lunes, 15 de enero de 2018

Lo Que Pueda Pasar Nos Puede Pasar


Uno de los grandes errores del ser humano es creer que a él nunca le tocará pasar por alguno de los grandes males por los que pasan los demás. De ahí que le cueste aceptar serenamente, que, el día menos pensado, le puedan diagnosticar, por ejemplo: un cáncer. Creerse infalible es vivir alejado de la realidad. 

Lo importante es, “no bajar la guardia” y procurar, si llega el caso, que sus seres queridos vivan la inesperada y nunca grata situación, con la mayor naturalidad posible: sin traumas innecesarios.

Lamentablemente, todo hijo de vecino, está expuesto a los más diversos infortunios; a tener que soportar las más duras pruebas y, perder la serenidad, es un flaco favor que se hace uno a si mismo.

Hay muchas ineludibles realidades que los seres humanos, tal vez por no ser gratas, pretendemos ignorar, por ejemplo: creer que nunca envejeceremos, dejando para mañana tantas y tantas cosas que hubiésemos podido hacer hoy. 

Cuando reparamos en que “no tenemos tiempo, para perder el tiempo”, casi siempre es tarde. Es entonces cuando nos entran las prisas; cuando queremos recuperar, atolondradamente, el tiempo perdido; cuando valoramos las “pequeñas cosas” a las que nunca dimos importancia, pasando olímpicamente de ellas. ¡Craso error!

Las personas de mi generación, o sea, a las que nos conviene olvidarnos del calendario, hemos vivido situaciones sociales que nunca habíamos sospechado vivir, ni siquiera en un mal sueño. Ello ha sido fruto de la evolución de los tiempos. 
A unos, más que a otros, nos ha costado encajarlo; pero, lo inteligente es aceptarlo, con total naturalidad y positivamente.


Aceptar La Opinión Del Otro

La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.


Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).

En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.



Ampliando Horizontes


Hojeando papeles viejos encontré una charla que ofrecí hace 25 años sobre cómo enfrentar los nuevos valores de la sociedad cambiante en que vivimos.

Mi argumento básico era que no se trataba de apegarse a valores que ya han sido sustituidos por conceptos diferentes, sino de darle un sentido diferente, más abarcador, a los nuevos valores. Decía que asistimos a una época en que la técnica, que nació al servicio del hombre, se ha convertido en ideología y ha puesto al hombre a su servicio. En consecuencia, el profesional en esa sociedad se representa en un técnico frío, un homo eficiencis, que conoce mucho de las reglas y poco de la gente.

Sin embargo, todas las historias de éxito que se escuchan se basan en tratar bien a la gente.

Creo que la principal regla para la transformación de los valores modernos es ampliar su horizonte humano. Que los jóvenes no se queden en la ingeniería, la administración, la computación o las estadísticas, sino que le añadan el componente humanístico y moral, pues aunque para sobrevivir como profesionales tienen que aplicar y conocer la filosofía de la eficiencia, para vivir una vida plena tienen que disponer de una batería ética alcalina que les recargue el corazón.

El hombre o mujer exitoso del futuro tendrá que serlo dentro de los valores de esa sociedad, pero ser reconocido por su forma de vida. Ojalá todos fuésemos individualistas en el cumplimiento del deber y de nuestras responsabilidades. Si alguien quiere influir en la sociedad del futuro tendrá que ser eficiente y exitoso, pero también ser moralmente valioso
.
La pobreza material y espiritual no inspira a nadie. La generosidad y la vida con moderación, sí.

Ojalá estas reflexiones le sirvan a alguien.

Alternativas


Muchas veces pensamos que estamos en el camino incorrecto, que nos ocurren cosas que no nos merecemos y que no parecen justas, sin embargo, no nos damos cuenta que la vida nos pone enfrente aquellas experiencias que necesitamos para aprender en la vida, para trascender y para seguir progresando.

Debemos tener la fortaleza en la vida para confiar en nosotros mismos, tener la valentía para asumir nuestras acciones, las consecuencias de nuestros actos y dejar de lamentarnos por cada nueva situación que nos toca vivir, abrirnos al progreso, abrirnos a la oportunidad y el entendimiento y dejar las quejas a un lado, dejar los pensamientos negativos, dejar los malestares y las emociones tóxicas, que sencillamente nos limitan y se convierten en una carga muy pesada para nuestro espíritu.

"La mayoría ve obstáculos; pocos ven objetivos; la historia registra los éxitos de esto últimos, mientras que el olvido es la recompensa de los primeros"
 Alfred A. Montapert.

Podemos decir de alguna manera, que tarde o temprano se llega ese despertar de conciencia que nos hace llevar una vida más equilibrada, serena y armoniosa, sin embargo, si reflexionamos, nos preguntamos cuál es el camino realmente más simple? el camino de la felicidad o el camino del sufrimiento?.. Concluir alguna de estas dos alternativas sin revisar a profundidad lo que pudiera significar no tiene ningún sentido, lo que sí podemos saber es que cada experiencia que nos toca experimentar, deja una huella en nuestra alma.


De manera que cada vivencia que pasa por nuestra vida, cada persona, cada escenario, cada decisión y cada alternativa que nos toca tomar en la vida, tiene un significado, no podemos sentirnos ajenos o incapaces de superar los obstáculos que se atraviesan en nuestro camino, tenemos la fortaleza y la voluntad para superar cada nuevo día, para recibir cada nueva enseñanza y para salir adelante.

domingo, 14 de enero de 2018

Andamos En Este Camino


En este largo camino de la vida pero a la vez tan corto, nos encontramos con personas que nos ayudan a construir las vivencias, personas de toda condición, con sus manías y con sus virtudes, pero que cada una de ellas es especial en ciertas etapas y, por desgracia, solo unas pocas estarán a nuestro lado al final del camino. 
Aunque muchos piensen que el recorrer este camino en soledad es algo amargo, tampoco lo es tanto, porque la soledad es un ingrediente más en la vida de las personas, un ingrediente que nos hace pensar y madurar y es que, ¿quién no se ha sentido alguna vez solo?.

Y es que la vida está cargada de sueños, porque soñar es gratis y solo luchando por el camino se alcanzan esos sueños, porque el que no lucha no gana y lo puedo decir con la fe que sólo la da la experiencia.

