentimientos, nuestro espíritu se irá deteriorando y, por supuesto, seremos el blanco perfecto para las enfermedades porque nuestro sistema inmunológico estará debilitado.

La tristeza como emoción primaria es buena hasta cierto punto porque nos invita a hacer un paro en la vida para hacer ajustes y cambios necesarios. Por eso es importante aceptar que estamos tristes, pero no quedarnos en ella.

El estado de desánimo es engañoso porque la tristeza nos hace ver y sentir los problemas mucho más grandes y difíciles de lo que son.

Cuando pasamos por un momento de desánimo es muy importante identificar su origen o causa y atacar el problema de raíz. Si no es así, dejaremos que este sentir se haga más grande, tan grande que podemos caer en tristezas por demás profundas. Comenzaremos a creer que no valemos, que no merecemos y que no hay salida posible en esta vida.

El paso del desaliento a la desesperanza es muy corto y peligroso. En este corremos el riesgo de dejar de creer que hay solución en ese asunto difícil por el que pasamos o que hay un plan perfecto de Dios detrás de esa dolorosa experiencia. Se nos nubla la capacidad de ver el futuro con esperanza y con certeza de que esto que hoy pasamos también pasará.

¡Cuidado! Las personas que pasan por un estado de desánimo se encuentran vulnerables y más propensas a caer en engaños de personas de “buena voluntad” que le ofrecen una “sanación” interior que de momento parecería que sí funciona.

Por favor, no se dejen engañar. Es verdad que al pasar por esos momentos lo que queremos es salir de ellos lo antes posible, pero no arriesgando lo más importante y valioso que hay en cada uno de nosotros: nuestra alma.


Lo Que Sembramos


Debemos cultivar la humildad y aprender que nadie es más que nadie. Empieza a apreciar a los demás por quienes son y no por sus apariencias

¿Existe una máxima que debería ser la base de las acciones que uno toma a lo largo de su vida?
Seguramente es la máxima de la compasión: “no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”.

Cada uno recoge lo que siembra. Si siembras trabajo, recogerás éxitos. Si siembras amor, recogerás felicidad. Si siembras vientos, recogerás tempestades. En definitiva, que si quieres que algo ocurra, predisponlo todo para que suceda.

Prepáralo, pero hazlo adecuadamente. Escúchate y escucha a tu entorno. Tampoco busques imposibles ni venganzas, ya que eso solo atrae al fracaso y a la frustración.

“Si quieres conocer el pasado, entonces mira tú presente, que es el resultado. Si quieres conocer tu futuro,  mira tú presente, que es la causa”
Buda

Dicen que la vida es un eco, que lo que envías y regresa. Dicen que lo que siembras, cosechas. Que lo que das es lo que obtienes. También se habla de que lo que ves en los demás existe en ti. En definitiva, como dijo Facundo Cabral, “la vida es el arte del encuentro”.

La ley de la cosecha es cosechar más de lo que se siembra. Siembra un acto y cosecharás un hábito. 

"Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino".
James Allen

Todo lo que se siembra se cosecha en mayor cantidad. Nuestras semillas se hacen más voluminosas en su transformación y se convierten en algo diferente; es decir, crecen y se desarrollan.

Obviamente, no se recoge el mismo día en que se siembra, pero tú eres el responsable de lo que haces antes y después de la siembra. Este proceso requiere de tiempo.

Eres libre de hacer o no hacer, de pensar o no pensar, de actuar o no actuar, de decir o no decir, etc. No le eches la culpa a los demás de lo que te sucede. Eres libre de tus actos, pero no de sus consecuencias.

Si no te gusta lo que cosechas, analiza y cambia lo que siembras. No te canses de hacer el bien, ni dejes de trabajar cuando todo se complica. No crecemos cuando las cosas se vuelven fáciles, sino que lo hacemos cuando aumentan los desafíos.

Mira bien lo que siembras
Construimos nuestra vida lentamente y, sin darnos apenas cuenta, estamos caminando por senderos que hemos ido forjando. Conocemos como la palma de nuestra mano el valor del esfuerzo, del sacrificio y de la voluntad.

Sabemos que es el camino del éxito pero, sin embargo, lo descuidamos con facilidad.

