domingo, 1 de abril de 2018

No Te Deslumbres


Inmersos como estamos en la novedad continua, en el tener que estar a la última entre tanta oferta distinta, demasiado a menudo nos encontramos con artilugios, teorías, artículos, personas... que pretenden causar un efecto inmediato en nosotros. El mensaje que se transmite (si lo hay) no importa tanto como la forma de presentarlo y cuanto más impacto cause ésta, mejor.

De la misma manera lo que deslumbra atrapa la mirada por la parafernalia que utiliza y el exceso de luz ofusca la visión, pero es algo que no perdura, se desvanece casi en el mismo instante de ser producido, se agota en sí mismo al resaltar la obviedad y sin aportar nada necesario, depende de la apariencia más que de la esencia, no propicia el análisis profundo, el buscar otra perspectiva o cuestionar la existente.

La sensación que produce es como la de ir conduciendo por una carretera oscura y, de repente, encontrar a un conductor de frente con las luces largas puestas. Esa luz más que dejarte ver, te ciega por momentos, te paraliza o desestabiliza un segundo hasta que consigues recuperar la visión normal y continúas la marcha.

Lo superfluo caduca rápido y necesita constantes recambios que garanticen una presencia perenne para no sucumbir al olvido de aquellos que se vuelven desmemoriados y exigentes. Y es por esto que necesitamos la novedad continua y la estimulación constante.

Lo que ilumina, por el contrario, deja ver todo alrededor, hasta las sombras que produce, transforma lo complicado en sencillo (no hay nada más difícil de conseguir que la sencillez), nos hace reflexionar, analizar, enciende la chispa que hay en nosotros y nos impulsa a aprender y a mejorar.

Vuelves a la lectura de ese libro, al mensaje de esa película, a las enseñanzas de esa persona... lo que ilumina obtiene un "éxito" quizá más lento o sutil, pero permanece y su mensaje, lejos de perder vigencia, se enriquece con el tiempo.

Dale valor a todo lo que haces cada día, que perdure e ilumine a tu alrededor.

El Corto Hilo De La Cometa


Entre 1752 y 1914, las cometas fueron utilizadas como objetos científicos en diferentes ramas de la ciencia y la tecnología. En primer lugar, como dispositivo experimental en la física del XVIII para probar la naturaleza eléctrica del rayo. 

Luego como modelo teórico en la mecánica racional durante el siglo XVIII. A lo largo del XIX, la cometa se convierte en objeto tecnológico, al desarrollarse diseños especializados para su uso en la observación meteorológica (elevando instrumentos de medición). Por último, las cometas fueron utilizadas como modelo a escala en la naciente ingeniería aeronáutica, para perfeccionar el desarrollo del ala, durante la segunda mitad del XIX y principios del XX. 

La cometa no se consolidó dentro del acervo científico de estas disciplina en ninguna de estas cuatro categorías (dispositivo experimental, modelo teórico, instrumento auxiliar, modelo a escala), de forma que la cometa no es reconocida hoy como objeto científico, salvo por una minoría de especialistas.

La cometa inicia su vuelo como dispositivo experimental con el famoso experimento de Benjamín Franklin en 1752 para descubrir la naturaleza eléctrica del rayo. Este resultó lo suficientemente cautivador como para que, una vez agotado su interés científico, los aficionados a la física recreativa lo siguiesen practicando como divertimento en el siglo XIX. 

Movido inicialmente por mejorar el dispositivo de Franklin, Johann Albert Euler desarrolló en 1758 modelos mecánicos para poder elevar una cometa a mayor altura. Sin mayor repercusión científica, estos modelos tuvieron también una posteridad didáctica, a modo de ilustración, en manuales de física recreativa durante más de cien años.

En 1896 se comienza a usar la cometa como dispositivo de elevación de instrumentos de medida meteorológico. Esto propulsa el desarrollo tecnológico de la cometa, adquiriendo formas demasiado complejas para un simple juguete. Fueron estos desarrollos los que propiciaron, a partir de 1898, el uso de cometas como modelos a escala para probar formas de ala, en los primeros días de la aviación. Sin embargo, la aparición de alternativas más eficientes abortó la investigación sobre cometas.

Esta tesis analiza la biografía de la cometa como objeto científico y tecnológico fracasado. Para ello se parte de la noción de objeto científico de la filósofa e historiadora Lorraine Daston, con el fin de para disponer de un concepto lo suficientemente general para dar cuenta de las múltiples funciones científicas que desempeñó la cometa. 

Daston nos propone analizar la capacidad de un objeto para organizar la investigación científica a partir de cuatro características: su notoriedad, su novedad, su productividad y su institucionalización. Es decir, en qué medida un objeto capta la atención de los científicos y es capaz de generar resultados interesantes y perdurables.


En segundo lugar, pretendo explicar por qué la cometa desaparece, es decir su fracaso. Para caracterizar el fracaso (y, por extensión, el éxito científico) adopto el enfoque que el filósofo e historiador de la ciencia Thomas Kuhn expone en el epílogo de La estructura de las Revoluciones Científicas (1969): el éxito de un objeto científico sería incorporarse al paradigma sobre el que se articula una ciencia normal. 

La cometa no lo logró nunca, lo cual, a nuestro juicio, se explica principalmente a su falta de productividad de resultados teóricos y experimentales, en comparación con otros objetos con los que entró en competencia.

El Paso Del Tiempo


Se dice frecuentemente que lo único real es el presente, pues el pasado ya no existe y el futuro está por venir. Hay una lógica en esta observación, pero es una lógica primitiva, pues los tiempos son totalmente interconectados e interdependientes.

 Es cierto que el presente es la única realidad práctica, pero también es verdad que es en este instante que se insertan el pasado y el futuro. En la dimensión temporal actual, el pasado recibe el nombre de memoria y el futuro tiene varios seudónimos como sueño, deseo, miedo y esperanza.

 El futuro no es algo que va a existir. El futuro existe ahora. A propósito, el futuro sólo existe en el presente, porque, cuando en futuro, el futuro será presente y dejará de ser futuro.

 Parece obvio, pero escapa a la percepción cotidiana de la mayoría de la gente. Y también escapa el hecho de que el futuro se volverá presente y, cuando ocurra, será mejor o peor, dependiendo de las medidas tomadas en el presente, en este exacto momento.

 En otras palabras, vivimos únicamente el presente, pero estamos fuertemente conectados al pasado que nos enseña y al futuro que nos motiva. Vivir es estar atado a esa tríade temporal, dulce o amarga, dependiendo de la conciencia de cada uno. Reatar con el tiempo es la verdadera sabiduría. 

Sin embargo, “la sabiduría no se trasmite, es necesario que la descubramos haciendo una caminada que nadie puede hacer en nuestro lugar y que nadie nos puede evitar, porque la sabiduría es una manera de ver las cosas”, también dice Proust.