La vida es pasado, presente y futuro y todo ello la conforma, ya que tengo claro que la vida no está construida con los años vividos sino con las experiencias disfrutadas, experiencias de todo tipo pero es que eso es lo que hace a la persona ser como es y yo, por suerte, me considero una buena persona, que intenta ayudar lo máximo posible a los demás, que no se rinde ante las adversidades, que lucha, día a día, contras las piedras con las que tropieza, que si esa piedra le hace caer, se levanta las veces que haga falta y, por supuesto, soy una persona que comete errores y es que la vida, también, está cargada de errores, pero errores con los que se aprende a realizarse a uno mismo.


En definitiva, ¿qué es la vida? la vida es algo que no hay que dejar escapar ya que nunca se sabe dónde está la meta, la meta la debemos construir cada uno para cumplir nuestros sueños y es que, como dijo Calderón de la Barca, la vida es sueño y nunca hay que dejar de soñar.

Con La Frente En Alto


La vida está llena de sorpresas. A veces nos depara momentos muy tristes, pero en otras ocasiones nos brinda mucha alegría. 

Queremos compartir contigo un repertorio acerca de las mejores frases para reflexionar y levantar el ánimo, en esos instantes en los que parece que todo es muy complicado. Bien podrían servirte cuando necesites apoyar a un amigo o incluso, a ti mismo.

“Con la frente en alto debemos vivir, sin dar pie a nada que nos haga bajar la mirada, en ocasiones podemos tropezar o cometer errores que nos cuesten mucho, pero siempre está la opción de volvernos a levantar

1. Cuando todo en el horizonte se ve demasiado oscuro, no te dejes caer. Una vez que las estrellas han dejado de brillar, es porque el sol se encuentra a punto de salir. Mantén tu vista siempre en el cielo con esperanza, pues llegará el momento en que puedas resurgir de la adversidad más fuerte que nunca.

2. La diferencias de las consecuencias que sufrimos día a día, es directamente proporcional a nuestras acciones. Encárgate siempre de crear tu propio camino, camina ofreciendo lo mejor de ti a quiénes te rodean, pues un día puede que sea demasiado tarde para cambiar las cosas a tu alrededor.

3. La gente siempre va a decepcionarte, de una u otra manera. Absolutamente nadie es perfecto, ni siquiera tú mismo. No te aferres a los errores del pasado que pudieron haber cometido otros, o en las cosas en las que pudieras haber fallado. Vive el presente y labra tu futuro sin resentimientos y acepta que todos cometemos equivocaciones.

4. Hay verdades que son aún más dolorosas que los engaños en sí. No obstante, siempre vale la pena ir por la vida con honestidad. Trata de ser sincero con la gente que amas, aunque esto signifique decepcionarlos en ocasiones. Las mentiras pueden resultar reconfortantes en un principio, pero suelen volverse una carga muy pesada a largo plazo.

5. El pasado es imposible de cambiar. El porvenir en cambio, puede depender de tus decisiones. No bases tus días en los tiempos que ya han transcurrido. Piensa en las cosas que te deparan, perdona tus equivocaciones y continúa tu camino con la frente en alto, pues no hay peor cosa que el estar encadenado a los sucesos del ayer.

6. Siempre existirán personas que quieran impedir tus triunfos, pero en ti está la capacidad de impedirlo. No caigas en provocaciones, no cedas ante los intentos de quebrar tu voluntad ni mucho menos te prestes a escuchar a quiénes te menosprecian. Las agresiones son el mayor símbolo de la envidia ajena.

7. Hay momentos en la vida que duran una eternidad y otros, que apenas persisten por algunos minutos. De ti depende el quedarte con lo mejor de cada uno de ellos, por más intensos o fugaces que se presenten.

8. De nada sirve esperar a que algo suceda, si no movemos las circunstancias a nuestro favor. Si tienes una idea, defiéndela ante las posibilidades del fracaso, pues no hay nada peor que preguntarse, que habría pasado si tan solo nos hubiéramos arriesgado a intentar algo distinto.

9. Olvidar los instantes oscuros es una tarea muy difícil, que contrario a todo lo que pudiéramos creer, nunca nos hará del todo bien. La mayor virtud de los errores y desgracias, es tener presente la importancia de trabajar para procurar que nunca se vuelvan a repetir. Trata de salir siempre adelante y no dejes que los hechos del pasado obstruyan tu camino, sin embargo nunca los olvides del todo, pues hasta en las cosas más dolorosas hay una enseñanza.


El Derecho De Ser Persona


En principio, sostengo que aquello que vale para los mapuches y los aborígenes en general.

Sus derechos no provienen de su condición de "indios" o de su pasado, sino de su condición de personas. Sus derechos son los derechos de todo ciudadano. Suena a obvio, pero hay que decirlo para refutar a los que por motivos racistas o de clase intentan negárselos, pero sobre todo para polemizar con quienes suponen que la fuente de sus derechos nace de la pertenencia a una tribu y no de la pertenencia a la condición humana.

Es verdad, sus padecimientos sociales provienen de la pobreza y la marginalidad, una pobreza y marginalidad no muy diferente a la de muchos criollos o a la de los millones de argentinos que, según las estadísticas, oscilan entre la desesperanza de la miseria y los abismos de desolación de la indigencia. 

Sacarlos de ese lugar es una de las enormes deudas pendientes de los argentinos y en particular de su clase dirigente. Puede que las políticas sociales deban incluir diferencias nacidas de la historia, pero en todos los casos lo que no se debe perder de vista es que el drama de la indigencia afecta a todos por igual. 

No es el "privilegio" de una tribu, una etnia; es en toda caso la tragedia de los postergados, los excluidos, los explotados o como mejor quieran denominarlos, una tragedia que no hace distinciones de orígenes.

Respeto la Constitución nacional, pero como ciudadano puedo permitirme disentir con algunos de sus enunciados sin que ello signifique rebelión o desacato. En particular no comparto la denominación de "pueblos originarios". 

Como dijera un antropólogo con cierto tono de humor, si queremos ser coherentes con este enunciado, la "originalidad" exclusiva pertenece a Adán y Eva. Pero para no irnos tan lejos, digamos que la historia de la humanidad es la historia de ocupaciones, invasiones, derrotas y victorias, encuentros y desencuentros. 

No hay pueblos "originarios", históricamente hay pueblos emergentes que a través de procesos complejos se despliegan a lo largo de la historia.

Los derechos de los denominados indígenas son tales no por su condición de indígenas, sino de hombres, de personas. Reivindicar con las mejores intenciones políticas una condición biológica está más cerca de las ideologías racistas que de posiciones progresistas. 

