martes, 25 de septiembre de 2018

Asumir La Responsabilidad


Estoy seguro que mucha gente pensará: "Yo ya sé que significa asumir la responsabilidad". Pero creo que la mayoría de nosotros no comprendemos qué significa en realidad.

Me considero una persona "independiente". Tengo mi trabajo (a Dios gracias), gano lo suficiente para mantenerme y no dependo de otra persona para sobrevivir. Todo esto implica asumir responsabilidades tales como... mantener la casa limpia, pagar la hipoteca, los seguros, llegar a tiempo al trabajo, administrar mi tiempo para estudiar, ver a la familia, realizar las actividades que me apetezcan, y así un largo etcétera. Cierto, se asumen responsabilidades pero el problema va más allá y es más difícil de detectar. 

¿Cuantas veces no pensamos... y creemos que la culpa de nuestros males la tienen otras personas? Pensamos: "Si fulanito fuera de otra manera", "si menganito no hubiera dicho eso", "Si fuera más cariñoso", "Si no fuera tan salvaje"... Estamos convencidos que la culpa es exclusivamente de los otros. ¿Asumimos así la responsabilidad de nuestra propia vida? ¡¡Para nada, de ningún modo!!

Cuantas personas no se quejan de sus parejas o ex-parejas, de sus jefes, del Estado, de su soledad, de su mala suerte, de sus hijos.. ¿Asumimos en realidad la responsabilidad de su experiencia en la vida? ¡¡Para nada, de ningún modo!! Desempeñamos nuestro papel de víctimas en la vida. 

La vida está llena de decisiones. Estamos continuamente eligiendo nuestro futuro. Decidimos que hacer en todo momento, que ropa ponernos, que desayunamos, como nos desplazamos al trabajo, si hacemos o no alguna actividad, si estudiamos para ese examen o no. Todas estas decisiones son nuestras, sólo nuestras y una vez que las tomamos tenemos que asumir la responsabilidad de haberlo hecho y no culpar a nada ni a nadie de los resultamos... somos nosotros los que hemos elegido. 

Nosotros mismos creamos nuestro propio dolor pero también creamos nuestra propia alegría. Somos la causa de todas nuestras experiencias de la vida, lo cuál implica que somos la causa de todas nuestras reacciones ante cualquier cosa que suceda.

En el libro "Aunque tenga miedo. Hágalo igual" habla sobre este tema y nos muestra siete definiciones sobre lo que significa asumir la responsabilidad. Tenemos que recordar que siempre que no la asumimos disminuye nuestra capacidad de afrontar el miedo en nuestra vida.

Asumir la responsabilidad significa no culpar nunca a nadie por lo que uno es, hace, tiene o siente. Para tener el control de nuestra vida tenemos que comprender que somos nosotros mismos los que provocamos en nuestra cabeza.
Asumir la responsabilidad NO significa culparse a sí mismo. No hay necesidad de humillarse. Nada ocurre por nuestra "culpa". Estamos en el camino para una mayor realización de nosotros mismos y este es un proceso largo de adiestramiento y error.

Asumir la responsabilidad implica saber dónde y cuándo no se ha asumido la responsabilidad para cambiar. Dí en voz alta: "Sólo hay una persona en este mundo que me puede  hacer feliz...¡¡YO!!". Tenemos que analizar dónde está el problema y que tenemos que hacer para solucionarlo.

Asumir la responsabilidad significa acallar a la Charlatana. Esa vocecita interior que trata de enloquecernos...¡y que a menudo lo consigue!. Contiene la calve de todos nuestros miedos. Presagia ruina, abandono y pérdida. Tenemos que acallarla...acabar con ella.

Asumir la responsabilidad significa estar al tanto de los resultados que lo mantienen a uno "atascado". Al comprender los resultados, nuestra conducta cobrará mayor sentido para nosotros.

Asumir la responsabilidad significa imaginarse lo que quiere uno en la vida y obrar de acuerdo con ello. Primero debemos fijarnos nuestros objetivos en la vida y luego, ¡¡a trabajar para lograrlos!!.

Asumir la responsabilidad implica tener conciencia de las numerosas alternativas que uno tiene en una situación dada. En cada momento elegimos la forma como nos sentimos. La elección corre de nuestra cuenta. Elijamos lo que contribuya más a nuestra vitalidad y crecimiento.

Espero que te haya gustado, que lo entiendas y que lo pongas en práctica.. Yo ya lo estoy haciendo, es muy gratificante y eso que todavía me queda mucho por mejorar. 


El Estar Conmigo


Hay muchas personas a quiénes les cuesta estar solas, necesitan estar acompañadas de alguien más. En el momento que dejan de estar haciendo algo, la soledad les invade y entran en un estado de tristeza. A mi eso no me gusta.

Para mi saber estar solo es imprescindible, es una forma de saber estar con uno mismo sin más distracciones, algo que me permite conocerme mucho mejor. Si realmente queremos conocernos para satisfacer nuestras necesidades y conseguir las cosas que deseamos, la introspección personal en soledad es de las mejores opciones.

Es evidente que en la vida disfrutamos de la compañía que nos dan las personas queridas. Estar con las personas que quieres es algo que te llena profundamente, así que no solamente debemos saber disfrutar de estar con nosotros mismos, sino también de estar con los demás
.
No quería acabar el artículo sin destacar que, aunque disfrutemos de estar con uno mismo, eso no significa que debamos dejar de lado las personas a quienes queremos o que debamos dejar de conocer nuevas personas. 

La sociabilidad y las relaciones son parte de nuestra forma de ser y en ningún caso este artículo las descarta.



Cuánto Menos Se Sabe


Hay gente que es capaz de reconocer con total humildad tanto sus habilidades como sus carencias. Y luego están los que padecen el curioso efecto Dunning-Kruger. En este caso, las personas que menos saben, más listas se creen y viceversa. Pero ¿cómo es posible?

Seguro que en más de una ocasión te has cruzado con algún conocido o compañero de trabajo que por su timidez es incapaz de reconocer la valía natural que posee para desempeñar determinadas funciones.

En el otro extremo, es fácil detectar a aquellas personas que hablan más que lo que hacen y no les cuesta lo más mínimo alardear de unas supuestas habilidades que luego en realidad no tienen. Ambos casos están bajo lo que se conoce como el efecto Dunning-Kruger. Si quieres conocer más sobre este extraño fenómeno, sigue leyendo.

Un estudio realizado por Justin Kruger and David Dunning de la prestigiosa Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York), demuestra que las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobrestimar las capacidades y conocimientos que realmente tienen, así como las personas más capaces y competentes infravaloran sus aptitudes.

La investigación se realizó con estudiantes de Psicología en las áreas de humor, gramática, razonamiento y lógica. Se realizaron cuatro estudios diferentes y se preguntó a cada participantes cómo valoraba su competencia en cada uno de los campos planteados. Después se les realizaba un test para poner a prueba su competencia real.

A continuación, se compararon los datos obtenidos y se llegó a la conclusión de que había una correlación entre las respuestas obtenidas.

Los investigadores se dieron cuenta de que cuanto menos competente era la persona menos notaba su incompetencia y cuanto más competente era más infravaloraba sus habilidades. ¿Curioso, no?

Esta percepción irreal se debe, tal y como señalan Dunning y Kruger, a que las habilidades y competencias necesarias para hacer algo bien son precisamente las mismas habilidades requeridas para poder estimar el propio desempeño de la tarea.

En cambio, las personas que infravaloran sus competencias y capacidades, podríamos decir que es debido al efecto de falso consenso: piensan que todo el mundo lo hace igual y asumen que sus habilidades de encuentran dentro de la media. Sin embargo, sus capacidades son claramente superiores.