De hecho, la sabiduría es una manera de ver las cosas, y exige intención, disposición y valor. 

El problema es que desarrollamos esas tres cualidades en diferentes épocas de nuestras vidas, por ello la madurez a veces tarda, pues depende del tiempo. Este mismo tiempo que exige madurez para ser bien elegido y controlado, en otras palabras, para ser muy bien vivido.


Cuando Arrecia La Tempestad



Cuando alguna vez escriba o aprenda a escribir con precisión las sensaciones, podré decir, por ejemplo: “nada se parece tanto a un refugio como la comprensión del otro”.

No importa a cuento de qué, pero sí importa esto: los hombres prueban el fuego sagrado en el exacto momento en que consiguen pararse un sólo segundo en el lugar del otro, y le echan una mano.

No por piedad ni misericordia, sino por convicción.

Los amores que nos hacen padres, los que nos conmueven al punto de volvernos estúpidos, el abrazo del padre, el silencio de la madre, los hijos corriendo en el patio, son las razones que nos motorizan a  vivir. Son las causas y las razones que le dan sentido a nuestra existencia.

Pero aquellos que saben decirnos la parada del trole que hay que tomar, aquellos que nos convencen sanamente de continuar una lucha cuando el objetivo se va desdibujando, aquellos que son iguales en el escenario y apenas levantados de mal humor, esos son los que le dan aceite a nuestra máquina. Y nos dignifican como especie.

Ojo, no hablo necesariamente de  amigos, que son esos que están en las malas. En las buenas también, claro, por eso suelen ser amigos.

Hablo de los otros, que a la postre terminan siendo amigos casi siempre, pero que alguna vez,  cuando arrecia la tempestad y el sudor de la incertidumbre gotea en nuestras camisas, es ahí, exactamente ahí, donde  muestran su elemento, sin que lo esperemos de ellos. Sin ninguna obligación de hacerlo.

Y en el éxodo, y entre la multitud que huye de la lluvia, y  mientras vemos huir a todos por temor,   comodidad,  prejuicios, o simplemente  indiferencia, siempre queda alguien que  está  mirando y te da la mano para que te levantes, y sigas.
De hipócritas abrazos, de falsas promesas, de inoportunos abandonos, de traiciones inesperadas está escrita buena parte de la historia de la humanidad. 

Pero la otra parte, la que nos obliga a ser mejores, se escribe casi exclusivamente por aquellos que suelen ser capaces de leer la necesidad del otro; por aquellos que perdonan lo que algunos consideran imperdonable en la ausencia de perspectiva, los que dan libertad sin pedir peaje en la puerta, los que guiñan un ojo cuando no sabemos que hueco del laberinto tenemos que tomar. Los que van a llevarte nafta en un bidón cuando el tanque se quedó seco en plena noche, en plena y oscura soledad. Aquellos que se quedan solos mirándote, mientras el éxodo se consuma.

Mi madre suele decir que todo vuelve, y la vida me ha convencido de que es efectivamente así.

Y que tiene sentido ser honesto. Y que vale la pena ser buena gente. Y que serlo, te asegura que lo sean con vos. Aun mordiendo la bronca de las ingratitudes y las decepciones. Siempre ser buena gente será conveniente.

No importa por que escribo estas líneas, ni creo que necesite explicarlas: todos alguna vez sentimos la tempestad rugiendo a nuestro alrededor, y encontramos refugio.


Se trata de celebrar los refugios en las tempestades. Y agradecerlos

sábado, 31 de marzo de 2018

Libertad De Pensamiento


Defendemos la libertad de expresión, aunque no tenemos costumbre de pararnos a pensar si tenemos libertad de pensamiento. Entendiendo a esta como la oportunidad de tomar una decisión libre y meditada con la que elijamos nuestros valores sin condicionamiento cultural, político, social ni económico.

Desde que nacemos, lo habitual es que las personas que nos cuidan traten de hacernos partícipes de su manera de pensar. Pueden hacer esto de una manera abierta, manifestándolo directamente, o indirecta, solo permitiéndonos contacto social con las personas que siguen su misma línea de pensamiento y no hablando demasiado bien de las que se oponen.

Es difícil saber si somos libres para pensar. Lo cierto es que estamos condicionados por lo que hemos vivido y habitualmente lo tomamos como punto de partida para construir el resto del mapa que configuran nuestros pensamientos. Así, este condicionante ha penetrado tan hondo en nosotros que puede costarnos una gran cantidad de esfuerzo y tiempo determinar cuánta y cómo ha sido su influencia.

Esto significa que es difícil opinar o pensar de una manera distinta a la que estamos acostumbrados. Hacerlo probablemente supondría poner en cuestión otros aspectos que van más allá de la parcela que nos ha elicitado ese pensamiento. Sería como arriesgarnos a que ocurriera un pequeño o gran terremoto.

Sin embargo, pensar libremente sería “salirse” de cualquier opinión o forma de vida conocida, cuando en realidad, estamos acostumbrados a coincidir y agruparnos en semejanza de opiniones. Bien mostrando acuerdo hacia lo que piensan “los nuestros” o bien mostrando desacuerdo hacia lo que piensan “los otros”.

Sin duda, nuestros progenitores fueron un referente -bueno o malo- en algún momento. Así aunque más tarde, nos desmarquemos de lo que nos enseñaron, siempre quedará en nosotros esa forma particular de ver la vida nuestros padres nos enseñaron. Podemos diferenciarnos mucho de ellos respecto a tendencias o matices, pero si buscamos en nosotros mismos, encontraremos valores, opiniones, sentimientos y actitudes, que reconoceremos en ellos también.

Esto también nos condiciona para no ser “libres” pensando. No partimos de “cero”, sino desde una educación y de unas vivencias de la infancia que nos predisponen para enfrentar el resto de acontecimientos que se nos presenten.

Por otro lado, desde la infancia, todo nuestro contexto social, cultural, político y familiar, nos transmite claramente lo que se espera de nosotros. Es decir, nos van indicando cual es nuestro sitio, o lo que es lo mismo, el lugar que la vida espera que nosotros ocupemos.

Por otro lado, crecemos inmersos en una cultura, con sus ideales y formas particulares de vivir. Sin duda, esto es lo que en gran medida nos aporta cierta seguridad y bienestar, ya que lo hemos hecho así durante muchos años y al final hemos creado una manera particular de identificación.

En muchos casos, no nos atrevemos a romper la “zona de confort” en la que hemos crecido, ya que nos aporta protección y comodidad. 

Nos quedamos quietos a pesar, de que a veces no nos sintamos dueños de nuestra vida, sino parte de una tradición o forma de vivir “que siempre fue así”.

Ser libre de pensamiento significa ser diferente a la mayor parte de las personas que te rodean, sentirse un “bicho raro” y, asumir que no vamos a coincidir de manera absoluta con nadie. Significa entender que ese precio, que en determinadas ocasiones nos puede parecer muy grande, es el que tenemos que pagar por configurar nuestra propia identidad.