Postergar al individuo en nombre de la comunidad o la tribu es regresivo y en un punto reaccionario; postular el retorno al pasado atribuyéndole virtudes mágicas o redentoras es negar la historia con sus contradicciones y sus cambios.

La realidad de las diferentes tribus existentes en nuestro país es diversa como diversos son sus reclamos y las metodologías para llevarlos a la práctica. 

No es la causa comanche la que hoy nos aflige políticamente, sino la violencia que en nombre de esa causa practican algunos grupos. También en este punto la ley es la referencia ineludible entre lo permitido y lo prohibido. 

Elegimos respetar la vida y dirimir nuestras diferencias pacíficamente. Todo lo demás puede y debe discutirse.


Nuestra Sombra


Cuando nos sentimos atacados, cuando nos molesta algo de alguien estamos viendo la proyección de nuestra propia sombra

Carl Gustav Jung (1875-1961) psicólogo y médico psiquiatra suizo, dedicó toda su carrera al estudio de la psique humana. A lo largo de sus numerosos ensayos fue desarrollando primero, su “Psicología Analítica” y, más tarde, lo que denominó “Psicología Compleja”. Jung habla de la psique y no de la mente, porque, según él, la psique abarca todos los procesos de la mente, los conscientes y los inconscientes.

Entre muchas de sus aportaciones desarrolló el concepto de Arquetipo. Por definición, un arquetipo es un modelo original, un ejemplo ideal o un prototipo. 

Un símbolo reconocido por todos. Para Jung son la forma que le es dada a algunas experiencias y recuerdos de nuestros primeros antepasados. De alguna manera, son como patrones de conducta que se heredan de generación en generación y que están guardados en nuestro inconsciente.

Si por definición la sombra es inconsciente quiere decir que estamos sometidos a ella.

Jung define el arquetipo sombra como el aspecto inconsciente de la personalidad caracterizado por rasgos y actitudes que el Yo Consciente no reconoce como propios. El inconsciente lucha por mostrarse, pero es reprimido continuamente por el ego. 

La sombra está formada por energía psíquica reprimida que se proyecta en el exterior. Hay muchas formas de alimentar la sombra.

La más usual es la que conocemos como “luchar para ser bueno”. Por eso Jung decía “Prefiero ser un individuo completo que una persona buena”.

Podemos decir también que tenemos creencias-sombra que son las que controlan nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros comportamientos. 

Cada experiencia de la vida es una oportunidad de elegir de nuevo, una oportunidad de enmendar viejos errores que nos permite crecer, experimentar y desarrollarnos. En este sentido, Jung nos dice: “las crisis son magníficas oportunidades para familiarizarnos con la sombra”.

Integrar la propia sombra nos va a permitir convivir con nuestra luz y nuestra oscuridad. Nos va a permitir ser lo que somos.

Cada persona tiene su sombra. Una manera de empezar a detectarla es cambiar nuestro diálogo interno y aprender a distinguir que cuando nos quejamos de algo o de alguien nos estamos quejando de algo propio. 

Por ejemplo, si nos lamentamos de que nadie nos escucha, nos podemos preguntar si nos estamos escuchando a nosotros mismos y así sucesivamente, nos invita a reconocer la propia sombra para encontrar nuestra plenitud.


Del Dicho Al Hecho


¿Qué relación hay entre las palabras que decimos y sus consecuencias, lo que ellas provocan? La forma en que se regula la libertad de expresión depende de la respuesta.

Estados Unidos tiene una cultura poderosa de libertad de expresión. Proviene de la Primera Enmienda -"el Congreso no dictará normas que restrinjan la libre expresión"-, y de la enjundia que la Suprema Corte ha dado a esa brevedad.
No obstante, en un fallo de 1919 esa Corte determinó que la libertad de expresión no ampara a quien grita falsamente ¡fuego! en un teatro repleto, causando pánico (Schenck vs. United States).

En ese caso, la relación entre palabra y consecuencia peligrosa parece evidente. Y el peligro es de tal grado, dadas las circunstancias, que justifica desconocer la libre expresión del gritón mentiroso.

En Chile, un proyecto recién ingresado al Congreso pone de relieve esta relación. Busca castigar a quien "públicamente o a través de cualquier medio apto para su difusión pública incitare directamente a la violencia física en contra de un grupo de personas o de un miembro de tal grupo, basado en la raza, origen nacional o étnico, sexo, orientación sexual, identidad de género, religión o creencias de la víctima".

El discurso y sus consecuencias. En este caso suele llamarse "discurso del odio" ( hatespeech ). El proyecto es muy discutible.


Parece ser un delito de peligro, es decir, no exige que se produzca el resultado dañino. No es necesario que alguien ejerza "violencia física" incitado directamente por otro para que este otro sea castigado: basta la incitación. El que baste esta mera potencia resulta muy amenazante para la libertad de expresión.

El verbo "incitar" es poco usado en el Código Penal. Un caso se refiere a los que incitan a otros a desconocer sus deberes militares. El otro está pasado de moda, pero es interesante aquí: el que incita a otro a provocar o aceptar un duelo tiene un castigo, solo si el duelo se realiza.

Si el proyecto buscara evitar la violencia física, se podría vincular el discurso incitador al ejercicio efectivo de ella, como en el duelo. Así se logra un objetivo valioso sin hacer pagar el alto costo que sobre la libre expresión impone el mero peligro.

O, incluso, se podría confiar en las reglas actuales de participación criminal, en el sentido de que si se prueba que la violencia física fue directamente incitada por alguien, a este se le puede atribuir alguna forma de autoría en el delito violento.

Pareciera, más bien, que lo que el proyecto realmente persigue es limitar discursos relativos a la raza, origen nacional o étnico, sexo, orientación sexual, género, o religión de la víctima. Además de amenazar la libre expresión, esto plantea otros problemas. Por ejemplo, de coherencia. ¿Por qué solo aplican estos criterios y no, por ejemplo, las convicciones políticas de la víctima, o sus características físicas, gustos culinarios o estéticos?

¿Por qué los criterios se basan en las víctimas, y no en los victimarios? Incitador e incitado podrían ser de una secta que ordena golpear a las personas, sin preguntarse por su raza, sexo o creencias. ¿Quedan fuera del "discurso del odio"?

El problema es que la coherencia exige expandir los sujetos y criterios al infinito, ahogando definitivamente la libertad de expresión.

Por esto, mejor olvidarse del proyecto o pensarlo mejor, conectando más directa y evidentemente las palabras y sus consecuencias.

Como cuando se grita falsamente ¡fuego! en un teatro lleno de gente.