Si algo cabe destacar de este curioso efecto psicológico es que las personas incompetentes llegan a conclusiones equivocadas y toman malas decisiones y, además, su incompetencia no les permite ser conscientes de ello, tal y como señalan Dunning y Kruger.

Las conclusiones básicas del estudio están centradas en que para cierta habilidad o área del conocimiento los individuos incompetentes:

Se muestran incapaces de reconocer su propia incompetencia.
Tienden a no poder reconocer la competencia de las demás personas.
No son capaces de tomar consciencia de hasta qué punto son incompetentes en un ámbito.
Si entrenan, serán capaces de reconocer y aceptar su incompetencia previa


El Hallazgo En Indonesia


El hallazgo de un homínido de apenas un metro de estatura y el cerebro del tamaño de un chimpancé que vivió en la isla de Flores (Indonesia) hace miles de años desconcertó a los científicos cuando se dio a conocer en 2004 y abrió un debate que aún hoy sigue candente. 

De este «Homo floresiensis» al que pronto bautizaron con el apodo de «hobbit», en un guiño a Tolkien, se ha dicho que era un Homo erectus que «encogió» para adaptarse a la vida en una isla, que se trataba de un Homo Sapiens que sufría síndrome de Down o algún trastorno genético...

Ahora un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores franceses Antoine Balzeau, del Musée de l'Homme, y Philippe Charlier, de la Universidad de Versalles-San Quintín, concluye que estos diminutos homínidos no eran humanos.

Un cráneo hallado en la isla de Flores- REUTERS
La microtomografía de alta resolución del cráneo del espécimen mejor conservado de este «Hombre de las Flores», el denominado LB1, muestra que éste no tiene signos de ninguna patología conocida en el Homo Sapiens, ni las características que definen a nuestra especie.

La investigación, publicada en The Journal of Human Evolution, descarta así las hipótesis de que estos hobbits, de un metro de altura y 25 kilos de peso, eran en realidad hombres cuyo pequeño tamaño había sido causado por algún trastorno genético. Se sospechó que pudieran haber sufrido cretinismo, a veces provocado por la falta de yodo, o microcefalia o síndrome de Down.

Desde un punto de vista médico, este «hombrecillo» tiene numerosos caracteres internos que caen dentro de la variación normal de los homínidos, como la falta de neumatización frontal, explica Europa Press. Sin embargo, sufrió de hiperostosis frontal interna.

La estructura y la forma del cráneo muestran similitudes claras al Homo erectus. De hecho, la distribución del espesor de hueso, la estructura interna y la configuración de las estructuras craneales son primitivas entre los homínidos, al menos cuando el Homo erectus se compara con el neandertal y el sapiens.

Los resultados de este estudio fueron muy claros, según Balzeau: «No mostró características de nuestra especie». Es decir, de Homo sapiens. Tampoco ninguna señal que corresponda a las principales enfermedades que otros investigadores habían señalado.

Pero si una parte del misterio parece haber sido solucionada, otra sigue abierta. Los científicos no han podido aclarar si el «hobbit» era una versión reducida del Homo erectus, que habría llegado a esta isla vecina de Java hace millones de años, o si el Homo floresiensis que cazaba, fabricaba herramientas y utilizaba el fuego, era una especie por derecho propio.

«Por el momento, no se puede decir ni lo uno ni lo otro», señala Balzeau a AFP.



El Pensamiento Solidario


La solidaridad considerada en forma general como la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables de todos.

Se establece como uno de los principios básicos de la organización social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social.

La solidaridad es uno de los principios de la filosofía social. Se entiende por regla general que, sin estos cinco principios, la sociedad no funciona bien ni se encamina hacia su verdadero fin.

Presentamos aquí el principio de solidaridad.
Origen del tèrmino. La palabra solidaridad proviene del…ver más…

Como ya veremos, la solidaridad e algo justo y natural; no es tarea de santos, de virtuosos, de ascetas, monjes, de políticos; es tarea de hombres.

Qué significa ser solidarios? Significa compartir la carga de los demás. Ningún hombre es una isla. Estamos unidos, incluso cuando no somos conscientes de esa unidad. Nos une el paisaje, nos unen la carne y la sangre, nos unen el trabajo y la lengua que hablamos. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de esos vínculos.

Cuando nace la solidaridad se despierta la conciencia, y aparecen entonces el lenguaje y la palabra. En ese instante sale a la luz todo lo que antes estaba escondido.

Fundamentos.
La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad radical que une a todos los hombres.
Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido. 

Juan Pablo II lo expresa claramente. El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas.


Ética Y Sociedad


Si afirmamos que la conciencia y la moral fáctica, no han surgido de la nada, sino que se nutren siempre de un entorno social e histórico, habrá que indagar sobre la naturaleza lógica de equis determinaciones para aceptarlas, criticarlas o rechazarlas.

¿Por qué la moral que se dice o proclama como buena en cierta estimativa de la sociedad, no es la misma moral que se practica?¿Dónde están las fallas de este tipo de contradicciones?

"Por qué, siendo nuestra sociedad, en general, tan católica, en un gran sector de la población, actos tan reprobados en la conciencia moral cristiana, como el aborto y la corrupción practicados en amplios sectores de la población, hoy por hoy, florecen y se desarrollan en forma alarmante?¿Se debe acaso a que la moral cristiana se asume de palabra y no de hecho?¿Por qué tal moral, en muchos casos resulta estéril, al no resolver tan inmorales comportamientos de acuerdo con el sentir general?¿No será, más bien que se tendría que afirmar, que la relación moral- sociedad, es súper compleja y difícil y en consecuencia, debería estar en condiciones de plantear el problema ventilando unas relaciones múltiples, de sistema y subsistemas sociales, materiales, y culturales, que pueden ser capaces, si no de destruir, sí de reducir la marcada inmoralidad vigente en nuestra sociedad?.

La conducta moral, siempre es un hecho de la vida social: familiar, cultural, política, etc. Así, se puede afirmar que los individuos no inventan ni la sociedad ni su moralidad. El propio comportamiento individual, es determinado por la vida del hombre en sociedad; cultura, creencias, odios, amores, tienen su origen en el complejo de las diferentes prácticas sociales.

Un individuo fuera de la sociedad y de la historia, no se podría decir que actúa moral o inmoralmente. La moral y sus prácticas son un acontecimiento de los seres humanos que viven en sociedad, un individuo aislado, el ejemplo de Robinsón Crusoe, no se podría decir que actúa bien o mal, ya que no habría quien lo dijera.


La realidad es que no sería posible vivir en una sociedad y al mismo tiempo, no pertenecer a ella.

Cuando Sueña La Conciencia


Aquello que llamamos Conciencia ordinaria de vigilia duerme profundamente. La Conciencia ordinaria de Vigilia se relaciona con los cinco sentidos y el cerebro. La gente cree que sí tiene Conciencia despierta y eso es falso, la gente vive en el sueño más profundo. Por lo tanto, Conciencia es Sabiduría, fundamento de lo que en verdad es.

La Conciencia, mientras esté embotellada por el Ego, no puede despertar. Así que nos podemos atrever a decir, sin temor a equivocarnos que la humanidad actual tiene la Conciencia dormida.

Una persona puede llegar a ser muy intelectual pero esto no lo garantiza que su Conciencia esté despierta. Se sabe relacionar muy bien con el mundo en que anda, pero está muy mal relacionada con el mundo en que vive, o sea su cuerpo físico, su mente, su psiquis.

Es necesario saber que la humanidad vive con la Conciencia dormida. La gente trabaja soñando. La gente anda por la calle soñando. La gente vive y muere soñando.