Cosechar éxitos no siempre es dulce. El proceso hasta el éxito puede ser amargo, pues requiere de gran cantidad de sacrificio y de autocontrol. Sin embargo, cuando comenzamos a cambiar, a hacer cosas diferentes, comenzamos a alcanzar logros.


Lo mismo ocurre con la obtención de la felicidad. Hace falta plantar sonrisas y actos de bondad en semillas, tratarnos y tratar a los demás con buena voluntad. Actuar de la manera contraria solo atrae sentimientos destructivos.

Educar Para La Paz


Educar para la paz es una forma de educar en valores. La educación para la paz lleva implícitos otros valores como: justicia, democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad… La educación en valores es un factor importantísimo para conseguir la calidad que propone nuestro sistema educativo.

Podemos realizar una breve retrospectiva histórica, recordando que la educación para la paz se inicia con el movimiento de la Escuela Nueva, recibe el apoyo institucional de la UNESCO, se enriquece con el ideal de no-violencia y continúa su andadura a través de la Investigación para la Paz y el Desarrollo. Superada la clásica oposición paz contra guerra, actualmente se propone la paz como antítesis de la violencia, la llamada paz positiva. Este aspecto encuentra su mejor marco de actuación pedagógica dentro del modelo sociocognitivista de Vigotsky (1979).

La moderna educación para la paz asume creativamente el conflicto como un proceso natural y consustancial a la existencia humana. La educación para la paz ayuda a la persona a desvelar críticamente la realidad compleja y conflictiva para poder situarse en ella y actuar en consecuencia. Educar para la paz es invitar a actuar en el microcosmos escolar y en el macronivel de las estructuras sociales. Los componentes de la educación para la paz son: la comprensión internacional, los derechos humanos, el mundo multicultural, el desarme, el desarrollo, el conflicto…

Una educación para la paz, la no violencia y la convivencia tiene que asumir sistemáticamente la tarea de analizar el currículo oculto, procurando que afloren aspectos como: trato, comunicación, participación, atuendo, información, etc. De esta forma se podrá diagnosticar el modelo educativo subyacente y buscar soluciones correctas, analizando y resolviendo conflictos. Es preciso enfrentarse con buen ánimo a situaciones nuevas y desconocidas, favoreciendo la autoafirmación y la creatividad. Es fundamental educar en el respeto a las normas cuando son justas y en la desobediencia cuando son injustas. Todos somos responsables de la educación para la paz, tanto a nivel personal como social, local e internacional. La educación para la paz supera el marco de lo extracurricular o complementario y, a través de los distintos niveles del sistema educativo, se va identificando con el mismo concepto de la educación como tal.

Implantar la educación para la paz en el proceso de enseñanza puede ser fruto del temor a la guerra y sus consecuencias o, mejor aún, de la convicción ante la llamada de la historia y el concepto de la dignidad del hombre sobre la tierra. Los grandes retos educativos son aprender a ser, a hacer, a pensar y a convivir. Fernando Lucini (l994), 



jueves, 2 de noviembre de 2017

Cruce De Caminos


La vida es como un camino, hay caminos largos y cortos, planos y empinados, fáciles y difíciles. En nuestra vida, atravesaremos por muchos caminos conforme vayamos viviendo.

Hay caminos que llevan a la fama y la fortuna, hay caminos que llevan a la desolación y la pobreza, hay caminos que llevan al matrimonio, y hay caminos que llevan a la soltería.

Hay caminos de felicidad, y hay caminos de tristeza, caminos de victoria y júbilo y caminos de derrota y decepción.

Así como en cualquier camino, existen esquinas, giros y cruces en nuestras vidas. Quizás el camino más complejo que puedas encontrar en tu vida sea una bifurcación o un cruce de caminos, en el que debes tomar la decisión de ir por alguno de los dos
.
Con sólo dos opciones para escoger y poco conocimiento sobre los resultados finales de ambas ¿Qué camino tomarías? ¿Cuál sería ese camino correcto que garantice tu éxito? Y en todo caso ¿Tomarías algún camino? O ¿Te quedarías donde estás sin moverte?.

Bueno, lo cierto es que no hay garantías.

No sabes a donde te llevará un camino hasta que empiezas a recorrerlo. No hay garantías, y a diferencia de la vida real, difícilmente podrás retornar en el tiempo y tomar otro camino distinto. El hecho de que no haya garantías sobre el éxito con casi cualquier opción que tomes, es una de las cosas más importantes que debes tener en cuenta para tu vida.