Seamos Solidarios


Se ha escrito y hecho muchísimo en nombre de la “solidaridad”. Incluso, algunos han llegado a decir que “ser solidario” es parte del talante chileno, sobre todo porque nos asoma en momentos de dolor, en terremotos y en las desgracias más desgarradoras: donde hay infortunio, lo más seguro es que allí nos encontremos con dos chilenos, uno en adversidad, otro ayudando a quien lo necesita. 

Para qué hablar de la Teletón, que ha cuadrado a nuestros conciudadanos bajo sus filas durante años y años, pese a las críticas más furibundas en su contra.

En cada una de estas acciones sociales visibilizamos la solidaridad. Cuando un país entero se vuelca hacia las personas con discapacidad, o cuando un grupo de universitarios realiza trabajos que van en beneficio directo de una comunidad que tiene necesidades materiales y espirituales, hay allí formas nobles de concretar la solidaridad, es decir, de responsabilizarse por la suerte de los demás; pero, ¿qué implica “responsabilizarse” por los más desventajados?, ¿”asistirlos” para que salgan de la pobreza, entregándoles herramientas para que lo hagan por sí mismos, premiar sus “méritos” con beneficios de distinta índole, redistribuir la riqueza del conjunto del país entre quienes no la poseen, reformar las estructuras e instituciones sociales injustas, cambiando todo lo que sea carente del más mínimo sentido de humanidad?

Todas estas preguntas, legítimas y razonables, revelan que el asunto no es tan sencillo como parece. Las respuestas exigen una serie de precisiones que no todos están dispuestos a asumir.

En nuestro país, por el contrario, nos hemos acostumbrado a hablar de la solidaridad a troche y moche. Cualquier asunto con olor a “social”, ya es solidario. Y así, usualmente “imponemos” nuestro parecer por sobre las sensibilidades ajenas ─pasamos “retroexcavadora”─ donde ciertamente hay injusticias, pero también complejidades políticas, técnicas y culturales que no se solucionan con payasadas, ni tampoco negando la sal y el agua a quienes a veces tienen más iniciativa que nosotros.

¿Qué nos exige, en consecuencia, la “solidaridad” en nuestros días? Reflexión seria: hay tras la palabra “solidaridad” distintos conceptos y miradas sobre la persona y la sociedad, que requieren ser ponderadas, interpretadas y analizadas críticamente. La filosofía, la teoría política o la economía tienen un rol indispensable, que no siempre empleamos correctamente.


Hablar En Público



Hablar bien en público requiere de un buen entrenamiento, pero también de una gran honestidad y de saber conectar con nuestras emociones desde nuestro interior. Construir nuestra autoconfianza es un paso previo fundamental para poder expresarnos con soltura y naturalidad, de forma abierta y sin temores.

Es mucha la oferta de cursos y formación en habilidades de oratoria que hay en el mercado. Sin embargo, aprender a utilizar las herramientas no es suficiente. Por eso, los programas Dale Carnegie van más allá y parten de la construcción de una autoconfianza, necesaria para brillar como oradores o ponentes.

Algunas de las cuestiones a tener en cuenta y que nos ayudarán a realizar una mejor presentación o ponencia, son las siguientes. Sin embargo, sólo con el hecho de trabajar previamente en nosotros mismos para hacer aflorar nuestro auténtico potencial, será posible transmitir un mensaje creíble y potente.

Consejos para una mejor presentación
#1. Preparación y ensayo
Las presentaciones en público que mejor funcionan son las que mejor se han preparado. Y ello significa haberles dedicado unas cuantas horas de trabajo. Aunque nos parezca que determinados oradores saben improvisar, incluso esas aparentes improvisaciones han sido ensayadas previamente. Teniendo en cuenta esta premisa nos aseguramos buena parte del éxito. 
#2. Buen uso de las pausas y de los silencios
Las pausas y los silencios sirven para tomar mayor control del discurso. Crean sensación de expectativa ante lo que se va a decir y ayudan a reforzar el mensaje para que se tenga en cuenta en su debida importancia. Ayudan a dar más autoridad al emisor y transmiten confianza a la audiencia. Por si fuera poco, bien empleadas, las pausas dan tiempo a que el público integre el contenido y comprenda bien el significado de lo que el orador está transmitiendo.
#3. Poner las emociones a nuestro favor
Reconectar con nuestro interior y poner a trabajar las emociones en nuestro favor nos ayudará a sintonizar con el público. Ser honestos con nosotros mismos y con los demás es el camino más efectivo para llegar a nuestros oyentes. La empatía, la asertividad, la humildad y la generosidad son grandes aliadas. Dale Carnegie afirmaba que las personas ‘somos criaturas emocionales’, más que seres basados en la lógica.
#4. Conocer a nuestra audiencia
Conocer a nuestra audiencia antes de dar una charla, nos ayudará a enfocarla mejor. Podremos averiguar qué esperan de nosotros, qué contenidos les interesan, qué dudas, preocupaciones o necesidades tienen. De ese modo, podremos dar respuesta a sus inquietudes y haremos de nuestra ponencia algo útil, interesante y motivante.
#5. Práctica, práctica y práctica
El ‘cómo’ y no sólo el ‘qué’ es importante en una charla. A veces, incluso más. Por eso, ensayar y practicar nos dará las habilidades para hacer de nuestra charla una ponencia amena e interesante incluso aunque el tema no sea completamente nuevo. Una nueva manera de explicar algo ya conocido es también una forma de hacer comprender el mensaje desde un nuevo punto de vista. El cómo aporta riqueza a una ponencia.
Practicar mucho nos permitirá también alinear nuestra gestualidad con nuestro mensaje hablado.

Recordemos lo que decía el prestigioso psicólogo Albert Mehrabian, quien afirmaba que el lenguaje verbal sólo un 7 por ciento en la comunicación de emociones y sentimientos. En cambio, un 38 por ciento de la comunicación corresponde al lenguaje paraverbal o vocal (entonación, proyección, timbre, tono, énfasis, pausas, ritmo); y el 55 por ciento restante al lenguaje corporal (gestos, posturas, mirada, movimiento de los ojos, respiración).