Cuando hemos llegado a la conclusión de que todo el mundo vive dormido, comprendemos la necesidad de "despertar". Necesitamos el despertar de la Conciencia. Queremos el despertar de la Conciencia. El protagonista de esta terrible realidad es el obstinado Ego. El humano con respecto a su estado interior es una multiplicidad psicológica, una suma de yoes. Los ilustrados (ignorantes) de esta época tenebrosa, le rinden culto al "Yo" (el cual tiene embotellada nuestra Conciencia).

La causa del sueño profundo en que vive la humanidad es la fascinación. La gente está fascinada por todas las cosas de la vida. La gente se olvida de sí mismo porque está fascinada. El borracho en la cantina está fascinado por el alcohol, el local, el placer, los amigos y las mujeres. La mujer vanidosa está fascinada ante el espejo por el encanto de sí misma. El rico avaro está fascinado por el dinero y las propiedades. El obrero honrado está fascinado en la fábrica por el duro trabajo. El padre de familia está fascinado por sus hijos.

La gente sueña en todo aquello que la fascina.
Todos los seres humanos están fascinados y sueñan profundamente.

Si uno no cometiera el error de identificarse tanto consigo mismo, la autoconsideración interior sería más que imposible. Cuando uno se identifica consigo mismo , se quiere demasiado, siente piedad por sí mismo, se autoconsidera, piensa que siempre se ha portado muy bien con fulano, con sultano, con la mujer, con los hijos, etc., y que nadie lo ha sabido apreciar, etc.

Debemos no identificarnos jamás con las cosas porque así es como cae uno en la fascinación y en el sueño de la Conciencia.

La observación de las cosas sin identificación nos permitirá conocer los procesos de la codicia, del apego, la ambición, etc.


La observación sobre los lugares nos permitirá conocer hasta dónde llegan nuestros apegos y fascinaciones en relación con los lugares diversos.

lunes, 24 de septiembre de 2018

El Mal De Nuestro Tiempo


Leyendo a Nietzsche, más concretamente su obra póstuma La voluntad de poder, en ese canto agónico de un alma a las puertas de eso que llamamos postmodernidad, se entiende mejor el mal de nuestro tiempo.

Allí donde crece el bienestar, la seguridad material, el confort, la vida burguesa pautada de un modo férreo por las instituciones y las obligaciones, donde el trabajo se convierte en una pesada losa, que nos agota y nos roba el tiempo vital, crece el desencanto del alma, una innegable inquietud y melancolía.

Ese desencanto del alma tiene su reflejo en una rebeldía del cuerpo y sus instintos, tan acorde siempre con el alma. Un cuerpo sedentario, alcoholizado, castigado por un culto al cuerpo desmedido, arrítmico, enfermizo. Todo ese malestar se refleja en la prensa, en nuestros medios de comunicación, en los que la mentira se ha asentado ya con un cinismo alarmante, donde la verdad ha sido destronada y yace en el olvido.

Esa misma inquietud recorre los hogares, los lechos conyugales, las relaciones de amistad, carcome la conciencia de los amantes pasajeros y temporales. El hombre contemporáneo se siente mal, inquieto, profundamente insatisfecho.

Cuando llega a la madurez de la vida quiere cambiar, rehacer el camino. Busca entonces en las viejas religiones algo olvidado en el camino de la vida, algo de importancia sin igual, para desalojar a ese huésped inoportuno, que se ha adueñado de la vida de la humanidad en estos tiempos.

Cuando uno encuentra a alguien profundamente feliz, que sabe lo que quiere, que está satisfecho y contento con su vida, la gente desconfía, intenta ver los dobleces, descubrir donde radica la mentira. La felicidad se encuentra bajo sospecha; la seguridad y la certeza de las vidas nobles es mirada con terrible suspicacia.

¿Por qué esta inquietud que corroe nuestras vidas actuales? ¿De dónde nace este malestar de nuestra cultura? ¿A qué se debe este profundo descontento de nuestra alma y de nuestros cuerpos? A mi modo de ver, se ha perdido la conexión con las verdaderas raíces de su ser.

Nos hemos convencido con ese espíritu de la angustia y el temor de que somos malos y perversos, de que nada bueno puede salir de nuestras manos. El hombre actual ha perdido su fe en el bien, en la bondad del hombre, en el radical convencimiento de que el hombre apetece más el reino de la bondad, la dádiva del dar gratuitamente, de saberse amado incondicionalmente, de gozar de una amistad sana y sincera, de ese mirar orgulloso del que goza en el bien y que no teme el sufrimiento, que no hace gala del dolor y la desesperación, sino que sufre estoicamente, con ánimo confiado y gesto sincero.

Curiosamente cuando el hombre ha dejado de creer en Dios, ha dejado de creer en sí mismo, en su capacidad de bien y de bondad. Este, y no otro, es el mal de nuestro tiempo


El Estar Melancólico


La melancolía tiene poco de poético o evocador. Es un vacío sin forma, un anhelo del ayer que nos desdibuja por completo del presente. Pocos estados nos sumen en uno tan característico de quietud, de cansancio y agotamiento psicológico hasta el punto de ir dando forma a un subtipo de depresión muy característica que en muchos casos puede ser bastante grave.

Decía Víctor Hugo que la melancolía es la felicidad de estar triste. También Stendhal era de la opinión de que aquellos que se dedicaban a la escritura, la pintura o la poesía eran gentes propensas a la melancolía. Como vemos este estado emocional se ha relacionado desde siempre con ese impulso natural que conecta al ser humano con la creatividad. Con ese lado más virtuoso y profundo de nuestro ser que usa en beneficio propio la tristeza.

“La melancolía es una neblina cargada de tristeza que todo lo cubre”.
-H.G. Longfellow-

Sin melancolía se acaba la tinta solían pensar los románticos de aquella época. 

Sin embargo, lo que olvidaron nuestros artistas de estas épocas es que los griegos acuñaron este término para diagnosticar lo que hoy conocemos como depresión. 

Fue Hipócrates quien sugirió que la melancolía era un exceso de bilis negra, la cual mediaba para que la persona se sintiera desanimada, asustada, triste, etc.

Más tarde, Sigmund Freud fue quien empezó a profundizar en esta idea para darle una auténtica base clínica. La melancolía, por tanto, no es mera tristeza, no al menos ese estado catalizador capaz de hacer emerger nuestras musas. 

La melancolía es como esa metáfora cinematográfica que nos trajo Lars Von Trier en su conocida película. Un planeta llamado depresión que, de un momento a otro, puede chocar con nosotros para destruirlo todo.

Todos somos susceptibles de experimentar tristeza en un momento dado. De percibir ese vacío donde acude la nostalgia, donde se introducen los recuerdos del ayer que nos hacen ver el presente con un halo de pesadumbre. Ahora bien, generalmente estos estados son puntuales y limitados en el tiempo. Es más, los psicólogos nos recuerdan que aunque la tristeza tenga a menudo un efecto de halo (todo parece cubrirlo) suele permitir espacio para otros afectos, pensamientos y motivaciones.

Ahora bien, cuando la melancolía se instala en nuestras vidas, no deja rincón alguno para nada más. La persona deja de experimentar placer, curiosidad, interés… Es más, Silber, Rey, Savard y Post (1980) definen el estado melancólico como “inaccesibilidad afectiva”. Es decir, la persona presenta una clara imposibilidad para experimentar cualquier tipo de afecto, incluida la tristeza. 

Lo que hay en realidad es una completa alteración de la emocionalidad.
Por otro lado, cabe señalar algo aún no menos importante. En la nueva edición del DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) la melancolía aparece descrita como un subtipo de depresión mayor. 

Hay quien no está de acuerdo con esta clasificación y prefiere verla como un desorden afectivo identificable y separable de esta. Sea como sea, debemos tener claro que estamos ante un trastorno depresivo con una serie de características bastante claras. 