Para ello, te animamos a salir de tu zona de confort, a romper y cuestionar las tradiciones de toda la vida, ser creativo para atreverte a pensar diferente y no a favor o en contra de las posturas más conocidas. Es en esta determinación donde reside tu libertad.

Trastornos De Personalidad


La personalidad puede sintetizarse como el conjunto de características o patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento, es decir, los pensamientos, sentimientos, actitudes y hábitos y la conducta de cada individuo, que persiste a lo largo del tiempo frente a distintas situaciones distinguiendo a un individuo de cualquier otro haciéndolo diferente a los demás.

La personalidad persiste en el comportamiento de las personas congruentes a través del tiempo, aun en distintas situaciones o momentos, otorgando algo único a cada individuo que lo caracteriza como independiente y diferente. 

Ambos aspectos de la personalidad, distinción y persistencia, tienen una fuerte vinculación con la construcción de la identidad, a la cual modela con características denominadas rasgos o conjuntos de rasgos que, junto con otros aspectos del comportamiento, se integran en una unidad coherente que finalmente describe a la persona.

Ese comportamiento tiene una tendencia a repetirse e a través del tiempo de una forma determinada, sin que quiera decir que esa persona se comporte de modo igual en todos los casos. Es decir, la personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad, mostrando una tendencia de ese comportamiento a través del tiempo, que nos permite afrontar la vida y mostrarnos el modo en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.

Nos permite reaccionar ante ese mundo de acuerdo al modo de percepción, retro-alimentando con esa conducta en nuestra propia personalidad. 

Cada persona al nacer ya tiene su propia personalidad con ciertas características propias, que con el paso del tiempo más el factor ambiental y las circunstancias es como se definirá esa persona. La personalidad será fundamental para el desarrollo de las demás habilidades del individuo y para la integración con grupos sociales.

Para quienes no tienen ningún trastorno de la personalidad, los rasgos de la personalidad son patrones de pensamiento, reacción y comportamiento que permanecen.

viernes, 30 de marzo de 2018

Diálogo Interior


Diálogo Interior
Actualmente, estamos en un mundo en donde los terapeutas le preguntan a sus clientes porque decidieron recurrir a ellos y la respuesta, ya de por sí generalizada es: “para encontrarme a mí, mismo” o  a “mi yo interior”.

Muchos se han lanzado a esta aventura del auto-conocimiento y es algo de aplaudirse, pero algo que debes tener en cuenta, es que este proceso nunca termina, ya que eres un ser vivo y cada día vas cambiando. Por ello, esta búsqueda no es algo que hagas sólo una vez, sino que estás comprometido contigo mismo a hacerla siempre.

Pero no te alarmes por muy cambiante que pueda ser tu mundo interior, siempre habrá cosas que serán parte di como: tus gustos, disgustos, experiencias. Datos importantes que dan forma a quien eres.

En primer paso es siempre identificar qué es lo que te gusta, que te da sensación de placer, así como en caso contrario. Tomar situaciones ya realizarlas desde estas perspectivas pueden arrojar resultados significativos para estar en conocimiento de ti mismo.

Debes prestar atención al flujo de conversaciones que ocurren en tu cabeza, increíblemente te podrás dar cuentan de que coexisten varias, y que pueden o no, ir en la misma dirección y ésta, quizás es una de las razones por la cuales te sientas inseguro y con ciertas dudas antes actuaciones o decisiones.

Esta es una especie de conciencia, a la que Sigmund Freud describió como una “atención libremente flotante” y que recomendaba ampliamente a aquellas personas que se dedicaran al psicoanálisis.

Esta es una capacidad de la conciencia de uno mismo, que permite dominar nuestras reacciones frente a otras que expresen otras personas. Es un estado de autorreflexión de las reacciones quien tenemos frente a emociones. Es como observar en tercera persona o que pasa por nuestra cabeza y entender por qué pasa y controlarlo.

Como ves se trata de identificar nuestras acciones, porqué las realizamos, que sentimientos están detrás de ella, ya sea que nos gusten o nos desagraden. Al tener pleno conocimiento de esto, podemos actuar más conscientemente para condicionarnos de la mejor manera para que nuestro desenvolvimiento en la sociedad sea exitoso.

¡Lánzate a la aventura de conocer a tu yo interior!



Aprendizaje Asociativo


Resulta muy curioso el modo en que las personas reaccionamos ante ciertos estímulos que sólo son significativos para nosotros mismos. 

Imaginemos que caminamos por la calle y, de pronto, el peculiar sonido de una motocicleta que cruza a lo lejos, nos genera una potente reacción fisiológica, alterando nuestro ritmo cardíaco, nuestra respiración, y nos hace conectar inmediatamente con un recuerdo muy personal. Lo mismo puede ocurrir al identificar un perfume entre la multitud, o al leer una palabra en un muro de la ciudad.

Efectivamente, los humanos generamos un tipo de aprendizajes, denominados asociativos y que, una vez grabados en nuestro recuerdo, se comportan de una manera muy parecida a los reflejos. Es decir, nos provocan respuestas automáticas, involuntarias, e inmediatas, y tienen un carácter eminentemente emocional. Sin embargo, no somos los únicos en crear este tipo de asociaciones. 

Otros animales, como los perros y los gatos, también lo hacen.

En el estudio de estos mecanismos primitivos, destacó el médico norteamericano Paul MacLean, quien fue el primero en identificar las áreas cerebrales relacionadas con la regulación de los elementos básicos para la supervivencia y los instintos básicos. Les llamó cerebro reptiliano y cerebro paleomamífero, y corresponden al tallo encefálico y al sistema límbico respectivamente. 

Mientras la corteza cerebral, se encarga de funciones superiores, razonamientos abstractos, cálculos matemáticos y deducciones complejas, existe un núcleo en nuestro cerebro que procesa los instintos básicos.

Por su parte, y refiriéndonos ya específicamente a aquel aprendizaje asociativo del que hablábamos al inicio, el fisiólogo ruso ganador del Premio Nobel Iván Petróvich Pávlov, designó con el término «condicionamiento clásico» al modo en el que nuestra mente es capaz de enlazar poderosamente un estímulo cualquiera a una reacción fisiológica. Para demostrarlo, acostumbró a un perro a recibir comida pocos segundos después de hacer sonar una campanilla. Posteriormente y, según cuentan por casualidad, observó que el perro comenzaba a salivar nada más escuchar el familiar sonido de la campanilla, a pesar de que en aquella ocasión no se le proporcionara alimento alguno. Y este condicionamiento se mantenía por algún tiempo.

Las implicaciones de este tipo de asociaciones son fundamentales en nuestra vida. A la hora de analizar las conductas adictivas, por ejemplo, observamos que muchas personas experimentan deseos de fumar un cigarro cuando terminan la jornada laboral. Otros asocian el consumo de cocaína a estilos musicales específicos. En otras áreas, hay quienes sienten náuseas ante el olor a gasolina porque lo vinculan a viajes interminables por carreteras de curvas.