La importancia de los elementos no verbales sobre los verbales aumenta cuando son incongruentes entre ellos. No hay nada menos creíble que una charla cuyo contenido no se vea reforzado por nuestro lenguaje corporal. Los gestos conectan con nuestro inconsciente. De forma intuitiva captamos que algo falla, que algo no encaja y desconfiamos del mensaje y de la persona que lo emite.

sábado, 13 de enero de 2018

El Mundo De Las Ideas


Has pensado alguna vez cómo sabes las cosas que sabes? Algunas las sabemos porque alguien nos lo contó, otras porque las hemos visto, otras porque las hemos pensado... ¿Cuántas cosas podemos saber? Por lo que respecta a cuánto podemos saber, es decir, a los grados de conocimiento, Platón diferencia dos grados. Y lo hace atendiendo a su definición del mundo en dos regiones. ¿Recuerdas? Mundo de las ideas y mundo de las cosas. Al mundo de las cosas corresponde la opinión y al de las ideas la ciencia.

¿Es posible que alguna vez alguien sepa absolutamente todo, referido a todo? ¿Y si alguien te preguntara que le digas qué es una idea? ¿Qué dirías? Entre otras cosas, de las condiciones, límites y posibilidad de lo que podemos conocer se ocupa la teoría del conocimiento. Vamos a ver aquí, que decía Platón de este asunto.

Y a Platón se le planteaba un problema: ¿cómo conocemos las ideas si pertenecen a un mundo (el inteligible) en el que el hombre no está porque vive en el sensible? Para responder a esto, Platón lo explicó gracias a dos conceptos que son importantes: la reminiscencia o recuerdo, y la dialéctica.

¿Cómo conocemos las ideas si están en el mundo inteligible? Básicamente Platón sostiene que podemos conocerlas recordando. Pero puede recordarlas a través de las cosas del mundo sensible. Se trata de recordar lo que hay en el alma y que ésta conoció cuando estuvo en el mundo inteligible. 

Según Platón, solamente la contemplación directa de las ideas en el mundo inteligible nos permite conocerlas. Y el alma humana vivió en ese mundo, contemplándolas allí. Cuando nuestra alma cayó al mundo sensible y se unió al cuerpo las olvidó. La reminiscencia, por tanto, es recordar.

¿A qué te recuerda esto? La religión cristiana, siglos después de Platón, también habló de un paraíso original perdido, de un alma que es "castigada" a vivir en la tierra... Son muchas las semejanzas que hay entre el pensamiento platónico y la religión cristiana. O dicho de otra manera, el cristianismo asumió y transformó en religión conceptos filosóficos de Platón.

Hemos visto que Platón escribió en forma de diálogos. La dialéctica es, precisamente, el arte del diálogo. Y también es un método filosófico, una forma de pensar. Se trata de "ascender" al mundo inteligible mediante el pensamiento. Y ya hemos visto que la idea suprema es la idea de Bien.

Ascendemos a ella mediante el amor, que es el motor de esta ascensión. Por tanto, el amor en Platón no es lo que hoy en día entendemos en sentido coloquial como querer a una persona.

Se trata más bien de ir ascendiendo en el conocimiento que nos lleva de las cosas a las ideas. Partimos, por ejemplo, de los ejemplos individuales de perros que podemos ver por la calle, y de ahí vamos definiendo qué es un perro. Y a partir de lo que es un perro llegamos a la idea de animal. Y de la idea de animal a la de vida... Lo que vamos haciendo en este proceso es lo que Platón llamaba una "ascensión cognoscitiva", ir sabiendo más, al alejarnos de los casos y las cosas concretas e ir acercándonos a las ideas.


Nuestra Valía



La seguridad representa nuestro sentido de la valía, nuestra identidad, nuestra base emocional, nuestra autoestima, nuestra fuerza básica personal( o la ausencia de ella )…” decía S.Covey.

Antes de cualquier debacle, nos sentimos útiles, lo más útiles… tenemos trabajo, hacemos felices a las personas que nos rodean. Sentimos que ayudamos al mundo con nuestra aportación, por pequeña que sea.
Pero ahora piensas, que ya nada vale la pena, ni tú mismo.

 Te has quedado en paro, sin pareja o los amigos con los que siempre estabas, ya no lo están porque tienen novias o casados y tienes que hacerte otros amigos, si quieres hacer algo fuera de casa.

“ Soy un inútil..” te dices a ti mismo. Ya nadie te va a pedir que le ayudes haciendo eso que se te da bien a ti. Nadie querrá ser tu amigo, a una edad ya es difícil de hacer amigos. O como está el mercado laboral, a tu edad es difícil contraten a alguien.

También he conocido a gente que llevaba la palabra “inútil” impresa a su carácter desde la niñez. La educación de algunos padres, hace decirles a sus hijos, que son inútiles, que tienen que hacer las cosas como están estipuladas, que la vida es muy dura, que sin esfuerzo no se conseguirá nada en la misma… Una presión que lleva a dos situaciones, a creerse que de verdad eres un “inútil” para todo, ya que no has llegado a conseguir satisfacer las expectativas de tus padres y a “explotar” emocionalmente a veces con consecuencias nefastas.

Ese trabajo no era lo que te hacía sentirte útil, era como te desarrollabas en él, cómo te ibas superando, en el aprendizaje que ibas acumulando y las experiencias que vivías.

Esa pareja no te hacía sentirte útil, era las experiencias, las sorpresas, los momentos que le hacías vivir para hacerla feliz a tu lado.

Tu familia te decía de pequeño que era un inútil. Mentira. Lo que pasaba que no llegabas a las expectativas desmedidas que ellos tenían sobre ti. Pero si te das cuenta, has ido haciendo cosas increíbles, únicas, que jamás pensaba que podrías hacer. Y si, no pienses que no te querían porque no alcanzabas ese listón, ellos te querían, claro que sí, pero a su manera.

Al no alcanzar esos listones de tu familia, al no tener pareja o un puesto de trabajo, ahora piensas que no vales para nada, que no tienen ningún don, que la vida no tiene sentido sin alguna de esas cosas.

¡¡FUERA YA ESOS PENSAMIENTOS!!
Tú vales muchos más de lo que te creías antes y ahora. Ves a la vida de color negro, dices que no tienes ninguna motivación, que no tiene ningún sentido ya nada.

Dudas de ti, de tus capacidades. Tu confianza se ha ido ya hace tiempo con otra persona.

Sin ese trabajo, sin esa persona, sin ese amor que tanto crees que te hace falta, sientes que no hay ningún aliciente para levantarte de la cama. Te gustaría que la vida pasase lo más rápido posible.

¡¡YA ESTA BIEN!! LEVANTATE. VALES MUCHO.
¿Y por qué te digo todo esto aunque no te conozco? Porque yo me he sentido así en algún momento de la vida. ME SENTÍA UN VERDADERO INÚTIL.