Nadie dijo que hacer lo correcto todo el tiempo te llevaría a la felicidad. Amar a alguien con todo tu corazón no te garantiza que seas correspondido. Ganar fama y fortuna no te garantiza la felicidad. 

Recibir consejos de los mejores en ciertas áreas no te hace igual que ellos y por tanto no tienes garantías de que harás las cosas igual de bien.

Existen muchos posibles resultados y todos ellos dependerán de lo que hagas al respecto en el presente. Todo se trata de tus pequeñas decisiones. Tu vida es el resultado de lo que has pensado y las decisiones que has tomado.

En lo único que si tienes pleno poder, es en cómo piensas y reaccionas ante las situaciones que se presenten en tu vida, y déjame decirte que sabiendo esto, cuentas con una gran ventaja con respecto a las personas que no lo saben. 

Estás por delante de los demás porque sabes cómo influenciar el mundo influenciándote primero a ti mismo.

Cuando tienes la potestad de autocontrolarte y efectivamente decidir cómo sentirte y reaccionar ante las eventualidades de la vida, puedes convertir tus resultados en exitosos independientemente de las situaciones y los caminos que tomes.

¿Si supieras que estás tomando una mala decisión, continuarías de todos modos? Posiblemente no. ¿Por qué escoger un camino que seguro te llevaría a la perdición? ¿Por qué tomar una decisión si desde un principio se sabe que no es la correcta?

Solamente luego de tomar una decisión y reflexionar sobre ella, es que te das cuenta si se encuentra acorde a tus deseos. Si las consecuencias o resultados son buenos para ti, entonces has decidido correctamente, sino, tu decisión estuvo mal tomada.

Sin embargo, debes tomar riesgos.

Con base en el hecho de que en la vida no existen garantías de éxito en todo camino que se escoja, por más que otros lo hayan vivido congruentemente, y sumándole a esto el hecho de que conscientemente puedes escoger dominar tus emociones, pensamientos y reacciones ante ciertos eventos en tu vida, una muy buena opción es tomar riesgos.

Suena extraño, pero lo mejor cuando se tienen dudas es arriesgarse. Es mucho mejor arrepentirse de lo que se hace, y no de lo que se deja de hacer. Finalmente, si tomaste tu decisión y te equivocaste, algo tuviste que haber aprendido. Y si fue la decisión correcta, gozaste y también aprendiste. El riesgo por consiguiente, se convierte en una excelente opción.

Pero hay que tener mucho cuidado con la palabra “riesgo”, pues no me refiero a vivir la vida aleatoriamente ni de manera errática. Me refiero a que cuando exista incertidumbre, es bueno tomar el riesgo de seguir por dicho camino, y enfocarse en generar éxito y buenas decisiones subsiguientes, todo desde un plano mental.

Tomar riesgos, es definitivamente mucho mejor que no hacer nada. Moverse a través de un camino es mucho más satisfactorio y te brinda mucho más aprendizaje que quedarte quieto sin hacer nada.

A pesar de que es cierto que cualquier pequeña decisión mal tomada puede cambiar el rumbo de las cosas y hacerte perder en el camino, también es cierto que muchas veces es posible convertir una mala decisión en una oportunidad. Lo mismo aplica con las adversidades y malos momentos.

Todo es cuestión de perspectivas. Tienes la opción de ser un viajero perdido, o un turista casual de la vida.


Toma precauciones de no vivir la vida a la ligera y escoger los primeros caminos que aparezcan, se aventurero, pero no corras peligros si no es lo que quieres. Toma riesgos calculados. Arriesgarse no es ser incauto o idiota.

El Valor De La Palabra


“Ese sí que es un hombre/mujer de palabra.”

Casi ya no se escucha a nadie decir eso hoy en día, ¿verdad? Lo cierto es que los hombres y las mujeres de palabra son bastante escasos. ¿Te has detenido a pensar cuánto vale lo que dices?

Muchos opinan que para sobrevivir en este mundo competitivo es necesario mentir, decir medias verdades, romper contratos y dejar esperando a las personas. No le dan mucha importancia a cumplir su palabra, total desde que inventaron las excusas, todo el mundo queda bien. Sin embargo, los que razonan así tienen una forma de pensar un tanto limitada. A largo plazo estos hábitos te hacen ganar la reputación de ser una persona irresponsable, insensible, y tramposa. 