Pese a todo, gracias a la enorme plasticidad de nuestra mente, también podemos reaprender, y generar nuevas asociaciones más sanas.



Romper Limitaciones


Hay momentos en la vida en los que buscas cambios y en medio de ellos se encuentra con crisis en las que no sabes a dónde ir, todo parece desplomarse, momentos en los que crees que nadie está ahí para ayudarte.

Momentos en los que crees que la mejor solución es echar reversa y retomar lo que habías dejado atrás, tal vez la peor decisión que puedes tomar.

Son esos momentos de la vida en los que uno decide echarse al agua, dar la pelea, enfrentarse al mundo, tal cual. Porque ya es hora de hacer lo que realmente le apasiona, porque ya es hora de dejar las máscaras atrás o simplemente porque cree que hay un mejor rumbo que tomar, esos momentos en los que uno decide renunciar a muchas cosas con el sueño de conseguir muchas otras.

Y es que no es fácil dedicarse a hacer lo que uno realmente quiere hacer, ni ser quien uno de verdad es. Yo sé que parece extraño, pero para muchos es más fácil llevar máscaras con tal de ser aceptado por su entorno, o mejor dicho, por la sociedad. 

También es fácil seguir haciendo lo que siempre hemos hecho, igual lo sabemos hacer muy bien y será difícil que alguien nos quite el “privilegio” de seguir en esa zona de confort que seguramente nos da mucha tranquilidad pero también nos hace infelices.

No nos digamos mentiras, siempre es mucho más fácil ser lo que todo el mundo quiere que uno sea, porque desde pequeños nos están vendiendo un mundo en el que lo importante es ser aceptado, tener un trabajo estable y ser uno más del montón, como si eso fuera suficiente para muchos a quienes los estigmas, los esquemas y los lineamientos de la sociedad nos saben  muy mal.

De un momento a otro la vida va pasando y uno se da cuenta que todo el tiempo se la pasó haciendo lo que los demás querían: porque era la carrera que toda mi familia ha estudiado, porque era la empresa donde han trabajado todos mis ancestros, porque en mi familia no pueden haber artistas, porque ser homosexual es un pecado, porque casarse y tener hijos es lo que todo el mundo debe hacer, porque hay que estudiar algo que de plata, porque y porque y porque…, y nos pasamos la vida con una cantidad de justificaciones inútiles que solo nos llevan a ser lo que realmente NO SOMOS.

Ley Cangreja: “La vida es eso que pasa mientras sigues siendo todo lo que a los demás les da la gana que seas y cada vez estás más lejos de quien realmente quieres ser”.

Uno tiene que aprender a soltar, a soltar todos esos pesos que nos echan desde pequeños y que a medida que vamos creciendo nos afianzan y nos van echando cada vez un poco más de peso, como para que no nos podamos mover de ese punto, de esa situación “ideal” que a todos hará felices por siempre, porque en últimas “es lo que debemos ser y hacer” ¡Puras patrañas!

Nos vendieron una idea muy errada de la vida, en donde los sueños propios no se pueden hacer realidad porque hay que hacer realidad los sueños de los demás.

Qué horrible estar toda la vida atado a lo que los demás piensan, hay momentos en los que hay que volar sin importar las consecuencias, sin importar el qué dirán. Pero nadie ha dicho que esto sea fácil, salir de la zona de confort es un tema muy complicado, sobre todo cuando el cambio en el estilo de vida es radical.

Las crisis hacen parte de la vida de los seres humanos, sin ellas no podríamos crecer ni superarnos, porque son las crisis las que le enseñan a uno lo valiente que puede ser a la hora de enfrentarse a cualquier situación.

Para muchos que hemos decidido tirarnos al agua, hacer lo que queremos y ser lo que realmente somos, estos momentos de crisis han llegado en uno u otro momento, es allí donde uno se pregunta si realmente valió la pena luchar por sus sueños o si hubiese sido mejor quedarse en esa zona de confort que lo llenaba a uno de nada.


Pensar en echarse para atrás es una de esas cosas que es normal en algún momento, pero es la peor decisión que se pueda tomar. 

La vida siempre será justa con quienes deciden enfrentarse al mundo para lograr ser y hacer lo que realmente desean, porque todo en la vida se devuelve y quienes trabajan para bien y hacen bien tarde o temprano reciben su recompensa, yo sé que suena a cuento de hadas pero es más cierto de lo que ustedes creen, todo en la vida se devuelve, pero tengan cuidado, porque lo malo también y a veces en cantidades superiores.

Condicionamientos



Vivir como lo sueñas, estar conectado con tus sentimientos más profundos y elegir quién querés ser, es posible! Pero para lograrlo, primero es necesario hacer consciente la matriz o molde de vida que internalizaste en tu infancia, y que aún hoy actúa como limitante y sabotea tus acciones. 

Esta matriz o molde que rige tu vida y marca patrones de comportamiento, comienza a grabarse en tu mundo emocional desde el momento de la concepción hasta la pubertad, y consiste en una sucesión de imágenes, que configuran una película que se activa compulsivamente a partir de la adolescencia. 

El mundo de nuestra infancia determina la mirada que tenemos para con los demás y para con nosotros mismos durante la adultez. Prejuicios, valores, actitudes y el "deber ser", son sólo algunos de los aspectos que conforman dicha matriz inconsciente. Para poder reformular esta visión que hoy tenés del mundo, de vos y las personas que te rodean, resulta fundamental hacer consciente todo aquello que fuiste asimilando como "verdad absoluta" durante la infancia.

Para derribar los bloques que te impiden ser feliz, es una condición necesaria desactivar la "Programación Negativa" que aprendiste sin darte cuenta y hacerla consciente. 

Pero para lograrlo es necesario llevar a cabo un profundo trabajo de autoconocimiento, involucrarte con tu historia y animándote a decidir quién querés ser realmente, más allá de lo que habías aprendido.

jueves, 29 de marzo de 2018

La Intensidad De La Vida


No estamos acostumbrados a tener mucha energía. Cuando vivimos una situación intensa, nuestra mente intenta reducir la intensidad.

Tener un nivel alto de energía requiere entreno, o desentreno, según como se quiera entender.

El parto es una situación muy intensa (para la madre y el bebé). Los bebés tienen este nivel alto de energía. Todos pasamos por ello.
Pero luego, en nuestra sociedad actual, aprendemos a que la intensidad no es buena.

Molesta el buen funcionamiento de los ciudadanos de a pie. Por lo tanto, aprendemos a reducir la intensidad.

Cuando un niño vive con mucha intensidad (y por tanto, necesita moverse, tiene fantasía, sentimientos fuertes), se le diagnostica hiperactividad y se le trata correspondientemente: con tranquilizantes.