La principal característica de la persona con melancolía es la incapacidad para experimentar afectos. No hay disfrute, no hay interés, no hay tampoco esa emocionalidad asociada a la tristeza donde puedan producirse las lágrimas o la expresión del malestar. La melancolía es quietud, es vacío y un anhelo permanente de algo que la persona no puede definir.

Asimismo, también se evidencia retardo psicomotor, dificultad para pensar, agotamiento físico y mental permanente.

Otra característica común es la incapacidad para explicar su estado, para conectar con su realidad interna y poder comunicar con palabras qué le ocurre, qué siente.

Por último, un hecho que suele diferenciar a la depresión melancólica de otras depresiones es la incapacidad para pensar. En otros trastornos depresivos los pacientes experimentan un gran número de pensamientos nerviosos, obsesivos y desgastantes donde no faltan sin duda las ideas suicidas. En la melancolía esto último no sucede.


En palabras del psicólogo Giovanni Stanghellini, “si la depresión mayor es un naufragio con espectador, la melancolía se asemeja a un naufragio sin espectador”. Es decir, mientras el depresivo suele buscar un significado a su depresión, la persona melancólica está confinada en sí misma y no ve ni siente nada.

Fluye Con La Vida


“En lugar de ir contracorriente y enfrentarte a la vida ¿por qué no dejas que esta te lleve por su sendero y aprendes de cada una de las enseñanzas que te tiene preparadas?”

La vida fluye, pero a veces intentamos agarrarla con fuerza para así poder controlarla y que vaya por el sendero que, en un vano intento, le dictamos.

Cuando surge algún imprevisto, algo inesperado, somos injustos y nos rebelamos contra ella. Le echamos toda la culpa encima con frases como “¿qué he hecho yo para merecer esto?” y nos volvemos víctimas de algo ante lo que teníamos determinadas expectativas.

Como bien sabemos, las expectativas son increíblemente negativas. La mayoría de las veces no se cumplen, por lo que caemos en un derrotismo y en una sensación de decepción y fracaso que nos llevan a lo más hondo.

La vida no requiere de órdenes, sino de confianza en ella
Desear controlar la vida es un sinsentido. Sin embargo, parece que es una forma de actuar por nuestra parte casi por inercia.

Cuando todo va bien, genial. Sin embargo, cuando todo va mal empezamos a hacernos las víctimas, en vez de sacar las garras y envalentonarnos para superar lo que se nos viene encima.

La vida no es fácil. Tenemos la creencia errónea de que para ser feliz todo nos debe ir bien, no obstante, ¿no es eso un poco codicioso?

Todo se compone de momentos buenos y momentos malos. Ambos sirven para algo, aunque unos nos hagan sentir mucho mejor que otros. Sin embargo, hay que decir que es una cuestión de perspectiva.

Un fracaso no tiene por qué hacernos desistir de nuestros intentos por llevar a cabo algo que nos hace mucha ilusión.

Lejos de eso, puede ser una oportunidad para mejorar, para madurar y para aprender de todo aquello que no hemos hecho bien.

Una relación tóxica no es un motivo para rechazar el amor y renunciar a él.
Puede ser una oportunidad para aprender a ser más selectivos y para quitarnos la venda de los ojos, fruto de nuestras expectativas, lo antes posible.

¿Vas a seguir dándote cabezazos contra la pared cuando la vida te diga “por aquí no”? No te victimices ante una situación, porque quizás lo que se te quiere decir es que te pongas en marcha en otra dirección.

Deja de culpar a las otras personas de lo mucho que te hacen sufrir, quizás eres tú quien lo está permitiendo, quien no es capaz de cortar relaciones y alejarse de quien no le conviene.

Vives tu vida en piloto automático, por eso no eres capaz de captar todo lo que ella te dice a cada paso que das.

Ella te da las indicaciones precisas, aunque no sean aceptadas de la mejor manera por ti. Pero te las da, ¡abre los ojos! Ahí están…

Nos esforzamos por relaciones que no valen la pena, nos llenamos de quejas en vez de ponernos en marcha, arrastramos un victimismo que nos hace considerarnos víctimas cuando no es así.

¿Por qué no empezamos a fluir con la vida?
Dejemos de rechazar todo lo negativo que nos venga encima y empecemos a verlo como una ocasión perfecta para elegir otra dirección.
A veces, estamos tan cómodos en nuestra zona de confort que perdemos la perspectiva, ¡odiamos los cambios! Sin embargo, estos son necesarios.

No serás capaz de hacerlo si te vas por la vía fácil, la de quejarte, la de negar y rechazar todo lo que se te viene encima.

Fluye con la vida, déjate llevar y no temas a lo que pueda pasar. Cuando menos te lo esperes, sucederán cosas maravillosas que jamás habrías esperado.


Aunque No Nos Guste


El cada vez mayor uso de celulares inteligentes se ha convertido en el gran enemigo de redes sociales como Facebook, acostumbradas a colocar su publicidad a un lado del muro de noticias, espacio que desaparece tan pronto uno accede desde un dispositivo móvil.

Es por ello que en el último año la red social se vio forzada a incluir anuncios directamente en el muro de noticias, arriesgándose a ser objeto de la ira de los usuarios, o peor, a que decidan frecuentar cada vez menos la red.

Conscientes de ello, parece que las redes sociales ensayan cuál es la mejor "fórmula mágica" para insertar anuncios en la medida justa.

Es por ello que en el último año la red social se vio forzada a incluir anuncios directamente en el muro de noticias, arriesgándose a ser objeto de la ira de los usuarios, o peor, a que decidan frecuentar cada vez menos la red.

Conscientes de ello, parece que las redes sociales ensayan cuál es la mejor "fórmula mágica" para insertar anuncios en la medida justa.

"Muy pronto empezaremos una pequeña prueba que permitirá a los anunciantes promocionar sus páginas a gente más allá de sus seguidores en el muro de noticias", dijo recientemente la portavoz de Facebook Annie Ta en un correo electrónico a la publicación tecnológica Mashable. "Estos anuncios aparecerán tanto en el computador de mesa como en el celular".

Facebook lleva incluyendo publicidad en el muro de noticias desde el mes de enero, pero estos anuncios aparecían en función de los amigos que ofrecían un "me gusta" a determinada compañía.

Ahora la nueva medida, dijo Annie, "facilitará a las empresas llegar a más gente".

Para Facebook recuperar la confianza de sus anunciantes es vital en un momento donde el valor comercial de la red social está en tela de juicio, a juzgar por la evolución en bolsa de sus acciones, que pasaron de tener un valor de US$38 por acción en mayo a los actuales US$20,74.

El motivo de esta baja es que empresas y reportes han puesto en duda la efectividad de la publicidad en la red social, y no sólo porque ésta desaparezca del mapa con los dispositivos móviles.

Poco antes de que saliera a bolsa en mayo, una encuesta de AP-CNBC observó que el 83% de los encuestados "casi nunca" o "nunca" abrían la publicidad en Facebook. Poco después empresas como General Motors retiraban su publicidad en la red.

Por su parte, una investigación de la BBC cuestionó la autenticidad de los "me gusta" que tanto ansían las empresas para promocionar sus productos en la red.
Para contrarrestar esta situación, Facebook no sólo planea incluir publicidad en el muro, sino que también ensaya el uso de estrategias como la llamada "Mobile Ads for Apps"(publicidad para aplicaciones).

Con este último recurso, la red permite a los desarrolladores de aplicaciones el anunciarse en la red social y a los usuarios adquirir sus apps de forma sencilla.
"Nos sostenemos gracias a los móviles", admitió Costolo durante una conferencia organizada por The Economist el pasado mes de junio en San Francisco, Estados Unidos.