Y la verdad es que eso no te ayudará en ningún ámbito de tu vida, sea profesional, familiar, o social.
Tu palabra te define

No hay nada que confiera más dignidad a una persona que la honestidad.

Un gran porcentaje de promesas rotas se originan en situaciones en las que te sientes presionado a decir “sí.” El primer paso hacia la honestidad es aprender a decir “no”. ¿Cómo es esto? Pues, puede ser que sientas vergüenza diciendo “No entiendo,” “No sé mucho acerca de ese tema,” “No creo que pueda terminarlo para esa fecha,” o “No me será posible cumplir con ese horario, o esa cuota.”

Sin embargo, aunque eso no sea exactamente lo que quiera oír tu jefe, tu cliente o tu compañero, sin duda lo apreciarán más que si dices: “Sí, claro,” y luego no cumples. Además, se quedarán con imagen positiva de ti. Muchas personas o compañías están dispuestas a dar entrenamiento o un plazo de tiempo más largo para terminar un proyecto, con tal de saber que están trabajando con una persona honrada. 

Quizás no te contraten para ese trabajo o evento, pero en el futuro cuando necesitan una persona de confianza, vendrán donde ti. Sin embargo, para poder ser honesto en este aspecto hace falta otras dos virtudes que también son bastante escasas: la humildad y la modestia.

Además recuerda, si no expresas tus dudas, nunca aprenderás. Si dejas claro que es la primera vez que has realizado un proyecto de este tipo, entonces los que te rodean tendrán expectativas realistas. 

En vez de pensar: “…Y eso, que supuestamente era experto,” pensarán “No está mal para su primera vez.”


Templanza



Qué es Templanza:
El término templanza es de origen latín templararia, es una cualidad humana que consiste en actuar o hablar de forma cautelosa y justa, con sobriedad, con moderación o continencia para evitar daños, dificultades e inconvenientes.

La templanza es una virtud que permite al individuo controlar las pasiones, vicios e impulsos frente a los encantos de los deseos, placeres o instintos. La templanza requiere un buen juicio, prudencia, discernimiento, precaución y sabiduría.

La templanza es un valor que permite al individuo tener dominio y control sobre sus actos, logrando mantener el equilibrio, a través del disfrute de las cosas buenas sin caer en el exceso ya que se puede transformar en dañino o perjudicial para el propio. Por ejemplo: el alcohol, la comida o el sexo, que pueden ser peligrosos si se deja a un lado la templanza.

Por otro lado, en el área de la pintura, la templanza es la armonía y buena disposición de los colores.
En relación a la climatología, la templanza hace referencia a la moderación del clima. “El trabajo del jardín se llevará en épocas de mayor templanza”.

Los sinónimos de templanza son moderación, mesura, ponderación, cuidado, prudencia, etc. Por su parte, los antónimos son abuso, exceso, imprudencia, desenfreno, entre otros.

Templanza en filosofía
La templanza, vista como una virtud, ayuda al individuo a controlar todo lo que es captado por los sentidos causando placer o deseos. Como tal, permite al individuo disfrutar moderadamente de los placeres o bienes sensibles. 

Para el filósofo Platón, el alma posee varias partes que le corresponde a un tipo de virtud, y en este caso, la parte concupiscible de la misma se relaciona con la templanza para enfrentar a los abundantes y excesivos deseos que aunada con el coraje y la sabiduría conlleva al ser humano a la justicia.

Por su parte, Aristóteles, en su libro La gran moral indica que la templanza es el punto medio entre los dos extremos contrarios, asimismo, en su obra realiza una aclaratoria, indicando que se está ante la templanza si el individuo frente a los placeres o deseos actúa con moderación y prudencia sin dejarse dominar, ya que si se aleja o se abstiene de todo lo que le causa placer o deseo no se puede decir que se está ante una situación de templanza.  

Frases de templanza
“Templanza y trabajo son los dos mejores custodios de la virtud”.  Juan Bosco.
“Lo que mejor sienta a la juventud es la modestia, el pudor, el amor a la templanza, y la justicia. Tales son las virtudes que deben formar su carácter”. Sócrates.
“La templanza es un gran capital”. Cicerón.
“La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía”. Aristóteles


Palabras Para Animar


El poder de las palabras es inestimable. Gracias a ellas puedes experimentar emociones, anhelos y un sinfín de sentimientos. Son capaces de hacerte reír a carcajadas y llorar amargamente. Forman frases que pueden cambiar tu vida, dándole un sentido hasta entonces incierto.