Dependía del exterior, del qué dirán, de si satisfacía o no las expectativas de los demás. Y cuando no lo conseguí, caí en un gran bache.

Pensaba que mi vida solo dependía del exterior y estaba muy equivocado. Desde la juventud, dependemos más del exterior que del interior y cuando perdemos el lazo que nos hace sentirnos parte de la sociedad, pensamos que somos lo peor. 

Dependemos más del amor de afuera, que del amor que tenemos dentro de nosotros mismos. Nuestra autoestima, confianza, depende más de alguien, que de nosotros mismos.

Ahora que tu personalidad, tu ser, piensas que se ha quedado totalmente desvalido, desnudo, es el momento ideal, para reconstruirte.
¿Cómo empezar? Reafirmándote en tu valía.

Haz una lista de esos pequeños, grandes y medianos éxitos que has ido consiguiendo a lo largo de tu vida.. Hacer el camino de Santiago, construir alguna cosa para tu casa, ir al gimnasio todos los días , dar una conferencia delante de tus compañeros de trabajo o decir a esa persona que tanto te gusta “Me gustas”…

Aunque no creas, has hecho muchas cosas, que han hecho superarte a ti mismo y ponerte una sonrisa en los labios tras superar tus límites.

Los superaste por ti mismo, sin que nadie te dijera nada, sin depender de las direcciones de nadie… Sé que te parecerán proyectos pequeños, sin importancia, que todo el mundo podría haberlo conseguido, pero los hiciste tú sólo, por iniciativa propia.

¿Ya has escrito esos hechos?

Y ahora viene el gran reto, adentrarse en uno mismo. Antes dependías de los demás, pero en esta vida, solo dependes de una persona, DE TI MISMO.

Te sientes desvalido, sientes que no vales nada, Y VALES MUCHO. Conócete, respóndete con sinceridad a esas preguntas que tanto miedo te han dado siempre, como por ejemplo: “¿En qué soy bueno? ¿Tiene sentido mi vida? ¿Cuál es el concepto que tengo de felicidad? ¿Soy feliz?..”.

Da miedo, respeto,  … como quieras llamarlo, pero al empezar a conocerte de verdad, te darás cuenta, de quien eres, de tus potenciales, de tus valores ( algo que nunca deberías sabotearte ), de ti… y te irás dando cuenta, que VALES MUCHO.

Has conseguido muchas cosas que te has propuesto, más de las que crees. ¿Y ahora vas a tirar la toalla por qué no tienes pareja? ¿Deprimido por qué no tienes trabajo? ¿Tu felicidad depende del exterior o de ti?
Sólo TÚ decides cuanto vales, no puede depender tu valoración de nadie más.

DEPENDE DE TI. A lo mejor ahora es el momento de crear ese sueño que siempre has tenido, a lo mejor ahora por fin de gritar a los 4 vientos, como eres, lo que sientes y quieres en la vida.

Solo depende ti conseguir todo lo que deseas, no depende de nadie más. Sólo depende de ti, decirte a ti mismo, te quiero, cuidarte, motivarte, alentarte.

 Tu felicidad, tu satisfacción, el aceptarte a ti mismo, sólo depende de una persona, y se llama, TÚ.

La Vida No Vivida


A la vida se le puede pedir no más de lo que pueda dar: instantes de ternura, de enamoramiento, sorpresas, nostalgia y esperanza. Segundos de lucidez, momentos para disfrutar de la belleza, de la amistad, de las lágrimas y las pasiones". Eso es algo de lo que se puede pedir a la vida según dice en su nuevo libro Javier Urra (¿Qué se le puede pedir a la vida?, Editorial Aguilar). 

Lo que cuenta Urra son verdades aprendidas a lo largo de su vida: como psicólogo, como profesor universitario, como educador de niños disminuidos, como reformador de niños conflictivos, como defensor del menor, como fiscal de menores y, sobre todo, como interlocutor en tantos conflictos humanos en los que se ha visto involucrado por sus distintas actividades.

El ministro de Educación que prologa el libro, no cómo ministro, sino como Ángel Gabilondo, viejo amigo de múltiples vivencias junto a Urra, lo expresa muy bien cuando dice: "Este libro que alienta Urra está atravesado por una experiencia, la de lo sencillo y difícil que es vivir. Imposible vivir bien sin bien vivir". 

Urra ha apoyado su conversación con los lectores en varios invitados que alumbran su discurrir. Los clásicos, de Aristóteles en adelante pasando por Calderón de la Barca y Cervantes, hasta Baroja, Ortega o Julián Marías o nuestro Ramón Irigoyen. También los vecinos como Sartre o Pessoa, como Shakespeare o Tolstoi, incluso ha acudido a leyendas y filosofías de otras culturas, desde el mismo Confucio a Krishnamurti. Y ni siquiera se ha privado de contar las citas que le ayudaron a vivir escuchadas en películas, canciones, poemas libros. "He leído muchos los clásicos durante los últimos años y he incluido algunas de sus reflexiones para apoyar mi diálogo con los lectores. También he incluido leyendas, fábulas, pequeñas historias de distintas culturas para contar lo que quiero expresar", dice.

¿Cómo la del rico mercader árabe que quiso saber qué había comprado el pordiosero con las dos monedas que le dio: "Con una, respondió el pordiosero, me he comprado pan para tener de qué vivir; con la otra me compré una rosa para tener por qué vivir"? 

Nadie vivirá nuestra vida, nadie morirá nuestra muerte, nadie dirá nuestras palabras y nadie querrá al otro con nuestro corazón. Lo dijo Gabilondo en su prólogo.

Por eso la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir, como diría Jung. Tenemos que hacer de nuestra vida un proyecto personal. 

A veces tendremos que reunir el coraje para pasar de lo conocido a lo desconocido, para efectuar un salto metafórico al vacío, explorando el potencial de nuestro ser, sin malgastar el tiempo viviendo la vida de otros. Nuestros actos crean nuestro destino.


Detrás De La Máscara



“A pesar de la incertidumbre, siento la solidez de lo que existe, y la continuidad de mi ser tal cual soy” Carl G.Jung

Las flores de Bach trabajan sobre el mecanismo central de desconexión entre máscara y sombra. El mito griego de Quirón describe la tarea que cada persona debe enfrentar: la herida que debe sanar, la lección de vida que debe aprender.