"Tenemos una plataforma de avisos que ya es inherentemente idónea para móviles, pese a que lanzamos nuestra plataforma en la web y comenzamos a usar avisos en móviles recientemente".

Tal y como explicó a la BBC el portavoz de ASA, Matt Wilson, usuarios, empresas, redes sociales e incluso los reguladores están inmersos en un proceso de adaptación en un contexto mediático sin precedentes.

"Este es un territorio relativamente nuevo para nosotros como reguladores", le dijo Wilson a BBC.


domingo, 23 de septiembre de 2018

Recuerdos Y Olvidos


“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”: Gabriel García Márquez.

La Universidad Icesi llevó a cabo la segunda versión del Brain Festival que se encuentra enmarcada dentro del Brain Awareness Week, auspiciado por la Fundación DANA y que se celebra en diferentes lugares del mundo desde 1996. Este año se dedicó toda una semana a aumentar el nivel de conciencia que se tiene sobre el funcionamiento de la memoria y a desentrañar algunos mitos y realidades sobre ella.

No se nace o se tiene buena memoria, las grandes memorias se educan. Esa es una de las primeras premisas abordadas. El proceso de recordar consta de tres etapas: prestar atención, concentrarse profundamente y ser capaz de identificar por qué algo es importante para nosotros.

Algunos neurólogos y psiquiatras han acuñado la siguiente frase: “Si queremos vivir una vida memorable, debes ser el tipo de persona que recuerda recordar”.

La neuropsicóloga Beatriz Ospina afirma que la evolución del cerebro ha sido un proceso de más de 14 millones de años en los que este órgano se plegó y desarrolló zonas especializadas capaces de subordinar procesos, donde existe un procesamiento inconsciente automático y un procesamiento simultáneo de información. “Lo que se ejecuta en el plano inconsciente es lo más importante”, aseguró.

Quizás hay una pregunta que la mayoría de personas se hace durante sus procesos de aprendizaje, ¿cómo hacer para tener buena memoria y recordar fácilmente lo que se aprende?

En palabras de Ospina, “generarse preguntas es una buena forma de llegar al núcleo de lo que se quiere y de recordar con mayor facilidad”. Expertos en el tema de la memoria y el funcionamiento del cerebro manifestaron que entre las consultas más frecuentes no sólo está cómo recordar sino cómo hacer para no olvidar.

Por lo general las personas piensan que olvidar es un problema y cuando se habla de sucesos relevantes o información importante para el desarrollo de la vida sí es una dificultad, pero en muchas ocasiones “olvidar es un privilegio intelectual”. “A los neurólogos nos buscan frecuentemente para prevenir o tratar los olvidos, pero quisiéramos ofrecerle tanto al individuo como a la sociedad estrategias terapéuticas de olvido para esas situaciones donde tal vez tanta memoria sea una trampa innecesaria y un obstáculo para la conciliación y el perdón”, reflexiona Jorge Luis Orozco, jefe de Neurociencias de la Fundación Valle del Lili.

“Todas nuestras conductas o procesos usan diferentes formas de memoria, desde aquella necesaria para la supervivencia de la especie hasta las formas frágiles de memoria reciente que usa el ser humano para resolver la vida cotidiana”, agrega Orozco.

Para el especialista, cuando se habla de memoria “se habla de estrategias que permiten anticipar y generar procesos más eficaces con un alto rendimiento de los sistemas cerebrales representados por circuitos y áreas funcionales de alta demanda evolutiva”.

Precisamente esa ventaja evolutiva hizo a la especie humana dominante y superior a las demás, ya que las estrategias de memoria de las otras especies nunca tuvieron como objetivo sobrepasar los límites necesarios y suficientes para la supervivencia.

Desde el psicoanálisis la pregunta freudiana no es ¿qué es la memoria?, sino ¿en qué forma se conservan los recuerdos y qué hay en el olvido para que sea digno de ser olvidado? El psicoanalista Rodrigo Solís asegura que en tanto sea posible sostener la hipótesis de la existencia del inconsciente, la memoria se nutre de las representaciones psíquicas de lo vivido o de lo percibido y que evocan la experiencia vivida.

“El recuerdo, así como el olvido nunca son fenómenos puros, pues siempre somos selectivos al recordar y olvidar lo que hicimos. Cualquier situación vivida hoy puede activar un recuerdo de la infancia que se ha desalojado de la conciencia. La memoria no es un archivo cronológico, por ello se olvida lo más importante y se recuerda lo trivial”, agrega Solís.

Yoseth Ariza, médico y profesor de la Universidad Icesi y uno de los organizadores del Brain Festival comenta que uno de los objetivos del evento era romper mitos y aprender un poco más sobre ese término tan complejo llamado memoria y destaca las siguientes conclusiones:

- La memoria no es un don, sino algo que se debe educar. Muchas cosas cambian, pero el cerebro sigue necesitando las mismas tres cosas: atención, concentración profunda y dotar de significado para lograr la construcción de los recuerdos.

- Es importante hacer conscientes a las personas de la importancia del cerebro y cómo éste funciona. Este importante órgano es el que nos conecta con la vida, da sentido a todo lo que nos rodea, brinda identidad y es la memoria de la sociedad.

El Yo Y La Conciencia

Tal vez sean los años o quizá la madurez, pero siempre llega un instante en que “despertamos” por fin a esa conciencia propia donde tomar partido, donde alzar la voz frente al ruido y dejar clara nuestra posición. Porque no hay nada más reconfortante que llegar a la cama con el corazón tranquilo y la conciencia limpia, sin importarnos lo que piense el mundo.

Antonio Damasio es un conocido neurólogo experto en emociones que define la conciencia como una sutil armonía entre un yo autobiográfico, otro social, y un tercero donde se entremezcla un yo emocional con otro espiritual. El ser plenamente conscientes de esta estructura única y particular nos permitirá ser más hábiles y congruentes en nuestra realidad.

Si dices lo que piensas, haces lo que te dicta tu corazón y tienes la conciencia tranquila tras ello, entonces no lo dudes: has hecho lo que debías.

Todos tenemos conciencia, y es como el aliento del alma, como el faro de nuestras emociones y quien a su vez, pone voz a nuestro corazón para decirnos cuándo algo está bien y cuándo algo está mal. Hay que sintonizar con ella, hay que saber propiciar ese despertar interior para poder actuar sin miedos y hacer de nuestra conciencia, ese refugio tranquilo con el que transitar por la vida.

Carl Gustav Jung solía decirnos aquello de que “para despertar hay que mirar hacia dentro“. Aunque el célebre psicólogo fuera pieza clave en el inicio del psicoanálisis, su metodología se hallaba a su vez íntimamente unida a la antropología, la mitología y la filosofía. De ahí, que su concepción sobre la conciencia en el ser humano nos suscite aún hoy, un gran interés.

Al igual que el neurólogo Antonio Dámaso, Jung definió la conciencia como una entidad psicológica donde se integran nuestras experiencias vitales y emocionales más profundas. Para despertar a ella es necesario”mirar hacia dentro” para ser conscientes de hechos desagradables, de errores cometidos y de valores o principios personales no respetados por miedo o indecisión. Por estar supeditados a conciencias morales ajenas y no propias.

Tomar conciencia de cada una de estas dimensiones personales supone, a veces, un  verdadero acto de dolor. Según Gustav Jung las personas pueden ser capaces de cualquier cosa con tal de no enfrentarse a su propia alma, a sus propias conciencias. Por ello, para llegar “a la luz” es necesario que hagamos conscientes nuestras “oscuridades”. Solo entonces nos sentiremos libres, solo entonces habremos conectado con nosotros mismos de forma íntegra y sanadora.