Hay frases que ponen fin a guerras; otras, que las empiezan. Muchas de ellas determinan el destino de una persona, hundiéndola en el fango o animándola a dar lo mejor de ella. Estas últimas son las que se convierten en el motor del mundo. 

Frases que pueden cambiar tu vida:

Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento
Esta irónica y acertada frase pertenece a la política y escritora estadounidense Eleanor Roosevelt. Como ella misma dijo, nadie tiene el poder de hacerte sentir inferior, a no ser que tú se lo des.

No te dejes pisotear por nadie. Ninguna persona tiene derecho a humillar a los demás y quien lo hace demuestra muy poca educación y respeto por el prójimo. Si no permites que los comentarios hirientes te afecten, estos perderán todo su poder malintencionado.

Lo peor en la vida no es acabar solo, sino acabar con alguien que te hace sentir solo
Robin Williams es el artífice de esta triste apreciación. Actualmente vivimos en una sociedad en la que se nos vende que no tener una pareja ideal es sinónimo de fracaso. Se nos hace creer que necesitamos estar con otra persona, aunque nos haga infelices, porque si no no estamos completos. Pero es completamente falso.

Es necesario aprender a estar solos, porque así podremos evitar la dependencia emocional y las consecuentes relaciones nocivas. Estar con alguien debe ser cuestión de elección, nunca de necesidad.

Equivocarse es aprender
Muchas personas son incapaces de aceptar sus errores. Creen que equivocarse es de débiles, cuando realmente es de sabios. Los niños pequeños necesitan caerse una y otra vez hasta que aprenden a andar. Lo mismo pasa con los adultos. Un error también es una oportunidad.

Si no te equivocas es que no lo has intentado. Para avanzar es necesario aprender a caer y a aceptar las derrotas.

“El error del pasado es la sabiduría y el éxito del futuro”
-Dale Turner-

Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna

Quiérete. Quiérete como querrías al amor de tu vida, porque a fin de cuentas…eres tú. Oscar Wilde promulgaba que es necesario tratarse con respeto y comprensión. Cuida tu cuerpo y tu alma, y no permitas que nadie te diga que no vales.

Amarse a uno mismo significa también eliminar de tu vida esos hábitos y personas que solo te hacen daño. Piensa que tienes que velar por tu bienestar y lo que no sea bueno, tíralo a la basura.

Si no tienes enemigos significa que nunca has luchado por nada
Winston Churchill sabía que ciertas decisiones podrían granjearle muchas enemistades.
Aun así, eligió actuar conforme a sus principios, pues consideraba que era lo correcto.

Lucha por aquello que consideres necesario. Habrá personas que te animarán y otras que no estarán de acuerdo contigo. Respeta a estas últimas, pero no permitas que infieran en tus propósitos si consideras que estos son nobles.

La autoestima es el valor fundamental que promueven estas frases que pueden cambiar tu vida. Ámate y respétate, lucha por aquello que te haga feliz y no permitas que otros decidan tu vida por ti. La lucha por la felicidad no está exenta de fracasos, pero lo importante es seguir caminando.


Definiciones De Cultura


Cultura (del latín cultūra) es un término que tiene muchos significados interrelacionados. Por ejemplo, en 1952, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn compilaron una lista de 164 definiciones de «cultura» en Cultura: Una reseña crítica de conceptos y definiciones; y han clasificado más de 250 distintas.3​ En el uso cotidiano, la palabra «cultura» se emplea para dos conceptos diferentes:

Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura.

Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo.

Cuando el concepto surgió en Europa, entre los siglos XVIII y XIX, se refería a un proceso de cultivación o mejora, como en la agricultura u horticultura. En el siglo XIX, pasó primero a referirse al mejoramiento o refinamiento de lo individual, especialmente a través de la educación, y luego al logro de las aspiraciones o ideales nacionales

A mediados del siglo XIX, algunos científicos utilizaron el término «cultura» para referirse a la capacidad humana universal. Para el antipositivista y sociólogo alemán Georg Simmel, la cultura se refería a «la cultivación de los individuos a través de la injerencia de formas externas que han sido objetificadas en el transcurso de la historia».