Aprender a tener un nivel alto de energía requiere estar dispuesto a sentir la intensidad que significa.

La intensidad nos asusta, porque hemos aprendido que la intensidad rompe:
Hemos vivido la intensidad principalmente cuando algo horrible ha pasado: una muerte, un accidente, un cambio violento en nuestra vida. 

Por lo tanto evitamos la intensidad, como si fuera el acontecimiento mismo. 

Sin embargo, la vida es intensa de por sí.



Potencialidades


El potencial humano se define como lo que el hombre es capaz de hacer, el potencial que tiene una persona en su interior y obviamente dicho potencial se puede entrenar. 

El concepto del Potencial humano es importantísimo porque hay que ser consciente de que todos tenemos un gran potencial humano y podemos utilizarlo para mejorar nuestra vida y por qué no mejorar el mundo, de hecho desarrollar nuestro potencial humano es mejorar el mundo porque si nosotros somos mejores personas el resto del mundo lo va a notar.

No esperes sacar tu potencial humano del día a la mañana, el desarrollar el potencial humano requiere una mayor conciencia sobre el mundo, quién eres tú y qué puedes hacer en la vida, una vez que tienes claro esto y lo interiorizas serás capaz de poco a poco sacar tu potencial humano para conseguir cosas increíbles.

Desarrollar el potencial humano es un proceso que requiere mayor madurez, un entendimiento y conciencia mucho mayor de ti mismo y el mundo.

¿Por qué es difícil que alguien alcance por sí mismo el potencial humano?
¿Qué motivos tienes para mejorar?
¿Te conoces realmente para decidir qué es lo mejor para ti?
¿Puedes responder con claridad y contundencia estas preguntas?

Las personas que siguen el día a día como personas sin alma, que viven rodeadas de hipocresía, que apenas aspiran a nada más que un día más en el que vivir y dónde el fin de semana es la única salvación son personas que ni siquiera conocen la existencia o concepto de potencial humano y no hablo solo del significado sino de lo que implica el potencial humano. Hay mucha gente que ni siquiera se plantea sacar lo mejor de sí misma o que no tienen interés alguno en mejorar.

Mientras tenga cosas superficiales a las que agarrarse para ella todas estas cosas serán secundarias, terciarias o ni existirán.


Acciones E Intenciones



Iba a ponerme. No si ya lo se, pero es que no puedo. Mañana me pongo. El lunes empiezo. Este año sí.

¿Por qué motivo nos cuesta tanto hacer lo que decimos?

En primer lugar tienes que plantearte si realmente quieres hacerlo. A veces decimos cosas o nos planteamos objetivos o retos por presión social. Tengo que estudiar tal cosa, correr tal carrera, dejar de comer tal alimento, visitar a tal persona o ir de vacaciones a tal lugar.

Cuando en realidad no queremos hacer algo nos cuesta encontrar la motivación para culminar nuestra intención en una acción. Es más fácil decirlo, sin duda, que cumplirlo. Quizás en un apretón de buena voluntad lo decimos, incluso nos lo planteamos, pero luego nuestro cuerpo no nos deja hacerlo. Escúchate, quizás el problema es que deberías plantearte si en realidad quieres hacerlo o no.

Cuidado, posiblemente estarás pensando en todas aquellas cosas que te pide tu pareja, familiares y amigos. De nuevo elige si lo quieres hacer o no. Si lo haces resignadamente tardaras poco en culpabilizar a tu pareja y a adoptar una actitud victimista. Si no lo haces y lo dialogas constructivamente es posible que ambos deis un salto madurativo a la relación; y si finalmente decides hacerlo, recuerda que lo has decidido tu desde la empatía, el respeto o la responsabilidad pero no olvides que lo has elegido, libremente, así que no culpabilices a nadie de tus decisiones.

El segundo paso consiste en analizar si puedes hacerlo. Lo de querer es poder es muy relativo y ha generado muchos problemas, efímeras ilusiones y desengaños. Analiza si puedes realizar lo que pretendes realizar. El tiempo es finito, a veces lo olvidamos y olvidamos que tenemos que trabajar unas horas al día, dedicar unas horas a amar a nuestra pareja, unas horas a educar y jugar con nuestros hijos y unas horas para cuidarnos nosotros mismos. Recuerda, a veces queremos hacer algo sin tan solo analizar si lo podemos hacer, sin priorizar nuestro tiempo y sin contemplar los daños colaterales que ocasionaremos a las personas que nos rodean.

Finalmente analiza si el motivo por el que no transformas tus intenciones en acciones es porque no sabes cómo hacerlo. A veces deseas complacer a otra persona pero no sabes cómo hacerlo, quizás desees cambiar algunos hábitos pero no sabes ni por dónde empezar o lo que es peor, has empezado, pero no de manera adecuada, por lo que has concluido que es mejor no seguir o posponer el siguiente paso. Sobre el papel todo es muy fácil, los amigos lo pintan todo como muy sencillo y los famosos muestran sus logros y facilitan marcas comerciales y productos para conseguir emular sus aparentes proezas.

Si sufres por no poder materializar tus intenciones probablemente sea porque no puedes o por que no sabes. Pero querido, querida, si te da igual posiblemente sea porque no quieres. En cualquier caso no te castigues más. Revisa si quieres hacer lo que tienes que hacer y si la respuesta es afirmativa, pues venga a tope, pero si la respuesta es negativa revisa tu vida y adáptala a tus deseos y necesidades.




Gramática Y Lenguaje

A pensar también se aprende

Las formas estilísticas, es decir, el estilo de la expresión lingüística, modifican nuestra percepción de la vida. Pero no solo eso: hay que prestar atención a la gramática, como principio y fundamento de la forma lógica que adquiere el lenguaje; al vocabulario, como portador de contenido a través de las palabras; y a la metáfora consciente, pues parábolas y alegorías son herramientas para comprender.

También hoy, como en el mundo clásico, existen sofistas. Y los sofistas modernos, como era de esperar, ponen los recursos expresivos del lenguaje a su servicio, no al servicio de la verdad. Con ello se bloquea de forma fraudulenta pero muy eficaz el entendimiento de los receptores del mensaje.

¿Consecuencias?: se desarticulan las estructuras mentales que orientan la vida intelectual, volitiva y emocional del ser humano en su vida en sociedad.

Cuando los tecnócratas se refieren al «comportamiento» de los precios, desvían la idea del comportamiento hacia los precios; la mentira está en que el comportamiento es de las personas que los fijan. Todo el idioma está integrado por un cableado formidable del que apenas tenemos conciencia, y que, sin embargo, atenaza nuestro pensamiento.

Los mecanismos de defensa de una persona ante tales cargas de profundidad se relacionan directamente con su capacidad de reflexión sobre el lenguaje, con su propio dominio del idioma. Hay una relación directa entre el antídoto contra la manipulación y nuestro conocimiento del lenguaje. Es decir, nos conviene familiarizarnos con los entresijos del idioma.