La sombra es lo opuesto a lo que aceptamos, reconocemos y con lo que nos identificamos: nuestra máscara. De esta manera la tarea de la Terapia Floral consiste en destruir o disolver nuestras máscaras y ponernos en contacto, cercano e íntimo, con nuestra sombra. La Terapia Floral (en lenguaje moderno) es una psicoterapia sostenida por esencias florales.

Entrar en contacto con la sombra es el paso inicial del proceso terapéutico e implica:

Que la persona la sienta como parte propia e incorpore los afectos/ emociones que por ausentes se vuelven síntomas, ya que el síntoma es la expresión de una emoción suprimida

Que acepte que somos dos y que ambos somos “uno mismo”. Ej: Que todo Vervena - Vervain en la personalidad esconde un Violeta de Agua -Water Violet en su sombra, que todo Agua de roca - Rock Water, una Cerasifera - Cherry Plum.

Nuestro trabajo floral consiste en lograr que la persona reconozca lo que proyecta fuera de sí y considere sus síntomas, sus vínculos y sus sueños como espejos que le devuelven la madera de que está hecha su alma. Actividad difícil porque nos cuesta ver en nosotros lo que rechazamos en otros.

Eduardo H. Grecco nos aconseja como terapeuta, tener en cuenta tres lugares desde el cual diagnosticar en términos caracterológicos a una persona: máscara, sombra y posición emocional. La personalidad es la ventana por medio de la cual miramos el mundo y el mundo nos mira. 

La sombra es lo que ignoramos y rechazamos de nosotros mismos. La posición emocional es la modalidad afectiva que marca nuestra vida y tiñe el modo de mirar y ver la realidad propia y ajena.

Hay esencias para acercarnos, para tomar conciencia de nuestra sombra, opuesta a lo que es ese escudo identificatorio manifiesto que llamamos personalidad. Esa flor que mora en el abismo al que nos cuesta asomarnos es la que hay que descubrir y se debe prescribir cuando hablamos de prescripción caracterológica – flor tipo. Allí es donde mora la fuente de donde mana la “causa real de la enfermedad”.

“Detrás de una máscara rígida y autosuficiente, la sombra que tenemos que abrazar es el espíritu de libertad de pensamiento que envolvía a Bach por dentro y por fuera, de la cabeza a los pies”.


Instinto Humano


Disposición psicofísica innata, heredada, que incita al sujeto a actuar de una determinada forma frente a un estímulo o un objeto.

Toda conducta instintiva, en el reino animal, debe reunir, al menos, las siguientes características:
1. Ser innata: Es decir, no precisar de un aprendizaje previo.
2. Ser fijada: Esto es, tener lugar siguiendo unas pautas de comportamiento invariables y fijas.
3. Ser específica: Que ocurre siempre ante determinados estímulos internos o externos.
4. Tener un sentido de supervivencia para el sujeto o sus allegados.

La conducta animal se desarrolla básicamente en función de los instintos, de forma automática y sin que el sujeto tenga conciencia de ello.

En la conducta humana persisten un gran número de patrones instintivos, aunque, por su capacidad de racionalización, gran parte de la vida instintiva del ser humano ha sufrido un proceso de complejidad, mezclándose auténticos instintos con conductas voluntarias.

Generalmente, en el ser humano el impulso instintivo pasa por el «filtro» de la razón, por lo que, voluntariamente, es capaz de modificar, anular o reprimir la conducta instintiva. Esto es fácil de observar si comparamos la actitud de un niño pequeño con la de un adulto: el primero se moverá siguiendo únicamente sus apetencias, sin control, mientras que el segundo valorará sí es o no el momento adecuado para satisfacerlas. Pero este control es fruto de un aprendizaje y una educación que, en cierto modo, regulan los instintos. Es decir, se aprende a controlar los instintos, pero no la conducta instintiva en sí, que es innata.

Según la complejidad y desarrollo intelectual del ser humano, podemos clasificar los instintos de la siguiente manera:
A) Instintos vitales. Son los más primarios y comunes entre seres humanos y animales. Tienen por finalidad la conservación de la existencia del sujeto, de su familia o de su especie. Son los llamados instintos de supervivencia, que velan por el sustento y mantenimiento de la vida, al igual que evitan la destrucción o la muerte.
Entre ellos destacan:
1. Instinto de nutrición, que determina una serie de pautas de comportamiento dirigidas a la obtención de alimento y agua. Se pone en marcha por el estímulo interno del hambre o la sed, y en función de las necesidades corporales. Según el desarrollo en la escala evolutiva del animal, la conducta nutritiva será proporcionalmente más compleja: desde un simple acercamiento a la comida (como ocurre con el gusano) a la más compleja técnica de caza de una manada de lobos.
2. Instinto sexual, que está encaminado a la conservación de la especie. Impulsa, por la atracción erótica, el acoplamiento entre ambos géneros, con fines procreativos.
3. Instinto de lucha y huida, dirigidos a la protección de la integridad física frente a la agresión externa.
4. Instinto de guarida y búsqueda de calor, cuyo fin es protegerse de las inclemencias climáticas. Clara manifestación de este instinto son las migraciones de las aves.

B) Instintos de placer. Son un poco más complejos y selectivos que los anteriores. Son ya más típicos del ser humano, aunque algunos animales, los más evolucionados, pueden poseerlos también en sus patrones de conducta. Tienen como finalidad el proporcionar placer y aumentar el bienestar individual.

Generalmente, consisten en una selección y refinamiento de los instintos vitales. 

Así, en la nutrición, el ser humano elige determinados alimentos buscando más el placer que satisfacer su apetito. Igualmente, al beber, incluye los néctares como complemento del agua para aliviar la sed. No se conforma con un refugio, sino que busca comodidades en su hogar. La sexualidad llega a desligarse de los fines procreativos para encaminarse hacia la relación placentera. E incluso añade consumos superfluos e innecesarios, como el tabaco, el alcohol y las drogas, con el único fin de estimular sus sentidos.

C) Instintos sociales. Incitan al individuo a la formación de colectividades y a situarse dentro de las mismas con un cierto rango. Entre los instintos sociales destacan: la necesidad de compañía, de prestigio, de poder y de propiedad.

D) Instintos culturales. Más propios del ser humano culto y civilizado. Entre ellos destacamos la «ambición» de saber, las inclinaciones artísticas, la investigación, las tendencias filosóficas y religiosas, etc.


Así, si en los animales los instintos constituyen el motor de su vida, en el ser humano éstos pasan a un segundo plano, situándose tras los actos voluntarios y conscientes.