En el siglo XX, la «cultura» surgió como un concepto central de la antropología, abarcando todos los fenómenos humanos que no son el total resultado de la genética. Específicamente, el término «cultura» en la antropología americana tiene dos significados: (1) la evolucionada capacidad humana de clasificar y representar las experiencias con símbolos y actuar de forma imaginativa y creativa; y (2) las distintas maneras en que la gente vive en diferentes partes del mundo, clasificando y representando sus experiencias y actuando creativamente. 

Después de la Segunda Guerra Mundial, el término se volvió importante, aunque con diferentes significados, en otras disciplinas como estudios culturales, psicología organizacional, sociología de la cultura y estudios gerenciales.

Algunos etólogos han hablado de «cultura» para referirse a costumbres, actividades o comportamientos transmitidos de una generación a otra en grupos de animales por imitación consciente de dichos comportamientos.

https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura


miércoles, 1 de noviembre de 2017

Luchadores




Los débiles no luchan. Los más fuertes quizás luchen una hora. Los que aún son más fuertes, luchan unos años. Pero los más fuertes de todos, luchan toda su vida, éstos son los indispensables.
Bertolt Brecht (1898-1956) Dramaturgo y poeta alemán.

Cuando la lucha de un hombre comienza dentro de sí, ese hombre vale algo.
Robert Browning (1812-1889) Poeta inglés.

La lucha siempre merece la pena si el fin vale la pena y los medios son honestos.
Steven Brust (1955-?) Escritor estadounidense.

El que lucha contra nosotros nos refuerza los nervios y perfecciona nuestra habilidad.
Edmund Burke (1729-1797) Político y escritor irlandés.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
Mario Benedetti (1920-2009) Escritor y poeta uruguayo.




El Ser Responsable



Hasta dónde puedo hacer yo? ¿Cuándo es el momento para dejar de actuar? ¿Qué fantasmas hay detrás de la responsabilidad? ¿Cuál es mi papel en los problemas ajenos? La responsabilidad, como casi todo lo que nos rodea, en su justa medida es adecuada y funcional. Sin embargo, ¿qué pasa cuando supera los límites que son tolerables para nosotros o cuando nos exige más de lo que podemos dar? Cuando esto ocurre surge en nosotros la culpa, la ansiedad, los debería, los tengo que y es aquí cuando nos toca actuar.

Yo soy responsable de lo que puedo hacer y de lo que puedo controlar. En el momento en el que intente hacer algo que no está en mi mano será cuando empiecen a aflorar estas emociones desagradables. Si me diera cuenta de que mi responsabilidad llega hasta dónde puedo abarcar no sería esclavo de la ansiedad. Si me diera cuenta de que yo soy la persona con la que voy a convivir toda la vida y es a ella a quien le tengo que ser fiel y por quien debo sentirme responsable, no me comería el demonio de la culpa.

“Quien es auténtico asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es”
-Jean Paul Sartre-

En nuestra cultura la responsabilidad es muy valorada. Alguien que es comprometido, organizado, leal etc. es bien visto y casi inconscientemente premiado por la sociedad, tanto para los trabajos, para realizar labores, para amistades etc. Por ello nos sentimos mal cuando no asumimos la parte de responsabilidad que entendemos que nos corresponde. Podemos pensar que sintiéndonos responsables, a veces incluso de acciones que no son nuestras o no nos incumben, nos sentiremos mejor.
Somos responsables de nuestros actos y solo hasta ahí podemos y debemos hacer. Tendremos que aprender a colocar nuestros límites y a dejar que las situaciones de los demás nos afecten hasta un punto. 

Cuando superemos estas líneas ya no estarán dentro de los límites que marcan el espacio de nuestra responsabilidad las acciones de los demás y podremos sentirnos libres y en paz, por haber hecho hasta donde podíamos y teníamos que hacer, habremos dado todo lo que está en nuestras manos.

Aprender a soltar y sentirme libre con responsabilidad

Si he logrado actuar como quería, si siento que he dado lo mejor de mí, si considero que mis actos son un reflejo de lo que soy y me gusta cómo se me ve, estaré en el lugar que me permitirá saber y reconocer que más allá de esto no hay malas emociones que puedan perseguirme. Todo lo demás está de más.