Leer y escribir: una virtud
¿Por qué es importante leer? ¿Es importante aprender a utilizar el lenguaje escrito? La verdad es que estas preguntas equivalen a decir: ¿para qué sirve el entender? Julián Marías propone que hay que escribir para pensar.

La escritura solo es un conjunto de rasgos sobre el papel si falta un lector que ponga en marcha esa memoria colectiva que se aglutina en cada lengua. 

Cada texto es, en sí mismo, una propuesta de reconstrucción. La inteligencia del que lee es activada cuando resuena interiormente el lenguaje que nos habla desde lo escrito. Surgen los ecos, las ideas, las referencias, las alusiones, mediante los cuales el texto será recobrado y comprendido por el intérprete. Lo escrito es lo que permite convertir el pasado en presente.

Nada más importante en la formación humana –dice López Quintás– que acostumbrarse a pensar, hablar y escribir con propiedad y precisión. El lenguaje que utilizamos va creando un camino en el que se da el fluir del pensamiento. 

Este discurrir origina la reflexión y, con ella, el pensamiento abstracto.

Es importante aprender a escribir, pero no de cualquier manera, sino de forma reflexiva y rigurosa con el lenguaje, permitiendo aflorar esos otros resultados que aparecen después del primer acercamiento. Ante el esfuerzo que supone el cultivo del lenguaje y el respeto por las palabras, podemos conseguir llegar a otros niveles, y entonces obtenemos el regalo de entender.


Rectas intenciones, rectas palabras. Recomendaciones antiguas para un mundo moderno, donde el ser humano necesita, hoy como siempre, herramientas para caminar correctamente por la vida.

miércoles, 28 de marzo de 2018

La Imitación En Humanos


Las personas somos unos imitadores natos. Imitamos lo que vemos hacer a los demás, lo que les oímos decir e incluso lo que nos parece que sienten. Imitamos las modas, las tendencias políticas e incluso la indignación y el desasosiego.

Lo hacemos desde que nacemos, y no dejamos de hacerlo nunca, aunque hay épocas de nuestra vida en que este proceso de imitación está mucho más arraigado que en otras. Imitamos a las personas que admiramos, y rehuimos imitar aquellas que no nos agradan, pero puede ser que también las acabemos imitando, aún sin querer.

Y con todo ello creamos nuestra auténtica personalidad, única e inimitable, aunque muchos de sus aspectos serán asimismo imitados por otros. ¿Qué conseguimos con tanta imitación?

LOS NIÑOS, LOS MEJORES IMITADORES DEL MUNDO
No nos resulta nada extraño, cuando vamos por la calle, ver niños y niñas que imitan los gestos, las palabras y el andar de sus padres y madres o los de otras personas con quienes por algún motivo se sienten o se quieren sentir identificados. Tampoco resulta extraño ver a niños y niñas imitándose entre sí o a bebés de pocos meses imitando gestos de adultos con su carita. 

Al nacer, disponemos de un cerebro en construcción, de unos circuitos neurales que se van estableciendo y madurando y de unos programas génicos que nos permiten alcanzar y superar las diversas etapas de nuestro desarrollo –niñez, adolescencia, juventud, madurez–, lo que incluye algunos comportamientos específicos y la maduración de las emociones, la sexualidad y la capacidad de raciocinio, entre muchos otros aspectos que nos permiten encajar en la sociedad. Pero, a pesar de este hardware ineludible, que poseemos todos con independencia de donde hayamos nacido o de la cultura en que vivamos, buena parte del software lo tomamos del entorno, un software que funciona a través del hardware de cada uno –porque cada persona tiene uno ligeramente diferente al de los demás, en función de su genoma, su cerebro...–. Y qué mejor manera para encajar en nuestro entorno que imitar los comportamientos de las personas que ya encajan en él.

¿Tan imitadores somos? Empecemos con un pequeño experimento. Victoria Horner y Andrew Whiten, responsables de un centro de acogida para crías de chimpancé huérfanas situado en la isla de Ngamba, en el lago Victoria (Uganda), quisieron medir la capacidad de raciocinio de estos animales a partir de su ya conocida capacidad de aprendizaje por imitación.

A un grupo les mostraron una caja negra con un agujero en la parte superior y otro a un lado completamente abierto. Primero, les mostraron cómo introducían y sacaban un palo varias veces por el orificio superior sin sacar nada, y después introdujeron una sola vez el palo por el orificio lateral y con él extrajeron una porción de alimento, no accesible desde el superior (los chimpancés usan palos para obtener alimento, como por ejemplo sus muy apreciadas y nutritivas termitas). Para poder obtener el alimento, todas las crías imitaron todos los pasos realizados por los experimentadores. A un segundo grupo, en cambio, les mostraron una caja transparente, con los mismos agujeros, y realizaron el mismo experimento, de manera que podían ver lo que sucedía dentro de la caja. En estas condiciones, todos los chimpancés del segundo grupo omitieron los primeros pasos y directamente introdujeron el palo por el orificio lateral para obtener el alimento. 

Hasta aquí, todo muy lógico: los chimpancés, nuestros parientes evolutivos vivos más cercanos, son capaces de imitar lo que ven y, al mismo tiempo, están dotados de un cierto raciocinio que les permite obviar pasos innecesarios.

La sorpresa vino cuando se repitió el experimento con humanos de 2-3 años de edad de una guardería escocesa e, independientemente, de una de Pittsburgh, en Pensilvania (EE.UU.). En vez de ­introducir un palo por los orificios de la caja, a los niños se les enseñaba a hacerlo con los dedos, y en lugar de comida para chimpancés había golosinas. Tanto en el grupo de niños que utilizó una caja negra como en el que utilizó una transparente, el 80% repitió todos los pasos de los experimentadores, incluidos aquellos completamente inútiles, a pesar de que podían ver en la caja transparente que en ese compartimento no había golosinas. 

Los resultados se publicaron en el 2005 en Nature, y la revista se preguntó:

“¿Son los chimpancés unos imitadores más racionales que los niños?”. 

La respuesta es que los niños, las crías de nuestra especie, son los mejores imitadores del mundo.

El Valor Del Tiempo


Tenemos la mala costumbre de no valorar el tiempo que los demás nos dedican. Una conversación, un abrazo, una sonrisa, un cómo te encuentras, un “lo hago porque sé que te gustaría” o simplemente un gesto de acompañamiento.

Hay miles de actos diarios de las personas que nos rodean que no valoramos.

No hace falta que los segundos, horas o minutos procedan de nuestros familiares, amigos o pareja. El tiempo de los desconocidos también se vuelve importante cuando por ejemplo, gracias a ellos el día puede comenzar con una sonrisa porque sus buenos días estaban cargados de alegría o nos dan ese empujón que necesitábamos. La grandeza de las personas está en esos detalles de pequeño tamaño, pero de grandes efectos y afectos.