Una Nueva Oportunidad


En nuestra vida, en varios momentos nos sentimos perdidos. Con mayor o menor frecuencia creemos que este no es nuestro lugar, que no hacemos lo que nos hace felices o que lo que hacemos nos priva de las cosas buenas. En definitiva, que estamos mal y no le encontramos el sentido a nada. 

Bien, pues entre tú y yo, de perdido a perdido, ahora te tocan las preguntas del examen de tu vida que no llevas estudiado.

Es la primera de muchas preguntas que debes hacerte cuando te sientas así. 

Etimológicamente, perdido es alguien que no tiene un destino determinado. Sinceramente, creo que todos tenemos un destino, del que normalmente nosotros mismos decidimos el trayecto. Perderse es habitual si no sabes el camino, aprender de ello es obligatorio si quieres conocerlo.

Hay gente que pasa su vida haciendo cosas que detesta, para conseguir dinero que no necesita, comprar cosas que no quiere e impresionar a gente que odia“. 

Este tipo de gente que describe Emile Henry Gauvreay sí que son auténticos perdidos. Tendrás un momento confundido, dubitativo o indeciso; llámalo como quieras, pero tú no eres un perdido.

Al principio te parecerá que sí, que nunca has estado peor, que todos los momentos anteriores eran exageraciones de tu mente, que ahora no hay marcha atrás o que ya no vas a poder disfrutar como antes. Vuélvelo a pensar, quizás ahora ves claro que, de tanto que andamos, alguna vez nos perdemos entre tantos sueños de grandeza; aunque sabes que siempre vale la pena luchar para cumplirlos.

Olvida las palabras siempre, todo, nada y nunca. Los acontecimientos son relativos y los estados son temporales, no hay verdades absolutas ni sentimientos permanentes. Puede ser que hayas tenido un golpe de mala suerte, que te haya ocurrido un desafortunado suceso o que te hayas visto involucrado en un hecho puntual, pero no, no eres un perdido
.
Nuestra mente tiende hacia cuatro estados: euforia, estabilidad, irritabilidad y tristeza. Nuestras ajetreadas vidas son un vaivén entre ellos. Procuramos mantenernos entre los dos primeros, aunque a veces, las circunstancias o nosotros mismos nos lo impedimos
s.
Aprovecha cada momento, desapúntate del Máster de Cobardía que te sacas en la Universidad del Conformismo y empieza otra carrera, una de velocidad, una en la que tú eres el único aspirante y ganador. Esta carrera se corre montado con valentía, en un circuito en forma de sonrisa y con combustible hecho de coraje.

 “En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros” (Victor Frankl).


La vida son momentos, algunos altos y otros bajos creados por circunstancias internas y externas, aunque eres tú quien decide la intensidad de las pendientes; ese es el sentido que le quieres dar a la vida, y lo que ella espera de nosotros.

Imágenes Mentales



Existen dos características comunes que agrupan por un lado a las imágenes mentales y naturales, y por otro, a las creadas y registradas. La primera de ellas es la intencionalidad comunicativa o su ausencia: las dos primeras clases de imágenes carecen de esa intencionalidad mientras que las otras dos cumplen una estricta función comunicativa intencional. La segunda característica es la posibilidad de manipulación, que es total en las imágenes creadas o registradas pero que no existe en las otras dos clases.

No deben confundirse en este último sentido manipulación y mediación ya que como veremos las imágenes mentales y naturales no son manipulables pero están mediadas por los procesos generales de la conducta del sujeto en el primer caso, y por el sistema visual y perceptivo en el segundo.

Son, en suma, las imágenes de la percepción ordinaria y para producirse solo requieren un medio iluminado y un sistema visual y perceptivo active No hay que identificar representación retiniana con imagen natural, esta última implica la percepción globalmente considerada mientras que la primera es un mero registro lumínico.

Sus características principales son:

•         Su soporte natural y orgánico es la retina.

•         Son las imágenes de mayor nivel de realidad ( el máximo grado de iconicidad) ya que guardan una identidad total con su referente.

•         Exigen la presencia de su referente para producirse.

•         Están mediadas por el funcionamiento del sistema visual y los procesos perceptivos.

Todo sistema de registro de imágenes combina dos clases de elementos: EI soporte, material más o menos sensible a cierto tipo de energía o de reactividad fisicoquímica, y el conformante, que constituye la materia de la imagen. De las distintas interacciones entre soporte y conformante surgen tres sistemas de registro de imágenes: en el registro por adición, basta con añadir el conformante al soporte para que se forme la imagen. Es el caso de la pintura, 
donde la acción del conformante no altera la materialidad del soporte, como si sucede en el registro por modelación, en donde la acción directa sobre el soporte constituye el elemento generador de la imagen, como sucede en la escultura o en el grabado.

¿Te has parado a pensar alguna vez en la gran cantidad y variedad de imágenes que vemos todos los días? Están en todas partes: en nuestra casa, en la calle, en los periódicos y revistas, en el colegio, en las tiendas, hasta en los teléfonos.  Una de las razones de esta presencia tan abundante es que recientemente se han inventado y desarrollado muchas técnicas e instrumentos para realizar y transmitir imágenes.  

Desde la Prehistoria se pinta y se dibuja, pero solo en los dos últimos siglos se han inventado la fotografía, el cine, la televisión, el video, la fotocopiadora, el fax, el ordenador, el CD, el DVD, etc.  Otra razón es que, en la actualidad, las imágenes se usan para muchas cosas, han alcanzado una gran importancia como medios de expresión y de comunicación.


Con las imágenes, los artistas, publicistas, diseñadores, etc., expresan ideas, sentimientos, conceptos... Lo mismo te ocurre a ti cuando, por ejemplo, en vacaciones has hecho una fotografía de un lugar o un momento que te gusto especialmente; con esta imagen, expresaras la alegría de una reunión de amigos o la belleza del lugar que visitaste. Luego podrás enmarcarla y colgarla en una pared, o ponerla sobre un mueble. La agradable sensación que produce mirarla se repetirá  cuando quieras.

Con esta misma intención ponemos en nuestras casas cuadros, carteles, ilustraciones, esculturas, objetos de artesanía, etc. También en los espacios públicos o abiertos se colocan imágenes con la única intención de poder admirarlas y contemplarlas.

De cualquier imagen, sea cual sea su función, podemos decir si nos gusta o no; podemos disfrutar con su contemplación. Puede atraer-nos por sus trazos, por su colorido o por sus formas, por la expresión de una cara o de una figura, o por los materiales con los que está realizada