Muchos de los contextos sociales y políticos en los que vivimos en la actualidad, se aprecia una falta de conciencia moral, ahí donde debería florecer siempre la ética, el respeto, el amor por el prójimo y ese sentido de la humanidad que a día de hoy, se escapa por la chimenea del egoísmo y los intereses encubiertos.

Puesto que de momento nos es muy difícil llegar a estas superestructuras que nos rodean, vale la pena poner en práctica este ejercicio de integridad en nuestras propias personas, e incluso, por qué no, en los herederos del futuro: nuestros niños. 

Desarrollemos adecuadas estrategias para crear una conciencia del corazón, una voz tranquila, afectuosa y coherente donde exista el respeto mutuo, a la vez que el autorespeto.


Nuestras conciencias particulares son algo más que el reflejo de las enseñanzas morales que nos han transmitido. No basta con saber qué está bien y qué está mal, “debemos sentirlo”. 

Para ello, es necesario despertar de nuestro letargo y hacer conscientes nuestros pensamientos y afectos.

Meditando En Soledad


Según el profesor Robert Lang de la Universidad de Nevada (Las Vegas), experto en dinámicas sociales, muchos de nosotros acabaremos viviendo solos en algún momento de nuestra vida, ya que cada día nos casamos más tarde, las tasas de divorcio aumentan y las personas viven más. La prosperidad también fomenta este estilo de vida, elegido en la mayoría de los casos voluntariamente por el lujo que representa. 

La periodista Maruja Torres en su autobiografía Mujer en guerra (editada por Planeta) ya se vanagloriaba del placer que le producía meterse en la cama y dormir sola, con las extremidades extendidas en forma de aspa. A esto se le añade la comodidad de disponer del sofá, poder cambiar de canal sin tener que negociar, improvisar planes sin avisar ni dar explicaciones, pasearse por la casa de cualquier manera, comer a cualquier hora…

Por si fuera poco, el sociólogo Eric Klinenberg, de la Universidad de Nueva York, autor del estudio GOING SOLO: The Extraordinary Rise and Surprising Appeal of Living Alone, está convencido de que vivir solo significa, además, disfrutar de relaciones de más calidad, ya que la mayoría de singles tiene claro que la soledad es mucho mejor que el hecho de sentirse mal acompañado. 

Incluso hay estudios que aseguran que la soledad facilita el desarrollo de la empatía. Otra socióloga, Erin Cornwell, de la Universidad Cornell en Ithaca (Nueva York), ha determinado tras distintos análisis que es más probable que la gente mayor de 35 años que vive sola pase una velada entre amigos que no aquellos que viven en pareja. Esto también ocurre con las personas mayores que, aun viviendo solas, poseen una red social de amistades tan amplia o más que las personas de su misma edad que viven acompañadas. Es la conclusión a la que llegó el estudio llevado a cabo por el sociólogo Benjamin Cornwell y que publicó en American Sociological Review.

La base de la creatividad y de la innovación
Las personas somos seres sociales, pero tras pasarnos el día rodeado de gente, de reunión en reunión, atento a las redes sociales y al móvil, hiperactivos e híper conectados, la soledad ofrece un espacio de reposo sanador. Una de las conclusiones más sorprendentes es que la soledad resulta básica para la creatividad, la innovación y el buen liderazgo. 

Un estudio realizado en 1994 por Mihaly Csikszentmihalyi (el gran psicólogo de la felicidad) comprobó que los adolescentes que no soportan la soledad son incapaces de desarrollar el talento creativo.

Susan Cain, autora del libro Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking, cuya conferencia en Ted Talks es una de las favoritas de Bill Gates, defiende a ultranza la riqueza creativa que surge de la soledad y reivindica, por el bien de todos, la práctica de la introversión. “Siempre me habían dicho que debía mostrarme más abierta, aunque yo sentía que ser introvertida no era algo malo. Así que durante años fui a bares abarrotados, muchos introvertidos lo hacen, lo que representa una pérdida de creatividad y de liderazgo que nuestra sociedad no se puede permitir. 

Tenemos la creencia de que toda creatividad y productividad proviene de un lugar extrañamente sociable. Sin embargo, la soledad es el ingrediente crucial de la creatividad. Darwin daba largas caminatas por el bosque y rechazaba enfáticamente invitaciones a fiestas. Steve Wozniak inventó la primera computadora Apple encerrado en su cubículo de Hewlett Packard, donde trabajaba entonces. La soledad importa. Para algunas personas, incluso, es el aire que respiran”.


Cain recuerda que cuando estamos rodeados de gente nos limitamos a seguir las creencias de los demás para no romper con la dinámica de grupo. La soledad, en cambio, significa abrirse al pensamiento propio y original. 

Denuncia que las sociedades occidentales han privilegiado más a la persona activa que a la contemplativa. Y nos ruega: “Detengan la locura del trabajo constante en equipo. Vayan al desierto para tener sus propias revelaciones”.

Somos Lo Que Damos


El mundo está en equilibrio, por lo tanto tú también. Nosotros los humanos experimentaremos “estar bien” y “estar mal” siempre para estar equilibrados en el planeta. 

Si estuviéramos “solo bien” andaríamos en la nubes y quizá hasta más arriba y nos apartaríamos del mundo terrenal; si solo estuviéramos mal andaríamos muy abajo y también nos apartaríamos de aquí; en cambio el estar bien y mal nos mantiene firme en la tierra.

 Entendamos y hagamos aquellos momentos de “estar bien” para compartirlo con todos para que así tu estar mal sea más fácil de sobrepasar y estar feliz de nuevo.

Hagamos (tú y yo) de la vida una casa de verdad donde decir que tú eres mi hermano sea de verdad y que no exista la desconfianza ni el miedo. Si vas a decir que somos hermanos actuemos como hermanos.


Hagamos que nuestro mundo sea un lugar para dar, pero dar de verdad. Nada más, tú haces lo que tienes que hacer, lo correcto y ya, eso es Todo. 

No te preocupes por el otro si ha dado o no porque al final del camino somos lo que hacemos, damos y no somos lo que recibimos.

Desempolvar Ilusiones


Crisis vitales: nunca es tarde para recuperar la ilusión
¿Cuáles son nuestros mejores atributos? ¿Cómo nos definieron de pequeños?

“Es hora de reconocer dónde nos hemos perdido para recorrer el camino que nos pertenece”
Laura Gutman

Nos miramos al espejo y ¿qué vemos? Los ojos del niño que hemos sido, con nuestras ilusiones, fantasías y anhelos. Han pasado muchos años durante los cuales hemos hecho grandes esfuerzos para dejar de lado esos sueños infantiles, porque necesitábamos sobrevivir al desencanto, al desamor y en algunos casos a la soledad que, lamentablemente, acompaña con frecuencia las infancias.

Hemos adornado los recuerdos infantiles con sus mejores escenas para acunarnos un poco: alguna fiesta de cumpleaños, una celebración familiar o imágenes de travesuras compartidas con amigos del barrio que por azar no terminaron tan mal.

Preferimos acomodar la niñez en un cuadro de añoranzas felices, reservándonos el derecho a creer que, alguna vez, la vida nos ha resultado fácil.

Revisar el discurso materno
Para crecer sin demasiado sufrimiento, hemos organizado nuestras creencias en un sistema más o menos confortable, aunque ese conjunto de ideas no tengan contacto con la realidad que nos ha tocado vivir. Una parte de lo que nos resulta arduo recordar pertenece a los esfuerzos que hemos hecho para responder a las expectativas –positivas o negativas– de nuestra madre.

