Despuntar en materias como las matemáticas o
el lenguaje es
importante, pero puede no ser
suficiente para alcanzar un desarrollo personal y profesional adecuado.
Sin embargo, si esas habilidades
se complementan con una buena inteligencia intrapersonal, que
es la capacidad de conocerse a uno mismo y actuar en consecuencia, las
posibilidades de tener éxito en
el trabajo y encontrarse feliz y satisfecho en el plano personal se
acrecientan.evolucionó en los años 80 y 90 el concepto de inteligencia,
hasta entonces encorsetado por un enfoque básicamente academicista, con su teoría de las
inteligencias múltiples.
Anteriormente, se consideraba que el cociente
intelectual estaba relacionado únicamente con su rendimiento académico,
teniendo en cuenta básica y casi exclusivamente las habilidades
matemáticas o del lenguaje.
Gardner abrió ampliamente el concepto de inteligencia, dando cabida
a una serie de actitudes que,
o bien no se tenían en cuenta al valorar la inteligencia de las personas o,
como mucho, se consideraban talentos. Howard Gardner diferenció
entre las siguientes clases del inteligencia: intrapersonal o
interpersonal (capacidad de interactuar con otros), intrapersonal (vida
emocional propia), espacial (visualización), lógico-matemática (inteligencia no
verbal, relacionada con el cociente intelectual), musical, lingüística (para
discernir y dialogar) y sintético-corporal (deportes, danza, movimientos
reflejos).
La inteligencia es la capacidad para formarse un modelo
ajustado y verídico de uno mismo y ser capaz de usarlo para desenvolverse
en la vida. Este tipo de inteligencia está directamente relacionada, por lo
tanto, con el conocimiento de la propia persona y la capacidad de tener
una imagen individual precisa y objetiva. También implica tener conciencia
de los estados de ánimo interiores, intenciones, motivaciones, temperamentos y
deseos y capacidad para la autodisciplina, autocomprensión y autoestima.
La inteligencia intrapersonal es también la capacidad de ver
con realismo y veracidad cómo somos y qué queremos, estableciendo prioridades y
anhelos personales para de esta forma actuar en consecuencia. Las personas con
este tipo de inteligencia no suelen engañarse con respecto a sus propios
sentimientos y emociones y saben como respetarlos.
Las personas con inteligencia intrapersonal son capaces de analizar
el por qué de sus pensamientos y actitudes, siendo capaces de corregir los
comportamientos y acciones que no les convienen. También tienen más
posibilidades de tomar elecciones acertadas a la hora de elegir qué estudios
cursar o qué trabajos aceptar.
Para lograr el equilibrio emocional es fundamental conocer
cómo satisfacer nuestras necesidades emocionales, lo que nos permite calmarnos
ante situaciones estresantes y actuar con practicidad y eficacia, evitando que
tengamos que tengamos reacciones desmedidas ante determinadas situaciones. Todo
esto redunda en la consecución de un marcado bienestar emocional que
influye positivamente en el resto de inteligencias, así como en el plano
físico.
Ligada a la inteligencia intrapersonal encontramos otro
tipo de inteligencia: la interpersonal, que es la capacidad de entender
a otras personas, interactuar con ellos y entablar empatía. Las personas con
este tipo de inteligencia son capaces de discernir y comprender qué le
sucede a otra persona en un determinado contexto. Esto supone una gran
ventaja, ya que puede actuar de manera apropiada en relación con los estados de
ánimo, las conductas y los deseos de las personas que le rodean en el plano
familiar, social y profesional.
Por lo general, quienes poseen inteligencia
interpersonal son populares, tienen muchos amigos y tienden a mantener una
buena relación con los compañeros de trabajo y con la gente que los rodea. Les
resulta sencillo captar las necesidades ajenas y, por lo tanto, reaccionan
en consecuencia. Tienen una gran facilidad para encontrar las palabras
adecuadas y el comportamiento idóneo para lograr la empatía con su
interlocutor, y al leer emociones en los demás pueden adoptar una actitud
positiva, puesto que es necesario tener en cuenta lo que la otra persona siente
o necesita para lograr una comunicación realmente efectiva.
Una de las claves de la empatía se encuentran en prestar
mucha atención al lenguaje no verbal: tono de voz, expresiones de la cara,
movimientos del cuerpo, gestos, accesos oculares, etc. En caso que las palabras
y el lenguaje no verbal de una persona no concuerden, es conveniente centrarse
en cómo se dice algo más que en las palabras que se utilizan para expresarlo.
La inteligencia intrapersonal sumado a la inteligencia
interpersonal dan como resultado la inteligencia emocional, una habilidad
muy importante para desarrollarse con normalidad, prosperar en el plano
profesional y personal y alcanzar un alto grado de bienestar y satisfacción.