Valoro los segundos de escucha, apoyo y aprecio que los demás me dedican porque me ofrecen parte de su vida. Ellos saben que compartir el tiempo es regalar vida.

“Cuentan que un viajero cruzando el desierto vio a un árabe pensativo sentado al pie de una palmera, junto a sus camellos cargados. El viajero supuso que era un mercader de objetos de valor y que se dirigía a vender sus joyas, perfumes y tapices a alguna ciudad vecina.

Como llevaba demasiado tiempo sin hablar con alguien, se acercó al mercader pensativo y le dijo:

-Buen amigo, ¡salud! pareces muy preocupado. ¿Puedo ayudarte en algo?
-¡Ay! -respondió el mercader– Me encuentro muy afligido porque acabo de perder la joya más valiosa de todas…

-Bueno, la perdida de una joya seguro que no es gran cosa para ti. Llevas gran cantidad de ellas en tus camellos y seguro que no te costará reponerla.

-¿Reponerla? -exclamó el mercader- ¡Si fuera tan sencillo! No conoces el valor de mi pérdida…-¿Cuál es la joya que has perdido? – preguntó el viajero.

-Una joya como ninguna otra, que no volverá hacerse jamás. Se encontraba tallada en un pedazo de piedra de la vida y realizada en el taller del tiempo. Sus adornos eran veinticuatro piezas brillantes, agrupados a su alrededor sesenta más pequeños… Es imposible que se llegue a reproducir otra joya con similares características.

-Debía ser preciosa, sí – expresó el viajero – Pero, con mucho dinero ¿no podrías hacerte otra igual?
La joya perdida era un día… Y un día que se pierde, no vuelve a encontrarse...”

Tras este cuento, ¿qué es un día para ti? ¿qué significa tu tiempo? Un minuto es suficiente para dejar una huella imborrable en el corazón de otra persona, elegir lo que quieres hacer o disfrutar de lo que acontece. 

Lo importante es ser consciente del momento presente y aprovecharlo con las personas que deseas y de la manera que gustes, sabiendo valorar también la dedicación hacia ti de los otros.

Mientras que el dinero aunque se pierda puede recuperarse, el tiempo perdido no vuelve. No desperdicies ni gastes el tiempo en lamentarte por no haberlo sabido aprovechar en su momento. A partir de ahora, aprovéchalo y valóralo como unos de bienes más preciados que existen.

El tiempo no se exige, se elige
Hay quien no es capaz de percibir el esfuerzo de otras personas por hacerle su rutina más llevadera, dar color a sus días grises o querer disfrutar de su compañía. Hay personas que ven como obligación lo que en realidad es una elección por parte de los otros. Hay para quien el tiempo de los demás pasa desapercibido, quien lo valora como si fuera un tesoro y quien lo exige al otro, como si fuera suyo.

Cada uno de nosotros es libre de a quién y cómo dedicar su tiempo. No olvidemos que los minutos, horas y segundos son fragmentos de nuestra vida y nadie tiene potestad para decidir libremente sobre ellos.

Dedicar tiempo se traduce en me importas, te quiero, te apoyo, adoro tu compañía y eso no tiene precio ni un equivalente material. Porque definitivamente, dedicar tiempo es dedicar vida.

Por eso, ni debemos exigir a los demás parte de su tiempo, ni tenemos que mendigarlo a quien solo piensa en sí mismo. El tiempo no se compra, no se intercambia ni se vende. 

Pasar tiempo con el otro es una elección que brota desde el interior y permite conectarnos emocionalmente con los otros.

Valora a quien te escribe, a quien te habla, te escucha, te hace un favor, te acompaña o se acuerda de ti porque lo quiere, porque le gusta, porque lo siente. 

Las personas que te regalan su tiempo comprenden que es lo más grande que pueden darte ya que saber ofrecerlo es hablar el lenguaje del corazón. 

Agradéceselo porque además el tiempo ofrece la posibilidad de forjar recuerdos que despertarán más adelante sentimientos de alegría, nostalgia y aprecio.
El mejor obsequio que podemos hacer a las personas que nos dedican su tiempo es valorarlo y regalarles parte del nuestro.


Diversidad

No es un valor establecido, aun cuando, como término, es de uso frecuente. Se le encuentra también, y más filosóficamente, como “otredad”La condición de la gente que no es como yo o está más allá de YO. Ahora se hace imperativo su cultivo, tanto en su compresión política como en su acepción ética de mucha mayor amplitud. Necesidad de los otros, de los que no son como yo tanto para el juego social como para la propia realización.

En las artes, se discute cuestionando la existencia es sí misma de la obra de arte, argumentando que ella realmente comienza a existir solo cuando otro la contempla. 

Implica comunicativamente pasar del dominio actual del discurso leccionario y predicativo, tanto en los medios como en las aulas, de quien asume la posesión de una verdad preexistente, que solo requiere ser expresada –o impuesta– insistentemente y con todo tipo de argucias técnicas y desde el poder que en ello se guisa, al conocimiento y la verdad como procesos constructivos que se fecundan en el acopio de lo que ya se tiene, del acervo, activado por la demanda y el asedio de los problemas y que tendrían que ser procesados socialmente.

El autoritarismo niega la diversidad y, por tanto, la riqueza de los procesos constructivos.
La instalación de la diversidad como valor exige una práctica reiterada y consiguiente y unas maneras, que podemos llamar métodos, de cultivarla. 

Estos no son enunciados nuevos. Tienen tiempo militando en las discusiones epistemologías y pedagógicas. Pero ahora y para esta muy difícil situación del país, toma la vigencia de lo urgente.

Puede ser molesta y hasta repugnante la actitud y posiciones de los diversos, y puede resultar cómodo, confortable (cuando no muy útil) encerrarse en la absolutización de los propios intereses o convicciones. Pero la exigencia actual es de diversidad y su verificación en la negociación comunicativa, social y, por supuesto, política.

Un imprescindible aprendizaje. La diversidad supone no solo esa necesidad del otro sino que ese otro seguirá existiendo. El ir y venir político, y en sus usos más frecuentes, no es raro que deje vencedor y derrotado y la amargura de los segundos. Sobre todo cuando se había cultivado una suerte de predestinación fácil y presuntuosa que implicaba una natural superioridad que ha resultado violada.

Independientemente de los resultados de las posibles elecciones, la construcción del país será larga y compleja, y pasará por una necesaria comprensión de sus condiciones y características, que escapa de estándares o estereotipos, fáciles de abordar con paquetes de “medidas”.

Estamos en ese trajín que puede resultar en grandes aprendizajes y, con ellos, una profundización de la democracia.



martes, 27 de marzo de 2018

Memoria E Inteligencia


La capacidad de razonar y de retener recuerdos durante mucho tiempo, son cualidades sobresalientes de la mente humana que han sido objeto de numerosos estudios científicos, sin que hasta el momento se tenga un conocimiento exacto y minucioso al respecto.