El universo materno y las palabras que ella ha dicho hasta el hartazgo cuando fuimos niños –y que no teníamos más remedio que escuchar y tomar como verdad absoluta porque formaban parte de su vivencia interior– han resonado en nosotros y se han convertido en el espejo a través del cual observamos el entorno y a nosotros mismos.

¿Qué vemos en ese espejo? Vemos todo lo que mamá pretendió de nosotros.

Vemos en lo que nos hemos convertido para complacerla. Tal vez podamos trazar un hilo invisible fabricado con retazos de amargura, preocupaciones desmedidas, exigencias, responsabilidades o incluso enfermedades físicas que nos han acompañado, y que incluso hoy forman parte de nuestras actividades cotidianas.

Nos hemos convertido en adultos con poco entrenamiento para la libertad.
Las palabras de nuestra madre cuando fuimos niños se han convertido en el espejo a través del cual nos observamos.

¿Por qué hablamos de libertad? Porque los individuos tenemos el derecho de descubrir nuestros mejores atributos para ponerlos en práctica a favor de toda la humanidad. Incluso y sobre todo si mamá o papá o algún maestro nos ha dicho que no servimos, que no somos aptos, que nunca ganaríamos dinero con aquello o que no tiene valor o lo que sea que hayamos necesitado creer.

Ese es el sentido de retomar –durante la madurez– la libertad como un recurso indispensable para entrar en contacto con quienes hemos sido y seguimos siendo en un nivel interno y poco visible aun para nosotros.

Aquí estamos hoy observándonos. Es el momento perfecto para evaluar si eso que nos han dicho, y que hemos creído cuando fuimos niños, todavía es válido.

Deshazte de tus creencias limitadoras
El mayor desafío es el peso de las creencias. Si siempre nos ha encantado la música, pero nos han dicho y hemos creído que no somos aptos para tocar un instrumento o que con la música nos hubiéramos muerto de hambre o lo que sea, es evidente que el problema no somos nosotros ni la música.

Los únicos inconvenientes son las creencias que con el paso del tiempo han calado hondo en la totalidad de nuestro ser.

Lo mismo sucede si nos creemos poco atractivos o poco inteligentes, si creemos que las cosas solo se consiguen con esfuerzo y sacrificio, o si creemos que la felicidad no es para nosotros. Sea lo que sea, se trata de creencias. Creencias que han sido dichas desde que éramos pequeños y han entrado en nuestras mentes y nuestros corazones como si fueran la única verdad revelada.

Pero resulta que no. Hay tantas verdades como puntos de vista y tantas experiencias y posibilidades como las que nos atrevamos a transitar.

No importa qué ni cómo ni dónde. Importa que nos otorguemos la libertad de ser nosotros mismos con nuestros atributos y capacidades, que nos han sido dados como regalos del cielo y que no atienden a razones ni modas ni valoraciones positivas o negativas.

Nada de lo que somos está bien ni mal. No hay nada que no podamos recuperar –sin importar nuestra edad ni nuestra trayectoria de vida– sobre todo si, en algún lugar de nuestro ser esencial, nos pertenece. Simplemente las habíamos olvidado.

Es comprensible que hayamos tenido la imperiosa necesidad de creer en las opiniones y sobre todo en los miedos de los mayores cuando fuimos niños. Pero eso ya pasó.


Ahora somos adultos y nos corresponde discriminar las creencias prestadas y cargadas de miedos del contacto con el abanico de posibilidades que se nos abre hoy.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Convivir Con La Incertidumbre

La vida es una aventura en la que nos desenvolvemos con pocas certezas, la mayor certeza es la de que algún día moriremos, pocas son las situaciones que podremos dar por sentadas, por lo que es vital que aprendamos a convivir con la incertidumbre, a todos nos gusta sentir seguridad y confianza mucho más que sentir incertidumbre; nos gusta saber que si hacemos o dejamos de hacer algo las consecuencias serán las que pensamos y no otras; sin embargo, la vida no es tan exacta y, para bien o para mal, nos sorprenderá en numerosas ocasiones.

Asumir que no se tiene todo bajo control nos ahorrará bastantes ratos de angustia, es así, nadie puede hacer que el futuro sea justo como había planeado, si hubiera que otorgar un papel protagonista en nuestra historia, sería mejor dárselo a la esperanza en lugar de a la incertidumbre, ningún sentimiento nos puede destrozar tanto como regodearnos en la incertidumbre, esta se viste de inseguridad, miedo, pesimismo.

Si cambiamos la incertidumbre por la esperanza, tampoco tenemos por ciertos los resultados, pero estamos más motivados para seguir en la lucha, ante la falta de seguridad, tú eliges qué sentir: ¿incertidumbre o esperanza?, nadie sabe cómo va a ser su futuro, hagamos hoy lo que esté en nuestra mano, pero no llenemos este día de miedo, muchas veces nuestras decisiones se ven influidas por sentimientos como las dudas, la desconfianza, la inseguridad o los celos, a veces cometemos errores y nos comportamos indebidamente, para arrepentirnos después.

Los seres humanos, de forma absurda tratamos de controlar de una u otra manera el futuro; por lo que estamos siempre inmersos en “La Incertidumbre”, que es el hecho de no saber si lo que esperamos de nuestras vidas se concretizará, o simplemente el no saber que nos depara el mañana; este temor nos obliga a planificar, a planear cada paso de nuestra existencia, cada decisión que debemos de tomar en la vida, siguiendo normas y reglas enseñadas.

Las personas tendemos a ver en la incertidumbre tan sólo algo negativo que muchas veces queremos evitar a toda costa, cualquier cosa que rompa nuestra seguridad y que no podamos controlar nos pone en alerta, como si tuviéramos que enfrentarnos a un enemigo, es una lucha absurda, que únicamente nos desgasta puesto que la incertidumbre forma parte del día a día de cualquier ser humano y es por tanto ineludible; el futuro en sí mismo es pura incertidumbre y cada segundo que aún no hemos vivido puede llenarse de cualquier acontecimiento, esperado o inesperado, es evidente, que por mucho que nos preocupemos frente a esa inseguridad que nos ronda, no vamos a solucionarla mejor; la cuestión no es resistirse a la incertidumbre tratando de evitarla, por el contrario, la clave está en aceptarla como un regalo de la vida que está lleno de potencialidad.


Cualquier cosa que decidamos hacer en nuestra vida, necesita de un espacio de posibilidades que le permita  existir en ese futuro que aún está por construir, si no existiera incertidumbre, si todo lo que tuviera que suceder estuviera previsto y determinado, si todo ya estuviera construido, ¿qué espacio nos quedaría? ¿Dónde viviría nuestra libertad de elegir?, agradezcamos a la vida el regalo de la incertidumbre.

De Punta Contra El Clavo


“Aquellos aspectos de las cosas que son más importantes para nosotros permanecen ocultos debido a su simplicidad y familiaridad (no somos capaces de percibir lo que tenemos continuamente ante los ojos)” escribió en algún momento Wittgenstein.

Así, la cercanía, nos nubla, nos enceguece; es decir, ser parte de un ambiente determinado, con personas que vemos diariamente, en una rutina compartida e irrefutable, inmodificable, nos crea la percepción de simplicidad, de esa familiaridad de la que hablaba el filósofo austriaco.

“El mar es para los que están lejos” leí hace muchos libros atrás, quizá, esto ejemplifique el punto: los que están lejos evocan, reviven, desmenuzan el lugar en sentimientos, en sensaciones y entienden por qué quisieran estar ahí, en el mar, al que ya le dan otro significado porque lo han comprendido, han visto esos detalles que no ven los locales, porque para ellos es sólo algo que está ahí.

Sí, la mayoría de los individuos sociales entienden su realidad, porque la viven; es decir, en la práctica van consiguiéndose verdades, lógicas y razonamientos que nos sirven para identificar los signos problemáticos familiares y de país.