Lo cierto es que el cerebro tiene más poder en el individuo del que este se imagina, y vale bien la pena conocer qué tanta injerencia posee sobre la inteligencia y la memoria.

INTELIGENCIA HUMANA
Se dice que los humanos son inteligentes porque son capaces de razonar, pensar con lógica, aprender con base en la experiencia, tomar decisiones, comprender conceptos abstractos y usar su conocimiento para manejar el ambiente que lo rodea.

Pero no existe una definición universalmente aceptada de inteligencia, y se ha dicho que existen varios tipos de ella (de acuerdo con la teoría de las inteligencias múltiples), por lo que un humano inteligente no es precisamente el que obtiene las notas más altas en las pruebas escolares.

A menos que se compruebe científicamente lo contrario, los humanos son los animales más inteligentes que pisan este mundo, y después de ellos están los delfines y los chimpancés. ¿La razón? Probablemente su gran y desarrollado cerebro, dotado de áreas especializadas en ciertas capacidades.

El procesamiento de las funciones mentales se lleva a cabo en regiones específicas de la corteza, sin embargo, su funcionamiento se produce a partir de la comunicación continua entre sí, de modo que no trabajan aisladamente.

Funciones mentales muy desarrolladas como el aprendizaje, la imaginación, el pensamiento y la toma de decisiones de modo consciente se realizan en la corteza cerebral, la capa más externa del encéfalo en la que se halla la materia gris, conformada por dendritas, somas y sinapsis, y que está vinculada con el control muscular y las percepciones.

A grandes rasgos, el hemisferio izquierdo del cerebro se encarga de la actividad de análisis, brinda racionalidad a la resolución de problemas y tiende a la objetividad.

El concepto de inteligencia integra múltiples funciones cognitivas, relacionadas con el conocimiento a partir del entorno: la percepción, el lenguaje, la planeación, la atención y por supuesto, la memoria.

MEMORIA HUMANA
La memoria es la capacidad de almacenar y recordar datos en función de hechos, experiencias pasadas, contextos y estados emocionales relacionados con situaciones específicas. Por lo general, las personas recuerdan los eventos más sobresalientes de su vida, aquellos vinculados con emociones: su primer día de clases, su primer día de trabajo, su boda, etcétera, y olvida muchos detalles “triviales”, como la temperatura de un día específico.

Las siguientes áreas tienen relación con la memoria: el fórnix en la construcción de recuerdos y el reconocimientos de palabras y situaciones, el putamen en la memoria procedimental y las habilidades motoras bien aprendidas (por ejemplo, movimientos corporales estudiados conscientemente para ser aprendidos), el cuerpo mamilar procesa recuerdos y permite su recuperación, la corteza prefrontal recupera información de otras áreas y no menos importante, el hipocampo selecciona los eventos o experiencias que se recuerdan y las almacena a largo plazo.

Ahora bien, ¿cómo el cerebro forma los recuerdos? Existen 4 tipos de memoria: memoria de trabajo (a corto plazo), memoria semántica (encargada de recordar datos ajenos a una persona determinada), episódica (recupera eventos personales ligados a las propias emociones) y procedimental (memoria de acciones motoras aprendidas, como caminar).

La conjunción de algunas áreas da lugar a los 4 tipos; el tálamo, el núcleo caudado, el putamen, el hipocampo y el cerebelo se coordinan y forman la memoria procedimental. El tálamo, el lóbulo frontal, el lóbulo temporal, la amígdala, el fórnix y el hipocampo elaboran la memoria semántica; el tálamo, el cuerpo mamilar, el lóbulo frontal, la amígdala, el hipocampo, el lóbulo temporal, el fórnix, el bulbo olfatorio y la circunvolución cingulada realizan la memoria episódica, y por último, el tálamo, el lóbulo parietal, el núcleo caudado, el putamen, el lóbulo frontal, el hipocampo, la circunvolución cingulada, el fórnix y la corteza prefrontal llevan a cabo la memoria de trabajo.

Para que un evento sea procesado, primero tiene que ser percibido y registrado, después debe ser almacenado y por último, puede ser recuperado. Un aroma, una palabra o una imagen son capaces de activar un recuerdo y recuperarlo. 

Existen 3 “almacenes” de memoria que constituyen el sistema de memoria humano. Las percepciones basadas en los sentidos (vista, oído, tacto, etc.) son almacenados primero en la memoria sensorial por ¡menos de 2 segundos!, después pasan a la memoria de trabajo.

El olvido puede ocurrir si se excede la capacidad de la memoria de trabajo (7 bits). De lo contrario, la información pasa a la memoria de largo plazo, donde se almacena de forma relativamente permanente.


Heridas Del Alma



En todo el tiempo que ha pasado desde que llegamos al mundo, han ocurrido un sinfín de cosas. Unas buenas y otras, las heridas del alma, no tanto. Llevamos una mochila de experiencias que, por mucho que intentemos obviarla, está ahí.

Echamos “mano de ella” cuando queremos volver a recordar las cosas que nos hicieron felices. Para otras no olvidamos, pero a veces intentamos tener una “amnesia selectiva” por el dolor que nos causan. Hay que estar orgulloso de la mochila de cada uno, aunque jamás pensásemos cargar con ella con determinados hechos que quizás a veces nos generen sufrimiento…

Esa mochila tiene más sabiduría sobre ti que cualquier libro y que cualquier opinión. Conoce los demonios que arrastras desde la infancia y las veces que te han hecho daño. Las veces que te has sentido en tu lugar y las veces que has sentido que un lugar era de todo menos el tuyo… Es la mochila de tus vivencias, de tus experiencias más íntimas…

Todas las experiencias conforman lo que eres ahora, y algunas veces te sentirás feliz y en otras profundamente desdichado. En esos momentos de desdicha nuestras heridas del alma se abren, causadas por un daño hacia nuestra persona…

Quizás creíamos que ya solo eran cicatrices, pero en algunas ocasiones vuelven a escocer porque su naturaleza es la de hacernos una llamada de atención, porque quizás ese daño se está reproduciendo otra vez en tu vida.

Por ello, existen numerosas heridas del alma que vamos curando, pero que nunca terminan de cicatrizar, para recordarnos que alguien o algo nos las lastiman de nuevo y sentimos ese malestar. 

En un mundo en el que a veces es complicado encontrar personas honestas y dispuestas a amar y ser amadas de verdad, cualquier pérdida de una persona con estas características, que además ha compartido gran parte de su vida con nosotros, con el cariño y los recuerdos que eso implica, puede ser devastadora.

Aunque lo superemos, hay heridas del alma que vuelven a doler cuando somos más vulnerables. 

En cualquier momento de nuestra vida en el que nos sintamos perdidos o tristes, que no sepamos encajar ciertos aspectos… el hecho desgarrador de ser conscientes de que nuestro consuelo en esa situación ya no está con nosotros siempre va a resultar duro, por mucho tiempo que haya pasado