Entendemos de cierta manera qué es la corrupción y qué se deriva de ésta, porqué de la violencia, porqué de ciertas reformas, porqué la injusticia y demás, pero pocas veces profundizamos en el tema.

Bourdieu decía que ahí es donde entraban los estudiosos, los analistas, los expertos, etcétera, para explicar aquella comprensión empírica que tienen las personas con relación a su entorno, decir los porqués: agregar los elementos sustanciales que servirán de impulso a las verdades que se requieren para lograr cambios.

“Aquellos aspectos de las cosas que son más importantes para nosotros permanecen ocultos debido a su simplicidad y familiaridad (no somos capaces de percibir lo que tenemos continuamente ante los ojos)” escribió en algún momento Wittgenstein.

Así, la cercanía, nos nubla, nos enceguece; es decir, ser parte de un ambiente determinado, con personas que vemos diariamente, en una rutina compartida e irrefutable, inmodificable, nos crea la percepción de simplicidad, de esa familiaridad de la que hablaba el filósofo austriaco.

“El mar es para los que están lejos” leí hace muchos libros atrás, quizá, esto ejemplifique el punto: los que están lejos evocan, reviven, desmenuzan el lugar en sentimientos, en sensaciones y entienden por qué quisieran estar ahí, en el mar, al que ya le dan otro significado porque lo han comprendido, han visto esos detalles que no ven los locales, porque para ellos es sólo algo que está ahí.

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Sí, la mayoría de los individuos sociales entienden su realidad, porque la viven; es decir, en la práctica van consiguiéndose verdades, lógicas y razonamientos que nos sirven para identificar los signos problemáticos familiares y de país.

Entendemos de cierta manera qué es la corrupción y qué se deriva de ésta, porqué de la violencia, porqué de ciertas reformas, porqué la injusticia y demás, pero pocas veces profundizamos en el tema.

Bourdieu decía que ahí es donde entraban los estudiosos, los analistas, los expertos, etcétera, para explicar aquella comprensión empírica que tienen las personas con relación a su entorno, decir los porqués: agregar los elementos sustanciales que servirán de impulso a las verdades que se requieren para lograr cambios.

Es decir, entendemos –por experiencia- que tenemos una clase política corrupta, que hay ex gobernadores prófugos; otros, presos, que en gran porcentaje de los problemas de violencia tienen qué ver con la ineficiencia, el mal trabajo y la corrupción de nuestras autoridades, etcétera: conocemos los hechos, los asumimos como verdades irrefutables y sin embargo, aunque la idea de que todos los políticos son “corruptos” en este país y mentirosos, se sigue votando por ellos, se sigue confiando en lo que intuimos o creemos falso.

Pero, ¿por qué lo hacemos, por qué votamos si somos conscientes, si la experiencia nos dice lo que son? Quizá por esa simplicidad en los hechos; me refiero a que la cercanía nos hace perder de vista el análisis: decimos que son todos iguales, que no hay nada por hacer, sino aferrarse a la fe, a la creencia de que alguno de ellos no lo sea.

Se nos escapan los porqués, no los vemos, estamos muy cerca de ellos, tal vez por esa razón se dice que alguien fuera del país entiende mejor los problemas que nos aquejan.

La distancia da otra visión, mucho más desapegada y crítica: la cotidianeidad se rompe, se nulifica dado que se es partícipe de otro entorno.

¿Todos son iguales de corruptos, demagogos, ambiciosos, prepotentes, indolentes, etcétera? Quizá no todos, quizá es una cuestión propia del ser humano, quizá es la especie política en sí la podrida de origen, quizá unos son menos que otros o quizá en verdad algunos sean honestos.

Quizá, siempre nos quedamos en el quizá, en la intuición, en la experiencia, pero ¿por qué creo que el candidato de tal partido que está en la boleta es así? ¿Por qué el otro dice que él no es como su adversario? ¿Son todos iguales o es que los vemos así por esa cercanía engañosa?

El quehacer diario, la simplicidad de la familiaridad, nos oculta las respuestas que se vuelven fundamentales a la hora de decantarnos por uno u otro candidato.

La crítica, liberarse de las ataduras de la fe, el apartarse del fanatismo, preguntarse, cuestionar ideas que bien pensadas resultan inviables, realizar introspecciones, conseguir confrontar propuestas de uno u otro candidato y con la historia misma, son algunas formas de crear distancias, con la finalidad de ver los detalles, las diferencias reales entre uno u otro.



Estar Sin Estar


Como interpreto lo que me pasa en el día a día? los sucesos no suelen ser ni buenos ni malos, simplemente son.

Cuál es mi reacción ante un día de lluvia? la manera en que reacciono a lo que me ocurre responde a mi interpretación de lo ocurrido, no al suceso en sí.

Confundimos los hechos con las ideas que nos hacemos sobre ellos. un día agradecemos enormemente que el tren haya llegado con 10minutos de retraso porque esto nos ha permitido tomarlo y, otro día, esos mismos 10 minutos de más del mismo tren nos enfurecen porque van a hacer que lleguemos tarde a una reunión. 

Cuando nos enfadamos, cuando nos sentimos molestos, solemos buscar culpables, intentamos identificar qué ha hecho el otro que nos ha producido este malestar, pero no se trata tanto de analizar el comportamiento de los demás, sino de analizar nuestras propias reacciones; poner la mirada, el foco, dentro.

Nuestro bienestar (en el trabajo, en la vida) no depende tanto de lo que tenemos que hacer, sino de la actitud con la que lo hacemos.

Solemos buscar la razón de nuestro descontento, la culpa de nuestro sufrimiento, fuera, ya sea en otra persona o en las circunstancias que nos rodean. sin embargo, pocas veces son los otros el motivo. solo un 10% de nuestra felicidad depende de las condiciones exteriores, un 10%! lo que pensamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo influye muchísimo más sobre nuestra felicidad/infelicidad que nuestras condiciones reales de vida. 

Vivimos en una cultura del tiempo que se caracteriza por el "todo, siempre y ahora". el tiempo ya no nos ayuda a establecer un orden en la vida y en el trabajo como sí sucedía antes, que las estaciones, las horas del día y de la noche marcaban los ritmos. ahora todas las barreras se han diluido, tenemos acceso a un sinfín de herramientas que nos permiten ahorrar tiempo y, sin embargo, la sensación es que cada vez disponemos de menos. 

Internet y las redes sociales nos permiten conectar con personas de todos los rincones del mundo con aficiones e intereses similares y esto es emocionante y maravilloso. a la vez, son una invitación constante a la dispersión, un runrún de fondo continuo que muchas veces acaba por hacer que no podamos escucharnos, que no nos oigamos a nosotros mismos. 

En este mundo de conexión permanente y murmullo incesante, de oferta ilimitada y siempre disponible, perdemos la capacidad para callar: hablamos mucho y no decimos nada, el silencio nos incomoda. 

Comemos pero no saboreamos, oímos pero no escuchamos, vemos pero no observamos. Es como si pasáramos por este mundo de puntillas, sin ir a fondo realmente en nada, como si echáramos un vistazo desde arriba, perdiéndonos todos los colores, todos los sonidos, todos los matices. 

Y con esta conexión y parloteo constantes perdemos también la capacidad de estar solos. una soledad que, vivida positivamente, fomenta que pensemos por nosotros mismos y fomenta la concentración. Aprendiendo a estar en silencio, a estar solos, aprendemos también a escuchar y, sobre todo, a escucharnos, nos encontramos con nosotros.

Estar en silencio nos permite darnos cuenta de lo que queremos hacer y de cómo queremos hacerlo.